viernes, octubre 18, 2024
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Keylor Navas, el símbolo de Costa Rica

Manuel Antuña

Keylor Navas es el mejor jugador de fútbol que ha ofrecido Costa Rica. No solo por ser el arquero titular del conjunto tricampeón de la Champions League o por haber sido el primer costarricense en alzar dicho trofeo, sino porque cumple a la perfección su rol en el equipo. Es de esos porteros que cometen muy pocos errores y que además los compensan con una inmutada seguridad, con sorprendentes reflejos y con excelsas tapadas a disparos que todos darían por gol. Sin embargo, como le ocurre a la mayoría de los futbolistas, Navas comenzó su carrera desde abajo.

Antes de convertirse en “San Keylor”, de cerrarle el arco a Holanda en el Mundial de Brasil y de generar una iniciativa en su distrito natal para que un estadio fuese bautizado en su honor, el oriundo de San Isidro de El General fue rechazado en las inferiores de su primer club y debió hacerle frente al desafío que muchos muchachos atraviesan: abandonar el pueblo para mudarse solo a la capital en busca de un sueño, de una pasión.

A los ocho años, Keylor Antonio Navas Gamboa inició su aventura en la Institución más relevante de su provincia, el Club Municipal Pérez Zeledón. Y ya desde esa edad se veía que ese jovencito tenía un interesante potencial a desarrollar. Lamentablemente, ese primer sueño duró apenas cinco años, ya que cuando tenía 13 los dirigentes del club sureño consideraron que no tenía la calidad necesaria para llegar a la élite del fútbol local. De todas maneras, lo que más pesó a la hora de tomar aquella determinación fue la baja estatura que tenía el guardameta.

Esa primera y rotunda negativa lo golpeó fuerte al pequeño Keylor, al punto de pensar en dejar de jugar. Pero sus padres y sus abuelos lograron convencerlo de que no se rindiera. Fue así que comenzó a practicar en la Escuela de Fútbol de Pedregoso, una academia deportiva en la que jugaba localmente contra otros niños. Y fue en uno de esos partidos en los que Navas se destacó y llamó la atención de un cazatalentos del Deportivo Saprissa, uno de los clubes más importantes del país por aquel entonces. Ese hombre estaba decidido a llevárselo a la capital y, para hacerse de los servicios del jugador, abonó lo que el club dispuso: 2.000 dólares, lo que equivale a 100 pelotas de fútbol. Este fue el segundo gran reto que debió afrontar el arquero. Alejado de todos sus familiares y de sus amigos con solo 16 años, la idea de regresar a su pueblo se le cruzó por la mente, pero una de las competencias que lo ayudó a quedarse fue el Mundial sub 17 de 2003 en Finlandia. A pesar de que fue convocado, no sumó minutos y quedó como suplente de Daniel Cambronero, quien terminó quedando detrás de Navas en Brasil 2014.

Su ansiado debut en Primera se dio en 2005, cuando acompañó a la delegación del Deportivo Saprissa a Japón. Allí observó desde el banco el histórico tercer puesto que su equipo consiguió en el Mundial de Clubes. Ya en 2007, el arco de los “Morados” se había vuelto suyo, y suyo fue hasta el 2010, período en el que cosechó cuatro títulos locales.

Ya había tocado su techo con Saprissa, no había mucho más que podía conseguir. O al menos eso creía. Algunas ofertas llegaron desde México y de los Estados Unidos, pero el club las desestimó rápidamente porque no alcanzaban la cifra que tenía en mente la dirigencia. Ante esta situación, con el deseo de Keylor de cambiar de aires, Luis Gabelo Conejo, ex portero costarricense en el Mundial de Italia 1990, apareció y le recomendó al Albacete de España, club en el cual se había destacado entre 1991 y 1993, que fichara a Navas cuanto antes. Tras varias idas y vueltas de los directivos, el pase se efectuó y aterrizó en las tierras ibéricas. Allí no fue suplente, fue titular. Y con garras y dientes peleó hasta el final la permanencia del “Alba” en la Segunda División, objetivo que finalmente no consiguió.

De ahí en adelante, su historia es más conocida. Recaló en el Levante, donde empezó como suplente. Luego fue titular y pieza clave para que el club valenciano no descendiera. Y tras su inolvidable actuación en el Mundial de Brasil 2014, terminó de convencer al Real Madrid para que lo compraran. Actualmente es una grandísima figura del fútbol internacional. Pero detrás de este fascinante portero, una vez hubo un niño que decidió continuar a pesar de que le afirmaran una y otra vez, que nunca llegaría a destacarse.

Vivir, jugar y resistir en Venezuela

Manuel Antuña

Desde el 23 de enero, cuando Juan Guaidó, presidente de la Asamblea Nacional, se autoproclamó “presidente encargado” del país bolivariano desde la plaza Juan Pablo II y, casi en simultaneo, Nicolás Maduro manifestó que se estaba llevando a cabo un intento de golpe de Estado impulsado por los Estados Unidos y que rompía las relaciones diplomáticas con el “gigante del norte de América”, los ojos del mundo están posados en Venezuela.

Esa misma noche, mientras comenzaban los incidentes, que más tarde arrojarían el trágico registro de 30 muertos y alrededor de 800 detenidos, el equipo venezolano Deportivo La Guaira hacía su debut en la Copa Libertadores frente al Real Garcilaso de Perú, en el estadio Olímpico de Caracas, por el partido de ida de la Primera Fase.

En medio de los tumultuosos acontecimientos, el equipo cuyo nombre hace referencia a la ciudad capital del estado de Vargas, pero que en realidad juega y se entrena en la principal metrópoli de Venezuela, se impuso por 1 a 0.

El rosarino de 34 años Mario Alberto Santilli fue el arquero de los naranjas esa velada. Y lo volvió a ser seis días después, cuando su equipo cayó por 2 a 1 en Cusco, Perú, y se clasificó por el gol de visitante a la Segunda Fase de la Copa Libertadores.

El hombre que hizo inferiores en Rosario Central y Central Córdoba de Rosario-club en el que llegó a debutar-, hace ya dos años que juega en Venezuela, donde conquistó la copa nacional en 2017 con Mineros de Guayana, y ha atravesado lo que muchos de sus habitantes padecen: inseguridad, desabastecimiento en los supermercados, falta de medicamentos, inflación y la devaluación de la moneda local.

Santilli charló con El Equipo sobre cómo se vivió desde adentro de la concentración de Deportivo La Guaira los episodios del 23 de enero, del momento de cambio que se respira en Venezuela y acerca de que los triunfos deportivos no pueden ocultar las problemáticas sociales que se viven en el día a día.

