viernes, agosto 15, 2025
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Matías De Andrade: soñar y esforzarse para romper la lógica de lo imposible

Por Juan Moure

Luego de nacer con una agenesia (una afección en las extremidades inferiores) tuvieron que amputarle su pierna derecha por encima de su rodilla, pero esto no lo privó de una vida llena de actividad. Matías De Andrade conoció la natación cuando tenía cinco años, gracias a su padre que lo llevó a practicar este deporte. En los Juegos Paralímpicos de Tokio en 2021 ganó la medalla plateada en 100 metros espalda y ya consiguió una dorada en los Juegos Parapanamericanos de Santiago de Chile, en la misma disciplina.

Aun así, no fue hasta los 11 que comenzó a entrenarse de forma competitiva representando al club Independiente gracias a una entrenadora que le vio potencial cuando vivía en Córdoba. Tras cumplir 15 años, comenzó a practicar con mayor profesionalismo y a los 17 decidió dedicar su vida a este deporte gracias a Edith Arraspide, la conductora del equipo nacional de natación paralímpica.

A lo largo de su infancia, De Andrade recorrió varios lugares del país porque su padre, Oscar De Andrade, es excombatiente de la Guerra de Malvinas y era reubicado constantemente por el ejército argentino. El nadador nació en Avellaneda, pero rápidamente se mudó a Córdoba (donde conoció la disciplina), luego vivió en Miramar y por último en Mar del Plata. Allí terminó de desarrollarse como deportista.

En 2009 participó de los Juegos Parapanamericanos Juveniles en Bogotá, Colombia. Aquel certamen significó su debut internacional y, desde entonces, no paró de competir. Con los actuales Juegos de Santiago, participó en cuatro Parapanamericanos y tres Juegos Paralímpicos.

“Recuerdo que en el 2000, estaba viendo los Juegos Olímpicos de Sidney con mi papá y yo le dije ‘¡Qué locura debe ser estar en unos Juegos Olímpicos!’. Obviamente no sabía que existían los Paralímpicos en ese momento. ‘Debe ser algo imposible’, le dije y él en vez de decirme eso, me respondió ‘No, para nada es imposible. Si vos lo soñás y te esforzás para lograrlo, podés llegar’”, comentó De Andrade, en una entrevista por DeporTV tras lograr su primer podio paralímpico.

En cuanto a las dificultades que podían surgir, el marplatense reconoció que muchas veces sus entrenadores, e incluso su kinesiólogo, no cobraron ni un solo peso con tal de que pudiese dar lo mejor de sí en los Paralímpicos de Tokio y le aseguraban que lo hacían por el orgullo y el honor.

En 2019, De Andrade fue distinguido como el Lobo de Mar de Oro, premio que distingue al mejor deportista de Mar del Plata, tras lograr el oro parapanamericano y el bronce en el Mundial de natación en Londres.

En su carrera a nivel internacional, Matías De Andrade consiguió tres medallas en los Parapanamericanos de Toronto 2015, una dorada en Lima 2019, un tercer puesto en el Campeonato Mundial de Natación de Londres, también en 2019, un diploma paralímpico en Río 2016 y la medalla plateada en los JJOO de Tokio que, por la pandemia de COVID-19, se disputaron en 2021. 

Sin dudas es un nadador excepcional que supo hacerle frente a sus dificultades físicas para luchar y cumplir ese sueño que tuvo a sus siete años y que su padre acompañó y fantaseó con él para que aquel deseo se hiciera realidad.

Centralismo y precariedad, las principales características del paralimpismo argentino

Por José Baía

“Hasta hace dos semanas no teníamos (la selección de parabádminton) ropa de competencia”, aseguró el ex parapiragüista olavarriense, actual jugador de bádminton y pádel adaptado, Lucas Díaz Aspiroz Además, la beca no le alcanza ni para comprar una raqueta, la mayoría de los gastos (viáticos, materiales, comida, entre otros) los cubre de su bolsillo y el único lugar que tiene para entrenar cómodamente es el CeNARD.

Esta declaración demuestra lo que viven los atletas paralímpicos en Argentina. ‘Precariedad’ y ‘centralismo’ son las palabras que resumen la situación de cada una de las disciplinas. Quienes realizan estas actividades viven una lucha constante para entrenarse en las mejores condiciones posibles.

Con el Centro Nacional de Alto Rendimiento Deportivo (CeNARD) ubicado en Buenos Aires, hay disciplinas que tienen el espacio para practicar solamente allí, lo que dificulta a los que provienen de otras provincias del país. Incluso, ni siquiera ahí adentro tienen las instalaciones requeridas para desarrollar su actividad, como es el caso del parabádminton y el goalball (ambos deportes paralímpicos), entre otros.

Es tan amplio el problema que enfocarse sólo en el alto rendimiento sería un error. Estas dificultades también atentan contra la práctica del deporte en general, ya que no se genera una cultura al respecto, tan necesaria para llevar una mejor calidad de vida. Además, saber utilizarlo como herramienta de inclusión es igual de importante que darle un financiamiento digno. Disciplina, salud y sacrificio, son algunos de los valores que se transfieren de la práctica a la cotidianeidad. 

Asimismo, la inversión tanto en infraestructura como en educación, con esta orientación es pobre, eso se puede ver en cualquier club, escuela o sociedad de fomentos. En lugares como estos se ven materiales rotos, falta de insumos o, incluso, espacios acotados. Por eso, a veces resulta lejano que se centren en la inclusión si no se puede costear el mantenimiento. Aun así, es fundamental que las disciplinas adaptadas se desarrollen cada vez más porque, para muchos paradeportistas, son el puente a la salud mental que ellos tanto necesitan.

Por otro lado, se ve un amateurismo profesional, en el cual cada uno de los paraatletas se entrenan como si fueran de elite, pero la retribución material es baja o, incluso, inexistente. El sistema de becas tampoco se queda atrás. Aunque es sumamente positivo que se reconozca a los deportistas por los logros obtenidos y dejar al deporte del país en lo más alto, cada vez son menos los que tienen la posibilidad de acceder a estas. 

En general, esta retribución se brinda por un buen desempeño o con proyección a alguna competencia importante a corto plazo, como puede ser un Mundial, unos Juegos Olímpicos o unos Panamericanos. Si el resultado en dichos torneos no es el mejor, es difícil que se prolongue el tiempo de subvención. En muchos casos, por no decir todos, les alcanza para la alimentación y, si ahorran un par de meses, para materiales propios de cada disciplina. Esto no tiene por qué ser así. Debería cubrir, además de las necesidades básicas, lo que precisen para el desarrollo de su actividad, como viáticos, indumentaria y hasta vivienda. Tendrían que poder vivir del deporte.

Desafiando barreras: las dificultades a la hora de practicar deportes paralímpicos en Argentina

Por Matías Di Menna  y Victoria Leccadito 

En la gran extensión de la tierra argentina en la que el fútbol resuena como un latido cultural y se apodera de las personas, existe un mundo paralelo de deportistas que desafían la adversidad: los atletas paralímpicos. Detrás de la inspiradora narrativa de superación y pasión, se esconde la cruda realidad que lamentablemente viven día a día: la dificultad que enfrentan estos guerreros modernos para practicar disciplinas adaptadas en el país.

Uno de los establecimientos más reconocidos del país, es el Centro Nacional de Alto Rendimiento Deportivo (Cenard). Un lugar que le brinda oportunidades a los y las deportistas que allí pasan horas de su vida entrenándose para ser la mejor versión de sí mismos, compartiendo el espacio con otras disciplinas. Todos aquellos que pasan por el CeNARD, técnicos, dirigentes y atletas, tienen un mismo objetivo: dejar la bandera argentina en lo más alto posible, pero para ello primero deben tener los espacios adecuados y en condiciones dignas para hacerlo.

