martes, julio 8, 2025
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De los potreros a la gloria: el imparable sueño de Deportivo Riestra

Cumple su sueño quien resiste. Después de tantos años en el ascenso argentino y por la lucha de conseguir la gran hazaña, El Blanquinegro consiguió subir de manera heroica a la A, luego de vencer a Deportivo Maipú en la final del reducido.
Cumple su sueño quien resiste. Después de tantos años en el ascenso argentino y por la lucha de conseguir la gran hazaña, El Blanquinegro consiguió subir de manera heroica a la A, luego de vencer a Deportivo Maipú en la final del reducido.

El Malevo pasó por todas las divisiones del ascenso argentino, hasta que llegó a la élite del fútbol nacional tras un gran crecimiento en el club, instalaciones y categorías inferiores, gracias a la llegada del gerenciamiento de Speed Unlimited, desde 2013. Actualmente está pasando uno de los mejores momentos de su historia, tras el ascenso a Primera División en 2023.

Producción: Ramiro Carrillo, Facundo Ferrini, Lucas Perez Bedini, Tomás García Mojica y Joaquín López Pizarro.

Jonatan Goya: de querer dejar de jugar a la pelota, a Primera y ser el jugador con más presencias con la camiseta de Deportivo Riestra

El volante de 35 años llegó al club con 15, recorrió en él todas las categorías del fútbol argentino, vivió el cambio de imagen de la institución y hoy disputa la Liga Profesional de Fútbol.

Por Tomás García Mojica y Ramiro Carrillo

Fortaleza mental. De chico casi deja de jugar porque no era tenido en cuenta, pero las figuras de sus padres fueron cruciales para que siga y llegue a Primera.
Fortaleza mental. De chico casi deja de jugar porque no era tenido en cuenta, pero las figuras de sus padres fueron cruciales para que siga y llegue a Primera.

Cuando uno habla de “futbolistas del ascenso” piensa que son jugadores que disputan no más de dos temporadas defendiendo la camiseta de un mismo club, y más aún cuando ese jugador llega al equipo con éste en la última categoría del fútbol argentino. El caso de Jonatan Goya no es uno más, sino que es de los pocos que lograron hacer casi toda una vida en el mismo club y conseguir jugar en todas las divisiones hasta llegar a la Liga Profesional de Fútbol.

El 14 de mayo de 1989 nacía Goya y con él la historia de alguien que las pasó, y aguantó todas. Con 14 años le dieron ganas de jugar a la pelota, por lo que hizo pruebas para entrar en Acassuso y Colegiales, aunque en ninguna de las dos tuvo éxito, entonces se dedicó a trabajar en la panadería de su familia junto a su papá. Un año y medio después, sus amistades lo invitaron a entrenarse con Deportivo Riestra -que para ese momento era un equipo que militaba en la quinta categoría de Argentina- y allí empezó su historia con la institución oriunda de Nueva Pompeya.

“Yo tenía dos horas y media desde mi casa al club, salía a las 12 y volvía a las 20, pero era algo que formaba parte del sacrificio que tenía que hacer porque nadie te regala nada”, cuenta quien se crió en Los Polvorines, Buenos Aires, que fue el único de su grupo de amigos en quedar seleccionado entre los nuevos juveniles que iban a representar a El Malevo.

Con el paso de los años y ya asentado en las inferiores de Riestra, en ese entonces quien era director técnico de la primera del club, Rodolfo de Paoli, lo vio entrenarse y lo citó para subir al plantel mayor, algo que Jony cree que “se fue dando” y nunca había planeado. Ese debut en 2008 pasó y al año siguiente la institución blanquinegra decidió hacer un proceso con jugadores jóvenes, con él incluido, por lo que su lugar en primera se aseguró año tras año.

Sin embargo, cuando el equipo disputaba una de sus temporadas en la ‘C’, al mediocampista no le tocaba jugar mucho y empezó a creer que lo mejor iba a ser dejar la actividad profesional: “Le dije a mi viejo que quería dejar de jugar al fútbol y me iba a poner a laburar de nuevo en la panadería con él, pero junto a mi mamá me convencieron de terminar ese año, pensar durante las vacaciones y definir qué hacer. Gracias a Dios decidí seguir”, expresa.

Ya con 10 años en El Malevo, Goya se dio cuenta que tenía tiempo libre que perdía sin hacer nada, por lo que se anotó en un curso de Finanzas personales “cómo para probar” durante seis meses. Ahí nació una nueva pasión, ya que hizo un año entero del curso para aprender sobre ese aspecto y que lo llevó a abrir su cabeza, comenzar a leer y hasta usar las redes sociales como medio para seguir el aprendizaje junto a economistas especialistas en el tema.

“Hoy pienso de una manera opuesta a como lo hacía cuando tenía 18 años. Empecé a estudiar inglés, le agarré el gusto a la lectura y leo libros sobre economía. Son cosas que me ayudan a alejarme un rato del fútbol y despejarme o aislarme, me hacen muy bien”, relata el padre de Azul, su hija de seis años que le gusta ir a la iglesia católica con él.

Asimismo, a sus 35 años aprovechó para terminar el secundario junto a su primo y su hermana, con quienes se anotó en el Plan Fines que ofrece el Ministerio de Educación de La Nación, para así recibir el título que, según cuenta, “por distintas situaciones” no pudo conseguir cuando era adolescente, pero que le resulta importante.

A la fecha, Goya aún cuenta con un “mini negocio” de venta de aberturas (puertas, ventanas) junto a un socio que le dio el fútbol. “No es un laburo pero es un ingreso extra que también sirve pensando en el día de mañana -cuando se retire-. En el jugador de ascenso es el laburo y luego el fútbol”, afirma.

Si bien aún no piensa en dejar la actividad profesional, el volante no deja de imaginar su futuro y lo que será de su vida sin jugar a la pelota todas las semanas, por lo que por su cabeza rondan las ideas de seguir ligado a este deporte pero desde un área administrativa y no meramente en el campo de juego: “No me llama hacer el curso de técnico. Tampoco me veo como DT o ayudante de campo, me gustaría ser representante o mánager”, argumenta.

Con 14 años de carrera en la máxima división de Deportivo Riestra, Goya se convirtió en el futbolista con más participaciones en partidos (365) con la camiseta de El Malevo y en ese transcurso vivió a flor de piel la transición que tuvo la institución con la llegada de la marca de bebidas energéticas Speed Unlimited en 2013 y el gerenciamiento del abogado Victor Stinfale, quien supo trabajar con Diego Armando Maradona. “Cuando yo era chico en las inferiores no había niños ahí, prácticamente no había categorías que no fuesen la mayor, y hoy están todas las categorías completas. La llegada de Speed fue un antes y un después”, agrega.

También recuerda los momentos duros que pasó en la institución, como cuando debían alquilar cualquier cancha para poder entrenar o ir a plazas y parque para poder hacerlo, porque las condiciones del club eran malas. “La cancha de reserva la alquilaban a ferias de otros países para que haya otro ingreso económico, pero nosotros después teníamos que entrenar y era un desastre. Hoy en día no es nada que ver, tenemos canchas en excelente estado, el complejo hermoso, la estructura”, explaya el experimentado volante.

Si bien su figura en el equipo puede ser imponente por toda su historia y tiempo que lleva en él, Goya remarca que no se siente un referente y no quiere serlo, está feliz en el rol que ocupa para ayudar a los más chicos y aportar desde donde le toque hacerlo. Asimismo, agradece el camino estar donde se encuentra hoy cuando mira para atrás y recuerda todo el sacrificio que hizo para lograr su sueño.

Hoy el club disputa la Liga Profesional de Fútbol y Jony pasó por todos los momentos del blanquinegro, desde la última hasta la máxima categoría de Argentina, con cinco ascensos en el camino que lo llevaron al mejor momento de su historia. “Hoy estamos bien, con una buena campaña este año y con la cabeza en permanecer en la categoría, que es nuestro objetivo principal. El club cambió mucho y está mejor que nunca”, cierra Goya.

De los torneos barriales a Primera División: el desarrollo de un club

A lo largo de los últimos diez años, Riestra consiguió cuatro ascensos para lograr llegar a la máxima categoría del fútbol argentino.

Por Joaquín López Pizarro y Lucas Perez Bedini

Una resistencia invicta. Hasta el momento, Riestra ha perdido solo una vez como local en la Liga Profesional 2024 y derrotó a equipos importantes como San Lorenzo y River Plate.
Una resistencia invicta. Hasta el momento, Riestra ha perdido solo una vez como local en la Liga Profesional 2024 y derrotó a equipos importantes como San Lorenzo y River Plate.

Deportivo Riestra, conocido formalmente como Deportivo Riestra Asociación de Fomento Barrio Colón, fue fundado el 22 de febrero de 1931. Su nombre proviene de la avenida donde se ubicaba la lechería que frecuentaban sus fundadores. A lo largo de su historia, ha sido un club que luchó principalmente en las divisiones inferiores del fútbol argentino. Sin embargo, en los últimos años ha experimentado una transformación significativa bajo una nueva administración, lo que ha impulsado su ascenso y protagonismo en el fútbol argentino.

Riestra debutó oficialmente en torneos de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) en 1946, participando en la entonces denominada Tercera de Ascenso (hoy Primera C). Durante las décadas de 1930 y 1940, el club compitió en torneos barriales, con su distintiva camiseta blanca y negra a rayas verticales, una elección hecha para diferenciarse de otros equipos. En 1950, fue uno de los fundadores de la actual Primera D, y en 1953 obtuvo su primer título, ascendiendo a la C.

A lo largo de los años, El Malevo se mantuvo en las divisiones más bajas, y en 1977 logró su mejor campaña en la Primera C, finalizando en tercer lugar detrás de Sarmiento y Deportivo Español.

