sábado, noviembre 8, 2025
Home Blog Page 257

Patear al racismo y a la homofobia fuera de la cancha

Lucila Coccia @lulacoccia

Compensar propias frustraciones con los jugadores fueron meticulosamente elegidos para que representen un club o nación es algo a lo que el fútbol nos tiene acostumbradxs. Pero cuando el insulto o la crítica va más a allá de lo deportivo y pasa a ser humillante, homófobo, xenófobo es necesario sacar la pelota de la cancha y volver a jugar bajo la misma regla de siempre: el respeto.

Jimmy Durmaz estuvo en el ojo de la tormenta después de lo que fue la victoria de Alemania ante Suecia por 2-1 en el último minuto de partido. El mediocampista fue quien provocó la falta en el borde izquierdo del área que luego Toni Kroos, con un excelente tiro,convirtió en gol. Con ese resultado final Alemania empató a Suecia en cantidad de puntos,ambos con 3 por detrás de México que tiene 6, y significa la gran posibilidad de quedar afuera del Mundial, teniendo en cuenta que Suecia juega ante el primero de la tabla y Alemania con el último, Corea que no sumó puntos hasta ahora.

Sobre el jugador sueco cayó el gran peso de su propia hinchada que en vez de criticar su accionar, que fue ni más ni menos que una falta común en un deporte de contacto, lo atacaron por sus raíces étnicas. Durmaz quién nació en Suecia pero su madre y su padre son turcos recibió incontables insultos tanto en el campo de juego, como en las redes sociales, hasta llegaron a amenazarlo de muerte. Un hecho similar vivió Wilfredo Caballero, arquero del seleccionado argentino que luego del error ante Croacia los hinchas locales arremetieron en las redes sociales contra su familia de manera repudiable.

Desde el cuerpo técnico y el equipo salieron rápidamente a respaldar a el jugador,que luego de un entrenamiento dio un comunicado: “Soy futbolista al más alto nivel. Ser criticados es algo con lo que tenemos que vivir. Es parte de nuestro trabajo y lo aceptamos cada día de la semana. Pero ser llamado asesino, suicida y que mi familia reciba amenazas de muerte, eso es completamente inaceptable. Soy sueco y estoy orgulloso de vestir esta camiseta/bandera. Al mismo tiempo, quiero agradecer a todas las personas que me han apoyado. Estamos unidos. Somos Suecia” y finalizó el plantel junto diciendo “a la mierda el racismo”.

Hace casi un año Durmaz, en conjunto con Locker room talk, realizaron un video promoviendo la lucha contra del homo odio en el fútbol y cómo éste impacta en la vida social de los más pequeños que practican el deporte. “¿Sabías cuánta mierda se esparce entre los chicos por los vestuarios? se cree que es sólo un hecho aislado, pero no termina allí” así comienza el video, que posteriormente decanta en “podemos romper las normas para pintar un nuevo paisaje sobre qué es la masculinidad”. El video se concentra en enseñar a los niños de hoy, que serán los adultos de mañana a romper los lo establecido para el género masculino.

Este fútbol reservado solo para los hombres masculinos perpetúa estos ataques hacia los jugadores, ya que se les resta importancia a la hora de frenarlos, pero también al ser masivo da la posibilidad de exponer este tipo de situaciones para que desde las aficiones se empiecen a cambiar. Para ello es necesario crear nuevos conceptos sobre el rol del hombre, para romper con el afán de demostrar ser el mejor en todo lo que se proponga hacer. Y no hay que olvidar que el fútbol es un deporte en equipo, si falla uno fallan los 11.

Messi: “Esto es para toda la gente que no se dejó llenar la cabeza con las boludeces que dicen”

Rodrigo Engel

Marcos Rojo se convirtió en el Zar argentino en el césped del Estadio Krestovsky, cuando a los 86 minutos del encuentro ante Nigeria, que definía la situación del conjunto nacional en el Grupo D, concretó el gol decisivo para sellar la clasificación a octavos de final (el sábado chocará con Francia, a las 11, en Kazán). En un primer tiempo donde la selección tuvo conexiones constantes dentro del campo, con Ever Banega siendo vértice de los ataques y adueñándose del medio campo, apareció la luz de Lionel Messi para activar el tanteador en San Petersburgo y agigantar la ilusión de una Argentina más viva que nunca.

