miércoles, enero 15, 2025
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El Pity Martínez y su vuelta a los superclásicos tras cinco años

Por Lautaro Moyano

Tuvieron que pasar 1833 días para que Gonzalo “Pity” Martínez, uno de los héroes de River a nivel deportivo, regrese a un escenario el cual le sienta muy cómodo, impensado para muchos, La Bombonera, estadio del rival de toda la vida, Boca Juniors. Dicho enfrentamiento tendrá lugar por la fecha 7 de la Copa de la Liga.

Tras siete largos meses de parate, el Pity recibió el alta médica, luego de recuperarse de una ruptura en el ligamento colateral externo de la rodilla izquierda, y volvió a pisar las canchas el pasado 24 de septiembre, cuando ingresó en el partido ante Banfield. Fue un duelo en el cual los dirigidos por Martín Demichelis dejaron más dudas que certezas, pero uno de los puntos positivos fue el regreso del volante de 30 años. 

Ya recuperado de su lesión, pero con poco rodaje, el zurdo integra la nómina de los convocados por Demichelis para disputar el Superclásico en la Boca, donde comenzó la idolatría de los hinchas Millonarios por los goles que convirtió en el campeonato del 2017 y en el 2018. 

La primera vez que el mendocino brilló ante el xeneize en el Alberto J. Armando fue en el torneo de Primera División del 2017. El millonario venció por 3 a 1. En ese encuentro, Martínez abrió el marcador con un golazo de volea y asistió a Lucas Alario para que amplié la ventaja. 

En el 2018, también por la liga local, River volvió a visitar a y los liderados por Marcelo Gallardo se llevaron a Nuñez los tres puntos. Fue 2 a 0 con un gol, idéntico al que había hecho en el 2017, de Gonzalo Martínez y el otro de Ignacio Scocco. Cabe destacar que, en ese mismo año, el Pity le marcó otro tanto a los de la Ribera, pero esta vez en el Estadio Malvinas Argentinas de Mendoza en el marco de la final de la Supercopa Argentina. Sin dudas 2018 fue un año maravilloso para él, pues el nueve de diciembre convirtió el 3-1 definitivo en el Santiago Bernabeu para que River le ganará la final de la Copa Libertadores a Boca, un gol que quedará para la historia del Millo y el fútbol.

Probablemente Gonzalo Martínez no tenga un lugar en el once titular de Martín Demichelis, pero puede ser fundamental en caso de ingresar en el complemento. Tanto hinchas locales como visitantes estarán a la espera de ver si el Pity se reencuentra con el gol en este escenario tan grande que ya ha sabido dominar hace cinco años.

Di Stéfano, el que jugó hasta de arquero en el superclásico

Por Abel Iranzi

Para muchos considerado uno de los mejores jugadores de la historia. Alfredo Di Stéfano fue uno de los pioneros de la revolución del fútbol junto a grandes apellidos en el renacer del deporte como Puskas, Sivori, Stábile y el mismísimo Pelé. El fútbol argentino tuvo el honor de tener en su liga a un jugador completamente distinto al resto.

Di Stéfano con la camiseta de River antes de emigrar al Millonarios de Colombia.

Si algo caracterizaba a Alfredo, era su polivalencia a la hora de meterse en el campo de juego. Durante su carrera jugó en el mediocampo, en la delantera, por el centro, por bandas y junto a la saga central. Era un jugador capaz de cumplir la función de cualquier jugador. Pero si hay una posición totalmente distinta al resto, esa es la del arquero.

A pesar de la diferencia del portero con la de los jugadores de campo, Di Stéfano no le tuvo miedo a los tres palos y atajó en un River – Boca en el Torneo Oficial Argentino de 1949. En aquellos años, el arco de La Banda lo ocupaba Amadeo Carrizo, uno de los arqueros más importantes y reconocidos dentro de la historia del fútbol argentino. Ambos jugadores disputaron aquel Superclásico el cual abrió el marcador Ángel Labruna. Pero faltando 10 minutos para el final del partido, Carrizo recibió un rodillazo en los testículos, provocando que el portero salga del encuentro sin poder disputar los minutos restantes. 

Debido a que la regla de las tres sustituciones se hizo vigente recién en 1958, River estuvo obligado a disputar el final del partido con un jugador menos. Es por eso que Di Stéfano se cambió, se puso la vestimenta amarilla de arquero y disputó esos minutos finales como arquero. Finalmente, La Saeta Rubia mantuvo la valla en cero y proclamó la victoria del conjunto de José María Minella venciendo a su clásico rival por la mínima con un jugador menos.

Recibió el apodo “La Saeta Rubia” en su paso por Real Madrid.

Recién en 2014 Amadeo Carrizo detalló lo que había pasado en aquel partido: “Fue un pelotazo tremendo ahí abajo y tuve que salir porque me sentía descompuesto y entonces Alfredo entró por mí. Estamos hablando de él, era bueno en todo, hasta en eso de atajar”.

