Por Martina Espada
El 21 de abril se jugó en el Superdomo de La Rioja la final de la Liga Femenina Argentina de Vóley entre Estudiantes de La Plata y el CEF5 de La Rioja. Aunque El Pincha no pudo coronar la gloria máxima, es la primera vez que se clasifica accediendo a la final de la Liga. En el estadio Jorge Luis Hirschi, conocido como UNO, cayeron 3-0 y en la vuelta no pudieron encumbrar el resultado. A la vez tuvieron un acompañamiento portentoso: 12 mil personas estuvieron presentes. Para el equipo fue muy duro, no está acostumbrado a esa multitud pero también fue un mérito importante llegar por el camino que transitaron. “Hicimos una Liga de menor a mayor, creo que eso nos ha llevado a jugar una final” dice Eduardo Rodríguez, entrenador del equipo platense.
“Hubo un crecimiento del vóley femenino, fue la primera vez que se llenó tanto un estadio así. Fue muy impresionante el lugar donde se hizo y la cantidad de gente que fue” expresó Giuliana Stellato, jugadora que se desempeña como central. Valentina Paredes, que juega en el club desde 2020, recorrió el proceso del grupo para poder llegar a la final: “Fue larguísimo y duro, tuvimos buenos y malos momentos. Ver todo ese esfuerzo reflejado en lo que trabajamos, no solamente en esta competencia sino desde antes que venimos buscando estar ahí, fue un alegría enorme no solo para nosotros si no que para la institución también. Hicimos historia”.
Por su parte, el entrenador manifestó: “Hay un proceso de seis años que nos permitió llegar a esta final. No surgió de un día para el otro”. Está en el club desde enero del 2018. El equipo floreció y la estructura cambió desde su llegada. Empezó con chicas jóvenes y un plantel nutrido por las inferiores del club. Se cimentó y, además, se sumaron más jugadoras y personal especializado. “Para alcanzar estar en esa instancia necesitas cuatro pilares: 25% de alimentación, 25% de entrenamiento, 25% de descanso y 25% de manejo del estrés. El club progresó un montón y se lo pudimos devolver con llegar a las dos finales. Se demostró que era necesario cubrir todo y que a veces con un entrenador no alcanza”, mencionó Juliana Bottero, licenciada en nutrición y antropometrista, que integra el equipo técnico hace ya dos años.
La conformación de un equipo de profesionales que las asiste, hizo que tengan mejores desempeños. Trabajan todos en conjunto de manera mancomunada y con un mismo propósito. Hay reuniones de staff en las cuales plantean los desafíos y a partir de ahí cada uno, dentro de su estructura, trabaja para poder cumplirlo. “En el alto rendimiento hay una característica muy importante que es saber hacerlo muy bien y este staff es muy profesional, sabe lo que tiene que hacer y eso le da la posibilidad a la jugadora que desde todos los ámbitos tenga las herramientas necesarias para que pueda competir”, indica Rodríguez. Las potenció la incorporación de una psicóloga para que puedan conocerse entre ellas: que haya más confianza y comunicación.
Para Valentina Paredes, la nutricionista es una presencia importante porque empezó a hacer controles más seguidos. “Hacemos mediciones cada tres o cuatro semanas y saben que tienen que llegar bien. En líneas generales mejoró un montón la alimentación, se nota por el rendimiento”, sentenció Juliana Bottero. Actualmente el cuerpo técnico lo conforma: Claudio Álvarez (preparador físico), Ana Seola (coordinadora), Lorena Eletto (psicóloga), Juliana Bottero (nutricionista) y Federico Borrajo (kinesiólogo). “Es una parte importante el trabajo del kinesiólogo” reveló Rodríguez.
El equipo ahora está concentrado en mantener la base que lo llevó a participar de dos finales. Se encuentra en una etapa de reorganización. La jugadora que ocupa la posición de central refiere que hubo cambios auspiciosos en el equipo y anhela poder alcanzar los primeros puestos: “Ahora el equipo cambió y nos estamos conociendo de nuevo, armando el grupo. Reacomodando y reorganizando todo”. El lunes 13 de mayo empezaron a entrenar después de haber disputado la final y tener un receso de tres semanas.
Mientras permanecieron en ese intervalo les acercaron las consignas de entrenamiento físico y las pautas alimentarias que deben seguir en el ínterin. “No estamos acostumbradas a llegar a las últimas instancias entonces se hizo pesado a lo último. Al principio era descansar y aflojar para que después nos manden un plan que tenemos que seguir en nuestras casas así cuando volvamos no estar fuera de estado”, comentó Valentina Paredes sobre su descanso. Los entrenamientos son de lunes a sábados y consisten en una batería de actividades pensadas a la medida de las necesidades específicas: pesas, pelota y gimnasio. Cada 15 días se realizan los controles y las mediciones con la nutricionista y al mismo tiempo les brinda asistencia la psicóloga, respecto de quien las jugadoras remarcan que es “importante en el equipo”. Aunque suele estar más en la etapa de competición. El 4 de junio comenzó el Metropolitano, las expectativas son altas y se busca más exigencia en la línea de la composición corporal para que haya más constancia y se desvíen cada vez menos.
