Argentina derrotó 97-87 a Serbia, uno de los máximos candidatos al oro, y obtuvo un lugar entre los cuatro mejores del mundo con figuras individuales pero con el trabajo colectivo como la mayor virtud.
“Este equipo pasa todos los días la prueba de jugar con el peso de la Generación Dorada“, dijo Sergio Hernández, entrenador de la Selección argentina, luego de la victoria frente a Polonia dos días antes del partido con Serbia. Habían ganado 91-65 con un gran trabajo del conjunto en su totalidad.
En 2016, luego de la derrota frente a Estados Unidos en los Juegos Olímpicos de Río, se retiraron Andrés Nocioni y Emanuel Ginóbili del combinado nacional, dos de los campeones en Atenas 2004. En ese grupo ya estaba la base de El Alma, el nombre que adoptó el equipo que hoy se encuentra en China, pero esa caída frente a Estados Unidos marcó el fin de aquella generación.
Quedó Luis Scola, que con sus ya 39 años no se conforma con un lugar como mentor de los sucesores de los también subcampeones en Estados Unidos 2002, sino que todavía se mantiene como figura: 20 puntos marcó ante Serbiapor los cuartos de final del Mundial de China. Su veintena de tantos, acompañados por el doble doble de Facundo Campazzo (18 puntos y 12 asistencias) y un muy buen desempeño en la defensa, comandaron la victoria argentina sobre el último subcampeón mundial y plata en Río 2016.
A 49 segundos del final, Gabriel Deck le usurpó la pelota a Micic y la volcó en soledad. Sasha Djordjevic, entrenador del combinado balcánico, pidió minuto. Sin embargo, El Alma ya se sentía ganadora. Campazzo corrió hacia el capitán, aquel veterano campeón de Atenas 2004, el único que sigue jugando con la camiseta argentina. Se colgó de sus hombros mientras él levantaba los brazos con sus puños cerrados y apretaba los labios con fuerza. Se acercó a su oído y le dijo algo. O le dio un beso a un costado. El capitán devolvió el abrazo.
Cuando los equipos volvieron al parqué, los segundos se extinguieron rápido. En el banco albiceleste se agitaban toallas. Sonó la bocina y el equipo sudamericano entero se hundió en un abrazo. A Hernández, técnico del grupo que fue bronce en Beijing 2008, se le enrojecieron los ojos. Se le pusieron vidriosos.
Eventualmente, la delegación argentina se fue de la cancha rumbo a los vestuarios. Varios con lágrimas de emoción desbordando la frontera de sus párpados. El Oveja cubría su cara con una toalla mientras el capitán le guiaba el camino.
“Un año atrás, me agarró después de un partido o una práctica y me dijo: ‘Nosotros podemos jugar las semifinales’. Yo le pregunté si estaba seguro. Y él me repitió con seguridad que sí. Eso es Scola”, comentó Sergio Hernández en la conferencia de prensa tras el triunfo ante Serbia y la obtención de un lugar entre los cuatro mejores del mundo.
Con una brillante tarea en ofensiva, Argentina supo contrarrestar la altura de los serbios y se metió en las semifinales del Mundial de China 2019.
En el primer tiempo Argentina no lo logró. Nikola Jokic fue la figura con 14 puntos. En apenas 5 minutos, los internos argentinos ya estaban cargados de faltas, Marcos Delía y Luis Scola tenían dos y Tayavek Gallizzi tres. Sin embargo en la segunda etapa Argentina intensifcó la marca y el pivot serbio convirtió dos puntos. Los otros dos pivots, Miroslav Radujlica y Boban Marjanovic, no conviertiron puntos.
Frente a un equipo con tanta altura, la lucha aérea la dominó Serbia. El elenco balcánico tomó 42 rebotes de los cuales 18 fueron ofensivos. Sin embargo Argentina pudo suplir ese déficit con un altísimo porcentaje en lanzamientos. Desde la línea de tres arrojó un 44% y un 61% desde la línea de dos.
Otra de las claves era aprovechar cada error de los europeos. Y Argentina lo hizo. Los dirigidos por Hernández convirtieron 27 puntos tras perdidas del rival y 11 de ellos fueron de contragolpe, marca registrada de este equipo.
Mas allá de la enorme tarea de Facundo Campazzo (18 puntos; 12 rebotes) y de Luis Scola (20 puntos; 12 rebotes) fue fundamental el protagonismo en ofensiva de algunos jugadores. Uno de ellos Patricio Garino quien anotó 15 puntos con tres de cinco en triples. Otro fue Lucas Vildoza, el base que vino desde el banco, hizo 11 puntos y fue importante es pasajes del segundo cuarto.
Lo cierto es que Argentina se mete por cuarta vez en una semifinal de un mundial tras vencer a uno de los candidatos. Cada vez más confiado el equipo de Sergio Hernández se medirá ante el ganador de Estados Unidos y Francia el viernes en Pekín.
Después del traspié con España, Serbia -uno de los candidatos a ganar el Mundial de China- parecía tener dos opciones: resurgir e imponerse como lo había hecho en los primeros partidos de la competencia, o aumentar las inseguridades que había tenido en el juego anterior. Pero entre estas posibilidades no aparecía mencionada la Selección Argentina. Y el rival también juega. Con una asfixiante defensa y una precisión quirúrgica en ataque, El Alma anuló a los balcánicos, que tenían una gran ventaja en la altura, y los venció por 97 a 87. No fue la planificación el único factor determinante en la victoria, ya que sobre la marcha se fueron dando situaciones que escapan a cualquier plan de juego previo. Y es acá en donde aparecen los tapados, los que, de no haber sido por la carga de faltas de los titulares, probablemente no habrían ingresado en un partido tan caliente.
