El 2020 iba a ser un año ilusionante para el deporte paralímpico en la Argentina. La histórica participación en los Juegos Parapanamericanos de Lima de 2019 entusiasmaba a muchos con un gran desempeño en los Juegos de Tokio, pero la pandemia mundial por el coronavirus obligó a postergarlos. ¿Durará este envión hasta 2021?
La delegación argentina consiguió 107 medallas en la semana y media de competencia en la capital peruana. La natación y el atletismo fueron las disciplinas que mejores resultados cosecharon para el país, obteniendo 40 y 32 preseas respectivamente (nueve y diez doradas). Daniela Giménez, campeona panamericana en 200 metros combinado y 100 metros pecho, aseguró que estos Juegos fueron especiales por el rendimiento de todo el grupo. Hernán Barreto, ganador de la competencia de 100 metros, coincidió y agregó que el gran recibimiento lo hizo darse cuenta de la importancia de lo que lograron. “Se genera un lindo ambiente cuando la alegría es compartida”, contó, por su parte, la paraciclista Mariela Delgado.
El aplazamiento de los Juegos Paralímpicos genera incertidumbre en todos los deportistas, especialmente por las afirmaciones de especialistas que ponen en duda la realización en 2021. “La postergación estuvo perfecta. Ya se había perdido el verdadero espíritu de la competencia”, manifestó Hernán Barreto. Tanto el corredor como la nadadora están realizando ejercicios de fuerza y resistencia para no perder el ritmo, pero el problema principal es el impedimento de practicar la velocidad. Para la medallista dorada en el paraciclismo de ruta, el mayor inconveniente era no poder recorrer largas distancias.
En relación a si el envión de los Parapanamericanos durará, los deportistas se mostraron confiados. Barreto sostuvo que si las competencias se reestructuran de manera correcta no debería perderse. A su vez, la nadadora chaqueña opinó que los resultados del Panamericano no habían sido casualidad, ya que hicieron un trabajo grande durante años para lograr esos objetivos. La paraciclista misionera también añadió que dependerá de cada deportista y su entorno.
A falta de un año para la fecha estimada de la realización (arrancaría el 24 de agosto y terminaría el 5 de septiembre) de los Juegos Paralímpicos de Tokio, el deporte fue dejado de lado por la gran pandemia que está afectando al mundo entero. Los atletas se entrenan con incertidumbre pero a la vez con ilusión de poder asistir a otras Paraolimpiadas. Todo dependerá de cuánto se pueda contener al Covid-19 y del descubrimiento de la ansiada vacuna.
La popularidad del básquet sobre silla de ruedas en el ambiente paralímpico se debe, entre otras cosas, a que es un clásico en las competencias por su antigüedad. Sin embargo, su fama no se compara, como en el resto de los deportes adaptados, con la de las disciplinas convencionales. Un motivo puede ser que, como la palabra lo indica, es una “adaptación” del básquet tradicional y por eso suele ser desestimado y mucha gente se pierde de conocerlo. Pero una vez rota la barrera del prejuicio, tal como aseguró Cristian Gómez, jugador de la Selección Nacional, “la gran mayoría de las personas que le da una oportunidad les termina gustando”.
El básquet sobre silla de ruedas es uno de los deportes más importantes y antiguos del mundo paralímpico. Surgió en Estados Unidos con el objetivo de ayudar a la rehabilitación de heridos durante la Segunda Guerra Mundial, pero se volvió extremadamente masivo, al punto de que hoy en día se práctica en 82 países, que además compiten mundialmente y están ligados a la Federación Internacional de Básquet sobre Silla de Ruedas (IWBF, por sus siglas en inglés).
En Argentina el certamen es amateur y la plata que entra a las instituciones es del estado únicamente. FABA (Federación Argentina de Básquet Adaptado) es el organismo que regula la actividad local, la cual consta de tres categorías: la Superliga, que es la primera división, el Torneo Nacional de Ascenso, que está un escalón más abajo, y el Torneo Federal, en un tercer nivel.
Mauro Varela, entrenador de la Selección Nacional de Básquet Adaptado, comparó el pasado y el presente de la liga al decir que desde el 2013 aproximadamente, por razones económicas de los clubes, hay torneo una vez por mes con formato cuadrangular siempre y cuando los equipos puedan viajar. Previo a eso se jugaba cada 15 días todos contra todos ida y vuelta. “Era una cosa espectacular”, aseguró el santafesino. “Se viaja un viernes para jugar el sábado doble jornada a la mañana y a la tarde, el domingo otra jornada matutina y ahí termina, antes era mejor”, cerró el profesor de educación física.
Centrándose en el juego en sí a la hora de ejercer la disciplina, alguien que tiene control de su cuerpo de la cintura para arriba posee más capacidades a comparación de quien no puede dominar su torso. Por esto, y para que el deporte sea más inclusivo en ese aspecto, existen algunas reglas que regulan a cada jugador y equipo: los deportistas son evaluados en diferentes pruebas para determinar su nivel de discapacidad. El más bajo y en el que suelen estar quienes tienen una lesión medular es el 1. En el otro extremo está el 4.5, número con el que se clasifica a quienes controlan más su cuerpo, que generalmente les falta una pierna o sufrieron un accidente.
Para que también participen los jugadores con puntaje más bajo, los equipos no pueden sumar más de 14 puntos entre los 5 jugadores titulares. Si esto pasa hay falta técnica y deben hacer un cambio para cumplir con la reglamentación.
En relación a los próximos Juegos, Cristian Gómez afirmó que quedar afuera de los Juegos Paralímpicos de Tokio fue uno de los momentos más duros de su carrera. El equipo, tras conseguir la plata en la Copa América de 2013 y el séptimo lugar en el mundial de 2018, se estaba preparando para buscar la plaza para Japón en los Parapanamericanos de Lima 2019. Pero perdieron la chance ante México en semifinales y contra Colombia en el tercer puesto.
Mauro Varela, por su parte, expresó sus sensaciones al no haber podido entrar a la competencia y dejado pasar dos buenas oportunidades de clasificar: “Para mí fue un verdadero mazazo, tuve la misma sensación que los deportistas de alto rendimiento cuando dicen que se prepararon tanto tiempo y les faltó muy poco”. Además, contó que se estaban preparando desde 2015 y a principio de 2019 hubo lesiones de jugadores importantes que no llegaron al 100% al torneo. “Eso nos afectó mucho”, expresó.
“Quedar afuera de los Juegos fue terrible, estuve muchos años esperando esa oportunidad, este era mi último Parapanamericano y quería llegar a una olimpiada”, aseguró el goleador de la liga italiana, quien también se lamentó: “Somos más que Colombia, capaz jugábamos 10 partidos y perdíamos uno, pero así es el deporte, ese fue el peor momento en mi carrera”.
Varela, coordinador de deporte y recreación de CILSA, una ONG nacional para personas con discapacidad, se mostró comprensivo y optimista con la visibilidad de las disciplinas paralímpicas en los medios: “Creo que la difusión fue evolucionando en los últimos años, aunque al estar tan metido en el ambiente no me doy cuenta de la cantidad de data que llega a los medios masivos, ya que si seguís portales o páginas paralímpicas, la difusión está”. A su vez agregó que comparándolo con el deporte tradicional, sí hay mucha menos repercusión. “No voy a pretender que un contador público que trabaja 11 horas dentro de su estudio le llegue la información de que se suspendieron las paralimpiadas de Tokio”, sumó Mauro, resignado.
Sobre el mismo tema también opinó Gómez: “Hay equipos en Europa que llenan la cancha y lugares que pasan por televisión los partidos, es cosa nuestra y pasa con todo lo que no sea fútbol, encima los deportes no convencionales estamos todavía más abajo”. Y añadió: “Una paralimpiada casi no la trasmiten, le dan lo mínimo inclusive al básquet, que es uno o el más popular de los deportes de este evento”.