Además de Di Stéfano, otros 16 jugadores en la historia de River tuvieron que cubrir los tres palos, pero la diferencia con este caso es que ningún otro lo hizo en un Superclásico.

Lanzini, el del gol récord en el clásico

Por Abel Iranzi

Manuel Lanzini, luego de nueve años, volvió a vestir la camiseta de River y espera jugar el siempre tan ansiado partido contra Boca este domingo. Es por eso que vale la pena recordar el récord atípico que tiene el ex jugador del West Ham, el de marcar el gol más rápido en la historia de los Superclásicos.

Para tener un contexto, hay que retroceder hacia el 2013. El 5 de mayo de ese año los Xeneizes recibieron a los Millonarios en el barrio de La Boca para disputar la fecha 12 del Torneo Final. El partido concluyó 1-1 pero lo que más destacó fue la problemática que hubo por parte de los hinchas del equipo local y del entrenador de River en aquel entonces, Ramón Díaz. Hubo dos cortes en el segundo tiempo, el primero fue por parte de Ramón, quien fue expulsado a los 22 minutos del segundo tiempo, y la segunda fue por la intervención de la barra de Boca, que dejó el partido parado por siete minutos debido a que tiraron bombas de estruendo, algunos se colgaban del alambrado y unos pocos invadían el terreno de juego. Fue un partido para el olvido, lo único rescatable fue aquel gol que quedará en la historia de River. 

Ni bien arrancó el clásico, el uruguayo Carlos Sánchez ganó una pelota tras un error de Nicolás Burdisso, tras avanzar por la derecha, el 8 de River envió un centro para que Lanzini remate cómodamente de cabeza y así convierta el 1-0 en apenas 42 segundos, cifra que hasta el día de hoy continúa latente como el gol más rápido de la historia en un River – Boca.

El 10 de River le arrebató el récord a Pablo Ledesma, que había hecho lo propio en el Torneo Clausura 2007 convirtiendo tras un pase de Juan Román Riquelme a los 47 segundos. A estos números le siguen los tantos de Norberto Menéndez en 1957 y Ernesto Mastrángelo en 1972, ambos con la camiseta del Millonario lograron convertir a los 60 segundos.

 

El peruano que enamoró a O Rei

Por Luca Luvino, Carolina Sartore y Franco Melese

El 1 de octubre de 1977, “O Rei” Pelé le decía adiós al deporte que él mismo modernizó. En aquel partido amistoso, disputado entre los dos únicos clubes en los que jugó, el New York Cosmos y el Santos de Brasil, el brasileño vistió la camiseta de los dos equipos, una en cada tiempo. 

Ese día, 75 mil personas estuvieron presentes en el Giants Stadium, que además juntó colaboraciones para una causa benéfica de UNICEF. Entre los grandes futbolistas que participaron de aquel encuentro, se encuentran Franz Beckenbauer, Carlos Alberto y el peruano Ramón Mifflin.

Con Mifflin, Pelé formó una gran amistad dado que compartieron vestuario en el Santos de Brasil y años más tarde en el Cosmos. El fútbol los había unido tanto en la primera de las dos etapas que, luego de su breve paso por Racing, el brasileño lo recomendó para irse al equipo estadounidense y que el deporte los volviera a encontrar.

El capítulo final de esta amistad en el ámbito deportivo, que había dado sus primeros pasos en el Mundial del 70’ cuando cambiaron camisetas, sería justamente en la despedida de O Rei, donde ambos anotaron los goles para la victoria por 2 a 1 del New York Cosmos sobre el Santos.

Al Cosmos no sólo le dieron goles y triunfos juntos, sino que también lo llevaron a conquistar dos años seguidos la Liga Norteamericana de Fútbol (NASL) a fines de la década del 70.

Así como Mifflin estuvo en las buenas junto a Pelé, también estuvo en las malas. El 29 de diciembre de 2022, el tres veces campeón del mundo falleció a causa de un cáncer de colon. Días previos a que eso ocurriera, el ex futbolista peruano quiso ir a visitarlo al hospital junto a su esposa, pero no pudo ya que sólo podían hacerlo sus hijos.

 

El clásico cordobés y un encuentro del que no se tiene registro

Por Manuel Escudero

El partido más importante de Córdoba cuenta con un antecedente del que se desconoce su resultado. Son 401 los clásicos cordobeses oficiales disputados: 134 victorias para Talleres, 133 para Belgrano e igual cantidad de empates. Sin embargo, este histórico derby cuenta con la particularidad de un clásico fantasma, del que no se tienen registros oficiales. 

Fue en el año 1975 por la final de la Copa Neder Nicola, torneo organizado por la Liga Cordobesa de Fútbol y el Círculo de Periodistas Deportivos de la Ciudad de Córdoba, que en aquel entonces gozaba de una enorme popularidad en la provincia. Se disputaba en formato cuadrangular con la participación de Talleres, Belgrano, Instituto y General Paz Juniors. En aquella edición y como era habitual desde su creación en el 61, la T y el Pirata disputarían la final, que estaba pactada para el 4 de junio. 