Con solo tres minutos de juego, Marcos Delía cometió su segunda falta y tuvo que ser reemplazado por Tayavek Gallizzi, que había tenido buenos minutos en el primer partido frente a Corea del Sur y que después había jugado poco y nada. Le tocaba marcar a Nikola Jokic, la figura de Denver Nuggets. Es por eso que el santafesino tuvo solo un par de minutos en la cancha, ya que luego de dos puntos en ataque y tres infracciones en defensa, se fue reemplazado por Gabriel Deck. A pesar de los foules, fue útil la intervención de Gallizzi, que justamente había ingresado a eso que, coloquialmente, se le dice “fajarse con el pivot”.
A falta de 30 segundos para el final del eterno primer cuarto, Luis Scola, el capitán, se fue sustituido por Agustín Cáffaro, que solo había disputado minutos “basura” –los finales de los partidos definidos- a lo largo del torneo. Máximo Fjellerup ya había entrado por Garino, por lo que Argentina comenzó el segundo cuarto con dos jugadores de la Liga Nacional, y de San Lorenzo, en cancha. En este segundo periodo ingresó en Serbia Boban Marjanovic, el centro que supera los 2,20 metros de altura. Cáffaro, con más de diez centímetros de desventaja, sacó al serbio de partido, consiguiendo faltas en los rebotes y hasta imponiéndose en el tablero ofensivo, una de las pocas facetas del juego que no dominan, por un tema físico, los dirigidos por Sergio Hernández.
A lo que siempre aportan Deck (hoy 13 puntos, 8 rebotes, 2 tapas y 2 robos) y Nicolás Laprovíttola (8 puntos, 3 asistencias y 2 robos), hoy se sumó la aparición de Luca Vildoza y su puntería. El jugador del Baskonia venía teniendo interesantes muestras en la defensa, pero no podía capitalizarlo en el ataque. Capacidad le sobra, lo único que necesitaba era confianza y poder arrancar preciso. En los 14 minutos que estuvo en cancha, convirtió 11 puntos y repartió 3 asistencias. Los puntos derivaron de una gran efectividad: tres de los cinco triples que intentó fueron adentro, y metió el único doble. Teniendo en cuenta esto, y sin sacarle mérito a los partidazos de Facundo Campazzo y Luis Scola, se puede decir que el “factor X” del partido de Argentina se llama Vildoza.
El 31 de agosto fue la última piña que terminó de noquearlo. Unos minutos después de las 15 horas del sábado, Hernán Darío Ortiz dejaba la conducción técnica de Gimnasia La Plata. Un solo punto de 15 jugados. Último en la tabla de posiciones y último en la otra, la de los promedios, la dolorosa, como le suelen llamar por la ciudad. El barco pareció haberse estrellado contra una pared de ladrillos y, para colmo, se le vino encima.
2 de septiembre. Cambió de mes. Lunes a la mañana. Todo sigue igual, o casi todo. Leandro Martini y Mariano Messera, que trabajaban en la Reserva, se calzaron los buzos de director técnico para el entrenamiento, solamente por unos días hasta que se arregle con el indicado. Mientras tanto empezó la lluvia de nombres, como siempre.
Exactamente una semana atrás, Infobae había publicado una entrevista a Julio César Falcioni sobre la superación del cáncer de laringe que lo obligó a dejar de dirigir. En la nota, Falcioni dejó en claro que estaba recuperado, que quería volver a ejercer su profesión y estaba a la expectativa de un llamado. La suerte, como casi siempre, volvió a serle esquiva para el Lobo, ya que Hernán Crespo abandonó el cargo de director técnico en el Taladro en la misma fecha que el indio Ortiz y los dirigentes rápidamente fueron a buscar al entrenador campeón de la Primera División en 2009 y 2011. Los hinchas Triperos estaban enojados por la lentitud, claro.
Mundo Tripero, medio partidario de Gimnasia, anunció también como posible aspirante al puesto a Eduardo Domínguez, quien rápidamente dijo que no porque quería que lo hubieran llamado cuando se fue Pedro Troglio. Habían otros dos candidatos más: Omar Asad, que se mostró dispuesto a escuchar la propuesta, y por último a Diego Maradona, que era el pedido de los dirigentes y se tomaba más como un sueño que una realidad. Fue un simple rumor, nada más, pero que rápidamente empezó a incrementarse desde la figura de Diego en las redes sociales de los usuarios de todo el país, porque se trataba de Maradona.
El martes por la mañana se cayeron todas las ilusiones de los hinchas de Gimnasia porque circulaba la negación desde los allegados del 10, argumentando que no se encontraba en buenas condiciones de salud tras la operación de su rodilla derecha. Sin embargo, llegó la primera inyección de esperanzas para los Triperos, nada más y nada menos que del mismísimo Diego Armando Maradona.
Decía su publicación en Instagram: “Hola a todos, quiero aclararles que yo no recibí, ni rechacé, ninguna propuesta de equipos argentinos, como andan diciendo. No tuve contacto oficial con ningún club. Estoy bien de salud y por supuesto que sería un honor para mí dirigir en mi país. Siempre me gustaron los desafíos. Les mando un abrazo a todos!”. Y los comentarios empezaron a colapsar de hinchas invitándolo al Bosque, como si fuese tan fácil…
La ilusión es lo último que se pierde, y vaya si no lo tiene claro la gente de Gimnasia, que dejó media ciudad desierta el 6 de diciembre cuando viajó hasta Mendoza con toda su gente para perder la final de Copa Argentina con Rosario Central, luego de haber eliminado a Boca y River en el certamen. ¡Cómo va a perder la ilusión, el hincha de Gimnasia! Si copó toda la popular del Estadio Mario Alberto Kempes con 12 mil personas un martes 28 de mayo de 2013 a las 15.30 solamente para ver el regreso a Primera División. Y ni hablar del corazón de esos hinchas, que tuvieron que esperar hasta los 27 minutos del segundo tiempo del partido de vuelta, allá por la Promoción del 2009 para comenzar la remontada histórica que terminaría dejando al Lobo en la A, luego de estar 0-3 en la serie contra Atlético Rafaela.
