“Elegí hacer una lámpara de Aladino donde sale El Genio y desde su mente toda la secuencia del gol a los ingleses, que termina explotando de alegría”. Así lo definió el muralista Joe Sorge, quien junto a Margarita Panic homenajearon a Diego Armando Maradona (el Genio), su magia (con el “Gol del siglo”) y la felicidad representada en la Copa del Mundo. Tampoco es casualidad que la secuencia del diez desparramando jugadores se desprenda de un rollo de cine, porque lo que hizo Maradona en los cuartos de final del Mundial 1986 fue de película.
El mural se encuentra en la entrada del Parque Centenario y fue inaugurado el 30 de octubre de 2021 por su cumpleaños número 61, once meses después de su fallecimiento. La artista Margarita Pacnic se considera “muy futbolera” y destacó su emoción por haber retratado a Maradona: “Es un genio del fútbol, de la vida, de enseñanzas y de frases célebres”.
En la Avenida Patricias Argentinas que rodea al parque aparecen decenas de puestos de ropa de cualquier estilo los sábados y domingos. Sin embargo, uno en particular vende reliquias que llaman la atención de los amantes del fútbol. La mayoría de ellas tienen un diez en la espalda, ya sea con bastones celestes y blancos o azul con un escudo que dice “AFA” en grande.
A metros de la obra, tres chicos persiguen una pelota que rebota con cierta dificultad, pero les importa poco. Si bien no es la famosa “Azteca” número 5 de México 86, no tiene nada que envidiarle. Probablemente, el genio del mural llegó a dominar el fútbol gracias a los bollos de media con los que aprendió a patear o a los charcos que gambeteó en Villa Fiorito.
Durante la semana, el recinto que tiene a Maradona en una de sus paredes funciona como centro de jubilados, mide 2,5 metros de alto y ocho de largo y llevó quince días de preparación: “El proceso fue muy lindo y me dio la posibilidad de hacer uno de Messi en su barrio natal”, explicó Sorge. Panic, su compañera de obra, también recibió otras ofertas ligadas al deporte y agregó que “la mejor galería de arte es la calle”.
El 25 de noviembre se cumplen cuatro años del fallecimiento del astro argentino, pero en más de 60 paredes de Capital Federal y en la memoria de los futboleros vive su recuerdo. El Genio del fútbol mundial le cumplió el deseo a todos los argentinos de ser campeones en tiempos oscuros y con su magia iluminó a una nación que lo sigue recordando por lo que generó ante Inglaterra: alegría en un pueblo herido.
“Acá sí me siento Dios… Acá me siento Dios”, dijo Diego Armando Maradona el sábado 14 de diciembre de 2019, dentro de la manga con la figura de Diego Armando Maradona que tiene Argentinos Juniors en su estadio, que también se llama Diego Armando Maradona. Sí, no quedan dudas de que, en La Paternal, Diego es Dios.
Ese momento, cuyo marco era el de un partido en homenaje al fallecido periodista Sergio Gendler y a beneficio del Hospital Municipal de Oncología María Curie, está muy bien retratado en el mural ubicado en Avenida Garmendia 4821, justo en la esquina donde se cruza con el pasaje Fernando de Montalvo, en el barrio de La Paternal, por supuesto, donde Diego es Dios.
Pero no es una pared cualquiera en la que está realizada la obra, sino que es la persiana de la Unidad Básica de La Cámpora “Primero La Patria”, la cual, en el cartel que tiene sobre la entrada, tiene una imagen del ‘10’ en la época en la que vestía la camiseta de Argentinos Juniors, además del logo de la organización. Es innegable el vínculo de Diego tanto con el peronismo como con el barrio, por lo que quienes están a cargo de ese espacio decidieron que se hiciera esta obra de arte allí. “Eligieron puntualmente esa imagen porque es el momento en el que Diego vuelve a Argentinos y es homenajeado en vida. Él dijo esa frase que aparece al costado (“Acá me siento D10S”), que les gustó mucho, sumado a que acá corre la leyenda de ‘Paternal, tierra de Dios’”, explicó Joan Arriagada, el autor del mural, que firmó la obra con “Naoj.Tattoo”, su cuenta de Instagram.
La imagen retratada en esa esquina, tomada por la fotógrafa Natalia Ponce, se dio segundos después de la gran frase de Diego. Fue cuando salía, como lo había hecho otras 166 veces, al campo de juego con la camiseta del “Bicho”, aunque esa vez no iba a tener la chance de jugar a la pelota en esa cancha como cuando “sólo” era el “Pelusa”, ya que había sido operado recientemente. El Diez posó con sus puños en guardia, como un boxeador, y el momento quedó retratado para la eternidad en esa foto, que este 28 de octubre se convirtió en esquina de La Paternal. “La pose de box le da ese aire de aguante y resistencia, es buenísima la foto”, expresó el artista a cargo del mural. De fondo, infaltable, la bandera argentina.
Aquella tarde de diciembre, Diego fue mimado por su gente, cantó el himno junto al resto de los participantes del evento y luego, en el medio de la cancha, tomó un micrófono al que manejó casi como si fuera una pelota: le dedicó unas palabras de agradecimiento al público, le pidió a los jugadores de Argentinos Juniors que ganaran el campeonato —en ese momento, el “Bicho” estaba puntero junto a River— entonó las estrofas de un tango y cerró arengando a la gente cantando “La Paternal, La Paternal…”.
En ese lugar, con la historia que tiene allí, con las paredes pintadas con su imagen, Diego dijo sentirse Dios: ¿quién va a decir que no lo es? Es indiscutible, Diego Armando Maradona es el Dios de La Paternal.
En Lanús, la ciudad que lo vio nacer, Diego Maradona sigue vivo en cada rincón. No hay necesidad de recordar el nombre de la calle ni el número de la esquina, porque hay un mural que lo dice todo: una gigantesca pintura de “El Pelusa” que cubre la pared de una casa, más precisamente en Villa Caraza, “barrio Acuba”. Se trata de un complejo de viviendas que empezó Nación hace años, y hoy está terminando el Municipio de Lanús. El barrio fue bautizado como “Diego Armando Maradona”.
Por eso, era necesario, dentro de los murales artísticos que se realizaron, incluir uno en su honor.
En un barrio donde el fútbol no es sólo deporte, sino una religión compartida por todos, es imposible caminar sin sentir la presencia de Maradona, como si, desde su rostro pintado, siguiera guiando a los chicos del barrio, a los adultos que lo vieron jugar y a las nuevas generaciones que crecieron con su leyenda.
El mural fue realizado el 31 de Octubre del 2024 por Lucas Mercado, con la asistencia de Julián Gauto: “Fue solventado por la Municipalidad de Lanús, desde el área de “Lanús Cultura”. Me contratan de forma privada para realizar murales en distintos puntos de la ciudad”, expresó Lucas.
La mayor dificultad al llevarlo a cabo fue la altura del paredón, que tenía 8 metros. El proceso tomó dos días y hubo algunas complicaciones al montar el andamio, pero el desafío y la motivación fueron más fuertes. El mural se realizó con pasión y amor.
La imagen elegida por el autor destaca la magia que transmitía Maradona, buscando que la pintura fuera imponente, al igual que su mirada, que expresa tanto. El mural, en parte, lleva los colores de la celeste y blanca, que todos los argentinos llevamos en el corazón y en el pecho.
Este mural, más que una obra de arte, es un monumento a la pasión, un homenaje que no hace falta que sea perfecto, porque Maradona, con su talento y su carácter, nunca lo fue. Y es que, en Lanús, Maradona no es solo un recuerdo de infancia o un mito lejano; es el alma misma de un barrio que lo vio nacer y que, a través de esta obra, sigue celebrando su grandeza.
Se acerca la fecha y solo queda pensar que pasaron cuatro años desde la noticia que oscureció el cielo argentino: la muerte de Diego. Porque Diego Armando Maradona no solo fue el mejor jugador del mundo, sino que lo consideramos parte de nuestra identidad. En cada rincón del país, desde Ushuaia hasta La Quiaca, y aún antes de su partida física, las paredes comenzaron a hablar de un simple mortal que, con solo tocar una pelota, hizo realidad los sueños de muchos.
Desde Villa Fiorito, su barrio natal, pasando por La Boca, donde sus pasos dejaron huellas imborrables, se alzan murales que representan la esencia del Diego. En Pilar, mi ciudad natal, sus retratos también son gritos silenciosos de la pasión por la camiseta. Acá sus murales no son solo imágenes, sino que mezclan lo cotidiano con su figura mítica y nos devuelven el eco de una vida que marcó generaciones enteras. En nuestros barrios, la gente recuerda el momento de su partida entre lágrimas, como si se tratara de la muerte de un familiar. “No puede ser”, resonó en cada café, en cada murmullo de los bares repletos.
El Diego se descompuso un 25 de noviembre de 2020, cerca del mediodía, en su casa de Tigre. Murió de un paro cardíaco que muchos dicen que se podría haber evitado. Su despedida fue en el salón principal de la Casa Rosada y asistieron más de un millón de personas, el féretro estaba envuelto con nuestra camiseta celeste y blanca. Ese jueves no hubo ni un niño, joven, abuelo, empresario, obrero ni ama de casa que no llorara la partida del Diego. No hubo River ni Boca, sino un llanto compartido. Hoy su cuerpo se encuentra en el cementerio Jardín de Bella Vista en San Miguel y su espíritu en cada camiseta, en cada pibe en cada potrero, en cada pared que lleva su imagen.
Los murales de Diego son faros para la memoria. Al verlos, los niños se detienen, sus ojos brillan. Los mayores, que vibraron con sus goles y sufrieron sus caídas, sonríen con nostalgia, se despiden de una leyenda y, al mismo tiempo, encuentran la fuerza para seguir soñando. “Todos los días paso por acá y me sigue asombrando”, “El Pelusa ya es parte del barrio”, me comentaron dos vecinos de Pilar que pasan a diario por uno de los murales en homenaje al Diego ubicado sobre la calle Uruguay.
En Pilar hay dos murales en homenaje al 10, ambos realizados por el destacado artista local Alejandro Maas. El Gato, como se lo conoce en el ambiente artístico, nació el 2 de febrero de 1961, apenas 4 meses después que el Diego. Trabaja en Cultura de la Municipalidad de Pilar y, desde la muerte del astro, sintió que las calles de esta ciudad tenían que recordarlo. Maass lleva realizados más de 20 murales en Pilar, en paredones callejeros, con el proyecto Arte Urbano Pilar.
