domingo, junio 29, 2025
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España, un rival con antecedentes

Por Federico Ferster

El 1° de septiembre del 2006, en la ciudad de Saitama, Japón, se jugó uno de los partidos más recordados por el básquet de nuestro país. Argentina y España se chocaban por las semifinales del Mundial en un encuentro electrizante de principio a fin. Tras 40 minutos de un básquet muy intenso, los europeos se llevaron el pasaje a la final tras ganarle 75-74 al combinado “Albiceleste”. Cuantas veces habrá pasado por las cabezas de los argentinos y del propio Andrés Nocioni ese triple que pegó en el soporte del aro y privó a la Generación Dorada la segunda final mundialista consecutiva.

El partido comenzó con una Argentina muy fina para tiros de tres puntos y cuidando la zona de la pintura. Emanuel Ginobili fue quién más lastimó durante el partido para el seleccionado argentino, aportó 21 puntos además de cuatro rebotes, cuatro asistencias y tres robos. Por parte de España la remontada surgió en manos del Paul Gasol, hermano de Marc que también jugó ese partido y estará en la gran final de este domingo, que aportó 19 puntos, 11 rebotes, dos asistencias y tres tapones.

Los europeos se fueron al descanso ganando 40 a 38 ante el equipo de Sergio Hernández, sí el mismo entrenador que hoy está en el banco de suplentes argentino. El ataque por ataque se hizo una constante en Japón. Ambos intentaban, aunque siendo poco efectivos, Argentina terminó anotando el 35.8% de sus tiros mientras que España rondó el 44%.

Juan Ignacio “Pepe” Sánchez clavó un triple a falta de 1:38 para finalizar el partido que dejó a la “Albiceleste” 70-73. España fue a la línea de tiros libres y anotó uno de sus dos tiros, mientras que Argentina de la mano de Ginobili convirtió un doble para ponerse 72-74 con 30 segundos por jugarse. Luis Scola desde la línea de tiros libres empató el partido en 75 a falta de 22 segundos. “Pepe” intentó un robo pero los árbitros marcaron falta sobre Juan Carlos Calderón que desde la línea erró el primero y convirtió el segundo para ponerlo 75-74 a 19 segundos del final.

“Pepe” Sánchez tomó la pelota, luego de pasar la mitad de cancha se la dio a “Manu” que tras estudiar la situación penetró y al cerrarse la defensa española, abrió la pelota para un “Chapu” Nocioni que se relamía para un tiro de tres puntos. En la cabeza de todos sucedió, pero la realidad mostró que la pelota naranja pegó en el soporte y salió. España era la finalista del Mundial 2006 y se enfrentaría a Grecia mientras que Argentina competiría ante Estados Unidos por el tercer puesto.

Del 2006 habrá tres sobrevivientes: Scola- Hernández por el lado argentino y Marc Gasol por el español. Beijing será testigo de una final ante los dos mejores equipos de la competencia, no sólo por ser los que llegaron a la instancia definitiva, sino por el gran nivel de básquet reflejado a lo largo de siete partidos, no por nada llegan invitos al último encuentro. En Europa quieren repetir la historia. Argentina quiere seguir escribiendo la propia. El domingo se sabrá quién tuvo mejores herramientas para escribir un nuevo capítulo entre dos de los mejores equipos FIBA del siglo 21.

Bujedo: el jugador que se cruzó entre el 10 y la 10

Por Diego Ibarra

En el fútbol la camiseta 10 es especial, no es tan solo un número, representa mucho más que eso. Es la que usan los distintos, los cracks, los líderes; Diego Maradona juntaba todas estas características, era el futbolista hecho a medida para ella. Por eso, siempre que pisó una cancha representando a su país lo hizo con la diez en la espalda, solo hubo dos excepciones. Maradona fue uno de los jugadores que más representado estuvo por ese dorsal y por su concepto a lo largo de la historia, y más aún cuando hablamos de la celeste y blanca.  Pero hubo una vez en la que esa camiseta tuvo otro dueño, fue el lateral izquierdo cordobés, Juan Carlos Bujedo, en la Copa América de 1979.

El defensor de Racing de Córdoba había sido convocado por primera vez luego de que César Luis Menotti lo viera en un amistoso que disputó la Selección Argentina contra un combinado de jugadores cordobeses en la inauguración del estadio Chateau Carreras en 1978. Hoy en día lleva el nombre Mario Alberto Kempes después de ser reinaugurado en 2011.