En fin, el martes a la tarde y luego del posteo de Diego, el presidente del club Gabriel Pellegrino afirmó que no había otra opción: irían a fondo por Maradona. Y así fue. La marca que viste a Gimnasia, Le Coq Sportif, hizo una publicación en las redes sobre las camisetas de la selección Argentina que utilizó en 1986. El momento más oportuno para la segunda inyección de esperanza era ese, y la tercera, llegaría al instante. Minutos después del tweet de la prensa de Le Coq, el periodista e hincha de Gimnasia Sebastián Tempone publicó en su cuenta un audio de Matías Morla, abogado de Diego, dónde decía que todo dependería de las ganas de los dirigentes del club y si era por ellos, asumirían el miércoles.
Y la esperanza del pueblo gimnasista empezaba a rellenar el corazón. La mente comenzaba a vaciarse de cálculos y resultados por los promedios y comenzaron a asomarse pensamientos sobre sponsors, entrenamientos televisados y refuerzos de jerarquía. El miércoles no se hizo oficial, pero la llegada de Diego Armando Maradona al banco de suplentes de Gimnasia empezó a ser un hecho. Tal que los hinchas planearon una vigilia en la Catedral de la ciudad ubicada en 14 entre 51 y 53, la cual no tuvo el éxito esperado. Pero la verdadera locura se desataría a diez cuadras, más precisamente en la sede.
“Vení, vení, cantá conmigo, que un amigo vas a encontrar. Que de la mano de Maradona, todos la vuelta vamos a dar”, entonaban entre autos, peatones e hinchas que se hicieron presentes en 4 y 53. Canción totalmente atípica para el triperío, acostumbrado a luchar por otras cosas pero que sonaba como si fuese una verdadera realidad.
El jueves a la mañana faltaba solamente la confirmación oficial por parte de los dirigentes, que ya habían afirmado -¿Acaso sin motivo alguno?- que no se venderán más entradas generales. Alrededor de las 9 de la mañana, 300 personas hicieron la cola para pagar la cuota de socio, había muchos que estaban con sus cuotas atrasadas, asociarse o conseguir el abono para la Platea H. La oficina abriría a las 12 recién. De yapa, también podrían adquirir la camiseta oficial titular o suplente a $3000 en el LoboShop. Si algún hincha de casualidad tenía la billetera un poco más cargada de dinero, podía estamparle el 10 con el nombre de Maradona.
Gabriel Pellegrino viajó por la noche hasta la casa de Diego en Bella Vista para firmar el contrato y se encontró con un recibimiento “Maradoniano”: dos banderas de Gimnasia colgadas en la pared, un parlante a todo volumen al ritmo de “La que toma Maradona, la que toma el Negro Olmedo, que se la den a Gimnasia si querés salir primero” –letra de la canción Tractor amarillo, del grupo Zapato Veloz- y a Diego mismo revoleando una camiseta azul y blanca. El 10 le dijo al presidente de ir a dar una vuelta por la ciudad en caravana, pero Pellegrino se negó, ya que prefirió hacer una presentación de manera oficial en el Estadio Juan Carmelo Zerillo el domingo a la tarde con toda la gente de Gimnasia, y otros tantos que no lo eran pero que igual irían a verlo.
El viernes y sábado continuó con el fervor sin cesar. Otras 800 personas pagaron por la camiseta del club con el 10 en la espalda y se registraron 3.200 socios nuevos, muchos de ellos hinchas de otros clubes. Si, solamente para verlo a él.
No había ningún precedente en los 132 años de historia del club, nunca había estado en diarios como La Gazzeta Dello Sport, de Italia, o El País, medio español. A las 12 del domingo abriría el estadio y a las 14 sería el entrenamiento y la presentación de Diego Maradona ante su gente. Pero alrededor de las 10.30 ya había cantos en las inmediaciones del Bosque y 150 metros de cola para entrar a las populares. Era imposible el ingreso si no eras socio.
A las 13.55 no cabía un alfiler en las tribunas, los jugadores salieron a la cancha y también lo hizo el 10. Desde la boca de un lobo inflable, Diego pisó el verde césped bien despacio y mirando a todas las tribunas, entre lágrimas se emocionó cual niño en su cumpleaños.
Y su gente lo abrazó bien fuerte. Fue uno de esos abrazos que no te dan ganas de que termina nunca jamás. Un abrazo más que necesario además, para niños, jóvenes y adultos que no viven más que angustias y tristezas semana tras semana cuando juega su equipo en el Bosque. El equipo no respondía. No funcionaba. No lograba objetivos. Y la gente se hundía, claro. Pero él los abrazó más fuerte. Diego llegó al templo y rellenó los corazones de alegría nuevamente, los hizo rebalsar de esperanza para salir de un pozo que parecía ser oscuro y eterno. Maradona llegó a la Ciudad de La Plata y bien rápido se puso la máscara de Lobo.
El 10 volvió para pelear, pero no la Copa del Mundo, ni el campeonato. Pelusa excavó lo más profundo de la tabla, pero no cualquiera. La tabla que te mata, que te condena a resignar prestigio, a perder económicamente. Él llegó para salvar todo eso. Diego vino a unificar a la oposición de cara a las elecciones de diciembre. Maradona vino a salvar el mundo. El mundo Tripero.
Hace ya treinta segundos que Diego Schwartzman espera concentrado a que Rafael Nadal termine su clásico ritual de toqueteos faciales y del pantalón antes de sacar. Está a casi un metro del cartel de fondo, justo delante de la inscripción del banco estadounidense JP Morgan. Ya perdió el primer set y todo parece estar encaminado a que ocurra lo mismo en el segundo. La desventaja es notable, cinco a uno abajo. En Estados Unidos la noche es calurosa, y la humedad que se apodera del aire se refleja en los bíceps brillosos y la cara empapada en sudor del español que enfoca la cámara de ESPN cuando por fin está por servir. Los ojos de los veinticuatro mil espectadores que ocupan las tribunas del Arthur Ashe Stadium siguen atentos el recorrido de la pelota desde que se desprende de la mano derecha de Nadal hasta que la impacta.
