domingo, agosto 31, 2025
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El fruto de Sydney 2000

Lucila Coccia @lulacoccia

El Hockey 5, como tantos deportes en estos Juegos Olímpicos son variaciones de las disciplinas que se practican en el mundo, este juego difiere con el 11 vs 11 en algunas reglas: el campo mide menos de la mitad; el gol vale de todas partes; el tiempo se reduce ados partes de 10 minutos y la bocha está permanentemente en juego (excepto que estasobrepase la tabla que delimita el campo). Estos cambios aportan rapidez y explosividad aljuego, cuestiones que las argentinas supieron potenciar desde el primer partido.

Las Leoncitas eran las claras candidatas a quedarse con el título por tres factores: el nivel individual; la localía y la historia de la camiseta albiceleste. Sin embargo, nada de ello llegó a perjudicarlas: desde el inicio del torneo hasta la final ante India, en total 8 partidos,recibieron sólo 3 goles, y convirtieron 58, es decir, más de 7 goles por cada 20 minutos dejuego.La convicción del equipo siempre fue ir por más, más intensidad, más goles, mástriunfos.

Esa misma característica es la que llevó, hace exactamente 18 años, a crear el mito de las Leonas. En Sydney 2000 un grupo de jugadoras y su cuerpo técnico decidió no conformarse con meras buenas actuaciones y apostó por subirse al podio. Necesitaban un incentivo, una marca que las identifique y que las encuentre: Una Leona, que sale a cazar para abastecerse y abastecer a toda una comunidad, mientras que el imponente león reposa. Ellas se propusieron salir a buscar la presa en cada partido, mientras que los equipos favoritos descansaban con la gloria.

La mayoría de estas protagonistas de hoy nacieron ese mismo año en el cual cambió lahistoria del hockey en argentina y en el mundo. Se criaron escuchando el rugir de quienes trabajan y consiguen lo que sueñan. Estas adolescentes no regalaron nada. Son el fruto, las hijas pródigas, de esta generación porque las circunstancias les podrían haber permitido la comodidad de los leones, pero decidieron honrar ese legado al mejor estilo y subirse a lomás alto del podio olímpico por primera vez en la historia.

Misión Tokio 2020: el equipo de surf argentino y un nuevo sueño

Sofía Rodríguez Cuggia

Desde que asumió el cargo de presidente de la Asociación Internacional de Surf en 1994, Fernando Aguerre tenía como objetivo meter al deporte en los JJOO. El clima no estaba a su favor y el viento soplaba en contra. Sin embargo, tras una lucha de 12 años, su meta se situó en la cresta de la ola en 2016, cuando el Comité Olímpico Internacional (COI) anunció que iba a ser olímpico en Tokio 2020.

El primer paso está hecho, ahora los surfers argentinos buscarán clasificarse. El más destacado es Santiago Muñiz, reciente campeón Mundial ISA (Internacional Surf Assosiation) desarrollado en septiembre en Tahara (Japón) y clasificado a los Juegos Panamericanos Lima 2019. Para Aguerre es uno de los que está en condiciones de ganar una medalla: “Su nutrida experiencia internacional, permanente y continua es una clave de su performance”. Además agregó que las olas de Tokio ayudarán a los argentinos, ya que son similares a las condiciones de los puntos de surf en el país.

Además de Muñiz, que ya había sido campeón en 2011 con 18 años, hay otros dos argentinos que fueron campeones mundiales, Leandro Usuna (2014 y 2016) e Ignacio Gundesen (junior 2017). Ellos tres junto a Josefina Ane, Lucía Cosoleto y Lucía Indurain representaron a Argentina en el último mundial ISA. “Salimos 8° en el puesto por equipos, eso es muy importante y dejamos a varios de gran nivel atrás”, dijo Ane. “Creo que en el mundial nos faltó un poco de suerte, algunos chicos perdieron por centésimas, no nos tocaron buenas olas. Argentina está muy fuerte, cada vez nos dan más importancia y pisamos fuerte en eventos internacionales. Estos tres años que pasaron tuvimos una bandera argentina en finales mundiales”, admitió.

Para ir a Tahara, recibieron el apoyo del ENARD (Ente Nacional de Alto Rendimiento Deportivo) y también fue muy importante el trabajo de la Asociación Argentina de Surf, que preside Alfredo Tórtora. La A.S.A surgió en 1989 y en 1991 consiguió la personería jurídica como ONG, a partir de ese momento comenzaron a trabajar en busca del mayor apoyo para el surf. En el año 1992 se inscribieron en todos los entes de deportes del país.

De esta manera fue el comienzo de solidificar a la ASA en el espectro internacional y empezar la carrera para conseguir apoyo económico. La plataforma de apoyo para los surfistas es la relación con todos los entes de deportes. Además, la ASA realiza los Circuito Nacionales en las Categorías Junior, Open, Longboard, Stand Up Paddle varones y damas, otra plataforma en donde los competidores tienen Circuitos Nacionales que les permiten desarrollarse como atleta y conseguir apoyo de marcas o instituciones.

