miércoles, octubre 15, 2025
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Cuando Nalbandian pescó una hazaña en Shanghái

Por Tomás Gómez

El Masters 1000 de Shanghái vuelve a disputarse como cada año, cuando el circuito llega a Asia. En la edición del 2024 Horacio Zeballos llevó la bandera argentina a la celebración del dobles, luego de que junto al español Marcel Granollers logró vencer en la final a la dupla compuesta por Rohan Bopanna y Matthew Ebden. La victoria despertó el recuerdo de cuando dos décadas atrás, David Nalbandian en noviembre de 2005 llegó a la ciudad e hizo valer su apodo de rey coronándose ante Roger Federer, el favorito en el torneo de maestros, al que solo acceden los ocho mejores del mundo.

El de Unquillo entró como suplente tras quedar número 12 en el ranking, luego de una temporada en la que alcanzó los cuartos de final en Australia Open, Wimbledon y US Open. Con las bajas de Marat Safin, Lleyton Hewitt y Andy Roddick se le abrieron las puertas. Esa oportunidad que se presentó fue el inicio de una de las gestas más recordadas del tenis argentino.

Lo particular de aquella participación fue que Nalbandian ya había terminado su temporada. Tras perder en segunda ronda en París-Bercy contra Tommy Haas había regresado a Córdoba y estaba preparando unas vacaciones de pesca en el sur del país. Si el llamado no llegaba a último momento, ni siquiera hubiera estado disponible para viajar, porque planeaba instalarse en un lugar sin señal ni teléfono. La invitación lo tomó por sorpresa en plena desconexión y con unos días de inactividad encima. Llegó a Shanghái a las corridas, sin entrenador, acompañado únicamente por su madre, su pareja y su manager Carlos Costa con quien entraba en calor. El jet lag lo castigó fuerte y durante la primera semana su adaptación horaria fue un problema constante, amanecía de madrugada y al atardecer el cansancio lo desbordaba. Con esas condiciones, debutó con derrota frente a Roger Federer, apenas horas después de aterrizar en China.

En la final se volvió a ver las caras con el suizo, número 1 del mundo, campeón de Australia Open y US Open ese mismo año, dueño de una racha de 35 victorias consecutivas, todo apuntaba a una victoria de Federer, que logró rápidamente ponerse dos sets arriba imponiéndose en ambos tie breaks. Nalbandian logró reponerse, ganó el tercero 6-2, y repitió en el cuarto con un 6-1, forzando un quinto set definitivo. Allí logró vencer en el tie break para firmar una victoria por 6-7(4), 6-7(11), 6-2, 6-1 y 7-6(3) que sorprendió a todos. Consiguió levantar el trofeo del Masters, un torneo dominado por leyendas como Pete Sampras, Andre Agassi y el propio Federer. Para el tenis argentino que ya había festejado con Guillermo Vilas en los setenta y ochenta, y más tarde lo haría con Juan Martin Del Potro en el 2009, aquella hazaña de Nalbandian fue una nueva demostración que el tenis argentino podía vencer a la élite mundial.

Sevilla goleó 4-1 al Barcelona: Maradona estuvo ahí

Por Juan Ignacio Alvarez Roson

El Sevilla goleó 4-1 hoy al Barcelona en el Estadio Ramón Sánchez-Pizjuán por la octava fecha de la Primera División de España. Dos clubes con mucha trascendencia en Europa que comparten el paso de uno de los jugadores más importantes de la historia del fútbol: Diego Armando Maradona.

El desembarco de Diego en España fue con la azulgrana un 4 de junio de 1982; todavía era un pibe y venía de jugar en Boca, aunque su pase le pertenecía a Argentinos Juniors. Su fichaje fue de 7,2 millones de euros, hasta ese momento la transferencia más cara a nivel mundial. En sus dos años por el club jugó 58 partidos y convirtió 38 goles, sufrió hepatitis y una fractura de tobillo que lo dejaron apartado de la cancha por 6 meses. Además, ganó la Copa del Rey, la Copa de la Liga y la Supercopa de España. Su salida del club se debió a la mala relación que mantenía con el presidente José Luis Núñez, la cual terminó de explotar luego de protagonizar una pelea ante los jugadores del Athletic Club de Bilbao apenas consumada la derrota por 1-0 en la final de la Copa del Rey.