Lucas Díaz Aspiroz, representante de Argentina en parabadminton en los Juegos Parapanamericanos 2023, contó la experiencia de poder entrenarse en el CeNARD: “Donde se puede entrenar bien es acá. Te levantás, desayunás, te entrenás y así… Esto es lo que yo considero deporte de alto rendimiento y cómo se tiene que trabajar para conseguir medallas”.

Todos están enfocados en representar al país y en dejar una buena imagen hacia el resto, pero las dificultades comienzan en las raíces, en la falta de acceso a instalaciones deportivas adaptadas. En el CeNARD la infraestructura inclusiva es escasa, y muchos atletas se encuentran lidiando con la ausencia de rampas, vestuarios preparados para estas disciplinas y equipos específicos que faciliten su entrenamiento. Además, hay deportes que ni en ese lugar tienen su propio espacio y deben utilizar el de otras actividades, como es el caso del goalball y el bádminton, que acceden a los frontones de pelota, readecuando la cancha (modifican las dimensiones) con cintas o alfombras con las medidas y líneas respectivas de cada uno. Pero este es sólo un caso de muchos.

El apoyo financiero es otro eslabón débil en la cadena de los deportes paralímpicos en Argentina. La inversión en programas de desarrollo y en el respaldo directo con las becas  a los atletas con discapacidades a menudo es insuficiente. Esto deja a muchos luchadores en la cuerda floja, dependiendo en gran medida de la determinación personal y el esfuerzo, a pesar de la falta de recursos. Mientras que todos los equipos de fútbol masculino de la Primera División pueden elegir entre viajar en ómnibus o en avión a diferentes provincias del país. Hay deportistas que hasta hace poco estaban publicando su alias de las aplicaciones de billeteras virtuales en sus redes sociales para poder costear sus gastos generales y disputar el torneo al cual se calificaron, como fue el caso de la selección argentina de futsal para sordos. El hecho de sólo pensar en cómo estos atletas deben autoabastecerse o pedir ayuda para poder cumplir sus objetivos y sueños, permite comprender por qué potencias como Brasil o los Estados Unidos se ubicaron muy por encima en el medallero de los últimos Parapanamericanos.

Nuevamente, Díaz Aspiroz, de experiencia en los Juegos Paralímpicos Río 2016 y Tokio 2020 en canotaje, expresó que la diferencia de nivel se debe a que “los países que son potencia es porque tienen mucho apoyo y eso se refleja en los resultados. Un respaldo económico permite tener mejor equipamiento, lugares para entrenarse y así pueden prepararse bien durante 4 años”.

A pesar de estos obstáculos, la esperanza aún está intacta, distintas organizaciones  y defensores de los deportes paralímpicos en Argentina trabajan incansablemente para impulsar cambios. Campañas de concientización, iniciativas de recaudación de fondos y proyectos para mejorar la accesibilidad están surgiendo lentamente, llevando consigo la promesa de un futuro más inclusivo. La resiliencia y determinación de los atletas paralímpicos argentinos demuestran cómo viven la pasión por el deporte, y hasta dónde están dispuestos a llegar. Cada medalla que conquistan no sólo es un logro individual, sino un recordatorio de que la grandeza puede florecer incluso en terrenos difíciles.

En un país donde la pasión por el deporte late fuerte, la lucha por mejorar las condiciones para los deportes paralímpicos es una batalla que va más allá de las competiciones. Es una búsqueda colectiva de igualdad, inclusión y reconocimiento para aquellos que desafían la adversidad y encuentran en el deporte una vía para volar más alto.

Lucas Díaz Aspiroz: “La beca del ENARD no alcanza”

Por Tomás De Carlo y Abel Iranzi

El jugador de parabádminton es un ejemplo de superación y de pasión por el deporte ya que, a lo largo de su carrera, pudo practicar diversas disciplinas adaptadas  

En el mundo del deporte siempre se encontrarán muchos obstáculos y se necesita de una gran conducta de los atletas para superarlos. De los más conocidos, como el fútbol, tenis o básquet, se tiene una idea de lo que implica su entrenamiento, su rutina y su economía según en qué etapa de su carrera esté. Pero hay una rama de ellos que no tiene tanta repercusión, la de aquellos que practican las disciplinas paralímpicas.

Lucas Díaz Aspiroz, que es un ex paracanoísta y actual jugador de bádminton y pádel adaptado y que actualmente vive en Olavarría, pero que de vez en cuando se entrena en el Centro Nacional de Alto Rendimiento Deportivo (CeNARD), contó varias de sus experiencias dentro de la actividad.

Aspiroz, entre sus motivaciones, tiene como principal la constante superación, ya que de chico siempre hizo deporte, pero tuvo un accidente en moto de joven que lo dejó en silla de ruedas por una lesión medular. Esto también lo impulsó a poder volver a sentir la adrenalina y la sensación de hacer actividad física. Después de varios años del siniestro logró entrenarse nuevamente. “Si yo tengo que pararme para demostrar que soy persona… No estoy de acuerdo”, expresó el olavarriense.

El atleta paralímpico hizo canotaje hasta 2018 y desde ese momento empezó a practicar pádel con amigos de forma casual. Sólo no jugaba cuando había algún selectivo de su deporte de agua, ya que prefería prevenir lesiones. “Una vez que dejé el canotaje probé con el bádminton con un objetivo: ver hasta dónde podía llegar mi cuerpo y si éste era capaz de soportar la competencia”, comentó el nacido en Buenos Aires, quien en mayo de este año, participó en el Mundial de Parapadel en España y quedó en el cuarto puesto.

Aspiroz cuenta con una beca dada por el Ente Nacional de Alto Rendimiento Deportivo (ENARD) que no le alcanza para sustentar casi ningún gasto, por lo que tiene que generar ingresos trabajando en la parte de ingeniería de sistemas de Olavarría donde cuentan con 500 computadoras para manejar el funcionamiento de la base de datos y las redes de un hospital. “De 7 a 13 trabajo todos los días. Vuelvo a mi casa y descanso. De ahí voy a entrenar bádminton dos veces por semana en mi ciudad, ya que lamentablemente no contamos con los suficientes profesores. Por eso aprovecho el CeNARD para continuar entrenando”, explicó el jugador de parabádminton.

La beca del ENARD no alcanza, se que es por logros y rangos, si salís campeón, o si viajás a algún torneo y que también depende de la disciplina. Ni antes haciendo canotaje ni ahora, me pude mantener solo con esta. Toda beca que tuve la usé para los viajes y para pagar los gimnasios”, manifestó el deportista argentino con un tono decepcionado, y agregó que los materiales que necesita son comprados con el dinero de su bolsillo. “Una raqueta cuesta 200 dólares, debo tener dos o tres para jugar. También compro las plumas de las pelotas y bolsos”, sentenció.

A pesar de tener una discapacidad física, él piensa que no hace más esfuerzo que un atleta promedio, ya que todos llevan su cuerpo al máximo por el objetivo de cada uno. Siempre trata de mantenerse positivo, sin importar los obstáculos que le ponga la vida y aseguró que los Parapanamericanos están en pleno auge y que el deporte paralímpico está creciendo a grandes velocidades, pero que aun así se le debería dar más visibilidad: “Siempre uso las redes para compartir y animar a gente a seguir un deporte distinto. Una persona con discapacidad no puede trabajar en cualquier lado, esto pasa de la misma forma con los deportes”. 

