miércoles, septiembre 10, 2025
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Oesterheld, a través de sus palabras

Por Leonardo Pereyra

“Durante un largo rato se quedó ahí, mirando sin ver el tintero, los libros, los papeles desordenados sobre el escritorio.”

“Tienes mucho que aprender, Juan Salvo… Tienes que aprender que en el universo hay muchas especies inteligentes, algunas más, otras menos que la especie humana. Que todas tienen algo en común: el espíritu…”

Con la puerta entreabierta y el oído pegado a esta, Germán llegó a dedicar tardes enteras de su infancia dentro de su cuarto con la intención de escuchar a la institutriz de sus cuatro hermanos mayores dar clase de lectura. Él mismo escribió años más tarde en un guion autobiográfico un retrato de su niñez: “Plano general –del niño con cuatro años- leyendo un libro grueso con pasión frenética” […] “Como los mayores leen todo, el niño también lee todo –Robinson Crusoe, La isla del Tesoro-”.

Nacido el 23 de julio de 1919 en el seno de una familia “tremendamente aristócrata”, pasó su infancia entre su hogar situado en Balvanera y la estancia San Cosme, escondida al fondo de la Provincia de Buenos Aires. Cursó hasta quinto grado en el prestigioso Gutenberg Schule, pero una crisis económica los obligó a él y a su familia a pasar un año en Rosario, Santa Fe.

De vuelta en Buenos Aires, completó el secundario en el Nacional Manuel Belgrano, en el cual dirigió, escribió y distribuyó un periódico escolar sobre el que plasmó todo su conocimiento hasta aquel entonces de literatura y escritura. Su fanatismo por las historias –y particularmente por la figura literaria del héroe- no le impidió vivir una adolescencia atravesada por el conocimiento y el atletismo en partes iguales: asistió al Club Arquitectura de Núñez, donde conoció a Elsa Sánchez, su futura esposa y madre de sus cuatro hijas.

“En el club me lo presentaron como señor Sócrates, él contaba con una cultura general descomunal. En el fondo era muy científico, hablaba cuatro idiomas. Era un chico especial”, contó Elsa sobre su primer encuentro con Germán.

Como a todas las parejas de la época, El Alemán –como lo llamaban sus amigos- y su esposa debieron someterse a un primer encuentro familiar definitorio para su relación. Los parientes de Elsa pertenecían a una clase social bastante alejada de la familia Oesterheld, pero la prueba finalizó cuando escuchó a la madre de Germán decir que ella parecía una “chica de misa a las once”. Lo que implicaba que no asistía a la misa de las ocho, la de la clase trabajadora, y si al encuentro del mediodía, de clase alta y acomodada.

En su casa se le otorgó la libertad de hacer lo que más desee, y no había algo más soñado para él que escribir, que guionar, que vivir de lo que mejor hacía. Decidieron junto a su esposa formar una familia, pero pese a su buena situación económica, no podía realizar sus estudios y escribir al mismo tiempo, por lo tanto corrió las hojas del escritorio y dejó que su pasión se convirtiera en hobby.

Se recibió de geólogo en la Universidad de Buenos Aires, sede ubicada en Perú 222 –hoy es el Complejo Histórico Cultural Manzana de las Luces– para arrancar rápidamente a trabajar en YPF. Como si de una historia suya se hubiera tratado, viajó por Comodoro Rivadavia, Tupungato, Zapla, y muchas otras áreas recónditas del país que él conocía como nadie, lo suficiente como para transmitir el frío desértico al papel.

Una vez ascendido al laboratorio de minería del Banco de Crédito Industrial, empezó a repartir el tiempo entre su oficio y sus obras. Escribía –específicamente- cuentos infantiles y textos de divulgación científica. El 3 de enero de 1943, su cercano amigo José Santos Boyado, hijo del director del Suplemento Cultural del diario La Prensa, publicó la tira Truila y Militar de Oesterheld sin que este lo supiera.

La exitosa primera impresión que generó la publicación, llevó –otra vez- a Germán a replantearse si aquella vida que estaba llevando a cabo era lo que quería, si era realmente la suya. Y como si se tratara del héroe de una historieta de Oesterheld, dudó, pero finalmente disparó.

“El héroe verdadero de El Eternauta es un héroe colectivo, un grupo humano. Refleja así, aunque sin intención previa, mi sentir íntimo: el único héroe válido es el héroe “en grupo”, nunca el héroe individual, el héroe solo”.

Sin renunciar a su trabajo, comenzó a trabajar para La Prensa como redactor en uno de los momentos más importantes de la historia del cómic nacional. Junto a su entrada al mundo de la historieta en las editoriales Códex Abril, llegaron al país una considerable cantidad de historietistas europeos exiliados del viejo continente. Al mismo tiempo, la demanda de material extranjero –tiras norteamericanas- fue puesta en jaque: los fanáticos se cansaron de las malas traducciones y la baja calidad de trazados.

De todos los cambios en la escena nacional, la autonomía que los guionistas lograron al separarse de la figura de los dibujantes fue perfecta para Oesterheld. Poco a poco se afianzó en la Editorial Abril del italiano César Civita, donde conoció a quienes serían sus –literalmente- mano izquierda y mano derecha a la hora de ilustrar sus guiones: Hugo Pratt y Francisco Solano López.

Civita pidió una historieta moderna cuyo personaje central sea “un piloto de pruebas”. Oesterheld respondió con Bull Rockett. Civita pidió “una aventura con indios, en el desierto norteamericano”. El escritor creó Sargento Kirk.
HGO –su firma e iniciales- hizo todo lo que se le fue exigido y más. Llegó a tener entre 60 y 100 libretos activos.

Finalmente renunció a su trabajo en YPF y se casó en 1953 con Elsa: “Yo tenía 18 y el 24, no se imaginan lo que le costó declararse…”, recordó tiernamente ella. “La boda, el trabajo y el reconocimiento entre los redactores pudieron haber sido lo mejor que el novelista haya podido imaginar”, diría si no estuviésemos hablando de una de las mentes más creativas e ingeniosas de la historia de Argentina. Oesterheld sintió que aún faltaba ese algo.