De la costa catalana pasó a Nápoles: en el fútbol italiano recibió una suspensión de 15 meses por dopaje y, en 1992, Maradona decidió volver al fútbol español, pero esta vez a Sevilla para ser dirigido una última vez por Carlos Bilardo. El 28 de septiembre fue presentado en un Sánchez-Pizjuán colmado de hinchas, aunque su debut oficial fue 6 días después en un partido contra el equipo que selló su salida del Barcelona: el Athletic de Bilbao. A pesar de que la expectativa era muy alta por el gran fútbol que demostró en temporadas pasadas, las lesiones, los problemas de salud, las suspensiones y el inevitable paso del tiempo hicieron que el astro argentino no desplegara el juego que alguna vez demostró y su vuelta a La Liga duró solo un año, en el que disputó 29 partidos y convirtió 7 goles.

Esta tarde, tras golear 4-1, los sevillanos bajaron de la cima al Barcelona y sueñan con clasificar a alguna competencia internacional. Sin embargo, lo más emotivo del encuentro fue ver tantas camisetas de ambos clubes con el número 10 de Maradona en la espalda. En Argentina y en España, el Diego sigue vivo.

La lógica del escorpión

Por Lisandro Calderón

Cóctel explosivo: años 80, Colombia y un delantero gambeteador devenido en arquero salido de las calles más pobres de Medellín. Amigo de Maradona y de Pablo Escobar. Preso dos veces. En Estados Unidos y Colombia. Máximo responsable de la obtención de la Copa Libertadores de Atlético Nacional. Máximo responsable de la eliminación de Colombia del Mundial de Italia 90. Goles de tiro libre y de penal, infidelidades íntimas, fidelidades públicas.

Más que cuestionable fue el andar de René Higuita por las calles de Colombia y por los televisores del planeta. Criado por su abuela que cocinaba arepas y empanadas para que él las vendiera por Medellín, juntarse unos pesos, jugar al fútbol con sus amigos, comprarse una coca cola y tomarla fría bajo el calor del sol colombiano. ¿Con qué otra cosa puede soñar un chiquito humilde de Colombia?

Al joven René le redactaron su guión los mejores escritores de Hollywood: Llegó a defender los tres palos de su equipo porque el arquero se lesionó y el técnico, sin cambios disponibles, no tuvo mejor idea que mandar al delantero Higuita, hábil gambeteador ya desde entonces, a oficiar de parche temporal en la fuga que tenía su arco.

Higuita soldó el agujero en vez de parcharlo. Tenía el pelo largo como Gatti y adoptó a partir de ese día la posición de arquero. Más tarde pudo imitar a su ídolo saliendo del arco con la pelota dominada inventando, junto a otros, la posición de “arquero líbero”.

A partir de ahí todo fue en alza para el colombiano; ganó la Copa Libertadores con Atlético Nacional atajando 3 penales en la definición contra Olimpia y convirtiendo otro. René acumuló en su carrera 43 goles de tiro libre y de penal, es el tercer arquero en la historia del fútbol con más goles.

Desde arriba solo se puede caer. Colombia volvió a la Copa del Mundo de la mano de René, Valderrama y tantos otros por primera vez desde Chile 1962. Se encontraba en los octavos de final de Italia 1990 en el Stadio San Paolo –nombrado Estadio Diego Maradona décadas más tarde- y empataba sin goles en la prórroga con Camerún.

Higuita volvió a Medellín por unos momentos. Salió del arco como tenía acostumbrados a los aficionados colombianos que, habitualmente, aplaudían el espectáculo que les brindaba aquel morocho de pelo largo rebelde y bigotón cada vez que avanzaba con pelota dominada.

Pero esa vez no hubo aplausos. El arquero perdió la pelota y le dejó todo libre a Roger Milla que anotó su primer gol de esa tarde –luego marcaría el segundo- y dejó a Colombia afuera del Mundial.

Al año siguiente las cámaras que lo habían enfocado como responsable de la eliminación del Mundial ahora lo mostraban entrando a La Catedral para visitar a Pablo Escobar. “Pablo es mi amigo (…) uno tiene que estar con sus amigos en las buenas y las malas”, sentenció el colombiano. Además de su amigo, Pablo era el encargado de sembrar bombas por las calles de Colombia, vendiendo cocaína por el mundo y era el enemigo público número uno del país.