“Lo necesitábamos. Ahora empieza la Copa para nosotros. Les había dicho a mis compañeros que iba a meter un gol”, confesó Rojo, ex Estudiantes de La Plata, ante los micrófonos al finalizar el partido. A través de su cuenta de Instagram publicó una imagen del plantel simbolizando una ronda de abrazos y adjuntó: “Si estamos así de unidos a este grupo no le entra una bala”. El defensor agradeció finalmente el apoyo de los hinchas.

Messi dio el presente tras anotar su primer tanto en Rusia, ubicándose como el tercer jugador argentino en marcar en tres Mundiales distintos junto a Diego Maradona y Gabriel Batistuta, y no ocultó su alegría: “Sabía que Dios está con nosotros y no nos iba a dejar afuera. Estábamos confiados en que íbamos a ganar. La alegría que tenemos es inmensa”. Pero su frase más contundente fue la que dijo todavía con la camiseta puesta, apenas consumado el 2-1 sobre Nigeria: “Esto es para toda la gente que está acá, que llenó la cancha, que hace un sacrificio enorme; y para toda la gente que nos sigue en Argentina, que en ningún momento se dejó llenar la cabeza por todas las boludeces que dicen”. Por otra parte, su esposa, Antonela Rocuzzo, difundió la foto del festejo junto al mensaje “My King”.

El papel protagónico también estuvo en el arco. El arquero de River Plate Franco Armani concretó un impecable debut. A los 83 minutos impidió, mediante un mano a mano, al nigeriano Odion Ighalo sentenciar el resultado, parcialmente 1-1, que hubiera impedido acceder a la siguiente ronda. “El grupo de jugadores me dio un apoyo muy grande. Estoy muy contento porque el equipo sacó pecho sabiendo que la situación se iba a dar”, comentó luego el arquero.

Cristian Pavón, quien ingresó por Enzo Pérez a los 15 minutos de la segunda etapa, fue quien recuperó la pelota que derivó en el centro de Gabriel Mercado para la definición de Rojo. “Vamos por más”, avisó mediante redes sociales.

Jorge Sampaoli también se sumó al tren de los sueños en conferencia de prensa: “Con Lionel (Messi) compartimos los mismos sueños en Rusia. Le agradezco al público, porque sentimos que estábamos en Argentina”. Además, destacó “la jerarquía de los jugadores para imponerse ante un rival muy difícil”, y afirmó que lo acontecido fortalecerá las chances de cara al futuro.

“La unión hace la fuerza”, dirán algunos. Otros recalcarán la idea del “ganar cómo sea”, aunque ni ellos mismos tendrán con qué argumentar ese cómo. Algunos se quedarán con las buenas conexiones del primer tiempo. Y otros se aferrarán a la ilusión que genera Lionel Messi. Lo cierto es que el sábado a las 11, Argentina enfrentará a Francia por los octavos de final en el Kazán Arena con miles de dudas, pero superando un histórico Grupo D. Argentina vive.

Foto: @Argentina

Argentina se metió por la ventana y ahora busca un guiño de la historia

Tomás Grasso

Desde la tarde del 16 de junio en el Spartak Stadium, el camino argentino estuvo lleno de obstáculos, pero los nigerianos en la búsqueda para conseguir su clasificación, dejaron viva a la Selección Argentina y es uno de esos equipos que en la primera posibilidad de matarlo, hay que hacerlo, porque ante la mínima chance de renacer desde las cenizas, como el mitológico ave fénix, lo hace.

Argentina se mete en los octavos de final por la ventana, hay innumerables casos de equipos que crecen desde esa posibilidad de meterse en los cruces directos.