– ¿Cómo fue ese día en la concentración del equipo?

– Estábamos todos pendientes, era un día muy importante para el país por todo lo que se había hablado y lo que se venía viviendo día a día acá. Los compañeros, que son casi todos venezolanos, estaban al tanto de lo que podía pasar con sus familias, que seguramente se movilizaron. Fue uno de los días de protesta más importantes para el país en los últimos años, porque creo que se ha logrado un cambio en lo que va a ser el mandato de Venezuela. Nosotros veíamos a la gente pasando, manifestándose en las calles desde los ventanales del hotel en donde concentrábamos.

– ¿Cómo hicieron para jugar esa misma noche después de todo lo acontecido?

– Fue un poco atípico ya que la cabeza de todos estaba más pendiente de los hechos que en el propio juego. Pero al final no quedaba otra que concentrarse y asumir el encuentro con la máxima responsabilidad posible. Al entrar en la cancha, uno como profesional tiene que abstraerse de todo lo que está pasando afuera, sean problemas personales o en este caso sociales. No había otra opción, y encima en un enfrentamiento tan importante como el debut del club en la Copa Libertadores.

– ¿Qué clima se vive en el equipo?

– Muchas veces los jugadores de fútbol están un poco alejados de los temas políticos y no les dan demasiada importancia. Pero acá, en Deportivo La Guaira, se habla bastante acerca de política y los asuntos sociales que atraviesa el país. Es algo que me provoca a mí querer interiorizarme sobre lo que acontece hoy en Venezuela, porque el tema es realmente duro y está afectando a las familias de mis compañeros.

– ¿Cómo ves vos la situación de la gente en Venezuela?

– Es complicada, es triste, es difícil, todos los adjetivos negativos que quieras buscar. Es muy complejo para la gente trabajadora. Resulta cada vez más difícil estar bien acá porque todo cuesta. Conseguir alimento, poder tener el dinero para comprarlo, y te hablo de la gente de clase media, que, en otro país, esforzándose, viven de una buena manera. Hoy en día esa clase está desapareciendo y hace todo más cuesta arriba.

– ¿Hace mucho que se vive este descontento?

– Tengo entendido que esto empezó a empeorar desde el 2013. Cuando yo llegué a Venezuela, en 2017, el país estaba así y no ha mejorado en nada.

La forma de conseguir alimento es muy complicada, los supermercados no están totalmente abastecidos. Se tiene que estar recorriendo varios locales para poder hacer una compra que comúnmente en otro país se hace toda en un almacén, y acá una persona tiene que estar buscando dónde conseguir las cosas.

También hay una inflación diaria de la moneda nacional. Todos los días, todo sube. Uno va a comprar algo y no encuentra los precios en las estanterías porque los tienen que subir todos diariamente. Uno recién se entera cuánto cuesta la compra cuando llega a la caja.

La escasez de medicina no la padezco porque al no tener grandes complicaciones, las cosas básicas las conseguimos en el club gracias a los médicos del plantel.

Lo más triste es no poder salir a las calles por la inseguridad, que uno no es libre en su vida social de hacer lo que quiera. A la tardecita/noche ya hay que estar guardado.

– En este momento, ¿la gente tiene miedo de expresarse?

– Creo que no. Ya las personas han perdido el miedo a todo. Aunque aún hay un poco de temor a querer expresarse o de mostrar algunas cosas, porque se ha escuchado que han ido a buscar a jóvenes que se estaban manifestando hasta a sus casas, que los encierran. La gente de Venezuela está buscando un cambio y este es el momento para hacerlo, ya que hay una repercusión a nivel mundial.

– ¿Hubo incidentes por la zona en donde vivís?

– No exactamente por donde vivo. Mi novia me contó que el 23 de enero se veía pasar a la gente que iba hacia los puntos de encuentro. Nosotros estamos a 20 cuadras de la plaza Altamira, que fue un lugar de agrupación importante aquel día.

– ¿Te sentís seguro en este momento en Venezuela?

– Yo vivo tranquilo. No frecuento las marchas, aunque duela todo lo que está viviendo la gente, porque es muy arriesgado al no conocer bien la zona de Caracas. Al oscurecer, las calles son complicadas para salir, es aconsejable no hacerlo. También es recomendable que si uno es extranjero no hable mucho para que no se den cuenta que se es de otro país, porque no sabés a quién tenés al lado. Acá la inseguridad es realmente grande, es lo que se vive en el día a día. Hay que evitar andar en lugares públicos, y tratar de estar un poco encerrados, lastimosamente.

– La Selección sub-20 de Venezuela se encuentra haciendo un gran sudamericano en Chile y Deportivo La Guaira logró avanzar de fase en su debut en la Copa Libertadores; ¿creés que estos acontecimientos deportivos le llevan un poco de felicidad a un pueblo que está tan conmocionado?

– Más allá del buen trabajo que viene haciendo Venezuela en las selecciones juveniles, cosa que quedó demostrada en el último Mundial sub-20 donde llegaron a la final, la satisfacción deportiva es para la gente que está avocada al fútbol. Los que están atravesando problemas sociales no le deben estar prestando mucha atención. La clasificación que obtuvimos a la siguiente fase de la Libertadores es importante para los que consumen este deporte y espero que haya sido una alegría para ellos y para el pueblo, pero, por lo que se está viviendo, al común de la gente poco le debe importar.

La historia de Remedi, el nuevo patrón de Banfield

Mateo Balbiani

Mientras en la televisión de su casa, en Monte Grande, estaba la previa de algunos partidos de Champions League –torneo el cual sueña jugar alguna vez- se escuchó “chillar” la pava que había puesto el futbolista para los mates. Así, Eric Remedi, jugador de Banfield, recibe a El Equipo.

-¿Cómo llegaste al club?

-Llegué los 15 años. Alejandro Schneider, presidente del Club Atlético Belgrano, equipo donde jugué en Paraná se contactó con Pedro Soma, un “cazatalentos” ligado a Banfield quien me presentó con el Coordinador de Inferiores en aquel momento, Raúl Wensel. En febrero de 2011 estuve tres días a prueba y el último día me comunicaron que había quedado en el club.

***

El volante se desempeñó en sexta y séptima división, hasta que en quinta sólo pudo disputar media temporada, por consecuencia de una artritis reactiva en sus tobillos que le impidió caminar por tres meses y que lo llevó a hacer otros tres meses de kinesiología y recuperación.