El año 1995 le tenía guardado algo especial, o, mejor dicho, Higuita le tenía guardado algo especial al 1995. En un amistoso entre Colombia e Inglaterra, en Wembley, ante un disparo lejano de Jamie Rednapp, Higuita se tiró de panza al vacío, dejó pasar la pelota y en el aire la despejó con sus dos tacos, que, pegados, simulaban ser la cola de un escorpión que inyectaba veneno en esa pelota que salió despedida para la eternidad.

René protagonizó una de las jugadas más vistas de la historia del fútbol y escribió así un nuevo capítulo dorado en su historia.

El capitán opacado por la discriminación

Por Constantino Ricciari

Pablo Matera vivió en 2020 una de las mayores polémicas en la historia reciente del deporte nacional, junto a sus compañeros Guido Petti y Santiago Socino. Sus viejos tuits discriminatorios salieron a la luz y comprometió no solo su carrera, sino también la imagen de un equipo que buscaba instalarse en la élite mundial.

Pablo Matera nació en Buenos Aires en 1993 y creció en un ambiente donde el rugby no solo era un deporte, sino una escuela de valores. Su físico imponente y su carácter competitivo lo llevaron a destacar en Alumni y luego a vestir la camiseta de Los Pumas. A fuerza de tackles se convirtió en el líder de una generación que llevó al rugby argentino a ganar peso internacional. En 2018, con apenas 25 años, fue designado capitán de la selección, lo cual fue un reconocimiento a su compromiso dentro y fuera de la cancha.

El 2020 debía ser uno de los años más gloriosos de Los Pumas. En noviembre de ese año en el CommBank Stadium en Sydney, Pablo como el capitán de un equipo con hambre de gloria frente al equipo más imponente del hemisferio sur, los All Blacks con una muy emotiva despedida a Diego Maradona, donde brindaron una camiseta con su nombre previa al famoso “Haka”. Este partido fue bisagra en la carrera de muchos de Los Pumas, le estaban ganando por primera vez en la historia a Nueva Zelanda. En este contexto, Matera vió como le pegaban a un compañero en el suelo, por lo que lo apartó y lo confrontó. Luego el árbitro le pidió que dé el ejemplo a lo cual le contestó de una forma peculiar: “Yo juego por mi país, por mi bandera no me puedo permitir que le peguen así a uno de mis compañeros”.

Matera arengó a sus jugadores y se mostró como el conductor de un grupo joven que soñaba con ser respetado en todo el mundo del rugby. Sin embargo, esa imagen de líder se derrumbó en cuestión de horas cuando salieron a la luz viejos tuits suyos con contenido racista y xenófobo, escritos cuando era adolescente, sumado al pésimo homenaje que hicieron por el fallecimiento de Diego Maradona. No presentar camisetas especiales cuando ya estaban hechas y no hacer minuto de silencio con una tira de luto, fueron el inicio de su caída.

Los medios argentinos actuaron de forma tan inmediata que llegó a oídos del World Rugby, institución que gobierna el rugby. Matera fue suspendido como capitán y apartado del seleccionado, en una decisión que la Unión Argentina de Rugby comunicó de forma apresurada para evitar que llegue a mayores consecuencias. El escándalo se multiplicó en redes sociales y medios internacionales, que pusieron en duda la cultura del rugby argentino. El jugador pidió disculpas públicas, reconoció el daño y aseguró que esos mensajes no lo representaban. Para algunos, fue un gesto sincero, para otros, una reacción falsa por las circunstancias.

El caso fue devastador y pudo haber sido una causa para que decayera el Rugby argentino. Muchos se preguntaron cómo un referente deportivo, convertido en ejemplo para jóvenes, podía cargar con ese pasado. Otros señalaron que no debían juzgarlo con los parámetros actuales por dichos escritos en la adolescencia. Lo cierto es que este caso abrió una brecha, entre  la distancia entre los valores que el rugby predica (respeto, solidaridad, integridad) y las conductas reales de algunos de sus protagonistas.

Con el paso del tiempo, Matera volvió a jugar y recuperó terreno en su carrera profesional en clubes de Francia y Nueva Zelanda. Pero su nombre quedó manchado con esa polémica. El capitán que fue bandera del orgullo Puma terminó siendo también símbolo de que hay que pensar qué hacés con la redes sociales, hay cosas que quedan para siempre

Hoy, cada vez que se lo menciona, el contraste es inevitable. Pablo Matera sigue siendo un jugador de élite, subcapitán de Los Pumas, capaz de liderar dentro de la cancha, pero también un recordatorio de que la responsabilidad de un referente va más allá del partido. Su historia enseña que el rugby argentino no solo debe entrenar tackles y scrums sino que, también necesita revisar su cultura y sus valores, para que la inclusión no sea un discurso vacío sino una práctica real.