No hacía falta ser muy imaginativo para saber que cobraba una miseria por hacer la parte más importante de Misterixrevista semanal de la Editorial Abril. Pero fuera de buscar dinero, fue sustancialmente la falta de reconocimiento lo que más le dolió. No por soñar con fama, sino porque también eran Pratt y Solano López los que sufrían este problema.

Germán nunca pensó en un proyecto, en una historia, ni siquiera en una página sin antes pensar en el otro. Ese era su trabajo: mandar a sus dibujantes coordenadas precisas en cada viñeta, de lo que decían, hacían, sentían o pensaban sus personajes, y de vez en cuando otorgar libertad al encargado del trazado de hacer lo que quisiera. También ese era su mensaje: “Nadie puede solo”, es lo que repitió hasta el hartazgo. No era en ese momento un hombre político, era más de las ideas que de las ideologías, más de pensar que de actuar.

Es por eso que, ahora con un nombre mayúsculo en el mundo de la novela ilustrada, se animó a dar el pasó más arriesgado de su carrera.

“¿Por qué esperarlo todo de afuera? ¿Acaso no podemos socorrernos a nosotros mismos?”

Fundó junto a su hermano –Jorge Oesterheld- la Editorial Frontera en 1957, en la cual acogió a los mejores historietistas y dibujantes del país. Rápidamente sacó su propio suplemento: Hora Cero Semanal y Frontera. Lograron sacar 106 ediciones, en las cuales publicaron hasta diez tiras diferentes. Los trazos eran de Solano López, Pratt, Roume, Pavone, Haupt, Breccia y muchos más. Las historias, eran exclusivamente de Germán y de vez en cuando recibía una ayuda de su cofundador, quien firmaba como Jorge Mora.

Empezó a escribir El Eternauta. La historia de un hombre de familia que, encerrado junto a sus amigos en su hogar, es sorprendido por una nevada mortal que asesina a todo ser viviente que alcance a tocar. Este fenómeno es producido por un enemigo, los “Ellos”, quienes Juan Salvo –protagonista- teme sin siquiera haber visto aún. Los pocos sobrevivientes se arman y deciden afrontar a la fuerza enemiga, bajo el dilema de la unión por encima de todos.

Nada muy distinto a la mirada de Oesterheld y sus ideas de colectividad, nada diferente a lo que él estaba logrando con Frontera. Marcó un antes y un después en la historia de la ficción argentina al decidir que la historia de Juan Salvo transcurra en Buenos Aires y no en Estados Unidos, como era común en aquel entonces.

Lo que lo diferenció de todos los historietistas de su tiempo fue que, además de inventar relatos con un ingenio maduro y una creatividad infantil, fue la fuerza de su pluma, lo potente que era entre punto y punto, lo literario y sombrío en lo que se consideraba –en aquel entonces- lectura para niños, para incultos.

Sin pecar de ser soberbio, llegó a sentirse muy apegado a sus obras. Eran tantas historias en simultáneo que hasta su esposa Elsa y su cuñada Nelly tuvieron que ayudarlo para mantener el negocio en pie. A esto se le sumaba que no contaban con una impronta propia, por lo tanto al tercerizar esta parte, sus imprenteros nunca tomaron medidas contra la piratería y aprovecharon las necesidades de Oesterheld para endeudar a la editorial.

El negocio no resistió. La deuda fue tan grande que Germán debió cerrar todo, sus leales dibujantes emigraron por falta de empleo a otros países y él tuvo que vender los derechos de sus tiras a la Editorial Vea y Lea en 1961. Con cuatro hijas –la mayor de ocho años- no le quedó más opción que volver a trabajar para otros, como al inicio de su carrera.

Esta herida fue un antes y un después para un HGO que cambiaría para siempre, tanto su relación con sus historias como con sus hijas.

“Todos parecían curiosamente anónimos detrás de las máscaras. Algunos serían hombres de negocios, otros serían obreros, otros jubilados”.

“Mamá. Te tengo una buena noticia”, dijo Estela, la mayor de las hermanas. “Ay hija… con lo que me hace falta…”, respondió Elsa.

Madre e hija se juntaron a tomar un café en Microcentro, ella le confesó que, como buena noticia, iba a dejar de militar para el grupo Montoneros. Elsa agradeció y suspiró; la abrazó y la felicitó.

Esa fue la última vez que Elsa vio a Estela con vida antes de ser secuestrada y asesinada, poco tiempo después de que su pareja corriera la misma suerte.
Fue el último miembro de la familia que la esposa del novelista miró a los ojos: sus cuatro hijas murieron en las mismas condiciones, las mismas frías e inhóspitas condiciones, dos de ellas estando embarazadas.

Estela -1952-, Diana -1953-, Beatriz -1955- y Marina -1957- eran la versión radicalizada de los ideales de su padre. Todas ellas estudiaban en la Universidad de Buenos Aires. Todas ellas contaban con la enorme vocación colectivista de su padre. En la década de los 70 ingresaron al grupo Montoneros y vivieron ocultas de la sociedad.

“Germán vio a la juventud y se conmovió, no lo dudó y se unió a ellos”, dijo Elsa. Oesterheld apoyó a sus hijas al punto de sumarse a la causa de la organización guerrillera. Empezó a escribir en los periódicos del grupo peronista para las diferentes secciones de Evita Montonera y Descamizados.

Publicó para el diario “450 años de guerra contra el imperialismo”, pero no fue la primera tira de su nueva postura política. Oesterheld, ahora si, pasó de la teoría a la práctica y empezó a manifestarse en sus obras como nunca antes había hecho. Solano López –quien aun dibujaba para él- dejó pasar en El Eternauta II las enormes referencias a los ideales políticos de HGO, como un personaje llamado Germán y otra llamada Beatriz, como su hija. Pero cuando le tocó trazar líneas e ilustrar para “Vida del Che”, sintió que ya estaban cruzando un límite, que se estaban metiendo en peligro.