En su vuelta a las canchas, Remedi ya se encontraba en cuarta división. Sumado a la vuelta de Banfield a la Primera División, en 2014, comenzó a tener rodaje en la Reserva, con Ariel Holan como entrenador y de quien asegura haber aprendido muchos conceptos en sus etapas formativas. Con la llegada de Matías Almeyda a la dirección técnica del primer equipo, el paranaense conquistó su primer sueño, debutar en Primera, justamente un día después de su cumpleaños número 20, ante Sarmiento, en el Florencio Sola, en junio del 2015. Dos meses más tarde, Almeyda renunció a su cargo y lo sucedió Claudio Vivas, quien dirigía las categorías juveniles y decidió no tener en cuenta a Remedi. Tras 20 fechas al frente del equipo, Vivas fue relegado y lo reemplazó Julio César Falcioni. Ya en su tercer ciclo en el club, el DT determinó que el joven mediocampista vuelva a ser parte del plantel de Primera, luego de haberlo observado en un partido de Reserva para que, la semana siguiente, debutase como titular, contra Patronato, en su ciudad natal. Ya son más de 40 los partidos que disputó en el once inicial.

Un poco más distendido, el futbolista cebó el primer mate del segundo termo y abrió un paquete de galletitas, mientras mantenía un poco de su atención en la entrada en calor del Barcelona.

-¿Cómo recibís el reconocimiento de la gente dentro y fuera de la cancha?

-Bien, a uno le gusta que lo reconozcan. Al ser salido del club, el público consideró mucho ese aspecto, aplicado también al rendimiento.

-¿Ya te piden fotos y autógrafos?

-Por lo general los nenes más chiquitos, pero todavía no soy muy conocido, jaja. La foto que buscan es con los ídolos como Cvitanich o Civelli.

-Ahora que nombraste a los ídolos, ¿quiénes y de qué manera influyen sobre vos?

-Yo siempre digo que a mí me ayudó mucho Erviti, conmigo siempre se portó de diez. Cuando debuté, me aconsejaba todo el tiempo y más aún cuando me tocó bajar a Reserva, me apoyaba y me mandaba mensajes de aliento. Sin embargo, ahora, Darío (Cvitanich) y Renato (Civelli) nos acompañan y nos brindan lo mejor de ellos, aunque, al ser un plantel con tantos juveniles, ellos tuvieron que adaptarse a nosotros.

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Mientras Olympiacos y Barcelona aburrían, Remedi aconsejó: “Vamos a mirar al PSG”. Allí se desempeña Marco Verrati, el volante italiano, quien es el ejemplo a seguir del jugador de Banfield. “Me encanta como juega”, afirmó. De todas maneras, el 5 paranaense remarca que cuando mira un partido de fútbol, se enfoca en quien juega en su puesto y saca lo mejor de cada uno.

Durante las primeras semanas de Jorge Sampaoli como DT de la Selección Argentina, se instalaron algunos rumores sobre que el entrenador venía siguiendo los pasos del juvenil banfileño.

-¿De qué manera tomaste estos rumores y qué opinión tenés del seleccionado?

-Representar a tu país no tiene comparación, es lo máximo, pero estoy tranquilo y trabajo para ser cada día mejor. Me gusta el estilo de juego de Sampaoli, la idea de salir jugando y en cuanto a los jugadores, por ejemplo, yo me quedo con Higuaín, creo que debería ser el 9 titular. Me parece que a este grupo de jugadores se los critica por demás, más allá de las finales perdidas, Argentina siempre se mantuvo en los puestos de arriba y por eso, no puedo quejarme de esta Selección.

-¿De Messi qué pensás?

-Es el mejor del mundo, lejos. Lo tuve cerca, lo marqué cuando fui sparring y es un animal, va más rápido que todos, entiende el juego de todas las formas posibles. No entiendo cuando lo critican, es el mejor en lo que hace, pero eso no significa que no pueda equivocarse.

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En 2012, existió una pre selección sub 18 de la Selección Argentina. Remedi jugó un partido en sexta división en el que enfrentó a River. En ese encuentro había varios jugadores que ya formaban parte de ese seleccionado: Jorge Rodríguez por el lado de Banfield, Juan Kaprof, Tomás Martínez, Alexander Barboza, Pablo Carreras y Giovanni Simeone, por el lado Millonario. En aquel momento, el entrenador de esa selección era el campeón del mundo en 1986 Julio Olarticoechea, quien fue a observar a Remedi en aquel enfrentamiento, para luego convocarlo y ser parte de los sparring de la selección mayor durante las Eliminatorias para el Mundial de Brasil 2014.

-¿Cómo fue tu experiencia en la Selección?

-Estuve casi dos años, hasta que me esguincé la rodilla a mediados de 2013. Formé parte de los primeros 45 jugadores para el Sudamericano en Uruguay, pero luego no fui tenido en cuenta para la lista final. La mayoría ya jugaban en Primera y yo recién estaba en sexta.

-¿Qué sentiste al jugar en contra de quienes llegaron a la final del Mundial?

-Fue increíble, me pellizcaba porque parecía un sueño. Entrenar en esas canchas (predio de Ezeiza) y ver a esos fenómenos fue tremendo, también aprendí mucho. A veces jugábamos 5 contra 5 y sentía la presión de no equivocarme y que me digan algo, pero todo lo contrario, nos apoyaron y nos alentaron para que jugáramos sin preocuparnos. Además, por ejemplo, Lavezzi jodía y nos contaba chistes, otros nos regalaban los buzos de entrenamiento. Fue algo hermoso.

Argentina, la capital mundial del exitismo

Por Agustín Alonso, Dimas Ballada, Martina Bavaro y Camila Misa

Cuando se gana, está todo bien. Cuando se pierde… parece que todo acaba. La naturalización extrema de la pasión y de la competitividad en Argentina producen la necesidad de un resultado inmediato. Esa búsqueda casi desesperada por la obtención del logro se expandió hasta el fútbol. Desde hombres de poder, padres, entrenadores, hasta niños, conllevan un largo proceso que transparenta por qué este deporte predomina por sobre todo y todos.

El fútbol se ha llegado a mezclar de una manera muy peligrosa con el exitismo (afán desmedido por el éxito). “A la gente se la envuelve en un vértigo de exitismo total. El éxito es caerse y levantarse con más fuerza, sacar el oro que tenemos dentro como una permanente conquista. Acá se piensa que el éxito es alcanzar un número y entonces estamos formando generaciones de fracasados, porque si vamos por el número sólo son exitosos diez en un millón. Y así estamos destruyendo nuestra propia sociedad, nuestros sueños”, manifestó Sergio Vigil, ex entrenador de la Selección femenina de hockey, luego de su retiro en 2004.