Debido a que ambos equipos debían enfrentarse esa misma semana por la cuarta jornada del Clausura, el partido fue postergado primero para una semana después y luego para el día 25 del mismo mes, por una sanción aplicada contra el Pirata. 

Medios locales informan sobre la postergación del encuentro.

Esta copa se jugaba a beneficio de los clubes participantes y del Círculo de Periodistas. Sin embargo, ya cerca de la ansiada final, los organizadores y los dirigentes de ambos clubes no lograron llegar a un acuerdo económico por la distribución de porcentajes de ganancias del torneo. El origen de la disputa fue que los finalistas sostenían que debían percibir un premio mayor al acordado, por lo que ambos equipos decidieron disputar el encuentro a propio beneficio y, por su parte, la prensa tomó la postura de no informar nada que tenga que ver con dicho acontecimiento. 

El partido acabó disputándose con un bajo porcentaje de asistencia y nula difusión, por lo cual, no se tiene registro de cuál fue el resultado. Jugadores han mencionado no recordar exactamente cuál fue el marcador final. Algunos dicen que fue un empate a uno, otros un intrascendente cero a cero. En definitiva, todos los testimonios concuerdan en que fue un partido de pocas emociones. 

Con el correr de los años y por la falta de pruebas contundentes para establecer un resultado oficial, este partido se ha transformado en un mito para los ciudadanos cordobeses y los hinchas de ambos equipos. Medios locales dividen los resultados del historial entre victorias para cada uno, empates y un único caso de un encuentro sin resultado conocido, por el histórico clásico fantasma.

El otro Vélez empuja desde abajo

Por Julián Savino

La primera del Fortín disputa la pelea por la permanencia mientras que su Reserva es por lejos la mejor del país en este 2023.

Vélez cayó 3 a 0 frente a Huracán y está a sólo dos puntos del descenso, sin embargo, la Reserva atraviesa un momento histórico: acumula 33 partidos seguidos sin perder.

El Fortín transita una crisis futbolística e institucional, que parece ir a peor cada vez más, pero los chicos parecen vivir una realidad distinta, ya que fueron los campeones del Torneo Proyección el semestre pasado y son punteros en su zona de la Copa actual.

El equipo dirigido por Marcelo Gómez, histórico exjugador del club, lleva desde el torneo pasado sin perder y es el principal candidato a llevarse la copa de este semestre. El Negro no solo provée de talento a la Primera, sino que se asegura dejar bien parado al club y potenciar a los juveniles.

La Reserva parece no sufrir el momento del plantel de Primera, que se lleva muchas de sus figuras para intentar salvarse del descenso, un ejemplo de ello es el caso de Thiago Fernández, quién había sido el mejor jugador del título del anterior semestre, para esta Copa Proyección no forma parte en la mayoría de encuentros, ya que se está asentando en la máxima categoría.

Pero el ciclo continua como si nada, justamente, este jueves Maher Carrizo, una de las figuras de los últimos partidos con tan solo 17 años, firmó su primer contrato con la institución de Liniers, un acuerdo que ilusiona a todos los velezanos.

El plantel profesional no levanta cabeza y no da ninguna seguridad de mantenerse en Primera, así que, si los resultados siguen resultándole esquivos, el año que viene la mejor Reserva del país podría estar recorriendo la Primera B Nacional.

Los Panamericanos, el objetivo del seleccionado

Por Darío Rodríguez

Luego de la dura eliminación en primera ronda del Mundial de Australia y Nueva Zelanda, en donde la Albiceleste finalizó como última de su grupo sin conocer la victoria. Y  después de la estrepitosa derrota sufrida frente a Japón por 8 a 0 en Fukuoka, la selección deberá levantar cabeza rápidamente y ponerse en marcha para afrontar un nuevo torneo. Se trata de los Juegos Panamericanos, que tendrán lugar en Santiago de Chile y se llevarán a cabo desde el 20 de octubre hasta el 5 de noviembre. El torneo se desarrollará en los estadios Elías Figueroa de Valparaíso y el Sausalito de Viña del Mar.

Las dirigidas por Germán Portanova compartirán el grupo B junto a Costa Rica, Venezuela y Estados Unidos, y buscarán replicar la actuación en Lima 2019 en la que consiguieron la medalla de plata luego de caer derrotadas en la final contra Colombia por penales, después de empatar 1 a 1 en los 90 minutos.

Previo a su debut en los Juegos, la Selección Argentina deberá enfrentar nuevamente al combinado japonés, esta vez a puertas cerradas, en pos de prepararse para su debut en tierras chilenas.

