En la vida hay que pensar en grande, pensar que vas a poder llegar a tu logro más alto, pensar que el camino es largo pero todo tiene recompensa, pensar que pequeñas cosas son las que te fortalecen y las que te impiden desviarte de tu gran objetivo, pensar que hasta los que vemos más fuertes caen, pensar que hay victorias, que hay derrotas, pensar, pensar, pensar…soñar.
Sentados bajo la luz cálida de su living me contaba de qué manera el judo llegó a su vida, ¿por qué había decidido un arte marcial?. “Tenía 5 años, mi papá me probó en varios deportes y ninguno me terminaba de gustar, hasta que llegué a un club donde vi gente que vestía un uniforme que quería usar, yo quería ese uniforme, tanto lo quería que lo visto hasta el día hoy”. Con 18 años relataba con orgullo la historia de niño, que entró al club “José Hernández” de Mataderos, que con solo 5 años logró despertar a un judoca, que se puso el “Judogi” y se ajustó el cinturón blanco, el amarillo, el naranja, el verde, el azul, el marron y, por ultimo, su actual cinturón negro. A los 11 años partió del club de su infancia para comenzar a competir en el “Cef 123 de Caseros” donde salió por primera vez campeón argentino. Hoy en día su actual centro de entrenamiento es en el “Club Atlético Victoriano Arenas (CAVA)”, ubicado en Lanús, y el CeNARD donde concentra con la selección nacional.
Junto al sillón del living donde estábamos sentados, en una mesa ratona se encontraban todas las medallas de su vida y en las paredes que nos rodeaban colgaban fotos de él con su familia. “Mi papá siempre fue mi principal sostén durante todo este camino. El fue quien de chico me hizo conocer este amor, me banco económicamente en todo lo que necesitaba y emocionalmente fue mi cable a tierra, el que me hizo pensar que nadie era más que yo y que todo rival por más bueno que sea cae, que las derrotas son aprendizajes y que siempre hay que seguir”.
Entre mates casi llegando al final de la charla le pregunté “¿cuál es tu sueño?”; a lo que rápidamente y con seguridad contestó: “Llegar a un juego olímpico, obtener el primer puesto y ser el primer hombre argentino en ganar una medalla de oro en esta disciplina”.
Los sueños se cumplen, algunos con más sacrificio que otros, quizá dejando cosas de lado, como, por ejemplo, en su caso el viaje de egresados, saber controlarse a la hora de hacer planes con amigos, entrenar y nunca desviar el objetivo principal del camino.
– ¿Creés que lo vas a lograr?
– Los sueños siempre tienen que ser a lo grande, y con lo cabeza dura que soy, lo voy a cumplir
Pocos días después de realizar esta nota, Thiago Aldape tuvo una magnífica actuación en el Open Panamericano y Sudamericano, Asunción 2024. Representó al país, alcanzando el séptimo lugar en la copa Panamericana y alzó la medalla de bronce en el Sudamericano. “Me llevo una linda experiencia y un gran aprendizaje; tengo mucho que mejorar”, finalizó Aldape.
Un 22 de agosto de 2008 nació Federico Debonis, un joven apasionado por el deporte. Su familia está conformada por sus dos hermanas, Guadalupe y Marianella Debonis, su mamá, Laura Alcar, y su papá, Walter Debonis.
Con tan solo 16 años, Federico logró el sueño de todo deportista: representar a la Selección Argentina. Desde temprana edad, siente mucha pasión por el deporte, y pasó por diferentes pasatiempos: a los 5 años, jugó básquet en el club Imperio durante todo un año hasta que ya no le parecía divertido; a los 7, empezó a jugar futsal en el club Eros y, más adelante, en Caballito Juniors. Federico sentía que este deporte iba a ser su fuerte para toda la vida. Hasta que, en el año 2019, un entrenador de vóley del club Vélez Sarsfield y Sholem Buenos Aires, ubicado en Paternal, donde jugaban las hermanas de “Fede”, estuvo por muchos meses insistiendo para que fuera a una prueba a Vélez para jugar al vóley, pero su respuesta era siempre un “no”. Hasta que en septiembre de ese mismo año, Federico decidió hacerle caso y fue a probarse para ver qué le parecía. Y, a partir de ahí, fue un cambio rotundo en su vida deportiva. Su mamá, Laura, era la que siempre lo acompañaba a las pruebas: “En sus años de deportista demostró que el deporte es lo que le gusta”, aseguró.
Nicolás Zermatten es aquel entrenador que vio mucho potencial en él y lo introdujo en el mundo del vóley. “En un principio, me llamó la atención que constantemente acompañaba a sus hermanas a los partidos, y mostraba cierto interés en el vóley. Preguntaba alguna que otra técnica y festejaba cada punto como si fuese una final. Además de que “Fede” siempre tuvo entusiasmo por cualquier deporte y tenía la altura necesaria para poder jugar”.
Durante todo el 2019 Federico entrenaba futsal y vóley al mismo tiempo. Fue en el 2020, antes de la pandemia, que decidió enfocarse plenamente en el vóley. “El fútbol y el básquet nunca los practiqué con tanta pasión como el vóley ahora”.
En el 2022, Federico salió como el mejor jugador del Campeonato Argentino luego de haberle ganado 3-0 a Mendoza en la final.
El 2023 fue un año con muchas expectativas para “Fede”: en octubre jugó el Sudamericano con la categoría U17, en el cual salieron subcampeones y Federico fue nombrado como el “mejor punta de Sudamérica”, y, además, consiguieron la clasificación al Mundial del año próximo. Un mes después, se cumplió uno de los logros más importantes: ganar la Copa Argentina con Vélez en Chapadmalal tras vencer al Club Ciudad por 3-2.
En julio del 2024, jugó el campeonato argentino con las categorías U16 y U18, logrando el primer lugar con ambas. Con la Selección Argentina participó del Sudamericano con la U19, donde llegaron invictos a la final y derrotaron a Brasil 3-1. Federico fue nombrado mejor jugador y elegido para el “equipo ideal”.
En agosto, compitió en el Mundial de Bulgaria, donde salieron subcampeones tras caer con Italia 3-2. Federico tuvo una participación notable y salió como máximo anotador de aquel encuentro.
Si bien Federico tuvo muchos triunfos y reconocimientos, recibió ayuda de un profesional y de su familia para sobrellevar toda la presión que sufría en cada partido, y, de a poco, lo fue mejorando. Sus hermanas, Guadalupe y Marianella, fueron un gran sostén. “Federico es un orgullo, porque ver que mi hermano menor llegó tan lejos en un deporte que practicamos con mi hermana mayor es enorme. Y espero que pueda seguir creciendo como lo hace hasta ahora”, dijo Guadalupe.