En el 82 cuando la cita mundialista regresaba al viejo continente para disputarse en España, luego de visitar Argentina en el 78, los italianos conquistaron la copa.

Su inicio fue muy parecido al de la albiceste en esta edición. Consiguieron los boletos a la segunda fase con tan solo tres puntos, tras empatar con PoloniaPerú Camerún en un Grupo A que tuvo una marcada paridad. Cinco igualdades en seis partidos, de esta situación sacó ventaja la azzurra que dejó afuera a los incas, que jamás se imaginaron que se les vendría una sequía de 32 años.

A partir de la segunda fase todo cambió de la mano de Paolo Rossi, triunfo frente a Argentina Brasil, por 3 a 1 y 3 a 2 respectivamente. Sortear las dificultades que se le antepusieron en la primera vuelta lleno a los tanos de confianza, que doblegaron la cantidad de goles que anotaron en el inicio de la copa.

Llegó el mata-mata, esa instancia donde se define todo en un partido, no hay segundas oportunidades, ganas o te volves a casa. “Ahora empieza el verdadero mundial”, declaró Marcos Rojo, el gran héroe argentino luego de clasificarse a dicha instancia.

Italia doblegó a Polonia con un doblete de quien fue la figura en España, Paolo Rossi. Y liquidó a Alemania Federal por 3 a 1.

Igualar esa hazaña es algo que hoy parece una utopía, la final queda muy lejos, existe un largo camino por recorrer y muchísimas cosas de funcionamiento para corregir. Pero la forma épica con la que se consiguió la clasificación, permite la ilusión del pueblo argentino que acompañó en gran número al seleccionado en San Petersburgo.

El Mundial, lógicamente no es la única competencia que se disputa en este formato. La máxima competencia en el continente americano, la Copa Libertadores, conoce de estas historias. En el 2014, San Lorenzo se clasificó tras vencer a Botafogo en la última fecha y tras recibir la ayuda de Independiente del Valle tomó envión y no frenó hasta la cima.

La misma situación vivió River Plate en el 2015, venció de forma contundente a San José de Oruro por 3 a 0 y dio el manotazo de ahogado. Juntó fuerzas luego de eliminar a Boca en el escandaloso partido del gas pimienta y no se detuvo hasta que Fernando Cavenaghi y Marcelo Barovero levantaron la copa en forma conjunta.

Hoy es todo euforia, pero habrá que parar la pelota y ponerse a trabajar en el partido que se viene. Ya se conoce al rival, será Francia, una de las selecciones que desde el inicio fue candidata por los apellidos que la integran.
La ilusión está intacta, eso genera la Copa del Mundo en los argentinos, hoy es volver a creer que se puede, cuando un día atrás todo estaba perdido. Eso lo logró un equipo que resurgió de las cenizas.

Fotos: @Argentina

Argentina, entre la pasión, la razón y las oportunidades

Joaquín Arias

El corazón siempre intenta imponerse cuando hay una pelota y una camiseta celeste y blanca de por medio y más aún si se trata del certamen más codiciado del deporte más popular. Y más aún si Marcos Rojo se convierte en héroe en una San Petersburgo argenta como nunca antes. Y más aún si lo hace faltando cuatro minutos cuando las posibilidades parecían esfumarse entre tanto hombre verde.

Por eso, la sensación inicial es unánime, visceral y dominante: una alegría inmensa propia de estar entre los 16 mejores de Rusia 2018 luego de un partido de eliminación directa adelantado. En un país en el que no es asunto sencillo proyectar a futuro, una caricia al alma semejante aquí y ahora cotiza en bolsa.

La felicidad y el desahogo invaden a todo aquel y toda aquella que se encuentra en estado mundialista. Sepa en qué club juega Marcos Rojo o no. Entienda el peso de lo anímico en el equipo de Sampaoli o no. Sin embargo, aquellos y aquellas que fueron siguiendo los procesos y comprenden la sucesión de desaciertos que encaminaron a la Selección Nacional hacia la cima del precipicio –se evitó una vez más, en el epílogo, una caída abrupta-, se ven atravesados algún miligramo de racionalidad entre tanta pasión.