El fútbol es quizá uno de los deportes con más exitismo de Argentina, eso quedó demostrado anteriormente, pero deberíamos preguntarnos por qué es que sucede esto. No solo la sociedad es la que lo fomenta sino también los medios de comunicación en los que cada clásico debe ser disputado a vida o muerte y si nos adentramos más en este deporte, no solo los clásicos:cualquier partido de la categoría que sea y de las edades que sea, genera en el fútbol una locura difícil de combatir y que se acrecienta paulatinamente.

Será el exitismo el que provocó la pérdida de autoridad de los árbitros a la hora de dirigir un partido, ya que son increpados no solo por jugadores o el público sino también por quienes deberían ser unos referentes, los directores técnicos. Son incontables la cantidad de entrenadores que deciden ensuciar los partidos o fomentar la violencia desde el banco de suplentes, son ellos quienes pueden llegar a impartir que salgan a jugar cada partido a “matar o morir” y no solo sucede en Primera división sino también en los clubes de menor relevancia a la de Boca, River, Racing, Independiente o San Lorenzo.

Se puede visualizar un claro ejemplo de Primera división si se retrocede a junio del 2011 cuando River Plate descendió a la “B” Nacional y sus hinchas destruyeron el estadio Monumental, amenazaron a jugadores y dirigentes, se enfrentaron a la policía con balas de goma y piedras, incendiaron autos e hirieron a cuanta persona se cruzase en el camino. Fue la falta de éxito de este club la que hizo que los simpatizantes no soportaran el presente que les tocaba afrontar y la histeria exitista los lleva a reaccionar de esa manera. Otro ejemplo del que no tantos conocen es el ocurrido hace ocho meses cuando el director técnico de El Fortín de Olavarría, del Federal C, entró al campo de juego e increpó con un cabezazo al árbitro.

No es casualidad que Argentina sea uno de los pocos países en los que el público visitante no puede concurrir a los estadios para ver a su club, ya que son reiterados los hechos de violencia fomentados en cualquier torneo o partido, desde categorías menores hasta en el fútbol femenino. La violencia trasciende todas las cuestiones y no importa que instancia se esté disputando. Puede ser un partido amistoso, un partido por Copa, un superclásico o simplemente o un partido barrial que la violencia va a hacerse presente. Porque parece que en estos tiempos que se están transitando decir fútbol es sinónimo de violencia.

Algunos ejemplos que reafirman esto son los sucedidos en el fútbol femenino cuando cuatro jugadoras fueron trasladados al hospital por una pelea en el campo de juego o también el ocurrido en un partido de la categoría 2004 de Lamadrid ante Brown de Adrogué, cuando un padre le pegó a un jugador de apenas 14 años.

Allá quedan los abordajes hacia los árbitros que se ven todos los fines de semana en las categorías mayores cuando entendemos que realmente el problema de este exitismo que se apoderó por completo de quienes lo permiten tiene un trasfondo más complejo en el que la educación y los valores del deporte se perdieron y se naturaliza la violencia, se la hace parte del fútbol. Hasta nos sorprendemos cuando un partido culmina sin ningún incidente (sea dentro o fuera de la cancha) cuando esta situación debería ser la correcta y es lo que sucede en los otros deportes que desarrollamos a continuación, los cuales algunos no quieren permitir que la locura exitista los alcance y otros están próximos a formar parte de ella.

Rugby y Hockey

A diferencia del fútbol, en la actualidad estos deportes siguen siendo amateurs en el ámbito de los clubes; no así en el ámbito de los seleccionados y las franquicias en el caso del rugby. Será esto lo que hace que los valores que se inculcan (compañerismo, respeto y amistad) desde un comienzo, desde el club más exitoso hasta el que está conformado a pulmon pertenecientes a un barrio sigan vigentes.

Así mismo otra similitud con el fútbol o con los demás deportes, es que la presión existe en mayor o menor medida ya que por ejemplo disputar un mundial generará el mismo nerviosismo o presión en cualquiera de ellos. Quizá la particularidad de la presión en este deporte es que no se da desde pequeños ya que allí solo los incentivan a que se diviertan y disfruten del juego. Asi lo entienden también quiénes son simpatizantes del hockey o el rugby, allí se va a alentar al club al cual se pertenece pero el que está enfrente es respetado como lo merece, ya que sin el otro equipo no podrían jugar, uno necesita del otro.

Esto no quiere decir que no exista algún momento de furia entre la hinchada o los contrincantes o mismo los jugadores y jugadoras pero en el caso de estos los problemas quedan dentro de la cancha. Afuera “todos son amigos” recuerdan los entrenadores desde las infantiles, juveniles y llegando a mayores no hace falta recordarlo porque ya lo tienen incorporado. Todo aquel problema surgido dentro de la cancha queda solucionado allí y no se traslada al “tercer tiempo”, que se da una vez terminado el partido y es una manera de agasajo del club local hacia el visitante que consiste en compartir una comida entre todos los jugadores, jugadoras y entrenadores y dirigentes de ambos clubes, situación que no es muy común en otros deportes y en el caso del fútbol, tenis o básquet es nula.

A pesar de que son deportes amateurs, al jugar en el seleccionado mayor en nuestro país, comienzan simultáneamente a ser profesionales. Claro está que las presiones son distintas ya que de manera amateur representan a un club y profesionalmente representan a un país.

En este ámbito el “tercer tiempo” no se realiza pero sus valores siguen intactos. El exitismo no toma el protagonismo que tiene en el fútbol y pese a las derrotas que sufren los diversos equipos nacionales (Los Pumas, Argentina XV y Jaguares o las Leonas o los Leones) el aficionado del rugby o del hockey no deja que los resultados y el exitismo definan su pasión por estos deportes.

Básquet y tenis

Estos deportes son los que más se asemejan al ambiente del fútbol por dos circunstancias: el interés por el resultado deportivo de las Selecciones y, recientemente, la acentuación de las hinchadas. Utilizando como ejemplo a los Mundiales, existe una presión similar de la que se genera en el fútbol; el peso de jugar un campeonato tan importante cada cuatro años fomenta este suceso, como también incrementa las hinchadas, lo cual es algo nuevo.

Pero acá está la pequeña diferencia, estas no son tan prejuiciosas a la hora de un resultado deportivo. Un ejemplo tras la reciente derrota de Juan Martín Del Potro ante Novak Djokovic en la final del US Open fue que, a pesar de ese resultado, recibió elogios de miles de personas a través de las redes sociales.

