jueves, octubre 16, 2025
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Mariano Pernía, una vida ligada al automovilismo

Por Martino Pizzi

El martes 7 de julio de 2009, Mariano Pernía viajaba a la ciudad de Tandil junto a su hija Tiziana y su sobrino Thiago para despedirse de sus papás, previo a volver a España para entrenar con el Atlético Madrid. En la ruta 30, en el pueblo de Rauch, a 30 kilómetros de su destino, casi pierde la vida en un accidente automovilístico. Mariano quiso evitar un camión que estaba frenado y sin luz, volcó y cayó a una zanja. Una familia que vivía en una pequeña casa sobre la ruta vio fuego y los salvó.

El apellido Pernía ese día no figuraba en la sección Deportes, sino en la de Policiales. En España la noticia no tardó en llegar y Atlético Madrid suspendió los entrenamientos. El diagnóstico fue contundente: fractura de clavícula, vértebra cervical y perforación en el pulmón izquierdo. El 10 de octubre de 2009 volvería a España para entrenar. El 2 de febrero del 2010 regresaría a las canchas.

Mariano Pernía tiene hoy 49 años. Es un ex futbolista que ahora es piloto de autos que corre en Top Race. Su primera carrera fue en la Fiat Linea Competizione, el 12 de septiembre de 2012 en el Autódromo Mar y Valle de Trelew, con un debut soñado. Luego de luchar durante 14 vueltas, Pernía ganó una de las carreras más importantes del Fiat Linea Competizione y compitió contra su cuñado, Bruno Marioni. Meses más tarde, el 19 de febrero de 2012, debutó en el TC Pista Mouras en la ciudad de La Plata, en el autódromo Roberto Jose Mouras, participando para el equipo de Las Toscas.

El Tano, en el 2016 logró su segunda victoria en La Plata. Había largado noveno y culminó la carrera en el primer lugar; además se convirtió en el único piloto en obtener dos victorias en un mismo año y circuito. Carlos Okulovich, quien corre en Clase 3 de Turismo Nacional, afirma: “Mariano tendría que haber continuado. Pero también entiendo el combo de los Pernía ya que todos comparten sponsors”. Tras la suspensión de su hermano Leonel luego del enfrentamiento con Andrés Jakos, recibió una multa millonaria y sanción disciplinaria que hizo que Mariano y su sobrino Thiago tomen la decisión de dejar de correr en el Turismo Nacional y comenzar a participar en el Top Race V6.

El 15 de junio de 2025 debutó en Top Race. La carrera se desarrolló en el Autódromo Mar y Valle de Trelew, donde 13 años antes había ganado por primera vez una carrera de autos. Mariano hizo historia con su hermano Leonel el 16 de julio de 2023, en La Rioja. Ambos se quedaron con el Turismo Competición 2000 de la ciudad. Los hermanos comparten equipo y sponsors como Las Toscas Shopping, Experta Seguros y Generac Canning, pero lo que no comparten es la marca de auto para la que compiten: Mariano está con Lexus y Leonel con Fiat.

Jerónimo Teti, piloto de Turismo Nacional, deja bien claro que Mariano es un buen corredor: “Si el auto le funciona bien, es muy rápido y se equivoca muy poco. Es de esos pilotos que te dejan hacer maniobras sin problema; jamás haría algo perjudicarte; es un gusto compartir pista con pilotos así como él”.

Pernía no solo es un piloto de automovilismo. Se retiró del fútbol en 2011 en Tigre. Jugó previamente en Independiente, el equipo que lo hizo debutar, pasó por Atlético Madrid, y en 2006, integró el plantel de la selección de España en el Mundial disputado en Alemania.

El tandilense se crió en los autódromos y siguió los pasos de su padre. Vicente Pernía, ex futbolista y ex piloto, en 1982 se inclinó por los autos.

Vicente Pernía fue campeón del mundo con Boca. Como piloto logró 5 triunfos en el TC y estuvo cerca del título en 1997.

Cuando en Tandil comenzaba a correrse anualmente la clásica “Vuelta a la Ciudad”, Mariano Pernía ya daba vueltas por los circuitos de carreras.

Social Running: la moda de conocer gente al trote

Por Laureano Vergara

Estos grupos no solo se unen: corren. Promueven la actividad física y la salud. Ofrecen un ambiente despejado y descontracturado para conocer personas por fuera de la bruma y la tensión de la noche. Atraen, incluyen, crecen. El trote, el cansancio y el sudor lo transforman en momentos de conexión y risas en solo minutos. Circulan por el Rosedal, por los Bosques de Palermo, por Recoleta, por Puerto Madero. Copan cafeterías y bares, a la mañana y a la noche.

Los Social Run se imponen por necesidad y mandan un mensaje claro: más relaciones auténticas y basta de vínculos artificiales.

NAB Running

—Mérito para los que se levantaron a la mañana, doble mérito para los que se levantaron a la mañana y vinieron a correr, y triple mérito para el que salió a la noche, se levantó a la mañana y vino a correr —dice Nazareno desde el centro de la ronda.

Y debería sumar un cuarto: haber salido de la cama a pesar del frío invernal. 

El círculo crece cada vez más; la voz se esfuerza para llegar a cada una de las aproximadamente 30 personas. Mientras, los integrantes entran en calor: movimientos circulares de tobillo, rebotes de las manos en busca de los pies, balanceos frontales y laterales apoyado en el de al lado.

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Es sábado en el Rosedal de Palermo, que desde hace un tiempo sufre —o goza— de una invasión. Cientos de runners copan el parque para realizar actividad física. Por su superproducción, diferenciarlos es fácil: guantes, gorras, bandanas, cuellitos, anteojos, chalecos, cinturones, shorts o calzas, zapatillas con suelas tan altas como tacos y relojes con más funciones que una navaja suiza. Casi todo llamativo; casi todo multicolor, fluorescente. Jóvenes, adultos, mayores; en solitario, en pareja, en grupos. Algunos multitudinarios; otros, como este, aún con una pizca de intimidad. 

Acuerdensé que hacemos dos grupos. Para el de 5 kilómetros los va a estar acompañando Agustina; los que quieran hacer 8, yo voy con ustedes —agrega Nazareno.

Se reúnen todos —jóvenes entre 20 y 30 en su mayoría— en el asfalto y el sonido rítmico de los pies sobre la superficie indica el comienzo de la acción. 

El grupo se llama NAB Running y lo impulsó la pareja conformada por Nazareno Brain y Agustina Middleton. Ninguno de los dos estudia o se dedica a algo relacionado con la actividad física, pero el gusto por salir a correr los llevó a crear su propio Social Run. Para Nazareno, correr era una puerta de salida: “Un oasis donde yo podía tomar decisiones personales acerca de mi vida, solo y sin distracciones”. Aunque se dio cuenta de que cuando entrenaba para las carreras largas —más de 20 kilómetros—, tener compañía era un apoyo fundamental que le impedía caer en las garras de los demonios internos. Agustina, la otra cara de la moneda, no podía correr si no era acompañada. En un viaje por México, se animaron a dar el paso, y desde marzo organizan salidas todos los sábados. 

—¡Dale, dale, a subir, que no decaiga! —se escucha.

El grupo sale del Rosedal, se interna en los bosques de Palermo y los gritos son de ánimo para el esfuerzo que supone cruzar el puente peatonal de Avenida Dorrego. El sudor no es mucho: hace frío. Pero el cansancio se hace notar. Sobre todo en quienes apenas acaban de sumergirse en el universo del running. Para ellos están como soporte los experimentados con comentarios, simples y sencillos, pero con alta eficacia. Algunos charlan mientras trotan, otros sacan fotos y videos. Están los silenciosos enfocados y los silenciosos tímidos, que aún no logran desprenderse de la vergüenza.