A partir de este momento, está prohibido hablar. El indicador de velocidad de IBM marca ciento nueve millas por hora. Schwartzman hace un par de pasos de ajuste, los típicos antes de cualquier devolución, y en una fracción de segundos ya tiene la pelota sobre su revés. Con un movimiento incómodo pero eficiente logra devolverla y antes de que los espectadores lleguen a darse cuenta ya tienen que girar sus cabezas nuevamente para el otro lado. La pelota cae en el centro de la cancha. Nadal se acomoda con la zurda y después pasa todo muy rápido.
Primero viene la contrapierna. Schwartzman llega exigido y logra tirar el manotazo, pero el español ya está pegado a la red y, con toda la cancha libre, solo necesita cambiarle la dirección a la volea y el punto estará terminado. Pero no, porque “El Peque” sale corriendo directamente hacia donde va la pelota y sobrepasa la línea de dobles que delimita la cancha y con un nuevo manotazo, esta vez de derecha, logra pasarla al otro lado. La reacción del público comienza a escucharse. No pueden creer a lo que ha llegado. Los primeros oh! de a poco van apareciendo, aunque pronto se transformaran en aplausos, porque Nadal está a un paso de la red y Schwartzman desparramado fuera de la cancha, y entonces, ahora sí, sólo tiene que empujarla. Pero en vez de eso sucede un imprevisto, algo que nadie hubiera imaginado, y es que, el multicampeón de Grand Slam, le pega con el marco y la volea sale un globito justo al medio. En la tribunas no queda nadie que no esté gritando oh!. Se ha roto el pacto de silencio. La emoción es más fuerte que el respeto hacia los jugadores, y Schwartzman, que hasta recién se creía vencido, intuye que puede llegar. Nadal se queda estático un segundo y, cuando ve que su rival está por alcanzar su volea defectuosa, vuelve a tomar el centro de la cancha para terminar de una vez por todas con este punto. Pero el argentino llega una vez más y Nadal la vuelve a volear -esta vez un poco más incómodo- hacia el otro lado y Schwartzman se estira todo lo que puede y lo pasa por la paralela, ganando un punto imposible.
Festeja abriendo los brazos como si fuera un Cristo redentor, o como Rose en la famosa escena de Titanic, y muchos en la tribuna le imitan el gesto. El comentarista de la televisión estadounidense grita: “Oh, my godness!”, mientras el actor de comedias Ben Stiller se levanta de su asiento en el palco para aplaudir frenético. Schwartzman sabe que será muy difícil ganar el partido, pero también sabe que el mejor punto acaba de llevárselo él, y aprovecha que todo el estadio está de pie aplaudiéndolo para hacerle honor a su máximo ídolo, Juan Román Riquelme. Después de dos segundos de puro grito y euforia se lleva la mano y la raqueta detrás de las orejas e improvisa un topo gigio como el que Román le dedicó a Mauricio Macri allá por el 2001. Entonces cierra los ojos y por un momento está en la Bombonera, su templo, su lugar en el mundo, el estadio en el que realmente quisiera estar, y enfrente ya no está Nadal sino que tiene a los jugadores de River lamentándose por el gol que acaban de hacerles, y en la tribuna no gritan “Oh my god” sino que La Doce está coreando su apodo: Peque, Peque. Y entonces, solo entonces, Diego Schwartzman se siente realizado.
La dicotomía entre fútbol o tenis
La pasión de Schwartzman es el fútbol. Aunque ama el tenis y disfruta mucho de jugar, primero se reconoce como futbolero y después como tenista. Hincha fanático de Boca Juniors, en una entrevista para un programa de radio uno de los panelistas le preguntó una vez si cambiaría ganarle a Federer, a Djokovic y a Nadal por que Boca sea campeón de América. “¿Por esos tres?”, respondió. “¿Solo ganarles? Bueno sí, sin dudas”. En esa simple respuesta quedan sintetizadas sus prioridades. Primero Boca, despues el resto. Cuando era más chico cuenta que, al igual que muchos, debió decidir entre el fútbol o el tenis. Al principio le fue difícil, porque disfrutaba jugar a las dos cosas, pero terminó eligiendo el tenis porque “le pegaba mejor a la pelotita de tenis que a la de fútbol” dice medio en broma medio en serio.
En una nota para el canal televisivo de La Nación el periodista le pregunta si cada tanto juega al fútbol. Schwartzman responde: “y…no se puede, ya no se puede” con la misma tristeza con la que lo haría un gordo al que le prohibieron los chocolates, y comenta, como queriendo recordar aquellos tiempos en los que podía, que su posición en la cancha era el mediocampo, y que su estilo de juego era similar al del tenis: “a correr y de vez en cuando tirar algún toque de calidad”.
Durante las semifinales de Copa Davis entre Argentina y Bélgica que se jugó en Bruselas en septiembre de 2015, Schwartzman debió reemplazar a Leonardo Mayer porque venía cansado y con mucha carga de partidos. Su rival fue David Goffin, quien lo sacó fácil en tres sets. Pocos se acuerdan de aquel partido; en el momento se dijo que Schwartzman podía haber dado más. Lo que nadie ha olvidado -en especial los hinchas de River- es el gesto que después le hizo a las cámaras en relación al superclásico de ese fin de semana que había ganado Boca por uno a cero con gol de Nicolás Lodeiro. La ráfaga de insultos de parte de la gente de River no tardó en llegar. A partir de ese momento, Schwartzman decidió ser más reservado con su fanatismo y, sobre aquel hecho, reflexiona: “La violencia es algo que hay que mejorar y muchísimo en el fútbol, está muy mal. Yo me arrepentí por lo que pudo haber llegado a generar, porque en realidad lo que hice es un simple juego de manos, o parte del ´folklore´ del que hablamos tanto, el tema es cuando pasa a mayores”.