Además, Aspiroz asegura que hay cada vez más inclusión y público en los deportes adaptados. Esa idea la argumentó con un ejemplo de una experiencia personal: “La gente nueva de Olavarría decía al principio ‘Un chico en silla de ruedas remando’. A la segunda que te ven ya comentaban ‘ah sí, el que rema’. Normalizan el que esté usando una silla y eso me pone contento”.

Aspiroz es un gran ejemplo de superación constante, ya que pudo romper las paredes que se le aparecían en su camino a partir de la dedicación, la perseverancia y la disciplina con la que se toma todo en su vida.

El equipo que jugó durante 50 años con una bomba bajo su cancha

Por Bautista Serra

La isla de Portland, del condado de Dorset, fue uno de los blancos más importantes de bombardeo durante la Segunda Guerra Mundial debido a que los barcos de la Marina inglesa estaban amarrados a su puerto, uno de los más grandes y profundos del mundo. Lo llamativo es que 50 años después de que el conflicto bélico haya finalizado, una bomba fue encontrada allí pero sin detonar y estaba ubicada ni más ni menos que en el campo de juego de un equipo de fútbol, el Portland United Football Club.

El primer registro que se tiene de esta institución fue a comienzos del siglo 20 cuando aún se llamaba Portland and Grove y, a pesar de que siempre se ha mantenido en las ligas más bajas del fútbol de Inglaterra, ha llegado a participar de la FA cup, el torneo más antiguo del mundo y uno de los más prestigiosos a nivel regional. 

De todas formas, el club se asentó en su ubicación actual recién en 1921, donde tras varios años sin jugar debido a la Primera Guerra Mundial, hizo una gran reforma en sus instalaciones. Su estadio pasó a llamarse Grove Corner y cuatro años después logró unirse a la Segunda División de la Western League (catalogada como la décima división de Inglaterra). Allí permaneció durante varios años y consiguió dos títulos consecutivos durante las temporadas 1930/1931 y 1931/1932, pero no pudo obtener el ascenso a Primera. 

De a poco comenzó a ganar popularidad y logró mantener una media de entre 2.000 y 3.000 espectadores cada vez que hacían de local en Dorset, pero tras unos años irregulares con ascensos y descensos constantes y algún que otro título más que se sumó a su vitrina, llegó la Segunda Guerra Mundial entre 1939 y 1945 y la isla se vio afectada por los múltiples bombardeos de la Alemania Nazi.

Por fortuna el club pudo recuperarse rápidamente e incluso alcanzó una de sus mejores épocas, ya que se convirtió al semi profesionalismo, se mantuvo en la Primera División de la Western League durante 24 años y llegó a su mejor clasificación de FA Cup en su historia. Los Blues quedaron afuera frente al Yeovil Town en la cuarta ronda del clasificatorio frente a 6.000 espectadores. 

En 1994 el Portland United mudaría su terreno de juego por pedido de la Corona ya que requerían esa tierra para extracción mineral por lo que les proporcionaron un nuevo estadio a unos cuantos kilómetros de allí y lo nombraron New Grove Corner. Para sorpresa de toda la isla tan solo un año después, el 22 de marzo de 1995, en la antigua cancha que había recibido a tantas familias y donde por 50 años todos los días una pelota de fútbol rodó, una bomba sin detonar fue encontrada durante las excavaciones y casualmente debajo del círculo central del campo. 

Rápidamente la noticia fue informada por el Dorset Evening Echo, el diario local y 9 días después, el primero de abril, se realizó una de las evacuaciones más grande de Inglaterra en tiempos de paz, más de 4000 habitantes dentro de un radio de 1000 metros alrededor del dispositivo tuvieron que ser trasladados. El encargado de desactivar este explosivo de aproximadamente 500 kilogramos fue el capitán Mike Lobb perteneciente a los Royal Engineers que para ese entonces tenía 26 años y que a pesar de haber pasado 12 años en el ejército, comentó que esta fue sin dudas la intervención más complicada y decisiva de su carrera.

Pese a la complejidad de la tarea y las dificultades que se presentaron durante la evacuación por parte de los residentes quienes se resistían a irse por temor a los saqueos, las pérdidas de negocios y el abandono de sus mascotas, el resultado del operativo fue exitoso ya que se desactivó la bomba y no hubo que lamentar víctimas.

El Portland United Football Club continuó su historia oscilando entre la multiplicidad de ligas que hay en las categorías de menor nivel del fútbol inglés y actualmente se encuentra jugando en la Primera División de la Wessex Football League, una liga que comprende a varios equipos del sur del país y que está clasificada junto a otras 15 como la Novena División de Inglaterra. 

A día de hoy el club sigue innovando y sigue siendo un lugar de referencia y pertenencia para los lugareños. El hallazgo de la bomba pasó a formar parte de la historia no solo del club, sino también de la isla y su carcasa se encuentra expuesta en el museo de Portland, el cual es visitado frecuentemente por los turistas para corroborar esta historia. 

 

Mauro Amato: “Hay que seguir con la lucha por los desaparecidos y mantener viva la historia, transmitiéndola”

Por Agustín López Resano

El exdelantero de Atlético Tucumán recordó el festejo de su gol en 1999, cuando mostró una remera que reivindicaba la lucha de las Madres en la provincia gobernada por el genocida Antonio Bussi.

El grito de Amato es el de 30.000 desaparecidos y el abrazo con los brazos abiertos es para las Madres.

El registro del último gol en la victoria por 3 a 1 del irregular Atlético Tucumán sobre Godoy Cruz en 1999 no ocupará una página dorada en la historia deportiva del Decano. Sin embargo, el festejo del tanto constituye una piedra angular en materia de deportistas que en actividad se han expresado por la reivindicación de los derechos humanos, violados sistemáticamente por la dictadura cívico-militar que ejerció el terrorismo de Estado en Argentina desde 1976 hasta 1983.

Aquella noche, tras empujar la bola a la red, Mauro Amato se levantó la remera del club y descubrió otra, negra, que junto a cuatro pañuelos blancos transmitía un mensaje: “Aguanten las Madres”. La foto de la celebración no salió publicada en el diario local, afín al -por aquel entonces- gobernador de la provincia, el genocida Antonio Bussi.

El ahora exfutbolista y entrenador de la octava división de Estudiantes de La Plata mantiene la misma sencillez que caracterizaba a su definición en el área rival. Pacta la entrevista en su domicilio platense e invita bebida y sánguches de miga. Por si quedan dudas de su predisposición, aclara: “Sentite como en tu casa”.   

 – ¿Cómo se gestó tu vínculo con los derechos humanos y la lucha de las Madres de Plaza de Mayo?

– Por aquel tiempo me había nacido el interés por la literatura, había empezado a leer diferentes libros y mi estadía en Tucumán me encontró leyendo Nunca más, una obra con testimonios impactantes. A medida que empecé a investigar sobre lo que había sucedido y el sufrimiento que había causado, se despertó en mí una reflexión muy profunda.

– ¿Por qué elegiste esa forma para transmitir el mensaje?

-Quería hacer saber lo ocurrido. Decidí utilizar al fútbol como vehículo porque era mi ambiente y, además, porque sabía que iba a lograr una gran repercusión. Y qué mejor que comunicarlo a través del festejo de un gol, que es un momento en donde todas las miradas reposan en quien convierte. En definitiva, mi objetivo era crear conciencia social para que nunca se olvidase lo que había acontecido y, a su vez, dejar un mensaje. Así que un buen día mandé a hacer la remera.

A sus 49 años, todavía conserva la remera.