Detrás de esos latidos eufóricos, afloran bien tímidas, como pidiendo permiso, algunas preguntas que entienden de sensatez: ¿qué factores se conjugaron para llegar una vez más a una situación límite con Lionel Messi todavía vigente?, si el desorden institucional reina y así y todo la jerarquía individual nos salva, ¿qué ocurriría si el entorno conspirase positivamente?

Al argentino le encanta el heroísmo. Se encandila cuando alguien se disfraza de superhéroe. Casi siempre en el último tiempo fue Lionel Messi. Hoy le tocó a Rojo. Pero esa heroicidad no debe eclipsar una vez más esos desatinos que se fueron encadenando en los últimos años y que provocaron que se necesitara irremediablemente de ese cirujano que esconda con un gol ese kilométrico hilo de despropósitos. Un gol a los 86 minutos debe cambiar el humor pero no un profundo diagnóstico.

El pasaporte agónico a octavos de final presenta diversas oportunidades. La más deseada, que a esta camada de jugadores con Lionel Messi a la cabeza se le avecina un nuevo desafío de poder avanzar hacia instancias decisivas. “Vamos que podemos”, aclama eufórico en el centro del campo Cristian Ansaldi, uno de los nuevos.

Lleguen lejos o no, dejarán la vara alta. Otra chance latente es que este enorme alivio que significó el triunfo ante Nigeria sea utilizado como estímulo para renovar la energía positiva y creer que con proyectos definidos y una línea de trabajo coherente y seria es muy probable que los resultados sean mucho más positivos. Habrá tiempo para capitalizar estas posibilidades. Mientras tanto aprovechemos que la llama de la pasión está más viva que nunca.

Fotos: @SelecciónArgentina

Argentina, noticias de ayer

Julián Rozencwaig

Prohibido olvidar las atrocidades que fueron comentadas en las redes sociales sobre Wilfredo Caballero, arquero de la Selección Argentina pero por sobre todas las cosas, un ser humano. Hay quienes desearon la muerte a su esposa y su hija.

Prohibido olvidar el hinchismo argentino plasmado con agresiones a simpatizantes croatas durante el partido de la segunda jornada que culminó en derrota, sustantivo inaceptable para la gran mayoría argentina (sería una generalización errónea poner a todos en la misma bolsa). Ante Rebic, delantero del conjunto europeo, admitió que “los argentinos no saben perder” como motivo de su arrepentimiento de pedir la camiseta de Lionel Messi para un amigo. Philipp Lahm, exfutbolista alemán, manifestó idénticamente la frase en la previa al encuentro de cuartos de final del Mundial de Sudáfrica 2010 entre Alemania y Argentina, anunciando en conferencia de prensa que esperaba ver cómo reaccionaban sus rivales de turno cuando perdieran, mezclando provocación y realidad en la víspera al duelo mundialista.

Prohibido olvidar que un periodista, con un número de audiencia importante sin tener en cuenta la reproducción de sus dichos en las redes sociales (es decir, más audiencia aún), le rogó a un jugador que ganó 34 títulos colectivos y 9 individuales –dentro de esta última categoría fue calificado en 5 ocasiones como el mejor jugador del mundo- que piense en renunciar a la Selección Argentina. También está prohibido, pero prohibidísimo olvidar las sugerencias e incitaciones a “cagarse a trompadas” de un periodista hacia los jugadores y el entrenador, comunicando, además, que ante Nigeria “jueguen los que queden vivos”.

Prohibido olvidar los zócalos televisivos con frases de hinchas y panelistas en alusión a la derrota como fracaso, título aún posible a falta de la fase final de la Copa del Mundo y un futuro incierto para el combinado nacional. Prohibido olvidar porque, olvidando, difícil es aprender y en consecuencia, cambiar. Saber perder es más importante que saber jugar. De nada servirá continuar jugando y ganando si no se conoce cómo afrontar la derrota.

