viernes, noviembre 22, 2024

La noche inolvidable del “Gringo” Ribovics

Por Gustavo Rodríguez López

Terminado el segundo round, el argentino Esteban Ribovics se marcha caminando a su esquina del octágono. Del otro lado, su rival, el mexicano Daniel Zellhuber hace lo mismo, pero solo que antes se quita su bucal, y es rápidamente asistido por su equipo de preparadores. Uno de ellos le quita el sudor y la sangre de la frente, que era notoria. En su nariz, una hinchazón que parece más grande que el propio órgano del olfato. Mientras es atendido, las primeras palabras que salen de la boca de su entrenador son:

  •  “Esta pelea está jodidamente pareja”.

Esteban Ribovics, o como lo apodan en la UFC, “el Gringo”, es parte de la empresa desde agosto del 2022. Oriundo de Tartagal, en la provincia de Salta, con experiencia en artes marciales mixtas desde los 12 años de edad, el sábado tenía la oportunidad de brillar en “La Esfera”, ubicada en Las Vegas, en el evento N°306 de la compañía de MMA más importante de todo el planeta. El evento fue ambientado en el día de la independencia de México. El argentino partía la noche como visitante.

El árbitro da la orden para que los artistas se acomoden en el medio de la jaula. Ambos peleadores, orgullosos del combate realizado hasta el momento, proceden a darse la mano y un abrazo. Los dos guerreros con, su corazón enorme, ya se habían ganado a la gente. Solo faltaba que se decida el ganador de la pelea. Ambos están agotados. Cinco minutos finales, los segundos parecen alargarse. Un respiro más profundo, un movimiento en falso, y saben que la pelea puede acabar en un instante. Nadie parpadea.

Comienza el tercer round. La pelea está igualada. Los dos artistas inmediatamente empiezan a darse golpes y patadas, buscando sobreponerse a su rival para la victoria. Ambos se movían como una tormenta eléctrica, cada golpe chisporroteando con la promesa de un nocaut. El aire, denso, vibra con cada impacto seco de los puños contra la carne, mientras el rugido de la multitud envuelve el octágono como una bestia hambrienta. Dentro de las ocho esquinas parece una jaula viva, encerrando a dos fieras en una batalla primitiva, mientras las luces blancas zumban como depredadores esperando el momento de atacar.

UFC 290: Esteban Ribovics says bad weight cut hurt him, despite win | Transformando seu dia com sonhar com cabelo grande

 

Cincuenta y un segundos dentro del tercer asalto, “el Gringo” se alza al frente y recibe un potente codazo del mexicano que lo hace caer. El golpe llegó sin aviso, directo a la mandíbula. En un abrir y cerrar de ojos, el cuerpo de Esteban Ribovics colapsó como una marioneta a la que le cortaron los hilos. El rugido del público fue ensordecedor. Se escuchan gritos y aplausos desde toda la arena, que con su forma esférica retumba y genera un eco demencial que lo puede escuchar cualquiera que esté pasando por ‘Las Vegas Boulevard’. El primer derribo de la noche. Esta caída lo iba a desfavorecer en las tarjetas de los jueces, por lo que el argentino debe jugarse el todo por el todo para ganar un último round que parece ser el decisivo tras la paridad en los primeros dos. El salteño, tocado, rápidamente se pone de pie.

Un minuto y diez segundos de round, Daniel Zellhuber, midiendo distancia en un jab de izquierda, introduce su pulgar en el ojo derecho del “Gringo”. El árbitro, atento, frena la pelea y procede a retar al chilango. No es la primera advertencia de los dedos en los ojos que recibe en la pelea. El tartagalense, todavía tocado del codazo anterior, se repone de nuevo. Mira hacia la pantalla de la arena. Con una sonrisa en la cara le señala el panel, donde pasaba la repetición de la ilegalidad. Ambos se chocan los guantes. Continúan con su arte.

A falta de tres minutos y 15 segundos de que termine el combate. Esteban Ribovics conecta un enorme volado de derecha que deja visiblemente sentido a su rival. Empezó la cacería. Daniel Zellhuber tambalea, sin sensibilidad en las piernas, retrocede. Trata de huir para ganar tiempo. “El Gringo” lo persigue. Lo golpea con ambas manos. Se arriesga por completo mientras ofrece un espectáculo vibrante que busca alterar la percepción de los jueces. Son infinitos la cantidad de golpes que busca el argentino mientras su contrincante, semidormido, intenta retirarse.

Ribovics lo busca por toda la jaula. Quiere finalizar el combate. El mexicano empieza a caerse solo mientras huye del asedio. Se le dificulta sobrevivir ante una andanada de ladrillos. El argentino está agotado, aun así nada le impide ir hacia adelante, con ganchos al cuerpo y la cara cubiertas de sudor. “Un golpe más. Solo necesito un golpe más”, pensó. Su respiración era un tambor en sus oídos, cada músculo gritaba por descanso, pero no podía detenerse ahora.

Daniel Zellhuber estuvo un minuto completo intentando no caer desmayado a la lona. Los gritos del público empiezan a ser cada vez más fuertes. Toda “La Esfera” explota de forma exuberante de cara a los dos artistas dentro de las ocho esquinas. Parece necesaria la intervención del referí, ya que Zellhuber no contragolpea, aunque sigue con la cabeza en movimiento.

Ninguno afloja. Llueven golpes por doquier. Los cuatro guantes ensangrentados. Las narices abiertas. Los pómulos inflamados. Todos son testigos de la guerra que se está librando dentro de ese octágono. Falta un minuto para que finalice el combate, pero parece que el tiempo se frena y se hace eterno para ambos, que siguen arrojando volados con el fin de finalizar a su rival. Los artistas sacuden sus cabezas cual piñata.

Suena la bocina que da el fin de la pelea. El público salta desaforadamente de sus asientos, pidiendo que Ribovics y Zellhuber peleen toda la noche. Ambos levantan las manos en auge, emocionados con su performance en el octágono. Los latinos se abrazan tras el show que acaban de dar.

Michael Buffer, el anunciador, sube a la jaula, dispuesto a dar el veredicto de los jueces. Los peleadores, delante suya, con el árbitro entre ambos, aguardan el resultado. Con un silencio atroz, se anuncia que el primer juez da 29-28 a favor de Ribovics. El segundo jurado, concreta un puntaje de 29-28 para Zellhuber. El último define la pelea. El público, los combatientes, los entrenadores, suspensos ante el resultado. Con todo el dramatismo, se revela el resultado del último juez.

  • “29-28 para el ganador, por decisión dividida…Esteban “el Gringo” Ribovics”.

El argentino ruge de emoción. Levanta los brazos, sin antes felicitar a su rival, con el que demostró porque a la disciplina se la llama artes marciales mixtas. Esteban Ribovics consiguió la decimocuarta victoria de su carrera, y si su nombre todavía no era famoso, ahora lo conoce el mundo entero.

Esteban Ribovics: Argentina Presente En Noche UFC | UFC

 

Más notas