domingo, diciembre 29, 2024
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Los riesgos latentes en el deporte

Por Joaquín Basile

En los últimos años varios deportistas sufrieron problemas cardíacos, entre los más conocidos, Sergio Agüero, Christian Eriksen y, el más reciente, Juan Izquierdo. En estos tiempos aparenta ser algo más común de ver, sin embargo, según la MSD (Merck Sharp & Dohme), estudios indican que entre uno y tres de cada 100 mil deportistas jóvenes sanos sufren de arritmia (ritmo cardíaco anómalo) de forma súbita que ocasiona su muerte repentina durante la práctica del ejercicio. Los varones se ven hasta diez veces más afectados que las mujeres.

Para esto, hay que saber a qué se denomina muerte súbita. Lucas Angiono, cardiólogo, dice que es una muerte inesperada y asintomática, que ocurre en la primera hora una vez presentados los síntomas o en el contexto deportivo va a ser aquella muerte que se produzca en la práctica o hasta las 24hs posteriores de haberla realizado.

El doctor Angiono, explicó las distintas muertes súbitas de origen cardiovascular: “Se pueden dividir en aquellas que tienen que ver con alguna alteración estructural del corazón, que en ese caso son los pacientes que tienen enfermedades en las válvulas del corazón o tienen determinadas miopatías o alteraciones congénitas de la salida de los vasos coronarios o aquellas que son arrítmicas, que tienen que ver mas que nada con alteraciones en los canales específicos del miocardio que favorecen al desarrollo de arritmias”. 

Entre muchos casos que sufrieron deportistas argentinos, se encuentra el caso sin respuesta de Martín Gaitán, un ex puma que a sus 29 años sufrió un caso cardiovascular que, hasta el momento, no tiene una respuesta clara. Aquel episodio lo retiró del deporte que tanto amaba y le costó su participación en el mundial de rugby de 2007.

A pesar de que el impacto fue fuerte, Gatián elige ver el lado bueno: “Creo que fue positivo básicamente porque ese tipo de situaciones o accidentes terminan en personas fallecidas entonces a partir de ese momento todo dolor estaba en un segundo plano, el no ir al mundial, el no volver a jugar al rugby perdió importancia, siempre fui muy consciente de poder seguir con vida y, prácticamente, sin secuelas” . 

Algunos deportistas no comunican las alertas que su cuerpo les hace previo a estos problemas del corazón. La mayoría de la gente que muere por infartos no es porque sean insalvables, sino porque no advierten o hacen caso omiso a los síntomas. 

Ante esto, el ex puma opinó: “Yo creo que esta bueno, no solo para deportistas sino la vida en general, estar atento a las alertas, cuando algo le duele, se le duerme el brazo o tiene esos dolores o cierto malestar en la espalda, pecho, comunicar bien que siente de esos dolores y también saber qué hacer si uno siente estos dolores así entender si le esta pasando o no”.

La difusión de hacerse electrocardiogramas, pruebas de esfuerzo, ecografía y los estudios pertinentes, colaboran a que ciertos casos puedan ser previstos y ayudados en la medida que sea necesaria. El doctor Angiono comentó: “Se recomienda a todo paciente que va a iniciar una actividad competitiva o deportiva recreativa, tener una evaluación cardiológica precompetitiva. Uno nunca aconseja el dejar el deporte porque siempre es mucho más importante el beneficio que trae el hacerlo que el riesgo que conlleva”.

Por último, Gaitán que fue un deportista de élite y que estuvo cerca de la muerte, luego de ese episodio que le cambió la vida, remarca la importancia de los controles cardíacos: “Esa toma de conciencia puede ayudar a salvar vidas”.

 

Luciano Gauna, el más joven de la selección de futsal en Uzbekistán                  

Por Agustín Paratcha

El futsal es un deporte que requiere habilidad. Se juega en una cancha chica donde los movimientos y la toma de decisiones deben ser de manera instantánea. Pero además, cuenta con un detalle no menor: inteligencia táctica. Luciano Gauna complementaba estas dos características en el club de su barrio Social Lynch, ubicado en San Martín, provincia de Buenos Aires cuando dejó de jugar fútbol once. Federico Orga, quien lo formó y conoció de cerca su personalidad en la cancha, se desempeña como entrenador de la institución.

Gauna era un chico de 13 años de contextura delgada, de los más bajitos en la cancha y habilidoso con ambas piernas. Lo apodaban “Luchi”. No pasaba desapercibido en un principio. Entrenaba en un gimnasio de techo muy alto y en un piso de baldosa callado, sin transmitir muchas palabras. Tranquilo y de perfil bajo. Tenía un gran talento, pero entendía el juego, según Fernando Casas, dirigente del Lynch.

Luciano Gauna, en un principio, no solía prestar mucha atención a lo táctico por una cuestión de edad porque el jugador con calidad suele ser vago. Sin embargo, empezó a enamorarse del deporte. “Luchi”, una vez que le agarró el gustito al futsal, era el primero que levantaba la voz o se acercaba a su profesor Federico para hablar del esquema. Se adaptaba de acuerdo a las circunstancias del juego. Él, en caso de que el partido requería de jugar a dos toques o gambetear, lo hacía.

“Ví un millón de pibes con su edad que son talentosos. Todos los vemos en los clubes de barrio, pero hay muy pocos que se centran en el deporte y se comprometen desde lo táctico. Hacía jugar mejor al resto de sus compañeros. Lo distinguía de los demás. Es una diferencia que noto de un jugador habilidoso que juega para él”, contaba Federico Orga a “El Equipo” en cuanto al compromiso del pequeño Gauna, quien estuvo en la categoría de menores y cadetes en el club.

Orga jamás olvidará el llamado de atención que Luciano le hizo a uno de sus compañeros en una de final de Copa de Campeones entre Social Lynch y Estudiantil Porteño. Siempre fue educado y transmitía poco desde lo gestual. “Me duele la rodilla”, expresaba uno de sus compañeros. “Jugá igual”, le contestaba para animarlo. Daba orden si tenía que decir algo. Fue algo raro en él, pero de a poco se convirtió en un referente. Se transformó, desde lo futbolístico, en un líder positivo tanto con la pelota como en el vestuario. 

Su gran rendimiento despertó el interés de Pinocho, que lo llamó para que juegue en la primera. “Andá, tenés que crecer porque es una oportunidad única. El técnico por algo se fijó directamente en vos“, le mencionó Orga a Luciano, quien dejaba la institución a los 17 años.

El Social Lynch es un espacio familiar para Luciano. Lo ayudaron con los estudios en un verano porque se había llevado muchas materias para que pudiera rendir bien. También le dieron una mano con el pasaporte en su viaje a España en su traspaso al Peñíscola, equipo donde juega en la actualidad. Además, desayunaba con sus amigos en el club para luego ir a clases. Un chico que vivía la vida de barrio. Se estableció una linda unión entre el jugador y el club.

“Luchi”, agradecido siempre, no olvidó nunca sus raíces y volvió hace poco de Europa al club. Se sentó a mirar una práctica de los chicos en un rinconcito. Orga, quien manejaba el entrenamiento, ensayaba una jugada, pero no salía como planeaba. Eduardo Casas, hoy dirigente del Lynch, contó que Gauna se paró delante de su exprofesor y le dijo: “Acá tenés que tener un zurdo Fede”. Se acordó de su liderazgo que le habían inculcado. 

