Sus comienzos fueron en el Club Manuel Dorrego, de Morón, pasó por la Liga Asobal de España, pero en 2019 tuvo una rotura en el recto anterior del abdomen que lo motivó a cambiar la carrera que estudiaba y volver al país para cuidarse mejor. Santiago Baronetto, licenciado en Kinesiología y Fisiatría de la Universidad Nacional de La Matanza, tendrá una nueva oportunidad de jugar en los Juegos Olímpicos junto a “Los Gladiadores”.
El handball actual nació en Europa Central, en 1892 por un profesor alemán de gimnasia para sus alumnas. En la actualidad es un deporte de mucho contacto y muy popular en lugares cercanos a su creación. En Argentina no es profesional por eso los jugadores deben equilibrar su vida entre la práctica del deporte y el estudio o el trabajo. Baronetto es un ejemplo de esto: comenzó estudiando arquitectura y hoy es licenciado en otras dos carreras y al mismo tiempo integra, desde el 2018, la Selección Argentina de handball gracias a su sacrificio de priorizar el estudio, el entrenamiento y perderse momentos de estar con amigos o familiares.
Maximiliano Ferro, uno de los ex compañeros, en Dorrego, recalcó el compromiso y la gran organización de tiempo de Baronetto para recibirse y no dejar de jugar a este deporte, hasta consiguiendo ser mejor en su club y en la selección, además habló de Baronetto y su cambio de carrera: “Santi empezó a estudiar Fisiatría debido a las lesiones que sufrió, hoy ya se cuida con más conciencia y conocimientos que en años anteriores”.
El handball en Argentina no es un deporte que genere dinero, solo los mejores jugadores que pueden llegar a las ligas europeas pueden vivir del deporte mientras que para el resto estudiar es imprescindible porque al capacitarse y desarrollarse, le da otras herramientas a los deportistas que deben dejar de jugar por cuestiones externas. Baronetto tuvo una lesión muy compleja en su abdominal en el 2019, que se abrió nuevamente a finales del 2021 y género que se especialice mediante el estudio para poder recuperarse y cuidarse mejor de las lesiones, para sumarle a las condiciones técnicas y físicas que mostraba desde chico, en Morón.
“Él en Dorrego era distinto por su capacidad atlética y podía cumplir varias funciones y con el tiempo especializándose como extremo, donde juega hoy”, dijo Ferro al recordar los comienzos de Baronetto, luego de su participación en París 2024 y ya recuperado al ciento por ciento de su lesión, volverá a la Liga de España, esta vez en la segunda división jugando para Alicante.
La selección Argentina tiene como apodo “Los Gladiadores”, desde el Panamericano de handball en Santiago de Chile 2010, donde ganó la final a Brasil: la selección perdía la final por siete goles a falta de 15 minutos, pero terminó ganando 28 a 27 por un gran esfuerzo del equipo aunque el partido parecía perdido pero lucharon hasta el final como los gladiadores del Imperio Romano. Baronetto en los últimos años le hizo honor al nombre de su selección, por lo que hizo para recuperarse de su lesión y volver al equipo dirigido por Guillermo Milano.
Otro de los conocidos de Baronetto en Dorrego, Gonzalo Iglesias, director técnico del club, en el que jugó Baronetto este último tiempo contó el esfuerzo del jugador para recuperarse y llegar a París 2024: “Santi desde que volvió de España, ya hace tres años, siempre se entrenó en el CeNARD con la selección y acá en el club, a la vez no solo que estudiaba, sino que también trabajaba”.
Si bien Baronetto siempre estuvo en selecciones juveniles por sus condiciones, en este último tiempo mejoró su físico y su juego gracias a los estudios fuera del deporte. Gonzalo Iglesias también recalcó la importancia del estudio: “Sin duda alguna, hoy el entendimiento, la toma de decisión, la conducta en los entrenamientos van de la mano con la preparación escolar y académica”.
Santiago Baronetto se viene entrenando desde su última lesión para París 2024, con sus conocimientos gracias a las licenciaturas para cuidarse y preparar mejor su cuerpo para los partidos y entrenamientos, volvió al club del que salió en Morón, siendo licenciado en Kinesiología y Fisiatría, pudo recuperarse al máximo para afrontar sus segundos Juegos Olímpicos y luchar junto a “Los Gladiadores”.
El 21 de septiembre de 2001 nació un talentoso niño en la ciudad de San Rafael, ubicada a 233 kilómetros al sur de la capital de la provincia de Mendoza, quién empezó a jugar al tenis de mesa desde los 7 años y se dispuso a llegar a ser un olímpico en esta disciplina. Ese niño se alejó de su familia cuando tenía 15 para poder enfocarse en su carrera y crecer en este deporte.
A Santiago Lorenzo siempre le fascinó jugar al tenis de mesa. Esta pasión se la transmitió su padre, Fabio, quien solía llevarlo de pequeño los fines de semana a la casa de los abuelos. De vez en cuando peloteaban en una mesa de ping pong que había allí. Desde ese entonces, Fabio empezó a darse cuenta de que su hijo tenía una facilidad increíble a la hora de manipular la paleta y pegarle a la pelota.
Al principio, Lorenzo, quién solo tenía 7 años, le encantó el tenis de mesa, lo disfrutaba y se lo tomaba como un pasatiempo en el que lo único que quería hacer el resto del día era solo jugar en la cochera de su casa y pasarse el resto del día ahí. Siempre practicaba en la mesa de madera que le construyó su abuelo carpintero, Evaristo, que se la regaló a su nieto en un cumpleaños. Además, Santiago tiene una gran relación con su abuelo ya que tienen gustos similares como por ejemplo: la pasión por el tenis de mesa.