Foto: @Argentina

Está Messi, la ilusión no muere

Daniela Simón @DanielaaSimon

Y si es que la magia existe, debe ser como verlo jugar a Lionel Messi. Impredecible y alucinante, y que hace brillar todo lo que toca. Y hoy cada pelota que tocó Messi, fue oro. Fue el niñito que siempre soñó con ser jugador y jugar un Mundial; el niñito con la valentía y el coraje de los grandes, con la actitud de un hombre experimentado que sufrió y jugó partidos pesados y ásperos. Envuelto en hambre de ganar, gritó fuerte:“Acá estoy, muchachos”.

Messi tuvo a Ever Bánega y a Enzo Pérez como sus productores, y del resto, se encargó él. Porque si la pelota llega al 10, de forma clara y limpia, lo demás puede transformarse en cuento de hadas.

Un pelotazo largo que bajó en el aire con la calidad de los dioses, para que toque el suelo y saque un derechazo perfecto que tuvo la fuerza de un país. Un pueblo que lo abrazó y le dijo “Así pibe, así”. Las gargantas se rompieron en el consuelo y así se resquebrajaron, de una vez por todas, los miedos: Messi estaba inspirado. Su último gol en una Copa del Mundo había sido, justamente, ante Nigeria en 2014. Cosechaba una sequía angustiante en Rusia. Sin emabrgo, con el tanto de hoy, se convirtió en el tercer argentino en hacer goles en tres Mundiales distintos. Pero son solo números que se van con el viento, cuando verlo jugar llena el alma.

Messi estuvo iluminado, contagió ideas, juego y buen toque. Contaminó de fuerza a un equipo. Qué más da, hacer posible lo imposible, llegar hasta la más inalcanzable, poblar de goles sobre la maleza. Con guapeza y atrevimiento, e inteligencia a la hora de ejecutar. Rodeado de rivales, la descansó bajo su suela y bailó.

Hoy Messi fue aquel niñito que creció en Rosario, se infiltró hormonas y vivió a miles de kilómetros de su hogar por amor al fútbol. Fue ese que deslumbra con la camiseta del Barcelona y nos llena de preguntas:¿Qué hay que hacer para que juegue así con la de Argentina?”. Y quizás es que no se le puede pedir que juegue, que haga goles, que marque, que ataje, y que cargue con el peso de nuestras miserias.

La Selección estuvo en el abismo y se levantó. Lio mostró rebeldía en la tierra de la revolución y justificó por qué la confianza es indemne para los argentinos, es que está Messi.

Fue una luz entre tanta oscuridad que circundó a la Selección por estos días, apareció en el medio de los reproches. Se enojó y gritó el gol más fuerte que cualquier hincha. Infló el pecho y salió al campo de batalla con su traje de guerra, la diez en la espalda, y un repertorio letal: alma, corazón y gambeta.

Foto: @Argentina

Atajala, Messi

Joaquín Grasso

Luego de 12 años, la Selección Argentina vuelve a cambiar a su arquero en pleno Mundial –en Alemania 2006 había sido Leonardo Franco por Roberto Abbondanzieri-. La desacertada decisión de Wilfredo Caballero que ocasionó el primer gol de Croacia y las dudas que expuso en sus dos partidos del torneo suscitó que el entrenador Jorge Sampaoli ubique en su lugar a Franco Armani. Con el correr de los días, las críticas hacia el jugador del Chelsea fueron disipándose y se centraron en un jugador puntual: “¿Qué le pasa a Messi?”, se preguntan todos.

Está en evidencia que el nivel futbolístico exhibido por el astro rosarino no está a la altura de las expectativas de un país ilusionado con lograr el título en Rusia. Ante el bajo rendimiento individual y los resultados desfavorables, los cañones apuntan al 10. Lo acusan de armar el equipo, de no rendir como en el Barcelona –sí, como en los viejos tiempos-, de su falta de liderazgo, de estar poco participativo, le inventan peleas con su mujer e incluso aseguran que está deprimido. “Lionel sufre la necesidad de rendir examen con una frecuencia inmerecida”, afirmó Marcelo Bielsa.