Bujedo estuvo entrenando en Buenos Aires junto al plantel del seleccionado meses antes del Mundial de Argentina y, al igual que Maradona, no quedó dentro de la lista de convocados. “Le estoy muy agradecido a Menotti por haberme tenido en cuenta siendo un jugador amateur”, expresó el Gato.

En 1979 Diego se consagró campeón en el Mundial Juvenil de la FIFA en Tokio; luego y junto a Ramón Díaz, figuras de ese seleccionado, viajaron para incorporarse a la mayor que estaba realizando la preparación para la Copa América que se avecinaba. Alemania y Yugoslavia eran los rivales en esta serie de partidos que disputaría el equipo de Menotti. Juan Bujedo jugaba en la Liga Cordobesa para Racing de Nueva Italia cuando se fue, y volvió siendo jugador de Vélez Sársfield que lo había comprado mientras estaba en la gira por Europa. “Me pasó todo muy rápido en esos años, cuando me di cuenta tenía puesta la camiseta argentina y estaba marcando a Rummenigge”, recordó con anhelo el exfutbolista.

Meses después llegó el primer torneo oficial en el que participaron Bujedo y Maradona. En la lista de buena fe el nacido en Río Segundo figuraba con la camiseta número 10 y el crack de Argentinos Juniors con la 6, para sorpresa de todos. “Cuando vimos que le dieron la 6 nos pareció raro, pero el Diego recién arrancaba en la selección. Una vez que agarró la 10 no la soltó más, era de esperarse, ya en ese momento nos dimos cuenta que era un distinto”, contó el ex Vélez y Colón de Santa Fe.

En el debut del equipo de Menotti frente a Bolivia, el cordobés iba a ser titular, pero se descompuso a causa de la altura. En los otros tres partidos que restaban por fase de grupos tampoco disputó ningún minuto. El de Villa Fiorito, en cambio, haría su presentación oficial en la Selección mayor frente a Brasil, y vistiendo el inusual número 6.

Esos fueron los primeros pasos del jugador más icónico que vistió la albiceleste, así comenzó el camino que terminaría con el partido frente a Nigeria en el mundial de Estados Unidos 1994. Un amargo final para una historia llena de gloria. En el caso del lateral de Vélez, siguió ligado a la Selección Argentina en los primeros años de la era Bilardo, fue convocado para el certamen continental de 1983. En el primer partido frente a Ecuador en Quito, ingresó en el minuto 69 para reemplazar a Néstor Clausen, lateral de Independiente de Avellaneda en ese momento.

“Tuve la suerte de integrar los dos procesos, el de Menotti y el de Bilardo. César te daba libertad para jugar al fútbol, en cambio con el Doctor era todo pizarrón, mucho más táctico”, explicó el Gato Bujedo.

El que hoy en día pasa sus horas enseñando a chicos de bajos recursos en su escuelita de fútbol en Río Segundo, fue el único que separó a Maradona de esa camiseta que sería su destino. La Copa América del 79 no es recordada por los logros del combinado nacional, ya que no pudo superar la primera fase, sino por el estreno de Diego Armando y su curioso dorsal. Vistió la 6 en su primer partido frente a la Verde-amarela, pero esa no fue la única vez, también lo hizo en el siguiente encuentro, fue victoria 3 a 0 ante Bolivia.

Aquel 8 de agosto de 1979, en el Estadio José Amalfitani, Pelusa marcaba el tercer y último tanto argentino, era su primer gol en una competición oficial con la Selección mayor y se convertía en el jugador argentino más joven en anotar en una Copa América con 18 años y 10 meses. Pero también fue la última vez que la 10 albiceleste no se vio pegada a su espalda mientras estuvo en actividad.

Scola, la leyenda inoxidable

Por Federico Flossdorf

Con Luis Scola como figura Argentina venció 80 a 66 a Francia y volverá a jugar una final del mundo desde Indianápolis 2002. Solo él queda de esa Generación y 17 años después tiene una nueva oportunidad. 

Aportó 28 puntos, 13 rebotes y dos asistencias. Eso dice la planilla de Luis Alberto Scola. El ala pivot argentino lideró al equipo en ataque. Ya no solo es fundamental desde el juego interior, sino que desde hace tiempo es una opción constante desde el tiro de tres. En el partido frente a Francia anotó 3 de 4 lanzamientos. Dos de ellos en el último cuarto que sirvieron para estirar la ventaja y definir el partido.

Los números en esta competencia muestran la vigencia de Scola. El ala pivot de 39 años promedia 19 puntos, ocho asistencias y 27 minutos por partido en este Mundial de China. Eso significa que anota 4 puntos más, toma 1 rebote más y juega 2 minutos más que en el Mundial de Japón 2006.