Desde los 10 años, Lorenzo participó en torneos locales, provinciales e incluso llegó a jugar en los nacionales en la categoría de menores. Su talento llamó la atención de la selección argentina, específicamente de los entrenadores de aquel entonces, Gustavo Levisman y Oscar Roitman, quienes lo convocaron para jugar el Campeonato Sudamericano Sub 11 en el año 2011 en Paraguay. Sin embargo, cuando Santiago cumplió 15, los mismos entrenadores de la selección vieron futuro en él y le ofrecieron dejar San Rafael para ir a entrenar a Buenos Aires y poder alcanzar todo su potencial y que represente a Argentina en el tenis de mesa. Tras una charla importante con su familia, el joven mendocino decidió aceptar la propuesta y se trasladó a la provincia bonaerense.
Lorenzo empezó a vivir por un año en el CeNARD, es el lugar donde los deportistas de alto rendimiento y la mayoría de los seleccionados nacionales se entrenan. Sin embargo, las cosas fuera de Mendoza no fueron fáciles, o por lo menos para el joven sanrafaelino, ya que el miedo, la incertidumbre y la soledad se apoderaron de él. “Ese periodo en el CeNARD fue bastante complicado. Para un atleta del interior, siendo tan joven y que decida radicarse ahí, es muy difícil. A veces un centro de entrenamiento puede pasar a ser una prisión”, detalló Fabio Lorenzo, el padre de Santiago.
Muchos pensamientos negativos pasaban en la cabeza de Lorenzo, tanto fue así que casi se retira. A pesar de todo, el joven del interior pudo salir adelante con el apoyo de su familia quien lo cobijaba desde San Rafael y por Gustavo Levisman, quién le ofreció su casa para que se alojara mientras que a la vez pudiera entrenar libremente: “Santi estuvo un año en Buenos Aires y ya no quiso vivir más en el CeNARD. Le ofrecí mi casa y terminó viviendo conmigo ya que siempre recibía chicos”.
Con el enorme gesto de Gustavo, Santiago ya no se sentía solo y pudo terminar de explotar todo su potencial que venía guardando desde chico. Salió subcampeón en el Sudamericano Juvenil y llegó a la final del Campeonato Argentino que se hizo en Buenos Aires, donde dio el batacazo y venció a varios de los mejores tenimesistas del momento como Gastón Alto, quién fue su compañero de selección y quién hoy en día lo está entrenando como director técnico. “Santiago no vislumbró mucho en juveniles. Recién entre 2017 y 2018, cuando se vino a vivir conmigo, explotó por primera vez y nos dejó a todos sorprendidos”, contó Levisman sobre el repentino crecimiento de Lorenzo.
Santiago decidió continuar su carrera en Europa a sus 18 años. A su lado estuvo Horacio Cifuentes, su actual compañero de cuarto y de la selección argentina. Por otro lado, Gustavo Levisman los acompañó a ambos tenimesistas y los ayudó a instalarse definitivamente por un mes en un departamento de Porto, Portugal, ambos siguen viviendo juntos incluso en la actualidad. Una vez instalados, Lorenzo afrontó este nuevo desafío en contraste de cómo lo hizo en su llegada a Buenos Aires, se despojó de cualquier tipo de pensamiento negativo que lo afecte.
Estuvo jugando para varios equipos, jugó en España para Alzira Tenis Taula, pero en un momento jugaba para dos equipos a la vez, entrenaba durante la semana en el Galoma de Portugal y luego, se tomaba un avión los fines de semana para representar a Charleville-Mézières en Francia. Por el momento, el joven sanrafaelino está jugando en Amiens, un equipo de la segunda categoría de Francia, aunque, según Fabio Lorenzo, Santiago ha recibido varias ofertas para jugar en la PRO A, la primera división francesa, y las está considerando positivamente.
No fue un camino fácil pero los miedos e inseguridades que se le presentaron a Santiago Lorenzo fueron los obstáculos que lo terminaron de forjar quién es hoy. Ya no es aquel niño que no podía estar lejos de su familia, ahora es un hombre que le queda por lo menos 10 años más de carrera por delante pero que ya, gracias a su propio esfuerzo, cumplirá el sueño de cualquier atleta a los 22 años, jugar los Juegos Olímpicos.
Correr, nadar, andar en bicicleta… Actividades que, si resultan complicadas por sí solas en escenarios recreativos, imagínese el esfuerzo que conllevan en un contexto competitivo, sin interrupción y con más de medio centenar de participantes dispuestos a aferrarse a la gloria. Así es el triatlón, un deporte diseñado para los más tenaces. Y, por consiguiente, perfecto para Romina Biagioli, atleta cordobesa de 35 años.
Aún así, las primeras andaduras deportivas de Romina no tenían al triatlón como objetivo, sino más bien a la natación. Un día, el club en el que nadaba se encontraba cerrado, por lo que decidió ir a correr con el fin de no perder ni un día de preparación. Así fue como uno de sus entrenadores la vio y le sugirió un cambio de disciplina. El resto es historia.
“Venimos de un entorno de clase media baja”, cuenta Claudio Biagioli, hermano y entrenador olímpico de natación, en diálogo con este medio. “No nos faltaba nada pero no había posibilidades de acceder a elementos competitivos”. Si bien no contaba con material apto, Romina participó de su primer triatlón hace 17 años en el circuito de la Paz, Entre Ríos, con una bicicleta prestada. Terminó última, aunque, según dice, hasta el día de hoy le sirve de motivación. “Es un deporte hecho exclusivamente para gente con su personalidad”, cerró Claudio.
A pesar de no contar con preparación infantil ni roce en categorías menores, se propuso interiorizarse más en la disciplina y dedicar su vida al alto rendimiento. Desde las incontables sesiones de spinning en cualquier gimnasio aledaño hasta su rutina actual basada en 4 horas de ciclismo, 3 de marcha a pie y otras tantas en el agua, Romina parece haber desarrollado una personalidad inalterable frente a la adversidad.
Los logros no escasean: medallas en los juegos panamericanos y suramericanos de playa, participaciones destacadas en copas del mundo y un puesto 121 en el ranking olímpico, lo que le permitió el acceso a París 2024 mediante la plaza “nuevas banderas”, destinada a una nación de cada continente que aún no hubiera asegurado la suya.