El primero, Dios recibiendo a Dios, lo hizo en diciembre del 2020, está ubicado en pleno centro de la ciudad en la calle Uruguay y Ruta 8, frente a La Plaza de Los Niños. La pared, en ese entonces, fue cedida por un comerciante vecino. El segundo, Sorteando obstáculos… El gran transgresor, se hizo en julio de 2021, mide 5mt x 2,5 mt y está ubicado en el barrio San Alejo, entre las calles Palacios y Santo Domingo, y la pared fue cedida por el Municipio.
El gran transgresor
Este mural muestra a un Diego “rompiendo” el muro a toda agilidad, persiguiendo una pelota-tango/manzana. Aparece en cuclillas, con la camiseta de la Selección y los emblemáticos botines Puma. Está de espaldas, sobre las nubes, y a poca distancia Jesús le ofrece su trono en el Paraíso. “Quería salir un poco del retrato de la cara del Diego, hacer algo diferente, darle una vuelta de rosca y no tanto retrato. Quería ponerle un poco de poesía”. Además, resaltó la importancia de poder llevar el arte a los barrios más alejados del centro de la ciudad: “San Alejo no es muy céntrico, que se vaya el arte a los barrios”, dijo el artista. El trabajo le llevó 20 días, tuvo un ayudante y recibió donaciones de pintura de pinturerías pilarenses.
Dios recibiendo a Dios
En la segunda obra se puede apreciar cómo llega Maradona al cielo y es recibido por Dios, quien le cede su trono en el paraíso. “Está como invitándolo a pasar, a sentarse”, señaló Maass. Demostrando una suerte de conexión divina con el más humano de los dioses.
A su vez contó que, cuando está pintando en la calle, la gente que no tiene ni idea de arte pasa de laburar y dice “alto dibujo”, “qué grande Diego”; pasan los camioneros, los basureros y dicen “qué grande maestro”. Finalmente, compartió conmigo que elige pintar a Maradona porque también siente que fue la voz del pueblo.
El genio del fútbol se ha ido, sí, pero su esencia sobrevive en estos ladrillos de magia y gambeta y en las zapatillas desgastadas de cada niño que sueña ser como él. Sin lugar a dudas, en Pilar también habita un Diego que se niega a ser olvidado.
El reloj marcaba las 21:40 del viernes 26 de abril de 1985 cuando el referí decidió realizar el salto inicial y dar comienzo al primer encuentro en la historia de la Liga Nacional de Básquet. En la cancha de Independiente de Bahía Blanca, Pacífico, club de la ciudad, y Atenas de Córdoba inauguraron el campeonato que el entrenador León Najnudel había diseñado: un torneo anual en el que todos jugaban entre sí a lo largo y ancho de todo el país.
Aquella noche, Pacífico se quedó con la victoria por 90 a 82 gracias a 33 puntos del estadounidense Neal Robinson, quien además anotó el primer triple de la historia de la Liga Nacional. Robinson tuvo la primera gran actuación en la competición y allanó el camino para muchos de sus compatriotas.
39 años más tarde, los yanquis dominan la Liga: para el comienzo de la temporada 2023/2024, 30 estadounidenses formaron parte de los planteles de los equipos. Fueron los extranjeros con más participación. Además, sólo cinco conjuntos -Zárate, San Lorenzo, Platense, Independiente de Oliva y Ferro- no contaron con un estadounidense en sus filas. Como si fuera poco, el jugador más valioso de la temporada fue el alero de Quimsa Brandon Robinson, quien nació en Lake Wales, Florida.
Los basquetbolistas estadounidenses presentan un mayor poderío físico a los formados en nuestro país. Gracias al sistema de equipos escolares, los jugadores entran en contacto con el deporte en su primer año de secundaria, y logran desarrollar un gran juego físico y uno contra uno, características muy valiosas para desenvolverse en la Liga Nacional. “Son jugadores que aprovechan muy bien su físico y las individualidades por la forma que tienen de jugar allá, que entrenan desde muy chicos el uno contra uno”, asegura Diego Vadell, entrenador de Obras, a lo que añade: “Lo que más se les dificulta generalmente es adaptarse a las reglas que utilizamos acá. Si son jugadores que ya tuvieron experiencia en básquet FIBA les resulta mucho más sencillo adaptarse a nuestra Liga”. En el reglamento del baloncesto FIBA está permitido quedarse indefinidamente en la zona pintada defensiva, mientras que en el reglamento estadounidense los jugadores pueden permanecer allí únicamente durante tres segundos. Además, en FIBA se expulsa a los basquetbolistas tras cometer cinco faltas, y en el país norteamericano son expulsados a la sexta infracción.
Para los equipos de la Liga Nacional es fundamental la adaptación de los basquetbolistas estadounidenses a la cultura argentina y la rápida integración al grupo: “Para que se entiendan más rápido con los compañeros intento que en las concentraciones los estadounidenses compartan cuarto con un argentino, así se integran con el resto del plantel. Hay muchas ocasiones en las que ellos mismos se aíslan y se juntan solo con los de su nacionalidad, pero intento que no suceda”, sentencia Vadell, que en la temporada 2023/24 dirigió en Obras a Andre Spight, Jeff Solarin y Torren Jones.
En los 39 años de la Liga Nacional, una gran cantidad de estadounidenses lograron destacar, pero el más icónico es Byron Wilson. El oriundo de Gary, Indiana, disputó 15 temporadas y logró obtener tres títulos. En 1997 y 2004 con Boca, y en 2001 con Estudiantes de Olavarría. En los tres campeonatos fue elegido el mejor jugador de las finales, y además fue seleccionado como el extranjero más valioso de la competencia en 1998. Wilson se retiró en 2010 como el séptimo jugador con más anotaciones (11.149), el no argentino que más convirtió. Al ser consultado en una entrevista con Clarín si es el mejor extranjero de la historia, Wilson respondió: “Oh, no sé… Lo tienen que decir ustedes. Yo fui, jugué y, bueno, que digan eso me da mucho orgullo. Muchas gracias. Pero hay muchos estadounidenses que han jugado ahí y son muy buenos”. El escolta está casado con una argentina, y su vínculo con el país es tan fuerte que decidió nacionalizarse argentino. Actualmente vive en Salt Lake City, en el estado de Utah, donde creó Bwil Sports Group, una asociación sin fines de lucro en la que se encarga de ayudar a chicos de bajos recursos con sus estudios y sus prácticas deportivas.
Los estadounidenses, a pesar de ser piezas fundamentales para los planteles, suelen tener pasos fugaces por el país. Como Brandon Nazione. El nacido en Michigan disputó con Gimnasia de Comodoro Rivadavia la temporada 2023/2024, y representó a Gimnasia y Esgrima La Plata en 2018. Aunque solo jugó dos años en el país, el pívot se lleva buenos recuerdos: “Viví en La Plata y en Comodoro Rivadavia. Ambos son muy lindos lugares. Lo que más me gusta de Argentina es la hospitalidad y la cultura. La gente recibe muy bien a los extranjeros y los ayuda, lo cual es muy bueno”. Además, Nazione asevera que el juego en la Liga Nacional es mucho más táctico: “En Estados Unidos, la NCAA y la NBA son ligas más competitivas y atléticas, con un gran nivel y talento. Por su parte, el básquet en Argentina es mucho más táctico, físico y duro”. Tras su paso por Comodoro Rivadavia, el graduado de Eastern Michigan desplegó su talento en el Mineros de Zacatecas, de la Liga Mexicana de Básquet en 2024.
A pesar de venir de un país con una cultura totalmente distinta, la gran mayoría de basquetbolistas estadounidenses tiene una rápida adaptación al país y a sus costumbres. Así lo cuenta Justin Strings, quien jugó en la temporada 2023/2024 en Comunicaciones de Mercedes: “La gente en Mercedes es muy buena y me recibió muy bien; fue muy fácil adaptarme al país, la cultura de Argentina es muy linda y disfruté mucho adaptándome. Lo que más me gustó es el mate, aunque también disfrutaba mucho de pasar tiempo con mis compañeros; me hice muchos amigos”.
Strings llegó a Argentina en 2023 proveniente de Luxemburgo, gracias a Juan Nardoni, su entrenador en el país europeo, quien creyó que le iría muy bien en la Liga Nacional. “La Liga es muy competitiva y tiene un nivel muy alto. En Argentina hay mucho movimiento de pelota y la defensa es muchísimo más física que en Estados Unidos. También se ven jugadores con habilidades más específicas; hay más bases puros, tiradores posicionales y pívots verdaderos en la Liga Nacional”.
El primer gran estadounidense en la Liga fue Glenn Mosley, quien se desempeñaba en la posición de ala pívot. Mosley jugó entre 1977 y 1979 en la NBA, en los Philadelphia 76ers y los San Antonio Spurs. Tras un corto paso por el CSP Limoges de Francia, el oriundo de New Jersey llegó a Ferro en 1985 para disputar la primera temporada de la Liga. Aquel año, Mosley promedió 21 puntos, 10.4 rebotes y 2.4 robos. Además fue una pieza fundamental para que el Verdolaga se consagrara campeón en aquella primera edición. Luego de aquel año, el graduado de Seton Hall se retiró del baloncesto profesional.
En 1991, la Liga Nacional comenzó a entregar el premio al Mejor Extranjero del año. El ganador de la primera edición del premio fue Clarence Hanley, yanqui de Sport Club Cañadense. De las 27 veces que se entregó el galardón, 21 de los ganadores fueron estadounidenses. Los basquetbolistas que más veces obtuvieron la distinción son David Jackson, en tres oportunidades, y Robert Battle y Dar Tucker, quienes lo ganaron en dos ocasiones.
La gran mayoría de los jugadores de básquet sueña con llegar a la NBA, la liga más prestigiosa del planeta. Pero, ante la gran dificultad que conlleva, muchos buscan un camino alternativo. Por eso, sin saberlo, el 26 de abril de 1985 Neal Robinson les abrió las puertas a una gran cantidad de estadounidenses, que a 8251 kilómetros de su hogar cumplen su sueño de otra manera.
“Papá, mamá, no tengo más ganas de vivir, espero que me puedan perdonar”. Este fue el mensaje que recibió Julio Rodríguez a las 6:15 de la mañana del domingo 9 de octubre de 2022, por parte de su hijo Rodrigo, que en aquel entonces se desempeñaba como lateral derecho titular de la Reserva de Gimnasia y Esgrima La Plata. El joven que por aquel entonces tenía 19 años, se había inyectado insulina. Por una cuestión de minutos en la que tarda en hacer efecto, sus padres pudieron llevarlo al hospital y salvarle la vida. Rodrigo Rodríguez estuvo hospitalizado durante diez días en el Hospital Interzonal General de Agudos “San Roque”.