El gran punto de inflexión para el equipo del Bajo Flores llegó en la temporada 2013/2014, cuando militaba en la Primera D. Ese año, Riestra ganó el campeonato y subió a la cuarta categoría. Meses después, lograron el ascenso a la Primera B Metropolitana tras vencer a Dock Sud en la final del reducido.

Ya en tercera división, el club continuó en crecimiento, y en 2017 arribó a la B Nacional. Sin embargo, un partido polémico ante Comunicaciones, con una quita de puntos, le costó el descenso. A pesar de ello, en 2019, Deportivo Riestra consiguió regresar a la actual Primera Nacional.

El momento más glorioso en la historia de la institución fundada en 1931, fue en la temporada 2023 cuando accedió al reducido de la B. Bajo la dirección técnica de Matías Módolo, el equipo derrotó a rivales de peso, como San Martín de Tucumán, Quilmes y Almirante Brown, superando a todos en condición de visitante. Finalmente, Riestra ganó la definición del Reducido ante Deportivo Maipú de Mendoza, asegurando su lugar en la Liga Profesional.

Los orígenes de su fortaleza

Su primer campo de juego fue un potrero situado en la intersección de la calle Riestra y Agustín de Vedia. Posteriormente, el club se mudó a Lacarra y Riestra, donde construyó su primer estadio en 1950. Esta instalación se levantó en terrenos alquilados al dueño de una molienda de huesos y sirvió para todos los partidos del equipo hasta 1981, cuando fue expropiado por la dictadura militar para la construcción de una autopista.

En 1979, el Deportivo Riestra adquirió un terreno de 2.5 hectáreas en Ana María Janer y Avenida Varela, a solo 20 cuadras de la Plaza Flores, en una zona con una fuerte presencia de seguidores del club. El 20 de febrero de 1993, se inauguró allí el estadio actual, que lleva el nombre de Guillermo Laza, quien fuera vicepresidente del club. Con una capacidad de 3.000 personas, se ha convertido en el hogar definitivo y una fortaleza para el Malevo.

 

Deportivo Riestra y la inyección de energía que le dio Speed Unlimited

La llegada del sponsor revolucionó a El Malevo, acompañándolo desde su época más oscura (la última categoría del Fútbol Argentino) hasta la Primera División. Un cambio radical que mejoró a la institución en el ámbito deportivo.

Por Facundo Ferrini

Con el apoyo de un ídolo nacional. Gracias a su gran relación con Víctor Stinfale, Diego Maradona siempre acompañó a Deportivo Riestra.
Con el apoyo de un ídolo nacional. Gracias a su gran relación con Víctor Stinfale, Diego Maradona siempre acompañó a Deportivo Riestra.

Con una historia modesta y sin grandes logros en su palmarés, pasó la gran mayoría de sus años en las categorías inferiores del fútbol argentino. Sin embargo, todo cambió en 2013. Llegó Speed Unlimited, gerenciador del equipo. La marca arribó con una estrategia clara de cómo transformar al club. Aportó dinero y se convirtió en el principal sponsor del equipo argentino.

En esta historia entre el equipo de Nueva Pompeya y la marca energizante hay un nombre propio muy importante: el de Víctor Stinfale, abogado que representó a figuras como Diego Armando Maradona y José El Abuelo Barrita, ex jefe de la barra brava de Boca Juniors. Stinfale, junto a la marca de bebida energética tomaron el control operativo del fútbol de Riestra, en ese momento disputaba lo que sería hoy la última categoría del fútbol nacional. Desde el club, siempre se dijo puertas adentro que era un “Gerenciamiento Sui Generis” (colaboradores que dan una mano).

Desde que este sponsor comenzó a tener injerencia en el fútbol del Blanquinegro, los resultados fueron más que positivos: en la temporada 2013/14, consiguió el ascenso a la primera C para, hasta el día de hoy, no volver más a la primera D. Sin conformarse con esto, en 2014 venció a Dock Sud y subió a la Primera B Metropolitana, en la que se mantuvo hasta 2017. En ese año, Deportivo Riestra jugó una final frente a Comunicaciones que terminó con el partido suspendido y quita de puntos a futuro. Escaló una categoría más pero bajaría rápidamente. En 2019, regresó a la segunda división para no bajar más hasta el 2023, cuando consiguió el mayor logro de su historia, el ascenso a la máxima categoría.

Jonatan Goya, jugador con más partidos en la historia de Deportivo Riestra, declaró sobre cómo cambió para bien el club desde la llegada del sponsor: “Todo desde la llegada de Speed, fue un antes y un después. Está a la vista. Estar acá, tranquilo y bien, es satisfactorio. Cuando yo era chico en las inferiores no había niños en las juveniles, prácticamente no había, y hoy tenes todas las categorías completas”. Además, explicó la importancia de entrenar en La Candela (ex predio perteneciente a Boca Juniors), ya que antes de que llegue este sponsor no tenían un complejo de entrenamiento: “Me acuerdo que cuando llegué, se alquilaba una cancha donde sea para poder entrenar, mismo en parques o plazas. La cancha de reserva la alquilaban a ferias de otros países para que haya otro ingreso económico, pero nosotros después teníamos que entrenar y era un desastre. Hoy en días no es nada que ver, tenemos canchas en excelente estado, el complejo hermoso, la estructura.”

En resumen, la llegada de Speed a Deportivo Riestra marcó un cambio en la historia del club. Con el gerenciamiento, el equipo creció y escaló cuatro categorías del fútbol argentino. Al no tener más ascensos, el próximo objetivo del club dirigido por Cristian Fabbiani, es permanecer en la Primera División de la liga de los campeones del mundo y poder pelear la entrada a alguna Copa Internacional o sumar una estrella al escudo.

 

La resistencia de la gente honrada

Por Leandro Manganelli

La Federación de Entidades Sociales y Clubes de Barrio Unidos es un puente entre aquellas asociaciones de vecinos y vecinas y el poder, aquel que no se desespera por tenderle una mano de ayuda a estos espacios de contención social.

-Cuando vos estás mal y conocés un lugar como este al que podés venir, compartir y ser parte, y te vas a dormir cansado porque laburaste todo el día pero viniste un rato al club, te viste con tus amigos, hiciste una actividad deportiva, tomaste un café o una cerveza en el buffet y te fuiste a tu casa, hiciste una vida plena.

El que habla desde el sentimiento es Pablo Gerez, presidente de la Federación de Entidades Sociales y Clubes de Barrio Unidos (F.E.S.C.B.U) y secretario general del Club Villa Sahores (Villa del Parque). Pide un café solo y, mientras lo acompañan dos medialunas, dice: “A los clubes les damos, por ahí, mucho más de lo que alguna vez soñaron tener: la información, la unión, tener una voz constante dentro del Consejo (Asesor del Deporte de la Ciudad de Buenos Aires, que Gerez integra)”. Desde el año 2020, la F.E.S.C.B.U es una garantía para los más de 60 clubes que la integran -en las 15 comunas de la ciudad-, además de centros culturales y espacios para jubilados. “Tiene vínculos muy buenos”, confirma sobre la federación Aníbal Buzzalino, presidente de Imperio Juniors, uno de los clubes que contiene al barrio de Villa Santa Rita.

“Era seguir el sueño loco o abandonar todo”, dice Pablo Gerez. La federación que preside se encarna en una oficina en la entrada del Club Villa Sahores que parece quedada en el tiempo con sus muebles antiguos, pero que tiene aires de renovación porque la pintura de una de las paredes todavía está fresca. La ventana que da a la vereda de la calle Santo Tomé está abierta y permite que la voz de “Pablito” -como muchos lo llaman en el club- sea opacada por los sonidos de infancias ansiosas de pasar su tarde en Sahores. Al otro lado de la oficina, hay una caja fuerte de al menos un metro y medio de altura, arrumbada, sin uso: quizá sea un símbolo de la situación monetaria de aquellas asociaciones cuya remuneración es sentimental y se expresa en su rol de “espacio de contención social”.

En noviembre del 2023, la F.E.S.C.B.U publicó un comunicado en sus redes sociales que comenzaba con la premisa de que “los clubes de barrio no hacemos política partidaria”. “Acá representamos a un conjunto de personas. Como dirigente sería una falta de respeto que ponga mi forma de pensar por delante de las decisiones que tengo que tomar dentro de una institución”, piensa Gerez, aunque la postura de la federación fue clara cuando anunció que “los clubes de barrio nunca seremos una sociedad anónima”.

Aníbal Buzzalino ejemplifica: “En su momento vino alguien que quería concesionar la pileta; nos daba algo de 300 mil dólares por diez años, pero ya no iba a ser social porque ponían los precios que querían. Hoy tenemos el gimnasio de Fosque, que es la única parte tercerizada del club. Pero si hay un feriado, Imperio Juniors cierra: Fosque depende de los movimientos del club”. En el escritorio de su oficina hay papeles con el vestigio de haber sido revisados. Están ordenados. Entre ellos, amenaza una factura de Metrogas con el monto a pagar tapado con una regla de madera. Más tarde, Buzzalino la descubre y la toma como ejemplo: “A nosotros nos venían 600 mil y pico de pesos de gas y ahora llegaron $2.300.000”. Después de tomar temperatura, dice que el subsidio que reciben del estado “no mueve la aguja” y remarca que “no podés volcar los aumentos a la cuota, la gente no tiene plata”.

El presidente de Imperio Juniors abre un Excel del mes de agosto en el que tiene todos los sueldos detallados. “Vengo todos los días de 9 a 12 y pico, después vuelvo a las 5 de la tarde y me voy a las 7”, dice. Modifica un casillero porque se olvidó de marcar un sueldo que ya había pagado. Después, todos parecen dentro de la regla. Y Buzzalino dice con los ojos bien abiertos, como pidiendo compasión: “Lo tenés que mantener, eh”.

– ¿Disfrutás del club en algún momento de la semana?