El caso Gauna es un ejemplo más de la importancia que cumplen en nuestra sociedad los clubes de barrio, permitiendo el desarrollo social y deportivo de los chicos. Así, la formación y el crecimiento en su equipo fue un punto de inflexión para que hoy, con 23 años, defienda los colores de la selección Argentina en el Mundial de Uzbekistán.  

Manu Ginóbili, el debut profesional de la leyenda

Por Bruno Toscano

Un 29 de septiembre, pero de 1995, un joven de 18 años oriundo de Bahía Blanca llamado Emanuel David Ginóbili, más conocido como Manu, debutó en la Liga Nacional de Básquetbol con Andino de La Rioja en un partido de visitante frente a Peñarol de Mar del Plata en el Estadio Polideportivo Islas Malvinas.

Tras dar sus primeros pasos en Bahiense del Norte, Manu, el menor de tres hermanos basquetbolistas, fue reclutado para formar parte del plantel de Andino, equipo que ya contaba con múltiples jugadores de renombre como Gabriel Riofrío, Daniel Farabello, Hernán “Pancho” Jasen, entre otros. “Fue uno de los equipos con más talento y experiencia que he dirigido. Deleitaban al público”, recuerda Oscar “Huevo” Sánchez, entrenador de Andino en 1995, a El Equipo.

¡Dale Sepo, entrá!”, le gritó Sánchez a Manu, quien lo confundió con Sebastián, uno de sus hermanos. Ingresó con el número seis en la espalda e hizo su debut profesional en la máxima categoría del básquetbol argentino. Trece minutos le bastaron para anotar nueve puntos, con tres triples en siete intentos. “Ese cuerpito no decía mucho, pero la rompió. No pasó desapercibido para nada”, afirma Sánchez. 

Lo que escaseaba desde lo físico, abundaba en lo mental. Sánchez sostiene que la personalidad de Manu fue la clave detrás de todo lo que logró a lo largo de su carrera: “Era un jugador valiente. A pesar de ser propenso a que le peguen en cada penetración, nunca dejó de atacar el aro”. 

No sé si Ginóbili está para la Liga”, prejuzgó Rubén “El Ruso” Muñoz, comentarista del partido frente a Peñarol, luego de unos pocos minutos del bahiense en cancha. La observación era lógica: era muy delgado y no tenía experiencia, pero mejoró y fue nombrado el mejor debutante de la Liga Nacional cuando finalizó la temporada.

Tras un año en el equipo riojano, Manu tomó la decisión de volver a su ciudad natal para jugar en Estudiantes hasta 1998, antes de irse a Europa. El destino elegido fue Italia, primero el Viola Reggio Calabria y luego el Kinder Bologna. Meses más tarde fue seleccionado por los San Antonio Spurs con el puesto 57 del draft de 1999 de la National Basketball Association (NBA), aunque recién se unió al equipo estadounidense en el 2002. Dieciséis temporadas seguidas y cuatro anillos (2003, 2005, 2007 y 2014) con los Spurs lo convirtieron en un basquetbolista histórico de la franquicia texana. 

Se retiró el 27 de agosto de 2018, a sus 41 años, tras conquistar hazañas que al debutar nunca hubiera imaginado. Ganó la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Atenas 2004 e integra el salón de la fama del básquet en Springfield. “Lo que hizo Manu Ginóbili es imposible que se vuelva a repetir”, asegura Sánchez. Se convirtió en el mejor basquetbolista argentino de la historia, para el asombro de quienes lo siguen desde sus inicios en Andino, un día como hoy hace 29 años.

Lucas Pérez: “En San Lorenzo hay un mix lindo”

Por Pedro Lujambio

El capitán de San Lorenzo de Almagro analizó, tras el inicio de la pretemporada, los objetivos del equipo en la Liga Nacional 2024/25. Además, habló de su forma de liderar, de su relación con los juveniles, que son mayoría en el plantel, y repasó su camino con la camiseta azulgrana hasta llegar a su cuarto año en el club.

El lunes 2 de septiembre San Lorenzo comenzó la pretemporada de cara a la Liga Nacional. Lucas Pérez, capitán del “Ciclón”, reveló a qué apuntan tanto él como el equipo para esta temporada.

-Recién arrancaron la pretemporada, ¿ya se plantearon algún objetivo para lo que viene?

-Como grupo, por la filosofía que tiene el entrenador, no se habla tanto de esto de “objetivos” en cuanto a resultados, pero sí de objetivos de rendimiento. No se habla tanto de si queremos llegar a tal instancia, sino que él se preocupa más por “el proceso” —así lo llama— y por el rendimiento en cuanto a que se cumplan ciertas reglas o cosas a las que apuntamos como equipo. La filosofía pasa por “cuidar el proceso” y, si eso lo hacemos bien, el entrenador confía en que vamos a andar más por la victoria que por la derrota.

-¿En lo personal pensás lo mismo o apuntás a resultados concretos?

-En lo personal uno sí trata de ponerse objetivos, de ser un poquito mejor que la temporada anterior. En la última nos clasificamos a los play-off, pasamos la primera llave, estuvimos cerca de alcanzar una semifinal e hicimos una muy linda serie con Boca. A mí me gustaría repetir y mejorar lo del año pasado, seguro. ¿Por qué no este año soñar con una semi? Veremos. Por ahora, tan temprano, estamos más en construcción. Por ahí en enero o febrero sí tenés un poco más claro a qué resultados apuntar.

Para esta temporada, San Lorenzo contará con muchos jugadores que están dando los primeros pasos de su carrera. Sumados a otros jóvenes que ya eran parte del plantel, cinco jugadores de entre 18 y 22 años fueron subidos al primer equipo desde la Liga Desarrollo. Además, se incorporaron Diego Collomb, de 19 años, proveniente de Quimsa, y Facundo Rutenberg, quien regresó con 23 años a la institución que lo formó, tras un paso por el básquetbol español. El capitán Lucas Pérez explicó cómo es su relación con los más chicos al ser él un líder y, además, opinó acerca de los diferentes contextos para que ellos se vayan asentando.

-Es un plantel con muchos jugadores que rondan los 20 años; vos sos el capitán y uno de los más experimentados… ¿Qué relación tenés con ellos? ¿Les das consejos?

-Con algunos ya tengo relación de varias temporadas, de los chicos nuevos conozco a Rutenberg y ahí en el vestuario al compartir el día a día vas generando un vínculo. No soy tanto de aconsejar pero si alguno se acerca y pregunta o necesita algo, sí. Yo soy más de liderar principalmente con el trabajo y con el ejemplo. No soy tanto de hablar, digamos.

-Varios jugadores subieron desde la Liga Desarrollo y va a ser su primera temporada en la Liga Nacional. ¿Creés que es ideal que tengan su debut con muchos compañeros en su misma situación? ¿O es mejor que vayan asentándose en un equipo con jugadores más experimentados?

-No hay una fórmula, las dos tienen sus pros y contras. Cuando subís con un grupo en el que todos tienen la misma edad, la dinámica y la química van haciendo que todo fluya; cuando mechás con jugadores con más experiencia, tenés la ventaja de aprender cosas que te van a ayudar un montón. En este caso, San Lorenzo, además de los más chicos, tiene varios jugadores grandes como Iván Basualdo y yo, y también están Córdoba y Grun que son un poco más jóvenes pero ya jugaron varias ligas y tienen bastante experiencia para que los más chicos se apoyen en ellos. Así que hay un mix. Hay un mix lindo.

