sábado, noviembre 23, 2024

El Mundial de los sacos y de las boinas

Por Franco Schipizza

En la historia del fútbol se han vivido experiencias y anécdotas que quizás sólo este deporte ha logrado por ser una actividad que recorre el mundo desde hace más de 100 años. Desde las categorías infantiles hasta la Selección mayor, de torneos amistosos a la Copa del Mundo, de la competencia amateur a la profesional, todos estos han generado historias en las que se podrían escribir libros, que ya los hay.

Sin dudas, el torneo más deseado e importante es la Copa del Mundo, que comenzó allá por 1930 en Uruguay y que tuvo su última edición en Rusia hace dos años con 21 campeones que dejaron muchas historias en sus hazañas deportivas. Pero no necesariamente debieron ser los consagrados quienes tienen un hecho por contar. La Selección Argentina participó en 17 ocasiones y logró el título en dos oportunidades. Pero muchos recordarán el gol de Maxi Rodríguez a México en el Mundial de Alemania 2006, la retirada del campo de juego de Diego Maradona junto a la enfermera en Estados Unidos ’94, los penales atajados de “Goyco” en Italia ’90 y otros acontecimientos más que perdurarán en la memoria de los argentinos, ya sea de buena o mala manera, sin haber finalizado en la primera posición.

En el Mundial de 1930 han ocurrido situaciones que quizás hoy serían “anormales”, no sólo por cómo ha avanzado lo cultural, la sociedad y la ciencia, sino también por la dificultad de haber sido la primera experiencia para esa competición. En estos tiempos, los jugadores bajan del micro con su bolso, matera y quizás con parlantes para animar la previa del partido, pero 90 años atrás la boina y el saco fueron parte de su conjunto.

Además de botines, medias, short y camiseta, los jugadores salían al campo de juego con dos accesorios de vestimenta más. Uno de ellos fue simplemente por un tema estético, entraban a la cancha con el saco arriba de la ropa del partido y posaban para la foto. Pantalón corto y la parte superior de un traje, impensado en estos tiempos.

Por otro lado, una de las cosas que más llamó la atención en el Mundial fue el uso de un objeto en la cabeza. Con las reglas actuales, el arquero es el único jugador permitido en usar una gorra, lo más probable es que la utilicen cuando tienen el sol de frente. Pero en el torneo disputado en Uruguay, algunos futbolistas de campo utilizaron boinas por la dureza de la pelota. Los balones de la Copa, hubo más de un modelo durante la competencia, estaban fabricados de cuero y su abertura se cerraba con tiento. Ellos decidieron proteger la cabeza con ese accesorio para evitar cortes y heridas al momento de cabecear.

Severino Varela, quién supo ser símbolo de Boca en la década del 40, fue también reconocido por su boina blanca y comentó sobre su uso años anteriores que “la pelota era de tiento, por lo cual era dura y más teniendo en cuenta si estaba mojada, su peso aumentaba”. A pesar de esto, algunos jugadores se las ingeniaron e insertaron papel de periódico o cartón dentro de ella para amortiguar el golpe.

El saco y la boina fueron algunas de las tantas historias que quedaron del Mundial de 1930 en Uruguay, una competencia que quedará en la retina de todos por ser la primera del torneo más lindo del mundo.

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