Por Francisco Rodríguez
Al ritmo de Ricky Rubio, MVP del Mundial y de la final, y de Marc Gasol, que se transformó en uno de los dos basquetbolistas en obtener en el mismo año el anillo NBA y el oro mundialista, su selección venció cómodamente al conjunto dirigido por Sergio Hernández. Aquel pívot de 2,16m y 116kg que tuvo que vivir bajo la sombra de su hermano Pau, un tipo sencillo y con un legado que trasciende lo deportivo, hoy se encuentra en el mejor momento de su vida.
Gasol nació el 29 de enero de 1985, en Barcelona. Creció en el Club Básquet Cornella, pero se marchó a Memphis con su hermano Pau, que se había convertido en nuevo jugador de lo Grizzlies. Allí, jugó en el Lausanne Collegiate School el 2001 hasta el 2003. Con números increíbles, el español se convirtió rápidamente en la estrella de su equipo. Su nombre deslumbraba al igual que su juego.
Sin embargo, Marc no quiso formarse en las universidades estadounidenses. Rechazó varias ofertas para hacer su debut profesional en su tierra. En 2003, desembarcó en el Barcelona para seguir los pasos de su hermano mayor. A pesar de haber participado poco en su primera temporada, fue parte del equipo campeón de la Liga ACB. Luego, en 2006, con 21 años, se mudó para el Akasvayu Girona, mientras atravesaba una etapa oscura de su vida.
Compartir cancha junto a un hermano debe ser una de las sensaciones más especiales que puede vivir un deportista. Pero, a veces, las comparaciones pueden hacer mucho daño. De la misma forma que es muy difícil ser el hijo de un exitoso jugador, a Marc no le fue sencillo ser el hermano menor de Pau, quizás el mejor basquetbolista español de la historia. En 2006, el joven estaba deprimido y con sobrepeso, se pasaba mucho tiempo encerrado en su casa.
Pero todo cambió cuando fue llamado para integrar la selección nacional que disputaría el Mundial de ese año, ante la baja de último momento de Fran Vázquez. Desde entonces, la vida del hoy jugador de Toronto nunca fue igual. Pasó de casi no jugar a ser determinante en la final del torneo contra Grecia, debido a la lesión de su hermano. España se consagraba campeona del mundo por primera vez, con la mejor generación de basquetbolistas de su historia, y Marc se convertía en una pieza clave para el presente y futuro de su país.
Un año después, Gasol fue elegido en el puesto 48 del Draft de la NBA por Los Angeles Lakers, pero nunca llegó a jugar en el equipo de Kobe Bryant. Anecdóticamente, en 2008, el pívot español fue enviado a Memphis en una operación que incluía el pase de su hermano al equipo angelino, donde luego sería campeón. Ya sin su hermano a su lado, a Marc debía trazar su propio camino.
Hoy, a sus 34 años, ya es bicampeón de Europa y del mundo, siendo parte del mejor quinteto de China 2019, y dos veces medallista de plata olímpica. Además, fue elegido mejor defensor del año de la NBA en 2013, integrante del quinteto ideal en 2015, tres veces All Star y consiguió su primer título NBA con Toronto Raptors esta temporada. Marc ya no es más la sombra de Pau, es un ganador absoluto, pero su legado va más allá del deporte.
A pesar de su fortuna -tan solo en esta temporada obtuvo 25,1 millones de dólares- el pívot es un tipo sencillo, que no se deja llevar por el dinero y destina una buena parte de este a diferentes causas. Marc lucha junto a su fundación contra la obesidad infantil en España y Estados Unidos, y está comprometido con el St. Jude Children Hospital, un centro oncológico infantil.
Más allá del básquet, el jugador de Toronto Raptors tiene pasión por la agricultura y la navegación. Cuenta incluso con un pequeño huerto que le sirve para desconectarse de las presiones rutinarias. Además, suele ir a pescar y a andar en kayak en soledad. Sus hobbies y su familia son sus cables a tierra.
En 2018, el ídolo de Memphis participó en el rescate de una migrante camerunesa en el Mar Mediterráneo. Remarca la lucha de Open Arms, una ONG que intenta proteger a migrantes que buscan llegar a Europa escapando de los conflictos bélicos y la pobreza de sus países: “Admiro a este tipo de personas, que hacen algo, que no esperan a que lo haga otro. Quiero ser un ejemplo para mis hijos, Julia y Luca”.
Luego de una temporada larguísima en la NBA, Marc decidió unirse a su selección para ganar el Mundial de China 2019. A pesar de no estar en su mejor forma física, antes de la final, promediaba 14,4 puntos; 5,3 rebotes; 3,7 asistencias; 1 robo y casi un tapón por partido. Gracias a su imponente presencia, el pívot dominó en ambos costados de la cancha. Fue clave en las semifinales contra Australia y también hoy contra Argentina con 14 puntos, 7 asistencias y 7 rebotes; sumado a una gran cantidad de acciones que no se reflejan en las estadísticas.
.@MarcGasol with 5 dimes already and @rickyrubio9 will say “Gracias Hermano” every single time. #FIBAWC #ARGESP@BaloncestoESP 🇪🇸
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— Basketball World Cup (@FIBAWC) 15 de septiembre de 2019
Su espíritu competitivo y su pasión por el deporte y por vestir la camiseta de su país motivaron a Gasol a no descansar este verano: “Realmente quiero más y más. He ganado mucho con la selección nacional desde que empecé a jugar en la categoría sénior, pero quiero seguir ganando y estar con estos chicos para seguir haciendo historia en el baloncesto español”. Hoy, su trabajo dio frutos nuevamente.
Un tipo sencillo, devoto a su país y a su familia, que entiende que el mundo no se termina en las líneas de la cancha de parqué, ni con una pelota que a veces puede entrar al aro y otras no. Marc pasó por momentos oscuros en su vida, peleando contra la sombra de su hermano para ser, hoy, uno de los mejores jugadores en la historia del básquet español, al lado de Pau. El hombre récord, uno de los dos ganadores de un anillo y de un oro mundialista en el mismo año, vive como nunca antes.