– Teniendo en cuenta que el gobernador de la provincia del equipo que integrabas era Antonio Bussi, un represor que años después sería condenado por haber cometido delitos de lesa humanidad durante la dictadura, ¿recibiste algún tipo de amenaza por tu accionar?

-Por suerte, no. Solo un dirigente me dijo que me cuidara con los mensajes que mandaba. Lo que sí sentí es que quisieron callarme; la foto del gol no salió publicada en el diario local y me dejaron de hacer notas por algún tiempo. Sin embargo, lo más significativo fue que mi familia me dejó de saludar. Lo cierto es que mi entorno familiar nunca se había involucrado con algo, entonces nunca sabían nada. Ahí tomé noción de que había sido formado desde un desconocimiento. El rechazo no me importó, porque cuando uno enfrenta una lucha va hacia adelante.

– ¿Considerás que es importante que los deportistas se expresen sobre el tema?

-Sobre cualquier tema. Creo que existe un circuito cerrado de pensamiento en el fútbol, que es de lo que puedo hablar. El futbolista y su entorno solo consumen fútbol y no advierten que hay más cosas, que antes hay una vida. Yo empecé a ver más allá y a incorporar mayores conocimientos, lo que me llevó a transitar mis días de una mejor manera. En lo que respecta a Memoria, Verdad y Justicia, creo que cuanto más seamos y más abarquemos, es mejor. Sobre todo, cuando aparecen los sectores negacionistas. Hay que seguir con la lucha por los desaparecidos y mantener viva la historia, transmitiéndola. A veces no nos damos cuenta de que no es poca cosa contar con un micrófono para decir lo que pensamos, y eso hay que aprovecharlo. Antes de aquel gol yo nunca había hablado con mis compañeros sobre la dictadura, pero después de aquella noche me preguntaron de qué se trataba, qué había querido decir, y ahí tuve mi momento para expresarme.

– ¿El respaldo a las Madres fue la musa inspiradora para otros pedidos de justicia u otros mensajes?

Definitivamente. Después de esa noche me propuse seguir haciendo goles y dejando mensajes, así que, al poco tiempo, en Arrecifes, hice lo mismo con otra remera que decía “No se olviden de Cabezas”, en repudio a la inacción judicial en el caso del fotógrafo asesinado en 1997. Otro día, mostré una que me había regalado Gustavo Chizzo Nápoli, cantante de La Renga, para promocionar su disco. También festejé una vez con una de la marca Martín Palermo, cuando el Titán, a quien conocí en Estudiantes, había sacado su línea de indumentaria.

“Sin justicia no hay democracia. No se olviden de Cabezas”, fue otro de sus mensajes contra la impunidad.

– Hoy te comerías varias amarillas…

– Sí (risas), pero estoy seguro de que se me hubiese ocurrido otra cosa con tal de transmitir los mensajes.

El exfutbolista posa junto a sus valores sentimentales y las 12 camisetas que vistió en su carrera.

– En tu actual rol de entrenador de chicos de 16 años, ¿tratás de inculcarles algo más desde lo extradeportivo?

Justamente este año, en la víspera del 24 de marzo, les pregunté a los chicos si sabían qué día se conmemoraba y hablamos un poco de eso. Muchas veces en el fútbol no hay tiempo, pero yo aprovecho cada charla. Soy un convencido de que cuanta más conciencia tenga y mejor persona sea un deportista, mejor deportista será. Trato de inculcar valores a través de la pelota. Me gusta lanzar preguntas, hacerlos pensar, darles más opciones a la hora de razonar.

La desorganización que pudo enterrar el talento del básquet argentino

Por Francisco Vico

El básquet en Argentina llegó a su mejor momento durante los Juegos Olímpicos de Atenas 2004, cuando la Generación Dorada logró el oro luego de vencer en la final a Italia y en las semifinales a Estados Unidos, único país que ganó esta competición desde la inclusión de jugadores de la NBA en 1992. La Generación Dorada llegó por la creación de la Liga Nacional en 1985, que ayudó a federalizar este deporte y a que surgieran más talentos del interior del país, como Andrés Nocioni que nació en Santa Fe, o Fabricio Oberto, oriundo de Córdoba.  

Los logros de la Selección llegaron en los 2000, cuando estuvieron en las instancias finales de los torneos más importantes, como el segundo puesto en el Mundial de Indianápolis 2002 y el bronce en Beijing 2008. Aunque en febrero de 2023 el seleccionado argentino perdió 79-75 ante República Dominicana por las eliminatorias de la Copa del Mundo y quedó eliminado del Mundial de ese año a disputarse en Indonesia, Japón y Filipinas. Una posible causa es el bajo nivel y la desorganización política que sufrió la Confederación Argentina de Básquet (CABB) en los años recientes, que hizo que el rendimiento de la Liga Nacional baje de forma considerable, tanto que se llegó a un punto en el que hay cada vez menos jugadores del plano nacional en la selección, Tayavek Gallizzi de Instituto de Córdoba es el único que disputó las ya mencionadas eliminatorias.

Debido a la mala situación económica que atravesaba Argentina con la devaluación del peso de 39%, a los jugadores les favorecía ir a jugar a otro país. Franco Balbi, que fue a jugar al Flamengo de Brasil, explica que “cobrar en una moneda extranjera, con la realidad de Argentina, te da una estabilidad diferente”. Las ligas de Chile, México y Uruguay, por lo económico, son un destino atractivo para los jugadores argentinos, pero en nivel son más parejas o peores que la Liga Nacional.

En 2008 asumió en la presidencia de la Confederación Argentina de Básquet, Germán Vaccaro, que en noviembre de 2022 fue culpado de administración fraudulenta por los seis años que estuvo en el cargo. Para su salida en abril de 2014, tuvieron que intervenir los jugadores de la Generación Dorada, que amenazaron con no presentarse al Mundial de España 2014. En una conferencia de prensa comandada por Luis Scola, pidieron un cambio en la Confederación, ya que tenían deudas con los jugadores.  “Nosotros pedimos un cambio profundo, no solo en lo personal, sino también en el manejo institucional de la CABB. Es importante, es necesario, hay que hacerlo ahora mismo. No buscamos el beneficio personal. La deuda nuestra no tiene casi importancia con lo que estamos pidiendo”. Los jugadores pidieron por la regularización económica debido a que el déficit llegaba a los 33 millones de pesos. Luego de la renuncia de Vaccaro en 2014, Federico Susbielles tomó el cargo, con el respaldo de las máximas figuras de la Generación Dorada. El bahiense dijo en su momento que la situación no era solamente culpa de Vaccaro, que debía haber un grupo detrás. Personas como Daniel Zanni, que fue el presidente por unos días luego de su renuncia, y Fabian Borro, que fue uno de los vices de Vaccaro, también eran culpables. 

Además de regularizar la situación económica, Susbielles buscó mejorar el rendimiento deportivo del básquet nacional,  quien extendió los torneos organizados por la CABB, ordenó la Liga Federal y organizó un proyecto para hacer acuerdos con la NBA. Luego de una gran gestión para el exbasquetbolista nacido en Bahía Blanca, en 2019 decidió presentarse como candidato a intendente de la ciudad del sur de la provincia de Buenos Aires, y dejó de lado su labor en la Confederación. A partir de diciembre de ese mismo año, posterior al segundo puesto conseguido por la selección argentina en el Mundial de China, Borro fue electo presidente de la Confederación Argentina de Básquet luego de que Susbielles se bajara de la candidatura porque su lista no llegaba a los 21 delegados para postularse. Borro se había hecho cargo del club Obras Sanitarias, la Federación Metropolitana (FEBAMBA) y la Asociación de Clubes (AdC), que organiza la Liga Nacional y la Liga Argentina (segunda división). Cómo jefe de la AdC, intentó mejorar el marketing y difusión de la máxima categoría del básquet nacional, se comenzaron a televisar la mayor cantidad de partidos posibles, se cambió el formato de la competencia, y por esto comenzaron a haber partidos todos los días, al estilo NBA. También quitó el cupo de extranjeros para reducir costos en los equipos. Para ayudar con la televisación de todos los partidos, recurrió a la creación de Basquet Pass, una plataforma de streaming que cubre desde la Liga Nacional hasta el Torneo Federal, y si bien era una propuesta muy interesante, no terminó de servir por el pésimo funcionamiento, y que por el mismo los hinchas se quejan que no se podían ver los partidos sin que se trabe.