A partir de su intento de suicidio, Rodrigo sufrió constantes humillaciones por parte del coordinador de las divisiones inferiores de Gimnasia, Gabriel Perrone. “Lo marginaron siempre. Rodrigo juega de 4 y, con tal de sacarlo, ponían al 2 en su lugar. Lo destruyó psicológicamente a mi hijo y también a toda la familia. Hubo momentos que vino llorando y se encerraba sin tener diálogo con nosotros”, relata Julio, su padre.
El cuidado de la salud mental es igual de importante que el físico o el deportivo. Muchas veces, y sobre todo en el fútbol argentino, debido a la cultura que tenemos, este aspecto de la salud puede ser un tema tabú tanto en los clubes como instituciones formadoras, como en los mismos jugadores que conforman un vestuario, ya que se asocia a la persona que muestra cómo se siente y cuenta qué le pasa, a una débil y endeble.
Un vestuario de fútbol puede significar un lugar de competencia en la que muchos jugadores quizá se vean intimidados en abrirse con un psicólogo, ya que se autopercibirían en un grado de inferioridad frente a sus pares y compañeros. Subestimar el cuidado mental puede llegar a desencadenar en distintos tipos de enfermedades como la depresión, la ansiedad y hasta en algunos casos el suicidio.
Según las conclusiones de un estudio del sindicato internacional de futbolistas (FIFPro), los jugadores tienen más probabilidades de sufrir problemas de ansiedad y depresión. El 40% de jugadores activos sufre algún tipo de problema relacionado a la salud mental. El 23% de los jugadores sufre trastornos del sueño, un 10% depresión, y otro 7%, ansiedad.
Juan Manuel Brindisi, psicólogo de selecciones de fútbol nacionales de la AFA, dice que en inferiores, el trabajo en la salud mental de los jugadores es cada vez mejor y que en el fútbol de Primera es casi ignorado el tema. Brindisi agrega que para una mayor evolución hacia este sentido debe haber una decisión política de los dirigentes e instituciones, ya que la mayoría de veces que los planteles cuentan con psicólogos se debe a pedidos exclusivos de directores técnicos.
A pesar de que en inferiores se haya avanzado con el cuidado mental en juveniles, en los últimos cinco años apareció una nueva tendencia que pareciera ser cada vez más recurrente. Cinco casos de suicidios y un intento en jóvenes que habían sido dejados en condición de libres por sus respectivos clubes. Leandro Latorre (2020) y Samuel Rebollo (2022) en Aldosivi de Mar del Plata. Alexis Ferlini (2020) en Colón de Santa Fe. Brian López (2023), había quedado libre en 2020 de Racing y se encontraba jugando en Huracán de Chabás, club que compite en la Liga regional casildense de la provincia de Santa Fe. Fermín Núñez (2024) ex Boca que en 2018 fue figura de la categoría 2004 hasta que perdió el puesto con Valentín Barco y comenzó a alternar con el segundo equipo que juega la liga metropolitana hasta quedar libre en 2019 . A ellos, se le suma el intento de suicidio de Rodrigo Rodríguez (2022) en Gimnasia La Plata.
En un país donde siete de cada diez chicos son pobres, y donde en los últimos 30 años la tasa de suicidios en adolescentes se triplicó según el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), el sueño de llegar a Primera para salvar económicamente a su familia a veces se ve interrumpido, y chicos que llevan la presión y la ilusión terminan acabando con su vida porque no se les dan las herramientas suficientes para ser acompañados en los distintos procesos de frustraciones y decepciones que atraviesan. Según un estudio de la Organización Mundial de la Salud (OMS), existen 800.000 personas en el mundo que se suicidan al año. Argentina se encuentra en el puesto 26 entre los países con índices más altos en el mundo, y tercero en Latinoamérica.
“El quedar libre es un golpe de identidad muy fuerte para el jugador que desde chico entrenó y vivió todos los días de su vida en el mismo lugar. Es por esto que necesita de un tipo de apoyo en el proceso de desenganche del club”, explica Brindisi.
En Argentina, tan solo entre el 1% y el 3% llegan a convertirse en profesionales. A los jóvenes se los tiene que preparar desde chicos para que sepan que es muy posible que no llegarán a convertirse en profesionales. “Se les debe notificar con tiempo que quedarán libres, para que puedan trabajarlo con un psicólogo y para que puedan buscarse un nuevo club. No es un fracaso no llegar y en todo el camino que recorran, van a aprender un montón de valores y principios que los van a ayudar a desarrollarse como personas”, manifiesta el psicólogo de selecciones de fútbol nacionales de la AFA.
Desde chicos se les tiene que enseñar que no van a llegar todos pero que lo realmente importante es intentarlo.
Brindisi recuerda su etapa en las inferiores de Independiente, Arsenal y Deportivo Armenio. Y que luego de quedar libre a sus 20 años, pudo estudiar periodismo deportivo y, más tarde, psicología orientada en el deporte de alto rendimiento. Afirma que toda la experiencia vivida en inferiores lo ayudó para establecerse en su nueva vida laboral.
Juan Sebastián Fraga, ex jugador de la Reserva de Platense, dice que en 2023 durante su segundo año de Cuarta, a tan solo tres meses de que finalizara el campeonato y pudiera firmar su primer contrato, fue bajado de categoría junto a otros compañeros y que nadie le comunicó que se buscara un nuevo club: “A partir de esta acción por parte del club comencé por mi parte la búsqueda de un nuevo destino. Durante este proceso no pude contar con ningún tipo de apoyo profesional o psicólogo. Tuve el apoyo de mis padres y de mi novia, que fue fundamental para que yo pudiera seguir adelante con mi vida”, explica el joven de 21 años.
“Yo llegué a Platense a los 13 años, cuando aún se encontraba en la B Metropolitana; por aquel entonces no contábamos con ningún tipo de asistencia o apoyo psicológico pero a medida que el club fue ascendiendo este tipo de asistencias fue mejorando y una vez estando en Primera, las inferiores disponíamos de charlas sobre nutrición y con un solo psicólogo, al que era opcional ir”, dice Fraga, defensor que jugó de Pre Novena hasta la Reserva en Platense. En su paso por las inferiores de Platense, Fraga fue capitán de su categoría, la 2003, y hasta formó parte de un selectivo de jugadores juveniles que se entrenaba junto a la Primera durante la pandemia del COVID-19.
En la actualidad, Fraga trabaja en la parte administrativa de una inmobiliaria y también estudia marketing deportivo en el Instituto Universitario de River, lo que muestra que la vida continúa después de la pelota: “A pesar de que fue muy doloroso, por suerte pude pasar rápido el momento de dejar el fútbol, algo que venía haciendo hace mucho tiempo y que fue mi sueño desde chico; de algún modo, comencé con una nueva vida”, sostiene el ex defensor de Platense.
Rubén Rossi, campeón juvenil del Mundial Japón 1979 dijo que en el fútbol formativo no están dadas las condiciones ni la infraestructura para contener estos casos de suicidios. “A veces necesitás un preparador físico más y te lo niegan. Imaginate si le decís que necesitás tres psicólogos, dos asistentes sociales, dos psicopedagogos. Y si se traen, siempre es apuntando a maximizar el rendimiento deportivo, no pensando en el chico que circunstancialmente juega al fútbol desde el aspecto humano”, aseguró el ex coordinador de inferiores en una charla con el diario Tiempo Argentino.
Diego Armando Maradona es una de las personas más fotografiadas de la historia. Dice ser fotogénico aquella persona que da buena imagen fotográfica, según el diccionario de la Real Academia Española. Hay varios ejemplos de personas fotogénicas, entre ellas Elizabeth Taylor, Jennifer Aniston y Angelina Jolie, a pesar de ser algo inusual en las personas. Ser fotogénico no es una característica que pase desapercibida. Por el contrario, es tan distinguido como también subjetivo, en cierto punto.
Según una encuesta realizada en agosto de 2011 por MyMemory, sitio de contenidos y productos fotográficos, Elizabeth Taylor es la celebridad que deslumbró a la sociedad cuando fue fotografiada. Siete de cada diez personas optaron por la actriz británica. En tercer lugar finalizó David Beckham, ex jugador de fútbol y presunto modelo, quien se quedó con el 66% de los sufragios virtuales, al ser una encuesta en su sitio web. Es incongruente pero Maradona no figura en el top 10 de este sondeo de My Memory. Tampoco forma parte en la lista completa, ni fue mencionado por los 1.800 ingleses que votaron. Dentro de la página de Getty Images, el archivo de imágenes más rutilante del mundo, existen alrededor de 115.000 fotos del mito argentino. Este dato no comprende fotos que se exhiben a diario en redes sociales, ni las que todavía no salieron a la luz. Porque van a seguir apareciendo fotos inéditas de Diego de manera cotidiana.
Es extraño concebir a Maradona solo como futbolista. Esa era solo una faceta, no menor, de su persona. Diego sigue y seguirá estando inmerso en la sociedad. Partiendo de este disparador que tiene como premisa al Diego no-jugador quizá se pueda comprender la magnitud de él como persona. Puede asimilarse como un amigo, un familiar o un conocido, a pesar de no estar interiorizados -aunque se piense lo contrario- en su vida en la mayoría de los casos.
Es un domingo cálido de fines de junio de 1986. El verano asusta con sus altas temperaturas en suelo mexicano. Pasado el mediodía, la Argentina se mide ante Inglaterra en busca de avanzar a la semifinal de la Copa del Mundo México 1986. Dani Yako tiene en su maletín su principal herramienta de trabajo: la cámara de fotos Nikon FM2k, con la que va a asistir al Estadio Azteca, como lo hizo en todos los encuentros del seleccionado argentino en la cita mundialista. Lo que el fotógrafo no sabe es que el lente de su cámara le va a traer problemas no menores, como un juicio, al retratar a Maradona segundos después de hacer el que en la jerga futbolera se conoce como el Gol del Siglo.
“Fue una de las mejores imágenes que saqué en mi vida” recuerda Yako (foto) mientras observa el retrato en uno de los tantos cuadros que adornan el living de su casa. Por aquel entonces el fotógrafo, que también oficiaba como periodista, se debía laboralmente a la agencia Diarios y Noticias (DyN). Había concurrido al Estadio Azteca con su compañera de trabajo Adriana Lestido y con los periodistas Martin Caparrós y Ezequiel Fernández Moores, quienes también trabajaban con él en el medio. Lestido, Caparros y Fernandez Moores son quienes ofician como testigos en defensa de Yako ante el juzgado, en una causa de derechos de autor que, según fotógrafos y asociaciones gráficas, es la más importante en lo que a derechos de autor se refiere.