“Los surfers de Argentina son de élite, tenemos cinco medallas de oro en Mundiales ISA, una dorada en el Campeonato Panamericano, logros individuales de los competidores en campeonatos de todo el mundo. El surf argentino es prestigioso a nivel mundial”, afirmó Tórtora.

Además, la ASA cuenta con entrenadores y coach nacionales reconocidos por la ISA y le dan asistencia a todas las asociaciones reconocidas de la Costa. También los competidores que participan por intermedio de la ASA tienen becas anuales para gastos de viajes o presentaciones en Argentina. “Estas y muchas otras cosas influyen para que nuestra comunidad surfera se sienta respaldada y participante de un deporte exitoso”, aclaró Tórtora.

El nivel de los atletas crece, pero el factor más importante es la naturaleza y la ASA junto con Surfrider Argentina, una ONG cuyo propósito y misión es la protección, rehabilitación y restauración de los diversos ecosistemas del mar, tienen una alianza para el cuidado de las costas y las playas, por lo que en todos los eventos se concientiza en este tema con diversas acciones.

“Hoy la comunidad de surfistas en Argentina es importante y ya es un deporte popular en Mar del Plata y otras localidades de la costa. La Feliz es una ciudad de elite mundial en cuanto a su historia, tradición y lugares de práctica”, añadió Tórtora. Además mencionó que se trabaja mucho con el desarrollo del semillero del surf: “ellos son el futuro y hay que brindarles todo el apoyo”.

Para Aguerre los surfers argentinos necesitan surfear en mayor cantidad de competencias, y con nivel más alto para estar entre las máximas potencias mundiales. Tórtora explicó que Argentina es un país joven y se está desarrollando en este deporte pero que los locales tienen muchas virtudes y no tienen nada que envidiarle a nadie. También admitió que falta evolucionar en la técnica pero que los instructores poco a poco van enriqueciendo sus conocimientos.

Es el momento de hacerse ver a nivel mundial y aprovechar ese gran nivel para ganar una medalla en los próximos JJOO. Los Juegos Panamericanos de Lima 2019 otorgarán un cupo para un hombre y una mujer para Tokio 2020. Además para clasificar se disputarán: ISA World Surfing Games 2019 (4 hombres y 4 mujeresseleccionados según su continente. Primer surfista elegible de cada género de África, Asia, Europa y Oceanía), World Surf League Championship Tour 2019 (participan los 34 mejores surfistas hombres y las 17 mejores mujeres, tiene 10 cupos en hombres y 8 en mujeres para Tokio) y los ISA World Surfing Games 2020 (4 hombres y 6 mujeres elegibles). Japón ya tiene a un surfista clasificado en cada género por ser el país anfitrión. Si los japoneses se clasifican mediante las jerarquías anteriores, se reasignarán sus cupos a los primeros surfistas elegibles del ISA World Surfing Games 2020. Habrá 20 surfistas hombres y 20 mujeres en los JJOO Tokio 2020 y hay un máximo de 2 surfistas por género por Comité Olímpico Nacional. Todas estas competencias se desarrollarán desde mayo del año que viene hasta mayo de 2020.

Aguerre se mostró muy feliz: “Creo que el surf tendrá un alto impacto y muy positivo, para el surf y para el olimpismo. El surf olímpico es una ola que parecía que nunca iba a llegar. Pero llegó y desde la ISA la estamos surfeando con mucha dedicación y responsabilidad”.

Para Tórtora, Argentina va a dar pelea a las potencias más fuertes como Australia, Brasil, Estados Unidos, Hawaii, Francia y Japón, y también contra los países que se están desarrollando muy bien, como Perú o Portugal.

En el tenis, golpear la pelota es lo de menos

Gastón Adur

El tenis puede parecer un deporte individual, pero lejos está de ser eso. Hasta los mejores jugadores del mundo necesitan de un mentor que les enseñe a mejorar su técnica y le aporte, desde su conocimiento, herramientas para poder enfrentar los partidos.

Para poder formar jugadores se necesita capacitarse y hacer el Profesorado de la Asociación Argentina de Tenis (AAT), que se creó hace tres años y es avalado por la Federación Internacional de Tenis (ITF, por sus siglas en ingles) y se puede estudiar en diferentes clubes del país.

La carrera cuenta con dos niveles, en la primera parte se trabaja la formación de niños y juveniles y la segunda parte se basa en ser entrenador profesional, pero para entrar se debe tener conocimientos previos sobre el deporte. Aunque en las cursadas se tratan materias que tienen que ver con la técnica, la táctica y las prácticas con alumnos, también se ven aspectos como la psicología y la metodología (métodos para enseñar), que son los más importantes para poder formar en el deporte. A nivel internacional aparece el mismo plan de estudio, la única diferencias que se encuentra es que el profesorado posee un nivel más y en países como Brasil se necesita estar recibido en educación física para cursarlo.