Será la segunda experiencia olímpica para la cordobesa desde que accediera a la última edición en Tokio. Recordar aquella vivencia resulta un dolor de cabeza para la triatleta: en la búsqueda de puntos que le dieran el último impulso de cara a la clasificación, salió despedida de su bicicleta tras chocar contra otras competidoras y golpeó de lleno contra el guardarrail. El resultado? Una costilla quebrada y otra fisurada.
Impulsada por la perseverancia que la caracteriza, Romina se aguantó el dolor y largó 7 días después en Italia y otros más tarde en México para cerrar de manera definitiva su clasificación. Ya en la capital nipona, las condiciones en la pista no eran óptimas y el panorama lucía complicado. Sin embargo, logró terminar la carrera en 33° lugar. “Hubo un tifón el día previo y alteró todo. Romina llegó a la meta porque es una muy buena competidora, tremendamente intensa”, asegura a El Equipo la triatleta mexicana Cecilia Pérez, quien no pudo completar el circuito aquel día.
El espíritu insaciable de Biagioli la llevará a disputar sus segundos Juegos Olímpicos en París, donde tendrá que atravesar el desafío de los 1500 metros de natación, 40 kilómetros sobre ruedas y otros 10 a pie. Lo hará el 31 de junio, con una bicicleta nueva y diseñada especialmente para la cita. Aquella Romina de 18 años jamás lo hubiera imaginado.
A sus 35 años, la cordobesa asegura aún tener sueños por cumplir. Entre ellos se encuentra el completar un desafío Ironman, que consiste en nadar 3800 metros, pedalear 180 kilómetros y correr una maratón (42,195 km) con demoras de entre 9 y 17 horas, además de los gastos siderales del entrenamiento y equipaje. Al fin y al cabo, es un deporte diseñado para los más tenaces. Y quién mejor que Romina Biagioli para confirmarlo.
El 20 de octubre de 1968, a las 15 horas, comenzaba el maratón de los Juegos Olímpicos que se disputaban en México. Los corredores ya estaban preparados en la plaza de la Constitución para iniciar la prueba. El favorito entre 75 corredores era el etíope Abebe Bikila, que ya había ganado la medalla dorada en los Juegos Olímpicos de Roma 1960 y en los de Tokio en 1964.
Fue una prueba prácticamente suicida donde la Ciudad de México dificultó el rendimiento de los atletas ya que se encontraban a casi 2300 metros a nivel del mar por lo que les dificultaba la respiración. Por ello, los corredores iban a paso lento.
Tras 20 km, la prueba la lideraba el belga Gaston Roelants y su perseguidor era el británico Tim Johnston. Los corredores, a esa altura, por la falta de aire, se arrastraban como podían para llegar a la meta. Finalmente, la ganó el etíope Mamo Wolde tras 2 horas 20 minutos y 26 segundos seguido por el japonés Kenji Kimihara y el neozelandés Michael Ryan. Media hora después, recibieron las medallas, pero ese no fue el final de la carrera ya que había todavía un competidor intentando cruzar la meta.
Se trataba de John Stephen Akwhari, un corredor tanzano que a los 19 km se cayó y se lastimó severamente la rodilla y el hombro derecho. Sus rivales abandonaban la prueba y él decidió continuar. Rechazó la asistencia médica ya que sería descalificado, únicamente requirió vendas para contener su luxación. De a ratos caminaba, en otros trotaba hubo momentos que lloraba, pero no se detenía.
Anterior a esa prueba en México, Akwhari venía de ganar el campeonato Africano de Maratón. Se esperaba un mejor desempeño en las olimpiadas, pero no pudo ser ya que le camino fue tortuoso a partir de la caída. Desde que Wolde cortó el listón como ganador hasta que llegó Akhwari pasó mas de una hora. El estadio se encontraba prácticamente vacío, poca gente lo alentó para que finalice la carrera y tras 3 horas 25 minutos y 27 segundos logró cruzar la meta.
-Usted viene muy mal, ¿Por qué no dejó que lo asistiera la ambulancia?, le preguntó el juez. Dolorido, Akwhari respondió:
-Mi país no me mandó 5 mil millas para empezar una carrera, me mando aquí para terminarla”
El nombre de John Stephen Akhwari quedó grabado en el estadio. Un ejemplo de superación, constancia y de la difícil sensación de no rendirse ante la primera adversidad que se avecine.
La historia de Mohammed Arjomand Nasehi, un pesista iraní, que fue descalificado de Munich 1972 y el compromiso del COI con los controles de antidopaje en la actualidad.
El 31 de agosto y tras cinco días de competencia, Mohammed Arjomand Nasehi, quien participaba en levantamiento de pesas representando a Irán en los Juegos Olímpicos de Munich 1972, fue descalificado del certamen tras dar positivo en el control antidopaje. El nacido en Qom el 4 de marzo 1944 concurría por primera vez a la cita olímpica a sus 28 años.
En un principio no se reveló cuál fue la sustancia que hizo que su sueño olímpico desapareciera tan rápido como llegó, pero luego el Dr. Daniel Hanley, representante estadounidense en la comisión médica del Comité Olímpico y responsable del análisis, confirmó que la sustancia fue efedrina, un broncodilatador adrenérgico que estimula los receptores beta-2 adrenérgicos en los pulmones para relajar el músculo liso bronquial, aumenta la capacidad respiratoria y reduce la resistencia de las vías aéreas.
Tras la descalificación, Nesehi nunca más volvió a clasificarse a los Juegos olímpicos y pese a haber obtenido la medalla de bronce en los Juegos Asiáticos en dos ocasiones, en 1966 y 1970. Su último evento deportivo a gran escala fue el Campeonato Mundial en La Habana, Cuba, en 1973, en el que finalizó decimocuarto.
Los controles de antidopaje en los Juegos Olímpicos fueron introducidos en México 1968. El primer atleta que fue descalificado luego de dar positivo por utilizar una sustancia para mejorar el rendimiento fue Hans-Gunnar Liljenwall, un pentatleta sueco. El deportista perdió su medalla de bronce por consumo de alcohol quien posterior a la decisión afirmó que solo tomó dos cervezas para calmar los nervios.