Incluso cuando esta biografía del guerrillero fue censurada y destruida, HGO continuó con sus nuevos relatos. Ahora más sombríos, filosóficos, con intención de apretar la yaga, de que entren violentamente por los ojos del lector. Elsa se fue de su casa familiar en Beccar para ir a vivir con sus padres. Germán se escondió en una isla de Tigre, donde pasó sus últimos meses antes de desaparecer.

Vivió, si es que se le puede llamar vida, escribiendo a escondidas, relatando a sus guionistas sus viñetas por teléfono, ya que no podía ni siquiera comunicarse por correo. “una vez en Tigre lo vi pasar, con un bigote y con el pelo más oscuro. Lo iba a saludar pero… ¿Qué sentido tenía dar a entender a un refugiado que reconociste?”, dijo Carlos Trillo, historietista, sobre “aquella sombra que vio transitar por la vereda”.

El 27 de abril fue capturado en La Plata. Varios sobrevivientes de la dictadura cívico militar que fueron raptados en centros como el Sheraton, el Vesubio y El Campo, aseguraron ver a “un anciano que pedía lápiz, pedía papel, y escribía”.

El último Oesterheld en verlo con vida, fue su nieto e hijo de Estela, Martín Mórtola. Un militar fanático de Oesterheld, llevó al niño a visitar a su abuelo al centro de detención. Lo hicieron pasar a la sala donde Germán estaba vendado y rendido, sosteniéndose con la poca humanidad que le quedaba, la que aún no le habían quitado.

“¡Dale que nos van a agarrar!”, decía el otro oficial acompañante al regresar al chico a la casa de su abuela Elsa. “Decí lo que viste”, apuró el uniformado a Martín. “Él le va a contar todo, esta en condiciones deplorables, pero está vivo”. Eso fue lo único que supo Elsa Sánchez sobre el amor de su vida, “está vivo”.

Aseguran que Oesterheld murió en 1978 en Mercedes, y con él, la última rama de militantes de su linaje. Nunca se supo con exactitud en donde ni cuando falleció. Hoy solo queda su obra. Al igual que Juan Salvo, perdió su hogar, su familia, su trabajo, su vida. Sobrevivió hasta el final gracias la escritura, continuó con su pasión hasta en el peor momento.

Son pocos los que pueden asegurar que su destino estaba escrito. Pero solo uno, solamente uno, puede decir que lo escribió él mismo. Es así como Oesterheld nos saluda y nos despide en la primera viñeta de El Eternauta…

“Alcé los ojos, y mi mirada encontró la suya. Apartó los ojos, y por un momento miró los muebles. No he visto nunca mirada semejante. La mirada de un hombre que había visto tanto que había llegado a comprenderlo todo”.

El método Sohn

Por Leonardo Pereyra

Ruido, mucho ruido. Nada inteligible entre el barullo infantil de dos o más dirigencias peleando por el poder, el control de los números y manejar ambas cosas. Un conflicto entre directivos del circuito nacional del vóley que fue violentamente interrumpido por el sutil sonido de una pelota de cuero impactando contra el suelo.

Argentina perdió ocho de los nueve partidos que disputó en la Copa del Mundo de 1978, quedó ubicada en el antepenúltimo puesto sin haber ganado siquiera un solo set en toda la fase de grupos. Las constantes disputas y boicots entre la Confederación Argentina de Voleibol —federales— y la Federación Metropolitana de Voleibol —unitarios— llegaron a tal punto de dejar al seleccionado nacional totalmente expuesto y descuidado en Italia.

No existía ninguna base sistemática que estableciera una relación cordial y directa entre los clubes divididos por sus ideales. La falta de una identidad, una liga en común y resultados visibles fueron un llamado de auxilio del deporte hacia sus encargados. El acuerdo se buscó por todos lados —reuniones, distintos formatos, arreglos—, pero nadie cedía su parte, lo que dejó al seleccionado en el fondo de las listas de prioridades.

Eran más las preguntas que las botellas de agua en el CENARD. El conflicto había consumido a la totalidad de una escena nacional, que sufría los horrores de esta guerra mediante la derrota y el abandono. La discusión era tal que ninguno se percató de que el futuro ya estaba entre ellos, estaba reunido y entrenando hasta el hartazgo como nunca nadie lo había hecho.

Quizás esa era la salida: tener la suerte de que una camada de cracks aparezca en las puertas del CENARD por pura coincidencia. Fue ese mismo sonido del cuero contra el piso el que empezó a escucharse primero en GEBA, en Obras, en Ferro. Se oía cada vez más fuerte, más seguido, pronunciado, no parecía que esas cachetadas a la pelota las ejecutaran adolescentes de 16 y 17 años. Todo parecía demasiado bueno para ser real. Sin una liga que los reúna, aparecieron los mejores chicos de cada club. Era la mejor de las coincidencias, o por lo menos, eso creyeron los cegados, los que de tanto pelearla se distrajeron y desconocieron el origen de lo que parecía un milagro.

La verdad era que el milagro estaba hospedado desde el cinco de mayo de 1975 en Buenos Aires. Construyendo silenciosamente el futuro con sus propias manos, convirtiendo niños en hombres, exprimiendo una tierra que se creía infértil. El entrenador Young Wan Sohn, elegido como el mejor jugador asiático en 1958, llegó a la capital tras un acuerdo entre la federación argentina y surcoreana con la misión transmitir su experiencia y conocimiento en estrategia y planificación.

 -Young Wan Sohn-

Edificó a partir de su mirada atenta todo lo que hoy conocemos como vóley: buscó incansablemente en cada rincón del país a sus jugadores, sin dejar un solo club afuera. Waldo Kantor, Jon Uriarte, Raúl Quiroga, son solo algunos de los nombres que el maestro rescató de diferentes instituciones del país.