Pérez llegó a San Lorenzo con 33 años para disputar la temporada 2021/22, en la que comenzaba un período de reconstrucción del equipo, que venía de ganar su quinto campeonato consecutivo. Rápidamente se convirtió en un pilar del equipo para esa etapa en la que los “cuervos” dejaron de aspirar a ser campeones y empezaron a mirar la tabla de abajo.

-En tu segunda temporada en el club —la 2022/23, tu primera como capitán— les tocó pelear por la permanencia hasta llegar al desempate con Atenas. ¿Cómo fue ese campeonato? ¿Los más grandes, como vos o Federico Marín, sentían que se tenían que “poner el equipo al hombro” en esos momentos de presión?

-Sabíamos que iba a ser un año complicado. A mí me había tocado una situación similar con Boca, jugar por el descenso, a Fede Marín le pasó lo mismo, entonces como ya lo viviste no lo dramatizás tanto, aunque por ahí los más jóvenes sí lo sentían un poco más. Pero la verdad que te puedo decir que se disfruta igual: venir y jugar, jugar por algo. Si bien no es lindo jugar por la permanencia, lo que eso implica —que venís al Pando con la cancha llena, con tu gente— se disfruta.

-Habías llegado en 2021 y te convertiste muy rápidamente en un emblema, a tal punto de que tras solo una temporada empezaste a ser el capitán. ¿Por qué se dio esto?

-Me tocó venir en una época de reconstrucción en la que el club necesitaba empezar otro proyecto y, por esto que hablábamos de la trayectoria, la edad y la experiencia, a uno lo van contratando para ocupar ese rol. Por suerte lo pudimos hacer, creo que ambas partes están contentas y por eso ya va a ser mi cuarta temporada en el club.

 

Una propuesta inesperada

Pese a haber nacido en Viedma, Río Negro, y a haber jugado durante casi toda su carrera en Argentina, en enero de este año Lucas Pérez recibió una convocatoria que lo sorprendió. Facundo Petracci, flamante entrenador de la Selección Siria, quería contar con él. “Fue el entrenador que tuve en Gimnasia de La Plata a los 20 años y se acordaba de que yo tenía ascendencia por mi bisabuelo, que vino de allá”, explicó Pérez, cuyo segundo nombre “Naim” tiene origen en Medio Oriente.

“Fue raro, no lo esperaba a esta altura, con más de 30 años”, expresó el capitán de San Lorenzo, aunque no dudó en aceptar. A partir de ese momento, empezó a tramitar la ciudadanía siria. Viajó para la doble fecha de febrero en la que se enfrentaron a Líbano y Emiratos Árabes, pero no recibió la habilitación de FIBA para jugar. “Nunca había ido ni conocido nada parecido a Asia, así que estar ahí fue muy lindo. El grupo de jugadores y la selección me trató bárbaro. Vamos a ver si llega la habilitación para la ventana de noviembre”, concluyó, esperanzado, el base del “Ciclón”.

De casi jugar en la Primera División a comandar a un equipo en la lucha por ascender a la B Metropolitana

Por Tomás Schenkman

Daian Vocos es el capitán de Deportivo Español, que está segundo en la tabla del Clausura en la Primera C, a sólo dos puntos del líder Real Pilar a falta de 10 fechas. 

Este martes, vencieron 3-1 a Argentino de Rosario para quedar terceros en la tabla general. El oriundo de Capitán Bermúdez, Santa Fe, explicó por qué llegaron a estar donde están.

-¿Cuál es la clave del gran presente?

-Hoy estamos donde estamos porque tenemos un grupo muy humilde, somos conscientes de nuestro lugar y tenemos los objetivos claros. Hay buena relación y mucha unión entre todas las partes y eso influye a la hora de acomodar todo.

-¿Cuánto influye la presión de la gente?

-La presión de la gente influye mucho y más cuando estás peleando por algo importante como nosotros, los hinchas mandan mensajes motivándome para salir campeón y ascender, y ahí es cuando tenés que saber llevar a los más chicos a que no se vuelvan locos y que lo lleven tranquilos.

Vocos está en el “Gallego” desde 2019 y lleva la cinta desde hace más de dos años. Nunca antes había tenido esta responsabilidad, sin embargo, sus 31 años lo llenaron de experiencia y asume el lugar que tiene que ocupar en el grupo.

-¿Cómo llevas la capitanía?

-Siendo capitán todos te miran, tenés que dar el ejemplo tanto adentro como afuera de la cancha. Trato de aconsejar a mis compañeros siempre desde la humildad, porque eso perdura en el camino de los más chicos. Hay muchas etapas que van a atravesar, a veces juegan, otras no, y ahí juega mucho la cabeza.

-¿Por qué crees que te eligieron?

-Por los años y la experiencia, además estoy hace mucho en la institución y fui creciendo mucho acá. Tengo muy buena relación con los dirigentes, con el cuerpo técnico, trato de que todos estemos enfocados en lograr los objetivos grupales.

-¿Qué cambió desde que ocupas ese rol?

-Creo que cambió mi manera de ver el fútbol. Al no ser capitán tenés menos responsabilidades y quizás jodés un poco más. Pero llevar la cinta implica mayor seriedad, mostrar una imagen ejemplar para que todos los chicos te copien y te hagan caso para llevar al grupo por buen camino.

El “Pacha”, como lo apodan sus compañeros, hizo inferiores en Rosario Central y en Quinta División se fue a probar suerte a Central Córdoba de Rosario, donde un año más tarde hizo su debut en Primera. Allí estuvo casi tres años hasta recalar en Juventud Unida de Gualeguaychú, donde tuvo el mejor momento de su carrera porque tuvo “la posibilidad de jugar cuatro años en el Nacional B y con grandes jugadores, como Fernando Zampedri, Diego Barrado y Renzo Tesuri”.

-¿Qué fue lo que más te inculcaron?

-Lo que más te queda  de esos jugadores es la humildad. Habían jugado en equipos grandes y, teniendo la vida hecha, seguían siendo humildes. Yo siempre fui de querer aprender y escuchaba mucho. Cuando uno es chico no se da cuenta en el lugar que está y a veces es más impulsivo e irresponsable, ahí sirve que ellos te orienten. Cuando vas creciendo te vas dando cuenta cuánto sirve lo que te aconsejaron. Eso es lo que más les intento transmitir hoy a los chicos.

Luego de esas cuatro temporadas en el equipo entrerriano, el santafesino tuvo un inconveniente con un representante y pasó a jugar en Sportivo Las Parejas (Santa Fe), que militaba en el Federal A. Allí estuvo menos de un año y ahí fue cuando Deportivo Español puso sus ojos en él y lo fichó. Hoy, con más de 100 partidos en el club, supo poner en palabras lo que significa ser capitán.

-Para vos, ¿qué es ser capitán?

-Ser capitán consiste en estar en todos los detalles, ayudar para que todos estén bien psicológicamente para lograr los resultados en los partidos. Afuera de la cancha es cuando más sentís que sos el capitán, tenés que estar en el día a día y hablar con los chicos sobre sus problemas personales, si alguno falta a entrenar, preguntarle qué le pasó y estar pendientes para poder ayudarlos. El fútbol es un deporte de muchos traspiés y hay que estar preparado para saber llevarlo. 