El Patroclo del básquet

Por Juan Osorio

Luis Scola fue un referente silencioso e invisible, un líder que esperó su turno y que ocupó un lugar en la historia del deporte argentino como uno de los máximos exponentes. Hoy, es recordado por cada uno de sus compañeros en cada convocatoria de la Selección.

La pelota pica y pica sobre el suelo brillante de madera antes de que un escolta intente un tiro de tres. Cuando ocurre, el balón viaja por el aire, superando a varios jugadores y, tras rebotar en el aro, queda suelto.  Ahí, donde bota el balón, hay un hombre que se entregó en silencio, miró atentamente cada detalle y aguardó su oportunidad.

Luis Scola nunca fue el héroe principal de los equipos en los que jugó. En la Generación Dorada ese lugar lo ocupaba Emanuel Ginóbili. Al igual que Patroclo en La Ilíada, Scola entendió que podía aportar desde otro lado significativo: sacrificarse por un objetivo y tratar de conseguirlo con todas sus energías.

“Luifa”, como se lo apodó en sus primeros años en las selecciones juveniles, sabía que formaba parte de un grupo selecto de atletas históricos. Por eso fue elegido como abanderado en los Juegos Olímpicos de Río 2016, aunque siempre intentó quitarle dramatismo. “No me siento cómodo al pensarlo. Yo creo que dentro de 100 años no me van a recordar, así como no nos acordamos de Oscar Furlong”, confesó. Con esa frase dejaba en claro su visión: el mundo sigue, los jugadores pasan y, tarde o temprano, otros ocuparán su lugar.

Su compromiso era algo para destacar, nunca faltó a un torneo en el que debía estar. Pero no era solo su responsabilidad lo que lo hacía resaltar. Cada vez que entraba a la cancha siempre figuraba entre los puntos más altos del equipo.

Hasta sus propios compañeros lo reconocían. “La Selección sin mí es mejor equipo que la Selección sin Scola. No hay un jugador como él, ni en Argentina ni en el mundo”, afirmó Ginóbili en una entrevista. Y así fue como, tras el retiro de Manu, Scola asumió el peso que antes no se le daba: se puso el equipo al hombro y lo llevó a la final del Mundial de la FIBA en 2019, donde por un momento dejó de ser Patroclo y vistió la armadura de Aquiles, transformándose en la máxima figura argentina de la competición.

En la actualidad, Pablo Prigioni dirige la Selección Argentina de básquet. Ante los “fracasos” en los últimos mundiales y Juegos Olímpicos, el técnico señaló que ya no hay más Ginóbili ni Scola en la Selección. Sus palabras recuerdan lo que ese par de jugadores lograron con esfuerzo y constancia, remarcando que en el equipo no importa quién brilla más, sino quiénes sostienen al grupo.

Más allá de sus logros deportivos, Scola también dejó una huella fuera de la cancha. Por eso fue reconocido por otros deportistas como Luciana Aymar, Lionel Messi o Juan Martín Del Potro. Su pasión por el deporte trascendía a su vida personal, cuidando su alimentación, su descanso y el entrenarse con la misma intensidad, así tuviera 20 o 40 años.

En la película “Troya”, que relata los hechos de la Ilíada, hay una parte donde Aquiles dice una mítica frase: “Falta Patroclo”. Y quizás ese es uno de los mayores problemas que enfrenta hoy el básquet argentino. A Luis en los diarios, se tituló como “El atleta casi perfecto”, debido a que en el mundo, la perfección no existe. Sin embargo, ¿qué más le faltó para serlo?

Silva, el Gardel del fútbol

Por Juan Osorio

Santiago Silva fue un delantero con todas las letras: un verdadero “tanque”, capaz de imponerse con potencia y al mismo tiempo manejar la pelota con delicadeza. Su huella en el fútbol de este país es tan profunda que hace dudar si es más argentino que uruguayo.