Scola llegó este viernes a 40 presencias en los mundiales, lo que lo pone como el segundo jugador con más apariciones por debajo del brasileño Ubiratán Pereira Maciel (41). Además es el segundo máximo anotador de la historia de la competencia con 701 puntos. A su palmarés también se le suma ser el máximo reboteador.

El jugador formado en Ferro jugó su tercera semifinal en mundiales, tras hacerlo en 2002 y 2006. Solo dos jugadores habían logrado esa marca: Valeri Tikhonenko con la Unión Soviética y Rusia, y Vlade Divac con Yugoslavia.

Lo cierto es que Luis Scola volverá a jugar una final del mundo. El único título que le falta ganar con la selección Argentina. El emblema del equipo tendrá la posibilidad de cerrar su carrera en mundiales con la copa en la mano. Y esperemos que así sea.

 

Marcos Delia: el gran defensor

Por Joaquín Alvarez

Argentina venció 80 a 66 a Francia y jugará la final del mundial el domingo 15 en Shanghai ante España. Marcos Delia es el pívot titular del equipo y le tocó dura tarea de emparejarse con Rudy Gobert, defensor del año de la NBA de las últimas dos temporadas y jugador con un físico descomunal.

Delia tiene 2.09 de altura y se emparejó con Rudy Gobert- con una altura de 7 pies y 2 pulgadas medidas en el NBA Draft Combine 2013, equivalente a 2.18 m y además tiene 2.36 de envergadura, 22 centimetros superior respecto a la de Marcos Delia. Debido a su gran longitud podría suponer un problema para el argentino al momento de defenderlo.

Pero el trabajo defensivo de Marcos Delia sobre Gobert fue muy bueno, Delia jugó 24 minutos de los cuales 19 estuvo emparejado con Gobert quien solo convirtió 3 puntos-promediaba 12,7 antes de este partido-.

El nuevo jugador del Fuerza Regia de México le metió un tapón,  le corrigió tiros, le realizó buenos bloqueos para agarrar el rebote o para permitir que un compañero obtenga la posesión del balón y además realizó una volcada escondido de Gobert al lado del aro, apareciendo cuando tenía que hacerlo.

Marcos fue fundamental durante todo el torneo para el conjunto dirigido por Sergio Hernández. Su trabajo sucio en la pintura, defendiendo a los internos con buenos fundamentos defensivos y con un buen timing para modificar los tiros, lo convirtieron en un jugador clave para una selección que necesitaba solidez abajo del aro al enfrentarse ante equipos con pivots más grandes físicamente, Argentina terminó capturando 41 rebotes y Francia 36.

 

Argentina, por la gloria

Por Santiago Ballatore

Argentina se metió en la final del Mundial de básquet por tercera vez en su historia –las anteriores fueron en el torneo que se disputó en Buenos Aires en 1950 y en Indianápolis 2002- tras vencer a Francia por 80 a 66 en un auténtico partidazo del Alma, que respetó a rajatabla el plan de juego que ideó Sergio Hernández, el entrenador.

Una característica que se dio en casi todos los partidos –el juego de cuartos de final ante Serbia fue la excepción-, es que Argentina tuvo siempre muy buenos terceros cuartos. Es en ese momento en el que se demuestra la dureza física de cada equipo porque es necesario volver a empezar después de 15 minutos de descanso. Allí muchos tienen una debilidad o, como en este caso, una virtud.

En el debut frente a Corea del Sur la diferencia estuvo marcada desde el primer minuto, por lo que sería rebuscado plantear que en el tercer cuarto estuvo la clave de la victoria. La realidad es que ese fue el período en el que más diferencia sacó y más puntos hizo, aprovechando el cansancio de Guna Ra, la figura rival: terminó 28 a 16.

Contra Nigeria esta tendencia comenzó a tomar importancia. Después de un gran primer cuarto argentino, los africanos habían conseguido empatar el partido en el segundo, aprovechando la superioridad física. Pero en el tercer parcial aparecieron los triples de Nicolás Laprovíttola y la Albiceleste pudo volver a sacar más de 10 puntos de ventaja, ganando el período por 29 a 18.

El partido ante Rusia fue particular: después de un mal primer cuarto, salvado por un triple de Facundo Campazzo en el final, Argentina había conseguido dar vuelta la historia ganando el segundo parcial por más de 10 puntos. La principal particularidad del tercero estuvo situada en la defensa: convirtió nada más que 14 puntos, pero permitió solamente 7.