“Hay una gran cantidad de buenos entrenadores, pero se tendrían que regular los profesorados porque no pueden existir cursos de una hora por semana con una duración de seis meses que te habiliten para enseñar porque es extraño y no preparan a los jugadores de la manera adecuada para enfrentar las competiciones”, explicó Marcelo García, fundador de la escuela SuperTenis y ex capitán argentino de la Copa Davis Juniors en 2011.

Con la creación del profesorado oficial, que no está avalado por la Secretaría de Deportes de la Nación, se unificó criterios es decir que todos los lugares avalados por la AAT tienen el mismo programa de estudios y tutores de la ITF que brindan capacitaciones. Aunque todavía existen cursos privados que no están regulados por la asociación y enseñan diferentes contenidos.

Gonzalo Presson, entrenador de tenis ITF y licenciado en deportología, comentó que la metodología que enseñan en la cursada de la asociación es útil para saber cómo explicarles y poder trabajar con la mayor cantidad de alumnos posibles. Para Presson hay dos métodos fundamentales para lograr esto: global y analítico. El primero supone entrenar desde la situación y la toma de decisiones, el segundo infiere trabajar, paso a paso y con paciencia, en cuestiones como la técnica porque hay golpes que no salen naturalmente y cuestan aprenderlos.

Otras de las claves para el deportólogo es la psicología, que es de lo más importante que se aprende en la carrera porque con ella se trabajan aspectos como escuchar a los alumnos, aconsejarlos, tener un rol casi paterno y tener en claro los cuatro pilares desde el punto de vista mental: motivación, autoconfianza, controlar las emociones y la concentración.

La psicóloga deportiva María Hernández sostuvo que una de las cosas que se trabaja con los entrenadores es cómo influir en la confianza que tiene su dirigido y los propios recursos que posee para hacer frente a las distintas situaciones que le ocurran en un partido o en la vida misma. También agregó que el trabajo que se debería hacer en ese sentido es generar recursos (en el caso de que no existan) o reforzarlos (en el caso de que si existan pero el deportista perciba que son insuficientes).

Otro de los aspectos que se les enseña a los estudiantes en el Profesorado de la Asociación Argentina de Tenis son las habilidades de comunicación, cómo trabajar el estrés, planificación del tiempo, resolución de conflictos, técnica de reanimación pulmonar (RCP), la alimentación, y las técnicas para influir en variables tan importantes como los cuatro pilares mentales, ya antes mencionados. Estos aspectos a la hora de ser aplicados pueden variar porque no todos los entrenadores usan los mismos métodos.

El tenis es un deporte intermitente que se juega a alta intensidad y a un ritmo rápido, dónde los puntos duran segundos, en los que hay un gran desgaste, y el juego tiene interrupciones pero no se sabe con certeza cuanto puede durar. Un partido promedio dura una hora y media aunque en algunos torneos como los Grand Slam o Copa Davis puede llegar a durar hasta más de cinco. Además de la duración, algunos torneos se juegan cada dos días y hay que estar bien preparados físicamente y eso depende de la alimentación. Por eso en el profesorado de tenis les enseñan a los futuros instructores como deben alimentarse e hidratarse sus jugadores durante el partido y los entrenamientos.

“En tenis se requiere un aporte muy importante de hidratos de carbono durante la competición, pero entre torneos se necesitan dietas regenerativas con muchas proteínas. También se debe hacer más hincapié en la hidratación al realizar entrenamientos y competiciones al aire libre. Pero siempre teniendo en cuenta que no todos los jugadores tienen el mismo metabolismo”, explicó Gisela Valiante, licenciada en Nutrición Deportiva y personal trainer.

Valiante agregó que es esencial que los futuros instructores aprendan qué deben comer sus dirigidos y cómo controlarlos. En caso de ser un ex jugador es mucho más fácil porque ya vienen con un conocimiento previo pero las materias que dan en los profesorados sobre la alimentación de mucha ayuda para poder planificar esa rutina aunque se aconseja que trabajen con un nutricionista para poder sacarle un mayor provecho.

La mayoría de los que cursaron o están por inscribirse en el profesorado se quejan de la poca carga horaria que posee y porque faltan materias pedagógicas y filosóficas en la carrera. “Actualmente se cursa una vez por semana tres horas y tiene 100 horas de prácticas en toda la cursada que es muy poco para querer formar jugadores. Otras de las falencias que hay es que no se recibe material teórico de la ITF que es de suma importancia”, destacó Presson.

Además de las pocas horas de pasantías, el profesorado también quedó atrasado en los métodos de la enseñanza con la tecnología. Alan Corral, profesor en Devoto Tenis Club, confesó que una de las principales falencias que tiene la cursada es que se debería crear una materia para que les enseñen a utilizar drones y computadoras (como hacen en otros deportes) para poder planificar los entrenamientos, obtener estadísticas y aplicarlas en las horas de práctica con los futuros jugadores.