La discrepancia es cuando se tiene que defender la albiceleste, ya que el suceso de las hinchadas puede acentuarse un poco más y genera desprecio e insultos para con el deportista; obligándolos a tener que ser figuras en sus respectivos seleccionados para ser valorados. Un hecho claro fue la Copa Davis del 2008; en donde el equipo español se encontraba sin Nadal, Argentina era local y había elegido la superficie, todo a favor. Los amantes del deporte lo festejaban como una victoria antes del encuentro, y con el resultado desfavorable al perder ante España se transformó una situación muy contraproducente. David Nalbandian declaró en su momento: ‘’La Argentina es un país muy exitista. Cuando se gana está todo bien y cuando se pierde, todo mal”.

Por otro lado, en el básquet jugadores como Martín Leiva se reprochan que no tienen tiempo para disfrutar de lo que viven en el momento de llegar a una final o pasar de ronda: “La gente quizás no lo entiende. Se critica tanto y no se dan cuenta lo difícil que es llegar a una final, ganar, mantenerse en los primeros planos.”

La extrema ansiedad del éxito que genera el hincha de fútbol para con su club y que contagia a los jugadores, puede causar una presión desmedida y arruinar carreras profesionales. Varios son los casos de futbolistas que no supieron controlar el miedo cuando salían a la cancha, no por no contar con la capacidad técnica de resolver situaciones, sino por la falta de confianza que invade sus mentes cuando erran un pase y se escuchan los silbidos del público.

En una entrevista a Marcelo Roffé, psicólogo deportivo muy reconocido en Argentina, habló acerca del rol que juega lo mental en el desarrollo de un deportista experto: “Ell 25% del rendimiento de un futbolista lo ocupa la cabeza. Allí se aprende a controlar miedos, presiones, sentimientos y frustración. Cuando se equipara el 75% restante (técnica, táctica y físico) la fortaleza mental hace la diferencia, y ese es el que llega a primera”.

Los temores no sólo se sufren dentro de la cancha. Quienes lograron alcanzar el éxito y llegar a lo más alto en el fútbol deben aprender a convivir con críticas constantes, rumores de sus traspasos, de peleas, en fin, de una constante evaluación.

Para tomar conciencia de la “enfermedad” que poseen la mayoría de los argentinos por esta disciplina, Roffé explica la dimensión que abarca una persona que simplemente práctica un deporte profesionalmente: “El futbolista en Argentina ocupa un rol social muy importante, es un ideal, la mayoría son futbolistas frustrados. Desde ese lugar hay muchas críticas porque es un país maleducado, es el único país que puede rechazar al mejor del mundo y hacer que renuncie a la Selección”.

El exitismo es algo que con lo que se debe aprender a convivir en Argentina y en el fútbol internacional. No queda otra opción que tener la decisión y virtud de no caer en temores extremos y presiones irracionales. La psicología del deporte es una disciplina la cual no conviene que este ajena a aquellas personas que sueñan con llegar a primera, pero una vez allí, no debe dejarse. Roffé manifestó que la presión y frustración la puede sufrir hasta un jugador ídolo en su club y ya consagrado.

Existen diversos caminos para exterminar estas cuestiones: “La presión se puede erradicar desde pequeño o aprender a convivir con ella. La imposición por parte de un sector en particular hacia los futbolistas son cada vez mayores, esta generalmente es externa, cuando calibras bien a la interna, que es la autoexigencia, le quitas importancia a la externa. Es importante trabajar sobre las presiones para que el futbolista no juegue al 50% de sus posibilidades”, detalla el ex psicólogo deportivo de la Selección juvenil albiceleste.

Queda claro que el fútbol se vive de manera efusiva en Sudamérica y especialmente en Argentina. Un simple resultado puede cambiar el ánimo de millones de simpatizantes y hasta instalar una polémica nacional. El hincha nunca va a estar capacitado para disfrutar de este hermoso espectáculo y entender que no va más allá del juego hasta que no se sienten las bases del espacio que verdaderamente debería ocupar el fanatismo por un deporte en una sociedad. Mientras eso no ocurra y la epidemia del exitismo se siga expandiendo con ayuda de los medios de comunicación, el fútbol pasará de ser una recreación y una actividad sana para compartir con amigos, a una enfermedad mental.

Marcos Rojo, el salvador argentino

Joaquín Grasso

Su imagen, su grito de gol, será la tapa de todos los diarios del mundo. El hincha del fútbol hablará de su primordial incidencia en el partido ante Nigeria por la última fecha del Grupo D. De su exquisito remate que desató la euforia albiceleste y que le devolvió la ilusión a un equipo –y a un país- que ya emprendía la pronta retirada del suelo ruso. No, no estamos hablando de Lionel Messi. El salvador argentino se llama Faustino Marcos Alberto Rojo.

La tarde en San Petersburgo se hacía cada vez más negra. Desde la sanción del polémico penal de Javier Mascherano a Leon Balogun y el posterior gol nigeriano, reflotar el encuentro entraba en la categoría de milagro. El equipo argentino intentaba inquietar el arco nigeriano con mucho corazón y pocas ideas, y el reloj apretaba cada vez más la soga al cuello. Faltaba poco, muy poco, para que el turco Kuneyt Cakir indicara el final y sepultara las esperanzas de los dirigidos por Jorge Sampaoli de lograr el heroico pase a octavos de final.

Minuto 86. Cristian Pavón, de espaldas y acechado por la férrea marca de Brian Idowu, inclinó su juego hacia la banda derecha. Allí recibió la pelota Gabriel Mercado. El lateral levantó la cabeza y divisó las presencias de Sergio Agüero y de Gonzalo Higuaín dentro del área. Milésimas de segundo más tarde ejecutó un centro raso con destino al punto de penal. Ni el Kun ni el Pipa tuvieron chances de llegar. Pero, a la carrera, surgió la enorme presencia del jugador con el dorsal N°16 que, con su pierna menos hábil, impactó de lleno la moderna Telstar 18 y la ubicó en el ángulo inferior izquierdo del arco de Francis Uzoho. Es gol. Es vida argentina. Lo hizo Marcos Rojo. El hombre al que todos sus compañeros quieren abrazar.

“Tuve miedo de no jugar el Mundial”, aseguró el zurdo hace poco más de un mes, a TyC Sports. El surgido de Estudiantes de La Plata estuvo cerca de una temporada inactivo a causa de la rotura del ligamento cruzado anterior de su rodilla izquierda. Sin embargo, su presente tiene otro color. Se ganó la consideración del entrenador, dejó el lateral izquierdo para establecerse en la zaga central y este 26 de junio de 2018 la vida –y el fútbol- le dio una alegría.

