viernes, mayo 9, 2025
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Las voces políticas del fútbol en plena batalla cultural

Por Conrado Maguna Martorell

En los últimos años en nuestro país, a pesar de existir iniciativas por parte de los clubes para involucrarse, el silencio de la mayoría de los futbolistas al respecto de temas políticos (y por ende socioculturales) ha hecho demasiado ruido. Esto, de la mano o consecuente de una opinión que cada vez toma más altura de parte de hinchas y socios de instituciones deportivas, que contrario a lo que marcan la historia y los orígenes, proponen una abstracción total por parte de quienes forman parte del circo de la pelota. Esto provoca cierto temor a la hora de hablar de tópicos que pueden sonar polémicos, o que no lo son, porque defender a un jubilado o traer a la mesa el Día de la Memoria, por la Verdad y la Justicia para reflexionar suena lógico, pero la repercusión que puede tomar ello en el nuevo mundo de la instantaneidad y lo tan “tic tac efímero” producto de las redes sociales, y sobre todo del individualismo -en un contexto de alerta porque la nueva hegemonía marca que el otro importa cada vez menos- pone en el ojo de la tormenta a quien gracias a su llegada decide ser la voz de quienes no pueden gritar.

Siguiendo la misma línea, son pocos los valientes que toman la impronta de romper con este nuevo tabú. En Argentina, que Diego Maradona esté insoportablemente vivo en 2025 con su icónica frase “hay que ser muy cagón para no defender a los jubilados” no solo refleja la importancia de las cuerdas vocales de a quienes el micrófono busca y la perpetuidad del astro en el corazón del pueblo, sino también que hay cierto vacío de referentes que defiendan públicamente a los sectores más vulnerables, lo que produce tener que retroceder a archivos con 33 años de vida. 

Sin embargo, pequeños destellos y excepciones se dejan ver en estos nuevos tiempos, y uno de ellos es el de un campeón en Catar 2022: Lisandro Martínez. El entrerriano hizo un descargo en redes sociales sobre la represión que sufrieron los jubilados el miércoles 12 de marzo en un nuevo hecho de violencia institucional por parte de las fuerzas de seguridad a cargo de la Ministra Patricia Bullrich: “Que impotencia y que vergüenza que se metan así con los jubilados!!!” sentenció. 

En vísperas del aniversario 49 del inicio de la última dictadura cívico militar en Argentina resulta imposible no subrayar que aquella no fue la primera vez que quien actualmente defiende los colores del Manchester United de Inglaterra tomó posición, pues el 24 de marzo del año pasado, publicó una imagen en su cuenta personal de Instagram sosteniendo un pañuelo de las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo con un claro mensaje: “Nunca Más”. Ese mismo día, compartió en su cuenta de X el albiceleste pabellón acompañado de un pedido por “Memoria, verdad y justicia”. Por la misma vía, en 2019 había expresado que “hablo de política porque quiero y puedo”.

En una nota para La Nación en septiembre de 2024, el oriundo de Gualeguay aclaró que es consciente de que pueda existir algún disenso con sus dichos, pero que no quiere convencer a nadie ni entrar en polémicas: “A los futbolistas nos sigue mucha gente y está bueno que podamos dar nuestra opinión”.

Komar, junto con Estela de Carlotto, presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo.

Otro caso similar en el futbol nacional nos ubica en la domesticidad de la Liga Profesional, específicamente en Rosario Central, porque allí juega Juan Cruz Komar, quien en 2023 invitó a movilizar en un nuevo reclamo por el terrorismo de Estado ejercido entre 1976 y 1983, e hizo pública su participación en 2024. En estas últimas horas en diálogo con el programa radial Que Vuelvan Las Ideas (Somos Radio AM530) señaló que “todos los años asisto a la marcha” además de poner en tela de juicio la naturalización del odio, el maltrato y la despreocupación por el otro. No es común ver a un futbolista dando una charla TED, pues el zaguero en febrero de 2020 se animó a cuestionar a la cultura del esfuerzo, que “valoriza las capacidades y méritos individuales, pero se desliga de todo contexto ocultando la desigualdad, la falta de oportunidades y la injusticia social. La meritocracia es discriminatoria, racista, supremacista, clasista, homofóbica y transfóbica”.

La ausencia de sonido de quienes hacen del prime time cada fin de semana hace que la mínima pronunciación resalte por su sorpresa y espontaneidad, algo que puede parecer extraño, pues es de llamar la atención que quienes vengan del potrero no sean la principal voz de sus ciudades, barrios, y del pueblo.

La aparición de figuras con gran alcance y audiencia en sus espaldas cobra mayor sentido a la hora de pensar el pasar de los años como un riesgo de que la memoria nos quede atrás, y por ende, que exista la mínima posibilidad de quedar condenados a repetir una historia que no debe suceder Nunca Más.

 

Diego Armando Díaz y Susanense: un alma chaqueña detrás de los 47 goles

Por Agustín Paratcha

El futbolista sueña con el éxito, con ganar trofeos y cumplir todos sus objetivos establecidos. En el transcurso de la carrera, uno puede encontrar un lugar en el mundo, un equipo que lo defina como su zona de confort. Diego Armando Díaz lo encontró en Susanense, un club que pertenece a la Liga Departamental de San Martín, (Liga Amateur de Santa Fe) luego de convertir 47 goles en 43 partidos y que los hinchas le dedicaran canciones. “Jamás vi algo así en mi pueblo”, me cuenta Juan Saucedo, excompañero del club. Antes de detallar una píldora de su historia en 2024, se hace imposible no destacar a Elvio Acosta, captador de Díaz y hoy coordinador de Susanense y su particular anécdota para descubrirlo.

Era 2022. El club Unión Deportiva Arrufó contrató a Elvio Acosta (más conocido como “el profe Fale”), entrenador oriundo del mismo pueblo (Arrufó) que no quería abandonar este mundo sin dirigirlo. Necesitaba un nueve y un diez. Apareció el nombre de Gonzalo Santillán, que, según Acosta, lo tildó de crack, y el de Armando Díaz, quien no lo tenía registrado. Dio la casualidad que, Vía y Obras, uno de los primeros clubes del jugador chaqueño, jugaba la final de la Liga Saenzpeñense. “Fale” fue a verlo en carne y hueso. Viajó de Arrufó hasta Los Frentones (Chaco) en colectivo. El partido se jugó al día siguiente.