En Munich 1972, además del positivo de Mohammed Arjomand Nasehi, al el ex nadador estadounidense Rick DeMont lo descalificaron luego de conseguir la medalla de oro en 400 metros libre masculinos con 16 años ya que su medicamento para el asma contenía una sustancia prohibida. Aunque el Comité Olímpico de Estados Unidos estaba al tanto de la medicación, nunca la autorizó el Comité Olímpico Internacional, por lo que además de desafectar de los Juegos también le prohibieron competir en otras disciplinas.
La evolución de los controles antidoping en los Juegos Olímpicos ha sido significativa a lo largo de los años. Desde sus inicios, cuando las medidas eran menos rigurosas, hasta la actualidad, tras la implementación de tecnologías avanzadas para detectar una amplia variedad de sustancias prohibidas. No solo en términos tecnológicos es el avance, sino también en la especificación de las sustancias que están permitidas y cuáles no con el fin de mantener la paridad entre todos los competidores. También es notorio el cambio en cuanto al alcance; hoy en día los deportistas pueden ser sometidos a pruebas en cualquier momento, dentro y fuera de las competiciones, mediante un sistema de pruebas aleatorias.
Para la próxima cita olímpica París, lugar donde se llevará a cabo la edición 33 de los Juegos Olímpicos, desde hace meses se están preparando para controlar a los atletas y más aún luego de la crítica hacia la Agencia Mundial Antidopaje luego de la gestión en el caso de los nadadores chinos que dieron positivo en una competencia previa a los olímpicos de Tokio 2020, disputados en 2021, pero no fueron sancionados. Es por eso que en 2018 se creó la International Testing Agency para controlar los dopajes de los juegos. Ya fueron dos las experiencias: en Tokio y en Beijing, en los Juegos de Invierno en 2022, y esta será la tercera vivencia. Desde mediados de abril están en contacto con las federaciones internacionales y las agencias nacionales antidopaje para dirigir mejor los controles.
La clasificación para los juegos es muy cerca al inicio del mismo por lo que hay que controlar a todos los que puedan conseguir una plaza y los controles previos a los juegos también son muy importantes.
La historia de Mohammed Arjomand Nasehi en los Juegos Olímpicos de Munich 1972 es uno de los tantos recordatorios de los desafíos y las consecuencias del dopaje en el deporte de alto nivel. Su descalificación destaca la importancia de los controles antidopaje para mantener la equidad entre los competidores. Si bien a lo largo de los años los controles fueron perfeccionándose, la creación de la International Testing Agency refleja el compromiso continuo con la integridad del deporte.
Kazimierz Deyna nació el 23 de octubre de 1947 en la ciudad de Starogard Gdánski (Polonia) está considerado el mejor jugador de fútbol de la historia de su país, es un símbolo, una leyenda e ídolo nacional y especialmente del Legia Varsobia. Se desempeñó como mediocampista ofensivo, representaba el número 10 de la mejor manera, su clase y su manera de armar juego lo caracterizaban, pero además era un volante con mucho gol, con su selección hizo 45 tantos en 102 encuentros.
Sus comienzos en la liga polaca fueron poco usuales, el Legia Varsobia lo reclutó como parte del ejército, ya que el club era militar en ese entonces, y tuvo que actuar como soldado tres semanas para luego sumarse a sus compañeros en el equipo de fútbol. Su debut fue el 20 de noviembre de 1966, estuvo 12 temporadas y con ese elenco ganó el campeonato doméstico en 1969 y 1970, sus actuaciones deslumbraron tanto al público que se transformó en su principal ícono y cuando se retiró del deporte, decidieron que nadie más iba a llevar en su espalda la 10.
Representando a Polonia, Deyna logró escribir historia en los Juegos Olímpicos de Múnich 1972, llevó a su equipo a ganar la medalla de oro derrotando 2 a 1 a Hungría en la final, además fue la máxima figura y el goleador del torneo con nueve goles. Un hito realmemnte íncreible para Polonia que lograba estar en lo más alto del fútbol y gracias a Deyna. Pero no quedó allí, la estrella polaca comandaría como capitán a su selección a quedar en el tercer puesto del Mundial de Alemania 1974, ese año también terminó en el tercer lugar pero individualmente en la pelea por el Balón de Oro detrás del neerlandés Johann Cruyff y del alemán Franz Beckenbauer.
Luego disputó el Mundial de 1978 en Argentina, esa competencia dejaría un momento único en la historia. Deyna era uno de los mejores del mundo, Polonia llegaba como candidata al título y la primera fase la pasó tranquila. Ya en la segunda instancia, se toparía en el segundo partido con Argentina en el Gigante de Arroyito de Rosario, el resultado estaba 1 a 0 a favor de la Albiceleste, los polacos no paraban de atacar y en una aproximación al arco que defendía Ubaldo Fillol, Mario Kempes volaría para sacar un remate de la línea con la mano como si él fuese el arquero. El árbitro cobró penal y Deyna agarró la pelota para hacerse cargo e intentar empatar el encuentro, Deyna también era un gran ejecutador de penales y solía esperar el movimiento de los arqueros para luego definir al otro lado, pero el Pato no caería en ese juego y esperó hasta el último instante y le tapó el tiro a una de las estrellas del planeta. Después Argentina terminaría ganando 2 a 0 y más tarde siendo campeona del mundo.