“Es un chico con muchísimo potencial, todavía sigue en desarrollo. Los próximos años van a ser claves, donde tiene que hacer mucho volumen de trabajo y muchas correcciones para que el día de mañana, cuando sea mayor, pueda sostener este nivel y comprometerse con nuevas metas”, fueron las palabras de Alejandro Scalise, actual entrenador de la División de Honor y de la Liga Profesional.
A Federico le esperan muchos torneos más, como la Copa Argentina en noviembre y el Mundial 2025 en Uzbekistán, del 21 de julio al 3 de agosto; y objetivos por cumplir, como jugar en alguna liga europea y superarse cada día más.
A veces, el fútbol te puede llevar a los rincones menos esperados, al otro lado del mundo, pero, en ocasiones, esos rincones te devuelven algo familiar. Arístides Pertot jamás imaginó que al llegar a Finlandia, un país que apenas lograba ubicar en el mapa, encontraría a Gabriel Flores, un compatriota que, curiosamente, vivía a solo tres cuadras de su casa en Lanús. “Nos conocimos allá, no nos habíamos visto nunca antes en Argentina, pero resulta que nuestras casas estaban a la vuelta”, cuenta Pertot, todavía sorprendido por la casualidad. Esta conexión inesperada marcó el inicio de una historia que lo llevaría a permanecer casi una década en el fútbol finlandés.
Arístides Pertot creció en Valentín Alsina, Lanús, rodeado de deportes. Desde chico, el fútbol fue parte de su vida, pero no era el único deporte que practicaba. “Con mi hermano jugábamos a todo: tenis, cualquier cosa. Siempre estábamos en movimiento”, recuerda Pertot. Sin embargo, cuando cumplió 15 años, tomó una decisión y dejó de practicar otros deportes para dedicarse completamente al fútbol, a pedido de su entrenador, que necesitaba un jugador para completar su equipo. “Fue así como comenzó todo”, expresó Pertot. A partir de ahí, su carrera futbolística fue tomando forma, hasta que finalmente llegó a Deportivo Español, club que en ese momento estaba en la Primera A, donde debutó con 18 años y jugó hasta el 2000, año en que el club descendió al Nacional B.
En una época difícil, Pertot tuvo que decidir entre renovar contrato o buscar otras oportunidades. Optó por lo segundo, una decisión que lo llevaría a Europa, donde comenzó su aventura en Finlandia. “Tenía pasaporte italiano, lo que me facilitó emigrar. Me fui sin dudarlo”, expresó.
Ya en Europa, jugando para el Inter Turku, club donde Pertot se sintió más cómodo y desplegó su mejor fútbol, se encontró con una cultura finlandesa completamente diferente, donde las personas son reservadas. El clima era todo un reto, con inviernos oscuros y largos días sin sol. El idioma fue lo que más lo complicó; aseguró que es imposible de aprender, aunque por otro lado, el inglés era bastante común. Sin embargo, lo ideal era aprender el finés para poder desenvolverse de la mejor manera, cosa que Pertot jamás pudo hacer. A pesar de estas barreras, encontró tranquilidad y pudo adaptarse al país.
Pertot jamás imaginó que un país casi desconocido para él marcaría no sólo su carrera, sino también su vida. Allí encontró su mejor versión, dentro y fuera de la cancha. Eligió la estabilidad, la familia; aunque se privó de dar el salto a otros equipos europeos, Pertot ganó algo más valioso: paz. Nunca pensó que un país tan frío se convertiría en el lugar donde dejaría una parte de su corazón.
A los 4 años, su papá ”Ricky”, profesor de Educación Física, la llevó por primera vez a su lugar de trabajo: el Club Racing de Trelew, uno de los clubes de básquet más reconocidos de la pequeña ciudad. Y a los 13 se encontró siendo la única mujer en un campo de juego de 28 por 15 metros. Martina Torres, o “Martu”, pasó de viajar 8 horas en ruta con sus padres, a tomar la línea del colectivo 29 que la deja justo en la puerta del Club Obras Sanitarias de Buenos Aires.
En algún momento le dijeron que no podía jugar más con los varones, que no podían llevarla más como una integrante del equipo, no estaba autorizada para jugar los partidos oficiales.
Hay una luz de fondo que hace contraste con su figura alta; el living está oscuro por la hora y por un momento el lugar parece tornarse en una sala donde prevalece la privacidad, “Yo quería que me vean jugar”, dice. La odisea de encontrar un espacio para competir fue cada vez más frecuente. La liga femenina no existía casi en ningún lado. “El pueblo de Luis” y las instituciones deportivas no se percataron de que las niñas también entrenaban. Pero un día, a su corta edad, Carmen de Patagones la invitó a jugar y Buenos Aires se convirtió en su nuevo hogar. Viajar los fines de semanas se había vuelto una costumbre, pero los gastos cada vez pesaban más. Hoy acorta sus viajes y cada vez que sale de cursar del profesorado de Educación Física en ISEF, se cruza a entrenar con sus compañeras.
Los medios de comunicación de la Patagonia le hacían una y otra vez las mismas preguntas: “Siendo una jugadora del Interior, ¿cómo fue tu paso a la Ciudad de la Furia?”. Periodistas que en su mayoría eran conocidos de la zona, visitaban a menudo su quincho para entrevistarla. Poco a poco, su mamá, “Vivi”, iba decorando con medallas y tapas de diarios aquel espacio largo construido a base de ladrillos y cemento, que dejaba ver los cuadros, sin dejar de lado las distinciones y trofeos que tanto “Martu” como su hermana, Agustina, iban consiguiendo. Pese a esto, sigue publicando en todas sus redes sociales alguna que otra postal para compartir los logros de su hija menor.
Martina, hoy ya con 21 años, desde hace tiempo se recupera de una lesión en la rodilla. Empezó a correr y la adrenalina de arrancar de nuevo está intacta, igual que cuando quedó preseleccionada por primera vez para la Selección Argentina Femenina U-14. Las lesiones siempre la han acompañado, y los comentarios nunca le influyeron: “No me dejó de importar nunca el básquet”, y unos ojos brillosos reflejaban una de sus principales cualidades: persistir.
El Facebook de su madre podría relatar, o por lo menos visualizar, su trayectoria como jugadora. Martina siempre se ríe cuando recuerda su cara en la tapa de los diarios que cuelgan en su casa, pero un comentario se le escapa y entre risas dice: “¿Como si fuera quién?”…
“El ciclismo de ruta es mi pasión, lo va a ser siempre, pienso en eso las veinticuatro horas, sueño con eso, no hay día que no me levante pensando en la bicicleta”, decía Marco Fabrizio Anacoreto. Nacido en Caseros el 20 de septiembre de 2001, hijo de Silvio Anacoreto, también ciclista, y hermano de Diego Anacoreto, exjugador de la Reserva de Argentinos Juniors y Estudiantes de Buenos Aires.