“Fale” quedó impresionado no solo por el golazo de tiro libre de Díaz en el empate 1-1 de Vía y Obras ante San Lorenzo de Roque Saenz Peña, sino por sus movimientos: “Aquella tarde, vi una mezcla entre Claudio “Bichi” Borghi, por su técnica, y de Juan Gilberto Funes, porque te amagaba por un lado y no le importaba si habían dos o tres defensores. Tiraba la pelota y no lo podían parar”, le contó a El Equipo. De allí en adelante, lo acompañó en gran parte de su carrera y fue el máximo responsable de su excepcional año.

El oriundo de Los Frentones, con 23 años, mostró una personalidad desapercibida en Susanense, un equipo ubicado en Santa Fe, María Susana, pueblo que cuenta con menos de 5.000 habitantes. Un chico muy callado, tímido, sencillo, humilde de corazón, que hablaba poco y que estaba muy vinculado a su esposa, Araceli Soria y su hijo, Bastian Díaz, quienes siempre figuraban en todos los partidos. Incluso, el delantero chaqueño, cuando quiere comunicarse con el profe “Fale”, muestra mucho respeto. No lo llama con un “che”, sino con un “usted” y arranca la conversación con la palabra “profe”. Pablo Jesús Mina, actual entrenador de Susanense y campeón de La Liga San Martín, también lo considera como una persona introvertida, pero, a su vez, en los entrenamientos, mostraba atención y siempre se comprometía.

Gran parte de su personalidad se observaba en los partidos del club del pueblo santafecino: “En la cancha no hablaba. Directamente no festejaba los goles. Definía y volvía al trote con la cabeza agachada porque sabía que los compañeros lo iban a abrazar. No lo vi hacer ninguna celebración alocada”, le expresó el profe “Fale” a “El Equipo”. Solo lo vio festejar uno solo en un partido clasificatorio de la Liga Ceresina después de que el oriundo de Los Frentones convirtiera un golazo de afuera del área y se acercara a abrazarlo.

El físico jugó un rol importante en su capacidad goleadora. Pablo Jesús Mina, que lo considera como el mejor jugador que dirigió por lo determinante y por la diferencia que marcaba, define que su combo de fuerza y velocidad es lo que le da la potencia. Un jugador muy fuerte, con un arranque explosivo y con una genética natural envidiable, pocas veces vista. Lo comparó con Ronaldo Nazario por la potencia en el arranque y con Gabriel Batistuta, que, si bien no intervenía mucho en el juego, no erraba al arco. Además, detalló que, sea donde estaba ubicado en la cancha, pensaba en rematar. En los partidos de liga, siempre le jugaban fuerte, pero Díaz jamás abría la boca, no reaccionaba y tampoco entraba en el juego de pelear ante los rivales.

Hay dos virtudes dignas de destacar en cada partido que jugaba en Susanense. “Fale” remarcó que Díaz, apodado como Diegote o Diegol, presentaba una gran eficacia en los remates. Siempre iban al arco. Convertía el gol o la atajaba el arquero. No hacía goles por accidente, sino de gran factura. Por otro lado, otro aspecto positivo y esencial, que le marcó su extécnico Juan Pablo Mina, es la confianza que plasmaba en la cancha ya que no sentía presión en los partidos. Mostraba un grado de inconsciencia.

Fuera de las canchas, los jugadores, como cualquier deportista, tienen una vida. El “carbonero” Díaz, nombrado así por su trabajo en la carbonería y por Alejandro Cabrera, quien fue el primer relator en gritar un gol suyo en la Liga Ceresina y en ponerle el apodo, era un gran cocinero. Le gustaba cocinar pizzas en un horno de barro en Arrufó y, cuando llegó a Susanense, se construyó uno. Además, en sus ratos libres, solía practicar pádel y otro de sus excompañeros, Juan Pablo Flores, apodado como “Juampi”, lo resalta como un jugador “completo”.

En el fútbol de San Martín, al ser amateur, era muy común que después de los partidos, los jugadores y los hinchas se juntaran y se sentaran a comer en la cantina del club un choripán y tomar una gaseosa. Eran todos simpatizantes y no existía la figura del barrabrava. “Profe, de acá no te vas”, le decía el goleador Díaz al “profe” Acosta, que no vivía en los Frentones, sino que debía viajar hacia Rafaela, su hogar.

Luego de permanecer más de 15 días sin su familia en Santa Fe (antes de quedar y firmar en Unión de Santa Fe) a la espera de recibir el llamado en Unión, se viralizó un video que generó mucho impacto por su peculiar forma de realizar un ejercicio con botellas vacías de fernet en lugar de utilizar conos. Pero todo tiene una explicación. Fue grabado en Los Frentones, su pueblo, en el mes de diciembre. Detrás de la casa de su suegro Daniel, quedaron varias botellas acumuladas debido a los tiempos de fiestas. Y, como no había conos, no le quedó otra opción. Él seguía con el entrenamiento para ponerse en forma.

Llegó el último día y la despedida del hombre que le devolvió la alegría a un pueblo al ganar la Liga de San Martín y romper una sequía de 26 años. Fue en la cena de campeones que se realizó en el club. Le hicieron un agasajo especial por lo realizado durante el año. “Vas a ser jugador profesional”, le decía Mina, su extécnico, en una noche especial y emotiva. Así fue. Más allá de haber vivido un breve paso por Lanús, donde no se quedó porque no le consiguieron vivienda, y de la posibilidad de probarse en Colón de Santa Fe, Atlético Rafaela o 9 de Julio (también de Rafaela), pasó la prueba en Unión, club que mostró más predisposición en contar con él, y firmó contrato por un año con cargo y opción de compra proveniente de Sportivo Las Parejas. Los 47 goles fueron una anécdota. La historia continúa.

Damián Zalcman: “El trabajo del líbero es un poco silencioso”

Por Patricio Chevillard

El líbero se introdujo oficialmente en 1998 por la Federación Internacional de Voleibol (FIVB). Un jugador que se centra en cubrir los espacios defensivos. Damián Zalcman juega en esa posición desde los 18 años en Ciudad Vóley, donde salió campeón dos años seguidos (2023 y 2024) en la Liga de Voleibol Argentina. Llegó al club Ciudad cuando tenía 12 años y se metió en el voleibol. Arrancó de punta receptor, pero a los 18 años alcanzó la altura de 1,80m. Se quedó esa estatura y los demás crecieron.  Esa altura no es suficientemente alta para el vóley y se tuvo que cambiar al puesto de líbero. En 2025 jugará su temporada número 11 con Ciudad Vóley y charló con El Equipo sobre lo que es jugar en esa posición, que tiene un trabajo más silencioso en la cancha comparado con los otros roles. 

-¿Cuál es la importancia del líbero en el juego? 