-En cuánto a lo psicológico, ¿qué importancia tiene en el deporte?

-Es importantísimo estar bien de la cabeza siendo jugador de fútbol y más en el Ascenso porque es muy difícil mantenerse. Hemos tenido psicólogo, ahora tenemos una coaching que nos ayuda. Es importante que estén porque hay chicos que no te cuentan todo y hay casos más privados que es mejor tratar con un profesional.

-¿Cómo llevas la exposición de los más chicos en redes sociales?

-Hoy en día los chicos están mucho con las redes y exponen por demás su vida privada. Mi labor es estar pendiente de esas cosas porque cuando los resultados no acompañan, esas cosas que publican les juegan en contra. Trato de que mantengan un perfil bajo y que no se muestren tanto, y que aprendan para cuando les toque ser más grandes y tengan que aconsejar a otros. Por suerte, los chicos se toman bien los consejos, acá en “Español” son muy educados y tienen ganas de crecer, así que te prestan atención.

Cuando terminó su contrato en Juventud Unida de Gualeguaychú, estuvo a punto de irse a jugar a Patronato —que en ese momento estaba en Primera— por medio de un representante (lo querían otros equipos del Nacional B) que lo hizo esperar hasta último momento y lo dejó clavado. Aquella vez, estuvo casi cinco meses sin club y sin saber qué hacer.

Eso lo afectó mucho en lo psicológico porque tenía pensada una vida totalmente distinta y le tocó tener que arrancar casi de cero. Ahí fue cuando más pensó en dejar el fútbol. Sin embargo, remarcó que lo que lo impulsó a seguir fue su familia y “la pasión que siento por el deporte, que es más fuerte que cualquier adversidad”.

Para su suerte, por medio de un conocido, terminó arreglando para jugar en Sportivo Las Parejas (Santa Fe) un día antes de que cierre el libro de pases.

De capitán a presidente y concejal, el compromiso de Frontini con Monteros

Por Franco Minervini

Lucas Frontini es concejal de Monteros, una ciudad ubicada en el sudeste de Tucumán, y presidente de “Monteros Voley”. Sin embargo, estos roles los asume con el mismo “compromiso” que en 2016, cuando recibió la cinta de capitán por primera vez. Hoy, a los 36 años y con dos cargos políticos encima, la sigue portando. Su destacada conducción del equipo superó los límites del deporte y se trasladó a una región de 40 mil habitantes. 

-¿Cómo pasaste de ser jugador a político?

-Se fue dando —contesta sin dudar. Las personas que notaron mi liderazgo me impulsaron para que me postulara como concejal. 

El opuesto de un metro y 99 centímetros de altura, remarcó su “vigencia y compromiso” con el club que lidera. Esto generó que en marzo de 2023 sea elegido como presidente. Monteros se fundó en 1984 y fue una de las primeras instituciones deportivas en la Argentina que nació con el vóley como disciplina central. Actualmente, cuenta con un predio de cinco hectáreas que recibe a más de mil socios y acompaña a tres mil deportistas. 

-Ante tantas responsabilidades, ¿qué rol ocupa el vóley en tu vida cotidiana?

-Lo primero en mi agenda es el compromiso que tengo con mi ciudad. En segundo plano pondría a la presidencia del club y, finalmente, al deporte. Por otro lado —continúa luego de una larga pausa— el deporte es mi cable a tierra y potenció mi característica de líder. 

-Entonces, ¿gracias al deporte aprendiste a manejar grupos?

-Puede ser. No me siento ejemplo de nadie, pero mi experiencia en la política sirve en la capitanía y viceversa. Son cosas que se van dando. 

En la Liga 2024/2025, Monteros participará por octava vez consecutiva en Primera División. La institución atraviesa un gran presente: fue campeón del Torneo Metropolitano ante Tucumán de Gimnasia, club con el que comparten provincia y categoría. Sin embargo, para Frontini el “logro principal” es el debut de cuatro juveniles durante la temporada pasada. Para él, es fundamental “seguir desarrollando jugadores para que trabajen gracias al deporte”. 

-En estos casos, ¿cómo acompañas a los jóvenes desde tu experiencia?

-Trato de inculcarles la pasión y el sentimiento. Lo que no hago desde lo físico por mi edad, lo hago desde el apoyo a mis compañeros. El deporte te inculca valores y responsabilidades que sirven para la vida. 

El concejal, presidente y capitán —por nombrarlos, según él, en orden jerárquico— hizo hincapié durante toda la entrevista en el acompañamiento a los que recién se suman al plantel, porque destaca que Monteros es una ciudad con “gran fervor por el vóley” y quiere mantener ese espíritu en sus compañeros. De hecho, cuando habla de sus ganas de continuar consiguiendo títulos como jugador, no duda ni un segundo: “Tengo el mismo hambre de siempre por competir, cuando se me apague ese fuego, dejaré de hacerlo”. 

Además, manifestó su orgullo por la influencia de Monteros en el crecimiento del vóley argentino en los últimos 15 años, pero sobre todo en el desarrollo de jóvenes jugadores tucumanos. No es casualidad que el 80% del plantel esté conformado por deportistas oriundos de la provincia; ya que Frontini y su técnico, Leonardo Patti, consideran necesario promover la pasión por este deporte en la ciudad. El ejemplo más reciente es Pablo Urcvich, quien dio sus primeros pasos en Monteros Voley y a principios de este año fue convocado para disputar la Nations League con el Seleccionado argentino. 

-En este sentido, ¿qué le queda por mejorar al voley de Monteros?

-Mucho —sentenció y realizó una pausa para reflexionar. Quiero que a las futuras generaciones no les falte nada y tengan todo lo que a mí me hubiera gustado tener como deportista. Seguiré trasladando mi conducción dentro de la cancha al sector dirigencial. 

-¿Y en tu vida profesional?

– Me estoy preparando para llegar a lo más alto en política —contestó sin regalar detalles.

-Cuando termine tu mandato en 2027, ¿en qué cargo te gustaría asumir?

-No sé (sonríe). La política es muy cambiante y aprendí a no hacer futurología, pero siempre intento llegar lo más lejos posible. 

En esta última idea resumió su vida profesional, que tuvo un gran impulso en 2016 cuando fue capitán por primera vez y logró el ascenso con Monteros a la máxima categoría. Para él, la cinta significó un “premio a la trayectoria”, pero sus declaraciones evidencian que lo motivaron a ir por más. Así, pasó de representar un plantel de 25 jugadores, a un club de mil socios y, más adelante, a una ciudad de cuarenta mil habitantes. Todo esto en siete años. Su condición de líder y su ambición lo ilusionan para seguir escalando, pero siempre resalta que todo lo aprendió gracias al deporte.

 Las últimas temporadas de Monteros Voley fueron históricas: en 2023 alcanzó por única vez la semifinal de la Liga de Primera División, en la cual perdió por un global de 3-0 ante UPCN. Este año llegó a cuartos de final y perdió por el mismo global ante River. Ante eso, Frontini aseguró que el nivel general se emparejó, ya que anteriormente era “imposible” competir contra Bolívar, UPCN o Ciudad, los tres principales clubes. 