La foto luego del segundo gol de Diego a Inglaterra, junto con la imagen del astro argentino festejando el gol de la victoria de Argentina en la final frente a Alemania, fueron las que utilizó la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) sin ofrecer regalías por derechos de autor al establecer el Día del Futbolista Argentino y para homenajear a Maradona el 30 de octubre de 2021, cuando hubiera cumplido 61 años. Yako señala que fue menospreciado por la AFA al reclamar por los créditos: “Observé que la foto utilizada en la campaña era la que yo había capturado. En ese momento me comuniqué con Nicolas Novello (jefe de prensa de AFA) y recibí una respuesta que considero, cuanto menos, inoportuna. Me dijeron que debería estar agradecido”.
Para Yako, Maradona era “la figura ideal” para capturar fotos ya que “hasta en sus peores momentos lograba salir bien bajo el lente de la cámara” y, a su vez, rememora cómo fue su primer cara a cara con Pelusa: “Cuando terminó el Mundial 86 le obsequié la secuencia de fotos y muchos años después vi que las utilizaban sin mi aprobación. Por lo tanto, tuvimos una mediación donde le dije: ‘La obra de arte es tuya, pero la foto mía’. Y lo sigo sosteniendo”.
Rebobinamos. Maradona fue no solo una celebridad fotogénica sino uno de las personas a las que más fotos le tomaron. El fotoperiodista Yako confiesa que tiene más de 500 fotos de Maradona en su haber y que hay algunas de las que solo él sabe de su existencia. Es por ello que asoma una nueva hipótesis en las redes sociales, ese micromundo donde se inflan muchas ideas sin sentido: el planteamiento a priori lógico de que Maradona es un sujeto de los más fotografiados históricamente. Se dificulta obtener una cifra aproximada de la cantidad de imágenes sobre su persona. Algo imposible de dilucidar.
Pleno 2010. Maradona transita lo que es su segundo año como Director Técnico de la Selección Argentina. Damián Cukierkorn convive con una inquietud universal al momento de hablar de Maradona: ¿Qué decir de Diego que no se haya dicho ya? ¿Tendrá una foto para cada día de su vida? Cukierkorn, co-fundador de Proyecto Pelusa, libro destinado a la recolección de imágenes de Maradona, imagina cómo llevar a cabo una recopilación de retratos del astro argentino. “Comenzamos coleccionando fotos de amigos, de gente cercana, gente no tan cercana y así íbamos reuniendo diferentes tipos de archivos, pero a los meses se me hacía muy difícil seguir buscando y seguir encontrando imágenes e historias.”
Luego de tomar un sorbo de café, Cukierkorn recuerda los principios de Proyecto Pelusa, plan que ideó junto a su amigo Sebastián Schor: “El pensamiento inicial era hacer en un museo, poner todas fotos de Diego con gente de distintas épocas y contar la historia de Maradona a través de estas fotos. Después, las redes permitieron esta bifurcación/difusión enorme que tuvimos y ya con tantas historias presentadas y viendo la retribución también de la gente que leía las historias, decidimos hacer el primer libro”, cuenta Damián.
Todo proyecto cuenta con algún giro inesperado, de los que a veces se anhelan pero no siempre llegan. Así recuerda Cukierkorn lo que, según él, cambió el rumbo de su libro maradoniano: “Uno de los grandes incentivos que tuvo el proyecto y yo de forma personal fue el día que me fui a dormir con 4 mil seguidores y cuando me desperté eran 8.500. Me puse a revisar y resulta que Gianinna había descubierto el proyecto y empezó a ver fotos y a resubir historias de Instagram. Desde entonces comenzó un vínculo por redes, aún no nos conocimos , pero cada tanto nos escribimos de buena onda, les mandamos el libro y demás. Con Gianinna y con Jana (Maradona) también, tenemos una linda relación”.
El 25 de junio de 2024 se difundió una nueva foto del ídolo argentino en la red social X. Walter Rotundo, @WalterRotundo, posteó fotos de Diego cuando formaba parte de “Los Cebollitas”, etapa formativa de Maradona entre fines de la década de los 60 y principio de los 70, cuando apenas era un niño y ya jugaba en Argentinos Juniors. Se observa a Diego compungido, sentado con el ceño fruncido, y se logra visualizar a quien por entonces era su entrenador, Francis Cornejo.
Maradona no estuvo exento de conflictos por derechos y uso de su imagen, los cuales aparecieron tras su fallecimiento en 2020. ¿Por qué el uso de la marca Maradona atrae a personas que no tuvieron influencia en la vida del Diez? ¿Es realmente una marca? Stefano Ceci es un empresario napolitano de 48 años que reside en Dubai. Pero su historia con Diego tiene lugar en 2001 en La Habana, Cuba, y parece una película de suspenso, de esas que tienen final abierto.
Diego transitaba un periodo de “rehabilitación” por sus problemas con las adicciones. Ceci lo acompañó en lo que fue una etapa difícil para el astro argentino y aprovechó para hacer su trabajo; le organizó eventos y hasta tuvo la suspicacia de patentar la huella del pie y mano izquierda de Diego. Como si hubiese sabido lo que se aproximaba, en agosto de 2020 firmó un contrato que establecía que él cuenta con la potestad de comercializar durante 15 años y quedarse con el 50% del uso de la “marca Maradona”. El contrato, el que según le confesó Ceci a Clarín es “la Biblia”, le trajo un juicio por parte de los hijos Dalma, Gianinna, Diego Junior, Jana y Dieguito Fernando Maradona (este último representado por Verónica Ojeda, la madre, debido a su minoría de edad).
Ceci, fastidiado por el no reconocimiento por parte de los herederos de Maradona, no comprende por qué no le otorgan lo que, según él, merece: “Combiné pasión y negocios. Eso no es un pecado. Y cuando he hecho dinero, siempre mandé la parte que le correspondía a Diego. Él me lo dijo: ‘Tanito, ¿sabés cuánto te quedás vos si no estoy yo? Treinta segundos. La patada en el culo que te van a dar… Te rajan en 30 segundos’. Tengo fotos de Dalma con mi hija en brazos. He convivido con toda la familia”.
En la estadía de Maradona en territorio cubano, fueron sus hijas Dalma y Giannina las que colaboraron con su padre para reponerse física y mentalmente. Es llamativo que no pudieran replicarlo en los últimos meses de Diego en vida, cuando se conocía -en contra de su círculo “íntimo”- que padecía problemas de salud. La imagen que lo retrata fehacientemente es cuando lo exhibieron para que, junto a Marcelo Tinelli (presidente de la Liga Profesional de Fútbol y Claudio Tapia (presidente de la AFA), esté en la cancha -a puertas cerradas- de Gimnasia La Plata, en el que fue su último cumpleaños, en el año 2020 en plena pandemia por Covid-19. ¿Qué hacían Tinelli y el presidente de la AFA ese día junto a él? ¿Era apropiado que asistiera al partido? El año que lo tuvo a Maradona como DT del Lobo aporta un sinfín de incógnitas, la mayoría sin respuesta. Cualquiera que no tiene intereses de ningún tipo hubiese bregado para priorizar el estado de salud.
En la búsqueda de una definición convencional, como si eso existiese, acerca de Diego Armando Maradona, nos encontramos ante la imposibilidad. Ernesto Cherquis Bialo, periodista ex director de El Gráfico y jefe de prensa de AFA dice que hay (por lo menos) siete u ocho Maradonas. Quizás la tarea se encuentre allí: es absurdo reducir al Maradona persona-futbolista. Es más que eso. Pero cada uno tiene el Maradona que se merece, claro. Porque al final, la imagen no se mancha.
Sofía Outeiral, jugadora de la categoría G del hockey femenino de Boca Juniors, compartió cómo el deporte fue una constante en su vida desde muy pequeña. La barilochense comenzó a jugar hockey a los 4 años en torneos intercolegiales, enfrentándose en el sur con la particularidad de jugar en pista, un formato indoor similar al futsal. Desde esos primeros años, el deporte fue forjando en ella una pasión y una dedicación inquebrantables.
“Desde los 4 años hasta los 17 seguí compitiendo en el sur, donde jugábamos el torneo ‘Lagos del Sur’ con otras provincias como Neuquén y Chubut”, relató. La transición al césped sintético no fue fácil. Sofía recordó la incertidumbre inicial, ya que no tenía experiencia en esa superficie. Sin embargo, el deseo de ser parte de La Ribera, el club de sus amores, la impulsó a intentarlo: “Pedí un palo prestado y me animé a las pruebas en Boca, fue un sueño que nunca imaginé”.
Sofía Outeiral compartió cómo fue su inesperado camino hacia el mundo xeneize y lo que la motivó a unirse al club. “Yo le había dado de baja a lo que era el deporte, medio que indagaba en otros deportes. Cuando salió todo esto fue muy loco porque vi en las redes sociales que habían armado un Instagram con el nombre Boca Hockey. Pero viste cuando se arma una de esas cosas que pensás ‘esto es cualquier cosa’. Un día veo en las historias que suben un formulario para las pruebas. Soy muy fanática de este club que se sentía muy irreal para mí. De la cantidad de solicitudes, este formulario se dio de baja. Un día fui a averiguar presencialmente, entré a las instalaciones y era todo muy nuevo. Me preguntaron si tenía ropa para entrenar y les dije que no. ‘Bueno, el martes venite’, me dijeron. Pasó un año y sigo soñando.”
El vínculo con su madre es esencial en su camino deportivo; fue quien siempre la apoyó y motivó. El amor por el club que ama también desempeñó un papel fundamental. Ser hincha xeneize la hizo vivir con intensidad la oportunidad de vestir la camiseta y de representar los colores azul y oro. “Es como una familia, mis días giran en torno a la institución”, afirmó emocionada.
La agenda de Sofía está llena de compromisos: entrenamientos diarios y partidos, sumado a sus estudios en Comunicación Digital, en los que se encuentra en tercer año de la carrera. Lograr el equilibrio no fue fácil, pero aprendió a gestionar el tiempo aprovechando los viajes en colectivo para estudiar. “Me relajé con la facultad para poder disfrutar de las dos cosas, pero siempre le dedico el tiempo necesario al estudio”, explicó.