Lo inspiró un poco de todo, principalmente su familia. Todos corrían y heredó la pasión de ellos. Pero, sobre todo, se fijó en dos personas para iniciar su carrera, su abuelo, Oscar Jacinto “Calulo” Anacoreto, a través de su perseverancia y todas las historias que le contaban de él, como, por ejemplo, que fue ganador de las “100 millas”, “la Vuelta a Santa Fe”, y otras importantes carreras, y además muy cerca de triunfar en la “Doble Bragado”. También la figura de Matías Médici, campeón mundial, ganador de múltiples Panamericanos y vencedor dos veces de “Rutas de América”.
Fabrizio empezó compitiendo de manera individual, en categorías menores, promocionales y junior, con algunos amigos, en el club Cycles Imperio, ubicado en el partido de Tres de Febrero. Pero un día de entrenamiento, gracias a su buena forma, un ojeador del Club Fénix de Uruguay, le comentó, que estaban buscando un sub 23 para correr y era el perfil de ciclista que necesitaban.
Fénix fue su primer club en Uruguay. Ese año lo vivió con muchas alegrías. El equipo fue segundo en la Vuelta de Uruguay, conocida por ser la carrera por etapas más antigua de América, y que todo uruguayo sueña con ganarla o participar en ella. En la temporada 2022/2023 fue un gran año, en el que consiguió muchas veces quedar entre los tres primeros, y además tuvo la experiencia de ver con qué clase de ciclistas compartió el podio, a quiénes le pudo ganar o medir. En la actual temporada corre en el Club Ciclista Barrio Artigas, luego de acabar el contrato con Fénix. Este año logró pocos podios, debido al gran nivel que se ve en las rutas de Uruguay.
Ya es una costumbre que mantiene correr en tierras uruguayas, porque se adapta mejor al terreno y a las carreras, que son más largas que en la Argentina, son más duras y se corre de otra manera. Sus características de atleta no lo tienen como un ciclista veloz, pero sí muy resistente, y el terreno en el que se corre en Uruguay lo ayuda.
Además, los “charrúas” consideran al ciclismo como un deporte mucho más importante que los argentinos, y eso hace que se sienta cómodo. Por otra parte, influye en lo económico, ya que en Uruguay le pagan por correr, en cambio; en la Argentina no lo hacen o muy pocas veces pasa.
Al principio se le hacía difícil acostumbrarse a los viajes en barco o en micro, hasta que decidió no viajar todos los fines de semana, y solamente ir cada quince días, donde se corren las carreras más importantes. Era muy desgastante el viaje para luego correr. El viernes o sábado emigra a Uruguay, y el domingo ya afronta la competencia. Una semana de entrenamiento en Argentina son 5 ó 6 horas diarias ejercitándose, y los días son: martes, miércoles, jueves, y viernes de por medio, dependiendo si compite el domingo.
Fabrizio, hoy con 22 años, heredó toda la pasión de su familia, y seguirá escribiendo el legado del apellido Anacoreto en el ciclismo de ruta por muchos años más, dejándolo en lo más alto.
Lautaro Reyero Góngora recuerda con claridad el momento más difícil de su carrera en el rugby. Tenía sólo 15 años cuando, tras un malentendido con sus entrenadores en el Club Atlético Casa de Padua, se enfrentó a una acusación devastadora: le dijeron que había jugado para que su equipo perdiera. El partido, que fue contra Mariano Moreno, terminó con Lautaro llorando en su casa, dándose cuenta de que todo lo que había construido en el deporte estaba a punto de desmoronarse. “Ese día me fui llorando a mi casa, mis padres estaban enojados. Yo les dije: ‘No juego más ahí’”, confesó con sinceridad. Lo que siguió fue una etapa de incertidumbre, en la que Reyero se cuestionó en profundidad si quería seguir en el rugby, un deporte que había practicado desde los 3 años. Incluso llegó a hablar de ello con su psicóloga para encontrar una solución a este problema.
El rugby siempre había sido parte de su vida, en gran parte gracias a su padre, Sebastián Reyero, quien es entrenador de categorías infantiles en Padua y pionero del rugby inclusivo en el club. Lautaro había acompañado a su papá en varias de estas jornadas inclusivas, lo que le permitió vivir el deporte desde otra perspectiva. Sin embargo, la dura experiencia lo hizo dudar de todo.
Fue una conversación con su padre lo que marcó un punto de inflexión. “Mi papá me habló y me dijo que su sueño era que yo debutara en Primera, sin importar en qué equipo”, compartió Reyero. Eso, sumado a su amor por el deporte, lo convenció de no abandonar el rugby. Decidió cambiar de club, dejando Padua para unirse al Mariano Moreno, un lugar que pronto se convertiría en su nuevo hogar deportivo. El primer entrenamiento fue todo lo que necesitaba: “Me divertí mucho, lo pasé bien desde el primer día”. Aunque en su debut jugó fuera de su posición natural, Lautaro no tardó en adaptarse. A lo largo de los siguientes tres años, su juego y su mentalidad evolucionaron, gracias a entrenadores más capacitados y un entorno de equipo más fuerte.
Sin embargo, su relación con el rugby no ha sido lineal. Las lesiones lo han golpeado con fuerza, en especial en 2023, cuando sufrió un esguince de tobillo crónico y una microfractura en la rodilla derecha. A pesar de todo, Reyero no dejó de luchar por su regreso al campo y el rugby continuó como un espacio de terapia, de encuentro con amigos y de superación personal para él. “Tuve que mirar los partidos desde afuera, pero el apoyo de mis compañeros y el de mi familia fue clave para sobrellevarlo”, contó.
En su vida, la disciplina es una constante. Con horarios de estudio y trabajo en la provincia de Buenos Aires, ya que colabora con las Comisiones Provinciales para la Prevención y Erradicación del Trabajo Infantil (COPRETI), visita comedores en barrios vulnerables y elabora informes sobre la realidad social en Moreno. Aun así, Reyero encuentra tiempo para su otra pasión: el rugby. En sus propias palabras: “Es mi sitio de terapia porque estoy con amigos y me puedo divertir entrenando y jugando”.
A futuro, el jugador de la M19 del Club Mariano Moreno sueña con debutar en la Primera División y por qué no, probar suerte en Europa. También desea que el rugby alcance a más personas en la sociedad y destacó el impacto del rugby inclusivo y el crecimiento del rugby femenino en Argentina. Su enfoque está en disfrutar de los partidos, evitar frustraciones y mejorar cada día, tanto en el juego como en su vida personal. “El rugby es un deporte que te puede cambiar la vida, te ayuda a ser mejor persona y a superarse a uno mismo”, reflexionó Reyero. A quienes comienzan en el deporte, les aconseja que jueguen para divertirse y no para frustrarse. “Las frustraciones siempre van a estar, pero cuando uno la está pasando bien es cuando mejor juega”.