US sprinter Eddie Hart of Pittsburg, Calif., left, and Rey Robinson of Lakeland, Fla., face a news conference on August 31, 1972, at the Olympic village in Munich, Germany, after they failed to show up for their quarter final heats of the 100 meter race that afternoon. They arrived after their heats had been run. US sprint coach Stan Wright said it was his fault because he gave them the wrong starting time. (AP Photo)
Por Martín Moret
En Múnich 72, Eddie Hart y Rey Robinson creyeron que la prueba que debían correr era más tarde del horario en el que se terminó disputando
Los atletas estadounidenses Eddie Hart y Rey Robinson debían competir en los cuartos de final de los 100 metros de atletismo de los Juegos Olímpicos de Múnich 1972, pero una confusión con el horario de la prueba hizo que no llegaran a tiempo y fueran descalificados, por lo que todo su trabajo fue en vano. Ambos llegaban a la competencia siendo los máximos favoritos a quedarse con las medallas de oro y plata, ya que algunos meses atrás habían superado el récord mundial en los ensayos de su país, corriendo hasta la meta en 9.9 segundos.
En la capital alemana, superaron la primera clasificación a la mañana y según el entrenador de ambos, Stan Wright, la siguiente carrera era a las 18hs aproximadamente. Con la intención de hacer que el tiempo les pasara más rápido, estaban recorriendo el centro de la ciudad hasta que pasadas las 16hs vieron que se estaba corriendo una carrera de 100 metros en un televisor de un local, pero creyeron que era la repetición de alguna de las de la primera ronda de clasificación. Cuando se dieron cuenta de que la transmisión estaba en vivo, fueron rápidamente a buscar un taxi junto a Robert Taylor, otro compatriota suyo que también debía correr aquella carrera, para tratar de llegar a tiempo al estadio en el que debían competir. En el camino se encontraron con mucho tráfico que los hizo demorarse más y al llegar al establecimiento tuvieron que pasar varios controles protocolares como los de seguridad, presentación y acreditaciones, algo que les hizo perder todavía más tiempo.
El único de los tres que pudo llegar a tiempo para competir en las series fue Taylor, que lo logró sobre la hora y pudo participar en la carrera a pesar de no haber calentado ni realizado los habituales ritos que se suelen ver en las previas, logrando clasificarse para las semifinales y luego para la gran final. Posteriormente, sería el mismo Taylor quien se quedaría con la medalla de plata, sólo por detrás del soviético Valeriy Borzov, que ganó el oro con un tiempo de 10.14 segundos, muy alejado del récord que recientemente habían conseguido los máximos candidatos estadounidenses, que terminaron descalificados por un fallo externo a ellos. Lo más curioso es que el propio Borzov casi se pierde la misma carrera que los americanos, aunque en su caso fue por quedarse dormido en el estadio.
El entrenador Wright terminó asumiendo toda la responsabilidad por haber mirado los horarios desfasados en lugar de los que estaban actualizados, aunque los mismos habían sido cambiados muy poco antes e incluso los alemanes que estaban encargados oficialmente para controlar eso, le habían confirmado al preparador que sus horarios eran los correctos.
Para colmo, Rey Robinson no fue elegido para competir en los relevos de 4 por 100 metros y tras la angustia que le generaron aquellos Juegos decidió retirarse del atletismo. Distinto fue lo de Eddie Hart, quien sí pudo correr en esa prueba e incluso rompió el récord mundial.
Miguel Ángel Cuello fue un boxeador argentino que nació en Elortondo, provincia de Santa Fe. Como deportista obtuvo el título de campeón mundial de la categoría semipesado, entre los años 1977 y 1978. Falleció el 14 de septiembre de 1999, a sus 53 años.
A sus 26 años, cuando aún era un boxeador amateur, representó a Argentina en los Juegos Olímpicos de 1972 realizados en Múnich, donde Lita llegaba en un muy buen momento físico y personal, y era uno de los principales candidatos a quedarse con alguna medalla.
En la primera ronda venció al alemán Ottomar Sachse por cuatro votos a uno. En su segunda presentación, noqueó al rumano Marin Culinea, quien también se perfilaba como uno de los posibles finalistas del torneo. En estas dos peleas, Cuello, sobresalió por su guapeza, desequilibrio ofensivo y su fantástica pegada. Además, fue ampliamente superior a sus rivales y estaba haciendo honor a todo lo que se había hablado previo a la competición: que era uno de los favoritos a ser campeón.
En los cuartos de final, el argentino debía enfrentarse al yugoslavo Mate Parlov. Sin embargo, esta pelea no se llevó a cabo, ya que Cuellito y su equipo llegaron tarde al estadio por un error de la dirigencia organizadora de las olimpiadas y el Consejo Mundial lo descalificó por no presentarse. El europeo se clasificaría a las semifinales sin subirse al ring y luego obtendría la medalla de oro.
Después de esta peculiar eliminación, llegaría el mejor momento deportivo del santafesino, ya que se profesionalizó y posteriormente obtendría el campeonato mundial en el año 1977. Igualmente, tuvo una corta carrera, debido a que una lesión que se reiteraba en su pierna izquierda lo obligó a retirarse. El argentino disputó únicamente 22 peleas, de las cuales ganó 21(19 por KO) y perdió solamente una.
Mariano Navone toma su raqueta y se dispone a entrenar en pasto. Acomoda cinco pelotitas de modo que formen un cuadrado con una en el medio, como el cinco de los dados. Corre hacia una e impacta al aire con su raqueta, corre hacia otra y lo mismo. No se está preparando para Wimbledon, ni para la gira de césped. Es 2020, hace unos meses cumplió 19 años y no puede salir de su casa ni para entrenar. Apoya un colchón en una pared, lo va a usar de frontón para pelotear.
Ahora, en 2024, corre hacia adelante para atacar la red, en su enfrentamiento contra Jack Draper, en la primera ronda del ATP 500 de Queen’s, y se tropieza. Cae de cara al césped británico. En el suelo sonríe y se levanta. No ganó ni un solo set en los cuatro partidos que jugó en esa superficie. Tiene mucho por mejorar. “El progreso no es la eliminación de los problemas, es cambiar el tipo de problema”, recordó Julio Velasco, en Clank, que le había escuchado decir alguna vez a un amigo suyo.