El tercer grito croata retrata el accionar del capitán en la cancha: Argentina perdió la posesión y los balcánicos rápidamente contraatacaron. Modric, con la pelota en su poder, enfiló para el arco albiceleste mientras Messi, a toda velocidad, perseguía a Kovacic hasta el borde del área para tapar la opción de pase. Finalmente fue gol. La televisión demoró unos segundos en enfocar el delirio europeo en primer plano. Ese tiempo bastó para ver al 10, desanimado.Se llevó la mano a la cara y agachó la cabeza –gesto idéntico al que hizo en el momento del himno-, y volvió, a paso lento, hacia el centro de la cancha. “¿Por qué no marcó?” es la demanda popular. Pero, ¿es esa su función?

“La selección juega como si Messi no existiera”. La frase de Jorge Valdano explica a la perfección el circuito de juego argentino en ambos duelos, sin importar la táctica empleada: saca Caballero. Recibe la pelota Otamendi. Se la pasa a Salvio, que se la devuelve al primer toque. Mascherano se acerca y entra en contacto. La abre para Tagliafico, que se apoya con Meza sobre la izquierda. Nuevamente para el número 3 que, acechado por la marca, le regresa la pelota al arquero. De esta manera, con un toqueteo sin profundidad en el propio campo y sin la presencia de alguien que rompa líneas con un pase, Messi se ve obligado a retroceder 15 metros para intervenir en la creación, eludir a los rivales que su habilidad le permita y así generar espacios en ataque. El diario y el hincha dirán que la estrella nacional no apareció, que se escondió.

El 10 sigue sin encontrar un socio en este equipo, alguien que le entregue la pelota al pie. El funcionamiento colectivo depende exclusivamente de su zurda y si está marcado o no incide en la jugada, la Selección se hunde en la previsibilidad. Con este panorama desfavorable, Messi ataja las críticas y se carga sobre sus hombros la presión de todo un país que vuelve a entregarle el tan pesado mote de “salvador”, previo al duelo crucial ante Nigeria. “Es increíble pero no puede hacerlo todo solo”, expresó Modri? después del 3-0. Lo entienden todos, menos los argentinos.

Sampaoli y la bola de cristal

Joaquín Arias

Su mamá Odila y su papá Rodalgo decidieron que se llamaría Jorge Luis, igual que Borges y que Burruchaga. Lejos está de ser uno de los máximos exponentes literarios de la historia argentina y también de haber sido el autor del gol que transformó a su país en bicampeón mundial, pero sí supo escribir y conoce qué es protagonizar una Copa del Mundo. Desde la tarde-noche del 1 de junio de 2017, cuando se enfundó en el buzo de entrenador albiceleste por primera vez, Jorge Luis Sampaoli comprendió que se hablaría y escribiría más de sus declaraciones, sus ideas y sus resultados que de las revulsivas obras de sus tocayos.

Su desvinculación del Sevilla y posterior arribo a la Selección Argentina tuvo carácter de novela, ese subgénero en el que Borges nunca incursionó. Tanto que terminó firmando el contrato con la A.F.A. algunos suspiros previos a su presentación oficial. La razón que impulsó su llegada fue inapelable: “Cada ser humano tiene un sueño, el mío desde que tengo uso de razón era jugar o entrenar a mi país. No pude jugar porque mis piernas me lo impidieron. Siento que tengo que ir ante la necesidad de mi país, tengo que estar”, había comentado desde Andalucía antes de despegar con destino a Ezeiza.

El escepticismo del público argentino generado por el hecho de que nunca dirigió a un equipo local de Primera División era tan grande como la ilusión que despertaba su triunfal antecedente en el seleccionado chileno. Se lo catalogó de bielsista, cambiante y ofensivo. Él se encargó de pegarse las tres etiquetas: ratificó su admiración hacia Marcelo Bielsadestacando “sus convicciones”, afirmó que contemplaría cuatro sistemas tácticos y explicó que el conjunto argentino se veía obligado a adoptar un “protagonismo desmedido”.