Florencia Ferrero, capitana de River y cirujana traumatológica, nació el 5 de marzo de 1989 en Mar del Plata, donde vivía con su mamá, una hermana mayor y un hermano con el que se llevaba un año y medio. A los 35 años combina dos pasiones: la medicina y el deporte.
La pasión de Florencia por el fútbol comenzó desde muy pequeña. A los cinco años ya jugaba en la plaza, y a los ocho compartía equipo con su hermano mayor, ya que su ciudad natal no contaba con clubes que incluyeran fútbol femenino. Tiempo después, y como segunda opción, comenzó a jugar handball, actividad que continuó hasta los 16 años. A los 17 decidió mudarse a Buenos Aires para estudiar y sabiendo que tendría la oportunidad de practicar el deporte que siempre quiso. Esta decisión fue más impactante para su familia que para ella, ya que sabía que encontraría todo lo que deseaba.
En principio, fue difícil que la gente la apoyara con la dualidad entre lo académico y lo deportivo, ya que, como ella explicaba: “En Argentina el deporte se vive como profesional aunque no se pague como tal”. Sin embargo, en el camino encontró a muchas personas que la acompañaron: su pareja, con quien convive y se acompañan mutuamente, y su familia, que siempre estuvo a su lado. “Flor” destaca mucho el apoyo de sus seres queridos, ya que mudarse sola a la ciudad y siendo tan chica es muy complicado, pero ellos siempre estuvieron allí.
El primer equipo en el que jugó fue Independiente. Aunque tuvo la intención de ir a River, pero en ese momento solo entraba quien tenía contactos, por lo que no fue posible. “El Rojo” le brindó la oportunidad de jugar en el Mundial Sub-20 de 2008.
Tras finalizar el torneo, fue nuevamente a River, donde entró gracias a Mariana Blanco, quien era la DT del equipo en ese momento. Ella describe su paso por ambos equipos como dos experiencias hermosas pero con grandes diferencias: en Independiente el ambiente era más tranquilo y familiar, y formaban un gran grupo; en River, la exigencia era mucho mayor, había más competencia por los puestos, pero ambas las disfruto mucho.
Con el tiempo, comenzó a tomar más en serio sus estudios y, debido a sus horarios académicos, llegó al futsal. Este cambio le permitió continuar con su carrera y a la vez con el deporte. Sin embargo, en 2019 tuvo que dejar de entrenar debido a su primer año de residencia, un año en el que su día comenzaba a las 4 de la mañana y terminaba a las 10 de la noche, un año donde la vida no existía en otro ámbito, pero esto al igual que el fútbol le apasionaba: “Para mí, mi carrera es la más hermosa, es la única que siento que elegiría una y otra vez”, expresó.
La traumatóloga vivió de cerca las diferencias entre el ámbito público y el privado a lo largo de su carrera. A pesar de las grandes diferencias entre ellos, encontró oportunidades de aprendizaje y desarrollo en ambos, destacando el campo público por lo mucho que le enseñó, aunque también reconociendo los desafíos y la dificultad que conlleva trabajar en esas condiciones.
Hoy en día, es una gran cirujana y una jugadora con un rol muy importante en su equipo. Es una gran capitana, experimentada, con la capacidad de entender a cada grupo y con un liderazgo admirable, que se destaca en cada entrenamiento y partido. El tiempo y la experiencia son claves, y estas son algunas de las razones por las cuales ella lidera.
Este año, “Flor” y el equipo hicieron historia en el futsal femenino de River al formar parte del primer Superclásico ganado por “Las Millonarias” en la historia, quedando entre los 7 mejores equipos del torneo y así conseguir un lugar en la Copa de Oro y también compitiendo en la Copa Argentina.
Querida y respetada por sus compañeras, es un ejemplo a seguir para las próximas generaciones.
“Dale que sos el próximo Nadal”. “Vos sos el mejor”. “Si perdes, no servís para este deporte”. Esas son algunas de las frases que se escuchan en los torneos de tenis para los menores de 12 años por parte de los padres. En algunas ocasiones, para alentarlos. En otros con la intención de hacerle creer a ese jugador que puede ser el mejor del mundo y que no hay otra alternativa para su futuro, situación que lo único que hace es meterle una presión interna constante a los más pequeños y es un peso con el que cargan durante su crecimiento.
Salud mental son dos palabras que se escuchan mucho en la sociedad actualmente. Cada vez hay más personas que sufren esta situación. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el 9% de la población mundial tiene algún problema de salud mental y la mayoría las trae desde niños. Mauro Rodríguez, psicólogo especialista en deportes, promueve y recomienda empezar con la ayuda psicológica desde el comienzo de su vida, y más para los futuros tenistas. Desde su lugar como profesional, busca ayudarlos a enfrentar distintos conflictos internos que pueden afectarlos en el correr de su vida. Una de ellas es concientizarlos de la exigencia a las que se enfrentarán, a la cual muchas veces no se le da visibilidad y enseñarles también a que lo más probable sea que sus lazos sociales se rompan debido a la exigencia que tendrá por dedicarse al tenis, y trabajar desde chicos los ayudará para sobreponerse a lo que será su carrera futura.
Lautaro Corthey, tenista de 26 años afirma que en 2024 le está siendo difícil conseguir dinero para seguir jugando torneos a nivel internacional, y que lo afecta en lo psicológico en cada encuentro. Con sus compañeros de la Academia Artoni Tenis en Santa Fe, hicieron un trabajo de control mental llamado “Método Silva”, con el que aprendieron a meditar, lo que les da herramientas para el día a día tanto para dentro como para fuera de la cancha y los ayudan a salir adelante en cada situación complicada. Corthey afirma que este año lo mental le afectó negativamente, si bien su nivel tenístico está mejor en relación al pasado, la cabeza le juega en contra.
David Nalbandian, ex número 3 del mundo (foto) confesó en una entrevista con Punto de Break: “Hay una gran frase que decía: ‘Mientras más entreno, más suerte tengo’. Con esa base, encaminado, después el entorno es el que te ayuda para que la cabeza tome mejores decisiones. No me servía estar muy bien entrenado, pongamos tener un 9, si luego la cabeza estaba en un 2, saturada. Porque cuando no estás bien de físico o de tenis, ahí la cabeza, si está bien, va a ayudarte”.
En el tenis, la presión que hay torneo a torneo, es cada vez mayor debido a las exigencias que cada jugador se propone. Más aún si están peleando por un objetivo en especial, como un título, asegurarse jugar un Grand Slam, o ganar una gran suma de dinero. Al ser un deporte individual, todo corre por cuenta del jugador y cada acción, un mal tiro o una situación interna que no tenga que ver con el partido, puede llevarlo a perder por completo el eje y el propósito por los cuales competía, no pudiendo concentrarse al 100% en el juego. En el caso de los tenistas que están fuera de los 200 del ranking, les afecta mucho por estar peleando un lugar dentro de los mejores.