-Ya no. Eso era antes. Salía de mi laburo, hacíamos reuniones de comisión directiva y después tomábamos café; hoy no, cambió todo. Para mí las épocas no son ni mejores ni peores, son distintas, pero yo la pasaba mejor antes.

 

-Hay unos tipos a los que yo venía pateando por este asunto del club, que están muy interesados en comprar las instalaciones para poner un centro recreativo de juegos de azar.

-¿Un casino?

-Bue, si quieres llamarlo ‘un casino’… no es Las Vegas. Es la solución: se hacen cargo de toda la deuda y ofrecen 200 puestos de trabajo para todos los socios del club.

El diálogo, aunque pueda sonar actual por la irrupción deplorable de las casas de apuestas, es de la película Luna de Avellaneda, del año 2004, en la que un club de barrio corre peligro de extinción. Acaso 20 años después, con intentos fallidos mediante, las sociedades anónimas deportivas (SAD) son una amenaza para la construcción ardua de tantas generaciones de socios que le dan vida e institucionalidad a sus clubes. Son asociaciones civiles sin fines de lucro con un rol social que no responde a lo mediático; un rol al que no le impactan los flashes de las cámaras masivas pero que ayuda a mucha gente. “Pudimos articular con el Gobierno de la Ciudad hacerle aptos físicos a los chicos: eso fue un golazo de la federación. También hicimos un convenio por el tema de las madres solteras en situación de calle, a las que se les da una hora de deportes, dos veces por semana, y a sus hijos también: no es tirar una pelota y que corran, es con profesores, más pedagógico. Y hubo buenos resultados”, resalta Pablo Gerez y detalla que, en los aptos físicos que realizaron en 15 clubes de la ciudad, detectaron “36 chicos con enfermedades que les impedían hacer deportes y 52 pibes con problemas de nutrición”.

Rutilante desesperación, una familia de cuatro personas necesitó $900.648 para no ser pobre en julio de 2024 según el Indec. Los clubes de barrio, claro, no son impermeables ante los números y entre sus socios hay un saldo de fieles que no pueden pagar la cuota mensual. “Tenemos como 100 pibes becados. Si yo me pusiera a decir ‘el que no paga, no entra’: ¿esos 100 pibes a dónde van?”, entiende Pablo Gerez. “Te becamos tres meses, por amor y confianza. ¿Mejoraron las cosas en tres meses? Me volvés a pagar; ¿No mejoraron? La renovamos -es dúctil Aníbal Buzzalino con aquellos que sinceran su imposibilidad de pagar-. Seguimos con precios populares, porque eso es lo que queremos: a los pibes adentro y no afuera”. Desde su oficina, Buzzalino afirma: “Conozco los olores de este club”. También se queja, porque las dificultades están a flor de piel: “Cualquier cosa sale un montón de guita. Una copia de una llave que perdí de un candado: $3500. Es media cuota social, eh”. Y se sensibiliza, y la voz le tiembla cuando dice: “Acá es amor. Puro amor y sacrificio”.

El Club Social Villa Crespo (Avenida Juan B. Justo 2650) confunde. El nombre de la entidad es un detalle que se pierde si no se le pone el ojo fino a la cosa. Megatlon es una red de gimnasios con más de 30 sedes repartidas entre Capital Federal, Gran Buenos Aires, Córdoba y Santa Fe. El Social Villa Crespo es un club con tradición, otrora fuerte en el básquet: hasta fue tapa de El Gráfico Norberto Battilana, quien hizo 20 puntos en la victoria del club de barrio sobre el todopoderoso Real Madrid en el Luna Park en 1965. “No queremos llegar a un Megatlon ni Sportclub, porque no es la identidad de nuestro club. A todos los lugares a los que esos gimnasios fueron, desaparecen; al club le queda el escudo nomás, se lo comen. Son los precursores de las sociedades anónimas deportivas”, advierte Pablo Gerez. Ya terminó su café. Y el Club Social Villa Crespo terminó con sus colores, al menos en lo extenso de su fachada, que cubre casi media cuadra: Megatlon, en una marcada imprenta mayúscula blanca sobre un fondo gris, deja a un costado -literalmente- al tímido nombre del club que está detrás del negocio.

La F.E.S.C.B.U tiene filiales en Tigre, Tucumán, Misiones, y “próximamente una en la zona oeste de la provincia de Buenos Aires; en San Miguel o Moreno”. Cuenta con una cuota de $5.000 que, según Gerez, no la pagan todos, pero “tampoco se los anda corriendo. Es una federación ad honorem, pero goza de buena salud; el gasto es mínimo”. Como una sábana y un acolchado cuando hace frío, la federación cubre tanto a los clubes que sólo cuentan con una canchita de fútbol y un buffet como a los que tienen pileta e instalaciones suficientes para nutrir los gustos de todo un barrio y más. En Villa Sahores, Gerez puso el futsal para que se queden más tiempo los pibes que jugaban al baby y a los 12 años se iban a otros clubes porque terminaban sus categorías. También incluyó a las pibas, miradas de reojo por los más grandes: “Cuando empecé yo en Sahores, muchos viejos conservadores lo tenían como su búnker. Este es un club de tango histórico, un club de barrio neto. Las mujeres no tenían cabida, Sahores estaba cerrado a la sociedad; hoy el club está abierto, con aporte de los viejos vitalicios que siguen viniendo y abriendo sus manos para que esto siga creciendo. Si no crece, desaparece”.

***

Dos pibes llegan al Club Villa Sahores corriendo. Tienen sus botineros y están vestidos para jugar al fútbol. Uno de ellos olvidó el carnet que le permite pasar. “Siempre te lo olvidás”, le dice su compañero. Se ríen. Entran apurados por llegar a la cancha. Más tarde, se junta gente en la entrada. Claro: la pantalla de presentación del club dice que allí se practican, desde bádminton hasta muay thai, alrededor de 20 disciplinas. La pantalla se apura a la hora de exponerlas todas. Son muchas. Desde afuera, parece un club chico. Es pintoresco. Pero es un laberinto. “Teníamos salida a las cuatro calles de la manzana”, dice Pablo Gerez. Con las refacciones de los años y la venta de terrenos, el club quedó de forma diagonal, entre medio de la manzana. También entre medio de los corazones. Y entre medio de miles de familias que encuentran allí un lugar del que charlar en la cena, un lugar más para fabricar anécdotas, para hacer una vida plena.

Al final, como dijo Don Aquiles en Luna de Avellaneda, interpretado por el finado actor español José Luis López Vázquez, “el club no se vende, lo va a salvar el trabajo de la gente honrada

¿Cómo lo viste al vasco?

El mural del Vasco Lángara, por el Grupo Artístico de Boedo.
El mural del Vasco Lángara, por el Grupo Artístico de Boedo.

Por Leandro Manganelli

“¿Va el gallego?”, dice un tipo de unos 50 años. Incesante manía de usar el gentilicio de la región de Galicia para cualquier español al que se haga referencia, el chip tiene que cambiar a “vasco”. En la platea norte baja de San Lorenzo, justo arriba de la boca de salida de los jugadores, en el centro de la cancha, una bandera reza “Ongi etorri Iker (Bienvenido, Iker)”. Está en euskera, el idioma del País Vasco. Un gallego, pero de verdad, que vino a vivir a Buenos Aires a sus 16 años (tiene 89), dice que una vez fue a Bilbao y todos los carteles estaban en euskera y traducidos al castellano. “Era un quilombo”, se ríe, todavía con la tonada española, este gallego que poco quiere saber de las regiones independizadas del país europeo, pero que me pregunta: “¿Cómo lo viste al vasco?”.

Iker Muniain, referente indiscutible en Athletic Club de Bilbao -ganó la Copa del Rey 2023/24, título que el equipo rojiblanco no conseguía desde la temporada 1983/84-, mudó su vida a San Lorenzo. Contra Vélez Sarsfield, a mitad de la Liga Profesional 2024, debuta ante un estadio que lo recibe con aplausos. 20 minutos con 28 segundos del segundo tiempo marca el reloj de una pantalla led que se instaló entre la platea norte y la popular visitante del Pedro Bidegain. Además del resultado y la transmisión del partido, la pantalla repite sin cesar un mensaje: “Hacete socio”. A partir del 29 de agosto los socios de San Lorenzo comenzaron a denunciar gastos que ellos no hicieron en sus cuentas bancarias. Todos estaban adheridos al débito automático o habían pagado su cuota social a través del portal Mi Casla. Desde $15.000 hasta montos cercanos a un millón de pesos, socios y socias tuvieron que desconocer aquellos movimientos extraños en sus tarjetas. El mensaje de aliento del club fue que “de observar cualquier tipo de gasto sospechoso, lo reporten de inmediato a sus entidades bancarias”.

Pero Muniain entra y su cara vive un rictus de ganas. La gente se ilusiona: un mosaico que rezaba “Boedo. Argentina” en la platea sur recibió al equipo, decorado con fuegos artificiales rojos y humo azul, luego tapado por un imponente telón que se desplegó al unísono del ya clásico azulgrana con el escudo en el medio que ocupa toda la popular. Fiesta. ¿Abstinencia de cancha post fecha FIFA o una manera de que el vasco entendiera lo que es San Lorenzo? Lo que sí es seguro, es que Muniain casi no toca la pelota en sus primeros minutos. Pero materializa sus ganas y se tira al suelo para cortar una posible contra de Vélez y generar un ataque azulgrana. Aplaude (o, como diría él, “anima”) a sus compañeros. Levanta a la gente que colmó el estadio, aquella que tiene una pasión traicionera: esa que enceguece antes las operaciones dirigenciales. El otrora 10 del Athletic Club pide la pelota y la distribuye, y los hinchas aplauden cada movimiento: es la llegada del fútbol europeo a la Argentina.