Otro de los principales dirigentes involucrados en la caída del básquet argentino fue Horacio Muratore, ex presidente de la CABB y de la FIBA (Federación Internacional de Básquet Asociados), que en su momento también impulsó la campaña de Germán Vaccaro. Además fue clave en la elección de Fabián Borro en diciembre de 2019, y se pasó por alto el hecho de que ya había sido parte del proceso de seis años al frente de la CABB de Vaccaro, penado a devolver 80.000 dólares de su gestión por administración fraudulenta de la cual se le condenó.

Agustín Morales, base que jugó la temporada 2022/23 en San Lorenzo en la Liga y disputó la Liga de Desarrollo. Contó que si bien le gusta mucho jugar al básquet, hoy lo ve difícil ya que económicamente otros trabajos le rinden más, como un emprendimiento que tiene junto con su hermano, en el cual venden elementos de la marca Apple, y es por eso que no sabe si va a continuar en el máximo nivel. Por eso que muchos prefieren emigrar al extranjero, a las ligas de México, Chile, Uruguay y Brasil.

 La mala situación financiera del país se repercute en los clubes, algo que hace que cada vez menos extranjeros vengan a jugar a la Liga. Aunque se haya tratado de aumentar la cantidad cuando se quitó el límite. Esto afectó bastante ya que fueron una gran fuente de talento para los equipos, por ejemplo, entre las 10 marcas de más puntos que se metieron en un partido, el único argentino es el histórico Héctor Campana que aparece dos veces en la lista. Mientras que el resto son los uruguayos Wilfredo Ruiz (dos veces) y Horacio López, junto con cinco estadounidenses. El que más anotó en un partido, Andrew Moten, Joe Harvell (también dos veces), Joseph Bunn y John Eubanks. Por otro lado, el MVP de la Liga Nacional, o jugador más valioso de la temporada, tiene una gran cantidad de jugadores argentinos, cómo Pichi Campana, que ganó este premio en cuatro ocasiones, o Leo Gutiérrez, que también lo ganó cuatro veces. Sin embargo, hay cinco extranjeros: los estadounidenses David Jackson (2008/09), Justin Williams (2015/16), Dar Tucker (2016/17), Eric Anderson Jr (2021/22) y el cubano Yoanki Mencia (2022/23). También hay un premio que destaca al mejor jugador extranjero del año, donde se puede notar que los mejores jugadores vienen de Estados Unidos, ya que 20 de los 30 ganadores son de ahí.

Se esperaba que la Liga Nacional iba a crecer debido a los buenos rendimientos de la selección con la Generación Dorada, pero no terminó de pasar, y se terminó de confirmar cuando el combinado nacional no pudo entrar al Mundial de Indonesia, Japón y Filipinas 2023.

Independiente y la acefalía, cinco años de la mano

Por Juan Ignacio Pena

“Vamos a tratar de imponer siempre, de jugar con la misma intensidad de hoy y seguir creciendo. Creciendo en los errores y en las virtudes que mostramos hoy. Una de esas virtudes es la intensidad. Todavía no llegamos a lo que nosotros queremos. Vamos a seguir de la misma manera, fue un partido y quedan 12 por delante”, firmó el 27 de agosto en conferencia de prensa Carlos Tevez tras vencer 2-1 a Vélez en su debut como técnico de Independiente, por la segunda fecha de la Copa de la Liga, con el principal objetivo de salvarlo del segundo descenso de su historia.

El hincha del Rojo elegía con tiempo su vestimenta para ir a ver a su equipo en un día tan especial como el 15 de junio de 2013. Muchos con la camiseta número 10 de Ricardo Bochini, algunos con el buzo de Luis Islas, de Carlos Goyén o de Pepé Santoro. Otros más jóvenes con la casaca del ‘Palomo’ Usuriaga, la de ‘Rolfi’ Montenegro, incluso la del ‘Kun’ Agüero. Caminaba hacia el estadio sin pensar en el equipo que iba a jugar esa fría tarde invernal ante San Lorenzo, recordaba viejas épocas como ganarle finales a la Juventus, al Liverpool, golear al Real Madrid de Alfredo Di Stéfano, o la obtención del Nacional 1977 en Córdoba, con una final épica en enero de 1978, en la que Independiente empató con ocho jugadores a Talleres y el Pato Pastoriza gritó para la historia: “Vayan, sean hombres, jueguen y ganen”. Diez años pasaron de la página más negra de su historia, el día que cayó como local ante el ‘Ciclón’, en un Libertadores de América a medio hacer, y tuvo su única caída a la Primera Nacional.

Hugo Moyano, Pablo Moyano y Héctor ‘Yoyo’ Maldonado llegaron como salvadores a Independiente cuando nadie quería hacerse cargo del incendio para recuperar a una institución, que desde fines de los 90’, había perdido el rumbo y para ese entonces se encontraba navegando por la segunda categoría del fútbol argentino, y se terminaron yendo por la puerta de atrás, custodiados por la policía y con sus socios reclamando elecciones para que se vayan. Ascendieron al club con lo justo en un desempate ante Huracán en La Plata, y pasados cinco años de lo que en algún momento pareció “el resurgir de un gigante dormido” que culminó con la obtención de la Copa Sudamericana 2017, Independiente se encontraba con una deuda exigible de más de 20 millones de dólares, lo que repercutía de forma directa en lo deportivo: cada campeonato que comenzaba de 2018 en adelante era peor que el anterior, con pocas variables en los resultados (casi siempre mitad de tabla), ya que cada equipo y plantel era de menor jerarquía. Las malas campañas deportivas, y la poca presencia que se veía de parte de los principales dirigentes dentro de la institución, hicieron que el socio luche y logre tener sus muy esperadas elecciones el 3 de octubre de 2022, que debieron haber sido casi un año antes (cuando según estatuto finalizaba la segunda gestión de Hugo Moyano) y se postergaron por la tardía habilitación a la lista de Unidad Independiente, una de las oposiciones.

Llegó el día de los comicios, en el que 11.492 socios (récord en la historia del club) pusieron su voto en la urna y decidieron quién gestionaría al ‘Rojo’ de Avellaneda por los siguientes cuatro años. El resultado de la elección fue más que contundente: Unidad Independiente, lista encabezada por el trinomio Fabián Doman, Néstor Grindetti y Juan Marconi, ganó con el 72% de los votos, lo que reflejó lo que el socio buscaba: un cambio. La coalición, conformada por las agrupaciones Juventud Independiente, Identidad Roja, Independiente Tradicional, Nueva Generación Roja, Lista Roja y Puro Sentimiento Rojo, además del movimiento Independiente Presente, prometía unidad, como lo decía el nombre de su lista, y cargaron durante la campaña previa al día del sufragio la bandera de la necesidad de presencia y el tiempo que exige la gestión de un club tan importante, ya que el oficialismo de ese entonces se ocupaba de otros asuntos (sindicalistas) ajenos a Independiente. Juan Ángel Marcos, representante de socios de Gente de Independiente, actual lista opositora, comenta: “Esta gestión no tiene plan económico, ni proyecto a largo plazo; van trabajando y actuando sobre la marcha de los acontecimientos, son bastante improvisados y aquello se debe en parte a que la lista fue conformada por muchas personas que probablemente no se conocían de antes ni sabían cómo trabajaban; la lista de Unidad se conformó solo a los fines de ganar la elección”.