El ascenso a la categoría F fue un logro memorable para Outeiral y sus compañeras. En su primer año como equipo, alcanzaron el campeonato y demostraron que la unión y el esfuerzo colectivo son fundamentales: “Tener un ascenso y campeonato todo en un año y en mi primera temporada es algo inimaginable. Hay un montón de chicas que tienen mucha experiencia en el club y te dicen que un ascenso y un campeonato no lo viven como nosotras. Lo nuestro era estar allá arriba. De hecho, nosotras ascendimos siete fechas antes de finalizar el torneo, es un montón. Todas las que estamos en el club somos muy hinchas de Boca y se intenta dejarlo en lo más alto siempre. Salir a darlo todo por el escudo y la camiseta que llevamos. Fue todo una locura en este último tiempo contener la adrenalina y siempre llevar a Boca en lo más alto. Yo creo que temporada tras temporada se va a poder llevar este ascenso”.
Las Xeneizes no perdieron ningún partido y solo les queda la última fecha para finalizar el campeonato. Ganaron 28 veces y empataron una sola vez de los 29 encuentros que disputaron, permaneciendo invictas del campeonato. Anotaron 139 goles a favor y recibieron 11. Lideran la tabla con 85 puntos, con una gran ventaja de 19 unidades con el equipo Municipalidad La Matanza,como su escolta.
Respecto a su preparación física y mental, la hockista que se posiciona como volante destacó el papel crucial del cuerpo técnico: “Creo que aquí el rol más importante que cumplen son los entrenadores y el cuerpo técnico en general. No nos pudo haber tocado un cuerpo técnico mejor para lograr estos objetivos que fueron de primer año. Hay una constante de parte de los entrenadores, siempre a disposición de que el equipo funcione bien. Porque esto es así; no es que si tenés una jugadora buena como Messi vas a poder anotar los goles y ganar. Necesitás un equipo, tanto las que están adentro como las que están afuera, y las que en el transcurso del año se fueron lesionando nos apoyaron desde la tribuna. Hicimos una buena preparación física; tuvimos una pretemporada que cada una hacía por su cuenta. En febrero nos dijeron en qué categoría iba a estar cada una, y en la pretemporada ya entrenabas con tu equipo y de ahí siempre ibas subiendo escalones. El preparador físico siempre intentaba que estemos más arriba. En invierno hicimos una mini pretemporada”.
– ¿Qué factores crees que fueron importantes para conseguirlo?
–Para mí, tener un cuerpo técnico que tenga una buena base es el sostén de todo. Como en todo equipo, siempre hay conflictos porque somos personas, y porque es un grupo que se formó de 40 personas en todo el plantel, sin conocernos, de muy diferentes edades y experiencias. Gente que nunca había jugado un Metropolitano, gente que nunca había jugado en un club de hockey; lo más importante fue la base de nuestro cuerpo técnico. Si surgía un inconveniente, siempre estaban ahí para hablar, muy motivadores. Cualquier conflicto que teníamos, lo resolvíamos en el vestuario y no lo dejábamos pasar, porque llega un momento en que se rebalsa todo. La comunicación es muy buena en el equipo. En el año tuvimos un montón de conflictos de pavadas en un entrenamiento o en la cancha, que son cosas que nos pasan a todas, y siempre tuvimos la predisposición de hablarlo. Creo que eso fue un punto muy positivo del equipo.
Además, la hockista habló sobre el impacto positivo de su entrenadora, Jorgelina Rimoldi y de la manager del club, Vanina Oneto, quienes han dejado una huella importante en Las Leonas. Los consejos y la cercanía de Jorgelina marcan la diferencia en cada partido: “Lo último que dice antes de un partido es: ‘Disfruten’, y eso marca la diferencia”, contó.
La jugadora boquense sueña con seguir creciendo en el hockey y aspira a jugar en el exterior, pero también valora la importancia de completar su carrera universitaria. Consciente de que el camino está lleno de desafíos, asegura que siempre estará lista para lo que venga: “Mis objetivos dependen de la facultad, pero siempre estaré lista para lo que venga”.
¿Por qué contarlo? ¿Por qué no? ¿La credibilidad disminuye cuando la pasión se confiesa? ¿Qué sucede con las nuevas camadas? La voz de los protagonistas y el enfoque de diversos especialistas.
“El tipo puede cambiar de todo: de cara, de casa, de familia, de novia, de religión, de Dios… pero hay una cosa que no puede cambiar, Benjamín: no puede cambiar de pasión“, afirmó con la soberbia de quien acababa de develar una verdad absoluta el personaje encarnado por Guillermo Francella en la película El secreto de sus ojos.
Y la expresión muta de la ficción a la realidad si se tiene en cuenta que en la vida de todo futbolero de ley constituye una de las cosas más esenciales, que conforma gran parte de su personalidad y motoriza algunas de sus convicciones más íntimas, una condición que le es propia e inajenable: el cuadro del cual se es hincha.
Podría afirmarse, sin temor al error, que en un buen número de casos fue justamente ese amor por los colores la causa, o al menos el puntapié inicial, para el interés en el fútbol en general y, en consecuencia, en el periodismo orientado a esa especificidad deportiva.
Sin embargo, para algunos de los periodistas deportivos que cubren fútbol, ese camino emocional – profesional no siempre puede ser contado, o peor aún, debe ser ocultado. Seamos más claros: buena parte de los periodistas deportivos esconden su condición de hinchas; algunos, incluso, la niegan.
¿Por qué sucede? ¿Cuál es la razón que lleva a una persona a convertir en secreto algo que le es tan distintivo y personal como el club de sus amores? ¿Es siempre posible encubrir el sentimiento? ¿La credibilidad del profesional disminuye cuando la pasión se confiesa? ¿Y cuándo no? ¿Acaso se trata de una práctica propia de generaciones anteriores? ¿Qué sucede con las nuevas camadas?
La propuesta es ahondar en esas y otras preguntas para entender los porqués, las causas y los efectos del fenómeno. De máxima, el ensayo persigue el desafío de arribar a una conclusión que aporte un valor agregado a la discusión.
LOS QUE NO
¿Cuál es la razón que lleva a una persona a convertir en secreto algo que le es tan distintivo y personal como el club de sus amores?
Los periodistas Alejandro Apo, César Luis Merlo, Marcelo Rosasco y Pablo Ladaga tienen algo en común: no dan a conocer de qué clubes son hinchas.
Alejandro Apo lo tuvo claro de entrada. Desde que comenzó a trabajar con 19 años un 4 de agosto de 1974 –“el día que nació el exjugador y actual técnico Cristian Kily González”, aclara- supo que no iba a comentar de qué equipo era hincha. “Y muy hincha”, enfatiza. Para ello, llevó adelante un auténtico operativo de lavado de imagen: desmanteló toda asociación que su entorno podía haber tenido entre él y el club de sus amores. “Empecé a desarmar todo. A los que conocía desde la adolescencia les destruí la idea del cuadro del que era hincha; comencé a decirles que no, que se habían equivocado”. Una suerte de “acá no pasó nada”.
Lo de César Luis Merlo se dio por decantación. Al ser un periodista deportivo especializado en mercado de pases, lo que implica trabajar con información exclusiva y confiada por parte de un sinfín de clubes, no consideró oportuno contar por quién alienta los fines de semana, ya que ello podría atentar contra su fuente laboral: “Para el afuera es algo que uno debe cuidar”.
Marcelo Rosasco recorre los pasillos de la redacción de la escuela de periodismo Tea y Deportea. A medida que visita las computadoras de sus estudiantes se confiesa hincha de un club distinto, generalmente del eterno rival del equipo al que es afín el alumno de turno, aunque no esconde su simpatía por Sportivo Italiano. “Yo no digo de qué cuadro soy porque es como un juego que hago. Durante los primeros años de docente tenía un preconcepto –que quizás aún conservo- de que si digo públicamente que soy de otro club que no sea Italiano van a pensar que siempre voy a hablar bien de ese club”, explica Rosasco al serle preguntado específicamente el motivo por el cual opta por mantener la incertidumbre.
Pablo Ladaga atribuye su silencio a una circunstancia puntual: su labor de relator. “Al estar en permanente contacto con el público en infinidad de canchas, elijo no contar por una cuestión estrictamente de seguridad”, comenta quien desde hace un año incursionó en el mundo de las redes sociales, más precisamente en YouTube.
Los cuatro comunicadores coinciden en que el público del fútbol argentino en general no está preparado para conocer esa información sin que ese conocimiento influya en el concepto sobre la credibilidad u objetividad del periodista.
Para Rosasco esto se debe a las características propias de nuestra sociedad, a nuestros orígenes –mayormente- latinos y a nuestra pasión futbolera “irremediable”, a la que tilda de “casi ilógica, irracional e inentendible en muchos casos”. A su vez, a ello le adhiere lo que considera “una cuestión innata de nuestra sociedad”, caracterizada por “la desconfianza, estar todo el tiempo bajo sospecha, lo que da la sensación de que si uno revela de qué club es, irremediablemente siempre va a tratar de favorecer con sus opiniones a ese conjunto”.
Sobre esto último, y en línea con Rosasco, gira la postura de Apo: “El hincha es muy desconfiado y tiene muchas ganas de saber de qué cuadro son los periodistas o los árbitros para poder insultarlos o desautorizarlos. Si yo confieso de qué equipo soy y en un momento lo elogio considerablemente, estoy seguro de que los hinchas que conocen ese dato van a decir ‘este habla tan bien de tal equipo porque es hincha, me lo dijo’”.
“Manifestar de qué cuadro sos y que te toque ir a relatar a la cancha del equipo rival tal vez te pueda traer una consecuencia indeseada, fruto del descontrol que provoca la pasión en el hincha de fútbol”, amplía Ladaga en ese punto.
Merlo también encuentra aquellos inconvenientes dentro de su temática de especialidad: “Puede suceder que diga que soy hincha de tal cuadro y cuando me toque dar una mala noticia del equipo rival van a decir ‘este tira esa noticia porque es del otro equipo’”.
De igual modo, también en forma unánime sostienen que esos atributos que deben guiar a todo periodista nada tienen que ver con la decisión de develar o no por quién se simpatiza.
Según Merlo, si el periodista tiene claro lo que piensa, lo que opina y su forma de manejarse, no se encuentra de ninguna manera comprometida su credibilidad. “La credibilidad es algo mucho más importante y profundo. Se construye día a día y es algo que indudablemente te tenés que ganar. La ética, la objetividad y la credibilidad van mucho más allá del simple hecho de decir que uno es de tal o cual equipo”, completa Ladaga.