Además, consideró que la Liga de Vóley Argentina está atravesando un “momento histórico” porque por primera vez se televisarán los 140 partidos de la temporada 2024/2025: “Al ser transmitido por Fox Sports tanto en televisión como en YouTube, la gente va a poder seguirlo por el celular. Nos vamos a sentir en contacto con aquellos que no cuentan con un decodificador”.

 

Desde Pelé hasta el Bowling: Mafalda y su lado deportivo

Por Isidoro Doumont

El 29 de septiembre de 1964 aparecía por primera vez en el semanario Primera Plana la tira de Mafalda. Esa pequeña niña ideada por Quino generó una gran revolución cultural, hasta el día de hoy, involucrándose en temas como la política, la sociedad y hasta el deporte que se ve muy bien reflejado en la historieta. 

A continuación vamos a ver los deportes que aparecieron.

Fútbol: 

La tira donde aparece Pelé fue publicada en 1967, su figura ya estaba consolidada como ícono mundial del deporte por su habilidad, que fue clave en las tres copas del mundo que ganó Brasil en 1958, 1962 y 1970, y que marcó una época dorada en el fútbol. 

El Real Madrid y el Inter de Milán son mencionados por la importancia que fueron ganando a nivel mundial, por su éxito en las competiciones europeas. Por un lado, el Real Madrid, con la gran figura de Alfredo Di Stéfano, acercó la pasión madridista a la Argentina. Él fue una de las principales razones del dominio del equipo español en la Copa de Europa durante los años 50 y 60. 

Por otro lado, el Inter de Milán, bajo la dirección de Helenio Herrera, implementó el “catenaccio”, una estrategia defensiva conocida como “estilo muralla”, que consistía en mantener un bloque defensivo y jugar a contragolpes. Esta táctica, también adoptada por la selección italiana, priorizaba la defensa sobre el ataque, y permitió al Inter destacarse en Europa. Otro jugador argentino que estuvo presente en esta época, pero en el Inter, fue Antonio Angelillo, quien jugó en el equipo italiano desde 1957 hasta 1961.

Quino reflejó a través de los personajes de Felipe y Manolito la pasión por el fútbol, ya que hablaban y lo jugaban todo el tiempo. Pero lo novedoso fue la representación de niñas jugando al fútbol, algo poco común durante el período en el que se publicó la tira e incluso después. En una época en la que el fútbol femenino no tenía visibilidad de ningún tipo, Quino rompió con los estereotipos mostrando a Mafalda y a Susanita practicando este deporte.

La primera liga femenina oficial del mundo se estableció en 1969, en Inglaterra, después de la fundación de la Women’s Football Association (WFA), lo que marcó un precedente importante para su desarrollo en el resto del mundo. La creación de una liga femenina fue parte de un creciente interés por el deporte femenino en Europa, que contrastaba fuertemente con la situación de Argentina, donde recién en la década del 90 comenzó a tener cierto reconocimiento cuando se creó la primera liga en el país.

El momento clave del fútbol femenino argentino ocurrió en 1971, cuando Argentina participó en el Mundial no oficial de fútbol femenino en México. Las jugadoras, conocidas como “Las Pioneras”, fueron la primera selección femenina en representar al país. Sin apoyo oficial ni reconocimiento mediático, estas futbolistas, a pesar de las dificultades, lograron resultados históricos como la victoria 4-1 ante Inglaterra. Pero su participación pasó desapercibida en el país. 

La inclusión de Mafalda y Susanita jugando al fútbol no solo era disruptiva por la época, sino también por el contraste entre las personalidades de ambos personajes. Susanita, quien a diferencia de Mafalda, representaba roles tradicionales y estereotipos femeninos, también estaba interesada en el fútbol. Más allá de sus valores e ideales, quería participar del deporte. 

Ajedrez:

El ajedrez tuvo un pico de popularidad en los años 60, por la rivalidad entre Estados Unidos y la Unión Soviética durante la Guerra Fría. Este enfrentamiento entre las dos potencias, que buscaban expandir sus ideologías por el mundo, no se limitó solo a lo militar o político, sino que también se reflejó en el ajedrez. En 1972, el mundo presenció una de las partidas más emblemáticas entre el estadounidense Bobby Fischer y el soviético Boris Spassky, vista como un símbolo de la lucha entre el capitalismo y el comunismo.

El “Juego del Siglo”, realizado en Islandia fue emblemático porque enfrentaba a dos de los mejores jugadores del mundo y porque representó algo mucho más profundo. El dominio soviético en el ajedrez, había sido absoluto desde el final de la Segunda Guerra Mundial, con campeones que reflejaban la potencia intelectual del comunismo. Fischer, con su estilo de juego agresivo, audaz e innovador, rompía con el planteo soviético de un juego metódico y controlado. La victoria de Fischer fue vista como un golpe simbólico a la hegemonía soviética y puso al ajedrez en un nuevo nivel de interés público, convirtiéndose en un fenómeno cultural y político en todo el mundo.

En Mafalda, el ajedrez invita a una reflexión intelectual y filosófica, protagonizada principalmente por Felipe, quien se tomaba muy en serio sus partidas contra Mafalda. En una de las tiras, mientras juegan ajedrez, se menciona al comunismo, como una referencia a los problemas geopolíticos de la época. 

 

Boxeo: 

En los años 60 y 70 el boxeo fue dominado por Muhammad Ali, quien se convirtió en un símbolo del deporte y de la lucha por los derechos civiles en Estados Unidos. Ali, además de destacarse en el ring por su velocidad, fuerza, estrategia y astucia psicológica, se opuso públicamente a la guerra de Vietnam y denunció la discriminación racial. Su carisma y activismo, junto a su talento en el boxeo, lo convirtieron en una de las figuras más influyentes del siglo XX.

Aunque Quino no se enfocó directamente en el boxeo en Mafalda, hizo referencias indirectas a través de metáforas y simbolismos. Un ejemplo claro es la tira en la que Mafalda, pide una revista con figuritas de animales y se encuentra con tapas que retratan el racismo, el boxeo, un escándalo futbolístico y un asesinato.

 

Ping Pong:

El ping pong tomó una relevancia geopolítica inesperada durante los años 70 gracias a la “Diplomacia del Ping Pong”, que fue clave en las relaciones entre Estados Unidos y China. En 1971, el equipo estadounidense se encontraba en el campeonato mundial de ping pong en Japón y una invitación a China cambió el rumbo. El jugador Glenn Cowan fue invitado a visitar China cuando en el mundial conoció a Zhuang Zedong, en el primer intercambio amistoso entre los dos países en años. Este evento fue aprovechado por los líderes de ambos países para mejorar sus relaciones diplomáticas. La “Diplomacia del Ping Pong” calmó las aguas y preparó el terreno para la visita del presidente Richard Nixon a China en 1972, un paso crucial para restablecer el diálogo entre las dos potencias y reducir las tensiones de la Guerra Fría.

En la tira, Mafalda pierde un partido contra Felipe y escribe sobre su derrota en su “diario íntimo con suplemento deportivo”. Estas viñetas muestran el impacto que un deporte puede tener en las relaciones y emociones humanas, del mismo modo que en la diplomacia internacional, un partido de ping pong tuvo repercusiones a nivel global.

 

Bowling: 

El bowling era un deporte recreativo muy popular en los clubes sociales de Argentina durante los años 60, donde la clase media se reunía para socializar y participar en actividades deportivas, y generaba una vía de integración social para familias y amigos. Al ser un deporte mixto, permitía la participación tanto de hombres como de mujeres.

