Por: Santiago Carrodeguas
El planteamiento de Noruega fue suicida. Casi desconociendo las virtudes del rival, olvidó lo que había aprendido de la derrota ante Francia en la fase de grupos y dejó muchos espacios en los laterales para jugar ofensivamente. Fue un intento fallido, una ilusión que duró solo tres minutos hasta que Lucy Bronze y Nikita Parris conectaron y Jill Scott, mediocampista del Manchester City, abrió el marcador.
El dominio inglés a partir de ese momento fue absoluto. Las nórdicas intentaron presionar a la defensa rival pero fueron humilladas por Stephanie Houghton, la capitana de las Three Lionesses, quien fue expeditiva en defensa y precisa para sacar el balón hacia Bronze para que iniciara el ataque.
Por otra parte, Parris siguió dandole problemas a Kristine Minde, la lateral por izquierda de las Gresshoppene. No siempre precisa a la hora de la definir, la extrema por derecha del City si lo fue a la hora de asistir a Ellen White para que aumentara la ventaja. White ya le había hecho el segundo a Japón, Escocia y Camerún.
Luego del entretiempo, Noruega recuperó la cordura y se replegó hasta lograr un contraataque que le permitiera descontar el 0-2. Ahí fue cuando Inglaterra demostró sus debilidades en defensa, especialmente por el sector de Demi Stokes, la marcadora de punta izquierda que entró en reemplazo de Alex Greenwood, pero que las dirigidas por Martin Sjögren no pudieron aprovechar.
Lucy Bronze, como si le faltara algo a su partido estelar, remató fuerte, alto y al medio luego de que Beth Mead se la pasara en un tiro ligre y sentenció el partido. Inglaterra incluso tuvo un penal a favor pero Parris, como si le quedaran recuerdos del que le atajó Vanina Correa, volvió a fallar.