Otro de los jugadores que sufre esta situación es Gonzalo Karakachian, jugador de 23 años y actualmente fuera de los 1500 mejores del mundo, quien cuenta cómo le afecta la cabeza a la hora de jugar un partido. Dice que a él le perjudica su nivel y la mente le juega en contra, sobre todo en los torneos, desconfía mucho de sí mismo y no lo hace mostrar su mejor juego. Además confesaba: “El tenis cambió mucho y hoy se juega mucho más rápido, siempre la cabeza termina jugando el rol más principal”, según el propio jugador hoy es un 70% cabeza, 15% físico y 15% el nivel tenístico.
El psicólogo deportivo Rodríguez contaba que la era profesional de los deportistas se equipara el nivel de estrés con el de un torturado. “En el tenis, pasa algo muy torturante porque el jugador está solo en la cancha, no tiene a nadie que lo acompañe”. El trabajo que los psicólogos realizan va por el lado del fortalecimiento de la identidad de la persona: depende quién sea, investigan quién es su punto de apoyo, desde dónde puede construir una identidad más firme, una defensa ante las miradas, opiniones y acciones de los demás, cómo trabaja aquello que lo afecta ya que cada persona tiene un punto de anclaje y, a partir de ahí, construye una identidad para fortalecer desde ese punto todo su sistema de defensa.
Además buscan incorporar tres elementos constitutivos para mejorar su rendimiento. El primero de ellos es el movimiento, donde se desarrollan diversas funciones mentales como la inteligencia, el lenguaje, la efectividad y la conciencia. El otro es el juego, poseen características socializadoras que permiten a un jugador incluirse en otros grupos fuera de la familia. El último tiene que ver con la agonística que es el impulso que busca la victoria, relacionado al carácter competitivo del juego.
En la etapa formativa se realizan varios trabajos para ayudar a cada chico a que su situación psicológica en cada encuentro no le haga perder su objetivo de ganar. Los mismos se destacan principalmente en mejorar la comunicación, la concentración y atención en cada punto, la activación y el manejo de la ansiedad y del estrés en cada momento del partido.
En el Luján Tenis Club se basan principalmente en lo tenístico, practicando en cada entrenamiento los golpes y haciendo juegos recreativos relacionados al tenis para que sea más divertida la práctica sin perder de vista los demás ejercicios. Fuera de lo deportivo se pueden modificar las distintas conductas que tiene un ser humano para comunicarse y los aconsejan a no reaccionar de mala manera ante una situación de injusticia que puede llevar a perder el foco, a mantener la calma en puntos que pueden definir un partido.
La Asociación Argentina de Tenis (AAT) aplica una enseñanza más profesional a sus dirigidos, ya que cuenta con los mejores jugadores jóvenes del país. La AAT suma más de 200 clubes y federaciones con 8 mil tenistas federados. Ellos hacen principal hincapié en el fortalecimiento y crecimiento de lo mental en cada uno de los chicos, realizando trabajos específicos y haciendo que los problemas de su cabeza no afecten su nivel de juego.
Los problemas de salud mental no solo les ocurren a los jóvenes o tenistas semiprofesionales, también le pasan a las grandes leyendas, El ex número 1 del mundo por 101 semanas Andre Agassi, que desde los 3 años tuvo una raqueta en sus manos, entrenó sin parar durante toda su etapa de crecimiento, con un padre muy exigente que quería que sea el mejor del mundo. Las presiones eran constantes y eso lo llevaba a ser cada día mejor. Luego del retiro, confesó que odia el tenis. Aunque no es solo Agassi quien tiene rechazo por este deporte. Sin ir más lejos, el argentino Guido Pella también afirmó en el programa Podemos Hablar (PH): “No sé si jugar al tenis es lo que a mí me gusta hacer. Lo hago porque lo hago bien y porque me permite vivir de esto”.
Diego Schwartzman el ex número 8 del mundo en 2020 es otra de las grandes figuras de este deporte que pasó por algo similar. Luego de tener grandes años dentro de los mejores jugadores del mundo, a partir del 2022, su juego decayó poco a poco y eso hizo que tenga problemas psicológicos y ataques de pánico que hicieron que su realidad haga un cambio drástico. En octubre de 2022, el Peque Schwartzman confesó en una entrevista en el programa Todo Pasa, en Urbana Play, haber sufrido muchos ataques de ansiedad esa temporada tras no lograr los objetivos que se había propuesto. Además aseguró que escuchó mucho las críticas, tanto positivas como negativas de la gente, y le hizo decir dentro suyo: “Que año de mierda el que estoy teniendo”. Haciendo que las críticas que a ellos más les afecta, les haga perder el poder de analizar lo que está pasando.
La mentalidad de un tenista es clave para desarrollar su carrera de la mejor manera posible, ya que muchas veces juega un rol mucho más importante que el nivel de juego. Cuidar la salud mental no solo mejora el rendimiento deportivo, sino que también le permite a los tenistas disfrutar del juego sin que el miedo a que no le salgan las cosas como ellos quieren les quite la pasión por lo que hacen. La presión constante, las expectativas y la soledad tanto en la cancha como en la vida diaria pueden afectar profundamente su bienestar emocional.
Año 2002, Santiago del Estero, en El Arenal, un pueblo chiquito a 152 kilómetros de la capital de la provincia, Carlos Juárez, un maestro de escuela, decidió fundar el club Fútbol Infantil Diego Armando (FIDA). “Surgió la idea como una escuelita de fútbol después de que un señor que vendía alpargatas aquí nos regaló un juego de camisetas y, cuando había que ponerle el escudo, se me ocurrió ponerle Fútbol Infantil Diego Armando, en honor a Maradona, por el amor y admiración que le tengo”, comentó Juárez. El club surge a raíz de que Juárez acostumbraba a acompañar a los chicos y chicas a Mar del Plata a competir a los Juegos Nacionales Evita, los mismos juegos que disputó Maradona dos veces con Los Cebollitas, con los que perdió en semifinal la edición de 1973 y se consagró campeón en 1974. Esta competición fue el torneo más importante que disputó el club en sus primeros años, viajaron a Mar del Plata en diez oportunidades de las cuales logró llegar a una semifinal con los chicos y a una final con las chicas del torneo que reúne a chicos de todo el país.
“El tiempo es poco. A la mañana trabajo como maestro en la escuela primaria N°777 y a la tarde soy administrativo en el Agrupamiento que es el colegio secundario del pueblo, y recién después de las 17:45 voy un rato a entrenar; lunes, miércoles y viernes con los chicos, y martes y jueves con los mayores”,explica el maestro Juárez, quien se la rebusca hace ya 22 años para poder cumplir con sus dos pasiones: la docencia y el fútbol.
