viernes, noviembre 22, 2024

Colin Kaepernick, el deportista rebelde del siglo XXI

Por Federico Bajo

Al boxeador estadounidense Jack Johnson lo condenaron a nueve meses de prisión por ser negro y tener una relación con una mujer blanca. Muhammad Ali, acaso uno de los mejores pugilistas de todos los tiempos, se ganó odios y suspensiones al plantarse ante una sociedad racista y anunciar que dejaba de llamarse Classius Clay porque ese era “un nombre de esclavo”. Tommie Smith y John Carlos, primero y tercero en los 200 metros de los Juegos Olímpicos de México 1968, fueron echados por el Comité Olímpico Internacional por haberse manifestado políticamente. Parados en el podio, levantaron el puño y agacharon su cabeza mientras sonaba el himno norteamericano. Al volver a su país sufrieron ostracismo, amenazas de muerte y sus vidas fueron devastadas. En la actualidad, Estados Unidos, el mismo lugar en donde en el siglo XIX el Ku Klux Klan linchaba, ahorcaba y mutilaba negros, vuelve a tener en Colin Kaepernick a un deportista que sufre las consecuencias de hacerle frente a la segregación racial.   

El 1 de septiembre de 2016 la Liga Nacional de Fútbol Americano (NFL, en inglés) vivió un hecho histórico. Kaepernick, jugador afrodescendiente que en aquel momento integraba el plantel de San Francisco 49ers, se arrodillo en el campo de juego cuando sonaba el himno estadounidense en la ceremonia previa de cada partido. A él se le sumo Eric Read, compañero de equipo, y en las semanas siguientes se acoplaron más deportistas.No voy a ponerme de pie para demostrar orgullo por la bandera de un país que oprime a las personas de color. Para mí, esto es más grande que el fútbol y sería egoísta de mi parte mirar hacia otro lado”, explicó luego el mariscal de campo. Lo que expresó Kaepernick se vuelve más preocupante si se miran los números: un informe de la Oficina Federal de Investigaciones (FBI) contabilizó que durante todo el 2017 en Estados Unidos ocurrieron 7175 delitos de odio, contra los 6125 de 2016, y de esa cantidad 2013 fueron contra afroamericanos, un 48,6%. Los motivos de esta violencia los intenta explicar Michelle Alexander, abogada afrodescendiente, en su libro El color de la justicia: la nueva segregación racial en Estados Unidos. Allí plantea que en su país la esclavitud de la población negra nunca se extinguió, sino que se ha perpetuado detrás de una serie de leyes que los someten.

Aquel gesto de Kaepernick, tildado de antipatriótico por los nacionalistas, significó el fin, al menos por ahora, de su carrera deportiva. En marzo de 2017 el quarterback finalizó su contrato con los San Francisco 49ers y desde allí no ha vuelto a ser contratado por ninguna de las 32 franquicias de la NFL. El jugador denunció un complot en su contra porque otros mariscales, con estadísticas de rendimiento menores, han sido fichados. Pese a todo, Colin, un “hijo de puta” según lo definió el presidente Donald Trump, está dispuesto a dejar el fútbol americano por su causa. “De ser así –dijo- sabré que he hecho lo correcto”.

En octubre de 2017 una multitud de personas se arrodilló en las afueras de un estadio en el mismo momento que adentro jugaban los Baltimores Ravens ante Chicago Bears. Todos fueron convocados vía redes sociales por Jamal Harrison Bryant, pastor afroamericano, en apoyo a Kaepernick. La imagen que anunciaba el horario y día del reclamo es un fontomontaje en el que se ve a Kaepernick de rodillas en el césped con la mirada fija en el piso y las tribunas repletas a sus espaldas. Junto a él, en la misma posición, lo acompaña un hombre que viste un traje. Es Martin Luther King, ese mismo que transformó un gesto de alabanza en un símbolo del reclamo por los derechos civiles cuando en 1965, hincado, dirigió una oración en plena calle como protesta por el arresto de 250 afroamericanos. En Estados Unidos la violencia contra las personas de color existió siempre. En 2017, según un registro del diario The Washington Post, la policía asesino a 223 negros, de los cuales 20 estaban desarmados.Tranquila, señora, nosotros solo matamos a negros”, le dijo el teniente Greg Abbott, del departamento policial de Georgia, a una mujer que se había salteado un control vehicular y no quería bajar las manos por miedo a que ocurriera lo que había visto en los videos viralizados de agentes disparando contra ciudadanos.

Al mes siguiente de aquella manifestación del público, jugadores e incluso dueños de distintas franquicias escucharon el himno parados sobre el césped con sus brazos entrelazados. Sin embargo, esta vez no fue en honor a Kaepernick, sino una demostración de poder de la NFL, la liga deportiva más millonaria del mundo, hacia Trump, quien había escrito en Twitter que la federación estaba en declive por tolerar las protestas y por tomar medidas para reducir el daño cerebral entre los deportistas.

“Una vez más, no soy antiamericano. Me encanta América. Amo a la gente. Es por eso que estoy haciendo esto. Quiero ayudar a mejorar a Estados Unidos”, debió aclarar el jugador, que fue criticado el año pasado por firmar un contrato para ser la imagen de la campaña de Nike. Incluso en redes sociales circularon videos en los que se veía indumentaria deportiva de la firma que era prendida fuego. De todos modos, Kaepernick, el deportista rebelde del siglo XXI, fue reconocido por Amnistía Internacional (AI) con el Premio Embajador de Conciencia debido a que no solo enfrentó a los poderosos, sino que también donó 1.000.000 de dólares de su propio dinero a 37 organizaciones diferentes que luchan por la justicia, sumado a que fundó y financia los campamentos “Conoce tus derechos” para jóvenes de comunidades vulnerables.

En 2020 la dinamitada carrera de Colin podría resurgir. Un  portavoz de la XFL, una liga de fútbol americano mucho más violenta que tuvo su única temporada en 2001, confirmó que hubo conversaciones con Kaepernick para que juegue en el torneo de primavera que “volvería renovado”, según dijo Vince McMahon, el millonario propietario de la XFL. Por ahora, Kaepernick, fiel a su estilo, sigue sin hablar. La última vez que lo hizo fue en abril de 2018 cuando recibió el galardón de AI.

“Es el Muhammad Ali de esta generación”, definió al quarterback el sociólogo Harry Edwards, quien incitó a Carlos y Smith a hacer el saludo del Black Power en México. Edwards, además, fue uno de los que estimuló el interés de Colin por los abusos policiales que sufren los afroamericanos y quien le recomendó leer la autobiografía de Malcom X y a la escritora Maya Angelou, defensora de los derechos civiles y la igualdad, que en su poema “A pesar de todo me levanto” dice: “Puedes dispararme con tus palabras,/puedes herirme con tus ojos,/puedes matarme con tu odio,/y aún así, como el aire, yo me levanto”.

Colin, nacido hace 31 años en Milwaukee y que tenía apenas semanas cuando fue adoptado por Rick y Teresa -una pareja de blancos que ya tenía dos hijos: Kyle y Devon-, notó que más allá de los límites de la cancha había algo que estaba mal y decidió hacer algo. Intervenir para cambiarlo. A veces, es cuestión de tomar decisiones, de asumir riesgos. Como éste deportista, que encontró en el silencio una voz para su reclamo.

 

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