sábado, diciembre 14, 2024

Joaquín Gómez: el heredero del martillo

Por Felipe Iturbe

Estamos en 1999, su padre sigue en competencia, su madre es entrenadora y él lo ve entrenar y lanzar en el terreno que tienen en Florencio Varela. A raíz de que su hijo no paraba de copiar todo lo que hacía, Daniel le hace un martillo de juguete con una pelota de básquet vieja y una bolsa. A partir de ese momento, Joaquín Gómez no se separó nunca más de un martillo y en pocos días viajará para disputar los Juegos Olímpicos de París 2024 en lanzamiento de martillo.

Este deporte consiste en lanzar un martillo, dentro de una jaula, lo más lejos posible. El martillo es una bola de metal con un peso de 7,2kg y un diámetro entre 11 y 13cm unida por un cable de acero. Comenzó a ser olímpico a partir de los Juegos de París 1900, y en los Juegos Sudamericanos dominamos el deporte con 29 medallas, el más ganador es Juan

Iignacio Cerra con nueve preseas consecutivas entre 1997 y 2011, pero el más importante para Joaquín es Daniel Gómez, su padre y actual entrenador, con dos medallas doradas en Uruguay en 1977 y Chile 1985.

Al igual que Joaquín, su hermana, Daniela Gómez, es lanzadora de martillo y fue campeona sudamericana juvenil y su madre, Analía Altamirano, competía en los 400 metros con vallas y en la actualidad es entrenadora. Una familia que en sus venas no solo corre sangre, también el deporte y sobre todo el atletismo.

A los ocho años empezó a lanzar un martillo de dos kilos, a los once participó en el campeonato Evita y en el 2012 a Joaquín le compran su primer martillo, en un contexto dónde no sobraba la plata, que costó alrededor de 200 dólares y de está forma, pudo competir y entrenar con mayor regularidad. Un año después, con ese mismo martillo, conseguiría el récord del mundo en la categoría de menores con una marca de 85,35 metros. “Si mi familia no hubiera entendido hubiera sido más complicado, y gracias a ellos puedo decir que hoy estoy acá”, dijo Joaquín.

En el transcurso de los años y luego de su retiro de las competencias, Daniel Gómez se dedicó a formar juveniles primero en el Club Atlético Independiente y después en Villa Domínico, en poco tiempo fundó una Agrupación de Atletismo que se denominó Escuela Municipal de Atletismo de Avellaneda, en dónde son referentes él y su hijo. En la actualidad Daniel se convirtió en su entrenador y viajará, junto a él, a Madrid el 22 de julio para llegar a París el 29.

El oriundo de Avellaneda entrena en el Parque Municipal, un lugar que está empapado de historia. Fue allí dónde surgieron dos fondistas que quedaron en el recuerdo de todos, como Osvaldo Suárez y Walter Lemos, que entrenaron entre la década del 50 y del 60. El pasado 9 de julio, antes de su partida a los juegos, el municipio inauguró en homenaje a Joaquín una jaula de lanzamiento que fue destruida por el último temporal.

Su padre nunca lo presionó para hacer deporte, es más, dice que Joaquín fue el que tomó la decisión de hacerlo y al contrario el que se presionaba era él. Cuando era chico se exigía para lanzar cada vez más lejos. Para él es más importante superar su marca que lograr medallas o clasificar a torneos. “Es obvio que todos queremos logros, pero la sensación que siempre tuve fue tirar más lejos, y no la he encontrado en otro lado”, expresó Joaquín.

Pero no todo es deporte, en 2017, con 21 años, Joaquín comenzó a estudiar Kinesiología y Fisiatría en la UNAJ, y aunque le era difícil de repartir los tiempos, un año después, rompe el récord sudamericano sub 23 con una marca de 74,58 metros. “Estoy estudiando la licenciatura de Kinesiología y Fisiatría y hacer ambas cosas, de manera sería, es complicado, pero se puede hacer”, dijo el atleta argentino en 2018.

Con un tono muy emotivo y casi quebrado, Daniel contó que le genera que su hijo represente al país en los juegos de París: “Uff, es un orgullo para mí, me quedó la espina cuando no fui a los Juegos Olímpicos de Moscú de 1980, entonces que él tenga la oportunidad es un orgullo. Entrenamos muy duro para esto, por suerte se nos dio”.

De ver lanzar a su padre en los campos de Florencio Varela y de comenzar a tirar con un martillo confeccionado por su padre por una pelota de básquet vieja, Joaquín pasó a ser un referente de la disciplina y el número uno a nivel nacional, por eso estará en un lugar privilegiado y por primera vez en su carrera tendrá el honor de representar a 46 millones de argentinos en los Juegos Olímpicos de París 2024.

 

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