-Es fundamental en un equipo. Es un trabajo a veces muy silencioso. Todos los equipos lo tienen. El único momento que el líbero no está en la cancha es cuando está sacando el central. Entonces un equipo de vóley sin líbero, como es el vóley actual, no existe un equipo que juegue sin líbero. 

-¿Cuáles son las condiciones del líbero además de la defensa? 

-La defensa y la recepción son las principales. La recepción es el hecho de recibir el saque. La defensa tiene que ver con la con el ataque del adversario. También esta cobertura que es un fundamento que se nota poco. Es cuando un jugador propio ataca sobre el bloqueo contrario y la pelota vuelve al campo. Entonces liberó cumple esa función de estar, a veces según el tipo de pelota, estar cerca o lejos del atacante de su compañero para estar atento a esos rebotes que pueden volver al campo. 

-¿Disfrutás ser líbero?

-Sí que lo disfruto porque si no pudiera ser líbero, no estaría en el nivel que tengo, no estaría en el club en el que estoy. Ni hubiese vivido todas las experiencias que viví, pero obviamente que hay otras posiciones son un poco más divertidas.

-Pero las otras posiciones destacan más.

-Destacan más, son un poco más protagonistas en el sentido que hacen los puntos. El trabajo del líbero es un poco silencioso, quizá comparable con el del arquero. Hay jugadores que les encanta ser líberos, que fueron toda su vida. Ahora si me decís: “¿te gustaría jugar de atacante?”. Me gustaría, pero obviamente disfruto jugar de líbero, si no, no lo estaría haciendo. 

-¿El líbero se encarga también de organizar el equipo dentro de la cancha durante el partido?

-La táctica y el sistema de recepción y defensa se hablan a principio de temporada. Pero hay una constante comunicación en el medio del punto. Llamándole atención a los compañeros para que ocupen una cierta posición, para que estén atentos a ciertas situaciones. Darle un poco de euforia, movimiento y  energía al equipo, eso también es un plus que algunos líberos lo hacen, otros lo hacen menos, pero es muy común.

-¿Vos cómo te destacas más? ¿Empujás al equipo o sos más callado?

-Trato de estar todo el tiempo hablando, de que el equipo esté metido y enfocado. También me sirve para hacerlo yo mismo. El equipo necesita esta parte que lo hagamos del empuje y de la atención. Es parte también del rol.

 Por otro lado, Zalcman, quien jugó con Agustín Loser, Jan Martínez y Luciano Palonsky que son jugadores en la selección Argentina mayor, nos cuenta su deseo de llegar al equipo nacional y la posibilidad de explorar otras ligas. 

-Vos jugaste con Agustín Loser, Jan Martínez, Luciano Palonsky que son jugadores de la selección. ¿Sentís que todavía te falta llegar a la selección?

-Siento que a mi edad, no puedo descartar. No sé si mi nivel actual me lo permitiría porque no he tenido ninguna convocatoria. Ahora está Danani, pero el líbero que estaba antes era Alexis González, un jugador que jugaba de grande mucho tiempo en la selección. Eso claramente te da un indicio de que nunca hay que dejar de lado. Hay que seguir siempre entrenando porque en cualquier momento si uno juega bien y puede llegar una convocatoria.

-¿Y jugar afuera tampoco te gustaría? 

-Es una posibilidad que se baraja. Ver que puede surgir obviamente sin dejar de lado la competitividad. Porque tampoco me iría a jugar afuera y que no sea como una liga competitiva y que sienta que no me sirva para mi crecimiento personal como deportista. Pero es una posibilidad que he pensado. Me han llegado algunas ofertas, pero no fueron muy significativas y estoy comprometido con el club, entonces no las tuve en cuenta y no pasó a mayores.

Almirante Brown de Arrecifes: de la gloria a la ruina por ser gerenciado

Por Luca Giorno

Los gerenciamientos, las inyecciones de dinero por parte de sponsors y la inclusión de las sociedades anónimas deportivas en Argentina son tema de la agenda futbolera. Casos como el de Deportivo Riestra, Defensa y Justicia o Godoy Cruz son los más conocidos en el país, los cuales llegaron a la máxima categoría de nuestro fútbol. Pero no todos tienen el mismo final. Almirante Brown de Arrecifes es uno donde prometía llegar a Primera División pero terminó olvidado jugando en la liga regional.

A principios de la década del noventa, Brown se encontraba jugando la liga local y Luis Enrique Menéndez, dueño de La Primera Alborada S.A, empresa de capitalización y ahorro para fines determinados, arribó al club con el sueño de ponerlo en la A lo antes posible. En un principio parecía posible porque desde 1992 hasta 1998 ganó todos los títulos de la Liga de Arrecifes. Sumado a esto, para la temporada 1995/96 comenzó a disputar el Argentino B, categoría creada ese mismo año. En esa misma logró el primero de los tres ascensos deseados. Lo consiguió de manera casi perfecta luego de ganar 17 partidos, empatar tres y perder únicamente uno en las tres rondas que debía superar para llegar al Argentino A.

Ya en el torneo de 1996/97 siguió con el camino hacia la gloria. Volvió a conseguir uno de los cupos que otorgaba la categoría para el Nacional B. Fue otro periodo casi perfecto, de los 32 partidos jugados solo no ganó en seis ocasiones, producto de tres empates e igual número de derrotas. La doble promoción de categoría era algo impensado, Walter Chazarreta, jugador histórico y presente en esos acontecimientos, recuerda: “Cuando llegó Menendez lo que proponía era algo impensado. Fueron pasando los años, los refuerzos fueron dando sus frutos y la esperanza por llegar a la A se veía posible.” De esta manera el sueño estaba a punto de efectivizarse, solo faltaba el último paso, tal vez el más difícil. 

Llegó la tan ansiada segunda categoría.  “La esperanza de los hinchas era mucha”, cuenta Ramiro Pérez, vocal titular de la institución. Sumado a eso las incorporaciones del arquero Pablo Del Vecchio, proveniente de Instituto o la de Oscar Arevalo, defensor con pasado en San Lorenzo, generaban una gran expectativa. Las inversiones realizadas por el grupo gerenciador daban resultados.

En la primera temporada el conjunto logró posicionarse en la sexta posición de la Zona Interior, dándole la posibilidad de jugar la zona campeonato. Allí en los 14 partidos que disputó en la Zona B, únicamente cosechó 12 unidades dejándolo en el fondo de la tabla y sin posibilidad de ascenso. Luego en las cinco temporadas restantes obtuvo la posibilidad de disputar el reducido en dos (1997/98 y 2000/01). Fue en la temporada 2000/01 en la que más lejos llegó, a cuartos de final, donde fue eliminado por San Martin de Tucuman por ventaja deportiva tras haber igualado 3 a 3 en el global. Esa fue la última temporada buena para el club, quien en las dos siguientes  merodeó los últimos puestos. De esta forma, debido a los malos resultados, descendió al Argentino A por los promedios.