El primer encuentro de la segunda fase fue frente a Venezuela. El juego fue totalmente dominado por El Alma, que ganó los cuatro períodos. Con Polonia el partido también tuvo esas características, ya que fue una clase magistral de la defensa del equipo: en el tercer cuarto recibió 14 puntos y anotó 28, la mayor ventaja en un parcial del enfrentamiento.

Si bien Serbia ganó el tercer cuarto 18 a 14, Argentina venció en la totalidad del juego con autoridad y llegó a las semis, donde se enfrentó con Francia. Y también le ganó a los galos, con más convicción aún que contra los serbios: se ganaron todos los parciales, pero el 21 a 16 del tercero fue en el que más diferencia hubo. Tayavek Gallizzi fue una de las claves de este momento argentino, ya que reemplazó a Marcos Delía para hacer un trabajo de obrero: luchar cada balón debajo de los tableros frente a los gigantes franceses.

Racing y Boca recuerdan a Squeo

Por Juan Pablo Manera

Mediocampista central o por derecha y marcador de punta tenaz, aguerrido, solidario, incansable y con gran remate de media distancia que supo destacarse en momentos difíciles de la institución. Así lo define la sección Ídolos de la página oficial de Racing. Carlos Squeo dejó una marca importante tanto en el club de Avellaneda como en el resto del fútbol argentino. Un hombre de perfil bajo que siempre fue querido en el ambiente de este deporte.

Arrancó su carrera en Dock Sud con tan solo 16 años, en 1965. Su gran nivel en el Docke, club en el que se destacó como volante derecho, lo llevó a La Academia, conjunto en el que jugó un total de 7 temporadas divididas en 3 etapas, una de ellas mientras Racing disputaba el Campeonato de Primera División B. Fue uno de los estandartes del equipo en la década del 70, en la cual jugó 306 partidos y se ubicó como el séptimo futbolista con mayor cantidad de encuentros en la historia de esa institución.

No solo los de Avellaneda lo disfrutaron en su etapa como jugador. En Boca Juniors logró el único título de su carrera, nada menos que la Copa Libertadores de América. Fue en 1978, la segunda del bicampeonato que ganó el Xeneize en esa década.

Además de su estadía en Dock Sud, Racing y Boca, Squeo pasó por Vélez Sarsfield, Loma Negra de Olavarría, Instituto, Belgrano y Alumni de Villa María. También realizó una corta experiencia en el Jalisco de México.

Y, cómo no, su perseverancia también lo llevó a vestir la camiseta de la Selección Argentina. Disputó 2 partidos en el Mundial de Alemania 1974, que fue uno de los picos máximos de su carrera. Estuvo presente en el 0-4 ante Holanda, en el que le tocó marcar a una de las figuras del momento, Johan Cruyff.

Tras retirarse del fútbol profesional se convirtió en un fiel ayudante de campo de Miguel Ángel Brindisi, con quien había compartido plantel en la Selección y en Racing (1984). Tan buena fue la relación que formaron que el director técnico terminó siendo padrino de Camila, la hija menor de Squeo.

El pasado domingo 8 de septiembre, Carlitos falleció a sus 71 años, y este suceso provocó una catarata de saludos y reconocimientos para él en las redes sociales. Gracias a su personalidad tanto dentro como fuera de la cancha, dejó una huella imborrable en la memoria de todos los hinchas argentinos.

 

España, con el corazón en las manos

Por Joaquin Alvarez

El primer cuarto del partido terminó 22 a 21 para el conjunto español, con gran contribución de Juancho Hernangomez, jugador NBA de los Denver Nuggets y de Sergio Llull-quien anotó un triple sobre el último segundo del parcial que puso en ventaja a España-con 8 y 5 puntos respectivamente. En Australia Matthew Dellavedova anoto 6 puntos y repartió 3 pases gol.

Durante el segundo cuarto, el equipo australiano sacó una ventaja de seis puntos y el  primer tiempo terminó 37 a 32. Fue buena la primera mitad de la doble base Dellavedova-Mills ya que anotaron 17 de los 37 puntos, con una buena conducción del base de Cleveland Cavaliers que alcanzó las 5 asistencias. Ricky Rubio, con  9 puntos y 4 asistencias, lideró al conjunto dirigido por Sergio Scariolo que tuvo problemas para anotar durante los primeros minutos del segmento, acertando el 23,5% de los lanzamientos de tres puntos.