Presson explicó que los futuros entrenadores no solo deben quedarse con lo aprendido en el profesorado, sino que deben capacitarse constantemente para poder obtener una mayor salida laboral, y para conseguir más conocimientos que le permitan resolver las diferentes situaciones que se presenten con sus alumnos. Por su parte, García dijo: “A medida que pasen los años, el plan de estudio va a mejorar y cada vez va a ver mejores formadores. Pero no tienen que quedarse solo con eso, también deben realizar la carrera de educación física”.

Bronce que ilusiona al beach vóley

Iñaki Aizaga

En una tarde calurosa y con un sol agobiante en la Ciudad de Buenos Aires, se disputó el partido por el tercer puesto en el beach volley. La dupla argentina buscaba obtener el tercer lugar, el cual se les había negado en Nainjin, China, en el mundial sub 19 donde obtuvieron el cuarto lugar. A las 14 comenzó el partido que más esperó el público local: Argentina contra Hungría. Los espectadores ya habían encontrado cierto grado de identificación con la dupla albiceleste, y mucha gente se quedó afuera del estadio de Palermo queriendo presenciar el encuentro, pero las gradas ya estaban colmadas.

Al igual que en el resto de los partidos, el equipo rival mantuvo el saque sobre Zelayeta durante gran parte del primer set, pero al cierre de éste, los húngaros cambiaron su táctica y el servicio comenzó a ser dirigido hacia Amieva. El mendocino no tuvo problemas al respecto. Logró sumar puntos mediante el ataque luego de su recepción, sumado a sus buenas defensas y a los 11 puntos de Zelayeta, 8 de ataque y 3 de bloqueo, y se llevaron el primer parcial 21–15.

En el segundo parcial, la selección de Hungría todavía mantuvo las esperanzas y el bloqueo de Artur Hajos les permitió ilusionarse en remontar el partido. El húngaro de 2,03 metros Logró sumar varios puntos mediante esta vía, pero luego, Zelayeta de manera audaz logró evitarlos. El marplatense hizo varios tantos aflojando sus ataques por encima del alto bloqueo de Hajos y hasta anotó en diferentes ocasiones esquivándolo con su mano menos hábil, la izquierda. Por su parte, Amieva mantuvo la lectura y la velocidad en defensa que lo caracteriza y que mantuvo durante toda la competencia. La dupla local fue superior y festejó tras cerrar el set también 21-15.

“Cumplimos nuestro objetivo. Sólo me queda agradecer a toda la gente por el apoyo que mostraron en las buenas y en las malas”, transmitió emocionado Mauro Zelayeta al finalizar el partido, seguido de una ovación para él y su compañero. La dupla argentina podrá colgar este bronce en su medallero personal. Ya habían obtenido un primer lugar en el Sudamericano sub 19 y en los Juegos Odesur de Chile, además del cuarto puesto en el Mundial mencionado anteriormente y una quinta posición en la final Sudamericana de mayores disputada en abril. Los fantásticos resultados que está obteniendo esta pareja prometen e ilusionan al futuro, y al presente del beach volley argentino.

Otra medalla más para el legado de la Generación Dorada

Tomás Grasso

Según la RAE, dormirse en los laureles es “descuidarse o abandonarse en la actividad emprendida, confiando en los éxitos que ha logrado” y sin lugar a dudas que el básquet argentino no lo hizo.

El aspecto deportivo y el institucional deben caminar a la par para que las cosas funcionen. Sobre el parqué la Generación Dorada sorprendía al mundo, vencía en oportunidades consecutivas a Estados Unidos -con un plantel íntegramente NBA-, alcanzaba el subcampeonato del mundo en Indianápolis en 2002 y las medallas olímpicas, la dorada en el caso de Atenas 2004 y la de bronce en Beijing 2008, pero las cosas dentro de la estructura de la CABB no avanzaban conformes a lo que sucedía dentro del rectángulo de juego. Así lo entendieron los propios protagonistas, tocar el cielo con las manos no era suficiente, las irregularidades en el ente madre a nivel país tarde o temprano iba a afectar el normal desarrollo de un deporte que tomó gran impulso con la llegada de la camada más importante de su historia.

“La medalla de oro tuvo daños colaterales y este es uno de ellos. La familia del básquet argentino no estaba preparada para una medalla de oro, sí los jugadores”, afirmó Sergio Hernández, actual entrenador de la selección mayor, en 2014 cuando finalmente estalló el conflicto entre los deportistas y la dirigencia.

En el mediodía del 27 de julio del 2014 se vivió el momento de quiebre, en el microestadio de la UADE los referentes del plantel que estaba por viajar a representar el país en el Mundial de España dieron una conferencia de prensa para expresar su disconformidad con lo institucional. El capitán puso en duda su participación, “será por culpa de una gestión horrenda”, aseguró.