En el día en el que Alberto Fernández anuncia la cuarentena obligatoria por el Covid-19, previo a comenzar a entrenar en el patio de su casa, en 9 de Julio, provincia de Buenos Aires, Navone recibe una gran noticia. No, no entrará a la qualy de Roland Garros por la baja de Rafael Nadal. Para eso tendrá que esperar -trabajar, entrenar- tres años más. Dunlop le dará seis raquetas, un raquetero, un maletero, tres packs de 30 grips y tres tubos de tinta para pintar el logo en el encordado. Consiguió sponsor. Está feliz.
“Temía no poder sacar un punto ATP más”, me dijo Mariano en una entrevista que hicimos en octubre de 2022. Hacía referencia a una mala racha de cuatro derrotas seguidas que había acumulado a finales de abril y principios de mayo. En los primeros meses de ese año, había accedido a cambiar la empuñadura de su derecha, a aprender a pegar uno de los golpes más importantes del deporte, prácticamente, desde cero. Esa mala racha, lo llevó a twittear -es bastante activo en la ex red social del pajarito-: “A la navoneta no le llegan los repuestos, ¿alguien tiene un cerebro de más para vender?”.
Es una metáfora, claro, pero de alguna manera él necesitaba uno en serio. Lo consiguió. Tres semanas después de esa derrota, en su vuelta al país para jugar el Challenger de Corrientes, se quedó varado en Brasil por dos días. “Viajé con un grupo de señoras mayores, unos chicos de Nigeria que venían a jugar al polo -cuenta-, una mezcla de gente de todo el mundo. Esos días nos quedamos tomando mate, disfruté, me encantó y estaba re contento. Volví a ser feliz, a sonreír, a dejar de estar tan peleado con el tenis”. En las dos semanas siguientes llegó a la final en su tercera y cuarta participación en torneos Challenger. Subió más de 150 puestos en el ranking. Julia Arcucci, entrenadora de Mariano en su etapa formativa en el Club Atlético 9 de Julio, me comenta: “La diferencia que tenía con otros chicos, además del talento, era el disfrute. Mariano disfruta de jugar al tenis y eso se nota hoy en día”.
Su etapa formativa en Atlético fue amplia y alegre. Las primeras veces llegaba en cochecito, acompañado de su madre, su padre y sus hermanas que iban a jugar los fines de semana y siempre mantuvieron la pasión por el tenis. Empezó en la escuelita a los cinco años. “Lo que más destaco de Mariano es la predisposición que tenía para jugar y entrenar, pasaba muchas horas en el club”, me dice Guillermo Cristobal, el entrenador que le enseñó a jugar y lo acompañó durante su formación.
Hace años que, pese a no practicar ni competir en 9 de Julio, Mariano sigue pasando tiempo en Atlético: cuando vuelve a la ciudad va de visita, sus partidos casi nunca faltan en alguna pantalla y desde hace unos meses hay un afiche de una imagen suya en el ATP 500 de Río que duplica en altura a muchos de los pequeños que van a entrenar al club y se sacan fotos con él. Con los niños tiene una relación especial. Cuando salió campeón del Challenger de Buenos Aires en el Racket Club, en octubre de 2023, se sacó una foto con los ball kids. “Con la gorrita para atrás”, sugirió uno de los chicos y varios se sumaron. “Dale, yo también me la pongo”, aceptó La Nave -como lo suelen apodar-, entre risas.
Como todo admirado, Navone también fue admirador. Creció viendo a La Legión Argentina -los que más le gustaban eran Guillermo Coria y David Nalbandian- y observando mucho a Novak Djokovic, incluso cuando todavía estaba a las sombras de Rafael Nadal y Roger Federer. Hay una foto suya dormido en el suelo, con una raqueta a su lado y un partido de tenis en el televisor. El primer regalo que recibió cuando nació fue un sonajero con forma de raqueta de tenis, de parte de su abuela materna.
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Mariano está sentado en un sillón junto a Alexia y Benicio, dos ball kids del Challenger de Santa Fe. A su derecha hay otros dos: Athina y Santino. A su izquierda, Emma. Los niños lo entrevistan. Él, brazos cruzados y gorrita hacia atrás se muestra simpático y se tienta de la risa con ellos cada dos palabras. La charla, de todas formas, no carece de profundidad. Mariano les habla de la “profesión”, de soportar ganar y perder “no menos de 30 semanas al año”. “Yo desde 2019, que me hice profesional, perdí todas las semanas que jugué”, les cuenta, les enseña, simple y con el ejemplo. Señala a los chicos con la cabeza y destaca que hay que enseñarles a convivir con eso. También, menciona que pudo hacer la secundaria presencial y que eso le demandó estudiar cuando estaba cansado, pero le regaló una vida social muy linda: “Hacía cosas de chico, cuando era chico y no quemaba etapas”. Les menciona que a los 16 colgó la raqueta por tres meses, cuando años antes había llegado a ser el tercer mejor tenista del país en su categoría. En frente suyo hay una mesa ratona y un trofeo de cada lado. Los ganó las últimas dos semanas y son sus únicas conquistas como profesional. Los niños lo aplauden, dos de ellos toman los trofeos. Seis sonrisas de oreja a oreja posan para una foto.
Las dos copas son de los Challengers de Poznan y Santa Fe: dos de las cinco que ganó en 2023. Fue el tenista que más títulos cosechó ese año en la categoría. Sin embargo, antes de conquistar las tres siguientes -en Santa Cruz de la Sierra, Buenos Aires y Santa Fe II-, de manera espontánea, surgió un cambió clave: el de “la extensión de su brazo”.
“Esa raqueta está buena”, le dice Andrés Dellatorre, entrenador de Navone, a su pupilo, que está entrando en calor con Marco Trungelliti en la previa a su partido de primera ronda de la qualy del Abierto de los Estados Unidos. “Quiero que la pruebes porque está buenísima”, agrega Dellatorre. Navone pierde 6-1, 6-2 ante Lukas Klein. A la noche se cruza a Trungelliti, le comenta acerca de la raqueta y el santiagueño le da una que no va a usar. Cuando Navone la prueba, queda fascinado. La encuerda dos veces por día para usarla para entrenar durante una semana en Buenos Aires y viaja con esa sola al Challenger de Santa Cruz de la Sierra (Bolivia). “Todos nos decían que estábamos haciendo una ridiculez”, contó Navone en Urbana Play. Dellatorre le lleva tres más que Trungelliti tenía en su domicilio en Andorra. Desde ese momento, hasta que terminó el año, en el circuito Challenger, Navone ganó 19 partidos, perdió dos; jugó cuatro finales y ganó tres.