En la segunda parte, el partido continuó con baja efectividad desde los lanzamientos y con una reducida anotación, Australia lideraba 55 a 51 el marcador, con un buen parcial de Mills anotando 7 unidades-18 en el partido- y de Nicholas Kay, gracias a sus 8 puntos y 4 rebotes durante el segmento. En España, Marc Gasol hizo sentir su aparición en el partido y alcanzó los 12 puntos, mientras que Ricky continuó siendo el líder en el equipo con 13 puntos y 5 asistencias. 

Ya en el último cuarto España emparejó el partido gracias a una gran actuación de Marc Gasol, quien sobre el final anotó dos tiros libres para poner al frente a España por un punto. El base de San Antonio Spurs, tuvo en sus manos la oportunidad de pasar al frente con dos tiros libres a solo cuatro segundos del final, anoto el primero pero falló el segundo, tras el rebote defensivo, Rubio tuvo la oportunidad del tiro ganador, pero erró el triple desde mitad de cancha, por lo que empataron en 71 y todo se definiría en el tiempo suplementario.

En el suplementario nuevamente Mills y Gasol mediante tiros libres  fueron los protagonistas, Marc empató el partido con dos tiros libres anotados a falta de cuatro segundos y Dellavedova falló de manera incómoda el último tiro debido a al poco tiempo disponible para correr la cancha. Así se entró al segundo suplementario del partido con empate en 80.

En un partido intenso, físico y luchado, en el que ambos bajaron su anotación respecto a partidos anteriores, en España, el reciente campeón de la NBA mostró todo su desfachatez en los dos suplementarios, sumando 11 puntos-goleador del partido con 33 unidades y logró su máxima anotación en la selección- acompañado del base de Phoenix Suns que anotó 19 puntos y asistió en 12 ocasiones. Los dirigidos por Andrej Lemanis, no aprovecharon la ocasión de cerrar el partido en tiempo y lo pagaron caro, a pesar de los 32 puntos de Patty Mills, España terminó 95 a 88 arriba en el marcador y consiguió el boleto a la final del domingo ante la Argentina. 

Estados Unidos y el peor Mundial de su historia

Gregg Popovich, entrenador de USA en el Mundial de China.

Por Francisco Rodríguez

El de China será la peor actuación de Estados Unidos en un Mundial en su historia. Serbia venció 94-89 a los norteamericanos y los condenó. Fueron 28 puntos, 6 asistencias y 4 rebotes del MVP serbio Bogdan Bogdanovic y Estados Unidos condenado a jugar por el 7º puesto. Este es, nada más, ni nada menos que el peor Mundial de su historia, incluso por debajo de su actuación en Indianápolis 2002, donde el Dream Team comandado por Reggie Miller y Ben Wallace, finalizó 6º. Otra vez, sus mejores jugadores no quisieron asistir, pero, esta vez el mundo FIBA se los hizo pagar.

La primera derrota de este no tan soñado equipo estadounidense pudo haber llegado con Turquía, pero estos no tuvieron el temple necesario para cerrar el partido. Sin ser un equipo apabullante, como lo fueron históricamente desde el arribo de los jugadores NBA en 1992, los norteamericanos pasaron las primeras dos rondas y cumplieron con un objetivo primordial: clasificarse a Tokio 2020, donde su equipo -sin duda- será más completo.

Excepto contra Turquía, el conjunto norteamericano había mostrado cierta solidez, por lo menos en defensa, característica de los equipos de Gregg Popovich, en el resto de sus partidos de primera y segunda ronda, venciendo a rivales interesantes como República Checa, Grecia y Brasil. Sin embargo, la ausencia de poder de fuego y experiencia de las estrellas de la NBA que no se comprometieron con su selección, se hicieron notar.

Como lo demostró Australia antes de empezar el Mundial, el conjunto estadounidense era un equipo vulnerable, con muchas dudas, tanto en su país como en el resto del mundo, excesivamente dependientes del tiro exterior y de arrebatos individuales de sus talentosos jugadores. Su derrota era esperada, solo faltaba ver quién se iba a encargar de bajar al equipo norteamericano. Finalmente, el elegido fue Francia en los cuartos de final.

Lo único que le quedaba a Estados Unidos era aspirar a un 5º puesto, pero tuvo que enfrentarse a la poderosa Serbia. “Si nos cruzamos con Estados Unidos, que Dios los ayude”, había dicho el técnico Sasha Djordjevic. Claro, no esperaba que este titánico duelo se diera en esta instancia, pero, en un principio, parecía tener razón: de la mano de Bogdanovic –que metió cuatro triples en tan solo cuatro minutos- Serbia borró de la cancha al equipo NBA en el primer cuarto, con un parcial de 32-7.

