Por Sol Pochettino
“No soy una futbolista que se destaque por la técnica, sino por el trabajo invisible, como esforzarme por mejorar todos los días”, expresa Laura Fuhrmann, actual jugadora del Città di Capena de la Serie A. Si bien de chica lo soñaba, jamás imaginó que iba a llegar la oportunidad de jugar en Italia. “Realmente es una locura y no puedo creerlo, no existen palabras para describirlo” dice Laura
Juega desde los cuatro años, al comienzo con varones, siempre soñó irse fuera del país con el fútbol y estar en la Selección Argentina. Aspiraba a lo máximo y eso le hace vivir y disfrutar su presente a flor de piel.
Su forma de ser es igual tanto dentro como fuera de la cancha, lucha, se sacrifica e intenta progresar. A su vez, al enojarse le cuesta controlar sus emociones. “Me fascina aprender constantemente, no solo en el futsal, sino también en la vida. Haciendo cursos, estudiando siempre un poco más, porque me parece que está bueno seguir creciendo y buscar ser cada día mejor”, manifiesta.
“Siento que la perseverancia y el sacrificio que me inculcaron mis papás desde la infancia me permiten estar acá, y el compañerismo y la solidaridad ser la persona que soy”, comenta. La segunda de cinco hermanos afirma tener una “relación hermosa” con ellos y que, si bien la frase dice que la familia no se elige, elegiría a la que le tocó: “Somos muy unidos y nos acompañamos en las decisiones que cada uno toma”. De hecho, en su niñez tuvo varias oportunidades de irse a jugar al exterior y por ser tan pegada a ellos decidió no hacerlo.
Luego de conseguir la Copa Argentina en 2019 con el club de sus amores, Ferro Carril Oeste, la capitana recibió el llamado a sus 31 años y en enero del corriente año viajó al continente europeo. En el primer mes le costó adaptarse a estar lejos de su familia y amigas, a un idioma diferente, a un futsal con otro tipo de intensidad y a nuevas compañeras de equipo.
Hubo un factor que la ayudó a aclimatarse poco a poco; otra jugadora argentina, Natasha Serqueira: “Éramos nosotras dos y nos teníamos que aguantar, entonces entramos en confianza plena muy rápidamente. Es muy incondicional, con su personalidad pasiva transmite tranquilidad y te hace sentir que para lo que necesites va a estar”.
La Pocha, agrega: “Siempre está riéndose y con su mentalidad positiva empuja para adelante. Por algo todos los que la conocen la quieren, Laurita es una persona muy adorable”. De ella admira lo mucho que le gusta aprender cuando conoce algo nuevo y que, claro, “siempre tiene un mate listo”.
En febrero Laura logró “cambiar el chip”, pero la pandemia del coronavirus pausó la competencia y las extranjeras debieron retornar a sus respectivos países. Aunque eso fue una gran desilusión para ella, valora haber podido regresar a la Argentina y pasado la cuarentena junto con su novio Maxi, en buen estado de salud.
Tenía la espina clavada por haberse ido antes de tiempo, pero su rendimiento convenció al club capenati y le dieron la posibilidad de renovar y volver a vestir la camiseta rojiblanca: “Vine con muchas ganas de crecer y de que puedan conocerme también como persona. Estoy conforme con lo que vengo haciendo, el lugar que conseguí tanto dentro como fuera de la cancha, sé que puedo estar a la altura de la máxima categoría local”.
Frente a una adversidad, hoy se para distinto: “Fue un largo trabajo el que tuve que hacer, al principio me costaba toparme con un obstáculo y mantener el foco en mis objetivos. Ahora puedo pensar en qué es lo que quiero para mí o para el equipo y laburar para vencer cualquier traba que se presente”.
Ferro es su segunda casa, llegó tras dejar San Lorenzo por no sentirse cómoda y buscar un nuevo club donde pueda estar a gusto y brindar su mejor versión. Para ella fue la mejor decisión que tomó en su carrera. “Me topé con un proyecto serio de trabajo, sentía que era el lugar ideal para explotar y donde podían sacarme todo el jugo. Allí confirmé que no quería jugar al futsal solo por jugarlo”, declara al respecto.
El compromiso y estar constantemente pendiente del estado y las necesidades de sus compañeras eran las características de su liderazgo. En tres años solo faltó a un entrenamiento, para no contagiar al plantel entero de conjuntivitis. Le gustaba encargarse de que las jugadoras se sintieran bien en el grupo, porque “después se veía reflejado en la cancha”.
Además, es profesora de Educación Física, profesión que no ejerce en el Viejo Continente, por lo que extraña asistir a las escuelas y el día a día con sus alumnos. “Unifico mucho la docencia y el deporte porque considero que se entrelazan perfectamente para trabajar desde ambos lados valores como el respeto por uno y por el otro”, asegura.
Laura es una persona muy autoexigente y confiesa: “Generalmente, en vez de ponerme a mí como prioridad, estoy alerta a no estar decepcionando o causándole algún dolor a otra persona”. Su ratito del día es con un libro, un mate y buena música de fondo. Al vivir del futsal, logra encontrar estos momentos para pensar en ella y los exprime al máximo. “Cuando uno entra en la rutina deja de lado estas cosas, en Argentina no me lo podía permitir mucho”, agrega.
Convive con tres compañeras, una española y dos italianas: “Tenemos líos por el idioma pero nos hacemos entender. Al estar las 24 horas juntas, contamos con la posibilidad de conocernos a fondo, intercambiamos culturas, aprendemos de las experiencias de las demás, vemos distintas formas de vivir y de sentir situaciones. Por eso me gusta tanto el deporte en equipo, porque constantemente compartís con otras personas, es lo más valioso que tiene”.
La porteña integra Deportistas Argentinas, un grupo que se encarga de luchar por la igualdad de derechos y de posibilidades para el deporte femenino. “Muchas veces se le quiere exigir lo mismo a una mujer que a un hombre cuando no se les da lo mismo”, sostuvo y afirmó que, si bien ya se ven cambios, aún queda un largo camino por recorrer.
Vive el sueño de todo deportista y lo sabe: “Nos despertamos y lo único que tenemos que hacer es entrenar, alimentarnos saludablemente, ir al partido y dar el máximo. En Argentina te levantás temprano para laburar, vas y venís, volvés a tu casa y tenés que hacer de todo, entonces cuando llegás al entrenamiento por más de que quieras dar el 100%, no lo tenés”. Por lo tanto, desea que todas las jugadoras puedan vivir la experiencia de dedicarse de lleno a la actividad y anhela que, para esto, deje de ser necesario irse al exterior.