Juliana Bottero dice que, a veces, “no se dan cuenta que son atletas de alto rendimiento”. El vóley no te permite vivir de eso, algunas chicas estudian o trabajan. ¿Cuál es la diferencia entre un deportista aficionado con un atleta de alto rendimiento? “El atleta vive de su cuerpo y lo tiene que cuidar, debe tener menos desbalances. Hay un requerimiento y un gasto mucho más alto, las chicas entrenan todos los días de lunes a viernes y a veces los sábados. Tienen que cuidarse lo más posible para que el cuerpo pueda rendir, no pueden estar cansadas para no venir a entrenar. Cuanto mejor alimentado estas hay menos posibilidad de lesiones y ellas no se pueden permitir quedar afuera porque es su trabajo, es su competencia”, explicó la nutricionista.
Bottero se propone que integren una eficaz educación alimentaria, así no tienen que depender 100% del nutricionista y puedan entender cómo preparar sus comidas. “La alimentación es la nafta del deportista, influye tanto en el rendimiento como en la energía para entrenar, en la recuperación y en no enfermarse. Si comen poco y tienen poca energía, hay más posibilidades que se enfermen y si eso pasa se quedan afuera. Cuando hay partidos importantes, si no estoy bien alimentada el cuerpo no llega y no rinde. Hoy se demostró que las chicas rinden porque entienden que la comida es el motor de todos los días”, explicó acerca de por qué es valiosa una buena alimentación y para que no se desencadenan los problemas alimenticios.
Problemas alimenticios en el vóley
Estas complicaciones en los deportistas son frecuentes. Asimismo la preocupación por la parte externa del cuerpo; lo estético también lo es. “Fue muy difícil al principio, más allá del problema alimenticio es el tema de la cultura de las mujeres flacas. Ese tema fue complicado, las primeras mediciones, y subirse a la balanza fue duro. Les enseñe que hay un montón de parámetros y que el peso no es lo único que importa, es un factor más, lo importante es que rindan. Que la composición corporal les permita estar dentro de la cancha. Teníamos que ajustar cosas porque tenía un compromiso con el club para rendir lo mejor posible, al principio fue dificultoso aunque después se fueron amigando. Hoy en día solas se suben a la balanza sin problema y buscan estar mejor”. En la práctica del vóley en Estudiantes, se logró disminuir el nivel de ansiedad por el aspecto físico, y se consiguió hacer foco en el rendimiento. “Entendernos y acoplarnos a eso al principio costó un poco pero después lo pudimos llevar a cabo”, exteriorizó Valentina Paredes.
Una adecuada alimentación, preparación física y descanso, junto con el acompañamiento y soporte psicológico es primordial para un buen desarrollo psicofísico de las jugadoras. La vieja e infalible fórmula de mens sana in corpore sano. Por su parte, Claudio Álvarez y Juliana Bottero acuerdan en sociedad los objetivos en común, y en momentos en que no hay competencias se dedican a robustecer la composición corporal de las jugadoras. “El trabajo físico que se hizo el año pasado es increíble, se notó el cambio. Cuando arranque había seis o siete chicas lesionadas. El año pasado la lesión fue casi cero, hubo dos molestias o alguna lesión por mala suerte. Trabajamos mucho en conjunto que es lo ideal, con todos y con el entrenador que avisa como van las chicas. Es un trabajo interdisciplinario”, resalta Bottero sobre el progreso que hizo prosperar al equipo.
Esta disciplina en Estudiantes se originó en la década del 70´ con la participación de la rama masculina, cuando se consagró campeón Metropolitano y Argentino. Se vuelve a retomar por los 90, con los hombres y las mujeres. En 2010 las chicas ascendieron a División de Honor (máxima categoría) y a su vez empezaron a jugar en la Liga Femenina. “Nosotros veníamos de llegar a la final del torneo Metropolitano y se nos había escapado por algunos detalles contra Boca” puntualizó. En 2023 fueron subcampeonas del Metropolitano por primera vez en su historia gracias al proceso llevado a cabo por expertos que se incorporaron y por las jugadoras. “Estudiantes ya es un club que se va a proponer estar entre los mejores equipos de cada competencia que juegue”, detalló Rodríguez.