Luego de la situación límite las cosas cambiaron, desde ese mediodía comenzó un largo camino de reconstrucción de la Confederación Argentina de Básquetbol. Apuntaron todos los cañones al desarrollo de las divisiones inferiores, a fines de nutrir la liga nacional, tal como lo imaginó León Najnudel, cuando en la previa de su inicio declaró: “La Selección Nacional es el reflejo exacto de lo que pasa en el medio, progresivamente también nos daremos cuenta de que iremos recuperando terreno en el ámbito internacional”. Y sin lugar a dudas que así fue, los grandes representantes aprendieron e iniciaron su camino en el mercado local.

Además, en la búsqueda de que todos tiren para el mismo lado y que se edifique una identidad de trabajo, desde el ente máximo se impulsaron los proyectos del Método CABB –manual para un técnico formador- y el Programa Nacional Formativo –lanzado en conjunto con la Secretaria de Deportes de la Nación-.

En un deporte donde es común hablar de generaciones, la del 2000 ya tuvo su primer gran logro con lo obtenido en Puerto Madero, pero esto va más allá de los cuatro jóvenes que fueron los protagonistas del mismo. Abriendo el panorama, teniendo en cuenta que esta modalidad de disputa del baloncesto aún es emergente y pensando exclusivamente en el recambio de la selección mayor, esta camada está dotada de talento, tiene el potencial físico suficiente para competir al máximo nivel y que cuenta con chicos que ya tienen importante participación en la liga, sumada a la experiencia vivía recientemente en los Juegos Odesur, realizados en Cochabamba, dando varios años de ventaja respecto a planteles con jugadores mayores y aún así se colgaron la presea plateada.

Es por eso que la multitudinaria fiesta que se vivió en el Parque Urbano es parte del legado gigante que dejó la Generación Dorada, un grupo de 20 jugadores que predicaron con el ejemplo dentro y fuera de la cancha.

El día del abrazo de bronce

Federico Bajo @FedericoBajo

Juan Bautista Amieva y Mauro Zelayeta se abrazan emocionados. Ambos están parados sobre la cancha de beach vóley del Parque Verde, pero no parecen reparar en eso. Acaban de ganar la medalla de bronce en los Juegos Olímpicos representando a Argentina.

Posiblemente fue esa la razón por la cual ni los miles de ojos que los observaban, ni la cámara que los enfocaba a menos de un metro, pudo arrancarlos de esa fugaz eternidad. Luego, ya habría tiempo para tomar el micrófono y saludar al público que regaló un cálido aplauso.

Aquella fraternal muestra de cariño es el broche de oro de todo un camino de sacrificio que los dos adolescentes han recorrido hasta hoy. A los 15 años, Zelayeta, que jugaba en Aldosivi, cambió el fútbol por el vóley y su buen desempeño hizo que ingresara al programa de preparación para Buenos Aires 2018. En enero de este año el oriundo de Mar del Plata alojó en su casa a Amieva, que llegó a la ciudad balnearia proveniente de Tunuyán, provincia de Mendoza, dejando a 1.300 kilómetros de distancia a todos sus seres queridos con el único objetivo de cumplir un sueño.

Sin embargo, Amieva y Zelayeta son más que simples compañeros de equipo: “Estoy contento porque todavía tenemos una oportunidad más y por el compañero que tengo. Es como un hermano para mí”, había declarado el mendocino en la previa al encuentro con Hungría.

Dicen que los días que mejor se recuerdan con el paso del tiempo son los que se viven con emoción, y eso fue algo que abundó esa la tarde.

Seguramente, el 17 de octubre de 2018 será recordado por todos los que estuvieron presentes en la cancha central -y los que no pudieron ingresar también- como el día que el cielo se oscureció, lagrimeó y volvió a brillar en menos de media hora. A algunos le quedará en la memoria la imagen de Delfina Villar y Brenda Churín, la dupla femenina de beach vóley, paradas en la platea alentando a sus compañeros sobre el final del partido. Otros lamentarán haberse quedado obnubilados cuando el tenista argentino, Facundo Díaz Acosta, ingresó al estadio para ver los últimos puntos del encuentro. Pero sin dudas, dando vueltas por ahí, habrá alguien que se acordará del estremecedor abrazo que se dieron Bautista Amieva y Mauro Zelayeta el día que el beach vóley argentino se tiñó de bronce.

Boxeador de oro y promesa argentina

Fernando Bajo

Está parado a la derecha del árbitro vestido de rojo, ya sin los guantes, solo con las vendas blancas que le cubren los puños. Antes de que el anunciador termine de dar a conocer el resultado de la pelea, el joven oriundo de Villaguay, provincia de Entre Ríos, pega un salto con su mano derecha en alto y el puño apretado. Brian Arregui acaba de consagrarse campeón en la categoría welter de boxeo en los Juegos Olímpicos de la Juventud y no puede contener la alegría, salta como un niño arriba del ring.