Diferentes ligas, sobre todo las europeas, sí tienen esta actividad más afianzada y la misma es profesional: en Inglaterra hace tres años consiguieron que la BBC transmita las finales del torneo local; en Italia pasan las finales por la RAI desde hace 7 años, aunque con la salvedad de que en directo solo las emite en su país; también están en el top europeo la liga española y la alemana. Además a los países primermundistas se les suma Brasil, que televisa el certamen de cierre de año llamado Brasileirao y tiene un torneo local muy fuerte. Otra opción viable para ver los encuentros en vivo son las redes sociales ya que en Facebook o Instagram existen cuentas en las que se pueden ver los duelos. A esto, Mauro Varela lo ve como una forma en la que, de a poco, se van ganando su espacio.
En relación a las selecciones nacionales el entrenador albiceleste expresó que en la élite se encuentran Estados Unidos, sub campeón los últimos dos mundiales, España, Inglaterra y Alemania. “Argentina está entre los cinco más fuertes de América y tiene un nivel parecido al de Italia y Holanda, aunque con una edad promedio bastante mayor”, aseguró.
Por otro lado, un elemento fundamental para que el deporte se lleve a cabo son las sillas de ruedas y Varela se refirió a ellas: “Las hay de diferentes calidades, si el jugador tiene una lesión medular muy alta tiene que usar una silla más baja, por el contrario si pueden dominar el cuerpo se los levanta lo más posible, la altura máxima es 68 centímetros mientras que la mínima 53”. También contó que cuesta aproximadamente 8 años encontrar la silla ideal, y que en el exterior por 2500 euros se puede conseguir una buena que dure dos años aproximadamente. Aunque ese no es un problema en las ligas profesionales, ya que hay sponsors que proveen a los jugadores con sus marcas. “Acá es difícil por la devaluación del peso y porque no se pueden pasar por la aduana si se traen del exterior”, dijo el ex entrenador de CILSA.
El básquet adaptado y el deporte paralímpico en general, buscan más bien incluir antes que jerarquizar, por eso es que Mauro Varela aseguró: “Una silla común para alguien que inicia por primera vez es muy buena porque lo mete al deporte y lo ayuda a estar en la cancha con sus compañeros y a conocerlos”, además agregó que en caso de haber adquirido la discapacidad tras un accidente, la contención en un deporte puede ayudar mucho con el trauma.
“Los grupos son heterogéneos en todo el mundo, la discapacidad es de nacimiento o se adquiere, y todos tienen la misma posibilidad de aprender”, cerró Varela acerca la edad de los jugadores, que puede variar entre 12 y 60 años en un mismo equipo.
El básquet sobre silla de ruedas en particular, y los deportes adaptados en general, no son difundidos como las disciplinas tradicionales pero no porque no sean atractivos, sino porque nunca tuvieron una oportunidad.
Un dato que muy pocos saben. O, mejor dicho, casi nadie. El goleador Martín Palermo llegó a convertir 227 goles con la camiseta de Boca Juniors y fue declarado automáticamente el máximo goleador del club, ya que había superado a Roberto Cherro, quien anotó 218 con la azul y oro hasta 1938. Pero, no es así. Ese récord le corresponde a Andrea Ojeda.
La delantera del equipo femenino de fútbol es la jugadora con más goles en la historia del Xeneize, con una suma de 350 y más aún. Es difícil contarlos, ya que ni ella lleva la cuenta.
La 9 llegó al club a los 12 años, pero, al ser muy chica, volvió a los 14 para quedarse y regalar su magia. Recordó sus primeros tiempos con la camiseta de Boca: el debut fue contra Laferrere en la liga mayor, y después, a los 15 contra Estudiantes de La Plata, al que le metió tres golazos de cabeza que nadie podía creer. En el primer partido como titular metió tres. Definitivamente, había comenzado una leyenda.
Además, Ojeda comentó que el apoyo que le dieron sus compañeras fue clave: “Ya era la 9 de Boca, tenía que ser consciente y no perder la cabeza. Al ser la más chica era a la que más retaban, pero tenía que aprender y no me quejaba”.
No solo es centro delantera, sus asistencias no vienen porque sí: durante su adolescencia se desempeñó de doble 5 y el técnico de ese momento del Xeneize la quería en la mitad de la cancha, pero ¡no paró de hacer goles!: “Robaba la pelota, me movía en el medio, pero terminé de delantera. Mis compañeras me preguntaron si llevaba la cuenta, pero con el colegio y que a veces se me perdían algunos partidos, no podía”, relata la goleadora.
Andrea consiguió 20 campeonatos de los 22 que disputó en las ligas amateurs a las que el club era afiliado. Para la temporada 2016/17 decidió dejar de vestir la camiseta boquense para irse a España a demostrar lo que sabe hacer: un festín de goles y asistencias. Al tomar la decisión, el 23 de agosto del 2016 Boca le realizó una despedida regalándole una camiseta con su nombre y la cantidad de goles que había hecho oficialmente hasta ese momento: 329. O, al menos, los que, por cuestiones administrativas, tenían contabilizados, ya que se afirma que eran aún más.
La jugadora nacida en Glew tuvo un excelente paso por España: actuó en la primera división en Fundación Albacete y luego en la segunda de Granada CF. “Fui por experiencia propia, y estoy muy agradecida con los clubes. Tienen más recorrido que el fútbol argentino y una metodología de trabajo muy linda. Fui a buscar algo y lo encontré”.
En marzo del 2019, varios clubes argentinos dieron un gran paso y convirtieron al fútbol femenino en profesional, o, mejor dicho, semi profesional, ya que no se le acerca mucho a lo que se llama profesionalismo. Comenzó el campeonato, el Torneo Rexona, en noviembre para la temporada 2019/20, y ahí estaba la eterna goleadora. Iba a irse directo desde Granada CF al Valencia, pero volvió al país para seguir con la suma de goles en Boca Juniors y no parar, otra vez.
Con 35 años, Andy, como la llaman sus compañeras, volvió mejor que nunca y jugó la primera fecha, en la que ganaron 5-0 contra el eterno rival, River Plate. Ya en la segunda jornada, de visitante contra El Porvenir, anotó un golazo de cabeza luego de una excelente asistencia de Florencia Quiñones. Y así siguió. Como de costumbre. Goles más asistencias y partidos increíbles describen a la eterna capitana. Definió, en el torneo, contra Independiente (y también una excelente asistencia para que definiera Fabiana Vallejos, su compañera), Defensores de Belgrano (le hicieron 10 goles), Estudiantes de La Plata con un golazo de volea y otro de cabeza, tres contra Villa San Carlos en Berisso, Social Atlético Televisión con CUATRO más, uno contra Platense, y por último, con la visita de lujo de Juan Román Riquelme a la “Bombonerita”, le metió dos a Excursionistas, y no está de más aclarar que ese partido, ganaron por 16-0, fue una humillación. Las tuvo que parar la cuarentena. Ya no había títere con cabeza.
Las Gladiadoras se cansan de ganar. Los partidos son una fiesta. Los goles también. Las asistencias son inigualables. Son punteras, ¿cómo no?. “Ya van a tener que empezar a sumar los campeonatos que ganemos a las estrellas del escudo”, decía Ojeda entre risas.
Es una jugadora de muy alto nivel. Y no es reconocida como lo merece. Casi nadie sabe que es la máxima goleadora de Boca Juniors. Casi nadie sabe que metió más de 350 goles. Más de 350 festejos. Más de 350 alegrías. Martín Palermo es un crack, pero, ¿y nuestra gladiadora? ¿No cuenta?
El deporte, y más el fútbol, está en un proceso de deconstrucción. El cambio a profesional fue demasiado apurado y se ve en el nivel de los equipos. No es normal que le conviertan 16 goles a otro equipo. Pero, así y todo, el rol de la mujer está siendo cada vez más fuerte y la difusión es mayor. Por eso cada vez más pibas se anotan en los clubes de barrio. Ya es normal verlas en la calle con una pelota en los pies.