Dentro de esta lista destaca Hugo Conte, octavo mejor jugador del siglo XX según la Federación Internacional de Voleibol, quien ni siquiera pensaba en dedicarse profesionalmente al deporte cuando Sohn lo reclutó. Durante su etapa de cadete en GEBA, donde empezó a jugar voleibol como actividad recreativa junto a su madre, viajó con a sus compañeros de equipo a disputar el torneo metropolitano a La Plata debido a que la división mayor del club había partido hacia Brasil. Con tal de presentar un equipo frente a la amenaza de la Federación Metropolitana, los juveniles viajaron acompañados del surcoreano, quien era asesor técnico por apoyar económicamente al club.

Perdieron 3 a 2 frente a la mayor del Jockey Club como visitante. Conte recuerda la risa del misterioso reclutador del seleccionado durante el encuentro, lo recuerda como el día que cambió su vida: al volver del partido, Sohn lo apartó y, tras preguntarle su edad, lo invitó a concentrar con los demás adolescentes que había llamado entre 1975 y 1977. Quien más tarde sería conocido como El Twister se desprendió de su legado familiar de tapiceros y pasó a formar parte del conjunto albiceleste.

El estratega hablaba un pobre e improvisado idioma castellano, pero dicen sus allegados que entendía todo. Mientras se encargaba de las inferiores del combinado nacional, ofrecía “cafeshitos” a los técnicos de la mayor, quienes rechazaban tanto el café como al coreano por sus formas tan disruptivas de interpretar el juego; también decía “bombitas” para referirse a que un deportista vomitaba. Era tan poco lo que hablaba pero tanto lo que comprendía que, en su total libertad otorgada por la FAV, eligió preparar a sus elegidos en el Centro Nacional de Alto Rendimiento Deportivo.

“Trisi días continuadas” eran las peores palabras que el capitán de 19 años Daniel Castellani podía escuchar: era un horror sintáctico que precedía a las dos semanas dentro de las instalaciones practicando con y sin pelota, con pesas o sin ninguna herramienta. Nunca alguien antes había hecho del juego una disciplina de alto rendimiento. Los jóvenes no habían tocado una pesa en su vida, y ahora tenían un hombre asiático que los hacía llegar al fallo muscular y repetía: “más aguantas, más aguantas”, como clave del éxito.

Europa del este dominaba el juego de punta a punta: aunque la capacidad técnica era comparable, la altura de los pingüinos argentinos —apodo impuesto por Sohn—era muy inferior a la de los mejores del mundo. Pese al arduo esfuerzo de los seleccionados, aún no era suficiente para lograr una buena participación en el Mundial de 1982.

  -Seleccionado argentino de voleibol en 1982-

Los adolescentes que hace menos de un año jugaban por la titularidad en sus divisiones inferiores, empezaron a hablar con un brillo en los ojos del Campeonato Mundial que se aproximaba y que —como si significara que les pertenecía— se celebraba en Argentina. En el uso completo de su sabiduría, el entrenador del grupo fue el primero en animar a los chicos a lograr el objetivo sin frenarse antes de conseguirlo; no permitía ningún atajo a través de su “piolas quedarse afuera”.

Sereno y discreto, siempre se mostró estable: no llegó a exaltarse o enojarse demasiado, mucho más practicante de la escucha que del habla. A fines de los 70 vivió dos años en Neuquén planificando a larga distancia, fue un lugar que combinó de manera ideal con él, todo lo contrario a la vorágine de la ciudad. En lo que respecta a su conducta todos dicen lo mismo, según Jon Uriarte, excentral del equipo, el personaje de “La Coreana” interpretado por Juana Molina en televisión era —sin ánimos de ofender— lo más parecido a él que se pueda encontrar de este lado del planeta.

Pero si se trataba de dar lecciones, ese tipo modesto y sencillo se convertía en la voz de mando junto a sus ideales. Llevó el concepto de sufrir para aprender a un punto nunca antes visto. Entre 1977 y 1982, realizó seis giras por todo el mundo: desde Brasil y Canadá, hasta la Unión Soviética y Checoslovaquia. Se calcula que se disputaron aproximadamente 130 partidos, siendo el viaje en 1981 a Europa el más increíble: visitaron nueve países con tal de jugar más de 40 partidos en los 64 días que duró la aventura.

“Nosotros veíamos afuera del estadio muchachos jugando fútbol en la plaza, al rato perdimos contra un equipo de chicos con los pantalones manchados de verde…”, contaron avergonzados tras perder frente a casi todos los rivales que enfrentaron en el recorrido.

El modelo asiático y método de selección darwinista cumplieron lo prometido: la derrota como instrumento de aprendizaje —en las giras mundiales— comenzó a otorgar los resultados que faltaban. Ganaron el Sudamericano Juvenil de Chile en 1980 y lograron un quinto puesto en el Mundial Juvenil de 1981. La mayor, que aún no seguía órdenes de Sohn, disputó dos torneos sudamericanos y salió tercera en ambos, en las vísperas del Mundial de Italia.

La diferencia en la mentalidad y trabajo era tan abismal que, tras el antepenúltimo sufrido en Roma, le cedieron la selección mayor al coreano, quien no dudó en poner a sus alumnos en el equipo y sumar a dos ayudantes desconocidos: un tal Enrique Martínez Granados y un estudiante platense de filosofía llamado Julio Velasco. La última travesía antes del Mundial en Buenos Aires fue un breve campeonato de preparación en Brasil, en el cual salieron novenos.

   -Julio Velasco-

Ya no quedaba más nada que comprobar: la preparación fue quizás demasiado sufrimiento pero había que poner en práctica lo aprendido. El dos de octubre, fecha del debut frente a Túnez por el Grupo A, los jugadores se chocaron contra una enorme fila en el trayecto que hicieron desde el hotel hasta el predio de Newell´s en Rosario. “¿Justo hoy que debutamos van a hacer un recital?”, pensó Conte junto a sus compañeros. Entraron tarde en razón, cuando al ingresar a la cancha fueron recibidos por toneladas de papelitos y una oleada de fanáticos: “perdíamos cinco puntos y ya nos empezaban a insultar, no tenían idea de que iba el juego, pero ellos querían alentar a Argentina”.

