Por Juan Peyret
Aquella mujer que nace en una sociedad musulmana debe luchar contra una amplia variedad de prohibiciones que impone una sociedad machista. No solo llegan a lo social y político, sino también al ambiente deportivo. El rechazo del mundo árabe a la mujer deportista ha hecho las cosas difíciles para la que quería practicar una actividad. Por lo tanto, algunas han decidido abandonar su país para poder ejercer el deporte en que se especializaban, varias tuvieron que quedarse a enfrentar las consecuencias, pero otras no consiguieron mantenerse y han tenido que cambiar de especialidad o incluso dejarla.
Un triunfal ejemplo es el de Salma Al Majdi, entrenadora de 26 años de Sudán, quien a los 13 años se enamoró del fútbol. Comenzó como DT en el equipo juvenil masculino del Al-Hilal, en el cual tuvo que afrontar los cuestionamientos sobre que una mujer lidere a un grupo de hombres. A sus 25 años, consiguió su licencia otorgada por al Confederación Africana de Fútbol y fue reconocida por la FIFA como la primera entrenadora de África y árabe.
No solo en Arabia sucede; yendo al suroeste asiático, otro caso es el de Hajar Abulfazl de Kabul, Afganistán. Desde muy joven, se escapaba de su casa para poder entrenar en una cancha de fútbol y llegó a recibir amenazas por parte de la sociedad. Aun así, llegó a jugar en la selección de su país por casi una década y hoy es encargada del comité de mujeres en la Federación de Fútbol de Afganistán.
A pesar del gran esfuerzo de las mujeres, algunos combinados femeninos no son tan apoyados por sus asociaciones -o no existen, directamente. Por otro lado, en la Copa Mundial de Rusia 2018 Marruecos, Egipto, Arabia Saudita, Irán y Túnez participaron del evento más importante a nivel selecciones masculinas.
En los países árabe-africanos, como lo son Argelia, Egipto, Marruecos y Túnez tienen combinados femeninos, pero la falta de incentivación perjudica el desarrollo y, por consecuencia, la participación de torneos profesionales. Por ejemplo, la falta de un campo de deportes y una liga nacional condiciona a la selección femenina de Libia.
En Arabia Saudita, está socialmente prohibido en un 90% que las mujeres practiquen fútbol e incluso que presencien un partido. No es un 100% porque hay futbolistas que rompen las creencias y juegan a la pelota en la clandestinidad, sin ser vistas por los hombres.
Las pequeñas naciones vecinas del oeste marcan un claro contraste: los Emiratos Árabes Unidos crearon un equipo de mujeres en 2009 y salieron bicampeonas del Campeonato Femenino de la Federación de Fútbol de Asia Occidental (WAFF Women’s Championships) en 2010 y 2011. No queda detrás Catar que, además de sus grandes inversiones en infraestructura y profesionalización del deporte, formó en 2010 el seleccionado de las cataríes.
También, está Baréin que empuja, junto a su asociación de fútbol, a las mujeres a participar deportivamente y las jugadoras de su seleccionado llegaron a ubicarse décimo sextas en el ranking mundial.
Para llegar a la FIFA Women’s World Cup los conjuntos árabes, como el resto de los países participantes, deben acceder mediante las eliminatorias a la Copa Africana de Naciones y terminar entre los cuatro mejores del torneo. En la etapa clasificatoria, solo estuvieron Baréin, los Emiratos Árabes y Jordania, que ya estaba clasificada por ser anfitriona de la copa. Solo llegó la nación organizadora a disputar el campeonato y quedó eliminada en fase de grupos.
Catar, Marruecos, Libia y Argelia no participaron, pero no hay ninguna duda de que este deporte en las sociedades musulmanes tendrá su poder femenino en un futuro no muy lejano.