Pasados los seis meses de gestión, el 11 de abril de 2023 Fabián Doman renunció a su cargo como presidente, lo que derivó por estatuto a pasarle el cargo a Grindetti, su vicepresidente primero, luego ratificado en la asamblea de socios realizada el 6 de julio. El conductor de televisión pidió disculpas a quienes confiaron en él al votarlo y afirmó: “La magnitud de la crisis era más grande de lo previsto y por sobre todas las cosas los ingresos económicos mucho menores a lo que se presumía”. Cerca de llegar al primer año de gestión por parte de Unidad Independiente, el plantel profesional se encontraba navegando los últimos puestos de la tabla anual, y aunque logró salvarse del descenso sobre el final, nunca se pensó que volvería a pasar por ese lugar, menos en tan poco tiempo, solo diez años después. 

Grindetti, reciente candidato a gobernador bonaerense por la lista de Juntos por el Cambio y próximo Jefe de Gabinete en la Capital Federal, y Cristian Ritondo, quien encabeza la lista de diputados del mismo partido, son quienes manejan el club más desde fuera que desde dentro, y lo que prometía ser un cambio de rumbo para el Rojo, finalmente no lo fue. La única diferencia es que hay otras caras, y representan distintos sectores de la política nacional pero, para el hincha, es igual de malo (al menos en lo deportivo). 

Unidad Independiente eligió a Pablo Cavallero (ex mánager de Vélez) para que sea el responsable de tomar las decisiones dentro del fútbol profesional, y en su gestión llegaron Leandro Stillitano y luego Ricardo Zielinski para dirigir al equipo; no fueron nada positivos sus pasos, comprometieron aún más la situación del club en la tabla anual y los removieron de su cargo antes de lo que tenían acordado en sus contratos, lo que también provocó el despido a Cavallero. 

Entonces, ya con el Rey de Copas en zona de descenso, fue Carlos Tevez el que se puso el buzo de DT y, si algo le faltaba a la sociedad Independiente-PRO, era esto: el amigo personal de Mauricio Macri se hizo cargo de un volcán a punto de la erupción. Para la sorpresa (o no) de muchos, lo salvó del descenso ganando partidos claves con rivales directos y se quedó a las puertas de clasificar a los cuartos de final de la Copa de la Liga (no clasificó por la diferencia de gol) y así le dio una segunda oportunidad a una dirigencia que, en su primer año al mando de la institución, peleó por mantener la categoría. 

En un mercado de pases crucial, el último antes de la recta final y el que iba a definir para qué estaría Independiente, lo que le permitió incorporar jugadores al conjunto de Avellaneda fue el levantamiento de la deuda con el América de México (de seis millones de dólares aproximadamente), generada en 2019 tras no pagar el pase del paraguayo Cecilio Domínguez y una parte de la ficha de Silvio Romero. “Venimos trabajando para pagar la deuda, el problema más grande que tiene el club y que nos dejó la gestión anterior” prometió Grindetti al asumir como presidente, aún provisorio, y el 13 de junio comenzó, a través del influencer Santiago Maratea, con pasado en colectas de dinero para distintas causas, la campaña para que todo aquel que quiera colaborar, aporte dinero para pagar algo de la deuda, y por sobre todas las cosas levantar la inhibición en la FIFA que le imposibilitaba incorporar jugadores y así, mejorar la jerarquía del primer equipo. La colecta realizada a través de la billetera virtual Mercado Pago recaudó cerca de cuatro millones de dólares, lo que permitió que Independiente logre un acuerdo de pago con el equipo mexicano y la inhibición quede atrás. 

Las hazañas quedaron atrás, los títulos también, y lo que queda es el recuerdo. El tercer club con más socios de la Argentina (135.000) se desacostumbró a ganar (su último campeonato local fue en 2022) y hasta a disputar la Copa Libertadores (la edición 2018 fue su última participación). A pesar de las nuevas caras en la comisión directiva, Independiente sigue en la misma sintonía: el último año de la gestión de Hugo Moyano fue de 51 puntos en 41 partidos (12 victorias, 15 empates y 14 derrotas) y el primer año de la gestión Fabián Doman / Néstor Grindetti: 51 puntos en 41 partidos (12 victorias, 15 empates y 14 derrotas), en ambos años quedó fuera de cualquier copa internacional para la siguiente temporada. Más que cambio, parece continuidad.

San Lorenzo, balance a una década de la Libertadores

Por Federico Arean

13 de agosto de 2014, el día que San Lorenzo de Almagro conquistó la Copa Libertadores por primera vez en su historia. Luego de 49 años desde la creación del torneo, fue después de la vuelta de la final en el Estadio Pedro Bidegaín contra Nacional de Paraguay que los de Boedo ganaron 1 a 0 con un gol de penal de Néstor Ortigoza, cuando el único equipo de los denominados grandes sin haberla ganado se sacó ese peso de encima y se colocó en el mejor momento futbolísticos en su historia. Pero a diez años, el club argentino atraviesa una realidad muy diferente. En el balance de 2021 (último aprobado por la comisión directiva) el club cerró con una deuda de 4.627.387.631 pesos. Existen tres puntos claves para explicarlo: los mercados de pases con muchos jugadores comprados que luego fueron liberados, contratos caros a otros que no rindieron lo esperado e incumplimientos en los pagos tanto a los jugadores como a otros clubes provocaron que San Lorenzo se encuentre muy lejos del nivel demostrado en 2014.

Los dos presidentes que atravesaron este proceso fueron Matías Lammens hasta 2019 y Marcelo Tinelli, electo por el 80% de los votantes. Pero Tinelli solo fue presidente por un año y medio, debido a su renuncia en mayo de 2022. Mientras Lammens era presidente se llevaron a cabo muchos mercados de transferencias que no lograron mantener el nivel del equipo. Uno de los mejores jugadores del plantel campeón de la Libertadores era Julio Buffarini, lateral por derecha. Fue vendido por 2 millones de dólares al Sao Paulo de Brasil en julio de 2016 y todo ese dinero se utilizó para comprar a Mathías Corujo, el uruguayo de 30 años en ese momento. Pero a diferencia de Buffarini, tuvo un año de muchos malos rendimientos y fue liberado un año más tarde. Otro caso parecido es el de Sebastián Blanco. El mediocampista llegó a San Lorenzo en enero de 2015 por 2 millones de dólares desde el West Bromwich Albion de la Premier League como reemplazo del campeón de Libertadores Ignacio Piatti, quien fue uno de los mejores jugadores del plantel. Pero tras dos años de grandes rendimientos, fue vendido al Portland de la MLS por 5 millones de dólares en febrero de 2017. Su reemplazo fue Rubén Botta, jugador que en ese momento jugaba en el Pachuca de México. El equipo argentino compró al jugador en 1,7 millones de dólares, pero la mitad no fue abonada a tiempo. El conjunto mexicano comenzó un juicio que se resolvió cuando San Lorenzo decidió abonar el dinero sumando los intereses, que hicieron que la transferencia aumentara hasta los 2 millones de dólares. No obstante, el jugador nunca rindió y se fue libre a Defensa y Justicia en 2020. 