Desde FIDA se decidieron a ir por más recién en 2021, dejaron de lado la exclusividad de los equipos infantiles y crearon un plantel de mayores para competir en la Liga del Noroeste Santiagueño, en la que cosecharon muy buenos resultados. En su primer año, FIDA alcanzó las semifinales y en el segundo se consagró campeón de la Liga, un hecho histórico para el club y para el pequeño pueblo de El Arenal.
Rápidamente rindió sus frutos la decisión de apostar a los mayores. El campeonato obtenido el 5 de agosto de 2023 ante San Lorenzo de Pozo Hondo le dio la posibilidad de jugar el Torneo Regional Federal Amateur, la cuarta categoría del fútbol argentino por el lado de los indirectamente afiliados a la AFA y que otorga el ascenso al Federal A.
Conseguir un logro tan importante y tan rápido también puede traer complicaciones, sobre todo desde las dificultades económicas que conlleva disputar este tipo de torneos. “Participar del Federal Amateur fue gracias a la ayuda del gobierno provincial y no tenemos gastos en pagar jugadores porque uno lo hace para que los chicos del pueblo tengan la posibilidad de mostrarse y de jugar a otro nivel”, concluyó Juárez, el fundador del club.
FIDA no es el único “club Diego Maradona” en Argentina. Viajamos a2017. En Mercedes, provincia de Buenos Aires, Maximiliano Cané junto con Nicolás Geracitano decidieron fundar un club para competir en la Liga Mercedina. La idea del club surge desde las entrañas de la peña de Boca en Mercedes, la peña “Diego Armando Maradona”. Siempre había estado en la cabeza de Cané armar un equipo y con algunos integrantes de la peña empezaron a competir en diferentes torneos de fútbol 5 y 7 bajo el nombre de “La Diego Armando”.“Me agarró la loca de armar un equipo con la peña para ir a jugar en los campeonatos para peñas que hacía Boca en el interior. El primer torneo fue en San Pedro y ahí nació La Diego Armando. Cuando volvimos nos anotamos en campeonatos nocturnos durante todo un año; hemos tenido la suerte de ganar algunos campeonatos y con la plata de los premios nos fuimos comprando camperas y camisetas”, explicó Cané, el fundador y director técnico del equipo.
“Me fui un día a la Liga Mercedina y pregunté qué había que hacer para inscribirse y cuanto salía, nos anotaron con la personería jurídica de la peña y lo nombramos Club Atlético Diego Armando”, cuenta Cané. De esta forma, a comienzos de 2018, el Club Atlético Diego Armando empezó a jugar en una de las ligas más competitivas de la provincia de Buenos Aires. El comienzo no fue fácil: de los primeros 20 partidos ganaron apenas 3, “No era nada fácil, había clubes donde lo hacían muy profesional y el nuestro era muy amateur”, analizó Cané.
Con la camiseta azul y amarilla y la suplente celeste y blanca buscaron representar a dos de los tres grandes amores deportivos en la vida de Maradona. Y en el escudo tampoco podía faltar él, con la histórica silueta con la pelota controlada en el gol a los ingleses en México 86. “El escudo lo diseña Maxi Cané y lo termina de confeccionar Sebastián Di Tera, que es otro de los chicos de la peña” explica Geracitano, otro de los fundadores y además preparador físico del equipo.
El club compitió siempre con primera y tercera división en la Liga Mercedina, nunca llegaron a armar divisiones inferiores pero sí una escuelita de fútbol con más de 30 niños de entre 4 y 7 años llamada, como no podía ser de otra manera, Barrilete Cósmico.
“Tuvimos la suerte de armar buenos equipos, ya nos respetaban bastante”, dice Cané. En su mejor participación, el C.A Diego Armando llegó a disputar los cuartos de final de la Liga frente al Club Mercedes, que hoy milita en la Primera C, en los que quedó eliminado por penales después de estar en ventaja todo el partido y de que Mercedes llegara al empate en la última jugada del encuentro. La alegría más grande para el C.A Diego Armando se la dio la reserva, con la obtención del campeonato de la Liga Mercedina en el Clausura 2022.
La locura más grande llegó cuando el mismo Diego Maradona se comunicó con los integrantes del club para saber qué estaban haciendo con su nombre, primero con cierto enojo, hasta que entendió la situación. “Después de tres años que andábamos con el equipo, a raíz de un flyer donde poníamos los números para que nos llamaran para rifas, nos llamó el Diego” cuenta Cané. Con el primero que se quiso comunicar fue con el mismo Cané, pero al no responder llamó al otro número que había en el flyer. Del otro lado contestó Agustín Ríos, quien en ese momento era el técnico de la Reserva. “Me llaman por teléfono pero se escuchaba muy entrecortado, y yo estaba complicado en el laburo y corté; enseguida me vuelve a llamar. Era Rocío Oliva, que estaba con Maradona en altavoz preguntando por qué estaban usando su nombre y quién lo organizaba”. Ríos pudo explicarle finalmente a Maradona que tenían un club con su nombre y que eran un grupo de personas todas fanáticas de él. “Entendió que realmente éramos un grupo de pibes que hacíamos esto porque le teníamos adoración”, agrega Ríos y cuenta que Diego les prometió que en algún momento iba a ir a Mercedes a comer un asado con toda la gente del club, un asado que nunca llegó a llevarse a cabo.
La muerte de Maradona, el 25 de noviembre de 2020, caló hondo en el Club Atlético Diego Armando y ni bien se enteraron de la noticia no dudaron en ir a la Casa Rosada para asistir al velatorio de su ídolo. Cuando llegaron no habían más de cinco personas, lo que les permitió colgar la bandera en la reja de la Casa Rosada con la leyenda “Zarpado de argentino, fanático del Diego. Club Atlético Diego Armando”. Estuvieron durante todo el día y a la noche volvieron a Mercedes con la tranquilidad de haber estado en el último adiós.
La economía fue el detonante por el que el Club Atlético Diego Armando deje de competir en la Liga Mercedina después del Clausura 2022, pero antes de irse se quedaron con una última alegría. “Jugamos un mano a mano para no descender, y tuvimos la suerte de ganarlo faltando dos minutos. Fue muy lindo para nosotros, fue como salir campeón más allá de que estábamos jugando la Promoción”, cuenta con emoción Cané. A pesar de que el club no compite más, Cané y todo el equipo están muy felices de haberle hecho un pequeño homenaje en vida a Maradona. “Lo bueno que nos quedó es que él se enteró que el club existía y a nosotros nos puso contento y fue un honor hacerle un mínimo homenaje en vida y no que hayamos hecho algo después de su adiós”,cerró Cané.
