jueves, noviembre 21, 2024

¿Es libre un periodista que elige callar?

Por Melina Kellmer, Clara Palacio, Yanella Palacios y Sol Pochettino

¿La censura es una situación recurrente en los medios? ¿Hay más autocensura que voces calladas bajo ordenanza? ¿Se cuestiona este tema entre colegas? En base a diferentes testimonios e historias contadas en primera persona, se desarrollarán situaciones que vivieron algunos comunicadores dentro de la profesión, así como también analizarán el rol de las generaciones futuras y cuestionarán su propio llamado al silencio que muchas veces optan por hacer.

La palabra “censura” generalmente es asociada a la acción llevada a cabo por un superior de prohibir publicar o decir determinada información. A su vez, en los medios de comunicación hegemónicos, empresariales, independientes, existen otras maneras más sutiles de callar voces. Por ejemplo, no brindarle una cobertura a tal periodista, por identificar que su perfil o pensamientos ideológicos no favorecerían a los intereses que tienen los dueños con relación al tema a desarrollar.

Un caso conocido de censura directa fue el acontecimiento que sufrió Alexis Szewczyk a finales de 2013. Lo desvincularon de Torneos y Competencias luego de comentar al aire que el futbolista Joaquín Arzura del Club Atlético Tigre estaba jugando sin contrato.

A personas con mucho peso en la institución de Victoria esto no les cayó para nada bien. Creían que el periodista estaba investigando sobre los manejos dirigenciales, en momentos previos a elecciones legislativas, en la que uno de los candidatos era Sergio Massa, un hombre fuertemente vinculado con el club.

Sin embargo, Szewczyk había expuesto esta situación solo a raíz de que el Matador había perdido a otro jugador por no tener un vínculo contractual meses antes. Él buscaba hacer público este episodio con la única intención de que no volviera a suceder. “Fue un comentario ingenuo del partido”, manifestó el comunicador.

Más allá de este caso puntual y de algunos otros que no han salido a la luz, lo que más abunda son los intentos de censura, como el que contó Ezequiel Fernández Moores, cuando en diciembre de 1978 fue a Santa Cruz con acreditación de la Agencia de Noticias Argentinas, para cubrir las reuniones del presidente de facto Jorge Rafael Videla.

En una de ellas, el escritor se encontraba a menos de 10 metros del lugar donde conversaban el militar e integrantes de las Fuerzas Vivas. En un momento, le hacen una pregunta a Videla, y él responde que ‘buena o mala, la política económica al menos es estable’. Fernández Moores recuerda haber estado titulando con esa frase, cuando detrás suyo el director de prensa del gobierno, el Teniente General Mario Cándido Díaz, se acercó a remarcarle que no podía enviar la nota con esa rotulación, ya que si lo hacía medios como Crónica iban a hacer foco en lo negativo.

“Hice una llamada telefónica al Director Horacio Tato en Buenos Aires. Se enojó pero me dijo que me quede tranquilo, me explicó que todos los acreditados en Casa de Gobierno le mostraban lo que mandaban dado que era una práctica común”, relató.

Otro caso orientado fue el de Luciano González, redactor de la sección deportes del Diario Clarín, a quien le pidieron que escribiera una nota sobre un tópico en el cual la empresa tenía intereses en juego. Narró desde su punto de vista, pero eso no convenció a los dueños y decidieron no publicarla. Desde ese entonces no volvieron a pedirle que se encargara de artículos que sean controversiales para las inclinaciones del medio. Es por ello que para él es importante dejar en claro de antemano su ideología y que no va a ceder con ella, para evitar posibles circunstancias de la misma índole.

Por situaciones como estas, muchos trabajadores de prensa deciden autocensurarse sobre determinados temas que puedan llegar a causarles futuros conflictos, dado que han vivenciado despidos de compañeros, amenazas o que no puedan volver a ser contratados en otros lugares por haber hecho público su pensamiento. Son cuestiones que van ligadas a la libertad de expresión puesto que no sería posible que todos los periodistas de distintos medios tengan la misma opinión sobre ciertos temas controversiales.

Robertino Sánchez Flecha, politólogo, egresado y docente de Tea y Deportea, entiende que el mismo contexto laboral hace percibir ese llamado al silencio sobre determinados asuntos. Desde su punto de vista, es un gran error callarse y es una manera de reprimirse a uno mismo, pero a la vez cree que si todos dijeran lo que piensan sería muy difícil convivir entre sí. “Todo el tiempo tenemos pensamientos que decidimos no decir, a veces porque creemos que sería desubicado, inadecuado o contraproducente hacerlo. No decir todo, sería ocultar, pero no mentir. Yo te cuento hasta un punto, lo que te conté es cierto y lo que me guardé, lo hice por diferentes cuestiones. Uno coexiste con la autocensura”, sostuvo.

En contraposición a esto, el conductor de C5N Juan Amorín comprende que si alguien oprime sus propios ideales para defender los del canal en el cual trabaja, debería replantearse su tarea. “La autocensura tiene que ir en camino a la extinción”, cerró.

De forma semejante, Matías Palacios, relator argentino freelance que vive en España hace poco más de dos años, argumenta que en el periodismo deportivo hay que hablar más de la autocensura que de la censura en sí. “Hay que estar atento al presidente o dirigente de tal club y a sus allegados. En el periodismo del fútbol todos sabemos para quién laburamos, a quién pertenece cada empresa y qué intereses responde”, afirmó.