Aunque San Lorenzo ya conoce cuentos de vascos: Ángel Zubieta, Isidro Lángara, Ignacio Santamaría, José Iraragorri -hizo el primer gol de España en la historia de los mundiales, en Italia 1934, y su hijo se “removió” con la llegada de Muniain– y Emilio Alonso Larrazábal colocaron los cimientos de una historia de años que une al Ciclón con el País Vasco. Exiliados de la guerra civil, encontraron en Boedo un club con banderas de grandeza, en el fin del mundo, y contribuyeron al aumento de la tradicionalidad azulgrana. Quizá a Muniain lo recorrió una hondonada cuando Vélez se puso en ventaja apenas cuatro minutos después de que comenzara el partido. Quizá los intentos de San Lorenzo de empatar el partido fueron anodinos en Iker. Quizá no esperaba que la aguja del aplausómetro azulgrana llegara a su tope cuando ingresó a la cancha en lugar del joven Santiago Sosa. ¿Se habrá desilusionado cuando el Fortín estuvo a centímetros del 2 a 0 sobre el final del partido?

“Pónganme a jugar a mi”, dice un nene en la popular visitante cuando Vélez comienza a saborear la victoria. San Lorenzo no puede justificar un empate que nunca va a llegar. Iker Muniain, a pesar de adueñarse del mediocampo e intentar triangular pases que dan pistas de su capacidad con la pelota, no puede cambiar la historia. Y cada vez que el juego se le acerca, las mentes de aquellos que vieron a Isidro Lángara se emocionan. El vasco que llegó a San Lorenzo en 1939 le hizo cuatro goles a River en su debut. Fue en el Viejo Gasómetro (querido Gasómetro). Después se dio el tupé de hacer 108 goles más en sus siguientes 129 partidos con la camiseta del Ciclón. “Un típico jugador vasco, fornido y atlético, pero lento en sus movimientos, sobrio y sereno, que después de cada gol que marcaba hacía su regreso al centro del field con los brazos tiesos y algo echado hacia adelante, serio, sin una sonrisa, sin una muestra de satisfacción y orgullo en su rostro, con la naturalidad de quien juzga que no ha cumplido más que con su deber y que lo que hizo no tiene mayor importancia”, definió a Lángara el periodista Alfredo Enrique Rossi -el famoso Chantecler-, en El Gráfico, luego de la goleada del vasco a River.

Lo cierto es que Muniain no escapa de una guerra civil, pero deja el San Mamés por primera vez en su carrera: el estadio cuya construcción estuvo a cargo del arquitecto César Azcárate, luego director de un proyecto “para la construcción del futuro estadio en Boedo”, a cargo de la empresa IDOM, que Marcelo Tinelli firmó a principios del año 2020, cuando todavía era presidente de San Lorenzo. Más de cuatro años después, el referente del monumental San Mamés debuta en el equipo de Boedo, pero lo hace en el Pedro Bidegain, en la ciudad deportiva del Bajo Flores, porque en Avenida La Plata al 1700 aún permanecen algunos toldos que supieron cubrir al hipermercado Carrefour de la tempestad. San Lorenzo pierde y parece acostumbrarse a los últimos puestos de la tabla. Este cuento de vascos recién arranca.

¿Las batallas de freestyle son un deporte?

Competidores, público y jurado celebran una rima en el Parque Los Andes, en la competencia “El Potrero”.
Competidores, público y jurado celebran una rima en el Parque Los Andes, en la competencia “El Potrero”.

Por Renata Scarpati

Euforia. La adrenalina como electricidad recorre el cuerpo lleno de alegría y los ojos se engrandecen. Ruido. Ingresa por el oído un sórdido alarido de aproximadamente 200 personas que rodean a un simple joven de la ciudad de Rosario, que viajó lejos de su casa para perseguir sus sueños, encontró en su mente la conexión justa de palabras y, líricamente, acaba de vencer a su rival sin chance de revertir ni un solo argumento. El Parque Los Andes corea su nombre. Camilo Grippo ha hecho historia improvisando.

Así como el rap, las batallas de freestyle nacen del hip hop, movimiento cultural que nació el 11 de agosto de 1973 en Estados Unidos, y constan de un enfrentamiento entre dos o más raperos (MC’s) a los que se les otorga un tiempo o patrones (entradas de cuatro compases) para expresarse y debatir rimando. En algunas competiciones también se les dan estímulos como temáticas o palabras para demostrar con precisión que lo que están haciendo es, en efecto, improvisado.

El jurado expectante aguarda el conteo. La tensión se corta con tijeras. El público del Parque Los Andes quiere saber quién avanzará a la final de la competencia “El Potrero” y se enfrentará al puntero de la tabla: “En 3, 2, 1… -se ve claramente tres manos apuntando a un competidor- ¡El ganador es…Grippo!”.

 

Vestido con camiseta roja del AC Milan, Grippo participa en la competencia Cultura Rap.
Vestido con camiseta roja del AC Milan, Grippo participa en la competencia Cultura Rap.

 

Las batallas de freestyle tienen como principal componente el rap (género musical predominante) y la improvisación como factor esencial. A partir de 2016, figuras como Wos, Duki o Trueno consiguieron que se pusiera el foco en el freestyle, lo que generó millones de visualizaciones en todas sus batallas y los catapultó a la música. Ya que comenzaba a asentarse como uno de los eventos más concurridos y la competencia era cada vez más intensa, se intentó profesionalizar la disciplina.

En 2005, la empresa de bebidas energizantes Red Bull se interesó por el freestyle y su presencia en los países hispanohablantes, y organizó la primera temporada de su competencia Red Bull Batalla. A partir de aquel año, se realizan clasificatorias nacionales en 13 países y cada campeón compite en la Final Internacional. Además, para los raperos consagrados, Red Bull implementó contratarlos como “atletas” de la marca, así como hacen con deportistas de élite como Max Verstappen, campeón de Fórmula 1.

En 2016 la empresa Urban Roosters creó la “Freestyle Master Series” (FMS), una liga pensada para profesionalizar el freestyle y que los MC’s tuvieran un sueldo por el que competir todos los meses. Cada batalla duraba aproximadamente media hora y constaba de cinco rondas con formatos para estimular a los competidores: palabras cada cinco y diez segundos, temáticas u objetos con los que debían improvisar rimas. Además, los jueces debían asignarle un puntaje a cada patrón de los participantes con un rango del 0 al 4, y que la suma total dé al ganador de la batalla.

Competencias como el Quinto Escalón en Argentina (la más importante de la historia de las batallas de freestyle en plazas) generaron un crecimiento exponencial de la disciplina, que logró llenar estadios como el WiZink Center de Madrid y congregar hasta cinco millones de personas de manera virtual. Los MC’s habían encontrado una forma de vivir de su pasión y las empresas comenzaban a interesarse por el freestyle, lo que obligó a los raperos a ser cada vez más competitivos. Lo lograron entrenando.

Wos vs Aczino. Octavos de la Final Internacional de Red Bull Batalla 2019 en el WiZink Center de Madrid, España, lleno.
Wos vs Aczino. Octavos de la Final Internacional de Red Bull Batalla 2019 en el WiZink Center de Madrid, España, lleno.

Existen distintas formas de entrenar el freestyle. Depende del estilo que se desee adoptar, algunos MC’s deciden decantarse por la musicalidad, mientras que otros prefieren ser efectivos y marcar sus acotes con más fuerza. Al ser una disciplina mental, el competidor ejercita el cerebro con estímulos que se suelen implementar en competencias para demostrar que, en efecto, lo que está haciendo el MC es improvisado y no escrito o premeditado. Se puede entrenar la habilidad de seguir una instrumental (música), las técnicas (rimar muchas palabras con las mismas o distintas terminaciones) o los “acotes” o “punchlines” (el remate de la rima, su punto más fuerte). Algunos improvisan con regularidad -con o sin estímulos- ya que es una forma de expresión y algo cotidiano en su vida. Un gran grupo de personas que viven el freestyle como estilo de vida, como pasión y no por competencia o trabajo le “declaró una guerra” a este último grupo (y viceversa), lo que marcó una profunda grieta.

En el circuito competitivo hay opiniones divididas, pero predomina la siguiente postura: el freestyle fue, es y será siempre arte. El tema a discutir en realidad deberían ser las batallas, habiéndose desplazado de las bases del hip hop. Algunos sostienen que la definición exacta debería ser “arte competitivo”, ya que los deportes tienen un ganador objetivo en base a una forma de medir puntos. En el fútbol gana quien mete más goles. El freestyle es subjetivo, como el nado sincronizado, que es deporte olímpico desde 1984 y el jurado define al ganador basado en su criterio personal y formado. Son los mismos argumentos utilizados por quienes defienden que las batallas sí pueden considerarse un deporte. Por más que el freestyle -no en batallas- jamás lo será, las competencias sí tienen características deportivas. Es un ejercicio mental, parecido al ajedrez, que es considerado un deporte y exige destreza y habilidad, que se logra por medio de entrenamiento. 

El deporte que más se asemeja a las batallas de rap son las competencias de breaking, deporte olímpico en los Juegos de París 2024. Tanto el freestyle como el baile son elementos de la cultura hip hop, son improvisadas y evaluadas subjetivamente por un jurado. Una de las disimilitudes es lo físico. El freestyler entrena para estar en forma, pero no es lo obligatorio ni estipulado. Su rutina de preparación es mental casi en su totalidad. En cambio, el bailarín debe entrenarse y cuidar su cuerpo para rendir en la competencia.

El breakdance, deporte olímpico en París 2024.
El breakdance, deporte olímpico en París 2024.

 

El principal argumento de por qué las batallas de freestyle no podrían ser consideradas deporte es la barrera lingüística. El breaking, el skate o la gimnasia artística pueden realizarse sin dificultad entre hablantes de diversos idiomas. Por el contrario, al ser una actividad lírica, los MC’s deben entenderse entre sí, y el público a su vez debe comprender lo que dice cada uno.

