viernes, octubre 18, 2024

Mariano Navone, de 9 de Julio a París: los Juegos Olímpicos como punta del iceberg

Por Iñaki Porto 

Mariano Navone toma su raqueta y se dispone a entrenar en pasto. Acomoda cinco pelotitas de modo que formen un cuadrado con una en el medio, como el cinco de los dados. Corre hacia una e impacta al aire con su raqueta, corre hacia otra y lo mismo. No se está preparando para Wimbledon, ni para la gira de césped. Es 2020, hace unos meses cumplió 19 años y no puede salir de su casa ni para entrenar. Apoya un colchón en una pared, lo va a usar de frontón para pelotear.

Ahora, en 2024, corre hacia adelante para atacar la red, en su enfrentamiento contra Jack Draper, en la primera ronda del ATP 500 de Queen’s, y se tropieza. Cae de cara al césped británico. En el suelo sonríe y se levanta. No ganó ni un solo set en los cuatro partidos que jugó en esa superficie. Tiene mucho por mejorar. “El progreso no es la eliminación de los problemas, es cambiar el tipo de problema”, recordó Julio Velasco, en Clank, que le había escuchado decir alguna vez a un amigo suyo. 

En el día en el que Alberto Fernández anuncia la cuarentena obligatoria por el Covid-19, previo a comenzar a entrenar en el patio de su casa, en 9 de Julio, provincia de Buenos Aires, Navone recibe una gran noticia. No, no entrará a la qualy de Roland Garros por la baja de Rafael Nadal. Para eso tendrá que esperar -trabajar, entrenar- tres años más. Dunlop le dará seis raquetas, un raquetero, un maletero, tres packs de 30 grips y tres tubos de tinta para pintar el logo en el encordado. Consiguió sponsor. Está feliz.

“Temía no poder sacar un punto ATP más”, me dijo Mariano en una entrevista que hicimos en octubre de 2022. Hacía referencia a una mala racha de cuatro derrotas seguidas que había acumulado a finales de abril y principios de mayo. En los primeros meses de ese año, había accedido a cambiar la empuñadura de su derecha, a aprender a pegar uno de los golpes más importantes del deporte, prácticamente, desde cero. Esa mala racha, lo llevó a twittear -es bastante activo en la ex red social del pajarito-: “A la navoneta no le llegan los repuestos, ¿alguien tiene un cerebro de más para vender?”. 

Es una metáfora, claro, pero de alguna manera él necesitaba uno en serio. Lo consiguió. Tres semanas después de esa derrota, en su vuelta al país para jugar el Challenger de Corrientes, se quedó varado en Brasil por dos días. “Viajé con un grupo de señoras mayores, unos chicos de Nigeria que venían a jugar al polo -cuenta-, una mezcla de gente de todo el mundo. Esos días nos quedamos tomando mate, disfruté, me encantó y estaba re contento. Volví a ser feliz, a sonreír, a dejar de estar tan peleado con el tenis”. En las dos semanas siguientes llegó a la final en su tercera y cuarta participación en torneos Challenger. Subió más de 150 puestos en el ranking. Julia Arcucci, entrenadora de Mariano en su etapa formativa en el Club Atlético 9 de Julio, me comenta: “La diferencia que tenía con otros chicos, además del talento, era el disfrute. Mariano disfruta de jugar al tenis y eso se nota hoy en día”.

Su etapa formativa en Atlético fue amplia y alegre. Las primeras veces llegaba en cochecito, acompañado de su madre, su padre y sus hermanas que iban a jugar los fines de semana y siempre mantuvieron la pasión por el tenis. Empezó en la escuelita a los cinco años. “Lo que más destaco de Mariano es la predisposición que tenía para jugar y entrenar, pasaba muchas horas en el club”, me dice Guillermo Cristobal, el entrenador que le enseñó a jugar y lo acompañó durante su formación.