Luego de esa celebración mezclada de abrazos con los que se cruzan en el camino, baja del cuadrilátero y se dirige hacia una de las tribunas, besa a su hija Briana, recibe el cariño del público que está a su alrededor, se saca fotos, besa la bandera Argentina y posa para los fotógrafos con ella.

Arregui es el menor de cuatro hermanos. Nació el 15 de enero del 2000 y a sus 9 años sufrió, quizás, el nocaut más duro de su vida: falleció su padre Raúl, de quien cuenta que no tiene muchos recuerdos. A esa edad comenzó a boxear, luego de que su madre no lo hubiera dejado empezar ese deporte tiempo atrás, ya que sufría si le pegaban a su hijo.

“Mis primos son boxeadores y los iba a ver. Un día, el más chico de ellos me dijo: ‘Acompañame a entrenar’. No me llamaba la atención la verdad, pero me puse a saltar la soga, me gustó y me dieron ganas de empezar”, afirmó Brian hace un tiempo en una entrevista con Enganche.

Está casado con Paola Pérez, a quién la vio por primera vez en un festival de boxeo, ya que es hija de su entrenador Darío “Chanchito” Pérez, que asegura que antes de ser su suegro ya era importante en su vida. Con Paola tuvieron a Briana el 18 de agosto de 2017.

Con el dinero proveniente de las becas que recibe de su ciudad natal y de Buenos Aires, le manda dinero a su familia, cubre sus gastos personales e invierte una parte del monto para construir la casa para su hija, su mujer y él.

Es el capitán de los Pitbulls (Selección Argentina Juvenil de Boxeo), se autodefine como “picante”. Dice que le gusta ir al frente, aunque igual pide que su papá –a quién lleva tatuado en su cuerpo- y Diosito lo cuiden para que no lo lastimen y su mamá no sufra.

En el pabellón Oceanía que está en el Parque Olímpico de la Juventud frente a la Villa Olímpica, Arregui se metió en la historia grande del boxeo argentino. Venció por un contundente 5-0 al marroquí Yassine Elouarz en tres rounds, se colgó la medalla de oro en Buenos Aires 2018 y se transformó en el tercer púgil argentino en obtener el máximo podio en unos Juegos Olímpicos –en Londres 1948 lo lograron Pascual Pérez en peso mosca y Rafael Iglesias en peso pesado-.

Llorando bajo el hiyab

Santiago Carrodeguas

Sonó la bocina y creció la desilusión. Los sueños Olímpicos de estas cuatro jovenes iraníes, que nacieron al despegar desde Teherán para jugar al básquet 3×3, se desplomaron en Buenos Aires. Humilladas por 0 a 22 en su debut frente a Hungría, no pudieron ganar un solo partido. A la salida del estadio una lloró bajo su hiyab, una tela blanca que les cubría todo el cuerpo menos la cara y las manos, mientras se alejaban tan desconocidas y solas como a su llegada.

Su desempeño fue ignorado por el Comité Olímpico de su país, que no incluye en su salón de la fama a ninguna deportista. De no ser por un mandato del libro sagrado del islam, el corán, que remarca: “Los musulmanes tienen que saber montar caballos, tirar y nadar”, no se les hubiera permitido viajar y esas lagrimas inundarían sus rostros por distintos motivos.

Todavía recordaban lo que le ocurrió a Niloufar Ardalan, capitana del seleccionado de futsal, que se perdió la Copa de Asia en 2015 porque su marido no la dejó viajar. Luego de que sus compañeras se quedaran con el torneo mostrando un gran nivel, Mojtabi Shafiri, dirigente de la Asociación de Fútbol Iraní, acusó un supuesto fraude por la supuesta presencia de ocho hombres en el plantel. La Confederación Asiática de Fútbol no desmintió ni afirmó nada, aunque muchos medios nacionales e internacionales lo dieron como un hecho.

El caso de Ardalan ayuda a comprender el significado de ser mujer en el antiguo Imperio Persa, que implica, sobre todo, asumir que las decisiones las tomará un hombre, ya sea el padre o el marido. La homosexualidad no se considera una opción válida si se quiere permanecer con vida.

Además de limitar la práctica deportiva en las mujeres, la Revolución Islámica de 1979 prohibió su concurrencia a competencias masculinas. Con el paso de los años, las ideas arcaicas del régimen conservador se fueron quemando. Finalmente, un 16 de octubre de 2018, ellas volvieron a presenciar un partido. Las estadísticas dirán que fue un amistoso en el que los dirigidos por Carlos Queiroz vencieron 2 a 1 a Bolivia en Teherán. No obstante, esta vez no importaron los goles, sino que en las tribunas del estadio Azadi (libertad), y a más de 10.000 kilómetros de Buenos Aires, otra mujer lloró bajo su hiyab.