Rosasco coloca a la ética profesional en un pie de igualdad afectiva con el cariño por los colores que lo representan: “El buen profesional separa bien los tantos, por eso queremos a nuestra profesión tanto como amamos al club del cual somos hinchas”. Incluso, advierte un beneficio en esa distancia: “Por supuesto que cuesta, pero en el mejor de los casos el ser buen profesional ayuda a mejorar la capacidad de hincha; el sentimiento que se tiene por determinados colores. Siendo buen profesional y no mintiéndose, demostrando honestidad y no una ceguera axiológica de los valores, podés criticar a tu equipo y no condescenderlo de una manera fanática”.
Si bien Apo comparte la visión de sus colegas, no descarta la posibilidad de que esos principios rectores de la profesión, en oportunidades, se encuentren cuestionados: “El público del fútbol es muy desconfiado y muchas veces (algunas con razón y otras sin) se siente estafado o piensa que no hay objetividad porque siempre se trata de la mirada subjetiva de uno. Habría que hablar de equilibrio para poder medir bien; no salirse de una manera equilibrada de ver un partido, un equipo, y analizarlo”.
LOS QUE SÍ
¿Por qué decirlo?
Ariel Scher es de Racing, Gonzalo Orellano de San Lorenzo, Matías Mancuso de Argentinos Juniors y Renato Della Paolera de Independiente. Ninguno se arrepiente de haberlo contado.
“Nunca oculté que soy de Racing, pero tampoco lo andaba diciendo porque no se me hacía necesario. Yo iba a ver a Racing, decía que era de Racing, pero no firmaba una nota como tal en los diarios en los que trabajaba. Cuando empecé a trabajar en radio lo empecé a decir con naturalidad, no lo evalué demasiado”, confiesa quien en 2023 fue distinguido como Personalidad destacada de la Ciudad de Buenos Aires.
El Bicho es una extensión de Matías Mancuso. Afirma ser hincha de Argentinos Juniors “de toda la vida” y no tener porqué callarlo. “Es algo que viene conmigo. Crecí haciendo periodismo en Argentinos, de manera que la cuestión atraviesa hasta mi currículum”.
Similar al de Mancuso son los casos de Orellano y Della Paolera; ambos se iniciaron en el periodismo partidario. “Yo no lo elegí, pero tampoco reniego que se sepa. Al contrario. No tengo porqué ni me interesa esconderlo”, refiere el periodista Cuervo, que siempre pensó su condición de hincha confeso “como algo positivo y no como un detrimento”. Por su parte, quien transita gran parte de sus días cubriendo la actualidad del Rojo, sostiene que “desde el día uno” tuvo la decisión tomada, aun cuando hace 23 años develar ese rasgo identitario no era algo habitual. “Nunca tuve la intención de negarlo”, completa.
Al igual que quienes eligen no ventilarlo, los cuatro advierten la existencia de cierta tensión entre la revelación por parte del periodista y la prejuiciosa vara juzgadora del público futbolero. También, de idéntica forma que sus colegas que mantienen en reserva su pasión, opinan que la manifestación de ese dato de índole personal en nada debiera incidir en un tercero al momento de evaluar la credibilidad u objetividad del comunicador.
NO TAN DISTINTOS
Pareciera ser entonces que, independientemente de que reconozcan públicamente o no su filiación futbolística, existe un consenso entre los entrevistados: hay una incomodidad en buena parte de la sociedad futbolera que pone en jaque la credibilidad o la objetividad del periodista cuando este da a conocer su condición de hincha.
El riesgo de perder la credibilidad o la objetividad
Sin dudas, el peligro está en que la afinidad y la identificación del profesional hacia determinados colores lo lleven a un sesgo crítico e ideológico que va en detrimento de la función social de informar con veracidad e imparcialidad; esto es, en otras palabras, caer en el “periodismo de bufanda”.
A Ladaga no le gustan los “nuevos tiempos” que está atravesando el periodismo deportivo que, a su juicio, se está inclinando cada vez más por sacar a luz la identidad futbolística de los cronistas con un interés subrepticio. “En los programas de paneles se trata de poner gente que es ‘hincha de’ y defender la postura de cada club para que se vayan identificando los hinchas. A mí no me gustan esas discusiones que pasan más por cuestiones tribuneras que profesionales”, reconoce el relator.
Rosasco destapa la olla. Para él, el hecho de que muchos periodistas hayan sacado los trapos al sol resultó, en un buen número de casos, nocivo. No solo por la creencia instalada de que habrá siempre un favoritismo ciego y acrítico por el club con el que se identifique sentimentalmente el cronista (“que si sos de River vas a hablar siempre bien de River y mal de Boca, y viceversa”, aclara, en efecto), sino porque, además, notó que ello trajo aparejada una consecuencia contraproducente: los periodistas se convirtieron, en un altísimo porcentaje, en barrabravas con micrófono.
En ese orden, considera que dicha excitación de identidad ha potenciado (incluso dentro del mismo club que representan) pasiones a favor y en contra. “De ahí que hay quienes siguen incondicionalmente a fulano o a fulana porque opinan lo que ellos creen respecto de un jugador, técnico, campaña o dirigente, entonces es un ídolo. Sin embargo, cuando la misma persona dice todo lo contrario a lo que piensan se convierte en un enemigo, incluso dentro del propio club en el caso de los partidarios”.
Esto último que plantea Rosasco indudablemente lleva a efectuar otro análisis:
El prejuicio del que parte el hincha
Scher no comulga con la presunción (cuya existencia advierte) de que si uno dice desde dónde piensa y qué cosa es -es decir, desde dónde construye su discurso-, va a perder objetividad. “Eso creo que tiene que ver con cómo se enhebran los discursos, cómo se extreman las identidades y cómo está este supuesto de que si vos tenés una identidad -que la tenemos todos- de diverso orden, vas a falsear el mundo. No es cierto”, razona antes de invitar a las siguientes preguntas retóricas: “¿Qué supondría que uno cuente la historia desde un lugar afectivo más próximo a Racing que a Independiente? ¿Acaso eso implicaría decir que Bochini jugaba mal al fútbol?”.
¿Podría decirse entonces que el público del fútbol argentino prefiere hacer oídos sordos sobre una verdad que conoce (que los periodistas deportivos son hinchas de equipos de fútbol), ya que, de establecer con especificidad ese dato (de qué cuadros son hinchas), aquello influiría en su concepto acerca de la credibilidad/ objetividad del comunicador?
Javier Sebastián Bundio es antropólogo, doctor en Ciencias Sociales e investigador del CONICET. En 2013 publicó su trabajo “El hinchismo como ideología radical” en el marco del cual analizó al conjunto de saberes, prácticas, valoraciones y actitudes de los hinchas de fútbol. Desde su mirada del tema, la lógica partisana del hinchismo argentino tiene mucho que ver en la problemática en cuestión, ya que la polarización que la caracteriza dividide el campo futbolero en amigos/enemigos y “con los amigos todo, con el enemigo nada”.
Explica que, visto de esa lógica, “lo que impera es la idea de que si sos hincha de un club vas a defenderlo por encima de los datos objetivos, por lo que habría una incompatibilidad entre ser periodista y simpatizante”. De ahí que, al tratarse de algo inevitable, quienes asumen esa postura “viven en un estado de indignación permanente”.
A su vez, Bundio menciona que, en ocasiones, son los propios periodistas los que con sus expresiones incentivan, alimentan o ejercen en forma implícita el hinchismo. ¿Cómo? Exponiendo indirectamente una ideología radical de fondo. “El mejor ejemplo es la naturalización de la homofobia y el racismo en el futbol argentino. Cada vez que un periodista mitiga la gravedad de esto, implícitamente está reforzando el hinchismo. También se ve en la doble vara con la que se juzga a la barra: cuando hace ‘la fiesta en la tribuna’ es una barra buena, pero cuando se pelea es mala, como si fueran cosas que puedan separarse”.
Scher ofrece más enfoques de análisis. Tomando el trabajo de Bundio, y desde la perspectiva de que “el hincha se enamoró más de su condición de tal que del fútbol (en un acto autocelebratorio)” menciona que, en ocasiones, hay afirmaciones o convalidaciones o validaciones del propio ser “a partir de no ser otra cosa”, y que eso en el fútbol empezó a pesar enormemente. En ese punto, entiende que todo se intensificó a partir de lo que se ha dado a llamar “la cultura del aguante” (yo resisto, yo soy esto), una forma de manifestarse que ha modificado en algunos aspectos el modo de ser hincha (en Argentina, muy palmariamente) y que ha vuelto mucho más difícil blanquear ese tipo de identidad.
Sobre el mismo foco reposa Rosasco, y añade que, para él, los periodistas son también alcanzados por el fenómeno: “Muchos ven como algo súper positivo no sólo reconocer de qué cuadro son, sino alardear; es decir, hacer bandera de que son ‘hinchas de’, porque hasta a los periodistas los alcanza esa suerte de ‘aguante’”.
LA CONFESIÓN
Andrés Burgo comenzó a ejercer periodismo en 1994. Sin embargo, hubo que esperar 17 años para que diera a conocer públicamente su condición de hincha de River. Lo hizo en un momento en donde el juramento de amor eterno a los colores requiere de una ratificación explícita: en 2011, tras el descenso Millonario a la segunda categoría del fútbol doméstico. ¿El método para la confesión? Una obra literaria cuyo título lo explica todo: Ser de River: en las buenas y en las malas: agonía descenso y resurrección desde la tribuna.
“Todo cambió con el libro Ser de River. Ahí me di cuenta de que era medio ridículo estar haciendo un libro del descenso de River sin contar mi situación de hincha, de hablar del sentimiento que me albergaba a mí como a todos los riverplatenses”, relata Burgo para exponer el sinsentido de la publicación del libro si no llevaba ínsita su relevación.
Otro periodista deportivo que en 2019 pegó el cimbronazo fue Martín Souto. En aquel tiempo, en una nota con la revista Paparazzi, admitió: “Me cansé de caretearla. Y eso también tiene que ver con el psicoanálisis. En los medios inevitablemente se caretea y no se puede decir todo lo que se piensa. Trato de dibujarla, ser objetivo, pero soy hincha de Boca de toda mi vida”. Para el exconductor de –entre otros- el programa televisivo El Aguante, que exhibía esa “cultura del aguante” a la que refería Scher, la terapia jugó un rol determinante para su decisión de contarlo.
En esa tónica también lo piensa el licenciado en Psicología por la Universidad de Buenos Aires (UBA) Facundo Cimarelli (MN 73619). Para el terapeuta, que de adolescente hizo inferiores en Defensores de Belgrano, el hecho de que el periodista deportivo no revele de qué cuadro es tiene que ver con la idea de mostrarse como profesional completo, como aquel que no tiene fallas ni rupturas. “‘No te voy a decir de quién soy hincha’ o ‘no soy hincha de ningún club’ es propio de quien se hace ver y escuchar como aquel que no participa de la dialéctica subjetiva y se ilusiona con ser ideal”, suelta.