Hace años que, pese a no practicar ni competir en 9 de Julio, Mariano sigue pasando tiempo en Atlético: cuando vuelve a la ciudad va de visita, sus partidos casi nunca faltan en alguna pantalla y desde hace unos meses hay un afiche de una imagen suya en el ATP 500 de Río que duplica en altura a muchos de los pequeños que van a entrenar al club y se sacan fotos con él. Con los niños tiene una relación especial. Cuando salió campeón del Challenger de Buenos Aires en el Racket Club, en octubre de 2023, se sacó una foto con los ball kids. “Con la gorrita para atrás”, sugirió uno de los chicos y varios se sumaron. “Dale, yo también me la pongo”, aceptó La Nave -como lo suelen apodar-, entre risas.

 Como todo admirado, Navone también fue admirador. Creció viendo a La Legión Argentina -los que más le gustaban eran Guillermo Coria y David Nalbandian- y observando mucho a Novak Djokovic, incluso cuando todavía estaba a las sombras de Rafael Nadal y Roger Federer. Hay una foto suya dormido en el suelo, con una raqueta a su lado y un partido de tenis en el televisor. El primer regalo que recibió cuando nació fue un sonajero con forma de raqueta de tenis, de parte de su abuela materna. 

***

Mariano está sentado en un sillón junto a Alexia y Benicio, dos ball kids del Challenger de Santa Fe. A su derecha hay otros dos: Athina y Santino. A su izquierda, Emma. Los niños lo entrevistan. Él, brazos cruzados y gorrita hacia atrás se muestra simpático y se tienta de la risa con ellos cada dos palabras. La charla, de todas formas, no carece de profundidad. Mariano les habla de la “profesión”, de soportar ganar y perder “no menos de 30 semanas al año”. “Yo desde 2019, que me hice profesional, perdí todas las semanas que jugué”, les cuenta, les enseña, simple y con el ejemplo. Señala a los chicos con la cabeza y destaca que hay que enseñarles a convivir con eso. También, menciona que pudo hacer la secundaria presencial y que eso le demandó estudiar cuando estaba cansado, pero le regaló una vida social muy linda: “Hacía cosas de chico, cuando era chico y no quemaba etapas”. Les menciona que a los 16 colgó la raqueta por tres meses, cuando años antes había llegado a ser el tercer mejor tenista del país en su categoría. En frente suyo hay una mesa ratona y un trofeo de cada lado. Los ganó las últimas dos semanas y son sus únicas conquistas como profesional. Los niños lo aplauden, dos de ellos toman los trofeos. Seis sonrisas de oreja a oreja posan para una foto.                                                                                                              

Las dos copas son de los Challengers de Poznan y Santa Fe: dos de las cinco que ganó en 2023. Fue el tenista que más títulos cosechó ese año en la categoría. Sin embargo, antes de conquistar las tres siguientes -en Santa Cruz de la Sierra, Buenos Aires y Santa Fe II-, de manera espontánea, surgió un cambió clave: el de “la extensión de su brazo”.

“Esa raqueta está buena”, le dice Andrés Dellatorre, entrenador de Navone, a su pupilo, que está entrando en calor con Marco Trungelliti en la previa a su partido de primera ronda de la qualy del Abierto de los Estados Unidos. “Quiero que la pruebes porque está buenísima”, agrega Dellatorre. Navone pierde 6-1, 6-2 ante Lukas Klein. A la noche se cruza a Trungelliti, le comenta acerca de la raqueta y el santiagueño le da una que no va a usar. Cuando Navone la prueba, queda fascinado. La encuerda dos veces por día para usarla para entrenar durante una semana en Buenos Aires y viaja con esa sola al Challenger de Santa Cruz de la Sierra (Bolivia). “Todos nos decían que estábamos haciendo una ridiculez”, contó Navone en Urbana Play. Dellatorre le lleva tres más que Trungelliti tenía en su domicilio en Andorra. Desde ese momento, hasta que terminó el año, en el circuito Challenger, Navone ganó 19 partidos, perdió dos; jugó cuatro finales y ganó tres.

Juan Bargas compartió con Navone decenas de partidos en 9 de Julio, incluida una final de la categoría “Primera” de la ciudad en 2018. En su perfil de Instagram, tiene tres publicaciones y una historia destacada con Navone. Actualmente, es profesor de tenis en el Club Atlético San Martín.