33 Encuentro Nacional de Mujeres: octubre revolución

Magalí Robles @maguirobles2

Fotos: Irina Lavallena @irinistica_

Una, dos tres, cuatro, cinco; una dos, tres, cuatro, cinco; una, dos tres, cuatro… Chicas, ¡falta una! Ah, no, ya está, ya está.

* * *

Previa para el picadito en una plaza del sur. Y el tercer tiempo: los talleres; previa para marchar, para luchar; previa para el deseo, para los cuerpos, para la urgencia.

El objetivo del fútbol femenino, se dice, es que sea cada vez más feminista. Nos mueve el deseo, y nos movemos por él.

Es el mes de la identidad; para poder decidir sobre nuestros propios cuerpos. Es el mes de la revolución. Porque la revolución de las mujeres no es solamente un pañuelo.

Nos reconocemos, a lo lejos, por las calles de Trelew, Chubut.

“Mujer, escucha, esta es tu lucha”, y una señora en la puerta de su casa, el pañuelo en la mano, el puño en alto y las lágrimas en las mejillas. Porque, ¿qué habrán tenido que vivir y soportar esas mujeres para que hoy todas nosotras estemos reunidas acá y poder, de alguna manera, transmitirle la lucha pero, sobre todo, viceversa?

* * *

El presente nos interpela. Nosotras nos interpelamos, nos hermanamos. Lo personal es político.

Proponemos vivir el feminismo como un picadito, tirando paredes con todas en las calles a través de las frases hechas.

Pensamos el feminismo y todo lo que lo rodea como una historia de palabras, de poesía, música que se hace escuchar en cada marcha, en cada lucha ganada, en cada ley que militamos, en cada límite -o no- que nos ponemos. Y en cada derecho que conquistamos.

Algo cambia en cada mujer que vuelve de los Encuentros.

Gustavo Ballas: campeón en el ring y en la vida

Diego Ibarra

El 12 de septiembre de 1981, en el estadio Luna Park, Gustavo Ballas vencía al surcoreano Suk Chul Bae por nocaut en el octavo round y conseguía el título mundial supermosca de la Asociación Mundial de Boxeo (AMB). Con tan solo 23 años, el cordobés llegaba a la cima y se convertía en el primer campeón mundial invicto del boxeo argentino. Sin embargo, las malas decisiones y sus problemas con las adicciones hicieron que para Ballas la vida fuera una constante pelea. “Es muy fuerte todo lo que pasa cuando te empieza a ir bien y no estás preparado. Lamentablemente nos educan para dar y recibir golpes”, reflexiona.

La infancia del campeón no fue para nada fácil. Nació el 10 de febrero de 1958 en Villa María, Córdoba. Fue criado en el seno de una familia humilde, con cuatro hermanos y una madre ausente. A los 10 años tuvo que dejar el colegio para trabajar y ayudar en su casa: “Vendía peines y curitas por las calles y después comencé a lavar copas en una pizzería”. Fue un luchador desde chico. No había elección: era lo que le había tocado. Hasta que un día, mientras lavaba copas, escuchó por radio Rivadavia una pelea de Nicolino Locche y empezó a interesarle el boxeo. “Cuando lo vi por televisión hacer las cosas que hacía en el ring, yo dije: ‘Quiero ser como él’”, cuenta el villamariense. Al descubrir lo que realmente lo apasionaba, comenzó a entrenarse con Alcides Rivera y a pelear. Pero a los 16 años decidió ir un poco más allá, convencido de cuál era su destino. “Fui a Mendoza para conocer a Nicolino y para quedarme en el gimnasio de Francisco Paco Bermúdez. En ese momento era su técnico y terminó siendo el mío también”, explica.

Al poco tiempo de su llegada a Mendoza, Ballas comenzó a destacarse. Bajo la tutela de Bermúdez inició su carrera profesional en diciembre de 1976 y un año después ya era campeón mendocino. En ese entonces lo llamaban El Dandy del boxeo, su popularidad crecía pelea tras pelea y le costaba mucho lidiar con todos los cambios en su vida. “Me pasaban cosas muy grosas y yo me preguntaba: ‘¿Por qué ahora? Si no lo necesito’. Me daba impotencia, sobre todo por lo que me tocó vivir”, cuenta. El cordobés había pasado de no tener nada a tenerlo todo en poco tiempo y no pudo soportarlo. “A los cinturones en vez de ponérmelos en la cintura me los ponía en la cabeza”, agrega entre risas.

El Dandy, cuando se aburría, tomaba un avión a Buenos Aires para pasar la noche en Recoleta, barrio donde estaban los mejores restaurantes y boliches en esa época. En algunas de esas escapadas nocturnas empezó a relacionarse con artistas y cantantes famosos que siempre le habían parecido inalcanzables. El exboxeador recuerda la noche en la que estaba en un restaurante de Recoleta y el mozo le dijo que Violeta Rivas Y Néstor Fabián querían que se sentara con ellos. “Yo lo miré y le dije: ‘¿Me estás jodiendo?’ Me costaba creer lo que estaba pasando”, relata.

