Por Cristian Sánchez
La Liga Nacional es el escenario en el que grandes equipos se establecieron como pilares de la historia del básquet en la Argentina, como Atenas de Córdoba y Ferro. Sin embargo, también dio lugar a aquellos que se atrevieron a jugársela y competir al máximo nivel, aunque sin un proyecto sustentable, que los llevó a perdurar muy poco en la cima.
“Los equipos que salieron campeones en la Liga perdieron dinero: todos quedaron en economía deficitaria”, se atrevió a sentenciar Daniel “Zeta” Rodríguez, quien fue entrenador de Gimnasia y Esgrima y Pedernera Unidos (GEPU) a partir de 1990, en UcU Web Radio. Aquel conjunto de San Luis ascendió a la primera categoría en 1989 y se salvó del descenso en la posterior (quedó 12°, a seis puntos del 13° y a diez del 14°, que cayeron de forma directa). Sin embargo, para la campaña 90/91 GEPU dio un giro drástico y, gracias al apoyo de los hermanos Adolfo y Alberto Rodríguez Saa -quienes lo utilizaron como una vidriera para mostrar a San Luis como provincia y al desarrollo del deporte, como dijo Zeta Rodríguez- formó un plantel que ganó la Liga (foto) con: Héctor “Pichi” Campana, quien venía de ser nombrado mejor jugador de la competición dos años seguidos, Diego Maggi, Charles Parker, Carl Amos y Gustavo Ismael Fernández.
A pesar del campeonato, Campana decidió volver a Atenas para sumarse a Marcelo Milanesio y formar otro súper equipo que venció a GEPU en la final de la temporada 91/92. El “griego”, luego de su cuarto título, supo mantenerse en la Liga Nacional. No así el conjunto de San Luis, que consiguió un nuevo campeonato en 1993, tras tomarse revancha frente al conjunto cordobés, y desapareció luego de la venta de su plaza en primera a Andino de La Rioja. El éxito deportivo representó una inversión que no se recuperó.
No todas las historias tienen finales tristes, o por lo menos un final. A Olimpia de Venado Tuerto y a Independiente de General Pico les pasó algo parecido: se desarrollaron muy de golpe y decayeron. El equipo de Venado Tuerto ascendió a la Liga en 1991, luego de dos temporadas en la B, y desarrolló un proyecto más que interesante con grandes nombres, como Alejandro Montecchia, Jorge Racca y los juveniles Leo Gutiérrez y Lucas Victoriano quienes cosecharon dos terceros puestos en las temporadas 93/94 y 94/95.
En la 95/96 alcanzaron el segundo puesto de la fase regular, que los puso en las finales contra Independiente de General Pico, el conjunto que había subido a la A en 1993 y ya había llegado a otra definición en su primera campaña. La serie se estiró hasta el último partido e Independiente se quedó con su único título en la Liga, pese a llegar a cuatro finales en su fugaz paso por la máxima competición, ya que en 1998 descendió, luego de lidiar con graves problemas económicos que dieron lugar a falta de pagos y malestar dentro del plantel. Era un equipo sin demasiada trayectoria en el básquet, por lo que sus bases no fueron sólidas, algo que se repitió más adelante con un equipo que hizo historia: San Lorenzo.
Olimpia se tomó revancha ante Atenas y se consagró de forma excepcional, en 1996, acontecimiento que no sólo marcó su punto más alto, sino que también su debacle institucional: con dos campeonatos posteriores en mitad de tabla y otro en el que se salvaron del descenso en un duelo frente a Deportivo Roca, descendieron a la segunda categoría del básquet argentino en la 99/2000.
El caso de Olimpia estuvo condicionado por un actor fundamental: el Banco Integrado Departamental, más conocido como BID, que era el principal sponsor de la institución venadense. No fue casualidad que, en el momento que comenzó a decaer este banco, empezó también el declive del equipo. Para 2009 debía alrededor de un millón y medio de pesos, por lo que presentaron la quiebra. Sin embargo, los socios se hicieron cargo del club y comenzaron un proceso de recuperación económica que llevó mucho tiempo y solidaridad de sus afiliados y directivos. Se evitó el remate de su estadio, se levantó el pedido de quiebra en 2017 y, gracias a que nunca dejaron de competir, el 12 de diciembre de 2021 consiguieron ganar un título con jugadores salidos del club: el de la Asociación Venadense.
Ben Hur es otro ejemplo de equipo que decayó, de una forma tan abrupta como clara: ascendió en 2002 y tuvo un par de temporadas en mitad de tabla, sin mucho protagonismo en la Liga Nacional. Gracias a un gran aporte de la mutual -entidad solidaria vinculada al club- y de Ilolay, para la temporada 2004/05 contó con Julio Lamas, quien ya era un entrenador de élite y volvía de su paso por España, donde dirigió al Real Madrid, y con Leo Gutiérrez como figura (foto). No sólo arrasó en la temporada regular, con el récord de más partidos ganados con un 83,6% -hasta que San Lorenzo se lo arrebató en la 2018/19 con un 84%-, sino que también se consagró ante el campeón de la edición pasada: Boca. Con una eliminación en semifinales en la campaña siguiente y la pérdida del aporte de la mutual y de la marca de lácteos Ilolay, Ben Hur descendió en 2008 y no volvió a las categorías superiores.