Por jugadoras como Andrea Ojeda, el fútbol femenino cada vez es más una fiesta. Y a esta fiesta, están todos invitados, pero los prejuicios, los “no saben mover la pelota”, “son mujeres, ¿qué querés?”, “¿por qué no te vas a lavar los platos en vez de hacer el ridículo?”, esos, se quedan afuera. Y no saben de la magia y el disfrute que se pierden. Magia como la que brinda Andrea Ojeda, que tiene más goles que Martín Palermo, y nadie lo sabe.
Por Pedro Duffau, Leandro Gambino y Marcelo López Aspuru
En el verano de 1981 se confirmó la llegada de Diego Armando Maradona a Boca Juniors. Fue la transferencia más novelesca y espectacular de todas las que se habían llevado a cabo hasta ese momento en el profesionalismo. Nadie se imaginaba que en ese año Maradona iba a conseguir su único título en el fútbol argentino.
Empezó como una venta directa de Argentinos Juniors a Boca por diez millones de dólares, pero terminó siendo un préstamo que incluyó dinero en efectivo, cheques sin fondos y seis jugadores xeneizes como parte de pago. El viernes 20 de febrero al mediodía, Maradona firmó su contrato ante las cámaras de Canal 13, que había comprado los derechos para transmitir la ceremonia en vivo. Dos días más tarde, disputó su primer partido oficial ante Talleres y convirtió sus dos primeros goles con la camiseta azul y oro.
Junto a él, bajo la dirección técnica de Silvio Marzolini, llegaron otros nombres destacados como Miguel Ángel Brindisi, figura muy importante de aquel equipo, y Osvaldo Escudero, entre otros, que se sumaron al numeroso y experimentado plantel de Boca.
“Maradona en el vestuario fue muy bueno desde el primer día que llegó, le costó un poco, especialmente en el comienzo. Teníamos grandes jugadores que habían ganado todo de la mano del “Toto” Lorenzo. Lo recibimos muy bien y, por su puesto, ayudó su forma de ser. Diego fue un compañero de lujo en todo el sentido de la palabra”, afirma Carlos “Cacho” Córdoba, lateral izquierdo y el único jugador que disputó todos los partidos del torneo.
“Diego siempre estaba a la par de todos y nunca lo usó como excusa para no entrenar o para concentrar ya que era un jugador muy importante, sino todo lo contrario, siempre fue un compañero más”, cuenta Hugo Osmar Perotti, puntero izquierdo y pieza clave de aquel campeón.
“El equipo manejaba muy bien la pelota y recuperaba con agresividad y asistencia permanente a Maradona”, comenta el aguerrido mediocampista central Roberto Passucci y suma: “No se presionaba muy arriba, esperábamos y los sorprendíamos con la velocidad de contragolpe”.
En la fecha 10, en La Bombonera, Boca recibió en el superclásico a River. “Cuando le tiré el centro –recuerda Córdoba- lo vi justo a Maradona, muchos dicen que fue un centro, pero para mí fue un pase. Después lo que hizo Diego fue increíble. Esa tranquilidad para definir fue extraordinaria: eludió a Fillol y tocó suavemente la pelota ante la presencia de Tarantini, que cubría el arco sobre la línea. Una culminación de un encuentro espectacular para todos. Esa noche se ganó ´a lo Boca´”.
Maradona no sólo anotó aquel gol, sino que también le convirtió a su clásico rival en el empate 1 a 1 en el Monumental y, además, les hizo goles a todos los equipos denominados grandes. Fue el goleador del conjunto xeneize con 17 tantos, seguido por Brindisi con 16.
“A lo largo del torneo hubo varios partidos muy buenos. Lo que pasaba es que todos los rivales nos jugaban “a morir” porque íbamos primeros. Nos tocó competir contra un gran equipo que era Ferro. La verdad que ganamos muy bien, fuimos muy sólidos y contundentes, muy regulares durante todo el año”, afirma Perotti.
En relación al entrenador, Passucci cuenta que: “Silvio fue un gran director técnico y una excelente persona. Me dejó sabiduría para plantear los partidos y siempre respaldaba al jugador”.
“Yo creo que se nos fue un amigo –agrega Córdoba-. En el tiempo que vivimos con él supo manejar muy bien al grupo con una categoría de primera, que sólo los grandes entrenadores pueden hacerlo”.
Boca le ganó 1 a 0 al Ferro de Carlos Timoteo Griguol en la fecha 32 y se encaminaba al tan ansiado campeonato. “Del gol a Ferro lo que más recuerdo –suma Perotti- es el momento en el que Diego me mete un pase con la zurda, que solamente él lo puede hacer. La manera en que iba corriendo tan diagonal y de golpe un toque de cachetada, una habilitación de alto nivel para un gol que valió un campeonato. Después definí con la gente festejando con una avalancha increíble”.
En la fecha siguiente, Boca perdió en Rosario con Central por 1 a 0, y ese día Maradona erró un penal. Sin embargo, como el conjunto de Caballito igualó 3 a 3 con Huracán, el equipo de Marzolini no vio que su objetivo corriera peligro.
Y llegó el día. El 15 de agosto, Boca enfrentó a Racing en La Bombonera y con el empate daba la vuelta olímpica. Minuto 40 del primer tiempo y penal para el conjunto local. Con la personalidad que ya lo caracterizaba, Maradona agarró la pelota y no dudó en patearlo. Lo convirtió ante el delirio de la hinchada local que una vez más festejaba un título, el Torneo Metropolitano 1981.
Aquella tarde Boca formó con: Hugo Gatti; Vicente Pernía, Roberto Mouzo, Oscar Ruggeri y Córdoba; Passucci, Jorge Benítez, Brindisi y Maradona; Escudero y Perotti.
Boca ganó 20 partidos, empató 10 y solo perdió 4 (quedó invicto de local). Convirtió 60 goles y recibió 27. Terminó el torneo con 50 puntos, uno más que su escolta Ferro.
No fue un título más para Diego. Fue el primero de muchos, pero el único con el equipo de sus amores y en el fútbol argentino. Quedó anotado su nombre como campeón con Boca y uno de sus sueños se hizo realidad.
“Que se vaya tranquilo, acá nos quedamos con Rodas”, dice supuestamente Eduardo López, presidente de Newell’s Old Boys, justificándose por la salida de un tal Lionel Messi a España. Por las divisiones juveniles de la Lepra se contagia de boca en boca que Gustavo “Billy” Rodas es mejor. Ambos son promesas. Él, de la categoría 86, y la Pulga, de la 87, gambetean y humillan a sus rivales, pero desde arriba solo apuestan por uno.
“De chiquito me imaginaba que iba a llegar a Primera, no sé si lejos, pero a Primera sí, me tenía fe”. Y claro que sí: a Rodas, condiciones le sobraban. “Lo que más me acuerdo era su facilidad para controlar la pelota, para recibir con ambos perfiles y encarar. También tiraba los córners de los dos lados con pierna cerrada cuando muchos de nosotros estábamos aprendiendo a patear”, comentó Nahuel “Patón” Guzmán, excompañero suyo en inferiores. “El Billy era muy bueno. El sueño de cualquiera que los vio jugar a Messi y a Rodas era que llegaran a jugar juntos en la primera de Newell’s”, lamentó.
“Puedo decir que a mí me tocó jugar con el Billy, que es una maravilla. Era hermoso verlo, tanto en Newell’s como cuando íbamos a la Selección juvenil”, destacó el arquero de Tigres de México. “Terminó debutando a los 16 años y para nosotros era un orgullo verlo ahí, en el lugar donde queríamos estar todos; fue un motivador de sueños”, sumó.
Es domingo, 18 de agosto del 2002. Julio Zamora manda a la cancha al gran talento del que tanto se habla. Desde las gradas se ilusionan con la presencia de un nuevo futuro, el joven Rodas, quien debuta con gol. El resto no es historia.
