lunes, noviembre 25, 2024

La rica historia de Argentina en los Juegos Paralímpicos

Por Franco Schipizza

Si se habla de los deportistas nacionales, la mayoría de las personas piensa en los Juegos Olímpicos, la competencia más importante del mundo que reúne a los mejores en cada disciplina. Sin embargo, a la par hay otra que no tiene el reconocimiento que merece: los Juegos Paralímpicos. En esta participan quienes tengan una discapacidad física, intelectual, motora o sensorial, en la cual también se enfrentan los más destacados.

Durante la historia del deporte adaptado, Argentina tuvo actuaciones inolvidables y mantiene un medallero glorioso que supera, por más del doble, a lo conseguido en los Olímpicos. Desde su primera edición en Roma 1960 hasta Río de Janeiro 2016, se han obtenido un total de 156 preseas, 31 de oro, 61 de plata y 64 de bronce.

En la segunda edición de los Juegos Paralímpicos, Tokio 1964, Argentina logró su récord de mayor cantidad de medallas: 37, entre ellas seis de oro. Además, en ese año triunfaron quienes hoy son los más ganadores para el país con la suma de todos los Juegos: los atletas Silvia Cochetti, Jorge Diz y Susana Olarte. La primera mencionada lidera la tabla con 13 podios (cinco oros), su colega Diz la sigue con diez y Olarte con nueve (cuatro oros). Alzaron esos puestos en sólo dos certámenes, el histórico en Japón y Tel Aviv 1968.

A pesar de que en Tokio se logró la máxima cantidad de podios, en Israel se alcanzó el mayor número de primeros puestos en una competencia. Con las asombrosas actuaciones de Olarte (tres), Cochetti (dos), Dina Galíndez (dos), Miguel Ángel González, Susana Masciotra y Helvio Aresca, Argentina ganó diez doradas, nueve en atletismo y la restante en natación (Aresca). Además, se cosecharon 20 entre plata y bronce.

Los grandes resultados quedarán marcados, especialmente porque Argentina ni siquiera estuvo cerca de volver a ganar esa cantidad de medallas. En las seis ediciones posteriores a Tel Aviv, se obtuvieron diez oros, lo mismo que en Israel. Además, en los tres primeros Juegos de la historia se festejaron 73 podios, o sea, un promedio de 24 por certamen. En los siguientes doce, sólo 83 preseas: casi 7 en cada participación marcan una clara decadencia en las performances.

Elsa Beltrán, ganadora del bronce en Toronto 1976 junto al equipo de básquet, explicó las dificultades que tenían y cómo afectó al rendimiento: “Todo se hacía a pulmón, no existían becas así que el arreglo de las sillas muchas veces lo debíamos pagar nosotras. Trabajábamos y entrenábamos, incluso hacíamos más de dos deportes. Los primeros Juegos fueron muy buenos en cuanto a cantidad de medallas, pero con el correr de los años se bajó el rendimiento y el resto de los países se potenciaron”.

Para la edición de Nueva York/Stoke Mandeville (Reino Unido) 1984, primer Juego en tener actividad en dos sedes distintas, Argentina estaba todavía muy golpeada por la reciente Guerra de Malvinas. Debido a eso, sólo llevó al equipo de atletismo a Estados Unidos, ya que allí participaban los deportistas con parálisis cerebral. En cambio, en Inglaterra se enfrentaban los atletas con silla de ruedas. Esa ausencia generó un gran retroceso.

En la siguiente edición, Seúl 1988, los atletas argentinos acudieron con normalidad, pero los buenos resultados estaban cada vez más lejos. Beatriz Greco, ganadora de una medalla de plata y una de bronce en natación, explicó la diferencia con respecto a los rivales: “En ese momento era muy difícil, no contábamos con ayuda económica. Debíamos trabajar y después entrenar, no podíamos dedicarnos solamente al deporte. Los extranjeros vivían para practicar y se veía reflejado en las posiciones. Considero que siempre se verá afectada la cantidad de podios alcanzados en comparación con otros países evolucionados”. Además, sobre el poco apoyo que recibían confesó que pasó desapercibida cuando volvió de Corea del Sur.

Ya en la época contemporánea, Silvio Velo, capitán de los Murciélagos y referente a nivel mundial, ganó una medalla de plata en Atenas 2004 y dos de bronce, en Beijing 2008 y Río 2016. “Llegar a los Juegos es una satisfacción enorme, es lo máximo que un deportista puede anhelar. Es una sensación muy linda cuando estás en uno de ellos y en mi caso tuve varias oportunidades, desde que el fútbol para ciegos es paralímpico, disputé todas las ediciones”, expresó el integrante de la Selección Argentina. Además, comentó sobre lo que cuesta llegar a donde está: “Si estás enfocado en ser importante en el ambiente, debés tener una disciplina. Se tienen que dejar muchas cosas de lado. Me he perdido juntadas de amigos, pero es lo que uno eligió”.

Facundo Arregui, nadador rosarino que supo ganar muchas medallas y premios en su trayectoria, participó en la edición de Río 2016 y no pudo trepar al podio, pero sí recibió un reconocimiento y así expresó su felicidad: “Haber cumplido el sueño de representar hasta el día de hoy a la Selección nacional a nivel mundial, es de las cosas más hermosas que me han pasado en la vida. Un Juego Paralímpico es la cita máxima a la que cualquier deportista aspira y haber vivido esa experiencia con un diploma que lo acredita, me llena de satisfacción y orgullo”.

Beatriz Greco evaluó la actualidad del deporte adaptado: “Tenemos buenos preparadores que están a la altura de las circunstancias, pero hay pocos entrenamientos y competencias fuera del país que por falta de financiación no se pueden llegar a cabo. Ni hablar de la escasez de elementos para poder practicar sin falencias”.

La actuación argentina en los Juegos Paralímpicos decayó con el paso de los años y en eso, la inacción de algunos gobiernos que desprotegieron al deporte sumada a la difícil situación económica vivida históricamente por el país, tuvieron mucho que ver. Sin embargo, la pasión está más fuerte que nunca y los deportistas seguirán intentando llevar la bandera a lo más alto.

Más notas