En 2018 la guerra llegó a su punto cúlmine. Con el nacimiento de la Freestyle Master Series (la liga creada por Urban Roosters), la profesionalización de la disciplina parecía inevitable. Las rivalidades hicieron de la escena del freestyle un ecosistema bastante alejado de los valores del hip hop, como la hermandad entre países y personas de la cultura. El público fue clave en ello: al haber sido masivas, las batallas atrajeron espectadores que no conocían la historia del movimiento. Al expandirse el público, en cualquier ámbito, generalmente se pierde la esencia. Por ello se convirtió en un espectáculo, que requiere profesionalismo para ser llevado a cabo, y productoras que no siempre entienden de lo que va la disciplina.

“Prefiero mantenerme de esta escena bastante lejos 

A mí no me sirve la escena muy tóxica

Después ellos se lamentaron

Se fue nos Dani, se nos fue Dani

Se fue el poco rap que había de verdad

Quedaron caretas en la sociedad 

Que vienen a hablar de cultura y de rap

Pero no dan ni la mitad que yo daba cuando tenía 14 años de edad

Y si me trabo, es por lo que hago

Tengo los errores pero también soy un humano”

 

Sentenció Dani, competidor emblema del Quinto Escalón y “purista” del rap, mientras competía en una de sus últimas batallas en la FMS Argentina (mientras él corría riesgo de descender) el 5 de diciembre de 2018, en el pleno auge del freestyle.

A pesar de un futuro casi cantado, la gran mayoría de los protagonistas se opusieron y resistieron al cambio de esencia. Quienes cedieron, modificaron su forma de competir para ganar batallas, “deportivizando” su estilo por medio de atajos, rimas preparadas, relleno y recursos populistas o básicos. Raperos como Nasir Catriel, quien ha logrado imponer su estilo rapero y musical en el momento más deportivizado de la escena, declaró en infinidad de ocasiones que el freestyle no puede ser tomado como deporte por la simple razón de que en esencia es un medio de expresión. Ponerle normas y deportivizar hace que ceda el principal motivo de su existencia. Le saca la magia, lo que lo hace especial e interesante.

Nasir Catriel en su debut nacional en Red Bull Batalla, 23 de octubre de 2023.
Nasir Catriel en su debut nacional en Red Bull Batalla, 23 de octubre de 2023.

A partir del 2021, cuando el freestyle atravesó su crisis más grande desde sus inicios, surgió un cambio de mentalidad. Los MC’s más atractivos e influyentes abandonaron la disciplina por su distanciamiento de las bases. El público masivo y casual se aburrió y lo abandonó. Con ese fenómeno quedaron dos grupos: quienes permanecen porque el rap es parte de su vida, y quienes siguen esperando que las competencias se vuelvan profesionales.

La FMS dejó de tener la relevancia que solía ostentar. Expertos en la historia y funcionamiento de la disciplina, como Gastón Franchini, entrenador de freestylers, sostienen que la deportivización fue más un proceso histórico que un debate que sigue vigente. Eventos como Red Bull Batalla, que es el más esperado del año y en el que todos sueñan con participar, es la Cenicienta de la disciplina. Una noche de ensueño. Luego, cada uno regresa a su plaza.

En las plazas el ecosistema es muy diferente. Competencias como El Potrero, la Élite Free de Rosario, la Only Bars en Córdoba, son solo ejemplos de lugares donde raperos y activistas del hip hop se reúnen en pos de hacer cultura, de retroalimentarse de música, reflexiones y debates. Es donde se mantiene viva la cultura hip hop. A pesar de que estos eventos suelen ser súper competitivos, con miles de jóvenes que anhelan vivir de su pasión y muy pocos que lo logran, el lugar que dio a luz a las batallas de freestyle demuestra constantemente la magia que tiene la improvisación. Es en donde se respira, vibra y siente el rap. Nada se compara al grito desaforado del público cuando escucha una rima bien ejecutada, que parte de una conexión de palabras y ocurrencias de un joven como Camilo Grippo, que con un argumento logró en cuestión de décimas de segundos llegar a una respuesta ingeniosa, mientras seguía a la perfección la instrumental y acompañaba con su cuerpo y tono de voz la rima que hizo emocionar a esos casi 200 espectadores en el Parque Los Andes. 

Fecha multitudinaria de la DEM Battles en el Parque Rivadavia, 2022. Aproximadamente 2000 espectadores y más de 200 competidores.
Fecha multitudinaria de la DEM Battles en el Parque Rivadavia, 2022. Aproximadamente 2000 espectadores y más de 200 competidores.

En las plazas se sostiene que el freestyle es arte y punto. Hay un ganador, y el jurado debe ser lo más objetivo posible, pero se es consciente de lo mágico de lo improvisado, de que son debates filosóficos y de lo emocionante que es ver a cientos de chicos y chicas que expresan sus sentimientos y demuestran su talento. Todos quieren ganar, pero es por el amor al arte y por el respeto a una cultura entera.

“El freestyle es etéreo, no se puede buscar una receta ganadora, es romper el código de toda la vida: expresión, la búsqueda del arte. El rapero tiene la responsabilidad de ser fiel a su mensaje, que tiene que representar sus valores y a la cultura hip hop. El freestyle en la búsqueda deportiva pierde su raíz de hacer algo impresionante, en el momento, sin receta. Algo espontáneo y mágico”, afirma emocionado el rapero Nasir Catriel, vestido de ancho y visera.

Competidores, público y jurado celebran una rima en el Parque Los Andes, en la competencia “El Potrero”.
Competidores, público y jurado celebran una rima en el Parque Los Andes, en la competencia “El Potrero”.

Nadie sabe qué será de la disciplina en el futuro, pero poco a poco la disyuntiva deja de ser tan conflictiva. A pesar de que en el mainstream continúe existiendo público alejado de los valores del rap, la esencia se mantiene en la plaza. Donde una competencia se haga por amor a la cultura, con los recursos que se tengan a mano, los freestylers acudan por las ganas de improvisar, de competir por amor al arte y el respeto de sus pares, allí vivirá el hip hop. Por ideales, es difícil que el freestyle sea considerado un deporte, aunque sus características sean bastante parecidas. A esta altura, depende de cada persona. El nicho más duro resiste y pregona día a día lo que es el freestyle, lo que para ellos significa el hip hop y la forma de expresarse mediante la improvisación. Quienes prefieran ignorar el origen, se chocarán contra una realidad inevitable: la magia del arte no se alcanza ni con millones de horas de entrenamiento y atajos.

Estudiantil Porteño puede ser campeón de Futsal

Por Santiago Encinas

El Club Atlético Estudiantil Porteño sigue rompiendo límites. El miércoles pasó a los cuartos de final de la Copa Argentina de Futsal luego de golear 6 a 0 al Club Atlético Platense y se metió entre los ocho mejores de dicha competición por primera vez en su historia.

No solo eso, sino que está logrando mantener la competencia en los dos frentes, ya que  venció a Gimnasia y Esgrima de Vélez Sarsfield 8 a 2 por la Primera C y está puntero en la tabla con 54 puntos a cinco de su perseguidor, el Club Deportivo Morón. Su próximo compromiso será frente al Círculo de Comunidad, de visitante.

En la liga acumula 17 triunfos, tres empates y cinco derrotas y una diferencia de 35 goles a favor. Sin lugar a dudas, es un firme candidato al título, que en caso de concretarse, será el primero de Porteño en una competición regulada por la Asociación del Fútbol Argentino. 

Su mayor logro había sido el ascenso a la Primera C en 2022, tras salir tercero en la D. Julián Martin, miembro del plantel, señala: “Fue un logro enorme, después de tanto esfuerzo y sacrificio, llevar al club a una categoría superior. La emoción de ese día, la gente festejando y el equipo unido como nunca, es algo que jamás voy a olvidar. Es un sueño cumplido para todos”.

El plantel está consolidado y tiene sus objetivos muy claros y Martin, su pivot, lo demuestra: “El equipo está muy comprometido, confiamos en nuestro juego y en que podemos mantener este ritmo hasta el final del campeonato”, declara el jugador nacido en 2003 quien además destaca que se preparan con mucha seriedad, y entrenan al máximo para no bajar el nivel. “Definitivamente siento que tenemos grandes chances de salir campeones”, amplía.

En cuanto al pase por Copa Argentina, el futbolista de 21 años, recuerda: “Se vivió de una manera muy especial. Sabíamos que éramos el único club de la C que seguía con vida en la copa y trabajamos con la intención de mantenernos a raya en las dos competiciones”. Además, agrega que haber logrado esto no solo es una alegría muy grande para ellos sino que es algo histórico para el club y una alegría linda para que la gente que los acompaña pueda disfrutarlo.

Para finalizar, Martin, quien concurre al club de Ramos Mejía desde que era pequeño, destaca la actualidad del club, donde hizo amigos y encontró una familia. “Para mí, el club significa todo. Más allá del fútbol, acá aprendí valores como el respeto, la amistad y el trabajo en equipo. Porteño creció mucho en infraestructura, en el nivel de los jugadores y en el apoyo de la comisión directiva. Se nota que hay un proyecto serio y que estamos yendo por el buen camino”, concluye.

 

Estudiantil Porteño: del Barrio Norte a Ramos Mejía

Por Alma Arcuschin y Lautaro Muzzio

El Club Atlético Estudiantil Porteño fue fundado el 6 de septiembre de 1902 por estudiantes del Colegio Nacional del Oeste (actual Colegio Mariano Moreno). Es uno de los clubes más antiguos de Buenos Aires. Eligió el nombre de Estudiantil Porteño, porque ya había un Estudiantes y un Porteño. Se afilió en 1904 a la Asociación de Fútbol Argentino (AFA) y en 1907 adoptó los colores azul y rojo.