Imágenes de Corredoras - Descarga gratuita en Freepik

La gente suele llegar sola al grupo. El algoritmo de las redes los capta y atrae. Les dicen que van a encontrarse un lugar inclusivo para hacer actividad física, conocer gente y divertirse; exactamente eso es lo que ocurre.

Las primeras juntadas eran con amigos y familiares. Un par de meses después, alrededor de 60 personas acuden cada fin de semana. Y entre 300 y 400 cuando hacen un evento especial una vez por mes, donde hay sauna, kinesiólogos con camillas para masajes, botas de compresión, piletas de crioterapia. Un paraíso fitness.

—¿Por qué creen que viene tanta gente?

—Encontrás un lugar de integración. Está bueno para conocer a otros, pero también como motor de la salud física y mental. Conectás en lo social en un ambiente que no es la noche. Hay quienes no se identifican con eso; salen solo para pertenecer —responde en conjunto la pareja.

La brisa es leve. El cielo, impoluto, ayuda a que el sol llegue a través de sus rayos para calentar y enfrentar el frío. Ya volviendo al punto de partida, las piernas comienzan a cansarse y el aliento a faltar. Ambos grupos tratan de no desarmarse; esperan a los que tienen un ritmo más lento. Quienes los reciben con sus graznidos en el Rosedal son los gansos, que salen del lago y se mezclan entre el gentío. 

La línea de meta es un bar en Los Arcos del Rosedal. La actividad física previa sirvió como chispa para prender fuego las amarras de la timidez. Ahora el espacio es propicio para socializar y las nuevas afinidades ya se van notando. 

—¿Cuánto tiempo hiciste? —se escucha en algún lugar.

De todas las que probé, estas siguen siendo las más cómodas —llega desde otro.

La Deportista suma una nueva sede en Agronomía a sus grupos de running | Noticias para la Ciudad

Se escuchan voces del interior, de Venezuela, de Ecuador; acentos que flotan en el aire. Hasta el inglés circula entre un par de amigas estadounidenses. Luego de pedir los cafés y comidas —tostadas con huevo y palta, yogures con granola—, los runners salen al exterior del bar. Grandes sillones de madera con mini almohadones están dispuestos en círculo, ofreciendo una vista privilegiada al lago. Las charlas fluyen amenas. Todos se involucran; quieren ser parte. 

—¿Se formaron amistades o parejas?

—Sí, se han hecho grupos de amigos, se han pedido Instagrams —comenta Nazareno.

—Funciona como Tinder también —revela Agustina.

—No sabemos todavía nada concreto. Tampoco vamos a quemar a nadie. Pero sí, se está formando algo lindo —dice entre risas Nazareno.

—¿Y qué buscan promover?

—Crear comunidad y sentido de pertenencia. La gente siempre fue muy excluida. Le tiramos un palito a la noche, aunque tiene que ser un equilibrio. Pero es hacerle un poco la contra; ahí tenés que vestirte bien, ser hegemónico, gastar mucha plata. Acá no necesitás nada de eso. Venís con lo que tenés. El valor fundamental de NAB es la inclusividad —afirman ambos convencidos. 

La juntada se extiende sin prisa. Pasado el mediodía, luego de un par de horas de intercambios y diversión, cada uno comienza su regreso a casa. La superficie del lago brilla con el sol. En el parque, el flujo de corredores, ciclistas y patinadores continúa incesante.

Correr por la mañana | Foto Premium

Social Running Argentina

Son las 8 de la mañana, nuevamente sábado, y en Avenida Libertador y Alcorta se ve más gente trotando por las veredas que autos circulando en las calles. Se aproxima la hora acordada para el comienzo de la juntada y los runners comienzan a entrar desde distintos puntos al Parque Naciones Unidas. Aparecen solitarios; pocos llegan acompañados por alguien. Empiezan a reunirse en círculo, pero casi no hay intercambios de palabras, más que un “hola, ¿cómo están?” y un “todo bien” como respuesta. 

La Floralis Genérica, aún incompleta, es la espectadora principal y los observa. Hay pequeñas nubes en el cielo y la cortina de neblina no se termina de disipar, pero eso no impide que los pétalos gigantes de acero brillen con el sol, que comienza a salir desde el noreste. 

Entre los tempraneros en llegar está Katy: 21 años, barilochense y estudiante de Chef. 

Es la primera vez que vengo. Lo encontré por Instagram, buscando un grupo para correr y me gustó la iniciativa de poder conocer gente, tomar un café; el after.

Resulta difícil contar la cantidad de presentes, pero hay muchos; más de un centenar tal vez. La mayoría flota en la franja de los 20 y los 35, aunque se ven excepciones que la superan. Calcular la diferencia entre hombres y mujeres es imposible a simple vista: un empate haragán. 

Hasta que aparecen Michelle Turquie, creadora de Social Running Argentina, y Gad Stam, su invaluable mano derecha. Brazos ocupados con un cajón de bananas que se repartirán luego, un parlante para la música y un altoparlante para hablar. Luego de los saludos iniciales, ambos se turnan para explicar la actividad a los nuevos. Los chistes y la buena onda son infaltables.

Lo que yo siempre digo: si vas atrás de Michu, estás mal, pero no pasa nada —se escucha desde el altoparlante que distorsiona la voz de Gad.

Dadas las instrucciones, la flota, acompañada por un par de amigos de cuatro patas, sale decidida a recorrer las calles de la ciudad detrás de Gad, que lleva puesta una remera negra de SRA con las palabras “MOVE, CONNECT, GROW” —moverse, conectar, crecer— en blanco. La música, al palo, motiva a seguir el mensaje.

—¿Cómo empezaste este proyecto?

—Soy muy hiperactiva y, cuando quiero algo, lo hago. Quería ir a uno con una amiga, pero algo no me cerraba. Así que le dije que tenía ganas de hacerlo yo misma. A las 2 horas ya tenía cerrado el lugar, flyer, todo. Y mi amiga me dice: “A no sabía que era tan en serio” —cuenta Michelle mientras toma su café.

Le pasaba que, al trabajar remoto, no encontraba un lugar apto para conocer gente. Con 20 años no sale de noche, no usa Tinder, y ya no podía obligar más a las amigas a que corrieran con ella. “Es un espacio re lindo, sano. Me parece un planazo; si yo no lo hubiese hecho, 100% iría a otro”, afirma.

Imágenes de Running friends libres de derechos | DepositPhotos

En el primer evento necesitaba vender 15 entradas para no perder plata. Cuando llevaba menos de 20 minutos publicado en Instagram, ya se habían comprado 26 lugares. No lo podía creer porque no conocía a ninguna de esas personas. Superpositiva, estimaba que se anotarían unas 40. Tuvo que frenarlo cuando la cifra llegó a 90.

La modalidad del grupo muta. La idea se basa en recorrer diferentes cafés de la ciudad si se hace a la mañana. O tomar un vino y tirar las cartas con un tarotista si se corre por la noche. Y para julio el grupo ya tiene organizado dar el salto: un viaje de 30 personas a Chapadmalal —los cupos se agotaron— donde los runners se hospedarán en un hostel cerrado para ellos. Correrán durante amaneceres y atardeceres, además de contar con clases de yoga y un chef privado. Marketing al 100%. 

Se terminaron los 5 kilómetros y la tropa llegó al café. La fila para hacer el pedido es de casi media cuadra. Los outsiders observan la escena con asombro; unos pocos se acercan a preguntar de qué se trata. Los intercambios esporádicos se convirtieron en charlas incesantes. De fondo suena un techno chill que toca una DJ con su consola y un fotógrafo dispara flashes.

Los runners hacen sus pedidos y salen al exterior; debajo de un deck rodeado por grandes alocasias se distribuyen pequeñas mesas grises de metal. Alrededor de una se sientan cuatro hombres de distintas edades, que conversan como si se conocieran de toda la vida.

—¿Se han formado relaciones o grupos de amigos?

