martes, diciembre 3, 2024

Una pequeña gran luchadora

Por Bernardo Santos

Argentina tiene un vasto territorio donde varios personajes han sabido dominar las llanuras, cerros, montañas, desde las zonas glaciales hasta lo más árido del norte para hoy ser reconocidos a nivel mundial, sin importar el rubro, disciplina u oficio del que provenga tanto talento, trabajo duro y experiencia.

Hago un viaje relámpago hacia Rojas, Provincia de Buenos Aires, pueblo natal de la taekwondista Sabrina Mai, de 26 años, quien practica este deporte desde su niñez y hoy es una figura mundial, que forma parte de la Selección Nacional hace 14 años, habiendo conquistado varios mundiales en lucha -55kg y formas (I, II, III dan), aunque también trabaja como kinesiologa en su casa.

Es mediodía, toqué el timbre del garage y Mai sale por la ventana diciendo que vaya hacia la puerta, así me abre. “Justo puse el agua para los mates, ahora vengo”, me dice cuando entramos en el cuarto donde transcurrió la entrevista, un living pequeño con un sillón, un puff y una mesa ratona en el centro y varios muebles alrededor, uno de ellos tiene los trofeos y medallas de la luchadora, en orden de obtención de derecha a izquierda.

Durante una hora y media de charla tocamos muchos temas interesantes, desde su militancia dentro del deporte, participando en FAMUD (Foro Argentino de la Mujer en el Deporte), hasta algunos de sus momentos en el Taekwon-Do. Sin duda lleva la esencia argentina consigo. Siempre la llevó. Me refiero a que como deportista nacida en la tierra albiceleste, siempre sabe cómo enfrentar las adversidades.

“Ya fué reconocido por la CAD”, dice Mai acerca del arte marcial, todavía no reconocido por el COI pero que, asegura, está en proceso: “Hace 20 años se está haciendo un trabajo exhaustivo para que sea reconocido”. Al ser un deporte amateur y autogestivo, el Taekwon-Do depende del practicante, por lo que la competición y los viáticos corren desde siempre por cuenta de los participantes.

El apoyo económico al principio claramente fue otorgado por parte de su familia, cuando pasó el tiempo y necesitó pagar su inscripción y viajes, Mai comenzó a buscar sponsors. “Es tratar de conseguir empresas o negocios que te apoyen, que te den algunas cosas para rifar”, “he vendido empanadas, pollo, pizzas”, también trabajó en el campo con su padre, Eduardo Mai, ayudando a tirar carros, conducir las maquinarias, sembrando y cosechando.

La deportista hizo un trabajo arduo que poco a poco dio sus frutos; desde el 2010 con sus primeros pasos en el conjunto argentino hasta la actualidad, siendo un ícono mundial en el arte marcial, superando las adversidades desde lo económico hasta lo competitivo y cada día avanzando un poco más, hasta abrir hace un año y medio atrás su propio gimnasio y ya tener más de 15 alumnos que siguen con esta disciplina.

Más notas