Por una reestructuración, en 1912 fue promovido a Primera División. En sus primeros años, el club estuvo fuertemente ligado al fútbol. Participó en las divisiones de ascenso del fútbol, llegando a competir en la Primera División en los primeros años del siglo XX, pero nunca se adhirió al profesionalismo. El club inició sus performances en la Avenida Alvear (hoy Avenida del Libertador) y Tagle, frente a la actual sede central del Automóvil Club Argentino, y en lo que fue la vieja cancha que prestigiaría a River Plate. Fue el club que más jugadores aportó a la Selección para la Copa Mundial de Fútbol de 1934: Alfredo Devincenzi, Juan Pedevilla y Francisco Pérez. Llegó a ser por dos veces campeón del fútbol amateur argentino (en 1931 y 1934). 

En 1935, producida la unificación del fútbol, Estudiantil alcanzó su último logro en el fútbol. Le ganó 2 a 1 a Chacarita Juniors en la cancha de River, en Alvear y Tagle, justamente donde había nacido Estudiantil. Luego se desafilió de la AFA en 1939. 

Con el tiempo, el club trasladó su sede hasta estos días, en Ramos Mejia, en el oeste del Gran Buenos Aires, donde cuenta con modernas instalaciones. A lo largo de su historia, Estudiantil Porteño fue abarcando otras disciplinas deportivas. Hoy, 123 años después de su fundación, es un emblema del deporte social en Ramos Mejía y La Matanza.

Estudiantil Porteño, la segunda casa de Valentín Lacquaniti

Por Román Pedersen y Alejo Taruselli

Valentín Lacquaniti hace arte en cada estadio que le toca visitar, aunque con su versatilidad realiza grandes obras tanto dentro como fuera de la cancha; de a ratos toma el rol de jugador para luego pasar al banco y ser entrenador. Con un primer pase excelso y una salida de balón muy clara, todo lo aprendido en el terreno de juego lo implanta en los equipos que dirige. Primero femenino y ahora masculino, pero siempre con algo muy en claro: la perfección, el estudio y la familia ante todo, sin excepción.

Lacquaniti nació el 1 de octubre de 2001 en Ramos Mejía, una localidad del partido de La Matanza, y allí conoció a su primer gran amor, el Club Atlético Estudiantil Porteño. La relación con el Azulgrana empieza a sus cuatro años, cuando apenas, según afirma entre risas, sabía caminar: “Llegué al deporte muy temprano por mi papá y mi hermano, que son totalmente fanáticos del fútbol, y por ellos nací con una pelota en los pies, por lo que a esa edad ya estaba jugando al baby en el club”. Además, el arraigo a la institución queda en evidencia con el tiempo en común que compartían, ya que en los veranos Valen asistía a la colonia y sus ratos libres los pasaba ahí, en el predio ubicado en Barcala 716.

Lo que aprendió allí durante su carrera futbolística, en la que ganó ocho títulos, lo plasmó en su apartado técnico al mando del plantel de primera del futsal femenino del Porte; en el que estuvo cinco temporadas, consiguió un bicampeonato, dos segundos puestos y la que a su parecer “fue la mejor experiencia” que pudo tener: “Guido López, la persona que más me marcó en la carrera de entrenador, me ofreció dirigir a las chicas y accedí, tenía muchas ganas. Tomé una gran decisión, no la cambio por nada en el mundo”, declara emocionado.

Sin embargo, sus amoríos no solo pasan por una pelota, sino que el estudio también tiene una parte de su corazón. Realizó casi toda su formación escolar en el Colegio Santísimo Redentor y al finalizar la secundaria se inclinó por empezar la carrera de nutrición, aunque terminó dando marcha atrás en el plan: “Al tiempo me di cuenta que no era lo mío y mi mamá me orientó y acompañó mis gustos, porque a mí siempre me interesaron las redes sociales y por eso empecé con varios cursos. Primero community manager, después digital, luego de contenidos y así me fui dirigiendo a la carrera de marketing y publicidad, la cual reforcé con clases particulares de inglés. Esto sí que es lo mío y de lo que quiero vivir. junto al fútbol, son mi cable a tierra”, sostiene muy seguro de sí mismo.

Quien juega de último en Porteño, Viamonte y Pelusa (dos equipos amateurs que participan en el torneo El Parador), tiene otros conectores que asegura ser fundamentales en su vida: amigos, familia y novia. A Gerardo y Carolina, sus progenitores, y Tomás, su hermano, los define como “su motor”, los que estuvieron siempre a su lado en las buenas y en las malas, incluso cuando sufrió ataques de pánico en la pandemia de 2020 por Covid-19. A su vez, de ellos heredó el amor por la redonda: “Toda mi familia es futbolera. Mi papá y mi hermano son de River y yo salí a mi mamá, que es de San Lorenzo, al igual que mi abuelo. Él fue el que me hizo del Ciclón, confiesa con un notorio gesto de felicidad.

Delfina es su pareja y con la que Lacqua, apodado así por sus amigos, quiere formar una familia: “Es mi sueño, estamos hace poco y sé que la quiero para siempre. Ella se banca todo y eso que mis horarios no son fáciles de llevar. Nunca una queja, siempre acompañando y estando para mí en momentos negativos”, puntualiza conmovido.

Durante la semana, además de sus obligaciones en el futsal, se dedica a trabajar como gerente de marketing en la empresa de librería, bazar y cine Big Life, a la que ingresó en 2023 por un conocido de la familia y empezó a escalar posiciones con rapidez (tal cual hace en los partidos con sus clubes los sábados y domingos), aunque al principio revela que no fue fácil el ascenso, ya que sus compañeros no lo tomaban en serio debido a su edad. Sin embargo, con el transcurso de los días logró ganar la autoridad que lo caracteriza y que hoy en día tiene.

Esa voz de mando y capacidad de manejar grupos la sigue dejando en claro a la hora de ser director técnico, pero ya no del femenino sino de la tercera masculina del Porte: “Quería nuevos aires. Este año empecé un proyecto con los chicos que venían medio bajoneados y yo tenía buena relación con gran parte de ellos, por lo que empezamos a armar algo lindo y darle más seriedad al trabajo realizado”, detalla.

Valentín Lacquaniti se describe como una persona perfeccionista y no está errado, pues todo lo que hace en su vida está fríamente calculado y muy bien estipulado. Así, con el fútbol, familia y estudio como sus principales pilares, retoma a su primer gran amor y finaliza la nota diciendo: “Estudiantil Porteño es mi segunda casa”.

Además, Valen Lacquaniti fue uno de los pocos que compartió cancha con Cristian Medina en las divisiones infantiles de la institución de Ramos Mejía, y quien recordó cómo se dió el paso: Por como jugaba se notaba que Cristian (Medina) iba a ser un crack, él es 2002 y yo soy 2001 pero igual jugamos juntos en su momento. Teníamos un profesor, Leopoldo Amaya, quien dirigía en una de las categorías infantiles de Boca y fue él el que lo trajo al club”.

Por otro lado confesó que el futuro del mediocampista en el Xeneize corrió peligro: “Medina estuvo a punto de que lo dejaran libre en Boca, fue por Amaya que tuvo otra posibilidad para ser considerado y a los dos años ya estaba jugando en la selección”.

 

Cuerpos en acción: la estética del deporte 

Por Emilse Torres

El arte en las culturas deportivas se extiende a la creación de símbolos, monumentos y manifestaciones culturales que encapsulan la esencia de una comunidad. Esta combinación actúa como un espejo que refleja las raíces históricas y los logros colectivos, utilizando el deporte como guión y el arte como narrativa.

Son vehículos poderosos para explorar y expresar la identidad de un pueblo que se encuentra inmerso en un momento de introspección colectiva, donde se reflexiona y evalúa su pasado y su patrimonio común.

Soledad Manrique Goldsack es una artista cuya trayectoria está marcada por la búsqueda de transformación y la devolución a la comunidad a través de su arte y su compromiso con el deporte. Con estudios en Diseño Gráfico y Artes Visuales en la Facultad de Artes y Diseño, su camino la llevó a explorar el poder del boxeo como herramienta de cambio y expresión.

Su participación en proyectos como “Boxeo Popular” en Isla Maciel (Barracas, Buenos Aires) dentro del programa “La Cultura del Barrio” y “Boxeo sin Cadenas”, donde brindaba clases en unidades penitenciarias de la Ciudad, marcan hitos en su carrera. En estos espacios encontró la oportunidad de transformar realidades y transmitir mediante el arte su mensaje de amor.

Soledad trabaja con un cuerpo de obra fotográfica que utiliza de forma estética. Sus obras suelen presentarse como afiches, los cuales, luego por el paso del tiempo se muestran viejos, corroídos, gastados y manchados. Esto se debe a que el boxeo está muy asociado a lugares donde predomina la clase baja. Sobre esta particular técnica sostiene: “Esa cultura tenía que estar representada de alguna manera y que sea también algo identificatorio para quien lo está viendo”

-¿Cómo comenzó la idea de vincular el arte urbano con el deporte?

-El boxeo es un deporte que tiene un contexto social, cultural y económico específico, por eso no puedo dejar de tenerlo en cuenta al pensarlo como algo que devuelve a la comunidad de alguna forma. La manera que me parecía más accesible, y además, la que permite que más gente lo vea, es llevarlo al espacio público. Me parecía la mejor forma de realizar ese deseo de que sea popular.  Luego pasé a la instancia de ponerlo en clubes porque también era mi manera de devolverles a los boxeadores una linda y buena imagen de su propio trabajo en forma de retratos. 

“Me permití devolverles también mi criterio sobre la violencia, y un poco sobre el amor, sobre cómo en un espacio que supuestamente es violento se puede encontrar ternura y amor, y que la violencia está en otro lado o en otras decisiones”, argumenta Soledad, cuya experiencia personal durante una situación de violencia familiar la impulsó a buscar estos espacios como lugares de sanación y reconstrucción.