Pasó el tiempo, su adicción empeoró y Ballas supo que debía pedir ayuda para torcer su historia: “Mi familia me ayudó mucho, tengo una mujer maravillosa que vivió todo conmigo. Vivió la parte dulce y la amarga”. Luego de colgar los guantes, se rehabilitó y luchó para acomodar su vida. El excampeón del mundo logró en 2017 ganar una batalla pendiente: terminar el colegio primario. Este año arrancó la secundaria y sueña con estudiar Psicología. Lo cierto es que encontró una manera de dejar atrás lo negativo de su pasado y convertirlo en algo bueno.

“Cuando dejé el boxeo, logré lo que realmente quería, ayudar a los pibes que tenían problemas”, afirma convencido el cordobés. Hoy trabaja en la seccional de Villa María de la Asociación de Trabajadores de la Industria Lechera de la República Argentina (ATILRA), donde junto a un equipo médico realizan terapias ambulatorias con los chicos que padecen adicción a las drogas. Además viaja por todo el país brindando charlas. Pero Ballas se dio de cuenta de que debía estudiar, ya que cuando se reunía con los médicos del equipo para evaluar a los pacientes, no entendía los términos que usaban. Esto lo llevó a hacer dos capacitaciones de un año cada una. Una, en el Instituto de Prevención de las Adicciones de la Universidad del Salvador (USAL), de donde egresó como socioterapeuta en Adicciones, y la otra como asistente en Drogodependencia en la Universidad Nacional de Córdoba. “No soy profesional, pero me ayudó muchísimo”, expresa con orgullo.

La satisfacción de Gustavo Ballas cuando siente que pudo ayudar a alguien es inmensa. “Siempre le digo a los pibes cuando les doy el alta: ‘Ahora empieza lo más bravo, no creas que ya te recuperaste. Pero lo importante de todo esto es que te recibiste de campeón, campeón de la vida’”, narra el excampeón del mundo algo emocionado. Con 60 años y una vida de película, tiene un claro objetivo para los jóvenes: “El mensaje que quiero transmitir es que no cometan los mismos errores que yo”.

“La especie no mejora”
El excampeón del mundo analizó lo difícil que es la vida de los boxeadores y mostró su preocupación por las nuevas generaciones. “Lo ideal sería que ejercieran esta profesión y estudiaran. Es difícil, pero se puede. Lo que pasa es que no lo inculcan. Te ponés a pensar y te das cuenta de que un boxeador ignorante es más fácil de manejar”, señala. Ballas se dio cuenta de grande de la importancia de formarse y completar sus estudios: “En ese momento pensaba: ‘¿Para qué estudiar si con esto ya estoy para toda la vida?’ Y lo cierto es que esto dura poco, y más para nosotros (los boxeadores), para quienes dos más dos es cinco, lamentablemente”. El cordobés cuenta el momento en el que se enojó con el periodista deportivo Ernesto Cherquis Bialo y reflexionó al respecto. “En esa época éramos tres jóvenes boxeadores que estábamos de moda y no teníamos buena conducta: Ubaldo Sacco, Juan Martillo Roldán y yo. Entonces Cherquis escribió una nota para la revista El Gráfico y el título fue ‘La especie no mejora’. Yo lo quería pelear, me enojé muchísimo. Pero pasó el tiempo y si hoy fuera periodista deportivo y tuviera que escribir una nota sobre boxeo, lamentablemente el título sería ‘La especie no mejora’, asegura.

“La especie no mejora”

El excampeón del mundo analizó lo difícil que es la vida de los boxeadores y mostró su preocupación por las nuevas generaciones. “Lo ideal sería que ejercieran esta profesión y estudiaran. Es difícil, pero se puede. Lo que pasa es que no lo inculcan. Te ponés a pensar y te das cuenta de que un boxeador ignorante es más fácil de manejar”, señala. Ballas se dio cuenta de grande de la importancia de formarse y completar sus estudios: “En ese momento pensaba: ‘¿Para qué estudiar si con esto ya estoy para toda la vida?’ Y lo cierto es que esto dura poco, y más para nosotros (los boxeadores), para quienes dos más dos es cinco, lamentablemente”.

El cordobés cuenta el momento en el que se enojó con el periodista deportivo Ernesto Cherquis Bialo y reflexionó al respecto. “En esa época éramos tres jóvenes boxeadores que estábamos de moda y no teníamos buena conducta: Ubaldo Sacco, Juan Martillo Roldán y yo. Entonces Cherquis escribió una nota para la revista El Gráfico y el título fue ‘La especie no mejora’. Yo lo quería pelear, me enojé muchísimo. Pero pasó el tiempo y si hoy fuera periodista deportivo y tuviera que escribir una nota sobre boxeo, lamentablemente el título sería ‘La especie no mejora’, asegura.