En Brasil 2014 su nombre comenzó a resaltar no solo por sus destacadas actuaciones en el combinado de Alejandro Sabella, sino por su rabona en el choque ante Bosnia y su gol convertido con la rodilla ante Nigeria –los caminos se vuelven a cruzar-. Hoy, Marcos Rojo volvió a estar en la boca de todos y su agónico tanto mantiene con vida el anhelo de 44 millones de personas. Hoy, Marcos Rojo se vistió de héroe salvador y depositó a la Selección Argentina entre los 16 mejores de la competencia. “Les había dicho a los chicos que iba a meter un gol”, afirmó. Un soñador.

Foto: @Argentina

Huracán recibe a Cruzeiro desde las 19 por la Copa Libertadores

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Cruzeiro desde las 19 por la Copa Libertadores recibe a Tigre

Otra nota mas desde este graph de notas de una linea larga con texto en parrafos

El monaguillo bosnio que quiere ser campeón con Croacia

Joaquín Grasso

Deambula de un lado a otro sobre la línea de cal que demarca el área técnica. Grita. Da indicaciones. Por unos minutos se refugia en el banco de suplentes y dialoga con sus ayudantes. Vuelve a ponerse de pie. Se lleva la mano diestra al bolsillo de su pantalón. Las cámaras lo enfocan, una y otra vez. Su nombre y su rostro se proyectan sobre la pantalla gigante en lo alto del Estadio Olímpico Luzhnikí. Debió pasar cerca de un mes desde el inicio del torneo para que el mundo entero posara sus ojos en Zlatko Dalic. Este entrenador desconocido mundialmente se encuentra a tan solo diez minutos de hacer historia: conducir a Croacia a la final del Campeonato Mundial.

Mientras tanto sigue moviéndose. Gritando. Su mano derecha permanece escondida en su bolsillo. Se desplaza de un lado a otro dentro dentro de éste. En el primer plano que exhibe la televisión se distingue un rosario blanco entre sus dedos. La zurda se mantiene inmóvil, sobre la cadera. Los minutos pasan. Dalic arenga, ordena y reza. Dalic lo logra: sus dirigidos buscarán el próximo domingo, en Moscú, levantar la Copa y bordar una estrella dorada en el escudo de su nación.

Su origen quebranta el típico modelo del entrenador croata al mando de la plantilla cuadrillé. Dalic nació en Livno, ciudad que por aquel entonces pertenecía a Yugoslavia pero que hoy en día es parte de Bosnia y Herzegovina. Observó desde la vereda de enfrente la Guerra Croata-Bosnia entre 1992 y 1994 y, a pesar de sus raíces, se ganó el cariño y respeto de toda la afición Vatreni. “Somos demasiado pequeños para dividirnos y pelear tanto, pero estamos lidiando con la historia. Es necesario trabajar en la coexistencia, no para repetir el pasado de la guerra, sino para ayudarse y apoyarse mutuamente”, manifestó.

Además de caracterizarse por su bajo perfil, su nacionalidad y su destacado análisis táctico a la hora de afrontar cada partido, la religión es uno de los cimientos al que se aferra este director técnico de pasado ignoto. “Puedo estar muy contento con todo lo que estoy viviendo, pero sin una fe de alta calidad y una buena motivación sería muy difícil de lograrlo”, aseguró. Y añadió: “Siempre llevo conmigo un rosario y cuando siento que estoy pasando por un momento difícil pongo mi mano en mi bolsillo, me aferro a él y luego todo es más fácil”.

Dalic se aferra a su rosario durante el Mundial de Rusia.

Su historia vinculada a Dios inició en su infancia. “Antes, en un tiempo diferente, era monaguillo. Era feliz yendo a misa. Mi madre me enseñó y me dirigió a la fe. Soy un creyente todo el tiempo y así crío a mis hijos. Normalmente, debajo de la camisa me pongo una camiseta con una imagen de Jesús. Todos los domingos intento ir a Eucaristía”, afirmó.

Sin embargo, este domingo deberá dejar de lado la transustanciación ya que tendrá una cita histórica con Croacia, en Moscú y ante Francia. Pese al glorioso presente que atraviesan el DT y la escuadra balcánica, esta relación entre ambas partes se gestó hace apenas un puñado de meses. Dalic asumió al cargo el 7 de octubre de 2017 con el seleccionado a un paso de no lograr la clasificación a Rusia 2018. Su designación fue muy resistida. Su experiencia en el banco de suplentes databa solamente de un fugaz ciclo en el Dinamo de Tirana albanés, un exitoso paso por Arabia Saudita con Al-Faisaly y Al-Hilal, y en los Emiratos Árabes, dirigiendo a Al-Ain. No obstante, dos días después de su asunción debió enfrentar a Ucrania, a la cual venció y ubicó a su equipo en el Repechaje. Finalmente, un 4-1 global frente a Grecia en la repesca situó a sus jugadores en un nuevo Mundial.

Croacia se ubicó en el Grupo D y avanzó de manera invicta a la siguiente fase tras vencer a Nigeria, Argentina e Islandia. Dalic, inclusive, expuso su autoridad al despedir del plantel a Nikola Kalinic, quien se negó a ingresar a la cancha unos minutos ante los africanos. En octavos de final superó por penales a Dinamarca. Por la misma vía lo hizo frente al anfitrión Rusia en cuartos. Y en semifinales venció en tiempo extra a Inglaterra y sacó boletos para disputar la final contra Francia.

Este domingo, a las 12, las cámaras en el Estadio Olímpico Luzhnikí destinarán gran parte de su tiempo enfocando al galo Didier Deschamps, el protagonista principal de este duelo. Por su parte, alejado de los flashes, Dalic, quien cobra una sexta parte de lo que percibe su colega, seguirá con su ritual: mano derecha en el bolsillo, el rosario blanco entre sus dedos, la zurda sobre su cadera y reiteradas miradas al cielo.

Quizás, unas horas más tarde, la televisión, los diarios digitales, la radio, las redes sociales y todo internet anuncien al mundo entero la hazaña de aquel monaguillo bosnio que colmó de alegría a un país de poco más de cuatro millones de habitantes y logró llevar a la Selección de Croacia a la cima en el Mundial de las sorpresas.

¿Qué juegos forman parte de los deportes electrónicos?