-¿Qué técnicas utilizas para capturar la energía y la emoción de distintos eventos deportivos en tus fotografías?

-Suelo trabajar en blanco y negro porque elimina el elemento simbólico que podría ser la sangre o los colores de un rincón a otro. Me enfoco más en los gestos; tengo la premisa de trabajar con todo lo que no sea el golpe directo. Por lo tanto, mis búsquedas se relacionan con esos momentos que no se limitan a la imagen fotoperiodística donde se describe el evento, sino que pueden ser más atemporales y simbólicos. En general, busco gestos de conexión, cariño, ternura o incluso de caída o tristeza, todo lo que no esté centrado en el golpe físico. Suelo tomar pocos disparos, es más similar a la caza porque debo esperar mucho más de lo que hago.

“Los proyectos que siempre realizo son participativos. Está presente la comunidad, el barrio, la institución o el pueblo. Cada uno puede dar una pincelada”, comenta Gastón Liberti, quien comenzó a vincular el arte urbano con el deporte cuando trabajaba en Barcelona. El muralista tenía una galería de arte y empezó a colaborar con unos artistas franceses que no solo compartían su pasión por el arte, sino también por la comunidad y el deporte. 

Luego, al volver a Argentina, Gastón Liberti vivió unos años en Reducción, un pueblo ubicado en la provincia de Córdoba. Durante este tiempo, trabajó como Secretario de Cultura y se sumergió en el desarrollo de proyectos que buscaban fusionar el arte, el deporte y la comunidad. Esta experiencia le permitió conectar aún más con las personas y comprender la importancia de la cultura y el deporte como elementos unificadores y transformadores.

Uno de los momentos más emocionantes de su carrera fue la realización del primer mural de Pablo Aimar en Argentina, en la ciudad de Río Cuarto. En este mural, retrató a Aimar como uno de los campeones del mundo, capturando la esencia y la pasión del fútbol argentino. La presencia del ex jugador, ahora parte del cuerpo técnico de la Selección Argentina, en la inauguración llenó de emoción a los presentes. Además, la participación activa de varios colegios, escuelas de fútbol y centros de jubilados en este proyecto comunitario fue un testimonio del impacto positivo que el arte y el deporte tienen en la sociedad. 

-¿Qué impacto creés que tienen tus murales en la comunidad local y en la percepción del espacio urbano?      

– El impacto siempre es de comunicación, de compartir. Por ejemplo, el mural que hice de USA 94 en Miami, lo hice con un artista apodado “Chuave”, que es cordobés, él me propuso el espacio. Al momento de hacer el mural, también participaron artistas de Cuba, gente del barrio y de otros países que algunos no conocen la figura de Maradona o les suena, pero no saben toda la historia. Entonces, realizar el mural con la participación de la gente, rememora y da un espacio para la charla, para comentar, para recordar, para poner en valor todos esos momentos. Sin juicios, solamente recordando momentos que fueron históricos del siglo XX y principios del siglo XXI. 

“Una obra en la calle tiene un alcance casi infinito”, asegura Enrique Burone Risso, un pintor urbano y buscador de los íconos de las ciudades. En su arte, refleja las arquitecturas de los diferentes estadios y también utiliza la representación de la figura del ídolo deportivo.

El trabajo de Burone Risso no solo embellece los espacios urbanos, sino que también les otorga significado cultural y emocional. Sus murales capturan la esencia de los estadios, lugares de encuentro y pasión para los aficionados, y resaltan la importancia de los ídolos deportivos en la identidad de una comunidad.

-¿Cómo integrás los elementos simbólicos o representaciones icónicas de deportistas en tus murales?

– Los llevo o los encamino a mi lenguaje expresivo, que puede estar cerca del cómic o la caricatura. Generalmente, no salgo de esas dos maneras de trabajar. Soy pintor desde hace tiempo, hago mi trabajo sobre bastidores con óleo, después me pase a las paredes. 

“El impacto que tienen los murales es muy grande, mucha gente sabe que yo los pinto. Me paran en la calle y me felicitan”, comenta el artista emocionado. Al plasmar sus pinturas en lugares públicos, Burone Risso contribuye a la creación de un legado artístico y deportivo que perdura en el tiempo. Sus obras no solo son piezas estéticas, sino también testimonios de la historia y el fervor que rodea al deporte en las ciudades.

Facundo Baez cumplió el sueño de todos los pibes de barrio

Por Lourdes Castaño

Facundo Baez tiene 20 años y juega regularmente en la reserva de Argentinos Juniors. Este año hizo la pretemporada con la primera y debutó en Copa Sudamericana
frente a Nacional de Paraguay. Firmó su primer contrato profesional hasta
2028.

-¿A qué edad comenzaste a jugar al fútbol?
-De chico arranque a los 4 o 5 años en el club de mi barrio (Club Social y
Deportivo Monterrey), pero nunca lo tomé muy en serio. Me fue bien y se me
dio la oportunidad para irme a otro lado.

-¿Cuándo te diste cuenta que te querías dedicar a esto?
-Creo que fue a los 10 u 11 años que hablé con mi papá sobre qué es lo que
quería hacer, si quería dedicarme a esto, me dijo que lo tomara como un
trabajo. A partir de esa charla supe que estaba para esto y hasta dónde quería
llegar. Es lindo vivir de lo que te gusta.

-¿Cómo fue el proceso?
-El proceso de inferiores a reserva fue bastante difícil y a la vez muy lindo.
Pasar de un club de barrio a Argentinos Juniors creo que fue el mejor
desarrollo que pude haber pasado. Sigue siendo difícil, pero es muy lindo el
día a día.

-¿Quién es tu referente?
-Mis referentes siempre van a ser mis hermanos, mis primos, mi abuelo y toda
mi familia. Ellos hicieron un gran esfuerzo para acompañarme desde muy
pibe. Futbolísticamente me encanta como juega Centurión.

Un pilarense tuvo su bautismo internacional de Primera

¿Qué sentiste al debutar en primera?

-La verdad que en el momento que estaba por entrar no pensé en nada, estaba
bastante tranquilo y tenía la cabeza en el partido. Una vez que terminó,
cuando fui al vestuario y pensé en lo que acababa de pasar me acordé de
todo lo que viví, los viajes en tren y en colectivo, faltar a la escuela para ir a
entrenar o perderme un cumpleaños. Una vez que pasa el momento, pensas
en que lo lograste. Te diría que es el sueño de todos los chicos de barrio.

-¿Llegaste a disfrutar el proceso?
-A mi me pasó todo muy rápido. Entrenar en primera, que me citen, debutar,
jugar otro partido, firmar contrato, seguir siendo citado, no terminas de caer
nunca. Tenés que vivir el día a día, así lo disfrutas. Después si estás
preparado mental y físicamente, queda en las manos de Dios.

¿Qué te propones a futuro?
-En lo personal quiero terminar la escuela; futbolísticamente, después de que
debutás, pensás en asentarte, en seguir jugando en primera y en el día a día.
Aunque no piense en lo que va a pasar a futuro, la ilusión de jugar en la
selección siempre está y creo que tengo que trabajar para que se dé.

La moda de las camisetas vintage: todo tiempo pasado fue mejor

Por Cassandra Urzalayeta

“Niño, ni los botines, ni las medias, ni los pantaloncitos, ni los hombres, ni los nombres ni nada representa más a un club y a la selección nacional que la armadura y sus colores”, le dijo Alfredo Di Stefano, leyenda del Real Madrid, en 1994 a un joven Marcelo Ordas, en una casa antigua del barrio de Flores, cuando le preguntó qué debía coleccionar y exhibir para preservar la historia del fútbol.

El comienzo de una pasión

El 7 de junio de 2024, Ordas, dos años después de inaugurar su museo Legends en Puerta del Sol, Madrid, con una remera blanca, pelo negro y una sonrisa en la cara, recuerda cómo llegó a tener en sus manos la primera camiseta de su colección. Tenía 17 años. Viajó con anticipación desde Argentina, su país natal, a Italia, para ver a la selección enfrentarse a Brasil el 24 de junio de 1990, por los octavos de final del Mundial en el Estadio Delle Alpi de Turín. Junto con su padre, se hospedó en Nápoles, a 887 kilómetros. Ese día los trenes estaban colapsados. A donde mirara había camisetas verdes y amarillas. Pero lo peor fue lo que se encontraron al bajar del andén. Más que Turín, era Río de Janeiro. Parecía un carnaval brasileño.

No aguanto más esta cuestión, vamos al estadio -dijo su padre.

A Marcelo le pareció raro porque todavía faltaban siete horas para el inicio del partido. Llegaron y esperaron a que abrieran las puertas. Ingresaron entre los primeros cincuenta de los 61.381 que asistieron. Ni bien pusieron un pie dentro, les dieron la bienvenida con una bandera italiana que decía: “Estamos acá solo por Brasil”.

Desde que el árbitro Joël Quiniou marcó el arranque del encuentro, el equipo de Carlos Bilardo permaneció bajo el dominio de Brasil. Y un señor con camiseta de Esporte Clube Bahia lo miró a Marcelo y le dijo.

Ei garoto, você está com medo. Fique calmo. Você volta para casa.

Nunca en su vida padeció tanto un partido. En el segundo tiempo, cuando la pelota pegó dos veces seguidas en el palo argentino, una de Careca y otra de Alemão, decidió no ver más. Se sentó en el hormigón y agachó la cabeza. Trató de no escuchar, pero los brasileños los seguían cargando. Y de la nada, la hinchada argentina gritó por primera vez “ooole”. Levantó la vista y vio a Diego Maradona que pasó a Dunga. Para cuando esquivó a Ricardo Rocha ya se había puesto de pie. Maradona le hizo un pase en diagonal a Claudio Caniggia, que gambeteó a Taffarel con la derecha y le pegó con la zurda al arco. Argentina 1-Brasil 0. Marcelo vio cómo se movía la red. Corrió al alambrado. Se colgó y gritó todas las puteadas que se le ocurrieron. No se guardó una. Pero el conjunto de bronca y éxtasis le jugaron en contra. Sintió un calor que le subió por la cervical, empezó a ver borroso y se desmayó.