Los dirigidos por Sohn vencieron en sus primeros dos partidos y clasificaron segundos tras perder con Japón al poner un equipo alternativo. Pasaron a la siguiente fase de grupos donde vencieron por 3 a 2 tanto a Canadá y como a Corea del Sur. La fatiga empezó a afectar nuevamente como en el partido contra los nipones: con desaciertos e imprecisiones estiraron un encuentro interminable contra Alemania Oriental, el cual ganaron en el quinto set.

  -Buby Wagenpfeil de Argentina, atacando frente a Japón-

Sohn, al ver el bajo rendimiento, les prometió a los jugadores “whisky y señoritas” en caso de revertir la situación. Al llegar al hotel, el entrenador les marcó a fuego: “¿Qué le van a mostrar a sus hijos? ¿Partido contra Alemania? Primero ganar medalla”.

En el último partido de su segunda fase, vencieron por 3 a 0 a China y pasaron a semifinales, otra vez detrás de Japón. La Unión Soviética, como era de esperarse, los pasó por arriba: hace años dominaban el juego con apenas dos o tres rivales que hacían a las competiciones algo más que un simple entrenamiento para los dominadores del juego.

Del otro lado de la llave, la otra favorita, la selección de Brasil, venció a los japoneses. Si Argentina quería la medalla que soñó, tenía que vencer a quien todavía no había podido superar en las dos semanas que iban de competencia, pero nada hasta ese momento había sido fácil, nada fue regalado y, si era por el oro, plata o bronce, todo lo hecho hasta allí demandaba colgarse una presea en el cuello.

José María Cuadrillero recuerda con escalofríos la noche de 1980 que Sohn le dijo “en la copa vamos a quedar entre los mejores cinco” después de ser humillado en las giras europeas. Todo lo que quedaba en sus manos y en la de sus jugadores estaba dicho y hecho, la chance no se podía escapar.

La selección ganó el primer set por 16 a 14 con una diferencia de dos. A punto de terminar el segundo, volvería a darse el mismo resultado. Incluso estando dos sets arriba no existían las ventajas: el partido era tan apretado que todo se podía echar a perder, y la gente acompañaba a los protagonistas en cada celebración y queja contra el árbitro.

En un infartante último set, el grupo de adolescentes venció a la potencia asiática por 15 a 11. Las quince mil almas en el Luna Park cantaban junto a los ganadores del tercer puesto en lo que fue una hazaña: el día que cambió para siempre al vóley argentino.

  -El Luna Park, un 15 de octubre de 1982-

Esto solo era el comienzo: en 1984 clasificaron por primera vez a los Juegos Olímpicos. Seis años más tarde, los ya adultos eran estrellas en Europa y, casi que con los mismos nombres, lograron un tercer puesto en Seúl 88 con Juan Carlos Ballesteros como director técnico.

Conte, Castellani, Quiroga, Uriarte, Kantor y compañía se ganaron un puesto en la elite del deporte como jugadores —y algunos como entrenadores— gracias a la planificación de Sohn, Granados y un Julio Velasco que más tarde sería uno de los mejores del mundo. Todos ellos precedieron a nombres como Marcos Milinkovic, de los más laureados del país, Luciano de Cecco, para muchos el armador más talentoso de la historia quien, junto a Facundo Conte —hijo de Hugo—, lograrían otra medalla de bronce en los juegos de Tokio 2020.

  -De Cecco y Milinkovic en la selección argentina-

Lo que era una situación insostenible entre las peleas de Ricardo Russomando —Presidente FAV—, Mario Goijman —Presidente FMV— y Rubén Acosta —Presidente FIVB— fue resuelta por el poder de observación del oriental, quien construyó lo que hoy conocemos como vóley argentino.

De todos sus aprendices, aquel que supo ser capitán en Argentina, Los Ángeles y Seúl, tuvo el privilegio de llevar consigo el método Sohn a diferentes clubes de Europa y también a la selección de vóley femenino.

Daniel Castellani, entrenador de Las Panteras, estaba en una reunión con el secretario de deportes de Polonia cuando este le pregunta cómo era posible que, con los mismos habitantes y el triple de presupuesto, los argentinos sean campeones y figuras en todos los deportes mientras que los polacos pasaban sin pena ni gloria.

El medallista olímpico le contestó: “tenemos pasión. En las sociedades de fomento y clubes hay pasión: se ve en los dirigentes que hacen la rifa, en los chicos que se dejan el corazón”. Hoy, el ruido y el barullo pasan también por los gritos y aplausos: esos chicos que dejaron el corazón en seguir las órdenes de un extranjero son los padres del vóley argentino.

Sohn, fallecido en 2011 por un cáncer de pulmón, vivió sus últimos años entrenando entre Brasil, Buenos Aires y Neuquén. Habrá sido cosa del destino que llegue junto a una maravillosa camada, pero él se encargó de no dejar nada en manos del azar al enseñar que la dedicación es el único camino.

    -Sohn junto a Daniel Castellani, Hugo Conte y Waldo Kantor-

Se cumplen 50 años de la llegada del hombre de pocas pero precsas palabras que se puso al hombro toda una generación y, como presagio, dijo a cada uno de los presentes: “ustedes enseñar español, que yo voy a enseñar vóley”.

Antonio Rattín no sabe hablar inglés

Por Leonardo Pereyra

Cuando exigió a Rudolf Kreitlein la necesidad de llamar al traductor para aclarar sus decisiones, el árbitro alemán creyó que lo había insultado y, consecuentemente, expulsó al capitán argentino.

Al no existir aún las tarjetas, tanto él como sus compañeros insistieron en traer al intermediario sin entender qué ocurría: escena que se extendió durante casi media hora, hasta que finalmente, el histórico cinco de Boca se retiró del estadio.