Otro de los golpes duros que recibió el equipo en la preparación para los Juegos Panamericanos fue la baja de Estefanía Banini, quien anunció su retiro de la selección luego de la derrota 2-0 contra Suecia en lo que fue el  último partido de Argentina en la Copa del Mundo: “Me toca irme de la Selección, me hubiese gustado hacerlo de otra manera en cuanto a los resultados, pero estoy tranquila. Ahora les toca a las nuevas generaciones defender esta camiseta”.

La jugadora del Atlético Madrid de España se retira habiendo conseguido los Juegos Suramericanos de 2014 y comandado a la selección en el Mundial de Francia 2019, siendo la capitana de aquel plantel, convirtiéndose en uno de los máximos emblemas de la Argentina en la última década y de la historia del fútbol argentino.

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Vanina Correa, la capitana

Por Santiago Cergneux

La experimentada arquera es la máxima referente del plantel, y con 40 años disputará los Juegos Panamericanos entre el 22 de octubre y el 3 de noviembre de este año. Fue parte de la obtención del Sudamericano 2006 y del Torneo Odesur de 2014, los únicos dos títulos que tiene la selección femenina en su vitrina. 

Debutó en el seleccionado en el año 2003: con apenas 19 años disputó el Campeonato Sudamericano,  a partir de ese certamen formó parte de la convocatoria para los Juegos Panamericanos y la Copa del Mundo de ese año, siendo la primera participación mundialista de la selección en la historia.

“Me siento identificado con Pablo Aimar”

Por Sol Almeida

Francisco Barido es jugador  de las inferiores de Boca Juniors, tiene 15 años y forma parte de la selección argentina Sub-15 dirigida por Pablo Aimar. El jugador del Xeneize comenzó sus entrenamientos con el plantel argentino a mediados del año pasado y actualmente luce la camiseta 10 de la albiceleste.”Cuando voy a saludarlo me tiembla la mano. Entrenar con Pablo es diferente, se nota que sabe. Él jugó en mi posición y me siento identificado”, expresó Barido refiriéndose a Aimar.

La relación entre Francisco y la pelota comenzó a muy corta edad, fue su padre  quién lo alentó a practicar el deporte. A los 4 años ya formaba parte del club Progreso de Adrogué, donde jugaba al Baby Fútbol y a los 5 años, gracias al accionar de un DT, logró ir a probarse a “Casa Amarilla” y desde allí aseguró su lugar en las inferiores de la institución. Durante estos últimos años fue citado por la selección argentina pero por diferentes lesiones no pudo hacerse presente, hasta que finalmente lo consiguió en agosto de 2022. “El primer entrenamiento con la selección fue impactante, es un cambio muy fuerte. Boca te da todo pero la selección te da más todavía. Las canchas mojadas para que entrenemos nosotros, la indumentaria que necesites y la calidad de los jugadores cambia muchísimo”, comentó el joven oriundo de Adrogué. 

El juvenil, quien recibió el llamado del FC Barcelona a sus 10 años, confesó quién es su ejemplo a seguir: “Hace un par de años me siento muy identificado con Aimar. Pablo cuando juega parece que te boludea y yo jugaba así en el baby. En once mi ídolo es Messi y a veces me veo un poco parecido, teniendo en cuenta la posición de cancha. Obviamente no tengo el pie que tiene él”. 

Además, Barido declaró cuál es su objetivo para este año: “Quiero ganar el Sudamericano Sub 15 con la selección, ya ganar eso sería un montón. En Boca quiero ganar los partidos que nos quedan, ver cómo quedamos en la tabla y prepararnos para el año que viene e intentar salir campeones”.  El Torneo se desarrollará del 17 de noviembre al 3 de diciembre y el plantel ya se encuentra entrenando en el predio Lionel Andrés Messi.  

Teniendo en cuenta su desempeño durante estos últimos años, el jugador de la octava aseguró que le gustaría jugar en el exterior pero antes debutar en el equipo Xeneize: “Me gustaría jugar en Europa, para probar y tener la experiencia. Pero quiero debutar en Boca”. 

 

Roller derby, el deporte más feminista

Por Enzo Dattoli 

Daniela Lio, madre soltera, llega al entrenamiento acompañada de sus dos hijas de 7 y 13 años. Se cambia la ropa, se pone su casco, rodilleras, muñequeras, coderas y bucal. No pudo -no quiso- que sus hijas se quedaran con otra persona, así que las llevó a la cancha. Les gusta ver a su madre entrenar. Se preocupan cuando cae al piso y festejan cuando tira. Imitan sus movimientos. Con voz aguda y chillona le gritan indicaciones. Quieren ser parte, y lo son.

Como cada miércoles y domingo a las 18, las “Capitanas del Espacio” entrenan en la calle Sarmiento. Están ahí. Asumen el compromiso. Se llaman así en honor al alfajor local de Quilmes, su ciudad. Algunas cursaron por la mañana y otras trabajaron. Y son un equipo de roller derby.