Sus recurrentes cambios de esquema condujeron a 13 alineaciones iniciales diferentes en 13 partidos, mientras que su ambición ofensiva alcanzó su auge en la segunda mitad en el empate 1 a 1 ante Venezuela y en la posterior igualdad sin tantos ante Perú en La Bombonera. En los dos primeros compromisos mundialistas no logró plasmar ese sello voraz y los resultados le dieron la espalda. El entorno (prensa e hinchas) aprovechó esos tropiezos iniciales para enfatizar con una connotación negativa su nutrido cuerpo de trabajo, la cantidad de viajes a Europa con el fin de evaluar actuaciones y los sucesivos diálogos con jugadores que finalmente no fueron convocados. “El mismo argumento que se utiliza para amplificar comportamientos en la victoria es el mismo que se utiliza para condenarlo en la derrota”, supo explicar Bielsa.

Transcurrió un año y algunos días desde su asunción –6 encuentros oficiales– y ya se multiplican las voces que anuncian un inminente fin de ciclo post Mundial. En una selección en la que los contratos se rompen con la misma facilidad que una identidad, el casildense parecería no ser la excepción. Mientras tanto se juega una Copa del Mundo. “Estoy convencido de que mañana se escribirá una nueva historia”, avisó. Jorge Luis Sampaoli lo desea. El pueblo argentino anhela que tenga la bola de cristal.

Ser niños, la última carta

Tomás Grasso @tomassgrasso

Luego de la dura derrota que sufrió la Selección frente a Croacia por 3 a 0 en Nizhni Nóvgorod, los jugadores sufrieron incontables críticas destructivas. Una de las acusaciones que más se reprodujo entre los fanáticos y periodistas es que los jugadores perdieron el fuego sagrado.

Recuperar esa llama eterna que llevó a esta generación de futbolistas al lugar donde están, jugar en las mejores ligas del mundo y sobresalir en ese nivel. Ese fuego que sirvió como guía para mantenerse durante más de una década a un nivel superlativo, es quizás, lo único que mantiene viva la esperanza.

“Que Messi siga así se explica desde el amor que le tiene a esta profesión, desde la pasión, desde ese fuego sagrado que tiene dentro, ese fuego sagrado que el competidor tiene que tener para mantenerse en un lugar de privilegio”, declaró Jorge Burruchaga, hoy mánager de la Selección Nacional, en referencia a la edad del capitán, en los meses previos a la Copa del Mundo. Pero cómo hace una persona para abstraerse de todo lo que sucede a su alrededor. La tensión se respira y los protagonistas sienten que deben complacer a más de 40 millones de argentinos que desde el 14 de junio se convirtieron en directores técnicos.

Pedirle a un jugador que se abstraiga y se sienta ajeno a todo lo que sucede en torno a la Selección, es pedirle que vuelva a su infancia, que vuelva a los potreros donde el futbolista se abría a su máxima expresión. Retomar esos sentimientos de jugar a la pelota por el simple hecho de amar la naturaleza del juego. Retroceder en el tiempo y situarse las canchas de barrio donde no se especificaban posiciones y ganar pasaba a un segundo o tercer plano.

La sociedad exitista en la que vivimos, aquella que no supo valorar tres subcampeonatos simplemente por el hecho de no ser primeros, intoxicó a esta generación. En vez de disfrutar la posibilidad de cumplir ese sueño de defender los colores celeste y blanco que tuvieron ellos y tienen millones de chicos que día a día corren detrás de la pelota, la padecen.

En 90 minutos esta camada luchará en dos batallas. La primera la que tienen con ellos mismos, volver a demostrar que la pueden dejar chiquita como lo hicieron en su infancia y durante su carrera profesional. Y la segunda frente a Nigeria, por la clasificación a los octavos de final. Tienen en su poder una llama que sigue encendida dentro de cada uno de los integrantes del plantel y una carta, la última, que también supieron utilizar frente Ecuador en la última fecha de las Eliminatorias.