La pregunta hacia el analista se impone: ¿Cómo es posible romper con dicho ideal ilusorio de completitud?
El licenciado indica que ello puede lograrse en la medida que el comunicador se posicione como sujeto. Aclara, en efecto: “Para eso deberá correrse de la mirada del otro. Esa mirada que anuncia que si sos de tal club no sabés nada, que nunca vas a hablar bien de tu clásico rival o que siempre vas hablar bien de tu club. Eso inhibe y paraliza. Ubicarse como sujeto implica verse con deseos, fallas, rupturas y angustias, y a partir de ahí sí queda habilitada la posibilidad de desear; en definitiva, de decir ‘soy hincha de tal club’. Cuando el deseo aparece, aparece la vocación y las más magníficas producciones singulares”.
Cuando es al revés: de hincha a periodista
Gastón Julián Gil es doctor y magister en Antropología Social, licenciado en Ciencias Sociales de la Comunicación e investigador del CONICET. También es hincha de Peñarol de Mar del Plata, uno de los dos clubes de baloncesto más representativos de la ciudad. Solo en un momento de su vida ejerció el periodismo, cuando trabajó en un diario. Durante ese tiempo, la ecuanimidad que demandaba la situación pausó el sentimiento: “Yo seguía siendo hincha de Peñarol, pero al estar trabajando en el diario, compartir viajes y realizar ciertas prácticas profesionales, tomé esa distancia. Recuerdo que me resultó bastante natural. Es posible hacerlo en fútbol también”.
Tomando como parámetro su experiencia (que desde su campo de estudio llama “vivencia autoetnográfica”) entiende que resultaría conducente poner en suspenso o no sacralizar algunas afirmaciones relativas a la identidad de la persona y el club: “Es la teoría nativa, así es como las personas nos vemos, pero muchas veces los fenómenos funcionan de otra forma, bajo otros parámetros, y ese club se puede cambiar y esas identidades se pueden poner en suspenso, aunque eso esté por fuera de las creencias más importantes de nuestra sociedad”. Por si acaso, aclara: “Cuando dejé la actividad de periodista volví a ir a la cancha como antes”.
En esa inteligencia, su colega Bundio esboza un cuestionamiento hacia la premisa inicial de la que parte este trabajo; esto es, la relación entre el hincha y el club en términos identitarios. Explica que, como en todo, existen matices, por lo que sostener que en todos los casos el vínculo del simpatizante con el equipo es de marcada intensidad constituye más un prejuicio que un dato: “Primero debemos partir de que no todos tienen una identificación tan fuerte como hinchas, y que es posible disfrutar del futbol sin tener un grado de identificación alto. En segundo lugar, pienso que la palabra ocultar también indica que está mal ser periodista y ser hincha, lo cual no es correcto. Es posible hacer análisis deportivos objetivos y ser un profesional intachable y, al mismo tiempo, se puede ser hincha”.
¿La develación del misterio puede traer consecuencias en el mercado laboral?
La mayoría de los entrevistados opina que poner sobre la mesa la cuestión identitaria no resulta un factor de incidencia en el plano laboral.
Un ejemplo claro es el que trae a colación Ladaga: “Yo hice las campañas de All Boys, de River y de San Lorenzo, y si bien no soy hincha de ninguno de los tres, nunca tuve la necesidad de decirlo ni tampoco me lo cuestionaron. Tampoco considero que haber sido hincha de esos equipos me hubiere representado algún beneficio o dotado de alguna virtud más a la hora de informar”.
Ese también es el pensamiento de Burgo, aunque advierte que quizás algo haya tenido que ver su confesión para que le haya surgido la posibilidad de hacer streams o columnas relacionadas al conjunto de Núñez, o de publicar otros nuevos libros de River que vieron luz después de haberse “liberado”.
Orellano trabaja en medios convencionales y en los “no tan convencionales”. Desde su visión, el mercado hoy busca una manera de hacer periodismo en la cual “…el hecho de mostrarse como hincha termina beneficiando al periodista porque lo dota de una forma particular de expresarse o comunicarse con el otro”. En ese sentido se enrola la postura de Merlo: “En cuanto al mercado laboral, creo que eso es subjetivo, porque hay quienes han blanqueado de qué cuadro son y quizás tuvieron más propuestas de trabajo”, apunta, para reforzar esa idea.
Leonardo Chicho Zárate trabaja en televisión y en radio. Él no revela de qué cuadro es porque, entiende, ello podría incidir negativamente en su trabajo, más precisamente en lo que califica como una de sus “tareas principales”, que consiste en cubrir entre tres y cuatro partidos por fin de semana desde el campo de juego, pegado a la línea de cal. Amén de ello, encuentra cierto beneficio en la decisión tomada por quienes develan su pasión: “En los últimos años se estila más el hecho de generar contrapuntos periodísticos entre los principales clubes. Esto hizo que más periodistas identificados con distintos clubes hayan encontrado un lugar en los medios nacionales”.
Hay quienes ven un peligro en la revelación. Es el caso de Apo, cuya opinión sobre el asunto es tajante: “No me gusta nada que los jóvenes periodistas de radio y televisión digan de qué equipo son, porque han perdido trabajos por eso”. Comenta que, en algunas radios en las que estuvo, las autoridades han evaluado ese tipo de casos y han optado por no contratar a relatores o comentaristas para evitar inconvenientes en las canchas. “Una cosa que me da mucha bronca porque se trata, muchas veces, de profesionales muy valiosos”, reflexiona.
Mancuso aporta algunas cuestiones a tener en cuenta: primero, que “hoy en día la gente en las redes sociales es muy salvaje”; segundo, que no tiene el mismo impacto para el público en general ser hincha de los denominados “equipos grandes” o de los otros, que “caen más simpáticos”. Para describir esta última opinión remite a un ejemplo personal: “No es lo mismo ser hincha de Boca o River que ser hincha de un club más de barrio, más familiar. Por ejemplo, cuando digo que soy hincha de Argentinos Juniors, todos me miran con buena cara. En cambio, cuando un periodista dice que es hincha de San Lorenzo, la mirada cambia. Es distinto que la información de River la diga un hincha de Boca, a que la diga un hincha del Bicho”.
EL ENCUBRIMIENTO
¿Es siempre posible encubrir el sentimiento? No siempre. En algunos casos sí, como lo hace Apo, quien a pesar de que a menudo se topa con gente que no le gusta desconocer de qué cuadro es él, refiere haberlo llevado siempre con naturalidad. “‘Dígamelo a mí, yo no se lo digo a nadie’ y esas cosas me dicen. Lo atravesé durante todos los tiempos”.
En otros, pareciera que por más ensayo que se intente por disfrazarlo, el enigma se termina por develar. “Hay periodistas que no dicen de qué equipo son hinchas y se les nota más, y son más imparciales que algunos que decimos de qué equipo somos. Se nota mucho aquellos que son de un equipo y no lo dicen”, sincera Burgo.
“Entiendo y comparto aquel que no lo quiera decir, pero hoy todo está bastante exacerbado y uno puede darse cuenta fácilmente, siendo consumidor de radio, televisión o streaming, de qué cuadro es la persona de que te está hablando. Son muy pocos aquellos que lo esconden bien”, dispara Orellano. Uno de los métodos para detectar el secreto encubierto es aquel que Gil considera, opera consciente o inconscientemente desde el plano emocional: “Como siempre va a haber sesgos, a veces el sesgo hace que el periodista sea mucho más riguroso con el equipo del cual es hincha, justamente porque se está cubriendo”.
LAS NUEVAS CAMADAS DE PERIODISTAS DEPORTIVOS
¿A medida que desembarcan las nuevas camadas de comunicadores (incluso en los “medios no convencionales”) se abandona cada vez más la idea de ocultar sus condiciones de hinchas?
En este punto pareciera existir un consenso entre los entrevistados. A partir de lo conversado con ellos, daría la sensación de que las nuevas camadas no seguirían con la práctica de las generaciones anteriores, en el que la distancia entre la profesión y el sentimiento hacia determinado club tenía un rol protagónico en aras de garantizar la ecuanimidad.
“Noto que las nuevas camadas tienen menos pruritos a la hora de blanquear estas cosas. No las veo ni bien ni mal, son decisiones personales. Sí creo que es una tendencia del periodismo más joven”, comenta Merlo. Un futuro similar es el que vaticina Della Paolera, quien relaciona el nuevo fenómeno con el avance tecnológico y las nuevas formas de comunicar: “La creación de nuevas plataformas que permiten que distintos jóvenes profesionales se inicien en el periodismo hace que se muestren con mayor espontaneidad y hayan roto con ciertas barreras o pruritos que había años atrás. Cada vez son más los periodistas que blanquean y comprueban que eso no les trae ningún perjuicio. A su vez, eso hace a que cada vez se animen más”, cierra.
Con argumentos similares y desde la experiencia de su trabajo en el programa que se emite por un canal de YouTube, Orellano no sólo llega al mismo pronóstico que su colega, sino que, además, abraza el cambio de paradigma: “A corto o mediano plazo se va a saber fehacientemente el cuadro del que es hincha cada periodista, y lo veo como algo positivo porque los streaming descontracturan eso. Hoy en día, el hincha se está volcando cada vez más a los streams, a los canales de YouTube o los medios no tan convencionales, y con las nuevas camadas y en la forma en la que están planteados los programas, la situación está dada para que eso suceda”.
La mirada antropológica de Bundio asocia esta circunstancia a la idea de “autenticidad”, muy ligada a las nuevas formas de comunicación. “Estamos en una era donde el consumidor elige qué consumir y qué no. Hoy tenés la posibilidad de elegir entre múltiples opciones, y vas a tender a elegir seguir comunicadores que expresen tus ideas y sean hinchas de tu equipo, porque es más fácil identificarte con ellos”. No obstante, el investigador aclara que lo importante radica en que el objeto de consumo (en este caso el programa o el periodista) sea honesto sobre lo que comunica y sobre quién es.