¿Por qué es que se dió el descenso a la tercera categoría? En el año 2001 el país sufrió una gran crisis económica, lo que llevó a muchas empresas a quebrar, endeudarse o irse del país. El problema afectó directamente al verdinegro porque la empresa decidió irse del club y fue Raúl Delgado, ex vocero de Carlos Menen, quien tomó las riendas con tan solo 8500 pesos. A partir de ahí el club entró en una caída abrupta. Pérez, el actual vocal titular, relata: “Raúl Delgado vino a llevarse a los chicos para beneficio propio, no para hacerle bien a Brown.” La estancia del político duró poco ya que no le pudo sacar el rendimiento deseado y dejó a la sociedad civil al borde de la quiebra, tanto que la sede estuvo a nada de rematarse para solventar las deudas. Esto lo condenó a descender tres categorías de forma continua, del Nacional B a la Liga Regional. En su corta estadía en el Argentino A y B no logró ganar ningún partido de los 40 disputados, solo empató dos y el resto los perdió, llegando también a no presentarse en tres ocasiones. Este no fue el único caso donde el político adquiere las acciones de un club de fútbol. Actualmente preside Unión San Felipe de Chile, que milita la segunda categoría y lucha por no descender. Sumado a eso estuvo involucrado en el pase de Jonathan Bottinelli desde San Lorenzo a River porque el jugador llegó a figurar como parte del elenco chileno únicamente para evadir impuestos, por esto mismo el futbolista junto a los clubes fueron investigados por la AFIP. 

Retornando al club del norte de la Provincia de Buenos Aires, volvió a manos de los socios en 2005 y con un proyecto serio y organizado retornó a un torneo nacional en 2009 (Argentino C), luego de ganar la liga local. Actualmente el equipo está muy lejos de volver a aquellos años de gloria, donde únicamente disputa la Liga de Arrecifes, pero muy lejos de que vuelva a estar gerenciado. A su vez no solo se sostiene a base del fútbol sino que también es un club social y esa es la esencia de los clubes, no que un tercero se apropie por un tiempo determinado para únicamente sacarle ganancias y si no lo logra dejarlo en ruinas.

Gonzalo Barreiro: “Soy el único técnico argentino de vóley en tener dos finales del mundo”

Por Isidoro Doumont

Gonzalo Barreiro, técnico asistente del equipo de vóley de Boca, se destaca como el único entrenador argentino en alcanzar dos finales del mundo con la selección. Desde su rol como entrenador en las categorías juveniles de la selección, Barreiro formó a jugadores que más tarde se consagraron con logros históricos, como la medalla de bronce en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020. Desde sus inicios en el club GEBA (Gimnasia y Esgrima de Buenos Aires), hasta el ascenso con Boca a la primera categoría, Barreiro tiene un rol clave en el desarrollo del vóley en Argentina. En esta entrevista, repasa los momentos más importantes y toca temas como el impacto social del deporte y la necesidad de políticas de apoyo para el desarrollo del deporte en el país.

-¿Cómo fue gestionar a Boca con tantas restricciones de jugadores?

-Cuando nos dieron el okey para la Liga Federal, ya habíamos cedido muchos jugadores para que no se quedarán sin actividad, y al momento de empezar, solo teníamos 12 de los 14 jugadores que habían jugado el Torneo Metropolitano. Armé un equipo con siete titulares y el resto Sub-18. Fue complicado, porque la liga dura diez días y jugamos nueve partidos, pero logramos el ascenso. El retraso en el inicio de la liga nos dio una mejor preparación.

– ¿Qué sentiste al ver la evolución de los jugadores menos experimentados?

– Muchos emigran por la situación económica, debilitando la Liga ACLAV (Asociación de Clubes Liga Argentina de Voleibol). Lo “bueno” es que más chicos tienen oportunidades, aunque el nivel sea más bajo. La economía nos obliga a buscar jugadores en categorías inferiores, pero esto les da la posibilidad de crecer y ganar experiencia.

-Desde el ascenso, ¿notaron algún cambio en el apoyo del club?

-Subimos a primera tras una invitación de ACLAV, porque dos equipos renunciaron. TyC Sports presionó para que Boca estuviera, y los clubes votaron a favor porque les convenía a todos en cuanto exposición y plata. Así logramos el ascenso a primera.

-¿Qué recordás de tus primeros momentos en GEBA?

-Cuando jugaba en las inferiores de GEBA ganábamos casi todo. Jugué en categorías superiores, y comencé a entrenar a los más chicos mientras estudiaba el profesorado de Educación Física. Cuando GEBA dejó de participar en la liga nacional por motivos económicos, recibí ofertas para dirigir otros clubes. Primero de River y luego de Boca, que acepté sin dudar porque era mejor. En 2005, me retiré para enfocarme como DT, y ese año, fui subcampeón como entrenador con la Sub-18 de GEBA y campeón con la Sub-18 de Boca.

-¿De qué manera influyó tu formación como profesor de Educación Física en tu estilo de dirección?

-La didáctica y la pedagogía son esenciales, especialmente en inferiores, y el profesorado me lo enseñó, lo que considero indispensable para dirigir vóley. El conocimiento técnico lo adquirí jugando, pero la docencia me dio las herramientas para transmitir ese conocimiento a mis equipos.

Años más tarde, en 2017, Barreiro tuvo uno de los momentos más importantes de su carrera como técnico al dirigir a la selección Sub-23 de Argentina en el Mundial de Egipto, donde fueron campeones. 

-¿Qué diferencias notaste en el desarrollo de estos jugadores?

-Comencé en la Sub-19 y en 2015 llegamos a la final del Mundial. Luego, en 2017 ganamos el Mundial Sub-23 en Egipto, y de ese equipo surgieron jugadores que obtuvieron el bronce en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, como Bruno Lima, Agustín Loser y Mati Sánchez. Casi todos pasaron por nuestras inferiores, excepto Facu Conte, Martín Ramos y Luciano De Cecco. Soy el único técnico argentino en tener dos finales del mundo.

-¿Qué impacto viste que tiene el vóley en los jugadores con contextos difíciles?

-Recibimos chicos con contextos difíciles, y para quienes tienen condiciones, el vóley es una oportunidad. El deporte implica contención, reglas y exige un estilo de vida saludable, lo que ayuda a su desarrollo. Algunos jugadores mayores también vienen de situaciones difíciles y pudieron progresar. En Boca tenemos un centro médico y psicólogos para atender estos casos. En otros clubes, a veces el mismo entrenador asume ese rol. Sin embargo, el jugador también debe poner de su parte, y a veces no es fácil.

