Por Maximiliano Das
Megan Rapinoe pateó el tiro libre. La pelota atravesó no una ni dos, sino cuatro pares de piernas francesas y estadounidenses antes de que la arquera Sarah Bouhaddi se la encontrara casi sobre ella, sin capacidad de reaccionar. El balón acarició la red y las norteamericanas estaban 1 a 0. La delantera de pelo blanco que se torna rosa cuanto más se acerca a las puntas corrió hacia una esquina hasta frenarse en el córner donde estiró sus brazos como una patinadora artística lo hace al caer luego de unos giros en el aire.
A pesar de que su nombre había sonado en los parlantes apenas unos minutos antes, así fue como se presentó la atacante en el Parque de los Príncipes, donde más de 45 mil personas concurrieron para ver el encuentro entre las locales y las últimas campeonas del mundo.
“No voy a ir a la maldita Casa Blanca”, había asegurado Rapinoe, defensora del movimiento LGBT, autodefinida como protesta andante del presidente Donald Trump, unos meses atrás en una entrevista para la revista estadounidense Eight by Eight. “Animo a mis compañeras a que piensen detenidamente sobre el hecho de visitar un Gobierno que no siente las cosas ni lucha por lo mismo que nosotras”, aclaró en la conferencia de prensa previo al encuentro de hoy.
El jueves, al hacerse virales las declaraciones, el presidente Trump, increpó vía Twitter a la delantera internacional, alegando que debe ganar antes de hablar y agregó que, aunque no había invitado al equipo todavía, lo hacía formalmente mediante la misma red social, sin importar cual fuese el resultado que el seleccionado obtenga en la Copa del Mundo. Pero Rapinoe la rechazó.
“No me preocupa. Tenemos un grupo fuerte y confiamos en nosotras mismas”, cerró la delantera cuando le preguntaron sobre la posible distracción que implicaba el cruce de testimonios con el máximo mandatario de su país. Razón no le faltó.
Luego de abrir el marcador sin que el minutero alcanzara la decena, a pesar de ceder el manejo del balón, las estadounidenses no perdieron el control del juego. Ellas se replegaron y apostaron al contraataque, los cuales siempre generaban cierto temor en el público francés. Por su parte, los intentos de llegar al área de las anfitrionas se extinguían por la buena labor de las centrales norteamericanas.
El complemento arrancó como terminó el primer tiempo: la pelota en pies europeos y los contraataques liderados, en general, por Rapinoe. Sin embargo, el segundo tanto no llegaría por su costado, sino por el de Tobin Heath, que envió un centro a un área ocupada por desorientadas defensoras galas que dejaron sola a Rapinoe, quien llegó a la carrera y definió para aumentar la ventaja.
Francia intentó descontar repetidas veces a través de centros en busca de la cabeza de Wendie Renard y lo logró recién a falta de 9 minutos para el final de los noventa reglamentarios, pero no fue suficiente.
De esta forma, Estados Unidos se clasificó a las semifinales por octava vez consecutiva -de ocho Mundiales oficiales disputados-, instancia en la que se enfrentará con Inglaterra.