Nataniel Peirano

Los deportes electrónicos son videojuegos jugados a través de distintas plataformas como Playstation, Xbox, computadora e incluso en dispositivos móviles. ¿Todos los videojuegos son eSports? No, los juegos que son tenidos en cuenta para ser calificados de esta manera son de modalidad online y buscan enfrentar a jugadores individualmente o en equipo con el objetivo de prevalecer sobre el rival. A pesar de que hay muchas empresas que se proponen que sus productos lleguen a ser considerados parte del nuevo deporte, muy pocas alcanzan el propósito. Para que esto ocurra, tiene que haber una masividad detrás del propio juego y un firme interés de organizar un torneo.

Overwatch, Dota 2, League of Legends (LOL), Injustice, FIFA, PES, Hearthstone, Playerunknown’s Battleground, Fortnite, Counter Strike Global Offensive (CS GO), Smite, Paladins, Clash Royal, Tom Clancy Rainbow Six Siege, Call of Duty, entre otros. Estos son los videojuegos que son considerados dentro del mundo de los eSports con un público fiel y una clara estructura de competencia.

Dentro de los juegos mencionados anteriormente destacan por su popularidad el League of Legends, el CS GO y el FIFA 19. Este último lanza actualizaciones todos los años según el mercado de pases del fútbol por lo que sus jugadores se renuevan todos los años.

La Mid Season Invitational (MSI) del League of Legends alcanzó picos de 127 millones de espectadores durante el segundo fin de semana de mayo del corriente año. Un evento de los miles que hay, no solo en el LOL, sino en el resto de los juegos. La final de FaceIt, competencia perteneciente al Counter Strike Global Offensive, reunió a 800.000 personas en simultáneo siguiendo la acotada serie entre Astralis a Natus Vincere el 23 de septiembre. La fase final del FIFA eWorld Cup fue seguida por 29 millones en distintos momentos del primer fin de semana de agosto de 2018. Los tres juegos son los más concurridos a través de plataformas digitales y de forma presencial reúnen a millones de personas. Pueden seguirse de manera accesible con una conexión a Internet y una computadora estándar. Además, gozan de una cobertura de los medios de comunicación como ESPN que ayuda a que sus torneos se difundan por todo el mundo y que muchas personas se sumen a la nueva corriente de los deportes electrónicos.

¿Quién viste mejor a los campeones de América?

Joaquín Grasso

Desde sus inicios y hasta la actualidad, las empresas de indumentaria deportiva han ido en creciente evolución y penetrado en numerosos deportes en el mundo. Uno de los focos principales para estas multinacionales es el fútbol, pasión de multitudes.

Reconocidas marcas deportivas estadounidenses y europeas arribaron a América Latina a finales de los ’70 y comenzaron a confeccionar los conjuntos de importantes equipos de la región. Por aquel entonces, aquellas populares instituciones participaban en la Copa Libertadores, el torneo anual de clubes más importante de Sudamérica. Atrás quedaron las sobrias y modestas camisetas, relegadas por cambios de diseño, predominio de colores estridentes y una innumerable cantidad de publicidades sobre el largo y ancho de la tela.

La década del ’80 será recordada por la supremacía Adidas. La empresa alemana de las tres tiras obtuvo cinco de las diez ediciones de la Copa: con Flamengo de Brasil en 1981, patrocinando a Peñarol en 1982, con Gremio en 1983, acompañando a Argentinos Juniors en 1985 y a River Plate al año siguiente. Las competiciones restantes fueron conseguidas por Topper, Le Coq Sportif y Textil Paraná. La primera triunfó con Independiente en 1984 y con los elencos charrúas de Peñarol en 1987 y Nacional en 1988. Por su parte, la compañía francesa vistió a Atlético Nacional de Colombia en su glorioso 1989 y TP, a Olimpia en 1990.

En el siguiente decenio, Adidas, que solo festejó títulos continentales con Colo Colo de Chile en 1991 y River Plate en 1996, le cedió el protagonismo a Penalty. La paulista alzó la Libertadores en tres ocasiones, abasteciendo a clubes brasileños: bicampeonato con San Pablo en 1992 y 1993, y la coronación con Gremio en 1995. Los demás premios se adjudican a la ya inexistente marca carioca Rhummel, que ostenta los campeonatos con Cruzeiro en 1997 y Palmeiras en 1999; a la inglesa Umbro, que equipó a Vélez Sarsfield en 1994; a la italiana Kappa, que se coronó con el Vasco Da Gama de Brasil en 1998 y a la estadounidense Nike, con Boca en 2000.

El preludio del siglo XXI marcó un relevante dominio de esa marca. Ésta obtuvo junto a Boca Juniors las Libertadores de 2001, 2003 y 2007. En 2004, la desconocida empresa colombiana FSS ganó su primer trofeo continental con el equipo cafetero de Once Caldas. Asimismo, Topper nuevamente volvió a gritar campeón; vistiendo a Olimpia de Paraguay en 2002, al San Pablo en 2005 y siendo el proveedor de indumentaria de Estudiantes de La Plata en 2009. En 2008, reapareció en escena Umbro con el título de Liga de Quito de Ecuador; y a la lista de vencedores se le sumó otra marca norteamericana: Reebok conquistó América junto a Inter de Porto Alegre en la edición 2006 y 2010.

La estrella obtenida por Santos de Brasil en 2011 constituyó otro galardón para Umbro. También, entraron en la historia la marca brasileña Lupo, con la consagración de Atlético Mineiro en 2013, y la italiana Lotto, que vistió al San Lorenzo campeón en 2014.

En el último lustro, el duelo Nike-Adidas fue ínfimamente favorable a la empresa de la mal llamada pipa –es una V que representa las alas de la diosa griega Niké y la victoria-. Los logros de Corinthians de Brasil en 2012 y de Atlético Nacional en 2016 disminuyeron la brecha dominante impuesta desde hace más de 30 años por los alemanes, que solo tuvieron como carta principal el éxito de River Plate en 2015.

Aun así, la teutona sigue siendo la más ganadora de este torneo con nueve ediciones. Además, en la pasada edición 2017, Umbro volvió a laurearse junto a Gremio y expandió aún más su vitrina, que ya ostenta cuatro premios continentales.

Las compañías están dispuestas a pagar y fabricar la vestimenta de los clubes con tal de ser las ilustres protagonistas de turno. El nombre de la marca ubicado en un lugar visible de la indumentaria genera innumerables impactos publicitarios. Igualmente, poco importa si los espectadores no logran visualizar el logo en pleno partido. Horas después, éste se verá en las portadas de los diarios, en la televisión, y en cualquier espacio en el que se opine de fútbol.

Sin embargo, una de las más poderosas fuentes de difusión la producen los propios hinchas, quienes, temporada tras temporada, pagan una abultada suma de dinero para adquirir la camiseta del club de sus amores y exhibirla vayan donde vayan, en cualquier parte del mundo.