En Mafalda se reflejó esta realidad en una tira donde los personajes practican bowling y muestra su popularidad como actividad recreativa. 

Quino, siempre atento a los temas de actualidad, utilizaba los deportes para conectar con sus lectores y reflejar los cambios sociales. Sesenta años después de aquella primera entrega de Mafalda, el deporte sigue formando parte de la vida cotidiana de las personas, instituciones y países, promoviendo los ideales de compañerismo, respeto, igualdad y disciplina. 

 

Dificultades cardiovasculares tras la pandemia: parar la pelota y saber actuar

Por Mateo Dellocchio

En otro 29 de septiembre, fecha en la que se conmemora el Día Mundial del Corazón, resulta muy oportuno agradecer y recordar. Las gracias, para todos aquellos profesionales que día tras día, luchan y se prestan ante situaciones muy delicadas. El recuerdo, en este caso específico hacia los futbolistas que han sufrido alguna dificultad cardiovascular. Se entiende que son situaciones atípicas en cualquier contexto y ante cualquier persona, lastimosamente son situaciones difíciles de prevenir. En el caso del fútbol profesional, es aún más inesperado. Todos conocemos el nivel de intensidad que se maneja en un deporte de alto rendimiento, los entrenamientos y los físicos “privilegiados”. Cuando situaciones como la que ocurrió hace poco con Juan Izquierdo, defensor de Nacional Club De Fútbol nos impactan muchísimo. Todo esto incrementado luego de la vuelta tras la pandemia del COVID-19 iniciada a comienzos de 2020.

El caso más reciente como se marcó anteriormente es el del uruguayo Juan Izquierdo, fallecido el último 27 de agosto tras 5 días de lucha. “Paro cardiorrespiratorio asociado a su arritmia cardíaca” fue el parte médico informado por el Hospital Albert Einstein. El futbolista de 27 años se desplomó en el césped del Morumbi a los 84 minutos, mientras su equipo caía 2 a 0 ante San Pablo, por los octavos de final de la Conmebol Libertadores. 

Una imagen sin dudas muy fuerte y triste para la historia del fútbol sudamericano. Clubes de todo el continente e incluso muchos del viejo continente se solidarizaron con el club uruguayo y sobre todo, con la familia del jugador. Vale destacar a todos, pero lo realizado por el club San Pablo ha sido magnífico, obviando sus actividades diarias como asociación para rendirle honor al defensor “charrúa”. 

Como argentinos el caso que más nos impactó ocurrió el 30 de octubre del 2021, en el Camp Nou de Barcelona. Por aquel entonces, Sergio Agüero era delantero “culé”, recientemente llegado desde Manchester City y tras la obtención de la Copa América 2021 con la Selección Argentina de Lionel Scaloni. Promediando la primera etapa en un duelo ante el Deportivo Alavés, el jugador surgido en Independiente, nos dejó un momento muy difícil para cualquier espectador. El “Kun” cayó al piso con la mirada perdida, los ojos demostrando preocupación y sentado en la mitad de la cancha se llevó su mano derecha al pecho, buscando el rostro de algún compañero para que lo asista hasta que los médicos del club lleguen a atenderlo. Nadie sabía que esa sería su última foto como futbolista profesional, ya que menos de dos meses después de lo sucedido y con lágrimas en los ojos anunció su retiro de las canchas.

“Es un momento muy duro. Lo primero es mi salud y ya saben por qué he tomado esta decisión. Quería contarles que hice todo lo posible para ver si había alguna esperanza, pero no ha habido muchas”.

Fueron las palabras del delantero de 33 años, en la sala de prensa del estadio del Fútbol Club Barcelona, equipo en el que anotó un solo gol, nada más ni nada menos que ante el Real Madrid en el clásico español. A principios de 2021 y luego de haber sido confirmado como positivo en Coronavirus, Agüero había sufrido una miocarditis. Esta complicación se trata de una inflamación en el músculo cardiaco que puede predisponer las arritmias, definida así por Bibiana Rubilar, cardióloga intervencionista. 

El Danes Christian Eriksen fue el protagonista de otra situación muy difícil para el mundo del deporte. Ocurrió en la Eurocopa 2020, que por la pandemia se jugó a mediados de 2021. El 12 de junio de dicho año, en la primera fecha de la Euro y mientras se disputaba la segunda parte entre Dinamarca y Finlandia. Como en los casos de Juan Izquierdo y de Agüero, el por entonces jugador del Inter De Milán, cayó al piso sin reacción alguna. Metiéndonos más en lo estrictamente médico, se confirmó horas después que Eriksen estuvo “clínicamente muerto” por cinco minutos. El accionar de Simon Kjaer, capitán de la selección de Dinamarca fue fundamental para salvarle la vida a su compañero. Los mismos médicos del conjunto danes confirmaron que sin la intervención tan veloz y efectiva de Kjaer, no se habría podido practicar la reanimación. 

Tiempo después y ya estabilizado en su salud, al volante que se desempeña a día de hoy en el Manchester United se le aplicó un DAI (desfibrilador automático implantable). Previo al Mundial de Qatar 2022, que disputó para su país, declaró sobre este tema sintiéndose muy seguro con su salud. “No veo ningún riesgo. Tengo un DAI, si algo me pasa sé que puedo estar seguro”. Hoy en día Eriksen juega normalmente, gracias en primer lugar a quienes lo salvaron de la muerte aquella tarde de junio en el Parken Stadium de Copenhague. En segundo lugar, a la ciencia que le permitió poder continuar su vida fuera y dentro de los terrenos de juego de manera completamente normal, gracias a las tecnologías avanzadas que hoy en día existen y constantemente evolucionan. 

Los 3 casos detallados tienen denominadores comunes que nos invitan a pensar y a parar la pelota. Tanto Izquierdo, como Agüero y Christian Eriksen, sufrieron COVID-19 en algún momento previo a lo ocurrido. El post Pandemia ha sido complicado para los jugadores de fútbol por lo físico y el tiempo fuera de las canchas. Pero sin dudas que las secuelas, sin entrar en polémicas con las vacunas, químicos y cuestiones de las que un profesional de la materia debería explicar, van más en la salud interna del organismo de físicos entrenados y bien preparados para una disciplina de este nivel. 

Estas traumáticas adversidades no son parte del hincha, ni de lo táctico ni nada que dependa de alguien y se pueda modificar fácilmente. Los clubes y selecciones deben reforzar todos los estudios y sectores para poder evitar que el número de jugadores que sufren arritmias o situaciones cardiovasculares no aumente. Que el triste episodio que se vivió hace un mes con Juan Izquierdo en Brasil nos ayude a entender que nadie está exento de que le pueda pasar algo así. Pero que con estudios que lo detecten a tiempo, se puede salvar una vida y muchas más por detrás.

El primer gol olímpico: argentino y centenario

Por Joaquín Arias

Era el minuto 15 del primer tiempo. Las 30 mil personas de traje, corbata y sombrero veían expectantes cómo el wing izquierdo de Huracán, vestido de celeste y blanco, acomodaba la pelota para patear el córner con su pierna derecha. Cesáreo Onzari trató de replicar lo que había practicado desde que supo el nuevo reglamento de la International Board. Ni siquiera sabía si el árbitro estaba al tanto, pero él necesitaba intentarlo. Su botín impactó el balón, viajó por los aires y empezó a caer abruptamente ante la mirada incrédula de los “olímpicos”. 