La pelota cayó bombeada en el punto penal. Allí, un delantero hundió con firmeza su botín en el césped, controló y se tomó un instante para decidir el próximo compás de la jugada. Entre sus opciones, imaginó un enganche improvisado hacia la derecha, como un corte y quebrada, un giro brusco, rotando sobre su eje para dejar atrás a su marcador; o la definición inmediata, con un remate seco y potente.

Alrededor del mundo, bailar un tango es sinónimo de seducción. Quizás el estilo de juego de Santiago Silva no era el más atractivo, pero sí uno de los más efectivos. Fue un delantero cumplidor que dejó su sello en cada club en el que jugó, con algunos vaivenes que lo consolidaron como figura.

En las tierras rioplatenses siempre existió la eterna discusión sobre si Carlos Gardel era argentino o uruguayo. Con Silva no hubo tal polémica, pero sí vale destacar que la mayor parte de su carrera —donde más brilló— transcurrió en el fútbol argentino. El “Tanque” reconoció en más de una entrevista que estaba dispuesto a vestir la camiseta albiceleste. “Soy absolutamente uruguayo. Capaz si hubiese sido argentino habría tenido alguna oportunidad con la selección argentina”, confesó.

En 2018, vestido con el manto de Talleres de Córdoba, anotó el gol del empate frente a San Martín de San Juan. Ese tanto no fue uno más: lo convirtió en el máximo goleador uruguayo de la historia del fútbol argentino, un registro que le valió el apodo de “Pelado Récord” en los diarios. Con su sello, superó a Enzo Francescoli.

Pero no todo fue compás de dos por cuatro en su vida. Mientras Silva se concentraba para un partido, en su hogar lo esperaba una noticia desgarradora. Durante una fría mañana de octubre, un cartero se acercó y golpeó repetidas veces la puerta. Ante la ausencia del delantero, su esposa Vanesa abrió y recibió un sobre. En este, se le informó a Santiago que iba a ser suspendido por un control de doping positivo. En ese momento, él atravesaba un tratamiento de fertilidad que regulaba sus hormonas y elevaba los niveles de testosterona más allá de lo permitido. “Estás buscando un hijo y te pegan un martillazo, te retiran”, sentenció.
Santiago Silva [@tanquesilva09]. (31 de octubre de 2020). “Ayer recibí la triste notificación sobre la decisión que tomó AFA, dictaminando mi suspensión y anulando mi posibilidad de seguir jugando…”. Instagram.

 

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Gardel cantó alguna vez: “Mi Buenos Aires querido, cuando yo te vuelva a ver, no habrá más pena ni olvido”. Tras ser habilitado luego de su sanción, el “Tanque” soñó con regresar a la ciudad de sus amores, esa donde vistió la camiseta de ocho clubes distintos. Sin embargo, aquel deseo no encontró puerto y su vuelta quedó en el aire, como un tango inconcluso.

 

Roxana Iannello: “Soy la única ciega que rema en estos botes en los 40 países que tiene esta categoría”

Por Geraldine Novello

Roxana Iannello, de Mataderos, tiene 52 años y es sagitariana. Perdió la visión de un ojo cuando tenía un año y solo podía ver el contorno de las cosas y algunos colores. Leía únicamente letras grandes. Hoy su vista es nula.

Su categoría es ACS (Rosas del Plata), una asociación sin fines de lucro de mujeres sobrevivientes de cáncer de mama. En marzo de 2020 fue diagnosticada sin tener antecedentes. Tras la enfermedad, comenzó a realizar actividad física y encontró el remo en botes dragón en 2024.

Inició con la práctica de ciclismo en bicicletas dobles (tándem). Fue a través de esta actividad que se enteró de un programa de vela adaptada de la Armada para personas con discapacidad. Después de completar un curso de timonel, una amiga le habló sobre la existencia de su actual club.

La técnica de remo en bote dragón, con las dos manos en la pala (una abajo y otra arriba) y en forma de círculo, ayuda a drenar el brazo operado de cáncer de mama, previniendo el linfedema. Esta técnica fue descubierta hace más de 30 años por el Doctor McKenzie, un médico canadiense deportólogo y oncólogo, que ayudaba a las mujeres con cáncer de mama tanto física como psicológicamente.

El primer día le explicaron la técnica verbalmente, en vez de usar imágenes como el resto de los principiantes. Los botes estaban preparados para incluir a personas no videntes. La capitana del equipo había conocido a un ciego que remaba, lo que la animó. En el bote dragón, un “drummer” (tamborilero) marca el ritmo de la remada, lo que le ayuda a coordinar con las demás palistas.