Francia y Uruguay, más allá de la pelota

Joaquín Grasso

“Francia es un país con el que hay un vínculo de respeto y de valores evidentes”, aseguró en conferencia de prensa Óscar Washington Tabárez, previo al cruce ante Francia por los cuartos de final de Rusia 2018. Pese a la indiferencia del hincha más allá de las cuestiones deportivas, para galos y charrúas no será un partido más. Ambos países forjaron fuertes lazos políticos, culturales y futbolísticos y mañana volverán a escribir otra página más en su extensa historia.

La primera relación que se presenta entre ambas naciones separadas por el Atlántico y 10.504 kilómetros de distancia surge en el inicio del siglo XIX. Francia es la primera región en reconocer la independencia de la antigua Banda Oriental del Río de la Plata, proclamada en 1825 y consagrada tres años después.

Dos décadas más tarde, intervino activamente en la defensa de la capital (Montevideo)ante el avance de las tropas argentinas de Juan Manuel de Rosas en la Guerra Grande. “Quienes estaban al mando del ejército daban las ordenes en francés”, recordó el expresidente Julio María Sanguinetti a la AFP. Este acontecimiento rioplatense produjo el interés del novelista y dramaturgo galo Alejandro Dumas, autor del popular Los Tres Mosqueteros, quien se identificó con la causa patriótica de los montevideanos y publicó en 1850 un libro llamado Montevideo o la Nueva Troya.

Aquellos años se caracterizaron por un cuantioso movimiento migratorio proveniente de Francia hacia el territorio uruguayo. Tal fue así que para finales del siglo XIX la comunidad francesa, mayoritariamente vasca, representaba cerca de un tercio de la población del país. “De 1820 a 1850, hubo el doble de expatriados franceses que españoles e italianos juntos. En 1880, ya un tercio de la población era francesa”, destacó el embajador Laurent Rapin en 2004. Incluso, aún quedan barrios de Montevideo como Villa Biarritz o el Nuevo París que conservan la estela de aquella época.

“La influencia política y militar francesa bajó, pero la cultural aumentó”, afirmó Sanguinetti, utilizando como referencias a Jules Supervielle, Jules Laforgue y al Conde de Lautréamont -Isidore Ducasse-, tres célebres poetas galos nacidos en aquella tierra sudamericana. En homenaje a Supervielle, el liceo francés de la capital charrúa lleva su nombre y es allí donde se formaron numerosas generaciones de dirigentes políticos, como el exvicepresidente Gonzalo Aguirre.

En el siglo XX, la influencia de los europeos sobre Uruguay siguió vigente. En 1917, el presidente José Batlle y Ordóñez se inspiró en el modelo laico francés y separó a la Iglesia del Estado, un inusual accionar dentro de una América Latina mayormente católica.También modificó el código civil basándose en el Código Napoleónico. Además, el francés fue el primer idioma extranjero obligatorio en las escuelas secundarias y en los liceos militares hasta principios de la década del ’90. Actualmente, y desde hace ya varios años, Uruguay es uno los miembros latinoamericanos, junto con Costa Rica y Argentina, de la Organización Internacional de la Francofonía (OIF).

La magia del fútbol también vinculó la historia entre celestes y francos. Uruguay cuenta con el privilegio de ostentar en su escudo cuatro estrellas pese a haber logrado tan solo dos Copas del Mundo. Las dos restantes son oros olímpicos y uno de esos fue obtenido en Paris 1924. Otro acontecimiento peculiar ocurrió el 13 de junio de 1930, cuando el delantero francés Lucien Laurent marcó frente a México el primer gol en la historia de los Mundiales, justamente sobre el verde césped charrúa del actualmente demolido Estadio de Pocitos.

No hay antecedentes sobre jugadores franceses que hayan disputado el campeonato uruguayo. Como contrapartida a esto, numerosas figuras del paisito cruzaron el océano Atlántico para dejar su impronta en la Ligue 1. El paso de Ildo Maneiro por Lyon trae gratos recuerdos en la memoria del hincha. En Nancy aún extrañan la garra de Carlos Curbelo, de Rubén Umpiérrez y de Pablo Correa, quien luego fue entrenador del equipo. Otro de los que brilló en la cancha luciendo las camisetas de Racing Club de Paris y de Olympique de Marsella fue Enzo Francescoli. Las descollantes actuaciones del delantero lo convirtieron en ídolo e incluso el talentoso Zinedine Zidane, como gesto de admiración, le puso a su hijo el nombre del Príncipe: Enzo Zidane.

En las últimas décadas, Diego Lugano y Cristian Rodríguez formaron parte de las filas del París Saint Germain, allí donde Edinson Cavani sigue rompiendo récords partido tras partido. El Matador se convirtió la temporada pasada en el máximo goleador de la historia de la escuadra parisina y grabó, a fuerza de anotaciones, su nombre en las páginas doradas del club.

Del bando de enfrente y pese no haber jugado en su niñez a la vera del Rio de la Plata, Antoine Griezmann desarrolló las destrezas del típico uruguayo gracias a su exentrenador Martín Lasarte y compañero Carlos Bueno. Toma mate, escucha cumbia charrúa e imita las frases representativas del pueblo celeste. Con el correr de los años estas cualidades fueron intensificándose de la mano de sus colegas Diego Godín y José María Giménez, sus rivales de mañana.

No obstante, esta ligazón deportiva no solo sucede de la línea de cal hacia adentro. Óscar Washington Tabárez, actual seleccionador de La Celeste, aprendió e implementó diversas metodologías de Francia luego de haber asistido al Mundial de 1998 como colaborador de la FIFA. “Estaba en Burdeos y hablé con el entrenador de los juveniles Sub-17 y de las selecciones femeninas. Me explicaron cómo desarrollan la formación de jugadores en Francia, cómo siguen un mismo recorrido desde la infancia hasta la madurez. Aprendí muchas cosas. Tenían una tecnología que les permitía analizar al rival, algo que no conocíamos”, recordó el Maestro. Y agregó: En 2009, aprovechamos una escala tras un partido con Argelia para visitar Clairefontaine. Hay muchas cosas de las que aprendí ahí que las pongo en práctica en mi trabajo”.

Será el cuarto enfrentamiento mundialista entre ambos elencos. Uruguay salió victorioso en un cotejo, en 1966, y empató dos, en 2002 y 2010. Les Bleus jamás venció a Uruguay en una cita máxima. Este viernes, desde las 11, Francia y Uruguay forjarán aún más este lazo histórico que los une hace casi 200 años.