miércoles, octubre 16, 2024

Macarena Ceballos: romper la pared y tirarse de clavado

Por Mateo Dellocchio

Fue semifinalista olímpica en los últimos juegos de París, quedó 15° en los 100 metros pecho y 18° en los 200 también de pecho. Perdió a su madre cuando era muy chica; su padre, quien la ayudó en todo siempre y su hermana, referente para ella en la natación, fueron su apoyo familiar. Una carrera llena de perseverancia que terminó dando sus frutos. 

Llegó desde Río Cuarto a Buenos Aires en 2015 para estar más cerca de lo que quería ser y hacer. Entrena todos los días, en doble o en triple turno, haga frío o calor. Hace 14 años se encontraba muy cerca de abandonar la natación, “sentía que no progresaba, estaba estancada hace mucho, durante un tiempo no fui a entrenar cuando todavía vivía en Córdoba”. Hace apenas un mes marcó un registro inolvidable para el deporte argentino en los Juegos Olímpicos de París. Será recordada no solo por el resultado sino también por su magnífica historia de nunca bajar los brazos. En una sociedad donde buscamos lo inmediato, porque si no es así, no sirve, también hay relatos de lucha y constantes intentos. 

Luego de los Juegos Panamericanos de Lima 2019 habías dicho “basta”, ¿por qué seguiste?

– Post Lima exploté emocionalmente para mal. Venía con muchos problemas personales que nada tenían que ver con la natación. Aquellos juegos no los disfruté pese a que había un grupo muy lindo de chicas. Mis números no fueron nada buenos, sumado a lo que ya venía conmigo la verdad que lo sufrí mucho. Hace más de 10 años hago terapia y probé varios tipos, en ese momento me ayudó muchísimo. Tiempo después aprendí la verdadera importancia de la salud mental, en lo deportivo y en la vida en general. Al mes que terminaron los Panamericanos de Lima volví a Río Cuarto para estar con mi gente y volví a entrenar. Al final no era para tanto, me di cuenta que me estaba faltando una parte muy importante en mi vida que era nadar, hacer lo que me gustaba. 

– En ese momento tuviste una lesión complicada en el hombro, pudiste operarte y recuperarlo de buena forma, ¿qué tan importante fue esa situación para vos?

– Muy importante. Luego de Lima era algo que me tenía muy preocupada y que me daba miedo. Las lesiones en la zona del manguito rotador, donde se juntan un montón de músculos son muy difíciles para esta disciplina. Me daba mucho miedo volver a entrenar después de eso, mi médico me decía que estaba perfecta y que podía entrenar normal pero yo seguía asustada. Un día metí un tiempo muy bueno y Gustavo casi que cagándome a pedos me hizo entender que tenía que volver a entrenar intenso como lo hacía antes. Ya mi hombro estaba bien y eso me hizo sentir muy segura, creo que ahí hubo un antes y después para llegar a París, la operación me hizo ver todo distinto. 

– Hablando de Río Cuarto y volviendo el tiempo aún más atrás, ¿fue difícil elegir entre gimnasia artística y natación?

– En su momento quizás lo fue, pero con el tiempo no entiendo por qué tardé tanto en decidir. Con mi hermana siempre jodemos por eso, ella me intentó convencer por la natación y como verás lo logró bastante fácil. En el primer año, año y pico no quería saber nada, iba por mi hermana, nada más. En 2007 fui a verla al CeNARD a una competición, re caradura yo me saque fotos con todos, estaban José Meolans y Georgina Bardach, al tiempo me hice amiga de Vicky, su hermana.

¿Cuándo tuviste el cambio de mentalidad de que realmente podías mejorar y hacer una carrera importante en la natación?

– Fue después de un juvenil en noviembre de 2009. Ahí entendí y me hicieron entender que tenía condiciones. Nos llevaron a entrenar a un montón de chicos, ahí un jefe técnico me preguntó si quería empezar a entrenar antes de ir al colegio y así me iban a seguir llevando con ellos. La decisión era si me lo quería tomar como un hobbie o hacerlo en serio y decidí que lo iba a hacer. Me levantaba con mi papá a las 4 de la mañana e iba a entrenar, es algo que pasan todos los chicos de esa edad que quieren competir. Me acuerdo que Delfi (Pignatiello) había declarado que también lo pasó, es un sacrificio muy duro pero también la única forma de estar y competir a nivel internacional. 

– No quiero dejar de preguntarte por tu mamá, ¿cuánto la extrañás?

– La extraño menos de lo que quisiera, en el día a día no tanto, la verdad que mi viejo merece todo el reconocimiento por cumplir la doble función de padre. Lo que sí me pasa últimamente es preguntarme cómo hubiera estado ella en la tribuna en París, o cuando clasifiqué en 2023. Me acostumbré a no tenerla, Flor (su hermana) hizo las veces de madre siendo la mayor de las dos, seguramente por eso me dediqué a nadar. 

– Metiéndonos ya en los Olímpicos, ¿soñaste con estar de chica? ¿o el sueño llegó de grande?

– Soñaba con un Juego Olímpico con mis hermanas, me quedé a nada de entrar a Río 2016, ahí entendí lo grande que era esto. En Tokio no había manera, estaba muy mal en lo personal, sumado a la lesión del hombro lo volvieron misión imposible. De todas formas lo intenté, al tiempo llegó la pandemia y todo se hizo cuesta arriba. Arranqué a estudiar periodismo deportivo por todo el tiempo libre que tenía y todavía me quedan algunas materias, pero pienso terminarlas. 