Manuel Seoane era una de las figuras del fútbol argentino. “La Chancha” era reconocido por su lectura del juego y por sus “especialidades”. Así bautizó Dante Panzeri las mañas que hacía. En un texto para el diario La Opinión, el periodista nombró tres: “Enterrarle la gorra en sus ojos al arquero cuando iba a saltar, tenerle el pie pisado antes de que lo hiciera o dejarlo enganchado de la camiseta en uno de los soportarredes de los postes”. Para suerte de Onzari, Seoane era el jugador que estaba al lado del arquero Andrés Mazzali, el único olímpico que no había quedado atónito ante la comba del argentino. 

Parecía imposible que unos segundos pudieran eclipsar para siempre todo lo que se vivió en el partido y en la previa. Aunque a decir verdad, era más inverosímil que un simple amistoso entre dos selecciones que solían cruzarse hubiese generado tanto escándalo. La historia había comenzado unos meses antes en Colombes, París, cuando Uruguay derrotó por 3-0 a Suiza y consiguió la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de 1924. La selección charrúa no sólo inscribió su página más grande hasta ese momento, sino que se adueñó del término “olímpico”. Ya no era Uruguay, eran los olímpicos. Y no dieron una vuelta triunfal por el largo y ancho de la cancha, dieron una vuelta olímpica. 

Semanas después la acción se trasladó al país subcampeón olímpico, donde se halla la sede de una aún joven FIFA, que promueve una serie de cambios en el reglamento. Tapado por la novedad del offside, un pequeño inciso aclaraba que los goles marcados directamente desde el punto del córner eran válidos. Se envió la notificación a todas las Asociaciones futboleras del mundo, incluida la Argentina. Por la lentitud comunicacional de la década del 20, la información recién llegó para septiembre, mes donde se iban a realizar los amistosos entre la selección nacional y los olímpicos. 

El primer amistoso rioplatense fue en Montevideo y se saldó con empate 1 a 1. El segundo encuentro ya tenía fecha: 28 de septiembre en Buenos Aires, más precisamente en el estadio de Sportivo Barracas. El recinto, inaugurado solo unos años antes, era la casa de la selección y de múltiples eventos deportivos. La expectativa era enorme, lo que se confirmó con la venta de 42 mil entradas, cinco mil más que la capacidad original del estadio. Para La Nación, había más de 50 mil personas dando vueltas por la avenida Iriarte y las calles Perdriel y Luzuriaga. 

El choque arrancó pero se hacía insostenible por la marea de gente que se agolpaba en las crujientes tribunas de madera. En cierto momento comenzaron a ingresar al campo e impidieron a los jugadores realizar su labor. Los olímpicos, liderados por su capitán José Nasazzi, desconfiaban de las medidas de seguridad y presionaron para que se suspenda el partido, lo que lograron. El cotejo se disputaría cuatro días después, el 2 de octubre, con solo 30 mil entradas a la venta. 

Aquella tarde el estadio mostraba su principal novedad. Un cerco que cubría las cuatro tribunas y evitaba posibles invasiones. Al ser un pedido expreso de la delegación visitante este se conoció, en un acto un poco predecible, como alambrado olímpico. 

Finalmente el Ministro de Guerra argentino, Agustín Pedro Justo, quien años después sería Presidente de la Nación en una elección no tan justa, dio el puntapié inicial del encuentro. Mientras los jugadores daban los primeros toques, en la tribuna un grupo de periodistas de Radio Argentina, comandados técnicamente por Enrique Susini, comenzaban lo que sería la primera transmisión de un partido de fútbol en el país. Horacio Martínez Seeber y Atilio Casime fueron los encargados de narrar los intensos minutos iniciales, donde reinaba más el juego brusco que los toques. También fueron los que anunciaron al cuarto de hora que Argentina tenía un córner a favor.

Fue en ese momento que todo lo previo quedó en un segundo plano. Los incidentes, el puntapié y el hito tecnológico quedaron sepultados en un ligero olvido cuando el muchacho de ojos negros achinados y de cabello engominado ejecutó el saque de esquina. La pelota bajó a toda velocidad y la “especialidad” de Seoane contra el arquero surtió efecto. Onzari primero miró al referí, el uruguayo Ricardo Varallino. Era común que por camaradería los partidos fueran dirigidos por una terna del país visitante, por lo que también eran comunes las polémicas. Pero Varallino, tal vez recordando aquel párrafo chiquito del reglamento o habiéndose quedado pasmado ante la belleza imposible del tiro, hizo sonar fuerte su silbato y señaló la mitad de cancha. 

Como pasa con los grandes hechos, el asombro y la incredulidad duró un largo tiempo, tanto que incluso sobrepasó a lo que ocurrió después en el partido. Muy poco se habló de que la visita empató enseguida, de que Tarasconi puso el 2-1 definitivo para la albiceleste o que el match finalizó antes de lo estipulado entre grescas, fracturas de tibia y peroné y hasta botellazos del público. Onzari también salió lesionado por una patada criminal de José Andrade, pero eso no importaba. No solo le había hecho un gol a los olímpicos, sino que les pudo quitar el término, ya que lo que la prensa dio a conocer como “el gol de Onzari a los olímpicos” después en la jerga popular se abrevió a gol olímpico. 

El tanto le cambió la vida al wing izquierdo, que a partir de ese momento vio cómo su fama y carrera despegó. Fue parte del plantel de Boca Juniors en la exitosa gira por Europa en 1925, junto a su cómplice Seoane, y se convirtió en ídolo de Huracán. Aunque quizás llegó a la cúspide cuando fue nombrado en el tango Largue a esa Mujica, escrito por Juan Sarcione y grabado por Carlos Gardel, que se encontraba en la tribuna el día que Cesáreo hizo un gol acorde a su voz. 

“Fueron cayendo los vestuarios, desmoronándose las apiladas de ladrillos, y entre el polvo de cal fueron emergiendo los recuerdos. ¿Te acordás? Aquí perdieron los olímpicos uruguayos en 1924. Fue el match más memorable en la historia del fútbol rioplatense”, escribía Ricardo Lorenzo, más conocido como Borocotó en 1942 para El Gráfico. Aquel año se decidió la demolición de la cancha de Sportivo Barracas. En apenas una década pasó de ser el estadio más moderno y próspero de la ciudad a ser un recinto abandonado de un club con un presente mediocre. Una consecuencia del triste devenir del espíritu del fútbol amateur. 

Hoy, a un siglo del partido, la esquina de Río Cuarto y Río Limay generalmente está tranquila, sin mucho tránsito y con pocos negocios. Como si los nombres de las calles fuesen a propósito, parece que una corriente de agua se hubiese llevado el recuerdo de lo que fue el estadio más grande del país, aquel donde se encontraba el arco en el que se convirtió el primer gol olímpico, el arco donde Cesáreo Onzari logró la primera gran hazaña de la selección argentina.

 

Del “quemado” al dodgeball: la historia de un deporte en crecimiento

Por Maitén D’Alessio Rodolico

El quemado es un juego sumamente popular y fácil de armar. ¿Quién no lo jugó alguna vez en la Argentina? La cancha se determina con conos o con las líneas que tenga el patio de la escuela donde se juegue, el material y el tamaño de la pelota no está unificado y la cantidad de jugadores es aleatoria, mientras sean pares, cualquier número es válido para comenzar a “quemar” a los del equipo adversario. El dodgeball no es un juego, es un deporte joven (similar al quemado), y que desde hace algunos años viene creciendo en el país.