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Carla Guerrero, conocida en la jerga como Gualicho (en este deporte cada jugadora tiene un sobrenombre o “derby name”), pide perdón por el retraso. Tuvo unos inconvenientes con su hijo en la casa, además de los acotados horarios por su profesión de carpintera y bailarina folklórica. Juega en el equipo 2×4 -mejor ránking de Latinoamérica y top 10 a nivel mundial-. Entrenaba antes de ser madre, lo hizo durante el embarazo y lo siguió haciendo después del nacimiento de su hijo. Ahora van juntos a los entrenamientos y a torneos en otras provincias. 

Carla se hace el tiempo entre el estudio artístico, el trabajo y su maternidad para abocarse al roller derby. Suele trabajar más de ocho horas, y sus herramientas son el cuerpo y las máquinas. “Nosotras ponemos el cuerpo en el embarazo -dice- y muchos años después también. Por eso es más difícil sostener y conciliar los espacios que teníamos antes de la maternidad”.

 

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A muchas chicas les regalaron un par de patines en su infancia. Si para algunas es desconocido qué pasará luego con ese regalo a corto plazo y sin un futuro claro, para ellas no. Tal vez no supieran que el roller derby se creó en 1930 en Estados Unidos por Leo Seltzer. Tampoco que en sus orígenes se jugaba en una pista peraltada y distinto a cómo es ahora. Pero lo juegan. Son todas chicas, mujeres. Y lo juegan.

No es una aclaración innecesaria, ni retrógrada. Es la mejor descripción del deporte. En estadísticas de foros especializados en Internet afirman que en el deporte hay cerca de 70 equipos en Argentina y el 95% de las personas que lo practican son mujeres. Es el deporte más feminista.

 

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En 2009 se estrenó en Estados Unidos la película Whip It (Golpéalo) sobre una adolescente que se une a un equipo de roller derby. En seguida se enamora y se asombra de la voracidad y la furia de sus compañeras y el deporte. Whip It significó un auge de chicas que se interesaron en incursionar en el roller derby. Y en Argentina fue una suerte de Big Bang para el deporte.

Whip It fue el acercamiento de Daiana Sismael a los patines y a la disciplina. Algunos portales web han llegado a titular que “Argentina tiene a la Messi del roller derby”, conocida como Francesca. Ella, oriunda de Berazategui, se avergüenza de la comparación. Comenzó jugando en su ciudad y luego fue a Capital Federal, donde está la mayor concentración de equipos. Jugó con Sailor City, uno de los únicos dos equipos del país afiliados a la Women’s Flat Track Derby Association (WFTDA), ente regulador a nivel internacional. Pero luego cumplió el sueño de probarse entre casi 60 patinadoras y quedar en Gotham, un equipo neoyorquino que es de los mejores del mundo.

 

Daiana Sismael no sabe qué otra cosa hay después. También es entrenadora y a veces árbitra. Adjudica un gran cambio al momento en que comenzó con el entrenamiento físico. A partir de ahí empezó a ver el roller derby de otra manera y le dedicó muchas horas de entrenamiento de fuerza por fuera de las horas semanales que ya tenía con Gotham. A sus compañeros les insiste para que sigan su camino.

 

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El deporte se practica en una pista ovalada con equipos de cinco jugadores. Cuatro bloqueadores forman rondas tomándose de las manos para evitar que el jammer -anotador- del equipo contrario pase entre medio de sus caderas. Así se anota un punto. Una vez logrado, el jammer da la vuelta a la pista -en sentido contrario a las agujas del reloj- y vuelve a intentarlo. No pueden golpear con cabeza, piernas ni manos, aunque sí con hombros y caderas. En la hora que dura un partido (dividido en dos tiempos de 30 minutos) lo que predomina es la estrategia y la técnica, pero sobre todo el contacto. Es la base del deporte.

Algunos equipos tienen canchas propias y otros piden predios prestados. En Parque Chacabuco, debajo de un puente, entrena 2×4. Un polideportivo ubicado en Curapaligüe al 1100 en el que abunda el color y las expresiones artísticas. Prestado. Otros, los más artesanales, se movieron, salieron a la calle, contactaron y consiguieron una canchita de baby. Alquilada. Su hogar, pero tienen que pagar. Pagar por hacer lo que les gusta, que se lo permitan. A la intemperie, en un lugar cerrado, con calor o con frío, todos entrenan. Siempre.

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Carolina Lio, capitana, líder, y provisoriamente también entrenadora de Capitanas del Espacio, es la única de clase C en su equipo (el deporte se divide en categorías A, B, C y fresh para los que comienzan y no rindieron el examen). Silbato en mano, mira su agenda, y les da indicaciones a sus compañeras para que calienten. Sus gritos retumban y hacen eco en el galpón con techo de chapa. Entre todas las chicas que llegan hay un hombre, se llama Matías y apenas lleva tres días. Aparece el 5% restante de la estadística.

