Por Micaela Delzart
“No sé cuántas medallas tengo, creo que más de 100”, expresa la gimnasta artística Martina Dominici, quien con tan sólo 18 años ingresó a los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, que por la pandemia no se pudieron realizar.
Entre barras y paredes se colgaba la deportista cuando tenía apenas seis años, nadie la podía frenar. Le gustaba tanto que un día, mientras se balanceaba en el pasamano de una plaza, a su abuela se le ocurrió llevarla a que se probara al Circuito Gimnástico Norte de Vicente López.
Todo había empezado como un hobby, pero cuándo fue creciendo se dio cuenta que era a lo que quería dedicarse. Ahí fue cuando comenzó uno de sus sueños: ingresar en la Elite, uno de los niveles más altos para aspirar en la gimnasia. Con el tiempo lo logró y fue por más.
Su horario siempre fue muy apretado por el deporte. Iba a la mañana, y a la tarde a la primaria. Después entrenaba de 17 a 20.30, por lo que debió cambiarse de colegio y estudiar solo a la mañana para poder prepararse desde las 13 a 18, hasta que ya no podía con los tiempos y decidió, a los 15 años, hacer los estudios por internet y dedicarle todo el día al deporte, ya que, además, empezó a viaja con su entrenadora, Agustina Mignone, para las competiciones.
En 2018 participó de su primera competición importante en los Juegos Odesur en Cochabamba, en los cuales la gimnasta logró seis medallas. Entre ellas, oro en All Around Invidividual, su medalla más importante, plata en All Around por equipos y cuatro de bronce en las pruebas individuales de Salto, Paralelas, Viga y Suelo.
En el momento que pasó de juveniles a mayores, sintió un gran cambio, pero afirma que con el nivel que hay ahora en Argentina, ya no hay tanta diferencia en las categorías.
Luego compitió en los Juegos Panamericanos de 2019 en Lima y, aunque no pudo subirse a ningún podio, terminó sexta en Suelo, Salto, Barras y Quinta en All Around y en cuarto lugar por equipo, pero eso la ayudó para que en tres meses pudiera disputar el Mundial (World Artistic Gymnastics Championships) de Alemania y le diera la clasificación a los Olímpicos de Tokio. “Fue una emoción muy grande clasificar a los Juegos, no caía. Era un sueño que tenía desde muy chica y no podía creer que lo había logrado”, cuenta.
Con más de 100 medallas, el único sueño que le quedaba por cumplir era clasificar y disputar los Juegos Olímpicos. La primera parte ya la logró, pero por ahora le queda pendiente la segunda. “Fue medio difícil al principio porque yo pensaba después de Tokio poder aflojar, empezar a entrenar más tranquila y arrancar la facultad, pero todo pasa por algo. Por eso tuvimos que modificar los planes”, comenta.
Ahora Dominici entrena en su casa con instrumentos que le dio el club, habla todos los días con su entrenadora y le pasa videos de su preparación. “Creo que sirve para relajar un poco y para pensar en todo lo que se viene porque yo venía muy presionada y no estaba disfrutando mucho. Para eso necesito saber qué es lo que quiero”, confiesa.
Dominici, en consonancia con su ídola, la estadounidense Simone Biles, expresa su preocupación sobre la salud mental de la gente en cuarentena: “Al principio fue difícil porque los primeros días no sabía que iba a pasar y cómo iba a seguir todo esto, pero creo que en este momento ya me acostumbré y tengo mi rutina. Ahora hay que esperar a que se normalice todo y podamos volver a entrenar, pero ya no sabemos cuánto puede durar la cuarentena así que no tenemos expectativas de nada”.
La gimnasta que más medallas ha ganado representando a la Argentina en los últimos tiempos, se entrena en su casa aguardando la oportunidad de obtener la única pieza de metal que le falta: La de los Juegos Olímpicos.