También existen transferencias que no fueron adecuadas por las grandes sumas de dinero acordadas. En julio de 2019, San Lorenzo compró por 2,5 millones de dólares a Lucas Menossi, mediocampista de Tigre de 26 años que se encontraba en un muy buen nivel. Pero el problema fue el sueldo que se le firmó, por cuatro años: el jugador cobraría 455.000 dólares anuales, además de cuatro primas de 538.000 dólares y otra de 232.000 dólares en caso de jugar la mitad de los partidos de la temporada. El equipo de Boedo se atrasó en los pagos del contrato y nunca le pagó el pase a Tigre, por lo que en enero de 2021 fue liberado y regresó al equipo del norte de la provincia de Buenos Aires. En abril de 2023, Menossi le inició un juicio contra San Lorenzo reclamando 6,5 millones de dólares por el incumplimiento de los pagos y la deuda aumentó considerablemente.

Al margen, muchas de las instalaciones del club fueron mejoradas en los últimos diez años, como el vestuario del Nuevo Gasómetro, modificado en 2020 y rebautizado con el nombre de Edgardo “Patón” Bauza, técnico campeón de la Libertadores. Lleva escrita una frase de él en una de las paredes: “No les permito jamás a los jugadores que dejen de soñar”. Una nueva sala de prensa, que lleva el nombre del escritor marplatense Osvaldo Soriano, fue inaugurada en 2015 bajo la platea norte del estadio, como también una sala de kinesiología donde antes se ubicaba la vieja sala de prensa, tan solo a unos metros de la actual. En 2016, en Avenida La Plata, donde se ubicaba el antiguo estadio de San Lorenzo en Boedo, el Viejo Gasómetro, se inauguró el Polideportivo Roberto Pando. Construido sobre lo que era la plaza Lorenzo Massa, única plaza de Boedo en ese momento, se convirtió en el estadio donde el equipo de básquet, de vóley y de futsal de los cuervos hacen de local. Al ingresar desde la calle José Mármol al 1715, lo primero que se ve es un estacionamiento grande y el estadio a la izquierda, con tres plateas que tienen la capacidad de albergar hasta 2.000 espectadores.

Con estas nuevas instalaciones, San Lorenzo comenzó un nuevo proyecto en sus deportes federados, profesionalizando los planteles de futsal y básquet. “Desde 2017 arrancó un proyecto profesional, comenzamos tener mejores condiciones para entrenar y competir, lo que nos permitió poder vivir de esto y hoy ser uno de los mejores equipos en Argentina y haber ganado tantos títulos”, cuenta Damián Stazzone, jugador de futsal en San Lorenzo y campeón del mundo con la Selección Argentina en 2016, y hace alusión a los títulos ganados con el club: dos Copas Argentina, dos Supercopas, tres Ligas Nacionales y la Copa Libertadores en 2021.

Pero en el fútbol profesional el equipo no corrió con la misma suerte. Desde la final de 2014, San Lorenzo participó en cuatro de las siguientes nueve Libertadores siendo la última en 2019. Su mejor actuación fue en 2017, cuando cayó en cuartos de final contra Lanús por penales. “Nosotros lo jugamos como una final, lo que venía después habría sido hermoso pero lamentablemente no se nos dio”, recuerda Ezequiel Cerutti, jugador del club.

En cuanto a las inferiores, el club obtuvo resultados positivos tanto en el torneo de Reserva como en las categorías más jóvenes. En 2018 y 2019, la Reserva de San Lorenzo ganó la liga, pero, muy pocos lograron hacerse un hueco en el plantel de primera división. Solamente Federico Gattoni, Gastón Hernández y Agustín Martegani llegaron a jugar al menos 50 partidos. Pero no es una casualidad que a pesar de tener grandes jugadores en sus inferiores no sean utilizados en el primer equipo. El mediocampista Matías Palacios era una de las joyitas de las inferiores, seleccionado capitán de las selecciones Sub 15 y 17 y miembro también de la Sub 20. El 10 campeón con la Argentina Sub 17 del Sudamericano 2019 se destacaba, se comenzaba a hablar seriamente de su nivel y de su futuro, pero en San Lorenzo no era tenido en cuenta. “Mi hermano llegaba llorando porque no lo ponían, lo maltrataron mucho dentro del club”, cuenta con angustia su hermano mayor, Julián, quien también jugó en San Lorenzo y se encuentra a préstamo en Goiás de Brasil. “Yo fui maltratado por dos del plantel que eran de los más grandes; por eso me tuve que ir a préstamo Banfield en 2022 y a Goiás en 2023. A los chicos de las inferiores no los cuidaban nunca y los tapaban con otros jugadores y no te daban explicaciones”, recuerda con tristeza. En total, desde 2015 hasta hoy, debutaron 45 jugadores de las inferiores, y de ellos 16 fueron liberados, 12 vendidos, 2 intercambiados por otros jugadores y los otros 15 siguen formando parte del club, ya sea en el equipo profesional o a préstamo en otros equipos.

Lo más destacable del club en los últimos diez años en cuanto a los resultados deportivos fueron los primeros tres años, en los que San Lorenzo consiguió la Supercopa Argentina 2016 ganando la final frente a Boca y dos subcampeonatos en la Liga en 2015 y 2016, además de los cuartos de final de la Libertadores 2017. Pero a partir de ese año los resultados fueron muy irregulares y el equipo llegó a terminar en el puesto 23 de 26 en la Superliga Argentina 2018/19.

En líneas generales, San Lorenzo de Almagro no supo aprovechar el potencial que le otorgó ser campeón de América, y los socios fueron a las urnas el 17 de diciembre donde resultó ganador Marcelo Moretti (36,7 por ciento de los votos) en una elección histórica donde participaron más de 19 mil socios.

 

El Manco de Teodelina: “El Maradona de la pelota paleta”

Por Matías Besana

Le sorprendió mi pregunta. Se tomó un segundo, infló el pecho y orgulloso contestó: “Yo vi jugar a Oscar Messina”. Luego se puso contento, creía, desde la soledad de su sillón, que era el único en recordarlo. Pero las leyendas no mueren, abuelo, afirmé comprensivo dándole una palmada en el hombro. Permanecen por herencia en la memoria colectiva de los pueblos que los vieron brillar, porque la gente se adueña, defiende e idolatra el andar de quién lo representa. Así, de boca en boca, con algún libro perdido de por medio que pone freno a la exageración criolla, se perpetúan los mitos en las comunidades del interior del país.

Antes de la internet, cuando la práctica de la pelota paleta reinaba en el país y cada pueblo tenía al lado de su bar ilustre un frontón para jugar, surgió de entre los paisanos la leyenda del “Manco de Teodelina”. Lejos de la bravura y el facón, fue un gaucho de talento sin igual que deslumbró en todas las canchas en las que jugó. A Elsa, la mayor de sus tres hijos, siempre le dijeron: “Tu viejo fue el Maradona de la pelota paleta”.

En nuestras tierras, de la colonia a la independencia la vida social mantuvo sus características. Sin lujos, la ciudad de Buenos Aires tenía un aspecto chato, donde solo sobresalían las iglesias, y las diversiones dentro de las comunidades tenían el común agrado por las apuestas de dinero. La gran cantidad de inmigrantes españoles, muchos de ellos vascos, que arribaron al país a fines del siglo XIX y comienzo el XX modificaron él paradigma: para enfrentar el desarraigo comenzaron a jugar a la “pelota a paleta”, su deporte insignia, y pronto la actividad encontró en las provincias de Buenos Aires, La Pampa y Santa Fe su refugio histórico. Sí, todo esto pasó antes de que la palabra “football” fuera inventada en Inglaterra.

