viernes, noviembre 22, 2024

De soñar con una medalla olímpica a brindar servicio médico

Por Melina Kellmer y Sol Pochettino

Susana Rodríguez Gacio es una paratriatleta española, nacida en Pontevedra, que transita el último año de residencia de Medicina Física y Rehabilitación, en el Hospital Universitario de Santiago de Compostela. Actualmente, trabaja allí en el programa de asistencia telefónica, donde se encarga de atender llamadas referidas al COVID-19 e informarles a los pacientes cuándo realizar pruebas diagnósticas. En una situación normal, estaría por disputar los Juegos Paralímpicos de Tokio.

A causa de su albinismo, padece de una discapacidad visual que se mantuvo mucho tiempo estable, pero en los últimos años fue empeorando. En la actualidad cuenta solo con el 5% de visión en un ojo y 7% en el otro.

La disciplina en la que ella compite se desarrolló por primera vez en Río 2016, la cual consiste en 750 metros de natación, 20 kilómetros de ciclismo y cinco de carrera. Su categoría es PT5, donde participan atletas que pueden usar una bicicleta tándem, correr y nadar con un guía. Cuando se entrena en pileta de natación requiere de una persona o un sistema que le avise que está por llegar a la pared. Comenzó a practicarla en 2010.
“En Brasil obtuve el quinto puesto, no fue mi mejor carrera, sin embargo, fue una experiencia impresionante y nunca olvidaré lo que viví allí. Fue mejor que en cualquier sueño”, recordó con emoción Rodríguez Gacio. Respecto a Tokio 2021, declaró que espera lograr una mejor actuación y poder disfrutar del camino, ya que “allí todo depende del estado anímico, de la forma física y de la suerte de cada día”.

Entre las 8 y las 15 trabaja en el hospital y se entrena 21 horas semanales repartidas entre las tres modalidades que forman parte del deporte. También realiza ejercicios destinados a mantener la fuerza y la masa muscular, sobre todo para que la situación de pandemia no afecte en su rendimiento.

Susana, la primera paratriatleta albina, fue campeona del mundo en su categoría en 2018 y 2019, junto con su guía Paula García. A su vez, el año pasado viajó al Mundial de atletismo en Dubai donde quedó cuarta en los 1500 metros y obtuvo una plaza para Tokio. De todas maneras, todavía no está confirmado que será ella quien compita en esta disciplina, ya que es una decisión que se encarga de tomar el Comité Paralímpico Español. En caso de que sea elegida, será la primera deportista española de la historia en participar en dos disciplinas diferentes en un mismo Juego.

La institución nacional ha ofrecido ayuda a los atletas mediante la prorrogación de la duración de becas hasta Tokio, entrega de materiales para entrenar y la creación de una plataforma online basada en apoyo de servicio médico.

Al principio de la epidemia en España, la pontevedresa tuvo que cumplir con un periodo de aislamiento ya que su compañero de trabajo con el que iba al hospital se infectó de coronavirus. “Estuve muy preocupada por haberme contagiado, además, en aquel momento se realizaban menos test que ahora y no tuve oportunidad de hacerlo. Cada día que pasaba sin síntomas era una buena señal y un alivio”, explicó.

Anteriormente ella vivía con dos compañeras que también son médicas, una trabaja en Neumología y la otra en Medicina Interna. Como ambas están más expuestas a posibles contagios, Susana tomó la decisión de mudarse a la casa de sus padres hasta que todo se normalice.

Desde que llegó el virus al país europeo, su rol como médica pasó a ser la prioridad y el deporte quedó más relegado, por eso se mostró a favor del aplazamiento de la competencia internacional desde el primer momento. “Para que se desarrolle un evento tan grande y global tiene que haber un clima de salud, de libertad de circulación entre países y de paz… Ahora mismo no tenemos nada que festejar”, concluyó.

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