Óscar Duarte, el defensor de doble bandera

Manuel Antuña

Óscar Esaú Duarte Gaitán es uno de los defensores titulares que tiene Costa Rica. A base de esfuerzo logró ganarse su lugar en el conjunto “Tico” para el Mundial de Brasil 2014, en el que con su gol dio vuelta el primer partido contra Uruguay, aunque terminó su participación en octavos de final al recibir la segunda amarilla contra Grecia, partido que finalizó con una victoria para su equipo por penales. Sin embargo, el zaguero del Espanyol de Barcelona es el único jugador de la selección que no nació en Costa Rica.

Es oriundo de Catarina, una ciudad que queda a 47 minutos de viaje en auto de Managua, la capital de Nicaragua. Nació el 3 de junio de 1989 y se crió junto a su tía Marlen y su abuela Vilma. Su mamá, Walkiria, había emigrado al país centroamericano con la idea de poder conseguir un mejor futuro para su familia. Cuando el joven tenía cinco años y su madre ya se había establecido plenamente, decidieron que el chico se mudara con ella. Sin saberlo, había dado un paso importante hacia la conformación de su carrera futbolística.

Nicaragua históricamente es una nación con más preferencia hacia el béisbol que al fútbol, la mayor parte de sus grandes logros deportivos provienen de aquel deporte. Ganó seis veces el oro en los Juegos Centroamericanos, en dos ocasiones fue plata en los Panamericanos y en los Juegos Olímpicos de Atlanta 1996 finalizó en el 4to puesto, pero este deporte no es el que le revolvía la pasión al zaguero.

En Costa Rica, Duarte logró potenciarse en las inferiores del Deportivo Saprissa, club en el cual debutó en Primera en 2009. Un año más tarde, en 2010, fue a préstamo al Puntarenas F.C, aunque volvió ese mismo año y se convirtió en un baluarte para los morados. Por su gran rendimiento, dio el salto al Brujas de Bélgica a principios de 2013 y, en 2016, se convirtió en el pase más caro de un futbolista nacido en Nicaragua cuando arribó al Espanyol de Barcelona por 1.5 millones de euros.

El defensor no deja de lado sus raíces y constantemente viaja a su pueblo natal, donde es un ídolo, donde ha logrado instaurar al fútbol como el deporte predilecto en vez del béisbol y donde, cada vez que juega Costa Rica, la ciudad se tiñe de azul y rojo. En una entrevista con La Prensa, diario nicaragüense, confesó que siente que representa a ambas naciones, no sólo a Costa Rica, y que la gente de Nicaragua le devuelve el afecto que les demuestra.

Luego del éxito de los “Ticos” en Brasil, Duarte decidió regresar al lugar donde nació para ver a sus familiares y relajarse. Cuando llegó quedó sorprendido al ver que en el aeropuerto internacional Augusto Sandino se habían congregado cientos de jóvenes al canto de “Viva Nicaragua, viva Costa Rica” y un incesante “Óscar, Óscar”. Aunque los gestos hacia el número 6 de Costa Rica no se detuvieron allí. El presidente Daniel Ortega lo recibió para felicitarlo y el jugador a cambio le obsequió una de las camisetas que había usado en el Mundial firmada por todos sus compañeros.

Incluso cuando se encontraba concentrando con Costa Rica para afrontar el Mundial de Rusia 2018, no se olvidaba ni ignoraba que en su territorio natal los ciudadanos afrontaban una crisis que dejó un saldo de, al menos, 200 muertos, miles de heridos y cientos de detenidos. “Sé la situación difícil que están pasando (en Nicaragua) y quiero mandar toda mi fuerza y cariño a un país que tanto me ha dado”, escribió en su cuenta de Twitter.

Duarte pasará a la historia del fútbol costarricense por haber formado parte del plantel que alcanzó los cuartos de final en Brasil 2014, pero su legado será más grande en su otra casa, ya que se convirtió en el primer nicaragüense en participar de un Mundial y en marcar en dicha competencia.