Mientras ellas entrenan, entra al buffet un empleado de la cancha y comenta algo sobre “las chicas con patines”. Lo hace en voz baja. Como si quisiera que no lo escucharan. Como si ocultara alguna opinión sobre que usen su cancha de fútbol para patinar. Ellas no lo escuchan y siguen. Son un nicho y saben que una de las virtudes de ser una comunidad tan chica es que pueden tener el control.

“El roller derby es un espacio muy feminista -dice Carolina Lio, sacando pecho-, viene de la mano de la igualdad de género. Es un espacio seguro para la mujer. Acá es común ver personas trans, lesbianas o queer porque no te vas a encontrar con desubicados ni machistas. La comunidad es tajante con eso. Si uno se pasa de la raya o hay un abuso se desvincula automáticamente a esa persona. No importa que sea buen jugador”.

 

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Mientras el Mundial que podría realizarse en 2025 aún es una incógnita y se desconoce su sede, Argentina sigue puliendo su selección. Salió octava de 38 países en el Mundial de 2018 en Manchester, Inglaterra y una de sus jugadoras (Samantha “Hulka” Barrera) fue MVP. Francesca, desde Nueva York, elogia el nivel del seleccionado que en 2023 organizó un Try Out (una prueba de jugadoras nuevas). Ella es parte de la selección y también fue entrenadora de la selección masculina. A la vez que destaca el nivel y la competitividad que hay en el país a nivel individual, marca las dificultades que tienen para ejecutar un plan como grupo, en equipo y en planificación.

Los equipos son amateurs y la autogestión es el emblema. Ganan unos pocos pesos con la organización de actividades impulsadas por ellas mismas. Cada una tiene un rol fuera de la cancha. Hacen sorteos, venden merchandising o vales para subsistir y costear los gastos. Sus realidades son muy distintas. Coexisten estudiantes, artistas, empleadas y emprendedoras, pero las unifica la pasión por el roller derby.

 

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Sábado, 22 horas. Muchas personas piensan en salir y juntarse con sus amigos o parejas. Ellas -las Capitanas del Espacio-, en cambio, tienen una cita en su cancha, su nuevo hogar. Les sirven las dimensiones, pero las señalizaciones no. Entonces se juntan a pintar unas nuevas líneas que delimiten el óvalo reglamentario para un partido.

Ahí están. Reunidas, comiendo algo, charlando y pasando un buen rato. Pero también trabajando. No para ellas, tampoco para ganar dinero. Haciendo horas extras para su equipo e invirtiendo tiempo de sus vidas para que su dedicación sea más fácil -y más profesional-. Dos de ellas, Debora Tapia y Valeria Mattera, estudiantes de Arquitectura, diseñaron los planos, midieron y marcaron. El resto siguió indicaciones, encintó y pintó.

Cinco horas después, la tarea queda terminada. Una toma su celular y retrata una imagen espontánea cargada de emociones y empoderamiento. Sus rostros de felicidad invaden la story de Instagram. Un grupo de mujeres que pintaron su cancha. Autogestión. Y ahora, oficialmente tienen pista.

 

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El roller derby rompe varios mitos. Un deporte practicado en su mayoría por mujeres que se golpean, empujan y van hasta el límite de su potencia y sus energías reivindicando la fortaleza femenina.

Mientras que otros deportes son catalogados como industrias, abundan las sociedades anónimas y los casos en que se vulnera la salud mental de los jugadores, ellas juegan sólo por el amor al deporte. El estado más lúdico del ser humano.

En el roller derby no hay empresas multimillonarias que inviertan en la disciplina convirtiéndola en un negocio. No hay réferis que mezclen sus intereses para que gane uno u otro equipo. Y tampoco hinchas violentos y desquiciados que amenazan, insultan o acosan a una jugadora por un error.

Todas apuestan a que crezca y es un objetivo necesario para los bolsillos de las jugadoras. Pero algunos organizadores manifiestan la importancia de mantenerlo como un deporte under y que no lo corrompa nadie. Porque quién sabe si su crecimiento implica como efectos colaterales la aparición de actores que desvíen el sentido primordial de cualquier disciplina: jugar. Para su desgracia -o su suerte- el roller derby es -aún- sólo eso. Jugar sin más.

El de los mandados, campeón del mundo

El pasaje Julio Jorge Olarticoechea en uno de los ingresos a Saladillo y el monumento al Vasco en la Ruta 205.

Por Lucas Scoltore

Como cada mañana de sábado, ayudó a Johana, la menor de sus dos hijas, con su emprendimiento de repostería: el campeón del mundo y vecino más famoso de Saladillo llega con las tortas a la puerta de cada cliente. Más allá de algún joven despistado, la mayoría conoce sus proezas deportivas, pero es uno más de los 30 mil habitantes de la localidad a 180 kilómetros al sudoeste de Capital Federal. Casi 50 años después de que Julio Olarticoechea partiera de su ciudad con el sueño de convertirse en futbolista profesional, se mantiene arraigado a sus orígenes y recuerda a aquel pibe que vivía con la pelota abajo de los pies y se destacaba en las calles de tierra saladillenses.