—Sí, re —dice Michelle mientras asiente enfáticamente con la cabeza. Yo hice amigas con las que ahora almuerzo los domingos. Todo el mundo se está llevando gente nueva. Es re loco: traigo a mi amiga para correr, me despisto un segundo y de pronto te dicen “hoy a la noche tengo una cita”.

—¿Qué tiene de diferente esto con las aplicaciones?

—Mucho más genuino y menos superficial. Es estar acá. Tenés conversaciones casuales; no te estoy poniendo like y paso a otro chat. Encima acabás de correr. No vas a ver la foto que subís en Tinder; con eso no chamuyás nada —contesta Michelle.

Pienso que es conectar desde otro lado —cierra en tono reflexivo Gad.

Los runners a full :: Olé - ole.com.ar

Hoy Empiezo Club

Cruzar el canal hacia Puerto Madero por Cecilia Grierson es casi una travesía. Llovizna y el viento es racheado. El frío: helado. Por suerte, el café no está lejos y al entrar se siente como un refugio acogedor. 

Para Ailín Burgos y Julia González, el día parece ser una jornada soleada de verano. Reciben y saludan a cada uno de los runners; consultan una lista y los dividen en grupos con pulseras: verdes, violetas, anaranjadas y azules. Cada color tiene una misión y consignas que cumplir durante el entrenamiento: sentadillas, burpees; fotos y videos como evidencia. Y, lo más importante, jamás separarse de los compañeros. Llegar como sea, pero juntos.

En octubre de 2024, Ailín decidió dar paso a la acción. Subía contenido a las redes sobre motivación, y aunque veía que el público apoyaba sus videos, se daba cuenta de que no lo trasladaban a los hechos. Como la coach ontológica especializada en deporte, instructora de running y estudiante de Medicina que es, quería armar algo que promoviera hábitos saludables. Lo primero que hizo fue llamar a “Ju” —como ella le dice—, para que la ayudara con la organización. Así nacen los llamados “Motiveishonn Day” dentro de Hoy Empiezo Club, un espacio donde se mezclan deportistas principiantes y experimentados; un lugar para comenzar desde cero o continuar el crecimiento.

Otra razón que la incentivó a crear el espacio fue tener un lugar distinto para relacionarse con la gente. No le servían las apps de citas y quería encontrar alguien que compartiera la conexión que ella tiene con el deporte.

Hasta ahora es muy “friendly” todo. Hay un montón de grupos que se hicieron amigos, que se juntan durante la semana; van al teatro, por ejemplo. Incluso yo tengo el mío. Y parejas, no sé cómo han progresado, pero sí que se armaron tres.

Los tips, técnicas de carrera y mensajes motivacionales que siempre tienen lugar durante la entrada en calor, esta vez no están: quedarse quieto, escuchar y aprender no es una opción con este clima. Luego de un precalentamiento improvisado, arranca la actividad. 

Correr con lluvia no es fácil. La atención tiene que ser aguda. Los runners trotan y atienden el camino: saltan charcos; esquivan hojas y barro para no resbalar. En el parlante se escucha “Freed From Desire” y similares. La música se combina con el sonido de las pisadas sobre el agua y el roce del nailon de las camperas rompevientos. En las calles no hay compañía: Puerto Madero parece una zona fantasma. De fondo, sin terminar de materializarse por la neblina, aparecen, gigantes, las torres. 

En este grupo la actividad no es lineal, no se trata solamente de ir del punto A al B y volver; entre medio, hay pequeñas pausas para realizar distintos ejercicios.

Nos vamos a poner de a 2, con alguien que no conozcan. Pregúntense el nombre; vinimos a ver nuevas personas. Hacemos sprints hasta aquel tacho y volvemos suave —dice Ailín señalando con el dedo—. 

Cada paréntesis en el trote sirve para volver a reunir a los runners que se distanciaron. Aunque no tengan el mismo ritmo, el llegar juntos juega un papel importante en la mente de los menos experimentados.

Al que tenés al lado, decile que lo está haciendo bien. Si uno empieza a caminar, lo hacen todos —son las instrucciones. 

El viento ralentiza, pero no detiene. El deseo de café, comida y calor es el faro que alimenta el ánimo de los corredores: la luz en un día gris.

correr-grupo-amigos-feliz-edad - Escuela de Running

En Hoy Empiezo Club también se organizan para hacer carreras en conjunto. Son el estímulo para tanto entrenamiento y una especie de premio por el esfuerzo hecho durante meses. “Hace cuatro años que corro; ya tengo un calendario mental de carreras que están muy buenas para hacer. A mí me gusta llevarte a las que sé que lo vas a pasar bien. Y después hay chicos que dicen ‘che, quiero correr tal carrera’ y se juntan entre ellos”, comenta Ailín.

El éxito y la difusión del grupo son tales, que en marzo recibieron por mail una convocatoria por parte de la marca alemana de las tres rayas para colaborar. Fueron promotores de los 15K de Adizero, realizados en el autódromo de la ciudad, y también lo son para la Media Maratón de Buenos Aires que se llevará a cabo a finales de agosto. A cambio: inscripciones gratis y descuentos para quienes son parte. 

Una locura. No sé si reconocimiento es la palabra, pero que alguien muy allá arriba haya visto lo que hacemos significa que nos salen las cosas bien, y a veces es muy difícil reconocerse a uno mismo. 

En la cafetería, que mantiene una estética moderna y minimalista, las mesas se llenan de infusiones, bowls de acaí, yogures con granola y avocado toasts. Las charlas varían: entre algunos hombres se habla sobre automovilismo. La pertenencia que se genera al grupo es fuerte; algunas personas llegan a compartir al lugar a pesar de no haber salido a correr. Luego de un rato, se distribuyen papeles con preguntas a responder para profundizar en los intercambios.

—¿Qué buscás transmitir en los encuentros? Veo que le das mucha importancia al tema de la salud.

—Sí, es motivar a la gente a que se mueva. Me da igual si es una vez a la semana. El Social Run no es ver quién es más lindo, quién es más fachero. No. Es sostener un ejercicio; haberte levantado hoy —responde seria Ailín—. Es prevención para un montón de enfermedades. Los que vienen empiezan a tener hábitos más saludables y eso me hace muy feliz. Es mi forma de transmitir salud.

Marcos Moneta: el rugbier que hace vibrar al mundo con cada try

Por Nicolás Pettigrew

Si San Andrés es historia y perseverancia, Marcos Moneta es velocidad y talento concentrados en un cuerpo que no conoce límites. Nacido en Buenos Aires en el 2000, su infancia estuvo marcada por la pasión por el deporte: fútbol primero, rugby después, y siempre una pelota como hilo conductor de sus sueños. “Siempre fui un fanático de Messi. Lo que me enseñó es que con trabajo y creatividad se pueden hacer cosas que parecen imposibles”, confiesa, sonriendo mientras recuerda sus primeros pasos en la cancha.

Su vínculo con San Andrés es fuerte y constante. Siempre que puede, acompaña al club a los partidos de los sábados, sumándose también a las comidas y compartiendo momentos con sus compañeros. Este lazo cercano refleja no sólo su compromiso con sus raíces, sino también su espíritu de equipo y camaradería.

Su talento no tardó en asomar: las juveniles locales fueron el preludio de un ascenso meteórico. Con apenas 18 años, Moneta se sumó a Los Pumas 7s, y desde ese momento su nombre se convirtió en sinónimo de vértigo, precisión y olfato para el try. Su estilo combina intuición, velocidad y un instinto que parece anticipar cada movimiento del rival. Tokio 2020 lo consolidó: frente al mundo, en los Juegos Olímpicos, desplegó jugadas que quedaron en la memoria de los aficionados y la historia del rugby argentino.