  -De izquierda a derecha- Onega, Perfumo, Rattín y Solari frente a Rudolf Kreitlein

No sin antes cometer el delito que enemistó futbolísticamente a Argentina e Inglaterra dieciséis años antes de la guerra de Malvinas: aunque no sabe hablar inglés, reconoce la provocación detrás del coro de 70 mil espectadores en Wembley que cantan “Animals, Animals, Animals”, y responde estrujando entre sus dedos una bandera británica que remplaza al banderín del córner.

No se detiene para retenerla entre sus palmas, sino que, en su sereno camino hacia la salida del estadio, apenas ralentiza su marcha y relojea la tela que empuña rabiosamente, secuencia que desata una locura feroz en las gradas londinenses.

La reacción negativa se trasladó a las afueras del recinto. El cronista Sid Bailey tituló al encuentro de los cuartos de final como “The Animals of Wembley” para la sección deportiva del periódico británico The Sun. Los estigmas de salvajismo y bestialidad nunca más serían retirados, pero un futbolista porteño devolvió el puñal dos años después del episodio mundialista.

Durante el alojamiento del plantel de Estudiantes en Mánchester, Raúl Madero fue entrevistado por un reportero local a tan solo horas de disputar la final de la Copa Intercontinental. Aquel partido culminó en la primera derrota de un equipo inglés en condición de local, en el mismo estadio donde Rattín fue crucificado como salvaje.

El central titular del Pincha dejó en jaque al periodista tras ser consultado por el apodo de “Animals” que recibió el equipo, dando así una de las notas deportivas más memorables de la historia del fútbol.

 Raúl Madero junto a un periodista inglés

– ¿Usted habla español? (Consulta Madero al entrevistador)
– No.
(Madero se sienta en un piano ubicado en el rincón de la habitación y toca)
– ¿Usted sabe qué es esto?
– Frédéric Chopin
(Vuelve a tocar, ahora folclore argentino)
– ¿Y esto?
– No, no lo sé.
– Señor, yo hablo su idioma, y usted no habla el mío. Yo conozco su música, y usted desconoce la mía. Yo juego al fútbol y tengo títulos, usted no.

¿Quién es el más animal de los dos?

Leandro Santoro, el hombre azulgrana

Por Leo Pereyra

Dos características que definen el juego del Barcelona: la posesión de la pelota y la defensa adelantada

Por Magalí Robledo

Hansi Flick, director técnico del Barcelona, logró imponer su idea de juego, como la posesión de la pelota, pero más que nada la defensa adelantada para aprovechar los espacios, la que estudió y aprendió de la escuela del fútbol holandés, su máxima referente para definir su estilo de juego.

La escuela de fútbol holandesa, surgida a mediados de los 60 a cargo de Rinus Michels, entonces entrenador del Ajax, se destacó por hacer principal foco en la movilidad, el dominio de la pelota y la presión constante.

Todos los jugadores cambian de posición para buscar la posesión y presionar al rival en su propia área. Recuperar rápido la pelota lo más cerca al arco rival es una de las ideas de la escuela de fútbol holandés. El equipo debe avanzar en la cancha desde atrás hacia adelante. Todos deben atacar y defender. Por esto es que se introdujo el concepto del pressing o achique para implementar un juego de carácter defensivo.

La táctica del achique, llevada a cabo también por el Barcelona con la llegada de Flick en mayo del 2024, fue implementada por Michels Rinus en la selección de Países Bajos en el Mundial de 1974 en Alemania Occidental. Esta consiste en adelantar la línea defensiva del equipo para reducir el espacio entre los propios jugadores y los del equipo rival, con el objetivo de presionar y recuperar la pelota mientras está bajo el dominio del adversario para evitar que avance.

Para concretar de una manera más efectiva el achique y, en consecuencia, el adelantamiento de la defensa, es necesario una gran coordinación y comunicación entre los defensores. Para esto el Barcelona tiene grandes jugadores, como Iñigo Martínez y Koundé, porque también es cuándo se empieza a jugar con el fuera de juego, ya que los defensores y mediocampistas deben estar atentos para anticiparse a las jugadas y a los movimientos del rival.

Los jugadores que le facilitaron a Flick seguir adelante con su idea de la presión alta y la línea defensiva adelantada son Pau Cubarsí e Iñigo Martínez. Son astutos y muy inteligentes a la hora de tirar ese fuera de juego. Más allá de toda la temporada se vio perfecto contra el Real Madrid, el domingo pasado por la fecha 35 de La Liga, como acumularon un total de cinco fuera de juegos.

“El Barça de Hansi Flick es una evolución del juego de Johan Cruyff. Está más desprotegido a nivel defensivo”, expresa Rubén Jiménez, preparador físico, analista español del Barcelona y colaborador de “Más que pelotas”, medio deportivo con la actualidad del Barcelona. Lo que hace Flick en el Barcelona es ser un equipo agresivo en la presión, vertical y que recupera lo más rápido posible la pelota. Esto lo lleva a cabo con un sistema táctico de 4-2-3-1 que puede pasar a un 4-3-3 o en un 3-5-2, con la intención de darle más protagonismo a los extremos.

El Barcelona es un equipo que asfixia al rival forzando el error para aprovechar todas las situaciones a favor que se le presenten. Por eso sus dos mecanismos más utilizados son la presión alta y la línea defensiva adelantada. El estilo de juego de Flick se puede resumir en que la pelota debe pasar por todo el mediocampo para llegar a la zona de los delanteros. Recurre mucho a lo que es un juego rápido y a dos toques para avanzar. Nada de revolear la pelota y ver qué pasa. Cada pase tiene su propósito. Por esto, durante toda la temporada 2024/25, en La Liga, la Copa del Rey, La Supercopa y la Champions League, el Barcelona tiene un promedio de más del 60% de la posesión de la pelota.

En su faceta ofensiva puede atacar tanto mediante pases largos a Lamine Yamal y Raphinha como combinaciones interiores rápidas entre Pedri, Frenkie de Jong, Ferran Torres y Dani Olmo. Siempre tiene un mediapunta muy marcado, ya sea Olmo o Fermín López, y luego hay un pivote que es un poquito más posicional que suele ser De Jong, y Pedri que juega en una altura un poco intermedia.