Sin embargo, los dirigidos por Popovich se despertaron en el segundo. Aplastaron a los serbios con un parcial de 33-12 y se pusieron en partido. Este equipo joven sintió la ausencia de jugadores que se bajaron como James Harden, Anthony Davis, Bradley Beal y Kevin Love, por ejemplo. Solamente Mason Plumlee y Harrison Barnes ya habían participado de un torneo FIBA de mayores, y solamente otros dos estuvieron seleccionados para el All Star Game en la temporada pasada: Khris Middleton y Kemba Walker.

En el segundo tiempo, el partido fue más parejo, aunque Serbia siempre se mantuvo por encima en el marcador. Bogdanovic retomó su nivel del primer cuarto y volvió a castigar desde lejos, sumado a un buen partido Vladimir Lucic. Con Barnes a la cabeza, Estados Unidos peleó todo lo que pudo, pero no le alcanzó. El equipo dirigido por Popovich y Steve Kerr firmó el mayor fracaso en Mundiales de la historia de su país.

CJ McCollum, uno de los jugadores no se comprometió con su país para este torneo, explicó antes del arranque de China 2019 por qué la gran mayoría de los convocados se habían bajado de la lista. Priorizar su preparación para la larga temporada de la NBA era una causa, sin embargo, la principal razón era el miedo a ser la cara de una nueva derrota internacional. Para la sociedad norteamericana, vale más un anillo que una medalla de oro. Pero, además, esta no dejará de castigar al equipo estadounidense que no sea campeón en los torneos FIBA. Son marcados de por vida.

Este fracaso de Estados Unidos revela la clara mejora del nivel de los países del universo FIBA, con cada vez más jugadores en la NBA y ligas nacionales muy competitivas. La indiferencia de los norteamericanos ante estos torneos no es nueva, pero ahora queda demostrado que no pueden ganar sin sus mejores jugadores. Este equipo estaba compuesto por basquetbolistas titulares en sus equipos y con gran futuro, pero nuevamente, como en el Mundial 2002, y en Atenas 2004, el mundo les envió un mensaje. Veremos cómo lo asimilan de cara a Tokio 2020.

Para la NBA que lo mira por TV

Por Guido Fradkin

Resulta una obviedad decir que la NBA es la liga por excelencia en lo que al básquet refiere. No llega cualquiera a jugar ahí: participar en alguno de esos equipos da un roce y puesta a punto superiores a cualquier otra competencia, pues se enfrentan y se entrenan con los mejores del mundo en cada posición de la cancha.

Las franquicias norteamericanas siempre tuvieron una relación antagónica de amor-odio con los mundiales, porque han nutrido (y nutren) a selecciones con jugadores top, pero a su vez influyen en las decisiones de otros, que en muchas ocasiones desisten de participar. Ni hablar de las ventanas de clasificación, en las que han llegado a tomar la firme decisión de no dejar ir a ninguno a disputarlas. Un claro ejemplo es Canadá, que quedó eliminado en fase de grupos: actualmente tiene al equipo campeón de la NBA y a 14 hombres en esta liga, pero al país oriental llevó tan solo a dos.

El presente Mundial de China es récord en NBA players con 54, nueve más que en 2014; aunque también lo es en cantidad de equipos (32, ocho por encima del de España), lo que hace potable el hecho de encontrar más de lo normal. Si lo medimos en porcentaje, el 7,1% forma parte de la liga estadounidense, más que el 6,4% que dijo presente cinco años atrás en tierras europeas.


En el análisis previo al primer partido se podría haber destacado que solo nueve franquicias no contaban con ningún jugador en la competencia, y que Boston Celtics era el que más representantes tenía, con seis: la tercera parte del roster estadounidense más Vincent Poirier, de Francia; y Daniel Theis, de Alemania. Si esto aplicaba en selecciones, se podría llegar a la conclusión de que 17 de las 32 tenían al menos uno, y que el Grupo A era el único sin jugadores NBA. El Grupo E, su opuesto, con superpoblación.

Uno de esos quince países sin jugadores NBA en su plantilla es Argentina, que en el Mundial pasado contó con Pablo Prigioni en New York Knicks y con Luis Scola en Indiana Pacers. De ese grupo sin jugadores en la elite, diez equipos quedaron eliminados en primera ronda, aunque de antemano, había tres que sí o sí pasarían de ronda: dos del Grupo A (finalmente Polonia y Venezuela) y uno del Grupo B (pasaron dos: Argentina y Rusia). El valiente quinto equipo fue la República Dominicana del Che García, que le ganó con lo justo a Alemania y se clasificó segunda del Grupo G, por detrás de Francia. Los que no pudieron avanzar fueron Venezuela y Costa de Marfil (A), Corea del Sur (B), Túnez e Irán (C), Angola y Filipinas (D), Nueva Zelanda (F), Jordania (G) y Senegal (H).