Marcos Moneta fue el tryman de los Juegos Olímpicos - ESPN

Actualmente, Moneta inició una nueva etapa en el rugby 7 de clubes, integrando el equipo francés Bordeaux junto a Luciano González, su compañero en Los Pumas 7s. Esta experiencia internacional representa un paso más en su carrera, enriqueciendo su juego y expandiendo sus horizontes.

Reconocido con premios como el mejor try del año, Moneta no olvida sus raíces ni la importancia de la disciplina. Entre entrenamientos, viajes y competencias, mantiene un vínculo fuerte con la familia, los amigos y sus compañeros, y siempre encuentra tiempo para disfrutar del juego. “Me gusta divertirme en la cancha. Si no disfruto, no rindo”, confiesa con naturalidad, reflejando la mezcla de profesionalismo y pasión que lo caracteriza.

Hoy, mientras San Andrés celebra su propio renacer, Moneta sigue escribiendo su historia: un recorrido de esfuerzo, talento y humildad que recuerda que el éxito no se mide solo en victorias, sino en la constancia y la alegría con que se juega cada instante. Su nombre ya está entre los grandes del rugby argentino, y su mirada sigue fija en el próximo try, la próxima carrera y el próximo capítulo de una carrera que apenas comienza.

 

San Andrés: la trayectoria de un club que nunca dejó de creer

Por Nicolás Pettigrew, Rocío Segura y Antonella Paez Quiroga

Con más de un siglo de historia, el Club San Andrés volvió a Primera A del rugby porteño.Entre tradición, esfuerzo colectivo y figuras como Marcos Moneta, el club revive su legado. Con raíces en la inmigración escocesa y más de un siglo de vida, la institución se reinventó entre caídas y resurgimientos. Su último ascenso reavivó la pasión de una comunidad que sigue escribiendo la historia con esfuerzo y pertenencia.

El Club San Andrés no nació en una cancha, sino en una historia. Una que comenzó en
1824, cuando los primeros colonos escoceses llegaron a bordo del barco Symmetry y con lafe como punto de encuentro, levantaron la Iglesia Presbiteriana que todavía hoy da nombre a la comunidad. Décadas más tarde, aquel espíritu desembocó en un club que supo forjarsu identidad en torno al deporte, la amistad y la pertenencia.

El 9 de mayo de 1911, en una pequeña sala del viejo colegio de Ituzaingó, veinte
exalumnos de la Escuela Escocesa San Andrés decidieron fundar el “Saint Andrews Former Pupils Club”. Lo que comenzó como un espacio para seguir unidos después de la escuela, pronto se convirtió en un proyecto cultural, social y deportivo que con el tiempo abrazó mucho más que a los exalumnos. Hoy, más de 1.400 socios forman parte de un club que late con el mismo espíritu de camaradería que lo vio nacer.

Si bien en sus comienzos se practicaban diversos deportes como rugby, tenis, cricket y
yachting, es en 1972 cuando Noel Anthony “refunda” el rugby del club inscribiéndolo en la Unión Argentina de Rugby (UAR). Desde entonces, se transformó en el deporte principal del club, además a fines de los 80’, principios de los 90’ se incorporó el hockey femenino que hoy cuenta con tres líneas completas que participan en los torneos de la Asociación Amateur de Hockey de Buenos Aires (AHBA).Recientemente incorporaron el Rugby mix, una variante de inclusión para niños con diferentes capacidades.

La camiseta azul con tonos violáceos se transformó en bandera, y el rugby en motor. En
2009 llegó el primer ascenso al Grupo 1, hoy Primera A, de la URBA: una epopeya deportiva que puso al club frente a los gigantes de Buenos Aires. Pero los años siguientes
fueron un camino de curvas: descensos, reconstrucciones, días difíciles. Hubo un tiempo en
que San Andrés cayó hasta la quinta división, y parecía que el sueño se desdibujaba.

Sin embargo, el club nunca se rindió. La apuesta por los juveniles, el trabajo silencioso de
entrenadores y dirigentes, y la pasión intacta de su gente, mantuvieron viva la llama. En
2017, volvió a gritar campeón en Segunda; en 2018, ascendió de nuevo, y el círculo se
cerró en 2024, cuando San Andrés goleó a San Carlos y conquistó el campeonato de
Primera B, logrando el ansiado regreso a la Primera A.

El ascenso no fue solo un título, fue el reencuentro con la historia, el desquite de los que
vivieron los descensos. La alegría de una comunidad que pintó de azul y violeta las tribunas
y volvió a creer. Hoy, San Andrés enfrenta el desafío de consolidarse en la Primera A del Torneo de la URBA, pero más allá de la tabla, su mayor victoria es haber demostrado que un club no se define por sus caídas, sino por la fuerza con la que se levanta. A más de un siglo de su fundación, el club que nació de un puñado de exalumnos sigue escribiendo capítulos de esfuerzo y pasión. Y el de 2024, sin dudas, quedará entre los inolvidables.

La camiseta “Milka”, el talismán de San Andrés

En el rugby, una camiseta puede ser más que un uniforme: puede convertirse en emblema,
en recuerdo, en cábala. En San Andrés, esa camiseta tiene nombre propio: “La Milka”.
En 2009, el club sorprendió con un modelo suplente de color lila, que internamente se ganó el apodo de “Milka” por su parecido con el envoltorio de la conocida marca de chocolates.

Aquel año no quedó grabado sólo por la particularidad estética: fue también el del histórico
ascenso al Grupo 1, actual Primera A. Desde entonces, la “Milka” dejó de ser una simple casaca alternativa para convertirse en un símbolo. Quince años después, en 2024, el violeta volvió a escena. Y también volvió el ascenso. El equipo repitió la historia, y con ella, el ritual que marcó un nuevo momento inolvidable.

La imagen de los jugadores corriendo a abrazarse con su gente, con la lila flameando en los
festejos, lo dijo todo. Porque algunas victorias se explican desde la táctica, pero otras también se entienden desde la historia, las coincidencias y la pasión que une generaciones. San Andrés volvió a Primera A con un rediseño de la camiseta que se convirtió en leyenda. Y si el rugby tiene esa magia de unir pasado y presente en una misma jugada, el club ya sabe que sus colores también pueden escribir capítulos imborrables.

Frank Darío Kudelka: Donde el fútbol termina, comienza su enseñanza

Por Lourdes Castaño y Guadalupe Weimann 

El fútbol puede enseñarte a correr, a gambetear, a pegarle con el alma, pero los libros serán la jugada que dure toda la vida y construyan oportunidades

Cuatro décadas, cientos de partidos, innumerables entrenamientos, grupos de futbolistas a cargo, victorias celebradas y derrotas que dolieron hasta lo profundo de su alma. Esta es un poco la historia de Frank Darío Kudelka, actual técnico de Huracán, quién entiende que su rol va más allá del juego. Debe dejar en cada uno una huella importante.

Sentado, pensativo y un poco nostálgico, Frank recuerda su historia, desde aquel niño de Freyre, un pequeño pueblo de la ciudad de Córdoba, donde soñaba con ser delantero, hasta las puertas que muchas veces le cerraron en la cara por no haber sido futbolista profesional, pero que tenía una personalidad obstinada, con firmes ideas, perseverante y una meta clara: ser entrenador de Primera División.

Una sonrisa se divisa en el rostro cuando cuenta sus primeros pasos en el mundo del deporte, los ascensos que ha vivido, las finales inolvidables y todos los momentos que atesora y guarda en la memoria. Tanto los recuerdos buenos, como las temporadas difíciles, donde la gloria se le escapó varias veces de las manos. Sin embargo, la fe y la convicción fueron su mejor escudo para seguir adelante. Hoy, mira atrás y no ve resultados. Ve rostros, abrazos, enseñanzas y la certeza de que dedicó su vida a una pasión que lo eligió tanto como él la eligió a ella.