-¿Cómo ves el tema de las sociedades anónimas en el vóley?

-Algunos proyectos son sostenidos por entidades externas, pero son de vida corta. Cuando el financiamiento desaparece, el club queda sin nada. Los proyectos deben ser impulsados por clubes con un plan claro, porque las inversiones sin un respaldo sólido no generan estabilidad. El gobierno debería fomentar políticas que acerquen a las empresas a los clubes. 

Una fake news hizo jugar a Ignacio Isla en el Bayern Múnich

Por Isidoro Doumont

A sus 17 años, Ignacio Isla, jugador de Reserva de Unión de Santa Fe, logró a mitad de 2024 ser parte del Bayern Múnich a través del proyecto Sub 19 World Squad, una iniciativa que busca jóvenes talentos a nivel global. En la historia del club alemán, solo dos argentinos habían jugado antes que él en la Primera: Martín Demichelis y José Sosa. Isla se convirtió en el tercer argentino en pasar por el Bayern, pero lo hizo desde las juveniles, abriendo una puerta para su futuro. Isla volvió a la Argentina y continúa en la reserva de Unión.

Mariano Fernández, scout de la empresa FC3 Sports, descubrió a Isla a través de un curioso episodio: “Detecté a Nacho en el Bayern tras la viralización de una fake news en la que se hablaba de un delantero argentino en el equipo alemán”. La noticia falsa, que parecía adelantar lo que sucedería tiempo después, lo motivó a investigar más sobre Isla. Tras analizar las estadísticas de Isla y recibir recomendaciones desde Unión, FC3 Sports decidió representarlo.

Isla juega de defensor central y fue seleccionado para integrar el World Squad, un proyecto del Bayern Múnich que busca jóvenes talentos alrededor del mundo para desarrollar sus habilidades a través de partidos amistosos que se van dando a lo largo de una gira internacional. El equipo es dirigido por Roy Makaay, ex jugador destacado del Bayern que ganó dos Bundesligas.

Isla enfrentó al Borussia Dortmund, Inter Miami y D.C. United en Estados Unidos, además de competir contra el equipo Sub 18 del Tyrol XI en Austria y el equipo Sub 19 del propio Bayern Múnich como desafío final.

El rol de FC3 Sports fue fundamental en la preparación de Isla para esta experiencia en el Bayern Múnich. Mariano Fernández, scout de la empresa, detalló el apoyo que le dieron a Isla, desde la gestión de su visa hasta el acompañamiento logístico y emocional en Buenos Aires, antes de su viaje a Alemania, y durante su estadía en Estados Unidos.

Durante el final del paso de Isla en el proyecto World Squad recibió una evaluación positiva por parte de Makaay: “Tienes futuro para ser futbolista profesional, pero por el momento no acá. Si mejoras como lo hiciste este año, en pocos años vamos a leer: ‘Ignacio Isla firmó para Unión de Santa Fe’. Y eso será increíble”.

Después de su experiencia en el Bayern, Isla regresó a Unión, el club donde comenzó su formación futbolística a los 6 años en la escuelita. Ahí siguió creciendo tanto dentro como fuera de la cancha. El técnico de la reserva, Nicolás Vazzoler, destaca la importancia de este proceso: “Nacho viene creciendo por el trabajo que desarrolla en Unión. Es un chico con muchas ganas de aprender y una mentalidad de crecimiento constante”.

En cuanto a su juego, Vazzoler también cuenta que Isla mejoró en la salida y el primer pase, y que el juego aéreo y los duelos ya son características que lo hacen sobresalir, pero que lo que logró en cuanto a la posesión y distribución de la pelota es notable. Isla estuvo compitiendo de manera regular tanto en el torneo de Reserva de la AFA como en la primera local. “Jugó de titular en varios partidos, y demostró estar a la altura de la competencia”, dice Vazzoler.

Las expectativas para Isla son altas. Vazzoler confía en su capacidad para crecer y consolidarse como un jugador clave para el equipo: “Queremos potenciarlo y ayudarlo a que crezca para que pueda afianzarse en la reserva y cumplir su sueño de convertirse en futbolista profesional”. FC3 Sports lo acompaña de cerca y le brinda el apoyo necesario para que Isla pueda concentrarse en su desarrollo en Unión, donde tiene un sentido de pertenencia muy grande. Es donde podría cumplir su sueño de llegar a Primera.

Con solo 17 años, Ignacio Isla marcó un paso importante en su corta carrera al formar parte del Bayern Múnich y convertirse en el tercer argentino en el equipo alemán. Representa una experiencia valiosa en su desarrollo como futbolista y abre nuevas oportunidades en su trayectoria profesional.

Fiorito, cuna de Pelusas

Por Eva Pietrantuono

No debe ser fácil hallar un lugar donde el nombre Diego Armando Maradona pase sin pena ni gloria. Porque su historia fue, vino y cruzó los extremos más increíbles en cuanto a la pena y a la gloria se refiere desde el principio. Desde que el talento fenomenal irradió para siempre ilusión en Fiorito. 

Su cara. Tres veces su cara. 

Colorea las columnas de un puente de Lomas de Zamora. Dan aviso sobre ese costado del Camino Negro, en la salida de la calle Recondo antes de pasar el Riachuelo hacia Capital. Las pinturas asoman como una flor en un pastizal. Como una página doblada que distingue su identidad entre las hojas de un libro. Cómo no saber lo que señalan. 

Es Fiorito. 

Es el barrio de Diego.

Al cruzar la colectora, la vereda arma un tetris entre baldosas y mantas desplegadas, con un llevalo-que-conviene por metro cuadrado. Para ser las 18.30 de un miércoles de paro general de transporte, es bastante la gente que camina por la puerta del Centro Cultural Fiorito. Pero es 30 de octubre y el municipio inaugura la Comunidad de Dios, un paseo de siete puntos por la ciudad natal del astro. Día en el que, si la vida fuera justa, Maradona celebraría sus 64 años. 

El cumpleaños oficial

Se acercan el atardecer y el inicio del festejo. La gente baja por Recondo, se adentra en Fiorito a través del calor pegajoso del humo de parrilla y choripán. Su destino: el parque Diego Armando Maradona. 

Por sobre el horizonte de gente que espera, se dibuja un mosaico cuadriculado de casas como azulejos que alternan entre el rojo ladrillo y el gris cemento. Lo contrastan el celeste del cielo y un juego de plaza, un avión abarrotado de chicos, de pibes que escalaron por fuera de los límites pensados para la construcción.