-Che ¿cómo andás? Si sigue así vamos a tener que reprogramar el entrenamiento así vemos a La Nave.

-Tranqui, Juan, vamos hablando y si termina antes de las 19 y estás, entrenamos.

-Sinceramente, no me quiero perder su debut ATP.

-Nooooo, yo tampoco, ni loco.

Esta conversación de WhatsApp entre Bargas y un alumno suyo es del 6 de febrero de este año. Mariano cayó 5-7, 6-3, 6-3 ante Roberto Carballés Baena en la primera ronda del ATP 250 de Córdoba. Cuando iban 3-3 en el set decisivo se acalambró y el partido se le tornó cuesta arriba. “Me acuerdo que una vez le gané 7-6 un set -me cuenta Juan-, pero como él era chico y ya era de noche se tuvo que ir del club. Al otro día me mandó: ‘Juan, lo terminamos hoy’ y me cagó a pelotazos 6-2, 6-2”. En los siguientes cuatro torneos ATP que jugó, tras su debut, Navone fue semifinalista en uno y finalista en dos. Le metió un doble 6-2 al circuito. 

El 21 de febrero de este año, en el ATP 500 de Río de Janeiro, Navone ganó su primer partido a nivel ATP. Cuando le acercaron la cámara para que firmara en el lente -algo tradicional en el tenis- escribió “La navonee” y “9 de Julio”. Debajo, dibujó una carita sonriente. En un momento sumamente trascendental de su carrera -quizá en todos, o casi todos- tuvo presentes sus orígenes. “Tuve que hacer mucho esfuerzo, viajar para entrenar, al principio desde 9 de Julio a Junín todos los días, antes de vivir en Buenos Aires. Hay mucho de eso en cada bola que no quiero desperdiciar”, me había dicho, poco más de cuatro meses antes, tras consagrarse en el Racket. 

En la tercera ronda del Abierto de Río -tras derrotar a Yannick Hanfmann- se cruzó con Joao Fonseca, local y joyita del tenis sudamericano. El jóven de 17 años buscaba convertirse en el primer brasileño en llegar a la semifinal del torneo más importante de su país. El Estadio Guga Kuerten estaba colmado. “Era chiquitito y cuanto más gente lo iba a ver, mejor jugaba y su nivel crecía. A mi me sorprendía y lo felicitaba”, recuerda Arcucci. A 10 km del estadio mundialista, Mariano Navone firmó su “Maracanazo”.

Navone llegó hasta la final y perdió con Sebastián Báez. Atlético 9 de Julio convocó a sus socios a ver el partido en el club. ”Miles de veces lo vimos llegar al club. Hoy tiene que vernos llegar a nosotros”, se podía leer en las redes de la institución. La final coincidió con el superclásico del fútbol argentino. Sin embargo, decenas de personas alentaron a La Nave en el quincho donde hoy está su afiche.

Roland Garros es un torneo especial para Navone. Allí, en 2023, debutó en la qualy de un Grand Slam -perdió 6-0, 6-4 ante Klein- y este año se convirtió en el primer tenista en la historia en estrenarse en el cuadro principal de un Major como preclasificado. Roland Garros será sede del tenis olímpico en los Juegos de París.

Navone será uno de los seis tenistas masculinos que formarán parte de la delegación argentina, comandada por Guillermo Coria, en los Juegos Olímpicos de París 2024. Hace cinco meses, el nuevejuliense no estaba entre los 100 mejores del ranking de la ATP. Hasta hace poco más de un año, nunca había ganado un título como profesional. 

Los Juegos Olímpicos, por ahora, son la punta de un iceberg -la carrera de Navone- que seguirá creciendo. Sin embargo, este evento ya había aparecido muy en el fondo del océano, cuando un  Mariano Navone de 15, que al año siguiente dejaría el tenis por tres meses, escribía en su cuenta de Twitter: “Qué lindos son los Juegos Olímpicos, un sueño estar en una villa olímpica”. Estará.

 

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