Aunque no volvió a suceder el hecho de que un equipo de Liga Nacional tenga un período de gloria y ocaso tan cortos, casi al punto de desaparecer, el mayor exponente del básquet argentino y sudamericano de los últimos siete años tiene todas las fichas como para agregarse a esta lista. Este es el caso de San Lorenzo de Almagro.
Con la disciplina apenas desarrollada, aunque supo ser parte de los primeros equipos en competir en la Liga a mediados de los 80, San Lorenzo compró la plaza, en una fusión con Sportivo 9 de Julio, en alrededor de 4,5 millones de pesos; según el dirigente del club Sebastián Papini, para disputar la campaña 2015/16 con un equipo a armar totalmente desde cero. Walter Herrmann, Marcos Mata y Nicolás “Penka” Aguirre, entre otros, dieron comienzo a la mayor racha de campeonatos conseguidos de forma consecutiva en la historia de la Liga: cinco. Con renovaciones de plantel todas las temporadas, la inclusión de jugadores de mayor peso, hasta ex NBA, y una dirigencia encabezada por Marcelo Tinelli -vicepresidente, aunque de mayor peso en el básquet- y Matías Lammens -presidente-, San Lorenzo arrasó a nivel nacional e internacional, con dos Ligas de las Américas, e incluso con los dos primeros encuentros en la historia frente a franquicias NBA: ante Toronto Raptors y Cleveland Cavaliers en 2016.
Pero nada fue gratis. Ningún equipo contrataba jugadores extranjeros y estrellas de la Liga Nacional, como lo hizo San Lorenzo, y esto derivó en la debacle que comenzó en la campaña 2021/2022. El primer golpe lo dio el Penka Aguirre, con su despedida luego de cinco años con la camiseta azulgrana y tras convertirse en el único jugador en la historia de la Liga Nacional en ganar seis campeonatos seguidos (uno con Quimsa y cinco con San Lorenzo). El segundo lo dio Silvio Santander, con una salida cargada de denuncias en redes sociales contra Marcelo Tinelli por una deuda que mantenía la institución con él. El tercero, la ausencia de Tinelli como presidente de la institución y dirigente a cargo del básquet, que culminó con su renuncia en mayo de 2022.
San Lorenzo se sostuvo con lo que pudo. Jugaron algunos pibes de las inferiores e incorporaron basquetbolistas de menor calibre al que se había acostumbrado, como Matías Sandes -quien ya había vestido la camiseta azulgrana entre 2016 y 2018-, José Defelippo y Lucas Pérez. Además, se sumó al entrenador Álvaro Castiñeira -quien también es hincha del club- para brindar experiencia y orden al equipo. Sin embargo, no quiso completar la temporada ya que no sólo sintió que su ciclo había acabado cuando logró salvarlos del descenso, sino que también porque casi no tuvo relación con los dirigentes. A Castiñeira lo había llevado Nicolás Fraiman, directivo del básquet de San Lorenzo, quien también renunció a través de sus redes sociales por una pérdida importante de dinero que había puesto para la disciplina.
San Lorenzo ya no era el gigante al que nadie se quería enfrentar porque se mostraba invencible, aunque ya había demostrado cierta flaqueza en su último campeonato en la temporada 2020/2021. Tampoco el estadio Roberto Pando de Boedo se inundaba de aplausos y de cantos como el de “u-ru-guayo”, por Mathías Calfani, cada vez que ingresaba al banco de suplentes a descansar. En la campaña 2021/22, estaba la incertidumbre por si se irían al descenso; por si los rumores de venta de su plaza en la máxima categoría se hacían reales. Rumores que siguen circulando en San Lorenzo.
El pentacampeón, de cara a la temporada 2022/23, se movió con las llegadas de jugadores que no tienen el renombre de los de antes y de forma muy tardía, comparada al resto de equipos de la Liga. Pero todo tiene una razón: denuncias en el tribunal de la FIBA por alrededor de un millón de dólares, no sólo de jugadores como Mathías Calfani o Donald Sims, sino también de agencias de representantes de jugadores NBA. Y con el antecedente de que San Lorenzo fue sancionado el año pasado con la inhabilitación para competir de forma internacional por sus deudas.
Aunque GEPU, Olimpia, Independiente, Ben Hur y San Lorenzo hayan brindado momentos históricos a la Liga Nacional y la situación económica de la Argentina no ayude a los clubes, lo cierto es que quienes realmente fortalecen al deporte en el país son aquellos que perduran en el tiempo. Quienes con proyectos a largo plazo representan a sus socios y enriquecen verdaderamente a esta Liga Nacional.