En el corazón de Entre Ríos, en María Grande, un pueblo de aproximadamente 7 mil habitantes en el departamento de Paraná, Aldo Leonarduzzi decidió fundar en abril de 2013 luego de una charla con un amigo de la infancia la Asociación Social y Deportiva Diego Maradona. La idea surgió a raíz de que el barrio Castaldo, donde está ubicado el club, se encuentra unos kilómetros alejado del casco urbano de la ciudad, lo que dificultaba a los chicos del barrio para poder jugar en Club Atlético María Grande o en Club Atlético Litoral, los otros dos clubes de la ciudad. “Ahí vimos una demanda. Estuvimos hablando con mi amigo de las dificultades que tenían los chicos para acceder a las otras entidades deportivas, como nos había pasado a nosotros en la infancia, no había variado”, contó Leonarduzziy decidieron iniciar con una escuelita de fútbol en 2012, la cual empezó a funcionar en el potrero del barrio que en ese momento era una manzana completa.
Durante los primeros años compitieron en algunos torneos esporádicos y representaron a la ciudad de Maria Grande en los Juegos Evita, hasta que en 2015 decidieron sumarse a la Liga de Paraná Campaña únicamente en fútbol infantil haciendode local en ese mismo potrero donde todo empezó pero que luego de tres años ya tenía un alambrado olímpico e incluso un pequeño salón. Ya en 2021 presentaron un proyecto para sumar las categorías formativas, que son la Sub 17 y Sub-. 20. Luego de la aprobación de la Liga y de todos sus participantes, el 29 de agosto de 2021 hicieron su debut oficial estas dos categorías y casi siete meses después, el 20 de marzo de 2022, la Asociación Social y Deportiva Diego Maradona hizo su debut en la primera división de la Liga de Paraná Campaña. “Necesitábamos que los chicos que se formaban en nuestro club tuvieran un horizonte en su camino deportivo y que pudieran ver que su institución desarrollaba esa primera y que pudieran aspirar a llegar allí”, explica Leonarduzzi, el presidente de la institución.
Con la pandemia de Covid-19, la A.S.D Diego Maradona se vio afectada desde lo económico.Hasta hoy no logran llegar al presupuesto que manejaban antes de 2020 y quedaron truncas muchas obras que estaban planificadas. A pesar de que la actividad deportiva quedó totalmente parada, la institución se reestructuró para ayudar a las familias del barrio. “Era doloroso tener el club sin actividad, sin el bullicio de los chicos; de todas maneras nosotros armamos un merendero, que se transformó en comedor al poco tiempo para asistir a las familias más necesitadas”, explicó Leonarduzzi.
“Con la muerte de Maradona me queda un gran dolor. Uno soñaba en poder contarle lo que es este proyecto que tiene mucho vínculo con el espíritu y la forma de ser de él, de ayudar a los necesitados, a los chicos que a veces tienen dificultades en acceder al deporte y desarrollarse en una vida más cómoda”, se lamenta Aldo Leonarduzzi resaltando lo importante que es Maradona para el club y que a partir de allí también fue un cambio grande desde lo institucional. “Una cosa era portar el nombre de Maradona estando él vivo y otra cosa fue después; creo que nos colgó una mochila muy pesada, la de sostener el nombre y la memoria de él día a día”.
“Si vienen a misa los domingos, yo les dejo jugar al football en el patio de la parroquia”. Lorenzo Massa, cura de la parroquia San Antonio de Padua, en el barrio porteño de Almagro, le dice eso a los pibes que juegan en las calles bajo el nombre de Forzosos de Almagro. Ellos, sin pensarlo demasiado, acceden al trato, y así surge uno de los primeros vínculos entre la Iglesia y el fútbol en Argentina. Así, en 1908, nace el Club Atlético San Lorenzo de Almagro, nombre en homenaje al sacerdote que les dio el lugar para jugar.
El 31 de octubre se cumplen 75 años del fallecimiento de Lorenzo Massa, uno de los Padres del fútbol argentino. El Padre Lorenzo utilizó al fútbol como excusa para alejar a los chicos de la calle y hacer que fueran a misa, pero hay más curas que lo hacen para evitar que los pibes caigan en malos hábitos como las drogas, el alcohol y la delincuencia.
En la Villa 31, uno de los barrios populares más conocidos de la Ciudad de Buenos Aires, las personas llevan con orgullo el ser parte del legado de Carlos Mugica, un sacerdotecomprometido con las personas más pobres del país en los años 60 y comienzos de los 70. El barrio lleva el nombre “Padre Carlos Mugica” en homenaje al sacerdote. Quien, además de haberse hecho conocido por su activa militancia política dentro del peronismo de izquierda cuando este partido estaba proscripto en los sesenta, fue un enfermo por Racing de Avellaneda. Seguía al equipo a todos lados, al punto de que llegó a acompañar a la Academia a Glasgow, Escocia, para el enfrentamiento de ida de la Copa Intercontinental de 1967, ante el Celtic de aquel país que acabaría ganando el club argentino tras perder por 1-0 de visitante, ganar por 2-1 en su cancha y vencer en el partido de desempate por 1-0 con gol de Juan Carlos Cárdenas en el Estadio Centenario de Montevideo, Uruguay.
El 11 de mayo de 1974, en el Club Atalaya de San Isidro, un equipo llamado “La Bomba” jugó como lo hacía cada sábado. Mugica de 11 en ese equipo. Quienes tuvieron la posibilidad de jugar alguna vez con él dicen que tenía una muy buena zurda y que era calentón en los partidos. Al finalizar, el cura viajó hasta Villa Luro, a la Iglesia San Francisco Solano, dondedio una misa como de costumbre. A las 20, el cura se retiró de la Iglesia por la calle Zelada. Allílo estaban esperando unos hombres pertenecientes al grupo parapolicial conocido como la Alianza Anticomunista Argentina (la Triple A). Ellos lo acribillaron con seis tiros por la espalda. Mugica vivió su pasión por el fútbol hasta el último día de su vida. Él tenía dos grandes amores: Dios y la pelota.
La pasión de este cura villero trascendió a los pasillos de la villa que hoy, a 50 años de su asesinato, lleva su nombre y su cara en casi todos los murales. La Villa 31 tiene al Club Padre Carlos Mugica, fundado en 2015 y bautizado también en honor a él, donde más de 500 pibes que viven en la villa tienen la oportunidad de practicar fútbol, hockey y futsal, además de recibir apoyo y contención ante la cruda realidad que los rodea cada día, en la que la pobreza, el violencia y las adicciones forman parte de la cotidianidad de sus vidas
“El Padre Carlos encontró muchas necesidades en un barrio muy pobre y se metió al barro a tratar de ayudar a cada vecino, por eso es que nosotros lo tenemos como un gran ejemplo”, dice Ignacio Bagattini, cura de la parroquia Cristo Obrero, fundada por Mugica en la Villa 31.