Scher trae a colación, a los fines explicativos, un postulado del filósofo alemán Carlos (Karl) Marx. Menciona que el pensador decía que la experiencia (praxis, según cómo se traduzca) determina a la conciencia. “¿Qué quiere decir esto?”, pregunta. Y se responde: “Que aquello que vivimos se nos vuelve aquello que interpretamos, que pensamos, que somos. Es difícil pensar por fuera de la experiencia. Entonces, si se vuelve una praxis naturalizada ubicarse en el lugar de decir de qué cuadro se es hincha, se naturalizará o se extenderá dicha práctica. Eso no quiere decir que esté bien ni que esté mal”. De ahí que, dice, en la medida en la que sea costumbre develar la identidad de ser hincha, esa praxis se multiplicará, fundamentalmente si lo hace gente muy referencial, aunque reconoce que eso no quiere decir que se esté avanzando o retrocediendo. “A lo sumo será sólo la instalación de una nueva praxis, de una nueva experiencia, de una nueva moda. En definitiva, son batallas culturales, construcciones de sentido”, finaliza.
CONCLUSIÓN
Se ha intentado ahondar en la temática planteada a partir del testimonio de diversos periodistas, con disímiles opiniones y posturas. A su vez, se han complementado las visiones del fenómeno con otros enfoques: el campo de la antropología y el de la psicología. Por último, se ha echado mano a las fuentes documentales y de archivo.
En primer término, debe señalarse que el diagnóstico de los periodistas sobre el asunto es, tanto para los que revelan de qué equipo son como para los que no, muy similar: la sociedad futbolera tiene incomodidades con saber de qué clubes son los comunicadores. Es esa la primera conclusión.
Otro punto a destacar es que pareciera ser que la confesión de la pasión no incide –al menos negativamente- en el plano laboral, sino todo lo contrario; la revelación traería aparejada la apertura de mayores puertas en el mercado. No obstante, no hay que soslayar que las mayores dificultades se les presentarían a aquellos que tienen que asistir periódicamente a las múltiples canchas del país y están en contacto permanente con el calor y las emociones tribuneras.
No existe entre los profesionales una animadversión o enojo hacia el que, en la disyuntiva de dar a conocer o no los colores por los que hincha, opta por una decisión distinta. Muy por el contrario, a partir de las entrevistas se ha notado cierta empatía, entendimiento y comprensión; no solo hacia el colega sino también hacía el grado de complejidad de la problemática.
En ese sentido, se ha notado que los cronistas que mantienen en reserva su filiación futbolística, emparentando dicho acto con cuestiones ligadas a la profesionalidad, han manifestado en oportunidades su reconocimiento en ese terreno a periodistas que sí cuentan por quienes hinchan. Marcelo Rosasco destacó “cómo hacen su laburo con una dignidad y profesionalidad única” trabajadores como Alejandro Fabbri, Eduardo El Polaco Caimi y Ariel Scher, confesos hinchas de Platense, Independiente y Racing, respectivamente. Este último también distinguió la tarea de colegas que se enrolan en la postura contraria: “Hay periodistas de muchos años que nunca dijeron ni dicen ni dirán de qué club son hinchas, no lo sabemos ni sus amigos y han hecho grandes laburos”.
Ello permite reflexionar acerca de qué tan importante es conocer la identidad futbolística del informante, puesto que, la confesión de ésta (por sí sola) en nada influiría a los efectos de evaluar su objetividad o credibilidad. ¿Cuándo sí están en jaque esas cualidades? Cuando la objetividad es superada por el fanatismo y, como apunta Rosasco, lleva al profesional a una ceguera axiológica de los valores, a una condescendencia fanática hacia su equipo y, al mismo tiempo, a una negación absoluta de las bondades del rival: un combo letal que quebranta el grado de credibilidad hacia el comunicador.
Ahora bien, partiendo de esa lógica compartida entre los entrevistados al describir el riesgo en el que se podría incurrir, cabría de preguntarse si aquellas cuestiones (que atañen a la ética, a la falta de profesionalismo y a la parcialidad) no tienen más que ver con ser un “mal periodista” que con la discusión sobre si el profesional devela su afecto hacia tal o cual club.
Quizás, en los tiempos que corren, el futbolero ya no tenga que indagar acerca del club por el cual simpatiza el periodista porque eso ya no resulte crucial para merituar la objetividad del profesional. Tal vez hoy ese riesgo en la honestidad periodística provenga de otros intereses. “Es obvio que todos los periodistas son hinchas de algún equipo. Que lo digan o que no, la verdad que a mí ya no me cambia tanto. Además, hay muchos más intereses por detrás, por lo que saber de quién es hincha yo no lo veo hoy como un factor tan importante”, ilustra Burgo, que conoce bien el paño ya que supo estar en las dos veredas, y hoy cree que el meollo de la cuestión pasa por otro lado. Quizás sea ésta la punta del ovillo desde donde se deba continuar explorando.
Por otro lado, uno de los grandes aportes de los entrevistados ha sido el cuestionamiento esgrimido por los antropólogos Bundio y Gil acerca del camino emocional – profesional del que parte este trabajo, o al menos sobre el alcance de la identificación o su grado de intensidad, que no siempre se presenta de una forma tan arraigada. Dicho en otros términos, que la unión del hincha con el club no siempre constituye un rasgo identitario, aún para quienes aman el fútbol. Se ha explicado también que “ese club se puede cambiar y esas identidades se pueden poner en suspenso”. Gil plantea que desde el campo de la antropología de las Ciencias Sociales se podría realizar una investigación rigurosa en la que se analicen las trayectorias de un determinado conjunto de periodistas y, de esta forma, ver cómo los comunicadores han lidiado con la cuestión. Queda la invitación sobre la mesa.
Como corolario, corresponde señalar otra impresión: entre las posturas de los entrevistados hay más puntos de encuentro que diferencias, independientemente de su manifestación en torno al club de sus amores. Una de ellas tiene que ver con la mirada a futuro: las nuevas camadas y los nuevos medios de comunicación rompen con las tradiciones anteriores y, como enseña Gil, “crean un nuevo paradigma de ética”. Tal como sostiene Scher, este cambio no representa ni un avance ni un retroceso, sólo muestra una nueva praxis naturalizada que también podrá verse modificada a lo largo del tiempo y que, en definitiva, tiene que ver con disputas culturales y construcciones de sentido.
En una de esas, la frase del personaje de ficción caracterizado por el actor racinguista no evidencie una verdad absoluta. Lo obtenido a partir de la voz de los protagonistas y especialistas en las relaciones entre el ser humano, la cultura y la sociedad, quizás permita encontrar matices que la controvierten. Sin embargo, existe una certeza: a ninguno de los periodistas se le pasa por alto un partido de su equipo.
El jugador de fútbol debe tomar en cuenta la palabra “profesional”. No deberían salir de fiesta ni faltar a los entrenamientos. Tampoco participar en un torneo de fútbol 7 sin aviso previo porque sería una falta de respeto a la institución. Sin embargo, desde el viernes pasado, día que arrancó la Copa Potrero, un torneo amateur organizado por Sergio Aguero, figuraron distintos futbolistas profesionales que jugaron y conformaron algunos de los cuarenta equipos del evento.
La Copa Potrero, que reparte más de 350.000 dólares en premios, no solo cuenta con exjugadores de primer nivel, como José Sand, Marcelo Barovero, Mariano Pavone e incluso Ariel Ortega, el ídolo de River, quien debutará como capitán el martes con Área Sports Team. También participarán distintos streamers e influencers, como “Markito” Navaja y “Chapu” Martínez. Más allá de la entretenida distribución en cada equipo, hubo, hasta ahora, cuatro jugadores, comprometidos en una institución, que la jugaron y generaron malestar y desvinculaciones en sus respectivos clubes.
El primero fue el caso de Lautaro Torres, quien no disimuló su participación en el evento: lo captó la transmisión de ESPN cuando ingresó desde el banco con la camiseta del Monterreyes en la derrota 2-0 ante Alto Pasto, jugó bajo un nombre falso (el de “Luciano Torres”) más allá de que en la planilla figuraban sus datos, y, lo más grave, debía disputar al día siguiente el partido de vuelta por la final del reducido ante Colegiales, equipo que ganó 2 a 0 en el global y ascendió a la Primera Nacional tras 68 años.
“El club Atlético Los Andes informa a socios/socias, simpatizantes y al público en general que ha decidido desafectar del plantel profesional al futbolista Lautaro Torres y nos encontramos trabajando en su desvinculación contractual, debido a una conducta que constituye una falta grave”, expresó por redes sociales el club de Lomas.
Torres, de 28 años y surgido de las inferiores de Ferro Carril Oeste, también mediante redes sociales, decidió disculparse: escribió que tuvo un accionar erróneo, sufrió una semana difícil por haber recibido amenazas y que aceptará cualquier medida que se aplique de cara a su futuro.
Ian Vera jugó para Alto Pasto en la Copa Potrero y San Lorenzo, club que lo adquirió a préstamo desde Estudiantes de Buenos Aires, decidió rescindirle la cesión. El delantero de 19 años ya hacía más de dos semanas que no concurría a los entrenamientos ni concentraba con la reserva. Vera, que había subido una historia a Instagram en alusión a su debut en el torneo amateur, se expresó nuevamente por redes y dejó en claro, en defensa propia, que no competía hace cuatro meses, por lo que tampoco se encontraba entrenando. Además, aseguró que nunca se sintió jugador del Ciclón y que seguirá en el evento.
Si bien Comunicaciones no se jugaba nada por el ascenso a la Primera B Nacional tras quedar onceavo en la tabla general de la B Metropolitana, no pasó desapercibida la participación del defensor Agustín Minnicelli, quien incluso salió expulsado en un partido del evento ante La Sub 21. También quedó desafectado. El contrato se le vencía el 31 de diciembre, por lo tanto, no seguirá en el club.
Un exjugador de Independiente se hizo presente. La situación de Juan Román Zarza venía en declive: pasó del Rojo, a préstamo, a Excursionistas, club donde terminó en la reserva por no ser considerado. Y se le suma el castigo por participar en el torneo organizado por el “Kun”. El secretario general, Daniel Seoane, comentó por radio La Red que seguramente se junten los abogados para rescindirle el contrato.
La gloria por ir a por los dólares se terminaron para estos dichos futbolistas. El 24 de noviembre, un día después de la final de la Sudamericana entre Racing y Cruzeiro, finalizará la Copa Potrero, que ya, al menos este fin de semana largo, despertó el enojo y las desvinculaciones de clubes a futbolistas profesionales.
Sergio Agüero, el organizador del evento, habló en ESPN respecto a las rescisiones de contrato y dejó en claro que el torneo lo hicieron para divertirse y que los jugadores que están en actividad en clubes pueden hacer lo que quieran. Pasaron tres días y cada vez aparecen más casos. Ayer, dato no menor, desvincularon a cuatro futbolistas de Alem, equipo que milita en la Primera C. En fin, la Copa Potrero les jugó una mala pasada a los jugadores del ascenso.