Durante su extensa trayectoria atravesó distintas transformaciones del fútbol. El deporte y los jugadores ya no son los mismos que cuando comenzó su carrera en 1987 y él lo sabe: continúa estudiando y capacitándose para adaptarse a los cambios que se le presentan. Él no tiene dudas de que su rol no es netamente futbolístico, que el entrenador no es sólo pizarrón y tácticas. Las piernas se cansan, una lesión te puede dejar fuera de la cancha, o el destino puede cambiar de rumbo, por eso sabe que es ahí donde el estudio pasa a ser la mejor jugada.

-¿Qué recordás y conservás del Kudelka chico que vivía en el pueblito de Córdoba?

-Cosas hermosas, mi club  -Club Atlético 9 de Julio Olímpico de Freyre- jugar al fútbol en todos los barrios, el campo. La verdad que una niñez maravillosa, tengo miles de recuerdos hermosos. También recuerdo mis irritaciones, mis enojos, eso no lo cambié nunca. Siempre fui un caprichoso en ese sentido. A veces me río de mí mismo, lo hablo con mis psicólogos y coaches en la semana, no puedo salir de eso. Ellos me dicen que soy eso, hasta mamá me reta. Me ve en televisión y me llama para decirme: “Todavía seguís siendo ese nene chiquitito que se enojaba por todo”.

-¿El llamado para el Servicio Militar afectó en tu sueño de jugar en Primera?

-Sí, es verdad, tenía la notificación para ir a un club importante de Rosario y ser parte de la Reserva. Fue un momento en el cual estaba jugando muy bien en mi pueblo, en una liga regional y me llamaron para tener una prueba. Pero a la semana siguiente me llegó otra invitación, la del Servicio Militar Obligatorio, la vida me tenía otros planes que me alejaron del profesionalismo y me acercaron a los miedos de no saber si me tocaba ir a la Guerra de Malvinas.

-¿Esto fue un incentivo para luego estudiar el profesorado en educación física?

-Sí, porque mi deseo era estar en una cancha de fútbol de alguna manera. En realidad, tenía el sueño de ser jugador profesional, jugaba de 9 y quería ser goleador para llegar a Europa. Cuando terminé el Servicio Militar estudié ciencias económicas, pero no me gustaba estar encerrado, soy más del aire libre. Dejé mi pueblo para irme a Santa Fe para estudiar educación física, trabajé de eso para ganarme la vida pero siempre mi meta era trabajar en el fútbol. De hecho lo hice, y agradecido estoy.

-¿Qué consejo le darías a alguien que quiere ser director técnico?

-Confiar en sí mismo, capacitarse, que no esté apurado, saber que las cosas tienen sus tiempos, nada llega rápido. Pero fundamentalmente formarse, no solo adquirir el conocimiento del fútbol en sí, para después brindarles a los jugadores, sino en cómo gestionar a un grupo humano o a un individuo tan importante en este momento. Un buen conductor desde lo social tiene mucho más para ganar. Además, hay que saber reconocer cuando te equivocás, no creerte el dueño de la verdad.

-Una vez dijiste -cada caída es una pausa, no un final- ¿seguís pensando así?

-Creo que las personas nos caemos y nos levantamos permanentemente. Por lo menos, nos caemos seguros. Cada uno, haga lo que haga, eso ocurre, es una ley no escrita. El tema es si nosotros vemos esa caída trágica como una oportunidad de volver a empezar y levantarte, seguir para adelante.

-¿Cómo manejás al grupo en tu rol como DT? ¿Notás cambios en las responsabilidades de los futbolistas fuera de los partidos?

-Sigo estudiando, haciendo cursos y leyendo muchísimo sobre formas de conducción en los momentos en los que me siento debilitado o disconforme con mi accionar. Creo que el aspecto pedagógico es muy importante a tener en cuenta para quien conduce un equipo, porque los entrenadores no tienen un jugador de fútbol bajo su gestión, vos tenés un ser humano al que hay que educar, respetar, ayudar, hacerle encontrar el camino porque el fútbol después termina. Cambios hay, hoy en día es fácil encontrar información, ya no hace falta aprender. Abrís el teléfono, buscás y ya tenés la respuesta. Pero eso te deja vacío de tu propia construcción. Lamentablemente, hoy se pierde ese camino pedagógico de enseñanza-aprendizaje.

-¿Cómo ayudás a los jugadores a que salgan de la comodidad de sólo ir a entrenar y no estudiar en sus tiempos libres?

-Es difícil, son tiempos donde lo exterior, el consumismo te pasa por arriba. Los ayudamos dándoles la opinión y fundamentos de porqué uno cree que tienen que hacer las cosas, a veces le digo a los chicos: “¿Cuántas veces miraste a un jugador en tu posición o usaste tu tiempo para ayudar a tu carrera? ¿Te tomaste una hora para adquirir aprendizajes que no tenés en los entrenamientos?¿Cómo se desmarca este jugador?”. Rara vez utilizan ese tiempo libre para su propio aprendizaje, porque hay tantas distracciones en un celular que los lleva a la parte no fundamental de su propia carrera. Hoy se dispersa mucho el tiempo, entre ir a entrenar y lo que te entretiene el resto del día. Un caso excepcional: Cristiano Ronaldo. Él invierte su tiempo en su físico y si bien tiene el poderío económico para hacerlo, elige invertir en eso. Un buen nutricionista, gente que lo apoye, hace una inversión en su carrera. Y no hace falta tener el dinero que él tiene para lograrlo. Creo que los que logran sostenerse tienen el poder de despejar las atracciones.

-¿Cómo inculcarle eso a quien no quiere?

-Utilizo una herramienta hermosa: cotejar la realidad, de esta manera te va a pasar esto, y de esta manera te va a pasar lo otro. Y no por creernos dueños de la verdad sino porque ya está ejemplificado y hecho por otros. En algunos lo lográs, y en los que no, en algún momento de su vida, se dan cuenta que era lo mejor para su carrera.

-¿Cuál creés que es tu huella cada vez que vas a un club?

-Lo que dejo no sé, pero sí lo que intento; entender que nada es drástico o permanente, transitar el presente con alegría más allá de cualquier resultado efímero y fundamentalmente, tratar de lograr que los futbolistas se eduquen, se cuiden, se respeten a ellos mismos y a los demás, que sepan que la vida no termina en el fútbol pero lo que logren aprender de él en su camino, será lo que le transmitan a sus seres querido el día de mañana.

-¿Cómo trabajás las críticas hacia los jugadores?

-Hoy en día creo que las redes sociales hacen que esto sea difícil de trabajar. Nos toca a nosotros también, pero esa no es la realidad, es una parte, ya sea cuando te alaban o cuando te critican. Lo que pasa es que las redes sociales están impregnadas de mala educación, hay que tener un equilibrio ya que no es fácil leer cuando hablan mal de uno, pero es lindo cuando hablan bien. Es lo que trato de enseñarles a mis jugadores. Si les gusta escuchar cuando te endulzan el oído, hay que ser valientes para hacer lo mismo cuando te lo ponen sucio, y si no, que no transiten las redes sociales ni siquiera cuando ganen, porque en ese caso buscás sólo alimentar tu ego. Hay que entender que ambas cosas distorsionan, no los ponen en su eje de aprendizaje ni de crecimiento, son agentes distractores por donde se lo mire.

Frank Kudelka: El maestro que intenta formar campeones con mentes brillantes

Por Lourdes Castaño y Guadalupe Weimann

Los ojos son el espejo del alma, son el protagonista más sincero de una persona. Por eso cuando miras sus ojos verdes descubrís a través de su reflejo la emoción genuina de felicidad que transmiten al recordar su niñez.