Hijo de un gran pelotari, Oscar Messina nació el 4 de abril de 1930 en Teodelina, un cuadrado de diez calles situado al sur de la provincia de Santa Fe. “El Manco”, así se lo conoce, era derecho para jugar, pero según recordó su gran compañero de vida, el “Negro Cacho”, pegaba aún más fuerte con la zurda. Su apodo fue una demostración de la histórica convivencia humana pueblerina, producto de una deformación en su brazo izquierdo a consecuencia de un golpe que le dio su caballo cuando era chico y trabajaba como boyero en la estancia “Duahu”: “En aquellos tiempos no existían los sanatorios ni los hospitales. Me enyesaron con tablitas de dulce de membrillo y al tiempo mi brazo adoptó la forma de una banana con un sobrehueso en la muñeca”, detalló el accidentado.

A la paleta no te enseña nadie, es una regla. Menos en la época que vivió “el Manco”, cuando los menores tenían prohibido el acceso a los clubes. Sin embargo, Messina y Acevedo, rebeldes y transgresores, se las arreglaban para jugar un rato: “Nos metíamos en la cancha a la hora de la siesta y le dábamos una monedita a alguno para que nos avisará si venía la policía. Muchas veces fuimos presos, los milicos nos llevaban y nos hacían barrer o baldear la comisaría. Han habido tardes en las que nos atraparon hasta tres veces”, coincidieron los protagonistas.

“El Manco fue lo más grande que puede haber. A cualquier pueblo que vayas y digas que sos de Teodelina, lo van a reconocer como la comuna de dónde era Oscar Messina”, comentó Cacho. Su juego, no hace falta aclararlo, era maravilloso. Le ganó a todos y de todas las maneras. Situado a medio camino entre el loco y el genio aceptó muchos extravagantes desafíos, sin importar el rival. No obstante, nunca participó en un torneo Federal. Al pedo no jugaba. Allí solo se participaba por honor y él únicamente competía por plata; lo tenía claro: “Por nada yo no te gano”. Y de eso vivió. “Fue millonario siendo analfabeto. Pero jamás le importó. Sentía desprecio por el dinero al segundo siguiente de conseguirlo y luego lo gastaba todo convidando rondas de tragos para él y sus amigos”, recordó Elsa desde Carabelas, Buenos Aires.

Vivió el juego de la vida como ningún otro. Porque vencer al paso del tiempo es una tarea que contempla mayores requisitos que el simple y, en la pelota paleta, cotidiano hecho de ganar. Dentro y fuera de la cancha sus historias lo convirtieron en un personaje de época, y más. A la edad de diez, once años ya jugaba partidos en Teodelina o Arribeños por cinco centavos. Así inicio, y jamás paro. “Enfrentaba a los mejores de cada zona, y les robaba”, aseguró Cacho. Anécdotas tiene miles. Hay una, completa, que representa la leyenda que rodeaba al jugador: luego de derrotar a Cachol, invicto en Punta Alta, Messina se ganó el prestigio necesario para medirse ante un jugador de Colón llamado Papaolo, el “Cabezón”, quien nunca había perdido hasta entonces. Para entrar al desafío, Messina chico y padre fueron al Banco de Santa Fe, que patrocinó el compromiso. Además, todo el pueblo de Teodelina viajó a Villa Cañas para presenciar el duelo y muchos se jugaron la plata que tenían ahorrada a la suerte de su hombre. En un abrir y cerrar de ojos el “tanteador” se puso 11-1 en favor del bonaerense. Lolo, padre de Oscar, interrumpió el partido y le gritó a su hijo:

-Sinvergüenza ¡Arruinaste a todo el pueblo!

Pero “el Manco”, tranquilo, respondió:

-No ve usted que recién va a once y el juego es a treinta.

Finalmente el resultado se revirtió. Messina ganó 3.800 pesos entre apuestas y regalos, una fortuna con la que nunca había soñado, pero insignificante en la comparativa con el prestigio cosechado.

El talento fue su virtud y el físico su mejor aliado. Un enigma. “Tenía un estado de la gran puta, nunca ví algo igual”, comentó Acevedo, a lo que Elsa agregó: “Oscar no entrenaba y tomaba mucho antes de los partidos, pero era mágico: dormía un ratito y se levantaba nuevito”. Flaquito y menudito era capaz de jugar seis duelos en un día, como hizo una tarde en Arribeños, o de ganar desafíos él solo ante tres rivales. Junto a su compañero José “Pepe” Salvia enfrentó al dúo de Belluso y Gervasoni, dos entrerrianos que habían sido campeones del mundo en 1968 y 1969, un juego fantástico, que así describió Salvia: “Les ganamos nosotros; ¿les ganamos nosotros? ¡Les ganó él! Le pasó la pelota siempre por encima a Belluso, quien era el delantero, y al otro lo mató a palos. Lo logró pegando setenta o más veces a la misma altura. Palo, palo y palo. A los 18 tantos, tras dos horas de partido, Gervasoni se tiró al suelo. Al burro lo mató a golpes”. Además, “Pepe” explicó que para ese partido su amigo le había marcado un redondel con tiza y le había dicho: “Vos atajas las que van ahí, ninguna otra”.

Ciertamente “el Manco” tenía tantas mañas como una estrella de rock. En parte lo era, los clubes se peleaban para que visite sus canchas, las cuales reventaban de gente como nunca antes y nunca después. Oscar Messina era la persona de mayor fama en toda la región. “Siempre encontraba un amigo o un conocido que lo invitaba a dormir cuando íbamos de gira. Tomábamos el colectivo en Junín y viajábamos para todos lados con el mono (mochila) y nada más. Pasábamos 20 o 30 días visitando pueblos de La Pampa o Santa Fe buscando un frontón y un rival. Recorrimos Buenos Aires entera sin saber leer ni escribir; preguntábamos para saber a dónde ir. Era otra vida”, explicó “el Negro” Acevedo. Tal era la popularidad de Messina que llegó a acusar a Juan Domingo Perón de no enviarlo al Mundial de 1952 por sus diferencias políticas. “Oscar nunca se quitaba su boina blanca, él era radical hasta la muerte”, sumó Elsa.

La fama pesa, pasa y a veces confunde. Ninguno de estos tres términos aplica para describir la relación de Messina con el tiempo. Sin embargo, la leyenda de su nombre atentó, ya de mayor, contra su propósito. Llegó el momento en que ya nadie quería apostar con “el Manco de Teodelina”. Fue entonces cuando la ponderada viveza criolla tomó protagonismo: “Oscar era un diablo de las apuestas y un gran actor, te ofrecía ventaja o te dejaba ganar el primer partido para robarte aún más en la revancha. De grande se ponía una venda para tapar su muñeca y que no lo conocieran, se vestía de paisano para aparentar que venía de trabajar en la cosecha o se tomaba -a la vista del rival- varias botellas de cerveza previo a ofertar un desafío”, detalló Cacho.

Oscar Messina jugó a la pelota paleta hasta los 75 años, cuando se divertía con los “chambones” en la cancha del Club Teodelina. Es el principal símbolo del deporte que más títulos mundiales ha dado a nuestro país, pese a no haber sumado ni uno. Finalmente, tras una larga agonía en su casa de Chascomús, murió el 11 de mayo de 2005. Pero su leyenda vive y vivirá por siempre en los pagos de Teodelina, donde desde 2022 una estatua le rinde homenaje.