En febrero de 2018, cuando fue a jugar un partido por el Argentina Open que se disputó en el Buenos Aires Lawn Tenis, apareció con el ojo izquierdo morado. ¿La razón? El domingo anterior, antes del partido entre Boca contra Temperley, su amigo el tenista austríaco Dominic Thiem le había pegado un rodillazo mientras jugaban un partido de fútbol tenis en la Bombonera contra la pareja número uno del mundo en dobles, los colombianos Juan Sebastián Cabal y Robert Farah. “Le di la pelota a Thiem, él me la devolvió y como es un toque cada uno le quise pegar con la cabeza. Se ve que él intentó volver a pegarle y ahí me da el rodillazo. Fui al departamento médico, me hicieron una tomografia y me dijeron que no tenía nada“, contó después del golpe.
Década del 90’: Primeros pasos
Las medidas económicas efectuadas por el entonces presidente Carlos Saúl Menem repercutieron de inmediato en el bolsillo de la clase media Argentina y varias PyMEs y familias pronto se encontraron fundidos y en quiebra. Entre ellos estaban los Schwartzman. Silvana y Ricardo tenían una empresa de indumentaria, fabricaban ropa y bijouterie. En ese momento siguieron apostando a lo que iba en contra de lo que el gobierno decía, y por eso les terminó yendo mal. Con cuatro hijos de por medio (Diego estaba recién nacido) y sin un peso, Silvana y Ricardo debieron reinventarse para salir adelante. Y de a poco fueron saliendo.
Diego empezó a jugar al tenis a los siete años. Su primer club fue el Náutico Hacoaj, ubicado en la ciudad de Tigre. En poco tiempo descubrió que era bastante bueno y comenzó a jugar los torneos nacionales que organiza la Asociación Argentina de Tenis (AAT). Con los torneos vinieron también los viajes, y con cuatro hijos que mantener, a la familia le resultaba realmente difícil pagarlos. Como el tenis es un deporte de élite, o de gente con plata, Silvana debió rebuscarselas. “Mi mamá me acompañaba a los torneos y para ganar un poco más de plata, para poder viajar un poco más cómodos en el micro, vendía pulseras” contó Diego en una entrevista para el canal de La Nación.
Habla Mariela García, psicóloga deportiva
A Schwartzman lo conozco de la época que jugaba los futures, cuando tenía 16, 17 años. Lo vi jugar muchas veces. Siempre lo recuerdo constante y regular (ganaba los partidos que tenía que ganar y se iba superando en los más difíciles). Nunca se estancó por su crecimiento y a pesar de no sobresalir en cuanto a resultados en comparación con otros de su categoría, que ya ganaban torneos, siempre destacaba por su mentalidad, actitud y entrega. Me encantaba verlo jugar por lo que transmitía. Generaba mucha empatía con la gente. Sigo disfrutándolo hasta el día de hoy. Haber tenido sponsor de tan chico (16 años, el mismo que el tenista uruguayo Pablo Cuevas) creo que lo favoreció porque lo ayudó a estar ordenado y a financiar una carrera muy costosa donde es fundamental la inversión para poder llegar. Desde lo personal siempre se mostró humilde y sencillo para el trato, muy respetuoso con todos; rivales, árbitro público y padres.
En la cancha siempre se mostró muy decidido, compitió siempre muy bien. Ya de chico leía bien el juego y estaba siempre enfocado. Su imagen era de lucha constante. El apoyo de la familia siempre estuvo. Los padres, Ricky, Silvana y los hermanos lo acompañaron en todo momento y lo ayudaron con lo que pudieron sin generarle una presión extra, esa que a veces vemos como negativa en otros padres. Creo que siempre estuvo bien orientado, la influencia de sus entrenadores y equipo ha sido clave. Desde lo mental, creo que lo más valioso que ha tenido siempre es su confianza en sí mismo. Siempre creyó en él, aún cuando los rumores del circuito afirmaban que no podía llegar por su estatura… Él nunca lo creyó.
¿Cómo lo hace?
Las estadísticas dicen que la altura promedio en el circuito masculino es de 1,90 cm. El perfil de jugador de Schwartzman que aparece en la página de la ATP dice que mide 1,70 cm, aunque quien lo haya visto en persona puede discutirlo tranquilamente.
Estos tenistas altos tienen una gran ventaja: a mayor altura, el alcance es más largo; la red más baja y la distancia que recorre el brazo al momento del impacto es mayor, lo que aumenta la capacidad de pegarle más fuerte a la pelota.
Las piernas largas les dan la posibilidad de llegar a mayores distancias con menos pasos de ajuste, y de esta manera es más fácil impactar con el centro de la raqueta y ser más preciso con la dirección del tiro. Tener los brazos largos también es una ventaja para los golpes de derecha y revés, por el mismo motivo que con el saque.
Schwartzman es todo lo opuesto. Es una obviedad decir que la estatura no lo ayuda. Petiso y de brazos cortos, para competir contra estos gigantes tuvo que desarrollar otro tipo de virtudes. A pesar de tener palancas de brazos cortos, su mayor logro es el timing. Schwartzman le pega a la pelota cuando está subiendo, porque de otra manera, si la dejara subir, sería incapaz de pegarle con la fuerza con la que lo hace.
Otro aspecto en su juego que tuvo que desarrollar es su capacidad para pegarle a la pelota a la carrera, con potencia y precisión. Cuando un jugador de metro noventa necesita hacer dos pasos para los costados, él tiene que hacer tres o cuatro y mucho más rápido.
Su mayor desventaja es el primer saque. Con un promedio de velocidad entre 160 y 170 km/h, es el segundo saque de cualquier tenista. A pesar de que le quiebran más de lo aconsejado, compensa ese déficit con su devolución (debe estar entre las cinco mejores del circuito). Para sobrevivir y triunfar en el mundo de los gigantes, Diego Schwartzman debió desarrollar rapidez de reflejos, piernas fuertes y un temperamento aguerrido. Con la confianza y la inteligencia que fue adquiriendo a medida que jugaba los torneos, a esta altura se puede decir que se convirtió en un tenista imposible.