– ¿Ves la carrera como una salida laboral a futuro? ¿o simplemente lo hacés por las dudas?

– Es algo que me gusta muchísimo, obviamente que pienso seguir con la natación hasta que no me de más el cuerpo. Aunque también entiendo que en Argentina es complicado vivir de esto por más años de los que tengo. El deporte me fascina y siento que con el periodismo puedo aportar desde el lado de ex deportista. Sin embargo, estudio para abrir la cabeza y de esta manera tener vocabulario, formarme y podés hablar de cualquier cosa con quien sea, por el conocimiento. Me gustaría darle visibilidad a chicos que no la tienen, el fútbol se lleva casi todas las miradas y cada 4 años nos damos cuenta que hay cientos de deportes más. Claro está que es algo lógico, pero mi idea y objetivo dentro de unos años, espero que muchos, es ese. 

– Hablaste siempre del sostén familiar. En enero diste una nota diciendo que no hubieras llegado a esto que sos hoy sin ellos. Confesaste la admiración por tu padre y tu hermana Florencia. Corriéndonos de ese círculo, ¿que significa para vos y tu carrera Gustavo Roldán?

– Gustavo ya directamente es parte de mi familia, fue la persona que cuando llegué a Buenos Aires y no sabía cómo tomarme un subte, me llevaba y me traía siempre. Además de ser mi entrenador y un excelente profesional en lo deportivo, es alguien a quien aprecio mucho, es sin dudas después de mi familia la persona que más me bancó y me ayudó. Siempre recuerdo una charla que tuvimos después de los juegos de Lima 2019, yo estaba con el hombro a la miseria y no quería saber más nada con nadar. Él me agarró y me mostró todo lo que había vivido y pasado como para tirar la toalla sin cumplir mi sueño. Gustavo está desde 2016 conmigo, más de la mitad de mi carrera como nadadora es con él, tiene un mérito increíble y espero que con el tiempo sea valorado como merece. 

– Hace un rato nombraste a Delfina Pignatiello, estuvieron juntas en Lima 2019 donde ella se metió a Tokio, conociéndola a ella y todo lo que le sucedió luego de los Juegos Olímpicos, ¿cómo tomás las redes sociales hoy en día? ¿tuviste miedo de vivir lo que vivió ella en tu última experiencia Olímpica?

– Las redes sociales pueden ser muy buenas o pueden ser una mierda. Lo que le pasó a Delfi no le debería pasar a nadie, sea deportista o cualquier otra cosa. Se comete muchas veces el error de pensar que es culpa de uno mismo por exponerse y no guardarse, pero siempre la culpa es del que hace mal, no del que solo hace. Hablé con Delfi antes de París, me felicitó y se alegró mucho por mí, convivimos poco tiempo pero es una gran persona con un futuro increíble en lo artístico. En algún momento tuve miedo que me pasara lo que a ella, por eso recurrí a la ayuda en terapia para lidiar con comentarios negativos. Da mucha impotencia no poder hacer algo porque esto me excede a mí, a vos y a todos. Es algo cultural, vivimos en un país autodestructivo, donde a una chica de 20 años se la destruye por Twitter porque no ganó una carrera. En su gran mayoría los que escriben sienten odio y envidia, nunca vivieron lo que es romperse el culo para algo y no llegar. Lamentablemente para Delfina, ella ya era alguien ciertamente conocida previo a Tokio, eso sin dudas potencia más el insulto y el odio de quien lo dice. 

– Mirando para adelante, ¿cómo te ves a partir de ahora?

– Creo que merezco disfrutar, fue mucho el estrés y la presión interna que sentí. Viene bien descansar, en Río Cuarto me dieron un reconocimiento por mi actuación que me llenó de orgullo y satisfacción. Hacía un año que no venía para acá, entre el entrenamiento y el viaje no tuve ni un fin de semana libre para hacerme una escapada. Volver a ver a mi familia, mis amigos es algo que esperé mucho, algunos viajaron a París pero la mayoría no pudo por sus cosas. Ya en lo deportivo, nunca dejo de entrenar, por más que este mes fue más tranquilo todo, sigo haciendo laburos de fuerza, movilidad y pasadas largas. Gustavo ya arrancó a mandarme planificaciones, torneos y mil cosas más, el sueño de repetir en Los Angeles 2028 está y me vuelvo loca por estar, pero todavía falta. Quiero mirar para atrás y ver todo lo que fue este último año y medio, por más que cada tanto lo hago, estoy haciendo un análisis mucho más largo. 

– ¿Cómo ves a la natación Argentina en el futuro? ¿alcanza con lo que hay? 

-En Argentina todo es carísimo, se está viendo una transición y van a llegar muchos chicos de 20, 21 o 22 años. A esa edad es difícil mejorar si no hay con qué, pese a que los padres pueden bancarlos, la realidad es que es muy jodido. Se necesita invertir para ver mejoras en los números, en Lima 2019 se vieron resultados porque en los 4 años anteriores se había apostado y había recursos, hoy no están o cada vez están menos. No va en elogiar o criticar a cierto gobierno, la única verdad es que el deporte es de todos, de los que lo practican y de los que no. Entendemos que hoy no es prioridad, hay bastantes complicaciones que están antes de mejorar al deporte olímpico y es lógico que así suceda. Pero después el garrón nos lo comemos nosotros, creo que se podría hacer mucho más de lo que se hace.

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