Olarticoechea quedó invicto en los 12 partidos que disputó en las Copas del Mundo. Fue una pieza fundamental en la consagración de la Selección argentina en el Mundial de México 1986 y también integró los planteles en España 1982 e Italia 1990. Además, fue capitán en Racing, River y Boca, pasó por Argentinos Juniors y Deportivo Mandiyú y tuvo su experiencia en el exterior con el Nantes de Francia. Sin embargo, la historia del Vasco comenzó a escribirse mucho tiempo antes.

El punto de partida

“Desde que tengo uso de razón que juego a la pelota. Desde los cuatro años, mi chiche y mi pasión es el fútbol”, recuerda Olarticoechea. Su infancia fue muy humilde: se crió en una casa prefabricada, con techos bajos y paredes de madera, a diez cuadras del centro de Saladillo. Sin embargo, reconoce: “Nunca me faltó la comida ni la pelota de fútbol. Si no era de plástico era de goma o de trapo y, de vez en cuando, llegaba la de cuero, que había que cuidar. Así que me dedicaba todo el tiempo a jugar con los chicos del barrio en las calles de tierra”.

Sus inicios en el fútbol fueron en las divisiones juveniles del Club Argentino de Saladillo, donde conoció a Juan Carlos El Ruso Nanni, quien fue su primer entrenador. “Acá gambeteaba y te dejaba a cuatro jugadores en una baldosa. Venía a entrenar sólo; ya marcaba la diferencia”, rememora Nanni, con una campera de la Selección argentina que le regaló Olarticoechea después del Mundial de México de 1986.

 

“Pibe, ¿vos podés levantar la pistola para pintar?”, le preguntó El Ruso Nanni, cuando con 12 años y una pequeña contextura física, Olarticoechea se acercó a su taller de chapa y pintura dispuesto a trabajar. El joven asintió, pintó seis heladeras y cobró su primer sueldo. Pese al posterior enojo de Doña Rosa, ¿en qué más lo iba a gastar si no era en un par de botines de cuero? “Cuando estaba a punto de llegar a Primera, en los veranos venía a Saladillo y se hacía las changas conmigo”, comenta Nanni. El Vasco confesó que, si no hubiera llegado a ser jugador profesional, hubiera sido chapista.

La pasión por el fútbol fue más fuerte que el desarraigo

En enero de 1974, Olarticoechea tenía apenas 15 años. Acompañado por su hermano Alberto, se subió al tren a las seis de la mañana y partió rumbo a Buenos Aires con el anhelo de dedicarse al fútbol. Consigo cargaba únicamente un pequeño bolso verde con poco más que una muda de ropa. Pese a tener otras opciones para probarse, se decantó por Racing debido a la preferencia de sus tíos, Ricardo e Irma, quienes vivían en Wilde -localidad perteneciente al partido de Avellaneda- y se convertirían en pilares de su carrera. El Vasco fue aceptado y se hospedó en la casa de sus parientes. “El desarraigo es difícil, pero me pudo la pasión. Si hubiese tenido que quedarme en la pensión del club, me hubiese vuelto a mi casa. No hubiese aguantado”, reflexiona el Vasco.

El enganche que se lucía en su ciudad pasó a perder protagonismo en las inferiores de Racing. Su posición la ocupaba la figura del equipo y fue relegado al banco de suplentes. “Escoba, cepillo, que entre Saladillo”, cantaban sus familiares y amigos detrás del alambrado para que el entrenador de la séptima división, Tito Castelli, le diera minutos. Su oportunidad llegó con la lesión de un compañero, que jugaba de volante por derecha. Logró aprovecharse de la situación: se asentó entre los titulares y, prácticamente sin escalas, llegó a Primera.

Papá Héctor y mamá Rosa escondían su nerviosismo mientras celebraban la fiesta patria el 25 de mayo de 1976, en un desfile escolar en la Plaza de Saladillo. Esa tarde, su hijo menor iba a debutar en la máxima categoría del fútbol argentino: Olarticoechea, de 17 años, reemplazó a Heriberto González a los 32 minutos del segundo tiempo del triunfo de Racing por 1 a 0 ante Chacarita en el Cilindro de Avellaneda, por el Campeonato Metropolitano.

En su primera etapa como jugador de Racing, Olarticoechea llegó a ser capitán con 22 años y cumplió su objetivo principal: comprarle una casa a sus padres en Saladillo. “El resto era de yapa, pero jamás imaginé que iba a lograr todo lo que logré”, asegura. En agosto de 1981, mientras estaba en Córdoba en una de sus primeras giras con la Selección argentina, un mozo lo sorprendió al felicitarlo por su pase a River. Así se enteró de que jugaría en el Millonario, un club que admiraba desde chico por su fanatismo por Oscar Pinino Más. Apenas cuatro meses después de su llegada, contribuyó a la obtención del primero de sus tres títulos: convirtió el único gol del partido de ida de la final ante Ferro y fue titular en la vuelta para sellar la conquista del Campeonato Nacional.