Juan Bargas compartió con Navone decenas de partidos en 9 de Julio, incluida una final de la categoría “Primera” de la ciudad en 2018. En su perfil de Instagram, tiene tres publicaciones y una historia destacada con Navone. Actualmente, es profesor de tenis en el Club Atlético San Martín.
-Che ¿cómo andás? Si sigue así vamos a tener que reprogramar el entrenamiento así vemos a La Nave.
-Tranqui, Juan, vamos hablando y si termina antes de las 19 y estás, entrenamos.
-Sinceramente, no me quiero perder su debut ATP.
-Nooooo, yo tampoco, ni loco.
Esta conversación de WhatsApp entre Bargas y un alumno suyo es del 6 de febrero de este año. Mariano cayó 5-7, 6-3, 6-3 ante Roberto Carballés Baena en la primera ronda del ATP 250 de Córdoba. Cuando iban 3-3 en el set decisivo se acalambró y el partido se le tornó cuesta arriba. “Me acuerdo que una vez le gané 7-6 un set -me cuenta Juan-, pero como él era chico y ya era de noche se tuvo que ir del club. Al otro día me mandó: ‘Juan, lo terminamos hoy’ y me cagó a pelotazos 6-2, 6-2”. En los siguientes cuatro torneos ATP que jugó, tras su debut, Navone fue semifinalista en uno y finalista en dos. Le metió un doble 6-2 al circuito.
El 21 de febrero de este año, en el ATP 500 de Río de Janeiro, Navone ganó su primer partido a nivel ATP. Cuando le acercaron la cámara para que firmara en el lente -algo tradicional en el tenis- escribió “La navonee” y “9 de Julio”. Debajo, dibujó una carita sonriente. En un momento sumamente trascendental de su carrera -quizá en todos, o casi todos- tuvo presentes sus orígenes. “Tuve que hacer mucho esfuerzo, viajar para entrenar, al principio desde 9 de Julio a Junín todos los días, antes de vivir en Buenos Aires. Hay mucho de eso en cada bola que no quiero desperdiciar”, me había dicho, poco más de cuatro meses antes, tras consagrarse en el Racket.
En la tercera ronda del Abierto de Río -tras derrotar a Yannick Hanfmann- se cruzó con Joao Fonseca, local y joyita del tenis sudamericano. El jóven de 17 años buscaba convertirse en el primer brasileño en llegar a la semifinal del torneo más importante de su país. El Estadio Guga Kuerten estaba colmado. “Era chiquitito y cuanto más gente lo iba a ver, mejor jugaba y su nivel crecía. A mi me sorprendía y lo felicitaba”, recuerda Arcucci. A 10 km del estadio mundialista, Mariano Navone firmó su “Maracanazo”.
Navone llegó hasta la final y perdió con Sebastián Báez. Atlético 9 de Julio convocó a sus socios a ver el partido en el club. ”Miles de veces lo vimos llegar al club. Hoy tiene que vernos llegar a nosotros”, se podía leer en las redes de la institución. La final coincidió con el superclásico del fútbol argentino. Sin embargo, decenas de personas alentaron a La Nave en el quincho donde hoy está su afiche.
Roland Garros es un torneo especial para Navone. Allí, en 2023, debutó en la qualy de un Grand Slam -perdió 6-0, 6-4 ante Klein- y este año se convirtió en el primer tenista en la historia en estrenarse en el cuadro principal de un Major como preclasificado. Roland Garros será sede del tenis olímpico en los Juegos de París.
Navone será uno de los seis tenistas masculinos que formarán parte de la delegación argentina, comandada por Guillermo Coria, en los Juegos Olímpicos de París 2024. Hace cinco meses, el nuevejuliense no estaba entre los 100 mejores del ranking de la ATP. Hasta hace poco más de un año, nunca había ganado un título como profesional.
Los Juegos Olímpicos, por ahora, son la punta de un iceberg -la carrera de Navone- que seguirá creciendo. Sin embargo, este evento ya había aparecido muy en el fondo del océano, cuando un Mariano Navone de 15, que al año siguiente dejaría el tenis por tres meses, escribía en su cuenta de Twitter: “Qué lindos son los Juegos Olímpicos, un sueño estar en una villa olímpica”. Estará.
La selección argentina de vóley, dirigida por Marcelo Méndez, ya conoció a los tres rivales con los que compartirá grupo en la cita olímpica de París 2024, luego de haber obtenido su clasificación la semana pasada, en la Volleyball Nations League. Argentina compartirá el Grupo C con Japón, Alemania y Estados Unidos.
El debut será el 27 de julio ante los norteamericanos; el equipo dirigido por John Speraw, que Argentina ya dejó afuera en la fase de grupos de los Juegos Olímpicos de Tokio 2021, volverá a cruzarse en primera fase con La Albiceleste y, Hugo Conte, máximo referente del voley argentino y ganador de la medalla bronce en los Juegos Panamericanos de 1983, opinó sobre este cruce. “Estados Unidos es un equipo que sabemos que en las citas olímpicas siempre se prepara muy bien, tiene un equipazo y es uno de los favoritos. El partido va a tener un condimento especial por lo que sucedió en los últimos Juegos”, aseguró El Twister para El Equipo.
El segundo partido será el miércoles 31 ante los asiáticos, uno de los rivales más complicados y máximos candidatos a clasificarse en primer lugar, teniendo en cuenta su ranking. Argentina se enfrentó en 18 oportunidades ante los nipones en su historia y registra un saldo de ocho victorias y 10 derrotas. “Japón, históricamente, lo peor que tenía era el bloqueo y el saque, de contraataque podías jugar mejor, pero hoy ya no, están a un nivel muy alto, bloquean bárbaro y su defensa y ataque es impresionante. Es un equipazo”, remarcó Conte.