Unos de los grandes trabajos que hizo Flick fue el de cambiar la mentalidad de muchos de sus jugadores. “Ha priorizado jugadores que tengan ese ímpetu competitivo y que contagien al resto y a jugadores que quizá con un poco más de frío en su manera actuar, como De Jong, se han ido contagiando por la mentalidad colectiva”, comenta Noriel Miguel, analista de alto rendimiento, videonalista, scouting de fútbol y autor del libro “Tipos de marcajes”.

Si se habla de jugadores fundamentales para Flick en este nuevo Barcelona, no se puede no hablar de Yamal, el jugador más creativo con el peso de ser el que cambia la dinámica de muchos partidos; Raphinha con su profundidad y seguridad a la hora de atacar; y Jules Koundé, sobre todo para defender situaciones que no son tan comunes o que al menos son bastante extremas en los laterales y más cuando la pelota va del lado contrario.

“Ahora tienen más libertad para moverse, para recibir de cara, más libertad para ver el juego de frente y para explotar todo su talento. El equipo está disfrutando muchísimo y los jugadores se han visto muy potenciados”, agrega Noriel Miguel. El Barcelona es un equipo que con la pelota encuentra su mayor fortaleza, sobre todo a la hora de saber gestionar el juego y de encontrar ventajas desde la pelota.

Los fuera de juegos de los equipos que enfrentan al Barcelona fueron aumentando a lo largo de la temporada y eso significa que siempre se fue mejorando en el aspecto de la defensa adelantada. Por ejemplo, en el primer partido de Flick como DT del Barcelona, el 17 de agosto por la primera fecha de La Liga, contra el Valencia acumuló un total de siete offside y en los últimos partidos más importantes que tuvo el conjunto culé acumuló nueve contra el Inter y cinco frente al Real Madrid. 

Con la idea de la presión alta y la línea defensiva adelantada y los jugadores necesarios para llevarlo a cabo, Flick tiene con qué demostrar que su idea y estilo de juego le están dando frutos. Fue campeón de la Copa del Rey frente al Real Madrid, semifinalista de la Champions League y campeón de LaLi cuatro fechas antes de que termine.

Ramiro Marra, el hincha de Boca que está a favor de las SAD

Por Theo Denmon

Él es Ramiro Marra, candidato a legislador de la Ciudad de Buenos Aires, encabezando la lista de la UCeDe, que llevará el nombre Libertad y Orden. En esta publicación, repasaremos su relación con el deporte, su opinión sobre las SAD y otros temas vinculados.

Bull Market Group es una empresa que ofrece servicios de intermediación financiera para personas físicas y jurídicas. Marra es su director y, desde 2023 hasta la actualidad, la firma es uno de los sponsors de San Telmo. Hace unos años, en una entrevista con Olé, explicó: “Es la empresa familiar la que está auspiciando en San Telmo. Lo elegimos simplemente para darle una mano porque es el club del barrio de mis padres. Soy de Boca, pero también hinchamos por el Candombero”.

Por otro lado, el exlegislador de La Libertad Avanza, luego de ser expulsado del partido político que lidera el presidente, confesó que su fanatismo por Boca lo sostiene en este momento complicado que atraviesa. Una semana después de su expulsión, tras la victoria de Boca por 2-0 ante Independiente Rivadavia, el 12 de febrero, Marra apareció en TyC Sports luego del partido y afirmó: “Se puede tener la peor semana de la vida en el trabajo, pero lo que uno nunca cambia es la pasión”.

En 2023, Boca expresó mediante un comunicado en su cuenta de Twitter su rechazo a las Sociedades Anónimas Deportivas (SAD). Consultado por C5N sobre la postura del club, Marra declaró: “Soy hincha de Boca y no me sentí representado por los dirigentes al sacar ese comunicado”. Además, opinó que en las ligas más importantes del mundo existen SAD y que la Argentina debería sumarse: “Tenemos el capital humano de tener una cantera de buenos jugadores para poder desarrollar y generar un mayor negocio”.

Abal Medina, del barrio y la ciudad

Por Catalina Scarpitta

Un dirigente peronista que concibe al deporte como una herramienta de transformación social, más allá de su carácter físico o competitivo. Aunque su trayectoria política no está directamente vinculada al ámbito deportivo, su mirada pone en valor el rol comunitario de los clubes y rechaza su privatización absoluta. Juan Manuel Abal Medina, ex jefe de Gabinete y actual candidato a legislador porteño, encarna esa visión.

Fanático del deporte como derecho

A lo largo de los años, Abal Medina no se ha expresado con frecuencia sobre cuestiones deportivas, pero cuando lo hizo, fue para destacar el papel central del deporte en la construcción de una sociedad más justa. En un contexto donde las Sociedades Anónimas Deportivas (SAD) vuelven a ser eje de discusión en la política argentina, su figura aparece como una de las voces más firmes en defensa de los clubes como entidades sociales y barriales. Para él, el fútbol no es solo una competencia profesional: es un derecho, una política de Estado y un espacio vital para la construcción de comunidad.

Los clubes como trinchera propia

Desde el peronismo, la relación con el deporte ha sido históricamente ideológica. Los clubes sociales no son vistos como empresas, sino como bienes comunes que promueven valores como la solidaridad, el compromiso colectivo y la contención en los barrios más vulnerables. Durante los gobiernos kirchneristas, se impulsaron políticas para asistir económicamente a estas instituciones, muchas veces asfixiadas por deudas millonarias.

En su candidatura en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Abal Medina propone un paquete de políticas deportivas orientadas a fortalecer esa red social. Entre sus iniciativas, destaca la creación de polideportivos barriales integrados: espacios públicos y gratuitos, con infraestructura adecuada, destinados especialmente a zonas con déficit de urbanización. También plantea que cada escuela pública porteña tenga acceso a instalaciones deportivas y programas específicos para personas con discapacidad.