A las 19.00, el escenario atrapa las miradas. Camisetas argentinas —muchos Messi—, casacas bosteras y millonarias, de clubes sociales y barriales cogotean y estiran los cuellos. Buscan adivinar alguno de los invitados de honor. Una imagen se replica como estampillas en el campo: con mochilas a la espalda y más altos, aquellos que quizás ni llegaron a verlo jugar. De su mano o en sus hombros, varios otros que nacieron y tal vez Diego ya ni estaba. 

Todos, acá por él. 

Antonio Venezia tiene su heladería a pocas cuadras de allí. Es miembro del Concejo Deliberante municipal y fue cercano a Maradona nueve años por su amistad con la familia de Verónica Ojeda, una de sus parejas del Diez. Al vivir esta celebración, Venezia no tiene dudas.

—Diego está más presente que nunca. 

Un chico como cualquiera

El verde vivo de los árboles rompe con la pesada monotonía del asfalto. Son señal de que Fiorito existe hace rato. Lo distinguen de otros barrios también humildes que hay en Lomas de Zamora. La estación de tren tiene más de un siglo, aunque necesidad hubo siempre.

—No había agua. Mis papás hicieron una canilla abajo con las redes y a ellos no les llegaba, entonces la familia de Pelusa venía a buscar. Él era chiquito y nos poníamos a jugar a la pelota mientras la gente esperaba que se llenaran los tachos. Jugábamos en la calle. Era todo de tierra. 

Carlos Benítez vivía en Mario Bravo y Figueredo, a una cuadra de Azamor 523, de la Casa de Dios. Carli se quedó en su barrio, pero está más alejado de ese epicentro turístico. Los flashes no llegan a esta parte de Fiorito. Él tampoco los llama. Sentado en la mesa de su living-comedor, recuerda momentos que sobrevivieron al tiempo.

—Tengo un montón de anécdotas de Pelusa —encadena rápido una aclaración—

Para mí es Pelusa, no es Diego. La mejor es… ¿Dónde pusiste el carnet? —consulta a su esposa y mamá de trillizos— Tengo una sorpresa.

Era 20 de octubre de 1976, el día que un Maradona de 16 años debutaba en la primera de Argentinos Juniors contra Talleres de Córdoba en La Paternal. Carli cuenta que con “los pibes” ya sabían que iba a pasar.

—Él no estaba contento por jugar en primera. Él estaba contento porque le dieron unos botines Adidas. Para nosotros, era un sueño, algo inalcanzable en el barrio. Tampoco tenía ropa y hacía un calor…. Se fue con un pantalón de corderoy,—se ríe  y mueve la cabeza de lado a lado como para sacudir la incredulidad— ¡De corderoy!

La esposa de Carli baja las escaleras con una reliquia en mano. La foto de su amigo Pelusa se ve desgastada, casi como el recuerdo del chico que fue, de ese pibe de rulos. Ambos, vivos en su relato, encandilados por el ícono que lo devoró después. Es el primer carnet de Diego en Argentinos. Con él lo dejaron pasar al estadio para alentar a su amigo Pelusa.

—Era un pibe normal, le pegabas 20 patadas, se levantaba y seguía jugando. Y si hacía un gol venía a abrazarse con nosotros. Normal. Cuando me dicen: “Vos jugaste con Maradona y no tenes documentado nada”, y no, era otra época. Él era un pibe de barrio. Me pasaba a buscar a la tarde, nos sentábamos a tomar gaseosa y compartíamos muchas cosas de fútbol, no sé cómo explicarlo, no me sale. Fue mi amigo Pelusa. Nos colábamos en el tren de Fiorito. “Allá está el guarda” y nos íbamos al último vagón, venía y volvíamos al primero. Esperábamos que bajara acá en Caraza para cambiarnos a otro y que no nos viera.

En Fiorito, Maradona hubo uno, pero Pelusas hay por todos los rincones. La imagen que pinta Carli podría adaptarse a cualquier esquina de su barrio, de su ciudad o de este país que respira fútbol. Aún hoy, casi 50 años después.

Carli compartió con él hasta que Diego se fue de Fiorito, hasta que Maradona debió dejar a Pelusa atrás. De ahí en adelante, el espacio físico y las diferencias de realidad se agigantaron entre ellos como el caudal de un río que se alimenta de una incansable lluvia, que se traga orillas y arrasa lo que esté a su paso. De ahí en adelante, el chico de barrio fue el costo a pagar para que Diego marcara la historia en tierra propia y ajena, el precio para volverse símbolo e inspiración de multitudes. Aunque son los testimonios como el de Carlos Benítez a los que se debe volver. Los que revalorizan la renuncia personal de este Dios con un Diez al dorso. Los que recuerdan el sacrificio del pibe de rulos para que el pibe de oro se hiciera Héroe. 

Independiente : Alma de provincia y de barrio

Por Milena Di Pardo Gigena

Independiente de Chivilcoy es un club con alma de barrio y corazón de provincia que recorre la pasión futbolera de la ciudad. Se ha ganado un lugar en el deporte local y regional, siendo el semillero y hogar de muchas generaciones de futbolistas. 

Pintado de rojo y blanco, como el escudo que llevan en la camiseta, hay un portón negro sobre la Avenida 22 de Octubre 695. Detrás, una pasarela te conduce al “Parque Rojo”, pero antes, a la izquierda, está “La barra del zanjón nº4”. Es el lugar donde se juntan los pibes del barrio blanco, los que se conocen todos con todos, los que quieren ver a su equipo campeón. Ahí, entre charlas y risas, sentados en las mesas bajo los árboles, se preparan para alentar, compartiendo una botella cortada con fernet y coca.

Son los mismos pibes que, antes de cada partido, se juntan a “escabiar”, los que no necesitan planear mucho porque ya saben dónde encontrarse. Con los bombos sonando de fondo y los cánticos en el aire, caminan hasta la cancha, es más que un ritual; es una declaración de identidad, una forma de decir que son de Independiente y que, pase lo que pase, van a alentar hasta el pitazo final.  Esos pibes del barrio blanco, los de la barra del zanjón, llevan en su sangre el orgullo de ser hinchas de Independiente de Chivilcoy. Y no importa cuántos kilómetros recorren, ni cuántos sean, siempre van a estar ahí, acompañando al equipo.

Ahora sí, llegamos al “Parque Rojo”, ese lugar que las familias disfrutan cada sábado con bailes y donde los jugadores almuerzan después de los entrenamientos y antes de los partidos. Detrás de ese espacio pintado de rojo, blanco y negro, con poca luz y mucho calor por la cocina, está el “Grilón”. Este gimnasio es el centro de entrenamiento para muchos deportes, incluyendo el vóley de Independiente. Pero, durante toda la semana en las noches, el Club Racing Chivilcoy realiza sus prácticas de básquet, en esa misma cancha.