Tanto a Lorenzo Massa como a Carlos Mugica los unía la pasión por el fútbol y por transmitir su fe, pero a sus clubes también los une la fe. San Lorenzo y Racing son dos instituciones muy ligadas a la congregación salesiana, es decir, a los seguidores de San Juan Bosco. Por el lado de San Lorenzo, el vínculo está formado desde su primer día, ya que Lorenzo Massa es un ícono de la salesianidad en el país. Por otro lado, Racing eligió a Don Bosco como su patrono en 1967 y es el único club de Primera División que tiene uno. La elección fue impulsada por el Padre Mugica cuya primera intención fue que el santo italiano sea el patrono y protector del fútbol argentino, pero el proyecto de ley no prosperó cuando se presentó en el Senado de la Nación a fines de los años 50 y acabó siendo elegido por decreto de la Comisión Directiva de la Academia en 1967, año en el que los de Avellaneda salieron campeones del mundo.
La figura del santo patrono no es la única excentricidad de Racing en cuanto a la religión cristiana. Tienen su propio sacerdote. Juan Francisco Tomás es el capellán de la Academia y su tarea es encargarse del área de Racing Solidario. Además, como es costumbre entre los Padres ligados al fútbol, suele realizar bendiciones a los equipos de los distintos deportes, para que lo “sagrado” esté de su lado. El Padre Juan Francisco veía muchos rasgos de San Juan Bosco en Mugica. En principio, por su vocación por jugársela por los que menos tienen. Don Bosco, con su ayuda a chicos de la calle y presos en su oratorio en Turín, Italia, le sirvió como ejemplo al cura que era fanático de Racing para dar su vida por los pibes de las villas que eran denigrados por los sectores políticos y las clases altas que los marginaban del resto de la sociedad.
Otro de los grandes sacerdotes muy vinculados al fútbol argentino es el Papa Francisco. Es la conjunción de Lorenzo Massa y Carlos Mugica. La vocación como cura villero y la pasión enfermiza por San Lorenzo hacen que pueda hacerse esta comparación. Jorge Bergoglio desde muy chico se enamoró del Ciclón, cuando iba al Viejo Gasómetro en Avenida La Plata. El periodista Diego Fucks mostró a través de sus redes sociales que en sus vacaciones en 2018 visitó al Papa en el Vaticano y este le recitó de memoria la formación titular del equipo que salió campeón en 1946, cuando tenía nueve años.
Si bien no jugaba al fútbol como lo hacía Mugica, sí se hizo muy presente en el club. En el verano de 1998 fue expulsado por Alfio Basile del vestuario de San Lorenzo en el debut del Coco como entrenador del Ciclón, porque lo que el cura hacía ahí “no servía para nada”, ya que venían en una racha negativa. En 2017, en la mesa de Mirtha Legrand, Basile aseguró que no iba al Vaticano cuando viajaba a Italia por miedo a ser echado por Francisco, tal como ocurrió aquella vez.
Pasan los dirigentes, pero desde San Lorenzo le agradecen al Papa por llevar su fanatismo por el equipo de Boedo. Casi de forma rutinaria le hacen llegar camisetas y demás detalles vinculados a la identidad del club. Con ya 11 años con el título de Sumo Pontífice tiene presente al Cuervo en cada viaje que hace, aunque ya no haga tantos debido a la preservación de su salud. Cada vez que puede, saca a relucir ese hincha de San Lorenzo que, por más que ya no pueda ir al Nuevo Gasómetro, nunca va a dejar de serlo.
Así como abundan los sacerdotes que recurren a su pasión por el fútbol como herramienta para la inclusión social, no son tantos los futbolistas que cambian los botines por las sotanas. El norirlandés Philip Mulryne jugó entre 1997 y 1999 en el Manchester United junto a grandes estrellas como David Beckham y Paul Scholes, representó a Irlanda del Norte en 27 ocasiones. Pero no fue hasta 2009 que tomó la decisión de buscar su verdadera vocación al dejar Inglaterra e ingresar al seminario en su tierra natal, para ser ordenado sacerdote ocho años más tarde. Mulryne no es el único en el mundo. Sin ir más lejos, en Argentina hay otro cura futbolista, Sebastián Salimbene.
En la parroquia San Pablo de Ramos Mejía, en La Matanza, Provincia de Buenos Aires, las personas se acercan a comulgar en las misas, pero son pocos los que conocen la historia de quien les da la comunión, el Padre Sebastián. El Bocha hizo inferiores en Huracán, Vélez y San Lorenzo. Era un volante con buen pie, pero sin tanto sacrificio. Él cuenta que en los tres clubes se enfrentó varias veces contra los juveniles de Argentinos Juniors que tenían a Juan Roman Riquelme como una pequeña estrella emergente. Comenta que Riquelme lo volvía loco con sus pisadas y que más de una vez salió “mareado” por lo que hacía el hoy presidente de Boca.
Tras no tener lugar en la primera del Ciclón, el volante categoría ‘78 debutó en Primera en Almirante Brown ante Almagro en 1997 por la fecha 13 de la B Nacional. Tras descender en esa temporada, jugó en Comunicaciones hasta que una rotura de ligamentos en su rodilla derecha y una posterior tendinitis en el mismo lugar lo obligaron a retirarse.
Salimbene, durante mucho tiempo, no vivió su fe de forma activa. De chico iba a misa pero se alejó de la religión por correr el foco de su vida al fútbol. La oscuridad lo acechaba por sus dolores en la rodilla y por el cáncer que acabó matando a su madre, pero fue en ese momento cuando encontró un fuego interno que iluminaba su camino. De inmediato, fue a la parroquia Nuestra Señora de Luján de Villa Constructora, en La Matanza, a buscar al cura Marcelo Simpático que tiempo atrás le había preguntado si sería sacerdote y la respuesta fue un rotundo “no”.
Pero al no poder recuperarse, el Bocha empezó a acercarse más a Dios. Por esa charla con el cura (o porque creía que de esa manera no iba a recibir más caños de sus rivales en la mitad de la cancha), Salimbene colgó los botines para ponerse la sotana. “El fútbol me gustaba, pero tampoco me apasionaba. No era mi pasión. Lo que más me gustaba era compartir un vestuario y quedarme a hablar con mis compañeros de sus vidas”, confiesa el Bocha. Se ve que en alguno de sus entrenamientos en las inferiores de Vélez mientras Carlos Bianchi quien era el entrenador de la primera del Fortín, el Virrey debió haberle pasado el teléfono de Dios, para que pudiera estar atento a su llamado.
Hoy, el Bocha Salimbene juega en el medio, como lo hizo toda su vida, pero ya no en la cancha como un segundo 5. Está en medio de la gente de su barrio, Villa Constructora, para poder acercarla a Dios. El fútbol no dejó de ser parte de su vida. Asegura que recibe mensajes divinos a través de analogías futbolísticas, como “parar la pelota” o “ver el espacio”. También asegura que Dios es el mejor director técnico que tuvo, porque fue el único en encontrar su puesto.