Atesora a través del brillo que emana las pupilas, momentos de alegría, que se dejan ver con un sentimiento de nostalgia imposible de ocultar. En el relato su nariz se invade por el olor a pasto mojado después de las tormentas en el campo, sus oídos por el sonido de los animales, las calles desiertas o la montaña, en que vivió ese niño de Freyre, un pueblo de Córdoba con tan solo 7000 habitantes. Su memoria trae fotos de esos momentos, que aparecen como canciones olvidadas que de repente vuelven a sonar, evocando en su mente el pequeño que pisaba el pasto húmedo, sintiendo el roció en sus pies, el sol naciente bajo las sierras cordobesas que pintan en mil colores el cielo. Una sensación de libertad, de paz, donde la calidez humana y la bondad recorren los caminos.

La retina desprende y desnuda al alma del protagonista, dejando ver el contraste de la vida. La obra que se construye con luces y sombras, donde los momentos de felicidad, crecimiento y éxito, no fueron un regalo. Son la recompensa al esfuerzo.

Un llamado que cambia la vida por completo, el primero de alegría porque la voz del otro lado del teléfono lo conectaba con la oportunidad de ser futbolista profesional, a uno que lo sacó de la zona de confort y lo transformó en quien es hoy en día, su sueño se desvaneció por el Servicio Militar Obligatorio. Dejando atrás su club, 9 de Julio Olímpico, para recordar desde la tristeza las frías y ventosas noches, las islas donde millones de soldados defendieron un pedazo de tierra como suyo, lejos de casa y con el miedo de tener que enlistarse, honra en su rostro a los jóvenes valientes que lucharon.

Así es como Frank Darío Kudelka se recuerda, hoy a sus 64 años de edad. Él vivió en un mundo donde la palabra no lo atravesó constantemente, lo que lo llevó a luchar de manera efusiva por poder pertenecer. Cumplir el sueño de querer ser técnico no era fácil, sin haber debutado en Primera División, pero la vocación y la pasión, sumado a la pedagogía de ser profesor de educación física le dieron el impulso para poder lograrlo. Caprichoso y terco como buena persona regida por el signo tauro, nació el 12 de mayo de 1961, estas características hacen que su madre hasta el día de hoy lo llame para retarlo.

Una historia silenciosa, sin una hoja de ruta marcada pero con el afán por estar ligado al mundo del fútbol, que nunca cesó. Un deseo, el de ser parte de esa energía, de ese ritual que une a millones de personas, hicieron que nunca baje los brazos, si bien no tenía un apellido conocido en ese mundo loco, su sacrificio lo llevarían a lo más grande.

“Cada caída siempre es una pausa, nunca un final”, es la frase que suele repetir, una historia donde la vocación es más fuerte que la experiencia. Su pasión por el juego, hicieron que en 1987 pase a estar al frente de aquel club de su pueblo donde de pequeño hacía goles, ganando dos títulos en la cuarta división.

Frank no busca aplausos, no usa la voz para gritar en cámara. Entiende que fue gracias al esfuerzo que llegó a ser quien es, se enfoca en el desarrollo a largo plazo. Le da mucha importancia a la identidad, a la formación de jugadores y a la construcción de proyectos sólidos, conformando planteles competitivos, como es el caso de Huracán, donde dirige actualmente, y logró a través de trabajo silencioso construir un equipo protagonista.

Una historia que confirma que no existen sueños que el esfuerzo no permita alcanzar.

La nutrición en el fútbol, el caso San Lorenzo y lo que (no) se ve en las redes

Por Celeste Benítez

Jonas Rodríguez, categoría 2008, se desempeña como arquero en la reserva de San Lorenzo de Almagro. En pleno auge de la exposición y de las constantes trivialidades que se generan en las redes sociales, el 12 de agosto compartió un video a través de su cuenta de TikTok, en el que mostró su rutina como jugador y reveló las comidas, ejercicios y actividades que tiene en el club.

Lo que en un principio comenzó como un inocente contenido multimedia de Rodríguez desencadenó una ola de indignación y preocupación. Los fragmentos del video retrataban una jornada en la pensión del club y mostraban las cuatro ingestas que les entregaban a los chicos, tales como el desayuno, almuerzo, merienda y la cena, conformados por: café con leche, queso, pan, ensaladas, pan de carne, arroz, chocolatada, ravioles y tortilla de papa. Lejos de incorporar alimentos con valor nutricional, las imágenes expusieron cafeína, azúcar y harinas procesadas, además de la nula variedad en el plan de comidas.

El miércoles 13 de agosto, dos días después de la difusión del posteo, San Lorenzo publicó un comunicado oficial en su página institucional, a raíz de los hechos de público conocimiento, en el que expresó: “La pensión de juveniles ha quedado en el centro de la escena por un video que se viralizó generando una imagen opuesta a la realidad. Te queremos contar cómo viven los chicos de la pensión del Ciclón y todo lo que el club les ofrece”.

El resto del escrito informó que la institución cuenta con un grupo de profesionales enfocados en el pendiente cuidado de los chicos que viven en las instalaciones del club, entre los especialistas María Inés Klekl, nutricionista, responsable de la organización de la dieta de los atletas. El descargo del Ciclón no fue suficiente para apaciguar los cuestionamientos y críticas, ya que el plan de comidas detallado en el documento no concuerda con lo reflejado en la filmación que proporcionó el joven oriundo de Córdoba.

La visibilidad de cómo viven los juveniles de la pensión es un tema importante que quedó en el foco de la escena, aunque no es la primera vez que se genera una publicación de este tipo. Otros clubes, como Defensa y Justicia, Gimnasia y Esgrima La Plata y Talleres de Córdoba, han compartido material grabado del día a día de sus respectivos jugadores en sus perfiles de Instagram, en los que se mostraban platos con nutrientes y proteínas para los más jóvenes del plantel. Estos videos fueron editados con un criterio y una elección de qué mostrar y qué no, para luego publicarse bajo la supervisión de la prensa del club; a diferencia del video de Rodríguez, generado por él mismo y que no fue revisado por ninguna autoridad de la institución.

Cuando el resultado de un partido de fútbol no es el esperado por el hincha acérrimo, las críticas son dirigidas a los jugadores, al técnico y a la dirigencia, en ese orden o viceversa. Pero son pocos los cuestionamientos del porqué suceden estas situaciones. Se piensa en el mal juego del futbolista y en el motivo de su bajo rendimiento; las conclusiones terminan en que no entrena lo suficiente o que las lesiones son excesivas, pero eso es tan solo la punta del iceberg. Por debajo de las primeras razones se encuentra una de las bases de todo lineamiento para el crecimiento deportivo, que es la alimentación.

Los hábitos alimenticios se generan en los primeros años de crecimiento y esto es esencial para la vida de un futbolista profesional, que comienza su carrera a los cinco años y después de un largo proceso llega a la reserva, antes de dar el salto al primer equipo. Los deportistas llevan un programa de comidas adaptado a sus necesidades, que complementan con un cronograma de actividad física. Valeria Alonso, nutricionista deportiva, opinó que el fútbol es un deporte que tiene como pilares fundamentales la energía para rendir en los ejercicios y competencias, la recuperación, la hidratación y el descanso. Lo mínimo e indispensable que debe contener una dieta es: hidratos de carbono de calidad como arroz, pastas, papa, batata, avena, pan blanco/integral, porque son el principal combustible para los músculos, e incorporar una buena cantidad de proteínas magras: pollo, carne, pescado, huevos, lácteos, legumbres, para reparar y construir la masa muscular. Además, Alonso agregó: “No pueden faltar las grasas saludables: aceite de oliva, palta, semillas y frutos secos, que ayudan al funcionamiento hormonal, así como los micronutrientes: frutas y verduras variadas con vitaminas, minerales y antioxidantes que refuerzan el sistema inmune”.