No tuvo miedo al empezar a remar, ya que le gustan los desafíos y es inquieta. Le gusta la concientización sobre el cáncer de mama y la medicina pero no pudo estudiar porque hay materias que requieren utilizar la visión.

Antes de dedicarse al remo, estudió música y clarinete. Ganó un concurso y trabajó como primer clarinete en la sinfónica desde 1994 hasta 2020, tocó en conciertos con artistas conocidos como Patricia Sosa.

Su familia, su marido y sus dos hijas, siempre la apoyan. No ven su discapacidad como un impedimento, sino como una condición más, ya que están acostumbrados a que ella realice todas las actividades de una madre.

Lleva más de un año en el equipo y en octubre viajará a Chile para representar a Argentina siendo la única palista ciega, en un encuentro internacional del Festival del Bote de Dragón organizado por el Instituto Confucio Santo Tomás, junto al equipo Fortale-Senos Chile y la Embajada de China.

Está ansiosa y emocionada por el viaje a Chile, espera compartir experiencias y dar aliento a otras mujeres. Ha participado en pocas carreras, como en el Año Nuevo Chino y en Quilmes, pero nunca en una competencia internacional. La asociación IBCPC, que agrupa a los equipos rosas del mundo, ha comunicado oficialmente que ella es la única palista ciega, e invita a otros equipos a incorporar a mujeres que deseen hacerlo.

La competencia en Chile le genera ansiedad sobre cómo concentrarse en el tambor de su bote y no en el de los otros. Para ella, no importa si llegan primeras o últimas, porque “la carrera de la vida ya la ganamos”.

El deporte del remo necesita ayuda del Estado. Roxana creó su  perfil de Instagram “Mira la cieguita”, para buscar patrocinadores, ya que al ser una asociación sin fines de lucro y un deporte amateur, cada una debe costearse todo. Ha hecho rifas y vendido cosas para financiar sus gastos. Le gustaría ir al próximo encuentro en Barcelona, que es muy importante y reúne a mucha gente, pero los costos son elevados.

Su diagnóstico de cáncer de mama fue durante un control anual. Le detectaron un nódulo maligno, fue operada, recibió quimioterapia y radioterapia, y actualmente toma medicación.

A las mujeres recién operadas, les aconseja que, una vez dadas de alta, realicen actividad física. Desmiente el mito de que el brazo operado no debe moverse, ya que ahora se sabe que es mejor movilizarlo. Las invita a remar con ellas o a buscar cualquier actividad física, especialmente al aire libre, para mejorar la calidad de vida y el bienestar psicológico.

Roxana ve su ceguera como algo cotidiano y le gusta romper barreras. En los lugares a los que va, suele ser la única persona ciega. Pide a los profesores y médicos que no la encasillen por su discapacidad, sino que la valoren como persona.

Para entrenarse, se reúnen en Nordelta en un lugar prestado por Puerto Canoas. Las que no tienen coche se organizan en “pools” con las que sí tienen, y desde allí van a Tigre y Nordelta. La actividad tiene un costo mínimo de cuota social.

Le gusta remar y no encuentra razones para dejarlo, disfruta de la paz y tranquilidad del entorno. Su filosofía es transformar el “¿por qué a mí?” en “¿para qué a mí?”, viendo los obstáculos como oportunidades para crecer. Su “para qué” actual es difundir que se puede, concientizar sobre el cáncer y que las personas con discapacidad sean vistas como personas, no como “pobrecitos”.

Se la puede seguir en Instagram en @miralacieguita, donde comparte contenido educativo sobre discapacidad, sus actividades diarias y el remo, con el objetivo de enseñar a “mirar sin ver”.