El banco de suplentes no era su hábitat natural. Prefería estar parado, ordenando, con morisquetas y movimientos varios, pero con ese don que le permitió olfatear el talento. Su nombre es sinónimo de formación y, en conjunto con José Pekerman, le dio alas a una generación de jóvenes con unas cualidades que, aún en edad de pupilos, les permitían desparramar un juego vistoso. El ojo clínico de Hugo Tocalli detectó a Lionel Messi y lo llevó a concretar el amor eterno del rosarino con la celeste y blanca en un amistoso ante Paraguay. Pero un año antes no había dudado en reconocer que un chiquito escurridizo con madera de crack que transpiraba sangre leprosa sería la carta más furibunda en el ataque argentino durante el Sudamericano sub-17.
Omar Souto ha visto transcurrir por sus retinas grandes –e incipientes- exponentes del fútbol local y promesas que nunca acabaron de explotar como se esperaba. Sin embargo, el histórico gerente de Selecciones nacionales analiza que Rodas era un caso especial: “Hubo muchos chicos que pasaron por la Selección que daban para mucho más en sus carreras: Livio Prieto, el de Independiente… y Billy, que jugaba en Newell’s; después se quedó, pintaba para ser un gran jugador. Tenía cosas de Leo, era muy bueno”. Aquel campeonato, disputado en 2003, lo tuvo al enganche junto a Ariel Cólzera y Hernán Peirone en la delantera; pese a los resultados positivos y a que el equipo funcionaba de memoria, su poca continuidad en el conjunto de Rosario lo marginó de participar en el Mundial que, a posteriori, culminaría con Argentina en un meritorio tercer puesto. Y con el sueño de Rodas.
Quizás Billy tuvo el comienzo de la imaginación de muchos: por un instante fue el festejo de los que cierran los ojos y se ven en su lugar. “En ese tiempo venía entrenando en Primera, en lo futbolístico estaba muy preparado, el tema es que por ahí en la cabeza no lo estaba”, expresó Rodas. “Una vez que debuté, me enfoqué en otra cosa, me olvidé de lo que era el fútbol, me mareé un poco y me perdí, con 16 años tenía lo que quería y hacía lo que quería. En ese tiempo no tuve gente al lado para manejarme bien y ponerme límites, también me hago cargo de lo que hice”, confesó quien integró el plantel campeón de Newell´s en el 2004.
A esa edad, justo en el comienzo de su carrera, Rodas fue padre. A partir de ahí, el fútbol comenzó a tomar otro sentido. “Si no hubiese nacido mi hijo, hubiese dejado el fútbol, lo hacía por necesidad de tener que mantenerlo, de salir a trabajar y comprar lo que él necesitaba. Me hizo bien”, planteó Billy. Pero los meses pasaron y la pelota empezó a pesar más, algo natural. “Cuando debuté y era chico no sentía presión, entraba contento a hacer lo que sabía, era un juego para mí, entraba libre. Una vez que empezó a pasar el tiempo se ponía más serio, cuando se perdía todo era peor, ya los compañeros te hacían sentir los nervios, estaba en juego la plata de la familia”.
En Rosario se preguntan por qué el Billy Rodas no triunfó, pero sin cuestionarse qué es el triunfo. Se sabe también que calentaba los bancos con entrenadores como Héctor Veira y Américo Gallego, aún con su notoria habilidad. Su figura comenzó a desvanecerse, su historia suena cada vez menos y sus testigos aún buscan explicaciones sobre su camino. “Lo que me hizo quedar fue el no ser apasionado por el fútbol, desde chico empecé bien y después con las presiones… tenía a mis viejos, que pensaban que se iban a salvar conmigo, fueron pasando cosas que me hicieron dejar de querer al fútbol, me sacaron esa pasión”, mencionó el enganche. “No podía estar con mis amigos porque me mandaban a dormir la siesta con ocho años, a esa edad yo quería jugar con ellos y andar en bicicleta. Cuando crecí y comencé a decidir por mí, a hacer cosas que de chiquito no podía hacer, se me fueron las ganas de jugar, no quería saber nada”, detalló.
Las vuvuzelas sonaban en distintos rincones del planeta. El ambiente se iba transformando y la gesta que se vivía en Sudáfrica preparaba las gargantas de poblaciones enteras. Argentina, Uruguay, Chile, Paraguay y Brasil buscarían que la Copa del Mundo brillara en sus vitrinas; pero en una pequeña ciudad peruana, de apenas 200.000 habitantes, la llegada de un excompañero del mejor jugador del planeta provocó una revolución. Huánuco disfrutó de su propio mundial, gozó con el buen fútbol de Billy Rodas y, como pocas veces, un equipo que no formaba parte de los “albores” de la urbe estaba en las primeras planas de los diarios.
En contadas ocasiones conjuntos de las afueras de Lima logran ubicarse a la par de las tres potencias capitalinas –Universitario, Alianza y Sporting Cristal-. El periodista de El Comercio, Gabriel Casimiro, cuenta que el arribo del argentino generó dudas en un principio: “De Rodas no se sabía mucho, no había tanto acceso a Internet como ahora. Luego nos enteramos de las referencias que había sobre él, de que era comparado con Messi por su habilidad en las inferiores de Newell’s”. Poco a poco, el Campeonato Descentralizado del 2010 le haría honor a su nombre: el sorprendente León de Huánuco superaba escollos y se colaba entre los dos mejores equipos del torneo. La pegada y la exquisitez de Billy fueron determinantes.
“Empezamos a notar que marcaba la diferencia: llevaba la pelota pegada al pie, desequilibraba como nadie y era capaz de ganar partidos por sí mismo”, asegura Casimiro. Casi sin pensarlo, la competición encontró a los huanuqueños en la final, en la que debían enfrentar a la Universidad San Martín de Porres. “Sin Billy hubiera sido imposible que llegaran tan lejos. Daba la sensación de que pudo haber sido un jugador con una carrera más trascendente, pero no fue lo suficientemente profesional y el entorno no lo ayudó demasiado”, completa el periodista.
Aquella instancia decisiva, que se definió a duelos ida y vuelta, dejó a León a un paso de la consagración histórica. El furor que Rodas causó en Perú contrastó con su perfil bajo y su poca relación con la prensa: “Hablaba poco, casi nada. Se notaba que no le gustaba dar entrevistas”. Pasos posteriores por Talleres de Córdoba, Jorge Wilstermann de Bolivia, Estudiantes de Río Cuarto y hasta una vuelta a Perú con Universidad César Vallejo no encontraron puntos de comparación con el momento de auge de un futbolista que no disfrutaba de serlo.
Hoy quiere poner una escuelita de fútbol, aunque no se muestra relacionado con el deporte. No mira partidos, no le interesan. Piensa en transmitir su experiencia: sabe y aclara que para jugar te tiene que gustar y tenés que ser apasionado, porque si no, vas a “sufrir”. Quiere buscarle el cambio a una actualidad que le preocupa: “Veo a padres que piensan que se van a salvar con los chicos y les terminan arruinando la vida, les exigen que logren cosas que ellos no pudieron”, descargó. También le aterra que desaparezcan los Rodas, Formica, Manso y Messi. “No quedan enganches y los que quedan juegan muy poco, ahora los usan de mediapuntas”, resaltó preocupado. En Parque Independencia vociferan que la ausencia de los 10 en las canchas tiene un sentido inclaudicable: nadie se anima a tapar con baches la leyenda de Billy.
Con un par de botines y una pelota era feliz. No le importaban las muñecas o el vestido, solo esperaba a que los amigos la invitaran a jugar después de volver del colegio; dejaba las cosas en su casa en Santa Fe y salía corriendo a la plaza cuando escuchaba el primer pelotazo. Pero ser jugadora era solo un sueño: el fútbol era solo un deporte de hombres.
Probó con disciplinas como hockey y tenis, pero nada era como el picadito en la cancha armada con camperas. Macarena Sánchez Jeanney quería ser futbolista y nada le importaba más en su vida que jugar en un estadio lleno de gente. Y lo cumplió en 2006, cuando debutó en la Universidad Nacional del Litoral (UNL), pasando también por clubes santafesinos como Colón y Logia y, luego de seis años, decidió dar el salto.
“Leí en un portal de Boca que no era oficial, que estaban haciendo pruebas y ahí encaré a mi mamá y le dije que me quería probar. Gracias a esa nota terminé en UAI Urquiza”, comentó la actual delantera de San Lorenzo.