Si se toma como foco a los “jugadores NBA”, Argentina no tuvo muchas dificultades en su camino a semis. Para alcanzar los cuartos, instancia a la que llegó de manera invicta, debió toparse con Josh Okogie, Al-Farouq Aminu y Chimezie Metu, todos de la Selección nigeriana, a la que superó cómodamente en el debut (94-81). Ya en el cuadro final, con un Facundo Campazzo intratable, El Alma venció por diez a Serbia, la máxima candidata a llevarse el título según FIBA y la segunda con más NBA (5) junto a Francia, que dio la nota con un último período superlativo para superar por 89-79 al equipo de Gregg Popovich y Steve Kerr.

No es que los balcánicos tenían jugadores promedio, porque entre ellos estaban ni más ni menos que Nikola Jokić, centro del quinteto ideal de la última temporada, y Bogdan Bogdanović, firme candidato al MVP de la justa mundialista, que además formó parte del 2º Mejor Quinteto de Rookies de la NBA en 2018.Los otros tres: Marko Gudurić, Boban Marjanović y Nemanja Bjelica. El único que no fue citado es Alen Smailagić, un joven nacido en 2000 que fue elegido en el último Draft en la 39º posición de la primera ronda. El conjunto galo, rival de Argentina el próximo viernes a las 9, cuenta con Frank Ntilikina (de los Knicks, nacido en Bélgica y con gran proyección a sus 21 años), Evan Fournier (uno de los puntos más altos de todo el Mundial, ya asentado en Orlando Magic), Nicolas Batum (integrante del Quinteto Ideal de España 2014, hace cinco años en los Hornets), Rudy Gobert (Mejor Defensor en 2018 y parte del Mejor Quinteto Defensivo las última tres temporadas, siempre en Utah Jazz) y Vincent Poirier (recién fichado por los Celtics, con pocos minutos en China por tener adelante a Gobert).

Finalizada la jornada del martes, que dejó a Argentina y a España como semifinalistas, la Albiceleste quedó como la única con vida sin miembros del torneo profesional norteamericano, ya que tanto La Roja (4) como Estados Unidos (12), Francia (5), Australia (4) y República Checa (1) contaban con al menos uno. Polonia fue la segunda sin ninguno que más lejos llegó, cayendo en cuartos con España.

Para encontrar el último antecedente mundialista de una Selección en semifinales sin jugadores NBA hay que remontarse a Grecia 1998, cuando sucedió algo utópico con mirada actual -y hasta para ese entonces también-: ninguno de los cuatro mejores tenía en la lista a alguien de la liga estadounidense. Recién a partir de 1989 la FIBA aceptó que integrantes de la National Basketball Association jugaran en sus torneos, lo que provocó que muchos extranjeros fueran a parar a las distintas franquicias. Sin embargo, todavía para ese Mundial de 1998 no había un número tan elevado como en Indianápolis 2002.

Curiosamente, una de las cuatro selecciones era Estados Unidos, que mezcló deportistas de clubes europeos con universitarios por el famoso lockout (paro patronal por falta de acuerdo entre los propietariosde las franquicias y los jugadores). Su rival fue Rusia, que le ganó por 66-64. El otro cruce fue entre el local y Yugoslavia, país que terminaría obteniendo el título con el base Aleksander Djordjevic como uno de sus baluartes, hoy técnico del primer equipo serbio.

Otros casos particulares son los de Nueva Zelanda en 2002, Grecia en 2006 y Lituania en 2010:

-El primero, por Sean Marks. El pívot sufrió una lesión en un ojo y se perdió la segunda fase. En el partido de semifinales no estuvo presente, pero probablemente el país oceánico no hubiese llegado a esa instancia sin su aporte en la fase de grupos (2 ganados y 1 perdido contra 2 triunfos y 3 derrotas sin él).

-El segundo, por Vassilis Spanoulis. El armador se fue de Panathinaikos a Houston un mes antes de debutar en Japón. Integraba una plantilla de la NBA, pero aún no había debutado. Grecia dio el batacazo eliminando al Dream Team en semis, pero perdió categóricamente la final contra España (70-47).

-El tercero, por Linas Kleiza. El ala-pívot tuvo un caso similar al de Spanoulis: firmó con Toronto el 7 de julio y jugó en Turquía el 28 de agosto, sin haber sumado minutos en el actual campeón de la NBA. Lituania, que venía de eliminar a Argentina en cuartos, caería ante el futuro campeón, Estados Unidos, por 89 a 74.