Eddie Robinson, el DT que rompió barreras en el fútbol americano

Por Valentino Carluche

El 5 de octubre de 1985 Eddie Robinson escribiría su nombre en la historia del deporte estadounidense de manera definitiva. Aquel día, como entrenador del Grambling State University, alcanzó la victoria número 324 superando el récord de Paul “Bear” Bryant como el técnico universitario con más triunfos de todos los tiempos.
Pero más allá del número, lo más extraordinario fue el contexto en el que lo supo lograr. Grambling State es una universidad históricamente afroamericana y Robinson dirigía a sus equipos en un momento en el que la desigualdad racial aún marcaba al deporte universitario estadounidense de manera rotunda. Con recursos limitados y rivales con mayor presupuesto, Eddie no sólo entrenaba jugadores: los formaba como hombres, líderes y profesionales.
Su filosofía era simple pero potente a la vez: disciplina, pasión y respeto por el juego y sus rivales. Sus equipos producían no sólo jugadores de calidad sino también personas preparadas para enfrentar la vida más allá del campo, con una visión mucho más extensa y realista para afrontar la adversidad que sea. De los pupilos que supo entrenar, hubo más de 200 que llegaron a la NFL, muchos de ellos, incluso, se convirtieron en grandes figuras gracias a la formación integral que habían recibido, entre ellos Willie Davis, miembro del Salón de la Fama del fútbol americano profesional y ganador de 5 Super Bowls o Doug Williams, quien fue el primer quarterback afroamericano en iniciar y ganar un Super Bowl en la historia del deporte.

Lucha, una leona en tiempos de maternidad

Por Mora Roust

La ex capitana de Las Leonas enfrentó fuera de las canchas el desafío más complejo de su vida: convertirse en madre después del retiro. Lo logró con el mismo esfuerzo con el que marcó una era en el hockey mundial.

Al retirarse del hockey profesional, a Luciana Aymar no solo le quedó pendiente el oro olímpico con Las Leonas. Había una meta aún más profunda y personal que no había logrado cumplir: convertirse en madre. Ese camino, lejos de las canchas y las medallas, le demandó un esfuerzo emocional aún mayor que sus veinte años de carrera deportiva. Entre estudios médicos, diagnósticos difíciles y momentos de incertidumbre, Aymar enfrentó la maternidad como un nuevo desafío, con la misma entrega con la que lideró a la selección durante más de una década. Tuvo que dejar de ser la capitana de Las Leonas para ser la capitana de su vida.

El mismo cuerpo que le permitió ser 8 veces mejor jugadora del mundo, bicampeona mundial y Leyenda del Hockey declarada por la FIH, a sus 42 años le jugó una mala pasada en su lucha para tener su primer hijo. “Me hice muchos estudios médicos y ahí me dijeron que los deportistas de alto rendimiento tienen más desgaste que otras personas y que por eso era probable que me costara quedar embarazada”, confesó Aymar en una entrevista sobre su proceso de búsqueda.

El primer embarazo llegó después de mucha espera, ansiedad y sesiones de terapia. Aunque ya fuera de las canchas, la noticia estuvo rodeada de deporte, imposible que sea de otra manera si se trata de la mejor jugadora de hockey de todos los tiempos. En 2019, mientras participaba en una actividad del Comité Olímpico Internacional en Suiza se supo la gran noticia de que estaban esperando a su primer bebé junto a su pareja, el ex tenista chileno Fernando González. Nueve meses después, llegó Félix, llenando de felicidad una casa donde la pasión por el esfuerzo es moneda corriente.

Dos años más tarde llegó Lupe, y Luciana volvió a ser mamá, esta vez con 44 años. Su historia de resiliencia no se resume en la final de los Juegos Panamericanos de 2007, donde jugó con la rodilla infiltrada y condujo a Las Leonas al oro, ni en la medalla de plata en sus últimos Juegos Olímpicos. La mayor demostración de fortaleza fue seguir persiguiendo un sueño nuevo, no el que tenía a los 20 cuando se puso por primera vez la camiseta del seleccionado juvenil, sino el que nació en 2016, cuando conoció a su pareja, Fernando González. Un deseo simple, para la mayoría, pero postergado por años de torneos, giras y entrenamientos.

La mujer que alguna vez fue el centro de una cancha hoy gira alrededor de dos pequeñas vidas. El estadio mundialista en Rosario lleva su nombre, Las Leonas siguen jugando sin ella, pero Luciana Aymar, lejos del pasto sintético y la exigencia del alto rendimiento, encontró en la maternidad una forma de gloria que no se cuelga del cuello ni se exhibe en vitrinas. Un trofeo íntimo, solo suyo y de su familia.