Existe una relación entre la alimentación y las lesiones musculares que padecen los futbolistas y sobre esta cuestión Vanesa Rotondi, nutricionista deportiva, afirmó que una dieta insuficiente o desequilibrada puede predisponer la aparición de ciertas dolencias físicas, no necesariamente relacionadas con lo traumático, como un golpe o accidente, pero sí en cuanto a la aparición de desgarros. Es por esta razón que el estado nutricional de los deportistas tiene una influencia en su rendimiento y, con respecto a esto, Antonella Calvo, nutricionista deportiva, expresó: “Un jugador bien alimentado llega con más potencia a los entrenamientos y partidos, se recupera más rápido entre las cargas físicas intensas y sostiene un mejor nivel de concentración y fuerza durante los 90 minutos. Comer de forma adecuada no solo mejora el desempeño físico, sino que también ayuda a reducir la fatiga y a mantener la regularidad en el juego”.

Los clubes de fútbol de la Liga Profesional se jactan del cuidado y el acompañamiento de sus jugadores, especialmente de los de Primera División, mientras que las divisiones inferiores quedan relegadas, al no contar con la misma relevancia que tienen los integrantes del primer equipo en el ámbito competitivo. Los responsables de cuidar de ellos quedan en evidencia al no tener en consideración las cuestiones elementales y básicas, como la alimentación y la actividad física complementaria, indispensables para el correcto desarrollo de un futbolista.

Por otro lado, los clubes del ascenso, con menos recursos, intentan proporcionar un determinado alimento a los jóvenes que pasan sus tardes en los recintos deportivos y que no cuentan con las cuatro comidas diarias. Recientemente, en el programa de deportes S.A.D. Siempre al Diez, conducido por Ezequiel Fernández Moores y con la participación de Federico Lamas, Manuel Rodríguez y Franco Formoso, el coordinador de las inferiores de Atlas, de la Primera C, Walter Fernández, manifestó que los chicos presentan problemas nutricionales, ya que son más pequeños de estatura y musculatura porque en sus casas no reciben el alimento necesario para su crecimiento. Ese es otro problema que tiene la nutrición en el fútbol, pero todavía no salió en las redes sociales.

Handball: Boca ganó su primer Superclásico con una remontada histórica

Por Valentín Köstler

En un clima de bombos, platillos y camisetas agitadas, el Superclásico se trasladó a la cancha de 40×20 del handball, como si un partido de fútbol se hubiera comprimido en un rectángulo mucho más pequeño. El aliento de la hinchada fue idéntico al que se respira en un campo de once contra once: intenso, envolvente y capaz de transformar cada jugada en un instante épico.

El conjunto dirigido por Gustavo Sciglitiano, consciente de que se jugaba el todo por el todo, no perdió la calma. Después de sumar su primera victoria reciente ante Estudiantes, Boca  llegaba con la confianza reforzada y un impulso anímico enorme, preparado para intentar una hazaña histórica.

En cambio, el elenco de Núñez llegaba en un presente muy distinto. Sexto en la tabla, con tres triunfos consecutivos y un andar mucho más firme en el torneo, los conducidos por Eduardo “Dady” Gallardo partían como favoritos. Con rodaje, individualidades en gran nivel y la presión de sostener la paternidad en un clásico que recién empieza a escribirse en el handball argentino, River se plantó con seriedad desde el inicio.

El duelo comenzó con ritmo vertiginoso. Al minuto y medio, Bautista Gallardo abrió el marcador para el conjunto riverplatense y replicó lo ocurrido en el choque anterior. El “Xeneize” arrancó mejor en los primeros pasajes y llegó a tomar una leve ventaja, pero la visita reaccionó de inmediato: se adueñó de los tiempos del ataque, pasó al frente y, con ajustes tácticos como la inclusión de Francis Acosta para frenar a Piedrabuena, dio vuelta la historia antes del descanso, logró sacar hasta tres tantos de diferencia y encontró la llave para quebrar la defensa boquense.

La segunda parte fue un verdadero vaivén de emociones. Los de “Núñez” llegaron a distanciarse hasta por cuatro goles en distintos tramos, pero los de la Ribera, empujados por el aliento de su gente, recortaron la diferencia poco a poco. A los dieciséis minutos, cuando el marcador señalaba un 23-23, Pablo Portella —ex jugador de River— vio la tarjeta roja y dejó momentáneamente a los suyos con un hombre menos en un momento decisivo.

En el cierre, el cuadro “Azul y Oro” mostró toda su contundencia: tres aciertos desde los siete metros y cuatro conversiones de jugada le permitieron sellar el resultado. Los de Gallardo intentaron descontar, pero el tablero finalizó 27-26 y marcó la primera victoria de Boca en un Superclásico de handball, en el segundo enfrentamiento oficial entre ambos. El historial, ahora, quedó igualado 1-1.

El desahogo fue total. Jugadores e hinchas entonaron a viva voz el clásico “un minuto de silencio para River…” mientras el plantel celebraba con su gente. El triunfo no solo tiene un valor simbólico: llega en un momento clave en la lucha por la permanencia en la División de Honor. Tras disputar cuatro partidos en 16 días, los Xeneizes deberán confirmar su levantada frente a Lanús para asegurar su continuidad en la categoría.

 

Marcelo Bosch y la fortaleza de mirarse al espejo

Por Magalí Willems

En un deporte en el que la dureza suele ser el estandarte, Marcelo Bosch eligió mostrar otra cara. Durante años fue reconocido por su serenidad y frialdad en la cancha, la misma que lo llevó a jugar en Europa y vestir la camiseta de Los Pumas en dos Mundiales. Sin embargo, tras el retiro, se expuso vulnerable, reflexivo y dispuesto a contar que el mayor partido se juega puertas adentro, saliendo del piloto automático.

Desde niño proyectó llegar a lo más alto del rugby mundial. “Recuerdo nítidamente estar con mi padre viendo un partido de Los Pumas en Twickenham y decirle inocentemente que algún día iba a jugar en esa cancha”, escribió en Inside, su libro. Sin dimensionar lo que eso significaba, tenía la fe intacta. Esa promesa se cumplió en 2013, cuando entró a La Catedral del Rugby y cerró los ojos para agradecer. Ese momento fue la síntesis de un recorrido que empezó en Buenos Aires, en el club Belgrano Athletic, y que lo llevó a ser parte del rugby europeo durante más de una década, con pasos por Biarritz y Saracens.

Bosch debutó en el seleccionado en 2007. Entre ese año y 2015 disputó 39 test matches y anotó 151 puntos, siempre como centro o apertura. Fue parte de los planteles mundialistas de Nueva Zelanda 2011 e Inglaterra 2015, momento en que cumplió con aquel sueño infantil de vestir la camiseta celeste y blanca en Twickenham. No fue un camino sencillo: la camiseta argentina fue la que más le costó conseguir: “Fui parte del último seleccionado juvenil. Recibí muchos no, y siempre pensé que debía ser por algo, que me quedaban cosas por mejorar”, recuerda. Su cierre fue forzado por la regla de la UAR que solo convocaba a jugadores de Jaguares. Bosch eligió sostener la estabilidad que le daba Saracens y priorizar a su familia. “El deporte me dio un vehículo para que yo desarrollara mi compromiso y mi disciplina, me daba un propósito y un sueño al cual ir”, comentó.

El rugby fue también la forma de conectar con su padre, que encontraba en el deporte una vía de escape para sus propias frustraciones. “Era lo mejor de mi viejo y mi ofrenda de paz con él”, admite. Desde chico, las actividades deportivas fueron un espacio de unión, aunque con los años ese lazo se volvió exigencia: “Empezó a vivir detrás de lo que yo hacía y se convirtió en un peso”. Ya en Europa, las charlas se reducían a correcciones y críticas de su juego. Mientras jugaba en el exterior desarrolló un tipo de conciencia de vivir en piloto automático. “No puedo hacer nada con lo que viví y, por algo, elegí consciente o inconscientemente eso. Era lo que yo tenía en mi poder. Intento arrepentirme lo menos posible”, recordó sobre su paso por Europa en el que consiguió ganar campeonatos.