Muchos se sorprenderán al escuchar eso: ¿Independiente y Racing compartiendo instalaciones? ¿El clásico rival? Sin embargo, no hay rivalidad sino un acuerdo entre las dirigencias de ambos clubes. Así, mientras Racing entrena básquet, el vóley de Independiente y los futbolistas, en días de lluvia, también hacen uso del gimnasio. Es un espacio donde conviven las distintas pasiones deportivas de la ciudad, sin importar los colores.

Saliendo por la puerta izquierda del “Grilón”, encontramos la pileta de verano, que durante el año suele estar con el agua verdosa y algo descuidada, pero cuando llega noviembre, comienzan a prepararla para recibir a los chicos de la colonia del CAI. Avanzamos un poco más y nos topamos con el pasillo que lleva a la gloria. Antes de llegar, a la derecha, está la puerta del vestuario, el lugar donde se formó Facundo Tumbesi, actual capitán del equipo en el Federal A. Nacido en la institución, Tumbesi no duda en reconocer la importancia del club en su vida: “Independiente es mi segunda casa, viví muchas cosas buenas y malas. Pasan los años y los valores que se inculcan son siempre los mismos: compañerismo y respeto”. Allí, en ese vestuario, se forjó su carácter y comenzó el sueño de representar los colores con orgullo.

Ahora sí, unos pasos más por la oscuridad aparece la escalera iluminada por el sol. La vista se abre y ahí está el estadio “Raúl Orlando Lungarzo”. Inaugurado en 1933, con una capacidad para 4.000 personas, es sin duda la joya del club. Las paredes guardan ecos con grandes historias, goles que siguen vivos en la memoria de los hinchas y figuras que alguna vez pisaron el césped sagrado. Detrás, la cancha auxiliar, más antigua y sin tanto glamour, es donde se llevan a cabo las prácticas de fútbol o las entradas en calor antes de los partidos oficiales.

Al salir de la cancha auxiliar, nos encontramos con tres canchas de handball, donde chicos y chicas entrenan a diario, y los fines de semana se llenan de energía con la emoción de la competencia. Detrás de ellas, se alzan dos canchas de fútbol 5, un punto de encuentro para quienes buscan disfrutar del deporte y pasar un buen rato entre amigos. Continuando el recorrido, ya casi llegando a la salida del club, nos reciben las tres de tenis, impecablemente revestidas en su clásico color naranja, teñido por el polvo de ladrillo, que las hace brillar bajo el sol.

Volviendo por la misma pasarela, está la pensión, donde algunos jugadores del club viven mientras persiguen su sueño.  Pero antes de irnos, no podemos dejar de mencionar a una figura clave en los últimos años de Independiente: “Rambo”. Sereno y utilero del club desde hace 16 años dice:: “Independiente es mi casa, es todo para mí. Pasó más tiempo acá que en mi propio hogar”.

Al salir del club, pasamos frente a la Secretaría y la Tienda Oficial, aunque no hay mucho que ver ahí, solo la parte administrativa. Lo importante está al cruzar la calle, donde se encuentra el Predio de Inferiores de Independiente, el semillero del club. En esas instalaciones crecieron muchos de los talentos que hoy siguen su camino en otros equipos. El predio cuenta con tres canchas de entrenamiento y un gimnasio. A la izquierda de la entrada, está el buffet, que guarda más de 30 trofeos ganados por las inferiores.

Este es el lugar donde los pibitos, con toda la ilusión, esperan ansiosos la hora de ir a entrenar. Aquí es donde muchos de los jugadores más destacados de Chivilcoy comenzaron a escribir su historia.

Terminamos nuestro recorrido, pero esto ha sido solo un día en el club.  hemos explorado los diversos deportes que no solo se practican aquí, sino que también unen lazos entre jugadores, familias y toda la comunidad. Porque eso es Independiente. La figura de “Rambo”, con sus años de dedicación, simboliza ese lazo profundo que une a todos los que pasan por aquí. Mientras las historias de los futbolistas emergen en cada rincón, el Predio de Inferiores se erige como un símbolo de esperanza y futuro, donde nuevas generaciones comienzan a soñar en grande.

Rugby Club Los Matreros: un club de Morón en Morón

Por Tobías Fava

Ubicado desde hace unos años en el barrio Sere de Castelar se encuentra un club que viste de cuadrados grandes de color rojo y blanco, Rugby Club Los Matreros. No es un barrio fuera de lo común, con la excepción del polideportivo Gorki Grana, un lugar histórico por su pasado como centro clandestino de la última dictadura cívico militar. Luego de eso es un barrio de lo más común en el conurbano bonaerense, de clase media, con sus calles algunas sanas y otras no tanto, sus kioscos que salvan cuando falta una Coca en la cena y todo lo que te esperarías de un barrio normal. Desde hace poco menos de diez años que “Los Treros” tiñen las tardes del barrio los sábados haciendo que la gente se acerque a ver a la Primera de rugby y hockey medirse contra los mejores de la provincia. Pese a estar en “el borde” de Barrio Seré, Matreros logró amalgamarse. Su fachada algo moderna, con cemento pintado de color arena y maderas oscuras en los portones, desentona de las casas limítrofes pero no con el barrio general. Antiguamente tenía su sede de entrenamiento en el centro de Morón y su sede de competición en lo profundo de Moreno. Hoy habiendo unido ambas cosas en Castelar hay más caras nuevas. Y como todo club, tiene política, y en la política interna el presidente es Leandro Ugartemendia, quien además se postuló para intendente de Morón en las últimas elecciones. Pese a cargar con la estigmatización de que el rugby y el hockey son elitistas, Matreros, al igual que muchos otros clubes fuera del Top 12, recibe gente de todos los ámbitos sociales. Desde aquel que llega de camisa en una camioneta alta gama, hasta el pibe que va caminando porque vive cerca y el que va en bondi, todos comen en el mismo buffet, entrenan en el mismo gimnasio y se abrazan igual viendo como aumenta o desciende el marcador local. 