En otras palabras, el equipo comandado por el Oveja Hernández es el primero en el siglo XXI que llega a semifinales de un Mundial sin haber requerido de un actual jugador de la NBA. Una frase que resulta mentirosa si se tiene en cuenta que algunos ya vivieron esa experiencia (Scola, Laprovittola, Brussino y Garino) y otro, como lo es Facundo Campazzo, que tiene talento de sobra para brillar en un club de esta liga, tal como twitteó Andrés Nocioni tras el triunfo ante Serbia.

La victoria del martes ya quedó en la historia como la mayor hazaña post-Generación Dorada. Con un único sobreviviente del oro en Atenas, con un brillante estratega y con un par de magos, más la garra y corazón que demuestra el plantel ante cualquier circunstancia, Argentina buscará, ante Francia, que lo del martes quede en un día más, y patear nuevamente el tablero internacional… como ya hizo un par de veces.

El Goliat que venció a Goliat

Por Martín Fernández

El seleccionado francés se aseguró una plaza entre los primeros cuatro de la Copa Mundial de la FIBA en China, y repite así la hazaña de eliminar a uno de los candidatos al título, como lo había hecho en el 2014. El rival pasado fue España, país anfitrión de aquel torneo, y en esta ocasión fue Estados Unidos.

La diferencia entre ambos equipos fue variando a lo largo del encuentro, pero en el momento decisivo, los “jugadores estrella” del conjunto francés fueron más fríos y certeros. El principal artífice y figura del resultado fue Rudy Gobert, con 21 puntos y 16 rebotes, de los cuales siete sirvieron para mantener la posesión ofensiva luego de tiros fallidos. El pívot fue, junto a Nicolas Batum y Evan Fournier, participe de los dos acontecimientos, aunque su desarrollo como jugador en estos años quedó más que evidenciado en el Mundial de China.

En 1992, en una pequeña ciudad al noreste de Francia llamada Saint-Quentin, nació un niño llamado Rudy Gobert, que hacía deporte en el parque como cualquier otro, que creció, creció y creció, por lo que finalmente decidió seguir entrenando para poder ser jugador de básquet. 

El joven medía 1,94 metros y jugaba de alero cuando llegó en 2007 a Cholet Basket, equipo de la primera división de Francia. Allí completó su formación a nivel deportivo e incluso jugó tres temporadas como profesional en el primer equipo. En ese tiempo siguió creciendo, por lo que tuvo que acostumbrarse y ajustar tanto sus movimientos como su juego a su físico. Aunque todavía era delgado y nadie le tenía fe, él sabía que iba a llegar a la NBA.

Llegó el Draft de 2013 y Utah Jazz decidió confiar en el francés de 21 años, que fue seleccionado en el puesto 27. En su primera temporada promedió menos de diez minutos y tres puntos por partido, pero progresivamente fue ganando espacio en el equipo, convirtiéndose titular en la temporada siguiente. Cada vez fue más protagonista, y se destacaba por su altura y sus brazos, que le permitieron agarrar hasta 25 rebotes y ocho tapones. Si bien a nivel colectivo no obtuvo grandes logros, fue reconocido en 2019 como Mejor Defensor de la NBA por segundo año consecutivo y, en principio, su equipo será uno de los candidatos al anillo la próxima temporada.

Foto: FIBA

Todos los años regresa a su ciudad para realizar entrenamientos para los niños e incentivar el básquet. En 2018 estuvo presente allí para observar la final del mundial de fútbol de Rusia y fue participe del posterior festejo. “Todo el país estaba con ellos, fue un orgullo. Ver la felicidad en las calles te hace querer hacer lo mismo”, confesó luego de que Francia se consagrara campeón. Este pensamiento quedó demostrado este año, ya que esta es su segunda participación mundialista y sus números son exageradamente superiores al anterior: 12,7 puntos contra 4,1; 9,7 rebotes contra 4,7 y 2,3 tapas contra 0,9. 

En un partido frente a Utah Jazz o Francia, una gran torre se interpone entre el jugador ofensivo y el aro. El atacante penetra y llega a la pintura, pero los doscientos dieciséis centímetros se convierten en casi doscientos noventa cuando Rudy Gobert levanta los brazos para bloquear el tiro. Estos brazos denegaron el intento de Donovan Mitchell de reducir la diferencia a favor de Francia en el último minuto del partido y esa mano de Gobert evitando la bandeja fue el pase de Francia a las semifinales.