El dodgeball tiene un reglamento unificado a nivel mundial que clasifica al deporte en seis modalidades: pelota Foam, de poliuretano, masculino, femenino y mixto; y pelota Cloth, de tela, también dividido por género y con la categoría mixta. Los equipos están conformados por seis jugadores, los cuales se ubican en una mitad de cancha, y tienen el objetivo de eliminar la mayor cantidad de veces posible al equipo rival, en un determinado tiempo. El equipo que logra eliminar a todo el equipo contrario, gana un set. Al finalizar el tiempo, el conjunto que tenga más sets ganados será el ganador.

La principal diferencia con el quemado es que el dodgeball se juega con seis pelotas. Esto posibilita la utilización de ellas como escudo para bloquear los lanzamientos del rival. “Quemado no me gusta llamarlo, porque me parece un juego de la escuela. El dodgeball es un deporte, con un reglamento unificado, que quiere ser de alto rendimiento y más profesional”, expresó Facundo Altamirano, jugador de la Selección argentina y coordinador del curso para árbitros.

El dodgeball como deporte llegó a Argentina en 2016 de la mano de Norberto Tavella, actual miembro del equipo argentino. Para ese momento, Beto tenía una novia que estudiaba en el profesorado de educación física y la ayudaba en algunos trabajos prácticos. “Una vez le pidieron, a grandes rasgos, que hiciera un deporte”, contó Tavella, y agregó: “Nos metimos en Youtube y miramos deportes no convencionales para sacarle cosas”. Fue durante esas jornadas de estudio cuando vio el dodgeball y quiso saber si alguien lo practicaba en el país. “Había encontrado cosas en Facebook sobre juntadas de gringos o canadienses que estaban de turistas acá y se juntaban a hacer un dodgeball, pero eran viejos y ya no existían”, contó el jugador de la Selección argentina de 34 años, que competirá en su segundo mundial.

Ante la inexistencia de un espacio para practicarlo, Beto comenzó a gestionar lo que terminó siendo el primer equipo del deporte en Argentina: “Hablé con amigos y con Diego Bertola, quien para ese entonces era presidente del club Newell’s de Parque Chas, hoy presidente de la Federación Argentina de Dodgeball, y le dije ‘Che necesitamos un lugar para hacer esto, somos 10 personas y necesito solo seis pelotas, nada más’”.

La inserción en el plano internacional se dio a partir de la comunicación con Canadá y Estados Unidos, país fundador de este deporte que se oficializó a nivel mundial en 1960, para comprender los fundamentos básicos, la organización y la táctica del juego. En 2019, la Federación Internacional de Dodgeball invitó formalmente a la Selección argentina a disputar el Mundial en Cancún.

“El primer mundial fue un caos, nosotros seguíamos jugando al quemado y de otro lado había dodgeball”, expresó Tavella sobre la primera participación internacional de Argentina donde solo le pudo ganar a Noruega. Pero desde entonces, la actividad se empezó a desarrollar poco a poco en todo el país. El año pasado, se disputó en Argentina el Torneo Panamericano donde la Albiceleste logró vencer a Canadá y a México en fase de grupos, ambas potencias a nivel internacional, y finalizó en el podio de todas las modalidades. Este año, del 11 al 17 de agosto, se disputará en Austria el décimo mundial oficial de dodgeball de la historia y la Selección nacional dirá presente. “Hoy por hoy, Argentina le puede jugar de igual a igual a todos los países”, sentenció Facundo Altamirano, que irá a Austria con la delegación celeste y blanca.

El ranking mundial, integrado por 47 países, está liderado por Estados Unidos, seguido de Canadá e Italia. Argentina se destaca en la modalidad Foam donde está novena en el ranking de la categoría masculina y octava en la femenina. A nivel sudamericano, la Selección argentina no solo es potencia, sino que también es pionera. “Nosotros les damos clases a Chile, Paraguay, Perú, Uruguay y Brasil. Todos los que hacen dodgeball en la región fue gracias a que nosotros les dimos clases”, aseguró Beto, el precursor del deporte en el país.

“Desde la primera convocatoria tratamos de hacer hincapié en que tomen conciencia de la
seriedad y del profesionalismo que estamos pretendiendo porque desde nuestro lado como
técnicos lo hacemos”, enfatizó Guido Páez, entrenador que está al frente de la Selección
desde 2018. Páez, profesor de educación física y licenciado en alto rendimiento, fue
capacitado por la federación de dodgeball argentina para cubrir el rol de director técnico.

Actualmente está acompañado por Leonel García Ontiveros y Agustín Niz, ambos
entrenadores de dodgeball.

El dodgeball combina el amateurismo que tiene un deporte que está dando sus primeros
pasos en el país con el profesionalismo que quieren darle quienes buscan competir a nivel
internacional. “El apoyo económico es de todos, de los jugadores mismos y de las familias, ya que no hay presupuesto por parte de algún organismo de deporte, ya sea provincial o nacional”, comentó Ariel Brizzola, padre de Rocco, quien utiliza el número 50 en la Selección argentina.

De cara al mundial, los jugadores deben cubrir económicamente el viaje, el alojamiento, la indumentaria y las comidas en Austria, para lo cual recaudan fondos a través de rifas, colectas y eventos. “Nosotros nos ocupamos un poco de todo, desde conseguir la cancha para entrenar, hasta definir qué vamos a comer durante el Mundial, pero no hacemos algo a medias porque es amateur, tratamos de dar el cien y que entiendan que el cien es en todo sentido”, concluyó el entrenador.

Los valores del amateurismo, como la solidaridad, la fraternidad, el trabajo ad honorem y la idea de darse a conocer como una comunidad argentina de dodgeball atraviesa a este deporte. “El público es familia y amigos, y no hay pica porque los chicos se conocen entre todos”, expresó Brizzola que acompaña el deporte desde 2021.

La inclusión es el principal valor que destaca al deporte por sobre el resto. “Tiene la particularidad de ser mixto desde su inicio”, expresó Celeste Pérez Sasso, jugadora de la Selección argentina y coordinadora de las clínicas de difusión en las escuelas para alumnos y profesores de educación física. Dentro de la Selección hay deportistas que provienen del handball, vóley y béisbol, pero también personas que nunca habían hecho deporte y encontraron en el dodgeball un espacio para explotar sus aptitudes. “Hablamos de inclusión desde la mixidad, la edad y la variedad de habilidades físicas que pueden sobresaltar en el deporte”, sentenció Pérez Sasso.

El deporte está creciendo a gran escala. En sus inicios eran Beto y sus amigos en el club
Newell’s de Parque Chas; hoy hay dodgeball en diferentes clubes de la Ciudad y en la
Provincia de Buenos Aires, como también existe un grande núcleo de jugadores en Córdoba
y La Rioja que forman parte de los procesos de preselección nacional. “Estamos laburando
para el dodgeball como deporte, más allá de Argentina. La gente le mete mucho pulmón
porque sabe que en el futuro esto es historia”, aseguró Facundo Altamirano, uno de los destacados jugadores que tiene la selección nacional de dodgeball, incipiente deporte que
vino para quedarse.