jueves, noviembre 21, 2024

Manuel Crivelli sigue los pasos de su hermana

Por Iñaki Aizaga

“Jugar un Mundial con tu Selección es lo máximo que cualquier jugador puede aspirar, algo que no me imaginaba nunca que iba a suceder. Fue impresionante”. Esta podría ser la declaración de cualquier deportista que le haya tocado defender a la Argentina en cualquier deporte, pero en este caso fueron palabras de Manuel Crivelli. El jugador de handball de 25 años que supo vestir la camiseta del Club Ferro Carril Oeste durante casi toda su vida, pero que en 2018 decidió aprovechar la oportunidad para irse a jugar a una liga profesional, la francesa (donde seguirá jugando la próxima temporada), una de las más prestigiosas del mundo.

Crivelli formó parte del Cavigal Nice que logró mantener la categoría y luego, en el transcurso de la temporada, fue convocado para entrenar con la Selección dirigida por Manolo Cadenas, que en enero viajó al Mundial de Alemania y Dinamarca 2019. En cuanto a su rendimiento en el último Mundial que disputó con Los Gladiadores, su hermana mayor comentó: “Ni en el mejor sueño un deportista imagina hacer el Mundial que hizo Manu en enero. Suelto como si tuviese años con la Selección y encontrando un rendimiento regular que es muy difícil de lograr, y más todavía con la diferencia de tamaño que tiene con el resto de los jugadores”, esto último teniendo en cuenta su 1,78 metros de estatura, que marca mucha diferencia a nivel internacional comparándolo con las grandes potencias.

 

Su abuelo, fanático de Ferro, lo hizo socio cuando era niño y hasta el día de hoy es quien le paga la cuota mensual. Manuel iba a la colonia del club desde la infancia y jugaba al fútbol mientras su hermana Victoria, que sigue jugando en el verdolaga y en la Selección Nacional, había comenzado a practicar handball. Años después, cuando él tenía ocho, siguió el rumbo de su hermana mayor, ya que sus padres conocían a los entrenadores y estaban muy conformes con el ambiente de este deporte. Así fue como este chico “bastante tranquilo al igual que ahora, que disfrutaba estar solo y costaba acercarlo a actividades que tuviera que compartir”, según describe la central de la Selección argentina, fue encaminado por esta disciplina que lo acompañaría durante muchos años, al igual que el club de sus amores. “Ferro es mi vida. Vengo todos los días porque para mí, es mi casa. Hasta el día que llegué a Argentina vine”, confesó Manuel.

Manuel Crivelli jugó en Ferro hasta el 2018 y dice que el club es su casa.

Su papá también lleva el ADN verdolaga. Fue miembro de la Comisión Directiva del club cuando levantaron la quiebra en 2014 y junto con la madre fueron clave acompañándo a su hijo durante toda su trayectoria. “Nunca se metieron más de lo debido, nos aconsejaron mucho, pero en lo personal. Desde chicos van a todos los partidos que jugamos”, comentó su hermana. Además, agregó que lo apoyaron mucho con la decisión de irse a jugar afuera y apenas tuvieron la oportunidad, no dudaron en ir a visitarlo.

La 2018/19 fue una temporada llena de cambios para Manuel. Decidió sacarse la camiseta verde y subirse a un avión con destino a Francia, a Niza más precisamente, donde disputó la temporada en el Cavigal Nice de la Primera División. Le costó salir de su zona de confort para comenzar desde cero en un equipo, liga, país e idioma, pero la experiencia fue muy buena y la reconoce como positiva. Tanto en lo personal como en lo colectivo los objetivos fueron cumplidos. El equipo logró mantener la categoría y él pudo adaptarse al juego. Tanto es así, que extendió su contrato para volver a jugar la siguiente temporada, ya que también de parte del club estaban conformes.

Un nuevo año es sinónimo de nuevos objetivos, por eso Crivelli contó que su propósito individual es mantener la constancia en la cancha porque con la lesión que tuvo en el codo tras una caída, el segundo semestre le costó mucho afianzarse, ya que jugaba un partido y quizás paraba dos o tres. Durante la temporada decidió operarse en Francia y realizar una buena rehabilitación, la cual continúa en Argentina en su receso. Ahora sólo piensa en su regreso a las canchas dando el 100%. La lesión no es un impedimento para él, que ya está entrenando en la parte física y de pelota (evitando impactos con los rivales) en Ferro. “Ante las dificultades no se echaba para atrás e intentaba superarlas de la mejor manera”, lo describió su amigo de la adolescencia Matías Laterra, haciendo referencia a un Manu de 15 años, pero confirma que hoy sigue siendo igual.

El vínculo que mantiene Manuel con su hermana es muy fuerte. Con el hecho de observar su piel grabada con el nombre de “Victoria” ya demuestra un poco su relación. Ella también es jugadora de handball y tuvo la chance de participar en muchísimos torneos internacionales durante los diez años que lleva representando al país. La número 10 de La Garra reveló que siempre que le tocó jugar competencias con la celeste y blanca pensaba que ojalá su hermano pudiese vivirlo en algún momento.

Victoria, su hermana, forma parte de La Garra y su más reciente medalla fue la plata en los Juegos Panamericanos de Lima 2019. Foto: La Nación.

Ambos Crivelli se desempeñan en la misma posición, aunque cada uno lo hace a su modo y adaptándose a sus características tanto deportivas como actitudinales. “Somos bastante diferentes dentro de la cancha. Él es mucho más intenso que yo, quizás también un poco más emocional y yo soy un poco más pensativa. Los dos somos conductores en nuestro equipo, en eso nos parecemos, nos encargamos de organizar el juego colectivo ofensivo, pero Manu logra ser mucho más agresivo (en el buen sentido de la palabra) dentro de la cancha”, contó Victoria.

El handball en Argentina es amateur, por lo tanto, la mayoría de los jugadores trabajan o estudian. El caso de Manuel no es la excepción. Había comenzado a estudiar periodismo deportivo, pero con el trabajo y los entrenamientos en Ferro se le complicó y tuvo que dejarlo. Actualmente en el Cavigal Nice sí ejerce profesionalmente, ya que la Liga de Francia es de las más importantes a nivel europeo y por eso los jugadores cobran y pueden dedicarse exclusivamente al handball y esto marca una gran diferencia con la Liga de Honor que se disputa en la Ciudad de Buenos Aires. Además, según cuenta el central de la Selección a partir de su experiencia, hay una gran diferencia física de los deportistas y que aunque en Argentina se esté trabajando más en ese tema, hay una cuestión fisionómica y en Europa la gente es mucho más grande en cuanto a estatura y corpulencia.

El nacido en Caballito, con su corazón en Ferro Carril Oeste, llegó a la Selección a sus 25 años, mezclando la sorpresa con la calma. Sorpresa porque no había representado a Los Gladiadores nunca y su oportunidad se dio en un Mundial, pero la calma la tuvo gracias a su preparación, ya que según sus más allegados, pareciera que toda la vida se estuvo entrenando para ese momento y eso fue lo que lo hizo rendir como esperaba en la máxima cita del handball internacional en 2019.

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