Este sábado 7 de septiembre se cumplieron 40 años del primer campeonato mundial obtenido por la Selección juvenil en Tokio, en el cual derrotaron 3-1 a la Unión Soviética con goles de Hugo Alves, Ramón Díaz y Diego Maradona. El arquero titular de ese plantel era Sergio García, quien le contó a El Equipo algunos detalles sobre su experiencia en la Copa del Mundo.
¿Qué recuerdos tenés de ese encuentro?
De aquel día te puedo decir que fue un partido muy parejo hasta que Rusia hizo el gol, creo que fue lo peor que pudieron hacer, porque después no tocaron más la pelota. Fue todo de la Argentina, hasta el final. Y al final, la alegría de dar la vuelta olímpica y recibir la Copa fue un sentimiento intransferible.
¿Se sintió aún más especial la victoria sabiendo que la Selección mayor venía de ser campeona mundial en el ’78?
Nosotros estábamos muy concentrados y mentalizados en realizar un buen torneo, sabíamos que podíamos estar entre los mejores pero nunca nos sentimos como los mejores. Eso sí, estábamos orgullosos de vestir la camiseta Argentina que había sido campeona un año antes.
¿Cómo describirías el rol que tuvo César Luis Menotti?
Primero, se jugó su prestigio de dirigir un seleccionado juvenil después de ser campeón del mundo. Aplicó la idea de juego para potenciar el talento que tenía el equipo y eso fue muy importante.
En ese plantel había jugadores como Ramón Díaz y Maradona, ¿Cómo era compartir equipo con ellos?
Desde lo humano y desde lo deportivo fue espectacular. Te daban un plus extra que después lo demostraron en su carrera deportiva.
Desde tu experiencia en el seleccionado juvenil, ¿Cómo ves a la Selección actual?
Está en un proceso de formación y de preparación, por ende, le falta rodaje. Hay jugadores, pero debería haber una idea integradora, la que seguramente el entrenador no posee. No me gusta comparar porque son distintos contextos, pero hay una Selección juvenil con mucho rodaje que logró lo que se propuso y recién está comenzando su camino.
Desde que se conoció el cuadro hasta que se jugó la última pelota pasaron dos semanas de tenis llenas de sorpresas, curiosidades e historia que hicieron que el US Open no fuera un Grand Slam más.
Williams-Sharapova en primera ronda
Apenas se conoció el cuadro femenino, el cruce entre Serena Williams y María Sharapova llamó la atención del mundo. Ambas ex número uno y campeonas de Grand Slam se enfrentaban en el primer día de competencia. Sin embargo, este duelo se pudo dar en la primera ronda por la distancia que actualmente tienen en el ranking. Williams es la 8° del mundo, mientras que Sharapova 87°. Y esa diferencia se notó también en el juego: la estadounidense superó en potencia y precisión a la rusa, que no tuvo chances en ningún momento de meterse en partido. Con cinco aces y cinco quiebres de seis oportunidades, Serena ganó por 6-1 y 6-1 en menos de una hora y dejó el historial entre ambas 20-3 a su favor.
Derrotas tempranas y sorpresivas
La primera ronda del último torneo Grand Slam del año comenzó y las sorpresas, tanto en el cuadro masculino como en el femenino, no tardaron en llegar.
La primera fue la eliminación de la de ex número 1 del mundo Angelique Kerber (actual 14°), campeona en 2016, frente a la francesa Kristina Mladenovic por 7-5, 0-6 y 6-4 en 2 horas y 23 minutos de partido.
La siguiente fue protagonizada por el griego Stefanos Tsitsipas, octavo preclasificado del certamen, al caer 6-4, 6-7(5), 7-6(7) y 7-5 contra la joven promesa del tenis ruso Andrei Rublev.
Apenas unas horas más tarde, se produjo una de las caídas más resonantes de todo el torneo: Dominic Thiem, cuarto preclasificado, campeón vigente del Masters 1000 de Indian Wells (en donde venció en la final a Roger Federer) y también finalista en Roland Garros, perdió 6-4, 3-6, 6-3 y 6-2 contra el 87° del mundo, el italiano Thomas Fabbianode 30 años.
Por la noche, fue el cuadro femenino el protagonista con la derrota de la local Sloane Stephens en dos sets frente a la rusa Anna Kalinskaya, privándole así a la estadounidense la posibilidad de repetir el título conseguido dos años atrás.
En la segunda ronda se dio, tal vez, la última gran eliminación sorpresiva del US Open, y fue la de la rumana Simona Halep, cuarta del ranking mundial, que llegaba a Estados Unidos como última campeona de un Grand Slam, porque venía de consagrarse en Wimbledon tras vencer a Serena Williams en la final. Halep perdió 2-6, 6-3 y 7-6(4) contra la estadounidense Taylor Townsend, actual 116° del ranking de la WTA, que desbordó a la rumana con sus 106 subidas a la red a lo largo del partido.
Djokovic y Osaka eliminados en octavos
Novak Djokovic y Naomi Osaka llegaban al US Open como los máximos favoritos para quedarse con el torneo. Ambos eran los líderes de sus rankings y además defendían el título (en 2018 el serbio venció a Juan Martín Del Potro en la final y la japonesa a Serena Williams) pero tuvieron una temprana derrota en octavos de final.
La particularidad es que los dos fueron derrotados por tenistas suizos. Djokovic se retiró por dolores en su hombro izquierdo cuando perdía 6-4, 7-5 y 2-1 contra Stanislas Wawrinka, mientras que Osaka fue derrotada por Belinda Bencic por 7-5 y 6-4. Además, para la japonesa esta eliminación implicó caer tres posiciones en el ranking mundial.
Federer, su propio rival
Con sólo dos partidos jugados desde Wimbledon, Roger Federer llegó al Abierto de los Estados Unidos con un estado, ya sea el físico o su nivel deportivo, que era una verdadera incógnita. Su primer rival fue Sumit Nagal, 190° del mundo. En los papeles, un encuentro de primera ronda sencillo. Pero no resultó así.