Con una típica distribución las puertas te reciben con un gran escudo en lo alto y te metes directo al estacionamiento. A tu derecha te recibe la cancha 3, usada más que nada para entrenamientos e inferiores. Mirando a la izquierda está la mejor cancha, la número 1, el piso donde la Primera hace de local. Pasando el ingoal de la cancha principal vas a ver dos cosas que atraen rápidamente al ojo, un lago artificial lleno de vida, y el buffet, el corazón de todo club. Que no solo es un buffet, porque se transforma rápidamente en una sede de torneos de truco para “los viejos del club”, o un grupo de debate sobre si el rugby o hockey sigue siendo el mismo que en otras épocas. Es la sede social dentro del predio. A la izquierda a la misma altura del buffet se encuentra la única cancha de hockey de tamaño completo, donde las chicas entrenan y juegan cuando toca en casa. Detrás del buffet se encuentra el área de tercer tiempo, donde los equipos comen después de los partidos y se arman las cenas de fin de año, el gimnasio, y más canchas de entrenamiento.

El 2 de abril de 2016 Matreros oficializó su nueva y actual sede deportiva, el predio “Doctor Alfredo Quesada” tras más de 30 años sin ser locales en Morón. Social y deportivamente fue el avance más grande de este club en años ya que abrió la puerta a montones de personas que no podían entrenarse en Morón para luego jugar en Moreno. Mientras que hace 10 años no se podían hacer 3 equipos de plantel superior de rugby, hoy hay 120 jugadores, pudiendo conformar hasta 6 equipos con suplentes. Las chicas de hockey prácticamente no tenían lugar en Moreno, con una sola cancha y que estaba en malas condiciones. Contando infantiles, juveniles, y plantel superior hay más de 430 jugadoras de hockey y más de 700 jugadores de rugby, siendo que hace 10 años estos números eran de casi la mitad. Es evidente que Los Matreros no solo revolucionaron el barrio Seré, sino que también a todo Morón con su vuelta, y la zona también engrandeció al club.

Club Social y Deportivo Columbia: toda una vida junto a vos

Por Maite Galarza

Al llegar al Club Social y Deportivo Columbia se forma un pasillo larguísimo alrededor de mi auto. Los pibes se ponen a jugar a la pelota en medio de la calle, haciendo arquitos con las zapatillas. Los colectivos de la línea 100 y 299 pasan y pisan las zapatillas que forman el arco.

Estacioné sobre Roma 3730, Monte Chingolo, Lanús, donde se ubica el club, e ingresé al lugar. Me recibió la gente del buffet con una increíble atención. Al costado se ve la primera cancha, donde estaban entrenando algunas categorías, y en una de las mesitas del buffet se encuentra un grupo de señores jugando al truco, entre ellos Pedro y Leandro Schmidt, padre e hijo que llevan una vida dentro del Columbia. Con ascendencia italiana, Leandro Schmidt, tesorero suplente, llegó al club a jugar Fútbol por el año 1990, cuando tenía tan solo 4 años. Su “Nono” lo impulsó a realizar el deporte, ya que eran vecinos de la zona y concurren al lugar a diario, tras haber migrado desde Italia siendo muy jóvenes. 

El Club Social y Deportivo Columbia fue fundado el 2 de diciembre de 1927 por un grupo de vecinos italianos, en su momento eran colectividades extranjeras que llegaban con el objetivo de crear un club que tuviera fútbol. Con el correr de los años, hicieron la pileta, el gimnasio, entre otras obras. Leandro creció y evolucionó junto al club: “El progreso de Columbia siempre fue sinónimo de familia, por años albergó gente y educó chicos. De aquí salen buenas personas. ¡Columbia es un ejemplo!”, expresó el joven. 

Actualmente, Columbia cuenta con dos canchas de cemento, un buffet, un quincho con parrilla, un gimnasio, una pileta que, en verano, alberga una colonia para niños y una pileta climatizada que funciona durante todo el año. Además, se practican deportes como taekwondo, patín y handball. Dentro del Gimnasio hay una tienda que vende artículos para natación, ropa deportiva, entre otras cosas. También está el salón de fiestas que cuenta con una capacidad para 130 personas, que incluye baños, cabina de DJ, catering, luces, pantalla, etc. Este salón está alquilado durante todo el año, generando un ingreso extra para el club.

Por su parte, Pedro Schmidt también forma parte de la comisión directiva, siendo uno de los vocales por su antigüedad y vínculo con el lugar. Paga la cuota social como grupo familiar para 8 personas, que tiene un valor de $4.000 mensuales, ya que sus hijos y nietos forman parte y practican deportes dentro de las instalaciones. Está unido al Columbia desde los 18 años que iba a bailar, allá por los 70s. Así se financió el club en sus comienzos además de la cuota social. Ha pasado sus cumpleaños, los de sus familiares y muchos campeonatos de Fadi ganados por sus hijos en los años 1983 y 1986. Es prácticamente una vida que fomenta a más personas a formar parte: “A las futuras generaciones les pido que no dejen de venir, que sigan frecuentando, inclusive después de finalizar el Fadi a los 13 años. Me encantaría que colaboren con la comisión, el club y su gente”, expresó Pedro.

En sus comienzos, Columbia contaba solo con fútbol; lo siguiente fue la pileta, que tuvo como primer guardavidas en la historia del club a Angel Roberto Bassi, quien comenzó a concurrir por el año 1945, cuando tenía 11 años y practicaba fútbol en canchas que en ese momento eran de tierra, hasta que se convirtió en guardavidas e incluso recuerda haber salvado a un niño de ahogarse en la pileta.

Hoy, Ángel tiene casi 90 años y forma parte de la Comisión Directiva como vocal, el mayor desafío para ellos comienza cuando llegan las boletas de luz, gas, etc. 

En Columbia los domingos se realizan bingos y rifas para recaudar más fondos. Ángel concurre todos los días de 18:00 a 21:00 hs. Es como un hogar, y por esa razón siempre está predispuesto a lo que se necesite: “Para mi, en el Columbia esta mi segunda familia. Aquí encontré un hogar y amigos desde los 11 años. Sin dudas, una vida. En mi época jugábamos Pelota- Paleta; ahora ya no existe, pero ver a los niños en un club totalmente nuevo y renovado es muy gratificante”, expresó. 

El Club Social y Deportivo Columbia no solo es un lugar de práctica deportiva, sino un pilar fundamental de la comunidad, donde generaciones de familias han forjado lazos inquebrantables. A través de su historia, demostró ser un espacio de inclusión, crecimiento y pertenencia. Los testimonios de Leandro, Pedro y Ángel reflejan la profunda conexión emocional que tienen con el club, evidenciando cómo el deporte trasciende el mero ejercicio físico para convertirse en un vehículo de valores y enseñanzas. A medida que nuevos niños se suman a esta historia, el legado de Columbia perdura, enriqueciendo la vida de quienes lo eligen como su segunda familia. Así, el club es un testimonio de comunidad y tradición, preparado para abrazar a las futuras generaciones en su misión de fomentar el deporte y la camaradería.