En su libro también deja registro de las dudas: “Hay muchas incógnitas. La cabeza muchas veces nos detiene, hace que tengamos cada vez más miedo y más ansiedad. Hace que me mire al espejo y no me sienta reconocido con quién soy y hacia dónde voy”. Reconoce que uno quiere avanzar, no detenerse, porque frenar significa entrar en un proceso interno fuerte y doloroso. La cabeza quiere el confort. Además, explica que durante su carrera sintió que era “como un caballo de carrera que solo mira hacia adelante”. Ese enfoque lo ayudó a atravesar dificultades, pero al mismo tiempo le quitó la posibilidad de disfrutar: “No era consciente de lo que logré, no sé si lo valoré tanto”. “Recién a partir de mi última lesión hasta retirarme fui más consciente y agradecido. La vida me mostró que no podía seguir así con las lesiones, me abrió los ojos. Hice una introspección. Me permitió conocer cosas de mi persona, no me victimizo ni dejo que me condicione, hago todo lo que tengo a mi alcance para que no sea un impedimento”, sostiene.

Escribir su libro le permitió entrar a lugares que había evitado y salir de la cabeza de jugador que solo vive para jugar con presión, y poder trabajar sobre ataques de pánico y ansiedad. “Vienen desde la cabeza de uno, que genera una realidad que no existe”, explica. “Por mi forma de ser, siempre quise complacer al otro, no quiero generar conflictos con el otro. Te terminás alejando de vos, porque tenés un paradigma de deberle al otro”, considera. Ese proceso lo llevó a cambiar. “Cuanto más me fui conociendo más fui viviendo acorde a quién creo que soy”. Y aclaró: “Si vos querés trascender lo que te está pasando, tenés que salir de ese lugar y gestionar lo que estás viviendo”.

El retiro fue un quiebre y lo argumenta con una certeza: “No es un momento sencillo el retiro. Estás dejando algo atrás que te llenó y que te ordenaba la vida. Tenés que rendir bajo presión y ese es tu trabajo”. Gracias a la insistencia de Agustina, su pareja, se sometió a estudios y descubrió que padece trastorno por déficit de atención con hiperactividad. Ese hallazgo se convirtió en un nuevo punto de partida. En ese camino que aún transita, escribir reavivó recuerdos, lo obligó a revisitar momentos de su carrera y le dio otra herramienta para procesar lo vivido.

Marcelo Bosch fue el jugador con una mente fría que vivía paso a paso, pero también es la persona que hoy se deconstruye para entenderse mejor, hacerse preguntas sobre su pasado y su futuro, y mostrar que la verdadera fortaleza no siempre está en el tackle, sino en atreverse a mirarse hacia adentro.

Rodrigo Rey: cuando la templanza es la mejor atajada

Por Lorenzo Luna

Parado frente al espejo de su habitación en su casa en la localidad de Las Parejas, de la provincia de Santa Fe, a los 12 años Rodrigo Rey repetía una y otra vez la frase que le decía su madre: “No te limites, vos podés, lo vas a lograr”. Los nervios le tensaban las cuerdas vocales, pero no las manos. Mientras trabajaba su disfluencia en el habla, en el Argentino Atlético Club de su ciudad, sus reflejos eran tan precisos como los remates al ángulo que lograba detener. Hoy, 34 años después, ese chico dominó sus silencios y su templanza lo llevó a defender el arco de uno de los equipos más ganadores de Argentina, Independiente, y a ser considerado de los mejores arqueros del país.

El camino a la grandeza

Desde chico, en Argentino Atlético Club de Las Parejas, Rey se destacó por su talento. A sus 13 años quedó en River tras una exitosa prueba en la categoría 90 con los chicos más grandes y se formó y creció en las inferiores durante casi una década. Gracias a su desempeño, en 2011 lo convocaron al Mundial Sub 20 que se jugó en Colombia y fue suplente de Esteban Andrada.

Rodrigo Rey en la Selección Argentina Sub-20 en 2011

Su camino no estuvo libre de desafíos. Desde pequeño, convivió con una dificultad en el habla. El rol de Silvia, su madre, fue fundamental para expresarse sin miedo. “Mi mamá era la que estaba más en el día a día en la casa diciéndome: ‘Hijo, no te limites, vos si tenés que decir, decís, si tenés que hablar, hablá. Como te salga, pero hacelo’”, expresó el 17 de abril de 2025 en una entrevista en TyC Sports. Lo que de chico era una inseguridad, en su vida adulta se volvió confianza pura y un puente con la gente: hinchas de distintos clubes se le acercaron para contarle que su ejemplo ayudó a otros nenes con la misma disfluencia.

En 2012, Rey dejó River para sumarse a Newell’s, club del que era hincha Gustavo, su padre. En 2013 formó parte del equipo campeón del Torneo Final pero no encontró su lugar ya que  tuvo por delante a arqueros como Nahuel Guzmán y Sebastián Peratta. Aunque no jugó, ganó mucho en aprendizaje y madurez.

Líder de mano fuerte y templada

En 2014 llegó a Godoy Cruz y un año después logró concretar su objetivo: debutar en Primera División. Desde el 11 de abril de 2015, Rey mantuvo el puesto en el equipo y logró con creces ser posicionado como uno de los mejores arqueros del país, referente y capitán. Su buen rendimiento y nivel lo llevó a Europa, fichado por el PAOK de Grecia, donde fue bicampeón de la Copa de Grecia (2018 y 2019) y de la Superliga Griega (2019). A fines de 2019 tuvo un paso fugaz por el Pachuca de México.

El arquero Rodrigo Rey confirma su salida de Godoy Cruz | MendoVoz

En 2020 volvió a Godoy Cruz y, aunque fue bien recibido por la hinchada mendocina, a principios de 2021 tuvo un nuevo destino: defender el arco de Gimnasia y Esgrima La Plata. En 2023 llegó a Independiente, donde hoy, con 34 años, combina experiencia, liderazgo, seguridad y humildad. Fabricio Acosta, arquero de la reserva del Rojo, cuenta su experiencia cuando compartió con Rey la pretemporada en Primera en 2024: “Me llamó mucho la atención cómo se preocupaba por conocerme. Me preguntaba cómo me iba en reserva, cómo me sentía, cómo estaba mi familia y eso no lo hace cualquiera”.

Desde su llegada al Rojo de Avellaneda, Rey no solo mantuvo una postura firme bajo el arco: con 15 vallas invictas y 31 goles en 37 partidos, sino también se ganó el respeto de la hinchada y sus compañeros. En el comienzo de la Semana Azul, del 29 de marzo al 5 de abril, el arquero del Rojo formó parte de la iniciativa global que fomenta la inclusión de las personas con Trastorno del Espectro Autista (TEA). Rey junto con su hijo Benicio, quien tiene autismo, y con la colaboración de Miguel Ángel “Pepé” Santoro, exarquero y tetracampeón de la Copa Libertadores con Independiente, lideraron una campaña de visibilidad con el fin de crear un palco sensorial que inauguró Independiente para reducir los estímulos de las personas con autismo y otras neurodivergencias.

Su trayectoria es la de un arquero que se forjó a base de constancia y carácter. Superó barreras personales y profesionales. Rey no solo defiende el arco de Independiente, sino que también logró establecerse como una figura que mezcla seguridad y humanidad y que trasciende el campo de juego. Combina talento, resiliencia y la humildad que lo acompaña desde chico. Su vida deportiva se construyó sobre tres pilares: la seguridad en su juego, la confianza en sí mismo y la capacidad de transformar una dificultad en un motor.

En un fútbol que suele idolatrar a los delanteros, Rey recuerda la importancia del rol del arquero: es el último en equivocarse y el primero en sostener a su equipo, Independiente. Su carrera, con idas y vueltas, es también la historia de alguien que aprendió a hablar con atajadas y a liderar con humildad. Y que, bajo los tres palos, encontró su lugar en el mundo.