Por Micaela Delzart
El movimiento feminista dio un giro a la mirada de las personas y cambió casi todo el sistema machista. Casi, porque en muchos ámbitos la superioridad del hombre sobre la mujer sigue existiendo. En Argentina, algunos deportes todavía son a beneficio del hombre, como el tenis. Por eso, un grupo de jugadoras, mediante las redes sociales, busca sponsors y organizadores de torneos internacionales por la falta de apoyo económico e institucional.
Muchas mujeres están dejando de jugar por la falta de apoyo y de torneos que sí tienen los tenistas hombres, ya que tienen torneos de primera categoría internacional y las mujeres solamente torneos nacionales. “Somos muchas las mujeres que juegan bien al tenis y tienen talento. La falta de tenistas argentinas en el top 100 no es por falta de talento sino por falta de oportunidades”, expresó la jugadora de 18 años Emma Kiernan, una de las líderes en las redes sociales de @tenis_femenino.
“Hay una cultura errónea del deporte femenino que le saca reconocimiento a las tenistas. Creen que la solución es que aparezca una crack pero es solamente una excepción”, comentó la tenista Kiernan. Gabriela Sabatini, ex tenista profesional en Argentina, es la tenista más ganadora en el país pese a que se retiró en 1996.
“Queremos potenciar la disciplina para que las chicas no dejen de jugar por no tener dinero y también conseguir todo el apoyo necesario para la organización de torneos”, dijo Kiernan. Una jugadora que se quiera meter en el mundo del tenis y no cuente con sponsors tendrá que tener dinero para pagar sus viajes, llevar a su entrenador o ir sola, su uniforme y complementos. Además, el circuito femenino de la Federación Internacional de Tenis redujo los cuadros de las clasificaciones, por lo que una tenista que está en el puesto 500 tiene que hacer tres o cuatro giras para sumar puntos, a diferencia de los hombres, que pueden entrar en el top 200 sin salir de la región.
En una nota de El Gráfico en 2003, Natalia Gussoni, integrante del equipo de la Copa Federación y tenista que llegó a estar en el puesto 174 del ranking, dijo que por la falta de sponsor se le complicaba poder venir al país entre torneo y torneo para ver a su familia.
Por otro lado, Luciana Moyano, ganadora del Sudamericano Sub 14 en Cali y única argentina en el Top 10 de la Confederación Sudamericana de Tenis, contó ahora que aún así se le complica mucho obtener los recursos para viajar afuera.
La Asociación Argentina de Tenis, que preside desde 2008 Agustín Calleri, tiene un plan de seis años con el Programa Integral de Desarrollo del Tenis Femenino. El proyecto (2019-2025) consiste en abarcar todas las etapas de desarrollo de las jugadoras argentinas, que comienza con el Programa “GEN1OS” destinado a niños y niñas menores de diez años. El conflicto aparece cuando muchas jugadoras no pueden esperar a llegar a esa edad y tienen que dejar el deporte por la falta de dinero.
Las mujeres todavía sienten el peso del género en los deportes, y aunque se profesionalizó el fútbol femenino, solo tienen contrato ocho jugadoras por club y no les alcanza para dedicarse plenamente. Natalia Espinosa, ex jugadora de vóley, comentó que una jugadora no puede vivir del vóley como su único trabajo. Sofía Puchot, una de las seleccionadas para el Mundial de hockey subacuático en Inglaterra, publicó un tweet en busca de sponsors para poder pagar los elementos que necesita para jugar y las situaciones se repiten en más deportes.
“Tenemos que seguir soñando en grande y así empoderar a la siguiente generación de mujeres a perseguir sus metas”, dijo Serena Williams, jugadora de tenis profesional que estuvo en la primera posición del ranking Asociación Femenina de Tenis por 300 semanas, en una carta abierta para la edición “Mujeres increíbles”, de la revista Porter. En Argentina, las mujeres empezaron a ser escuchadas y la situación empieza a revertirse, aunque falta más apoyo desde hace años. “Porque hay una historia que no está en la historia y que sólo se puede rescatar aguzando el oído y escuchando los susurros de las mujeres”, escribió la periodista Rosa Montero en Historias de mujeres. Vale también para el tenis y para todo el deporte argentino.