Sin embargo, había algo que todavía la incomodaba porque no era todo como ella quería, el fútbol femenino era solo por amor al deporte. De los clubes solo salía la vestimenta para las jugadoras y de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) no se veían ni 10 centavos para impulsar el deporte, como tampoco, las ganas de profesionalizarlo.
Macarena, además de jugadora, es luchadora por los derechos de la mujer. La igualdad de género es la ley primera para ella, como también lo es lograr que cada club tenga fútbol femenino. Busca que se profesionalice y se pueda cobrar un sueldo digno en vez de viáticos, entrenar sin la necesidad de tener otro trabajo y tener una obra social, que son pedidos que parecen obvios pero que lamentablemente todavía no llegaron para las mujeres.
“Todas quieren que se profesionalice, no tengo dudas, pero lamentablemente no va a poder ser, yo sé que me voy a retirar y no lo voy a ver”, expresó Sánchez en 2018 y agregó: “van a haber muchas trabas y el camino va a ser difícil, pero el fútbol deja muchas enseñanzas y es clave que nunca lo dejen de intentar y que entiendan que somos mujeres dentro del fútbol y eso nos hace tener una obligación moral de militar por nuestros derechos también fuera de la cancha”.
Al poco tiempo de estos dichos, a la futbolista la desvincularon de UAI Urquiza -tras haber jugado durante siete años- a mitad del Torneo de Primera División 2018-2019, lo que la dejaría sin jugar y también sin la posibilidad de sumarse a algún club. Es por esto que decidió iniciar acciones legales contra UAI, pidiendo la regularización de su situación laboral y a la AFA, la profesionalización del fútbol femenino.
Fue así que luego de mucho esfuerzo por la igualdad de género, y con el pedido latente de ser escuchada, después de un paro de las jugadoras de la Selección Nacional por la falta de vestimenta y espacios para realizar los entrenamientos, Macarena logró que en la presidencia de Claudio “El Chiqui” Tapia en la AFA se firmara un acuerdo con Futbolistas Argentinos Agremiados (FAA), que consistía en la suscripción de ocho contratos con jugadoras en cada uno de los 16 clubes que componen la Primera División Femenina.
Lejos de poder creerlo, el 17 de marzo de 2019, Macarena se convirtió en la pionera de la profesionalización del fútbol femenino y, además, pasó a formar parte del plantel de San Lorenzo, institución que la recibió luego de la desvinculación de UAI.
Sindy Ramírez, jugadora del Ciclón, contó que Macarena se integró muy bien en el equipo, que es muy buena compañera tanto dentro como fuera de la cancha y que los valores que transmite con su lucha por los derechos de las mujeres son los mismos que demuestra en la cancha y en el vestuario antes de empezar cada partido. Además, agregó que durante los encuentros, Sánchez es una compañera que juega en equipo, que tira paredes y que siempre empuja hacia delante.
Ramírez también habló sobre el camino que tuvo que recorrer Macarena antes de lograr la profesionalización y cómo observan desde afuera todo lo que consiguió: “Nosotras la vemos muy feliz, creo que la enorgullece haber sido una de las artífices de esto, pero conociéndola creo que también debe sentir una responsabilidad muy grande para que sigamos teniendo los derechos que merecemos y que no se retroceda en esa cuestión.”
Hoy, un año después, Sánchez ocupa un lugar en el Gobierno nacional, dirigiendo el Instituto Nacional de la Juventud (INJUVE), espacio donde planea armar un plan nacional de inclusión, en el que los temas principales sean el estudio y el trabajo. Además, buscará salir a la calle y recorrer los barrios para conocer las necesidades de los jóvenes argentinos.
Primero hablaban los referentes y luego pedía autorización para hablar él. A los más chicos les daba mucho apoyo y siempre decía la palabra justa. Esto refleja cómo es Felipe Contepomi, quien tuvo ese deseo de poder volver y retirarse en 2014 en Newman, el club de sus amores.
Lejos está de aquel joven rugbier que tenía como sueño ser médico al igual que su padre, título que conseguiría mientras jugaba en Irlanda. En el 2000 tomó la decisión de irse a probar suerte al Bristol de Inglaterra como jugador de rugby profesional. Cuando retornó al país en 2013, por una disposición de las autoridades que manejan este deporte, no pudo jugar en su club por seis meses. Al encontrarse en esta situación, no le importó y se entrenó a la par de sus compañeros, tanto en el gimnasio como con ejercicios físicos y tácticos dentro de la cancha. Contepomi llegaba a las prácticas 15 minutos antes y era el último en irse.
Javier Urtubey, el capitán de Newman en 2013, cuenta: “Cuando anunció que venía a jugar al club, a nosotros nos tocaba jugar la definición del torneo de la URBA. Fuimos con el Canario Gosio a su casa para darle la bienvenida y charlar un poco sobre lo que teníamos por delante. Felipe fue muy claro, puso de entrada al equipo y al club por encima suyo, nos transmitió tranquilidad, sus ganas de sumar y que nos iba a acompañar desde donde hiciera falta. De hecho, le tocó ir al banco de suplentes en su vuelta a Newman y no hizo más que alentar y contagiar al equipo durante toda la semana. Creo que eso demuestra la clase de persona que es”.
Agustín Gosio, el subcapitán de ese equipo, dice que tanto él como Contepomi no tenían esa lucha de egos que suele aparecer en los grandes equipos. El “Canario” expresa que la relación que tenía el ex Puma con el grupo era excelente y que se acopló al plantel muy rápido, como si fuera uno más. Gosio narra que Contepomi siempre trataba de dar consejos y que era un entrenador dentro del campo de juego. Con paciencia, el exrugbier de Stade Français se encargaba de explicar cada una de las jugadas.
Contepomi veía en los partidos que las distintas acciones que se practicaban en la semana no salían y les enseñó que lo importante era la siguiente jugada. Había que olvidarse del pasado y afrontar con las mismas ganas la jugada que continuaba. Una vez terminado el encuentro, se iba al vestuario, se duchaba y tomaba una cerveza con cualquier jugador del plantel. No hacía diferencia si estaba con el máximo ídolo del club o con un chico recién subido de inferiores.
Marcelo Brandi, referente dentro del equipo bordó, recuerda que una vez en Rosario estaban muy bajoneados porque el resultado no había sido el esperado. Sin embargo, cuando llegó el tercer tiempo, Contepomi los juntó a todos y les dijo que, si bien era entendible que estuvieran tristes por la derrota, cuando más había que quedarse era cuando se perdía. En ese momento, el exjugador de Leinster resaltó que se quedaba y afirmó que si eran dos ya eran un grupo. Brandi revela que al final se quedaron todos.
Manuel Contepomi, su mellizo y su entrenador de Newman, quien tiene un vínculo muy fuerte con él y que compartió todo, desde amigos, deporte y familia, asegura: “Yo sabía que Felipe cuando decidió venir a jugar a Newman lo iba a hacer como siempre hizo y hace las cosas en su vida: con mucha responsabilidad, con mucho compromiso, con mucha seriedad y con muchísima alegría. Él quería llegar lo más lejos posible, exigirse individualmente y exigir al equipo”.
Si bien tiene una personalidad introvertida y tímida, por lo que muchas veces aparentó ser una persona no muy sociable, logró hacerse querer dentro del grupo, ya que siempre pensaba en el resto antes que en él. Quería la gloria con su club y soñaba con algún día consagrarse campeón. Con su presencia, a la hinchada de Newman le significó mucho más que un campeonato.
Gerardo Alcoba debutó en Wanderers en 2004. A partir del siguiente torneo se haría con la titularidad y el 24 de septiembre de 2005 anotó su primer gol como profesional.