“¿Héroes? No, fuimos tipos comunes que hicimos algo extraordinario”

Luego de haber sido convocado por César Luis Menotti para el Mundial de España 1982 y no haber sumado minutos, de haber renunciado a la Selección en 1984 por haber sentido que el nuevo entrenador, Carlos Salvador Bilardo, no confiaba en él y de haber regresado por un pedido especial en un peaje de la Autopista 25 de Mayo, Olarticoechea ingresó desde el banco de suplentes en los tres partidos de la fase de grupos y en los octavos de final de México 1986. Su oportunidad para debutar como titular en una cita mundialista llegó en los cuartos ante Inglaterra por la suspensión de Oscar Garré, que había llegado al límite de tarjetas amarillas en el partido previo ante Uruguay.

“Olarticoechea es el Sargento Cabral de Maradona”, expresó en diálogo con Canal Abierto el periodista Andrés Burgo, autor del libro El partido, en el que desgrana todo lo que pasó en aquellos cuartos de final. El Vasco fue el héroe escondido detrás de la actuación consagratoria del 10, que marcó los dos tantos argentinos ante Inglaterra, “La Mano de Dios” y “El Gol del Siglo”. Al minuto 81, Gary Lineker había puesto a los europeos a tiro del empate. Al 87, John Barnes desbordó por la banda izquierda y lanzó un centro que dejó a Lineker de cara al gol. Sin embargo, Olarticoechea logró despejar la pelota sobre la línea con un cabezazo de espaldas. Él mismo bautizó su salvada como “La Nuca de Dios”.

La salvada de Julio Olarticoechea en el partido de la Selección argentina ante Inglaterra, por los cuartos de final del Mundial de México 1986. (Fuente: Joe O'Connell)

Argentina avanzó y Olarticoechea no salió más del equipo titular hasta ser campeón del mundo: jugó ante Bélgica en semifinales y ante Alemania Federal en el partido decisivo. “Mientras la final todavía se estaba jugando, la casa de mi familia se empezó a llenar de gente y ya para cuando terminó el partido no se podía caminar por la calle”, contó en el libro El Vasco de Saladillo (2016), de Agustín Di Benedetto.

Italia 1990 fue el último Mundial de Olarticoechea. No sumó minutos en el debut con derrota ante Camerún, estuvo en la cancha entre el segundo y anteúltimo partido y se perdió la definición -en la que Argentina cayó ante Alemania Federal- por acumulación de amonestaciones. No obstante, fue ovacionado por su gente en Saladillo. “Este recibimiento es más emocionante que haber sido subcampeones del mundo. Nunca me olvidé de mi pueblo. Un día el jugador de fútbol va a pasar, pero la persona queda. Y yo voy a seguir como soy”, expresó el Vasco a sus 31 años para la revista El Gráfico.

Un campeón del mundo suelto por Saladillo

Olarticoechea reside con su esposa, Gloria, y Johana, su hija menor, en un chalet como tantos en Saladillo. Gisela, la mayor, es licenciada en Turismo y desde los 18 años se instaló en Buenos Aires. En su tierra lo idolatran con homenajes. En la entrada al pueblo, sobre la Ruta 205, un monumento de 16,10 metros representa la camiseta argentina N°16 que vistió en los Mundiales 1986 y 1990, un pasaje lleva su nombre y, a las afueras del Club Argentino, un mural lo retrata con la indumentaria de la Selección junto a Maradona.

 

Julio Olarticoechea, en sus inicios en Argentino de Saladillo, junto al “Tanque” Tenaglia y Julio Zaniratto. (Fuente: El Vasco de Saladillo, Agustín Di Benedetto)

“Hoy vivo como una persona normal. A la mañana le hago los mandados a una de mis dos hijas, que es repostera. Ya para las 11 me desocupo y me junto a tomar café con mis amigos de toda la vida. Normalmente camino todos los días, a la tardecita suelo visitar a algún amigo y a las siete de la tarde ya estoy en mi casa y me cocino, algo que me gusta mucho”, cuenta Olarticoechea.

Sentado al fondo del Club Social, Olarticoechea desayuna con Gisela y Elenita, su nieta de cuatro años, su “debilidad”. Las personas que transitan por la vereda se detienen a saludarlo, pero no interrumpen su café con medialunas. Él, amablemente, responde con una sonrisa que le achina los ojos. El Vasco de Saladillo no necesita más que estar cerca de sus orígenes para ser feliz.

Mural en homenaje a Julio Olarticoechea y Diego Armando Maradona, a las afueras del Club Argentino de Saladillo.