El 2 de agosto cierran la fase ante los alemanes, un partido que, en la previa, pareciera ser el más “accesible” de los tres, aunque Hugo aclara que “hay que tener cautela”, y agregó: “En teoría, de los tres rivales, es el que está un poquito más abajo, pero de todos modos es un equipo muy difícil como cualquiera”, analizó el ganador de la medalla de bronce en el campeonato mundial de 1982.
La selección argentina, que jugará su cuarto Juego Olímpico consecutivo, nunca fue eliminada en la primera ronda en ninguna de sus ocho participaciones y buscará defender la medalla de bronce lograda en Tokio 2021.
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Hugo Conte: “A este grupo lo caracteriza su hambre de gloria”
Por Nicolás Ezequiel Soto
Las manos de todos los pibes van a estar arriba en París: los dirigidos por Marcelo Méndez, con Luciano de Cecco y Facundo Conte a la cabeza, hicieron un buen proceso de clasificación a los Juegos Olímpicos en la Volleyball Nations League (VNL), el cual concluyó el pasado 20 de junio, cuando luego de caer ante Eslovenia por 3-2 en los cuartos de final, se posicionaron octavos en el ranking mundial de la Federación Internacional de Voley con un total de 296.39 puntos que les aseguraron la clasificación a la máxima cita olímpica, a 20 de Brasil y 46 por encima de Alemania, último clasificado por ránking en el puesto 11 y que, al igual que Argentina, integra el Grupo C junto con Japón (2do) y Estados Unidos (6to).
Según Hugo Conte, histórico voleibolista de la Selección Argentina, hay con qué ilusionarse. No solo por los los ataques de su hijo Facundo, los armados de De Cecco o los bloqueos de Agustín Loser, sino porque el nivel de presión que habrá en los Juegos Olímpicos resultará menor al sufrido durante el trayecto rumbo a estos. “En la VNL, la tensión y el nerviosismo se hacían presentes en cada set y en cada juego porque se jugaba el pase París. Por eso el camino para los chicos fue durísimo y los hizo sufrir mucho, pero ahora que ya cumplieron el primer objetivo de clasificar, solo queda llevar al país a lo más alto que se pueda”, declaró el medallista de bronce de Seúl 1988.
Y si bien la vara está alta por el tercer puesto obtenido hace tres años en Tokio 2021, las chances de volver a lograrlo están, o al menos así lo considera El Twister: “Los pibes tienen el sueño de subirse nuevamente al podio, no tengo duda alguna de eso, como así tampoco de que lo pueden hacer. Lo que caracteriza a este grupo es el hambre de gloria que tienen, es impresionante. Más aún cuando tienen una sola chance cada cuatro años”, analiza el central titular de aquella exitosa camada de los 80´s.
Uno de los focos más importantes, para él, será el del correcto reemplazo de Sebastián Solé y Cristian Poglajen, integrantes del plantel de últimos Juegos: “Solé era uno de los mejores centrales del mundo y El Polaco también le daba un aporte espectacular al equipo. Por eso está bueno que los pibes como Martín (Ramos) asuman la responsabilidad de estos momentos que la verdad son muy fuertes y que logren acumular la experiencia necesaria, siempre sabiendo que son parte de un equipo y se tienen que acoplar a él”, opinó Conte, quien además hizo hincapié en que “al fin y al cabo, también son los últimos Juegos de Facundo (su hijo) y de Luciano (De Cecco), por lo que tarde o temprano se va a tener que dar un gran recambio en sus posiciones de forma natural, y está muy bien que así sea”.
Finalmente y, a diferencia de las ediciones anteriores, Conte traza un paralelismo entre todas las selecciones que disputarán el torneo: “Hoy en día, el nivel internacional es muy homogéneo y muy, muy parejo. Creo que eso le da chances a Argentina de tener esa posibilidad de revalidar el bronce. A ver, de los 12 clasificados, 11 de ellos tienen un nivel muy alto, y eso, sin duda, va a incentivar a la competición de los jugadores. La clave va a estar también en cómo ellos estén ese día en particular en el que les toque jugar”.
Pablo Kukartsev, Nicolás Zerba, Luciano Palonsky, Luciano Vicentin y Jan Martínez jugarán en París sus primeros JJ.OO.
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De Cecco: del bronce a la inmortalidad
Por Ezequiel Liniado
Luciano De Cecco, abanderado de la delegación argentina en la ceremonia inaugural que se va a desarrollar el 26 de julio en el río Sena, será el primer voleibolista en llevar la insignia nacional en los Juegos Olímpicos, en la que será además su cuarta competencia en dicho certamen, luego de haber participado en Londres 2012, Río 2016 y Tokio 2021.
De Cecco irá por su 16to galardón.
“Él tiene una forma de jugar que parece que es el primer o el último partido de su vida. Cada vez juega mejor, lleva el voley en la sangre”, aseguró Waldo Kantor, ex armador del seleccionado nacional y ganador de la medalla de bronce en Seúl 1988, en una nota exclusiva para El Equipo.
En una de sus últimas entrevistas, De Cecco afirmó haber lidiado con su cabeza y sus ideas de suicidio, aunque, por suerte, no terminó cayendo en ellas, a pesar de haber comprado una pastilla para ello, la cual sigue teniendo guardada en su cajón de la mesita de luz para mantenerse alerta de que no volverá a pasar por semejante depresión, aunque afirmó que prontamente las tirará.
El ganador de los Juegos Panamericanos de Toronto 2015 y campeón del Sudamericano 2023 en Recife jugará sus últimos Juegos Olímpicos y, quizás, su última competencia oficial con la selección mayor a sus 36 años, luego de haber entrado en las páginas doradas del voleibol argentino tras la obtención del bronce en Tokio 2020. Así, se despide una leyenda nacional del deporte.