En 2008 fichó por Peñarol, equipo con el que consiguió tres títulos locales y rendimientos que lo llevaron a la selección de Uruguay. Colón de Santa Fe fue su próximo destino en 2014, pero rápidamente fue cedido a Liga de Quito y luego a Pumas, donde fue premiado como el mejor defensor del fútbol mexicano. Su peregrinaje continuó en Santos Laguna, donde en 2018 fue campeón del torneo Clausura, y un año después regresó al equipo de Victoria, al que ayudó a obtener la primera estrella de su historia tras vencer a Boca en la final de la Copa de la Superliga en 2019.
Hoy su equipo milita en la Primera Nacional, pero también se prepara para retomar la disputa de la Copa Libertadores de América, para la cual ya hay fecha de reanudación. Su entrenamiento en cuarentena, sin embargo, no le impide hacer una pausa y dialogar con El Equipo para reflexionar sobre el extenso parate por la pandemia de coronavirus y acerca del fútbol en general.
– ¿Cómo estás viviendo la cuarentena?
– La verdad es que es algo inexplicable. Nunca nos imaginamos que el virus llegaría a Sudamérica y estamos todos sorprendidos. En la familia estamos siendo precavidos y tomando todos los consejos que nos dicen los especialistas. Somos privilegiados porque, por suerte, nadie se contagió. Lamentablemente esto trae consecuencias laborales, económicas y también mentales.
– ¿Cómo es tu rutina en el día?
– Por suerte tengo el día marcado y varias actividades. Me levanto muy temprano, me preparo el desayuno y luego ayuda a mi familia con la limpieza del hogar, lo que me lleva un tiempo. Después de eso me contacto con el resto de mi familia por llamados con el celular y luego hago una rutina de entrenamiento de una hora. Almorzamos, duermo una siesta y algunas veces voy al fisioterapeuta del club para hacerme controles por la molestia en el aductor, hasta que regreso a casa.
– Si no hubieses sido futbolista, ¿qué te hubiera gustado hacer?
– Me hubiera gustado ser músico. Admiro a quienes se dedican a esa actividad. Creo que el de la música es un talento hermoso para desarrollarse.
– ¿A lo largo de tu vida qué otros trabajos tuviste?
– Cuando era muy chico ayudaba a mi papá en un local de golosinas Estuve dos meses con él. También trabajé en un bazar acomodando vasos y vajillas de vidrio, después labure en una cancha de tenis y por último me dediqué a pintar cabañas en la playa en Punta del Este.
– ¿Cuál era tu ídolo de chiquito?
– Nunca fui de tener ídolos, pero todos los jugadores de Peñarol para mí eran héroes. Por suerte, con el paso de los años me empecé a hacer amigo de la mayoría de los jugadores y tuve la oportunidad de jugar con varios de ellos, y también los tuve como directores técnicos.
– ¿Qué opinas del fútbol femenino?
– Me parece perfecto que esté ganando terreno. Creo que las mujeres deben tener la oportunidad de ocupar un lugar más importante en el mundo del fútbol. En México la movida del fútbol femenino es enorme. Lo profesionalizaron hace poco y tiene mucha más popularidad que acá. Me gustaría que se le diera más bola, más prensa, más herramientas y que también se les pagara un salario a todas las jugadoras.
– ¿Con qué jugadores sentías que tenías más química a la hora de jugar?
– Durante mi carrera con el compañero que más cómodo me sentí fue con Carlos Izquierdoz, en Santos Laguna. En Tigre me complementé bien con (Sebastián) Prediger, el “Marciano” Ortíz, (Lucas) Mennosi, (Néstor) Moiraghi y Gonzalo Marinelli.
– ¿Qué consejos o mensajes les dejarías a los chicos que recién están empezando a jugar?
– Mi mejor consejo que puedo dar es que tengan disciplina. Cuando yo fui disciplinado logré mis objetivos, cuando dejé de serlo porque empecé a jugar en Primera División y comencé a ganar mis sueldos caí en un pozo, y cuando retorné a ser disciplinado volví a tener éxito.
El extenista Martín Vassallo Argüello, director ejecutivo de la Asociación Argentina de Tenis(AAT), conversó con El Equipo acerca de la preocupación que existe en la actividad y la decisión del Gobierno de la provincia de Buenos Aires de no incorporar a la agenda el regreso de la actividad debido a la pandemia por el coronavirus, en una zona donde se concentra la mayor parte de los casos en Argentina.
-¿Cómo afectó esta cuarentena por la pandemia a toda la AAT?
– Fue un golpe muy duro y difícil. Es un momento de enorme desafío. La AAT tiene muchas de sus acciones en el campo, cuerpo a cuerpo, y pasar a ser una asociación más virtual con muchas capacitaciones online es un desafío que lo estamos llevando muy bien y con mucha responsabilidad.
– ¿Cómo pensás que se llevará a cabo la reincorporación del tenis a las actividades permitidas en la Ciudad de Buenos Aires ?
-La AAT fue de las primeras en organizarse y lanzar un protocolo que fue aprobado por el Ministerio de Salud y el de Turismo y Deporte, y que permitió que poco a poco en las provincias del país se pueda volver (…) Hay un vínculo muy fluido del cambio de información entre las autoridades de la ciudad y el presidente de la asociación, Agustín Calleri. Estamos trabajando en conjunto en una serie de capacitaciones para los presidentes de los clubes y personal deportivo, para hacer un regreso seguro, sostenible y responsable a la actividad.
-¿Qué resultados ves que plasmaron las aperturas del tenis en provincias como San Juan, Mendoza y Corrientes?
– Estas provincias tuvieron un trabajo importante con los gobernantes y en nuestro caso con las federaciones provinciales. Las federaciones han trabajado codo a codo respetando los protocolos y capacitando a los profesores de los clubes. En algunos casos tuvimos éxitos; en otros no, pero la decisión final no depende de la AAT sino de los gobernantes, quienes van a tener que tomar dos decisiones: en qué fase colocan al tenis y en qué momento transitan de una fase a la otra. Ambas decisiones son llevadas por el Comité de Crisis Territoriales, en el que la AAT se encarga de convencer a las autoridades de que el tenis debería volver.
Indicadores 14-08 ⚫️Fallecidos 165; Media 159; 5.527 🤒Casos +6.365; Media 6.680; (282.437) 📌PBA 4.157; CABA 1.012 📌Sta Fe 190; Cba 144; Entre Ríos 100 📌Mendoza 165 📌RN 118; NQ 16 📌Jujuy 133; Salta 106 📌Chaco 49; Ctes 1 📌TdF 48; Sta Cruz 40
– El ministro de Salud de la provincia de Buenos Aires, Daniel Gollán dijo que el tenis no debería volver en un principio por los riesgos que supone. ¿Qué pensás al respecto?
– Creo que fue una declaración muy difícil para los que estamos en el mundo del tenis. Claramente, se notó que el ministro no leyó el protocolo. El tenis se está jugando en más de 20 provincias y en ningún caso se presenta lo que relataba el ministro. Sin dudas, fue una alarma muy fuerte. No voy a negar que quienes estamos en el mundo del tenis esperamos que si no está interiorizado con el tema, no salga a emitir una opinión que lo único que hace es confundir y desalentar.
– ¿Cuánto tiempo pensás que necesita un jugador para reincorporarse en el circuito?
– El alto rendimiento está en otra problemática. Pero con otras urgencias. Las decisiones que se han tomado sobre el circuito tienden a que se vuelva lo antes posible y poner en circuito la rueda. Los jugadores sudamericanos están en desventaja con todos los niveles. Por suerte, los jugadores que tienen la posibilidad de ir a los Juegos Olímpicos pueden entrenarse gracias a un acuerdo con el Comité Olímpico. Yo creo que dos o dos meses y medio se tarda en volver a un nivel respetable de competencia.
- ¿Cómo ves al tenis argentino a nivel mundial y de cara a Tokio 2021?
– A nivel internacional hay que diferenciar el tenis masculino del femenino. Al tenis femenino se lo descuidó y no se promocionó. A las jugadoras no se les dio el espacio y oportunidades que merecen, lo cual debilitó las chances de generar grandes tenistas. Pero tengo fe de un resurgimiento de chicas con alto nivel. Por otro lado, el tenis masculino está sosteniendo desde hace 10 años un muy buen nivel dentro del top 100 (…) Está posicionado como una de las potencias mundiales capaz de disputar por muchos años la Copa Davis y con algún jugador dentro del top 20.