Federer, en un nivel regular, se vio sorprendido por la solidez del indio de 22 años y perdió el primer set por 6-4. A partir del segundo, el suizo empezó a encarrilar el partido y finalmente consiguió la clasificación a segunda ronda tras vencer a Nagal en 2 horas y 30 minutos. Allí se enfrentó a Damir Dzumhur, en un encuentro fue muy similar al de primera ronda: Federer comenzó frío y errático, pero con el pasar del tiempo recuperó su nivel. Otra vez remontó un set y consiguió pasar a la tercera ronda en donde se enfrentaría al británico Daniel Evans.
Contra el británico, Roger volvió a ser el de siempre. En especial con su saque con el que consiguió 10 aces y el 77% de los puntos ganados en sus juegos de servicio. Sin sobresaltos y en poco tiempo, detalle importante para un jugador de 38 años, venció a Evans 6-2, 6-2 y 6-1 en menos de una hora y media de partido.
En octavos de final su rival fue el belga David Goffin, 15° del ranking, al que su regularidad en los golpes lo vuelven un jugador peligroso para cualquier tenista del circuito ATP. Pero el suizo no le dio oportunidad de entrar en partido en ningún momento: ganó nueve de los once juegos disputados con el saque de Goffin, que solo pudo quedarse con cuatro games en todo el partido. Federer lo venció por 6-2, 6-2 y 6-0 y dejaba a la luz, a través de su juego, que pocos rivales le podían hacer frente mientras estuviese en su nivel.
Pero el camino del suizo en el US Open se iba a terminar en cuartos de final, nada menos que contra el jugador que más se le parece de todo el circuito: Grigor Dimitrov. Tanto es así que al búlgaro, por la forma en la que le pega a la pelota y hasta por su forma de correr, cuando daba sus primeros pasos en el tenis se lo apodaba Baby Fed.
Fue un partido parejo, con puntos altos y bajos de nivel de los dos lados. Pero Federer no tuvo la misma precisión que contra Evans o Goffin y cometió 61 errores no forzados. Además, comenzó a sentir dolores en su espalda y en el cuello a partir del cuarto set, momento que coincidió con el máximo nivel del búlgaro en el partido. En 3 horas y 12 minutos, Dimitrov derrotó a Federer por 3-6, 6-4, 3-6, 6-4 y 6-2.
El máximo rival de Roger a lo largo del torneo terminó siendo él mismo y al final quedó eliminado por un jugador que parece haber sido creado a su imagen y semejanza.
Andreescu venció a Serena y se quedó con su primer Grand Slam
Ya había dejado en el camino a Katie Volynets, Kirsten Flipkens, Caroline Wozniacki, Taylor Townsend, Elise Mertens y Belinda Bencic. Sólo le quedaba enfrentar en la final a Serena Williams, ganadora de 23 Grand Slams y con la gran posibilidad de alcanzar el récord de de Margaret Court como máxima campeona de torneos majors en su país natal.
Andreescu ya había ganado dos títulos este año: Indian Wells y la Rogers Cup, en el cual venció en la final justamente a Serena, pero en aquella ocasión la estadounidense se retiró recién en el quinto game.
En Flushing Meadows, Andreescu se hizo fuerte con la fortaleza mental que demostró durante todo el torneo, sin dejarse abrumar por el contexto del partido, a pesar de sus cortos 19 años: jugaba en Estados Unidos, su primera final de un Grand Slam y contra Serena Williams.
El primer set lo dominó con relativa facilidad y lo ganó 6-3. Y la tendencia continuó en el segundo parcial, donde la canadiense llegó a estar cuatro games arriba, a uno solo de la obtención del título. En ese momento Serena, tal vez viendo todo perdido, se soltó y emparejó las cosas. Pero Andreescu reaccionó a tiempo, quebró el saque de Williams cuando ésta sacaba 5-6 y se quedó con el US Open. Williams, por su parte, desde que quedó a tiro del récord de Margaret Court, perdió las cuatro finales que disputó (Wimbledon 2018 contra Kerber, US Open 2018 contra Osaka, Wimbledon 2019 contra Halep, las anteriores).
Nadal ganó su 19° Grand Slam y sólo uno lo separa de alcanzar a Federer
Sin Djokovic ni Federer entre los semifinalistas, Rafael Nadal pasó a ser el máximo favorito para consagrarse en el US Open. Y más aún teniendo en cuenta que se enfrentaba a Matteo Berretini y que la otra semifinal era entre Dimitrov y Daniil Medvedev. De ellos tres, dejando de lado a Dimitrov que llegó a Semifinales de Australia Open y ganó el ATP Finals, ninguno había tenido mucha experiencia en Grand Slams.
Además Nadal había hecho un camino brillante hacia la final: solamente había perdido un set en sus seis partidos. En el cuadro tuvo que vencer a John Millman,a Thanasi Kokkinakis (quien no se presentó por lesión), a Hyeon Chung, Marin Cilic, en cuartos al argentino Diego Schwartzman y en las semifinales Berrettini.
Finalmente en el último partido del torneo Nadal se enfrentó a Medvedev, el jugador con más partidos ganados en la temporada, actual campeón de Cincinnati y finalista de la Coupe Rogers en Canadá.
El primer set de la final fue parejo y, tal vez, deslucido desde el juego. Pero Nadal quebró en el momento clave y se lo adueñó 7-5. En el segundo, el español sí pudo imponer sus condiciones y, aunque el partido todavía no alcanzaba todo el nivel que podía ofrecer, lo dominó con mayor claridad y lo ganó por 6-3.
A partir del tercero cambió todo. Medvedev empezó a encontrar la solidez y la regularidad que lo caracterizan en sus golpes y eso alargaba cada vez más los puntos que, al mismo tiempo, aumentaban en espectacularidad. En este caso fue el ruso quien quebró el saque de su rival en un momento fundamental y se quedó con el set 7-5. Esa tendencia continuó durante el cuarto set que también fue para Medvedev y así lograba igualar el encuentro.