Ciudadanos, antes que atletas

Su perspectiva parte de una convicción profunda: no puede haber ciudadanía plena sin acceso al deporte. En una ciudad atravesada por la desigualdad en el uso del espacio público, Abal Medina considera al deporte como un punto de partida para recomponer el tejido social y enfrentar sus fracturas.

Cómo es el plan de estudios de Franco Mastantuono en River que impulsó Horacio Rodríguez Larreta

Por Malco Carbonari

Franco Mastantuono, una de las grandes promesas del fútbol argentino, tiene 17 años y cursa la escuela secundaria en el Instituto River Plate. Su planificación académica está adaptada a las exigencias de la vida de un futbolista profesional, sin descuidar la formación educativa. Un ejemplo de ello fue cuando Marcelo Gallardo solicitó que se postergara un examen de Geografía que Mastantuono debía rendir al día siguiente del último superclásico, en el que convirtió un golazo de tiro libre para que River venciera 2 a 1 a Boca.

Este sistema educativo, conocido como River DAR, fue impulsado durante la gestión de Horacio Rodríguez Larreta como jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. Está diseñado para que los deportistas de alto rendimiento —tanto en divisiones formativas como en el ámbito profesional— puedan completar sus estudios secundarios con un esquema que se ajusta a sus entrenamientos y competencias.

Rodríguez Larreta, hincha de Racing y actual candidato a legislador por el espacio Volvamos Buenos Aires, ha defendido históricamente el modelo de club social y deportivo argentino, y se ha manifestado en contra de las Sociedades Anónimas Deportivas (SAD). Su vínculo con Racing es profundo: su padre fue presidente del club durante la última dictadura cívico-militar, período en el que fue secuestrado por los militares y posteriormente liberado, en parte gracias a la repercusión mediática que generó su desaparición. “El club le salvó la vida”, afirmó Rodríguez Larreta en una entrevista con TyC Sports.

Lucille Levy: las propuestas de la candidata del partido Evolución

Por Florencia Tártara

El domingo 18 de mayo se celebrarán las elecciones legislativas en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, y la lista de la Unión Cívica Radical será encabezada por Lucille “Lula” Levy, ex titular de la Federación Universitaria de Buenos Aires. Su campaña abarca diversos ejes, y si bien no incluye propuestas específicas en materia deportiva, sigue la línea de sus principales referentes políticos.

Levy es contadora, licenciada en Administración y Consejera Superior de la Universidad de Buenos Aires. Además, se desempeñó como presidenta de la FUBA. En su discurso de campaña destaca la necesidad de una nueva generación de dirigentes con ideas renovadoras.

Su militancia comenzó en la Facultad de Ciencias Económicas, desde donde se hizo visible por su defensa de la educación pública, en particular a partir de los reclamos presupuestarios al gobierno de Javier Milei. Durante un acto denominado Lulapalooza, presentó sus propuestas de campaña centradas en la implementación del boleto estudiantil, mejoras en el acceso a la vivienda, ampliación de los espacios verdes, programas de salud mental, acceso a terapia intensiva y aumento de oportunidades de empleo joven, entre otros puntos.

Sus propuestas están organizadas en los siguientes ejes: educación, salud, seguridad, desarrollo económico, cultura, tránsito y transporte, urbanismo y vivienda, niñez y adolescencia, juventud, adultos mayores, género, discapacidad, ambiente y energía.

Si bien el deporte no ocupa un lugar central en su plataforma y no se ha manifestado públicamente sobre las Sociedades Anónimas Deportivas (SAD), Levy encabeza la lista de la UCR porteña y está alineada políticamente con el senador Martín Lousteau y el vicerrector de la UBA, Emiliano Yacobitti. Ambos mantienen vínculos con el expresidente de Boca Juniors, Daniel Angelici, actual delegado del Comité Capital del partido, figura influyente en la política porteña que respalda financieramente al sector radical y promueve desde hace años la implementación de las SAD en el fútbol argentino.

Dentro de la propia UCR, la postura sobre las Sociedades Anónimas Deportivas está dividida: algunos sectores, cercanos a La Libertad Avanza, las apoyan, mientras que otros se oponen.

De cara a estas elecciones, el radicalismo no presentó propuestas concretas en materia deportiva para la Ciudad. Sin embargo, en años recientes ha impulsado iniciativas vinculadas al área, como la Ley de Mecenazgo y Patrocinio Deportivo, orientada a fomentar la actividad física y el fortalecimiento de los clubes de barrio.

Vanina Biasi: representante del Frente de Izquierda en las elecciones CABA 2025

Por Delfina Fernández

Vanina Biasi, en representación del Frente de Izquierda y de los Trabajadores – Unidad (FIT-U), integra la nómina de 17 candidatos que se postularán en las elecciones legislativas de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, que se celebrarán este domingo 18 de mayo.

En el ámbito deportivo, el FIT-U propone un aumento significativo de los recursos públicos para construir instituciones deportivas gratuitas o de acceso económico, con el objetivo de que todos los habitantes de la ciudad puedan practicar deportes. Además, plantea la necesidad de mejorar las instalaciones existentes.

Uno de los ejes de su propuesta es garantizar el acceso a la actividad física para todos los sectores sociales, en especial los más vulnerables, y asegurar que cuenten con los elementos y materiales necesarios para su práctica.

Otro punto clave es la lucha contra la precarización laboral en el sector deportivo. El espacio propone el aumento de los salarios y la mejora de las condiciones de trabajo para profesores de educación física, entrenadores de clubes, personal de gimnasios y demás trabajadores vinculados al deporte.

Respecto al debate sobre las Sociedades Anónimas Deportivas (SAD), el Frente de Izquierda sostiene una postura crítica. Consideran que el fútbol, hoy convertido en un gran negocio capitalista, ha sido captado por grandes empresas multinacionales que utilizan el juego y la competencia para obtener beneficios millonarios. Desde esta perspectiva, permitir el avance de las SAD significaría profundizar la lógica de corrupción y mercantilización del deporte.