– ¿Qué pensás sobre el arreglo de los partidos?
– Hay un comité de la Federación Internacional (ITF) que se encarga de esa problemática, que es un trabajo en conjunto que nosotros intentamos plasmar desde acá.
– ¿Cómo te relacionás con los medios desde tu cargo en la AAT?
– Bien. Siempre respeté la labor del periodista. Cada vez que pude estuve en contacto y diálogo. Ahora, desde la dirigencia estoy en contacto con la prensa, que se encarga de un papel tan importante como comunicar.
– ¿El Córdoba Open y el Argentina Open siguen de pie? ¿Y qué medidas pensás que pueden tomar respecto a la pandemia?
– Estuve hablando con Martín Jaite, como organizador del Argentina Open, y está viendo qué escenario puede tomar adquiriendo los protocolos necesarios para llevar a cabo los torneos. El ATP de Córdoba arranca unas semanas antes, así que se encuentra en la misma situación y lo vamos a llevar con mucha responsabilidad como venimos haciendo.
Un nene se acerca tímidamente a la cámara del celular. Su madre le pregunta “¿qué te gusta hacer mucho?”. Ante el pánico escénico del punto que ilumina la pantalla, Milo se da la vuelta y no responde. Natalia lo dice por él. Le encanta tocar la batería y su banda de rock favorita es La Sorda Razón, la banda de su padre, Wilfredo. Tres años después de su trasplante, él sabe que su tío ´Lulo´ le trasplantó “un pedacito de hígado para que se sienta mejor”.
El delantero de Central Larroque de Entre Ríos, Alejandro Benítez, fue tío nuevamente el 3 de septiembre de 2016. Ese día, su hermana Natalia daba a luz a su tercer hijo. “Ahí cerramos la fábrica”, aclara ella entre risas. Sin embargo, Milo tuvo que sortear muchos obstáculos para seguir con vida. Desde que nació, le diagnosticaron una atresia biliar en el hígado. Una obstrucción de las arterias que se comunican con el hígado. A los dos meses de vida, se sometió a su primera operación.
“El problema era que no le funcionaba el hígado y, por ende, estaba desnutrido. Tenía niveles muy altos de bilirrubina que provocaba un resecamiento de la piel y un color verdoso”, contó su madre sobre esos primeros meses de vida que transformaron al Hospital Gutiérrez en su segunda casa. Iban y venían a Buenos Aires para extraer sangre y ver su evolución, pero la operación no había servido. Milo necesitaba un trasplante antes de los nueve meses para vivir. “Cuando nos enteramos fue un bajón para nosotros. Se vinieron del Gutierrez, y ahí empezó a empeorar. Tenía el cuerpito cada vez más deteriorado. Se quejaba si le tocaban el hígado”, relata Alejandro con respecto a esos meses “complicados” que debió superar su familia mientras él seguía yendo a cada entrenamiento de su equipo. Inmediatamente, iniciaron los exámenes para saber qué familiar era compatible con el nene que ya figuraba en la lista de espera del Instituto Nacional Central Único Coordinador de Ablación e Implante (INCUCAI).
Wilfredo tenía otro tipo de sangre. Natalia dio compatible, pero había sido operada del corazón a los dos años de edad y era considerada por los médicos una paciente de riesgo. Fanny -hermana melliza de ´Lulo´ – también era compatible, pero había sido madre hace pocos días y los médicos no querían exponerla. Allí, apareció Alejandro.
“Cuando se confirmó la compatibilidad de él, no dudó en ningún momento. Lo decidió y no le importó más nada. Estaba decidido que iba a salvar al sobrino”, cuenta su compañero de equipo, Kevin Olivera. Casi a la par, Camila Olivera, hermana de Kevin y esposa de Alejandro, quedaba embarazada de su primer hijo.
Con el paso de los días, empezó a desarrollar varias entrevistas con los psicólogos y los psiquiatras para comprobar su fortaleza mental dada la situación reciente. “Me advertían que, si mi hijo tenía problemas de nacimiento, no iba a poder donar de vuelta. Me decían ´cuánto vas a cobrar para donarle el hígado. Es tu sobrino, no es tu hijo´. Eran cosas que no tenían nada que ver. Uno lo hacía para salvarle la vida al nene”, comentó el empleado de un frigorífico. Allí trabaja hace 13 años. En una de esas charlas con los profesionales del hospital, se enteró que debía abandonar el fútbol provisoriamente si se sometía al trasplante.
“Cuando decidí hacerlo, no sabía que iba a dejar el fútbol. Y de a poco, uno va cayendo de lo que está por hacer y el riesgo que corre en la operación”, estimó Alejandro. Los médicos necesitaban ver su evolución tras el trasplante. Días antes, le había dicho a su hermana que abandonaría toda su actividad con tal de ser donante. Los estudios no habían arrojado problema alguno. Quedaba despedirse del vestuario por tiempo indeterminado: “Todo Larroque se enteró del problema de Milo y, antes de una práctica, les comenté a los jugadores, al cuerpo técnico y al presidente, y en ningún momento me dijeron nada. Siempre me apoyaron en la decisión que había tomado y el club siempre estuvo a disposición mía”.
“Fue una emoción para todos. Lo felicitamos por el coraje que tenía y por arriesgar su vida para darle vida a su sobrino”, cuenta Maximiliano Checuz, delantero titular de Central Larroque y compañero de ´Lulo´ en esos años. A pesar de que la decisión de ser donante aceleró los trámites, no fue hasta el 6 de julio que se procedió a realizar la intervención en el hospital Austral.
“Cuando inicia la operación ven que mi hígado tiene dos arterias en forma de ´y´, cosa que nunca habían visto en el Austral. Para ellos, fue un descubrimiento. Tuvieron que sacarle el hígado a Milo e injertaron el mío con dos arterias. Sacaron una arteria del nene y otra de un donante cadavérico. Estuvieron trabajando mucho tiempo fuera del hígado”, declaró ´Lulo´ sobre el procedimiento que debieron utilizar. Se llegó a evaluar la suspensión de la cirugía, pero dado el buen estado del hígado que se iba a trasplantar optaron por seguir. Esto alargó, mucho más, la estadía en el quirófano. De unas pocas horas a siete para él y doce para Milo.
“Se vive con incertidumbre, con miedo. Justo mi hermana estaba embarazada y pasaba ese momento de nervios con el marido operándose y una panza de siete u ocho meses. Fue algo fuerte que nos tocó pasar, pero por suerte salió todo bien y la pueden contar los dos”, manifestó su cuñado y padrino de su único hijo, Paulinho.
Unos días después llegó el reencuentro: “Estuve unos días en terapia y, en una oportunidad, el médico me preguntó si quería ver a Milo. Al verlo, el dolor pasó a ser secundario. Era otro nene. Había entrado de mala forma al hospital y, al verlo ahí, lleno de vida, fue una emoción enorme. Se diluyó el dolor”.
Desde aquel momento hasta hoy, su sobrino no ha tenido rechazo del trasplante, pero debido a su inmunosupresión -baja de las defensas- es propenso a sufrir enfermedades. Ha sufrido problemas en el intestino, en febrero último sufrió una sepsis generalizada “muy compleja” en palabras de su madre, que trajo al presente esta última internación en el Austral. “Tuve una charla con el jefe de pediatría del Hospital -que ya nos conoce- y le dije que de las siete vidas del gato creo que vamos gastando cuatro. Cada internación que ha tenido ha sido milagroso que salga”, manifestó sobre los diferentes obstáculos que ha tenido Milo para sobrevivir.
Sin embargo, su hermana Camila, quien también se desempeña como psicóloga prefirió la positividad. Nunca pensó en la muerte en todos estos años, sostiene que “los médicos han hecho magia” y no quiere ver a su hijo toda la vida en el hospital: “Cuando pasa lo que le ocurrió en los intestinos, tuve una charla con mi marido y le dije que no podría soportar tener un hijo que no disfrute de la vida. Si tiene que pasar internado, yo no sé hasta dónde podría acompañarlo. Prefiero que viva lo que tenga que vivir disfrutando de la vida”.