En cada provincia, una manera distinta de soñar

Por Matias Cuesta y Magalí Robledo

Argentina es un país futbolero. Sin embargo, tiene una particularidad: hay ciudades y provincias en donde el fútbol no es el deporte principal. San Juan, por ejemplo, es la capital del hockey sobre patines. Ahí, los padres a sus hijos no les dan una pelota de fútbol: les regalan patines, palos de hockey y una bocha.

La Selección Argentina de hockey sobre patines es una de las potencias mundiales. Tercera en el ranking de campeonatos del mundo con seis títulos, también ganó la única medalla olímpica de oro que se disputó en la disciplina, en Barcelona 1992, cuando fue el deporte de exhibición. Los planteles argentinos que compiten en esta clase de torneos suelen estar plagados de sanjuaninos.

No es el único deporte que es fuerte en una provincia en particular. En sóftbol, el seleccionado nacional logró el Campeonato del Mundo en 2019 tras vencer a Japón por 3-2 en la final. De todo el plantel, 18 nacieron en Entre Ríos, entre ellos 13 jugadores y 5 que integraban el cuerpo técnico.

Los jugadores del resto del país generalmente van a prepararse a Entre Ríos y algunos deciden radicarse ahí. “Más que Entre Ríos, la capital nacional del sóftbol es Paraná. Se juega en varios sectores de la provincia, pero el epicentro es la capital”, explica Mariano Montero, capitán de aquel equipo. La ciudad fue reconocida así mediante la Ley 27.215.

La importancia de la provincia de Entre Ríos en el sóftbol viene de hace 65 años. En la década de los 60, se empezó a practicar en las escuelas primarias de Paraná, donde también se fundó la Federación Argentina de Sóftbol. El desarrollo en la provincia permitió que a principios de los 70 ya exista la Liga Paranaense. Además, se encuentra el Estadio Mundialista Ingeniero Nafaldo Cargnel, un importante centro para la práctica del sóftbol en Entre Ríos.

Es tan importante el sóftbol en Entre Ríos que, luego de consagrarse campeón mundial en 2019, el gobierno de esa provincia le preparó una bienvenida en Paraná al plantel. Montero recuerda entre risas: “Significó mucho; miles de personas había ese día y una caravana de autos de cuatros kilómetros. Nos iba a recibir el gobernador en Paraná, pero como de camino nos pararon en varias localidades, no pudo y nos terminó recibiendo el vice. Fue un punto de inflexión en nuestra carrera deportiva”.

El básquet también tiene su mayor concentración en una ciudad: Bahía Blanca. Según la Ley 27.380 es la Capital Nacional del Básquet debido a todo el aporte que le brindó a la Selección Argentina, como Manu Ginóbili, y al deporte en sí. La historia del básquet en Bahía Blanca nace desde los clubes, que son 21 repartidos por toda la ciudad, como fundamento necesario para el desarrollo. El factor más importante para que el básquet se realice tiene que ver con las condiciones climáticas. Debido a las grandes ráfagas de viento, los gimnasios son cerrados y es por eso que no se practican tanto otros deportes, como el fútbol.

Entre los logros que consiguió Bahía Blanca como ciudad se destacan la histórica victoria en 1971 por 78-75 del seleccionado nacional contra Yugoslavia, que venía de ser campeón mundial en 1970 frente a la Unión Soviética por 92-75; tener a Juan Ignacio “Pepe” Sánchez como el primer basquetbolista argentino en jugar en la NBA en el año 2000 y la federación más antigua y principal de la provincia, la Asociación Bahiense de Básquetbol (ABB).

Arrecifes, localidad ubicada en la provincia de Buenos Aires, es apodada como la Cuna de Campeones. Esto se debe a que tiene un fuerte vínculo con el automovilismo debido a que numerosos pilotos y estrellas, como José Froilán González, integran una cultura fierrera. El automovilismo en Arrecifes suma alrededor de 750 pilotos que, de forma profesional o amateur, están relacionados con el deporte. La importancia cobra fuerza con el pasar de los años porque hasta hoy siguen en actividad grandes corredores, como Agustín Canapino. El pionero de los autos en esta ciudad fue Cástulo Hortal, quien ganó su primera carrera el 12 octubre de 1925 en una competencia organizada por el Automóvil Club de Salto

Si bien el fútbol es el deporte que mayor trascendencia tiene en Argentina, no se debe dejar de lado, más allá de la provincia de Buenos Aires, el trabajo excepcional que hacen en San Juan o Entre Ríos para que el deporte argentino crezca en todas sus disciplinas.