A 30 años del gol a Brasil, Caniggia reveló detalles de la jugada y explicó  por qué Argentina no podía ganar el Mundial de Italia - Infobae

Despertó en una sala blanca. La enfermería del Estadio Delle Alpi. Intentó levantarse de la camilla pero una mujer de ojos verdes y pelo negro, que supuso que era una doctora, le pidió que se tranquilizara. Él miró su reloj y vio que habían pasado diez minutos de los 90 reglamentarios.

Señorina, por favor, dígame que ganó Argentina -le rogó Marcelo.

Si regazzo, la Argentina ha vinto -le respondió.

De alguna manera su historia llegó a oídos de dirigentes argentinos y, por esas cosas maravillosas del fútbol y amistades que tenía su padre, por su cargo como secretario de Cultura en Independiente, con Julio Grondona, entonces presidente de la AFA, terminó en el vestuario con los jugadores. Al entrar se encontró a Caniggia de frente y le preguntó si podía abrazarlo. Le dijo que sí y hablaron un rato. Luego, Caniggia metió su mano en el botinero. Sacó su camiseta llena de transpiración con el número 19 y se la dio.

-Tomá pibe, te la ganaste.

Claudio Caniggia se reencontró con la camiseta con la que le convirtió el  gol a Brasil en Italia 90

 

La moda retro y la creación de museos

De regreso a Buenos Aires, luego de que Argentina perdiera la final del Mundial Italia 90 ante Alemania, Ordas hizo escala en Londres para visitar a una familia amiga. Contempló las grandezas culturales de la ciudad y se preguntó por qué no se conservaban con el mismo esmero los objetos que representan la mayor pasión humana: el fútbol.

En el siglo XX surgieron los museos de fútbol, junto con la aparición de la moda retro. Los clubes comenzaron a utilizarla como una estrategia de marketing para apelar a la nostalgia del hincha. “Recrear camisetas vintage se convirtió en una tendencia al revivir épocas doradas que llenan a los hinchas como Marcelo Ordas, que no solo coleccionan camisetas sino que, al ponerselas, recuerdan aquello”, explica una tarde de abril el especialista en marketing deportivo Guillermo Ricaldoni. Pueden ser una recreación exacta del diseño de tiempos atrás, una alegoría, una reminiscencia o un guiño. ¿Qué sería de algunos clubes sin teletransportarse a los momentos en los que fueron felices? En el libro Atlas Mundial de Camisetas, Cune Molinero, Alejandro Turner y Pablo Aro Geraldes incluyeron aquellas que se utilizaron una sola vez o de clubes que desaparecieron, como Alumni o Sportivo Palermo, ya que a partir de sus casacas, sus historias perduran en el tiempo.

El 3 de abril de 2001, Boca se convirtió en el primer club argentino en inaugurar su propio museo: el “Museo de la Pasión Boquense”. Se ubicó sobre la calle Brandsen, bajo la tribuna popular del estadio Alberto J. Armando. Al salir, fanáticos y turistas de diferentes países ven una pared repleta de camisetas. Desde la blanca con líneas negras hasta la azul tradicional con franja amarilla. Pasando por la celeste y la de la banda de izquierda a derecha. Como también la icónica que usó Carlos Tevez el 21 de octubre de 2001 en su debut o la que llevó puesta Juan Román Riquelme contra el Bayern Munich en la final de la Copa Intercontinental 2001. Ocho años después de la inauguración del museo de Boca, River fundó el suyo sobre Avenida Figueroa Alcorta. El único museo de los clubes que no está dentro de las instalaciones del estadio.

Museo de Boca Juniors, en los pasos de un club mítico

Ambos museos fueron fundados con la intención de funcionar como una máquina del tiempo, donde también comenzaron a colgar las ediciones especiales de sus camisetas. Las marcas se las ingeniaron para vender no solo la titular y la suplente, sino también una tercera, la de entrenamiento y la post partido. Son los mismos hinchas y coleccionistas los que promueven la tendencia retro como una fuente de ingresos al querer sentirse conectados a sus clubes. “Sus cábalas influyen mucho en la popularidad de ciertas piezas. Una puede ser usada en una ocasión especial y si debutó y perdieron, probablemente no se utilice mucho más”, comenta Ricaldoni. Por el contrario, alguna que no fue hecha para ser de una edición especial, finalmente lo logre.

Innovaciones a través del tiempo

La tendencia retro siempre va a estar. Porque, como diría Charly García, ya está todo inventado”, dice Ordas desde el patio de su casa en Madrid. Mira el cielo y añade que se considera un fanático enfermo de la selección argentina. Una de sus réplicas favoritas es la que creó el diseñador Martín Tibabuzo para el Mundial de Rusia 2018. Pasó inadvertida. La eliminación en octavos de final contra Francia no generó un buen efecto en los hinchas. La camiseta de Rusia 2018 era un guiño al último título que había ganado la selección mayor, la Copa América de 1993. Recreó el cuello blanco con un escote en V, que reemplazó al redondo y negro que se uso para la Copa América 2016, en Estados Unidos. Asimismo, repitió las mangas blancas, con un enfoque minimalista para mantener el diseño sobrio y elegante.

En una cafetería sobre Avenida Cabildo, Tibabuzo, de traje azul oscuro, observa en un cuaderno algunos de sus diseños para Adidas. Menciona que se nutrió de moda, diseño gráfico, animación y cine para capturar la esencia de cada equipo y reflejarla en sus creaciones. “Lo extrafutbolístico es una fuente inagotable”, señala Tibabuzo.

En agosto de 2023, las camisetas de mangas largas volvieron a las canchas en la primera fecha de la Copa de la Liga entre Colón y Unión, el clásico de Santa Fe. En las décadas de 1980 y 1990 usarlas era una cuestión funcional. Con modelos para invierno y verano. Tiempo después, las mangas cortas y la conveniencia económica de las marcas prevalecieron ante inviernos menos fríos y camisetas térmicas que se usan como segunda piel. En la década de 1930, se habían popularizado innovaciones como las rayas verticales y diagonales. Los cuellos en V reemplazaron al escote redondo con cordones. En cuanto a materiales, la lana se cambió por algodón y, luego, por tejidos sintéticos, que mejoró la comodidad y flexibilidad. Los avances tecnológicos hicieron que recrear una camiseta implique encontrar un equilibrio entre la original y el presente.

Para el Mundial de Sudáfrica 2010, Tibabuzo logró capturar la nostalgia del modelo de Le Coq Sportif que usó Maradona en México 1986, ante Inglaterra en los cuartos de final. Aquél partido en el que intervino “la mano de Dios” para darle la victoria a Argentina. Camiseta que posee Ordas, considerada entre las más buscadas por coleccionistas según la revista FourFourTwo. En la titular de Sudáfrica 2010 incorporó el escudo con borde azul y la tela aireada. Para la suplente utilizó el mismo recurso de dos tonalidades por la diferente textura de la tela, para recrear el dorsal azul brilloso con números plateados del partido contra los ingleses. Al verla, Maradona llamó a Tibabuzo para decirle que se había dado cuenta de a qué hacía referencia y que le había encantado. Con la mirada en un punto fijo, Tibabuzo asegura que nunca va olvidarlo.

Como un gol de rabona | muyricotodo*

Lothar Matthäus fue quien intercambió la camiseta con Maradona en la final. Ordas lo contactó y se juntó con él en diferentes ocasiones comprársela antes de que terminara su museo Legends, de siete pisos, con el apoyo de la FIFA, la UEFA, la Conmebol, el Comité Olímpico Internacional y la CONCACAF. Sabía que en un futuro también tendría su proyecto en Argentina. “No lo anuncié en ningún lado, pero con la AFA estamos haciendo un proyecto”, dice Ordas, orgulloso de poder mostrar su museo en su país. Esa armadura de Maradona forma parte del patrimonio cultural, motivo por el que opina que debe estar en tierra argentina para que todos puedan apreciarla. La tercera vez que se juntó con Matthäus pudo explicarle que quería preservarla en Madrid. El alemán reflexionó que estaría en las mejores manos para cuidarla y se la entregó.

Una misión clara

De su padre heredó el ADN futbolero y el abuelo financió su sueño. Lo ayudó a Ordas a solventar los viajes y las cuotas de coraje. Fue a Europa más de 70 veces para entrevistarse con leyendas que accedieron a un jovencito que tenía la inquietud de salvaguardar la historia del fútbol. Recolectó pelotas, botines, medallas, shorts y medias. Hasta que Di Stéfano se cruzó en su camino y cambió el rumbo hacia las casacas. Desde ahí no se desvió, en más de 30 años, del objetivo.

Poco antes del Mundial de Alemania 2006, Grondona lo invitó a exhibir parte de su museo en Berlín. Pasó de ser un pasatiempo a una profesión. Ordas conoció a presidentes del Real Madrid, Bayern Munich, Barcelona, Santos, River y Boca, así como también a responsables de las principales marcas de indumentaria.

“Las locuras generan obras sin precedentes. Esta definitivamente es una obra sin precedentes”, asegura Ordas, quien tuvo la posibilidad de mostrarle la compilación de camisetas a Tamim bin Hamad, el emir de Catar. Al verla, le dijo que pocas cosas eran únicas, y que su colección y él eran una de ellas. “La recuperación de este patrimonio es una maravillosa locura que debió preservar la FIFA o algún organismo gubernamental, pero lo hizo un coleccionista y su familia argentina”, agrega Ordas.