Días después de la operación, esta historia salió en los medios y Alejandro Benítez dio notas para diversas radios y canales de televisión. Mientras los teléfonos no paraban de sonar, volvió a Larroque para iniciar el periodo de recuperación postoperatorio. Allí lloró por segunda vez. “Él estaba muy feliz y orgulloso. Lloraba y tampoco entendía la dimensión que podía tener algo así. No podía creer la gente que lo llamaba y lo saludaba”, declaró Marcelo Cafferata, presidente de Central Larroque y ex entrenador de ´Lulo´ en el club. La institución lo homenajeó con un video, una camiseta y una bandera. Mientras que Checuz agregó que había “mucha gente” esperándolo. “Para muchas personas, es un ídolo por lo que hizo”, concluyó el inspector de obras viales de la provincia. Larroque es un municipio del departamento de Gualeguaychú con 6180 habitantes según el último censo de 2010.
Su recuperación iba a oscilar entre los seis y ocho meses para que su hígado se recuperara en un 80 por ciento. Antes que nazca Paulinho, le ofrecieron ir a un programa de Italia para visibilizar la historia. No aceptó. Se quedó para acompañar a su mujer en los últimos meses del embarazo. Ella dio a luz en los últimos días del 2019, y Alejandro ocupó rápidamente el tiempo libre que empezó a tener sin el fútbol. “Esa hora y media que practicaba todos los días empecé a dedicársela a él y a mi familia”, comentó Benítez, uno de los más de 700 socios de Central Larroque que, tras la recuperación, empezó a jugar al paddle en el club.
“Desde que pasó eso, ya no le interesa nada porque ya no tenés más nada porqué pelear. Es una satisfacción de por vida para él. El fútbol pasó a un décimo plano”, expresó Cafferata enalteciendo a su ex dirigido y agregó: “Tiene el cielo ganado porque no todos harían lo que hizo él. Como persona de la ciudad, es el mejor acto de la historia de Larroque”. A la par, el cuñado de ´Lulo´, Kevin Olivera, manifestó: “Hay que tener un corazón enorme para hacer algo así”.
Hoy en día, nunca tuvo secuelas de la operación. Se levanta a las 3:30 de la madrugada porque sale a trabajar de 04:30 a 14 horas en el frigorífico. Después de almorzar, se duerme una siesta y suele visitar a toda su familia respetando las medidas de distanciamiento social. Allí se habla a diario de lo que ocurrió.
“Siempre recibo saludos y eso me llena de orgullo. Me cambió la vida ser donante de Milo y todo lo que pasó. Yo hice un gesto que tuve para mi familia y no pensé que iba a tener tanta repercusión. Hoy lo volvería a hacer por mi hijo, no sé si por otra persona. En ese momento, estábamos desesperados viendo al nene cómo estaba y dejé todo”, relata Alejandro. Antes que ocurra lo de Milo, nunca le daban atención a la donación. Hoy, recibe llamados por distintas campañas para donación de órganos y todos los 30 de mayo (día del donante) quieren hacerle notas sobre su historia. Además, en 2019 su suegro necesitaba un trasplante de riñón y, gracias a la Ley Justina -todos somos donantes a menos de haber dicho lo contrario en vida-, rápidamente se halló el órgano y lo trasplantaron.
En contrapartida, Milo debe hacerse chequeos mensuales y consume cuatro medicamentos por día. El inmunosupresor para no sufrir el rechazo del órgano. Consume corticoide, ya que debido al trabajo artesanal que se realizó para tener una arteria más en su hígado ocasionó un achicharramiento de la zona y el órgano no drena de buena forma. El remedio sirve para paliar esa situación. Además, ingiere un protector gástrico y un medicamento para drenar líquidos en la panza. Con respecto al corticoide, Natalia aclara que puede resolverse con una operación, pero no se pone plazos para realizarla y destaca que “todo está controlado”. Por último, cada tres meses deja su trabajo como secretaria de Desarrollo Humano del Municipio de Larroque para viajar a Buenos Aires y que le proporcionen gammaglobulina a su hijo con el objetivo de aumentar las defensas -en Entre Ríos no lo realizan-. Tenían turno para el 17 de julio, pero dada la coyuntura actual, se retrasó para agosto.
En el plano alimentario, también hay restricciones: “Hay alimentos que son contraproducentes a la inmunosupresión como el pomelo por ejemplo. Tampoco puede comer verduras de hojas verdes porque lo inflaman y le producen diarrea. Puede comer frutas y verduras. La mayoría deben estar cocidas. Tampoco puede comer helado”.
Sin mediar imprevistos, la entrevista a ella se ve interrumpida por una persona que pide mayor atención. Es Milo. El mismo día que se cumplen tres años de la operación. “Parece mentira, pero ha pasado bastante tiempo. Verlo a él es muy emocionante”, expresó sobre su hijo menor. Teo es el mayor con nueve años y Luca tiene siete.
“Sin duda que esto te une antes que destruir. Mi hermana y mi cuñado están agradecidos de por vida conmigo. Somos una familia unida y estamos más juntos que nunca con todo esto”, relata Alejandro sobre la relación que mantiene con sus hermanas Fanny -mellizos-, Corina y Natalia.
Su casa está situada a solo dos cuadras del club que lo vio nacer, ese que volvió a ir para no solamente jugar al paddle. Uno de los diez máximos goleadores de la institución volvió a tener “vida normal” y había empezado a hacer la pretemporada en Central hasta que vio la diferencia física con sus compañeros. “Él había arrancado la pretemporada y se dio que cuenta que no estaba para jugar acá”, cuenta su cuñado y compañero del equipo que milita en la Liga A de Gualeguaychú y lo relacionó al trajín de su trabajo que lo obliga a mantenerse parado por 10 horas. Debido a esto, optó por bajar una categoría, ir a la Liga B y jugar en Sportivo Larroque, el otro club de la ciudad. “Ahí empezó a entrenar y ya era parte del equipo titular. Estaba muy contento”, acotó el padrino de Paulinho, pero la pandemia frenó todo.
Como futbolista, se denominó como “un jugador de 20 minutos” y Jorge Riolfo, ex entrenador ya fallecido, llegó a decir que fue el mejor suplente que tuvo en su carrera. “Nosotros sabíamos que entraba Lulo y algo hacía. Tenía una potencia bárbara y era suertudo. Bien de goleador. Tenía una y la mandaba a guardar”, cuenta Kevin. Dentro del vestuario, es alguien divertido. El encargado de los chistes y las jodas. “A medida que van pasando los años, cuesta más alejarse de la cancha que en el momento que lo hice”, revela Alejandro. Cuenta que es muy difícil estar fuera de los vestuarios, a la vez que disfruta permanecer cerca de la cancha viendo a las inferiores o charlando con sus compañeros con el mate bajo el brazo.
Desde la operación a la que se sometió, empezó a valorar otras cosas mucho más importantes que el fútbol: “Ya me sentía desgastado y me molestaban muchas cosas como ir al banco de suplentes, pero ahora me encantaría ir al banco, al vestuario o dar una charla técnica”. Y el nacimiento de su único hijo lo hizo conocer al amor de su vida: “Cuándo lo vi no lo podía creer. Lloraba y no entendía porqué. Día a día, voy a trabajar y vuelvo pensando qué está haciendo. Vivo para él. El amor de un hijo es inigualable”.
Desde que regresó a los entrenamientos, nunca sufrió golpes fuertes en la zona hepática y admite que “cada vez que pasan más los años, me dan más ganas de jugar al fútbol”. Ya con 33 años, siente estar “medio retirado de las canchas”. Nunca vivió de este deporte, pero seguirá vinculado a él si Central Larroque lo llama para ocupar un cargo en el futuro. Mientras tanto, se dedica a cuidar a una familia que lo tiene como ídolo.