Diego Pietrafesa, delegado de SiPreBa y movilero de Telefé, distingue que no se trata de falsas éticas o falsos heroísmos, sino que el periodista nunca tiene que dejar de contar la noticia ni priorizar algo antes que la información.

¿Las futuras generaciones podrán erradicar la práctica de autocensura?

El periodismo es una de las profesiones que va modificándose con el paso del tiempo, a veces para su mejoría, más evolucionada y abierta, y en otras ocasiones para generar contrariedad en el que piensa distinto. En el ambiente es de público conocimiento que hay una larga lista de quienes evitan comunicar determinados datos o noticias para no quedar expuestos, fallando así a su rol laboral en la sociedad.

El papel central de un periodista no debería sufrir alteraciones, es decir, jamás tendría que dejar de comunicar, transmitir e informar la realidad a los ciudadanos. Dicho por Amorín, las nuevas generaciones deben saber que no pueden alejarse de este eje y lograr así revertir la situación, ya que de ellos va a depender eliminar las prácticas de autocensura que invaden a tantísimos medios de comunicación.

Es una de las circunstancias negativas que atraviesan a la profesión y la falta de diálogo entre colegas sobre estos sucesos tiene una gran incidencia en ello, tornando así “un tabú”. Frente a dicha coyuntura, Fernández Moores y Szewczyk afirman que es un tema que se habla y aborda poco, dado que debería formar parte de las condiciones laborales tratadas en conjunto.

Pietrafesa expresó: “Muchos no se manifiestan porque temen hacerlo y que les cueste caro. Con razón o no, a veces marcar disidencias es entrar en conflictos y como consecuencia podés desaparecer del mapa laboral”.

Según Amorín, es una cuestión que se discute entre compañeros, pero de todas maneras cree que debe charlarse a puertas abiertas. “Toda organización conjunta es el camino hacia un mejor periodismo”, exclamó.

Al periodista le gustaría que exista un colectivo que nuclee a los comunicadores que hacen pasantías y luego no son regularizados para no pagarles en blanco, a los que no les remuneran las horas extras, entre otras arbitrariedades. Un buen ejemplo para él es la Comisión Interna de C5N, delegación bajo la órbita del Sindicato Argentino de Televisión (SAT), que está presente en todos los canales representando a los distintos sectores de trabajo.

Lucila Trujillo, conductora de La Tarde también por C5N, resalta su admiración por aquellos que se ponen la camiseta de los trabajadores sin importar de qué gremio sean, peleando por las mejoras salariales e intentando tornar más justa su profesión. “Suelen ser los más vapuleados por los empleadores e incluso mismos compañeros, parece que siempre están en la lupa y nunca es suficiente lo que hacen por y para el resto”, añadió.

En cuanto a los medios gráficos, en el 2000 fue el penúltimo episodio de despidos masivos en Clarín, lo que produjo la caída de la vida sindical dentro del diario. 12 años más tarde, lograron hacer la primera elección de comisión interna bajo el paraguas de UTPBA (Unión de Trabajadores de Prensa de Buenos Aires), única agrupación gremial que existía en ese entonces. Consiguieron la vuelta de una asamblea dentro del medio y volvieron a tener un representante que pudiera sentarse a negociar con los dueños de la empresa. En 2015 el Ministerio de Trabajo oficializó el Sindicato de Prensa de Buenos Aires y desde aquel momento, interpela la delegación del periódico.

Pietrafesa asegura que de los que están frente a cámara no son muchos los que aceptan ese rol sindical por lo complicada que puede volverse la situación. “Me hace muy feliz ser miembro de SiPreBa y me reconcilia con la profesión, porque a veces uno está medio peleado. Entiendo la defensa de nuestros derechos como un rol fundamental de los trabajadores”, concluyó.

¿Entonces?

Como en tantos otros aspectos de la vida, en el periodismo van a seguir existiendo personas que se sienten con el poder de manejar todo lo que les compete bajo sus conveniencias, pero estará en cada uno no seguir permitiéndolo, no dejar que nada ni nadie interfiera en el rol primordial de comunicar la verdad. En este último tiempo, el papel periodístico es muy cuestionado por factores de este estilo que se ponen en duda. Posando en él un ojo crítico, dejándolo aún más expuesto ante una falla, que es humana.

A lo largo de las entrevistas hubo una respuesta que fue muy reiterativa y en la que gran parte coincidió, no hay ningún ámbito en el que la censura predomine más que en otro, ya sea audiovisual, gráfico o radial. Sino que cada uno responde a la línea editorial del medio y al corporativo al que pertenece.

Al fin y al cabo, cada uno es dueño de sus decisiones, está en sí mismo acatar las órdenes que se bajan o enfrentarlas, tomando el valor para asumir las consecuencias buenas y malas. En los últimos años empezaron a crecer más los medios independientes y autogestionados que no deben pasar por ningún filtro superior para contar la noticia.

Asimismo y como casi toda lucha social, no sería conveniente enfrentarla individualmente periodista por periodista, sino bajo el núcleo de un agrupamiento colectivo que incentive y pelee por la libertad de expresión, logrando así, de una vez por todas, ir contra la corriente de esta profesión.

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