En el inicio del último parcial, Nadal rescató dos chances de quiebre y rápidamente tomó una ventaja de tres games en el marcador, que luego el ruso acortó a 5-4, y nuevamente tuvo una oportunidad de quebrarle el saque al número dos del ranking. Pero no pudo y el título fue para el español tras 4 horas y 51 minutos (7-5, 6-3, 5-7, 4-6 y 6-4), quien alcanzó su cuarto en Estados Unidos y el 19° de su carrera, a sólo uno del récord masculino que posee Roger Federer con 20 conquistas.
El conjunto norteamericano dirigido por el exitoso entrenador Gregg Popovich, venció 89 a 73 al equipo brasileño y logró el primer puesto del grupo K, además del boleto para los Juegos Olímpicos del año que viene y la clasificación a cuartos de final. Debido a este resultadoArgentina también consiguió la clasificación a Tokio 2020 por ser uno de los dos mejores equipos americanos del torneo.
Estados Unidos se impuso 21 a 18 en los 10 minutos iniciales, con 6 puntos del gigante Myles Turner y 4 del escolta Marcus Smart. Por el lado de Brasil, el experimentado Marcelinho Huertas finalizó un gran primer parcial con 7 tantos. En el segundo cuarto Turner continuó siendo importante e impuso su capacidad anotadora con 7 unidades además de repartir 3 asistencias. En el conjunto dirigido por Aleksandar Petrovic, hermano del histórico Drazen, apareció la respuesta desde el banco gracias al escolta Vítor Benite que tuvo un excelente parcial, en el cual anotó tres triples y finalizó con 15 puntos para que el primer tiempo termine 43 a 39 a favor de los norteamericanos.
Comenzando la segunda parte del encuentro, Estados Unidos sacó una buena diferencia en este pasaje con un goleo muy repartido y con Turner que ya sumaba 16puntos. En Brasil comenzó la preocupación, que fue notoria al momento de intentar remontar. La esperanza de clasificar a cuartos de final se diluía ante la adversidad en el marcador y la superioridad del rival para manejar los tiempos.
En el último cuarto del partido, Estados Unidos sacó provecho de la ventaja, el reloj y la necesidad del rival. Myles Turnerculminó con 18 unidades y Jaylen Brown creció en la ofensiva con 8 puntos de los 22 del segmento. 9 de los 10 estadounidenses que jugaron anotaron y repartieron 21 asistencias. En Brasil, Benite finalizó con 21 puntos y Anderson Varejao sumó 14 al igual que Leandrinho Barbosa. El campeón defensor del torneo jugará ante Francia en cuartos de final el miércoles a las 8:00 (hora de Argentina).
El equipo oceánico derrotó por 100 a 98 a Francia con 30 puntos del base de San Antonio Spurs, 23 de Joe Ingles y 21 de Aron Baynes, además de un gran aporte en la distribución del balón por parte de Matthew Dellavedova con 9 asistencias.
En un parejo primer cuarto, el conjunto francés terminó arriba en el marcador 24 a 23 con 7 puntos del joven de 21 años Frank Ntilikina y con un notable ingreso desde la banca de Nando De Colo con 5 puntos. Por la parte de Australia Mills se adueñó, como es costumbre, de la ofensiva acompañado del gigante Baynes con 7 y 6 unidades respectivamente.
El segundo parcial prosiguió con un desarrollo igualado y con mucho goleo de ambos equipos. Nuevamente, Mills se mostró con mucha confianza para liderar el ataque australiano anotando 6 puntos, acompañado de Andrew Bogut que sumó 5 unidades. En Francia, Nicolas Batum y Evan Fournier concentraron gran parte del goleo con 14 de los 22 puntos en el período, con 7 cada uno.
El reinicio del partido se tornó muy interesante, las estrellas de ambos equipos tomarían relevancia en el desarrollo del juego. El equipo de Vincent Collet sacó una pequeña ventaja de 4 puntos con un Fournier intratable que sumo 14 unidades mostrando todo su arsenal en ataque, escoltado por De Colo que agregó 7 puntos más. En Australia, Mills llegó a 26 unidades de las cuales 13 fueron en este periodo de juego, manteniendo a su equipo a 4 puntos de alcanzar al rival.
En el último cuarto de este vibrante encuentro, Australia piso el acelerador y tuvo un gran cierre de partido, en el cual no contó con Bogut que abandonó el campo de juego por llegar al límite de las 5 faltas personales. Mills terminó con 30 puntos, e interceptó un balón clave en un saque de banda francés a falta de 4 segundos para el cierre del partido dándole la victoria al equipo de Andrej Lemanis por 100 a 98, a pesar de los 31 puntos de Fournier y los 26 de De Colo en el bando francés.
Los dirigidos por Sergio Scariolo vencieron al conjunto balcánico 81 a 69 por la segunda fecha del grupo J gracias a una gran actuación de la defensa española. Los máximos anotadores del vencedor fueron Ricky Rubio con 19 puntos y Víctor Claver con 14 unidades.
Serbia comenzó con una victoria en el primer cuarto por 20 a 13, con 9 unidades de Bogdan Bogdanovic, quien finalizó con 26 en el partido, y logró reducir a una España que solo pudo marcar 13 puntos. En el segundo parcial comenzaría la remontada española, mostrándose defensivamente fuertes ycomandados por los 8 puntos de Rubio. En el segundo tiempo, seguirían los problemas de Serbia con la distribución y armado del juego, a esto se le sumó la expulsión de Nikola Jokic y la diferencia de 8 que tenía España se fue incrementando.
Para el último cuarto del partido, Claver anotó 5 puntos y realizaría una defensa excelente, robando balones y protegiendo el aro, los serbios intentaron volver a pasar al frente en el marcador liderados por Bogdanovic pero no fue suficiente. Por los cuartos de final, la Selección Española deberá enfrentarse a una Polonia que viene de ser derrotada por 26 puntos por Argentina, que será el rival de Serbia.