martes, diciembre 24, 2024
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Gastón Alto: “Para nosotros, el premio de Santi Lorenzo fue haber clasificado a París”

Por Juan Tobías Graib.

La noche veraniega de Porto recién empezaba a vivir. Periódicamente, Gastón Alto se hizo familiar de esas veladas de clima mediterráneo: fueron años de viajar desde su árida Mendoza hacia Europa para competir en las ligas profesionales de tenis de mesa, los que lo acostumbraron a rondar las calles portuguesas. Mientras coleccionaba medallas sudamericanas y panamericanas en la Selección Argentina, ponía su acento cuyano y lento en el circuito europeo del deporte que practica desde que tenía nueve años.

Para 2024, lo asiduo pasó a ser permanente: se mudó al Viejo Continente y cambió los pantalones cortos por el conjunto del COA (Comité Olímpico Argentino). Con 39 años, el mendocino dio por terminada su etapa como jugador de la Selección -en el WTT Contender, festejado en su provincia- y agarró el puesto de entrenador que dejó Gustavo Levisman, meses antes de los JJ. OO. de París. 

Dos meses después de la cita máxima, Alto levantó el teléfono. Eran las diez de la noche en Portugal, y se hizo un rato antes de tener una videollamada con la Federación Argentina de Tenis de Mesa (FATM).

Con los demás argentinos, jugamos ligas profesionales y algunas semiprofesionales”, contó Alto, saturando el micrófono entre suspiros. “Hace ocho años que hago esto y entreno. Está el equipo argentino en Europa, entonces entrenamos acá. Todos los chicos de la Selección, Preselección y algunos menores están por acá. La mayoría está en Portugal, entonces estoy a cargo de todo este grupo. Y además juego ligas, que es lo que me da de vivir”. 

-Hay una movida muy grande. No sé si es un éxodo, pero hay mucho argentino compitiendo en Europa.

-Sí, hay entre 15 y 20 argentinos dando vueltas por Europa. Están (Horacio) Cifuentes y (Santiago) Lorenzo acá en Porto, y yo estoy con ellos ahora. Martín Bentancor, que es otro chico de la Selección, está en Mirandela, a dos horas de acá; (Francisco) Sanchi anda por Italia. Ellos son los que van a jugar el Panamericano el mes que viene, son los cuatro jugadores argentinos que van a jugarlo. Después, hay una selección sub-15 que está en Mirandela, y otros argentinos más también están dando vueltas por ahí.

-Hace poco, Benjamín Archúa y Agustín Asmu ganaron la medalla de plata en el Panamericano Sub-15. ¿Qué expectativas tenés con los chicos? 

-Los menores están haciendo su camino, pero hay una diferencia; prácticamente juegan un deporte diferente. Entre menores de 15 y mayores de 18 cambian mucho. Vienen bien los chicos, pelean podios en el continente. Lo han demostrado hace poco. En esa categoría, hoy en día estamos un escalón abajo de Brasil, Puerto Rico… Pero bueno, están trabajando. Todo el seleccionado Sub-15 está acá, en Europa, haciendo nuevas experiencias y preparándose con lo que pueden para poder buscar su techo. 

-Según la FATM, se van a Europa a limarse.

-Sí, están mucho más cerca. Hay un circuito en el tenis de mesa que es muy parecido al de tenis. La mayoría de las competencias están por acá. Si bien todas las competencias son caras, y tampoco hay tanto presupuesto para que participen, por lo menos entrenan y juegan algunos torneos. Algunos ya están en ligas y tienen la posibilidad de competir. No ganan dinero con esa edad, pero invierten un poquito y pueden competir. Estando en Argentina o en Sudamérica, como no hay ligas y la distancia es mucho más larga, queda mucho mejor hacer el camino desde el lado del continente.

-Hace unos meses, trascendió la historia de Valentino Marcial, un nene de 10 años que no podía viajar al sudamericano de Bolivia y que vendía rifas mientras iba al CENARD. ¿Habla de un deporte que está todavía en desarrollo?

-Creo que es parte del deporte amateur y de la realidad que está viviendo nuestro país. El tenis de mesa no es la excepción y lamentablemente pasa esto, pero está en todos los ámbitos. A diferencia del fútbol y de otros como el tenis, que son los que están bien, la mayoría de los deportes amateur por ahí les cuesta un poquito más y hay que poner plata, y no hay plata para viajar para menores, para mayores por ahí tampoco. Si bien está el apoyo del ENARD y de la Secretaría. Bueno, se compite muchísimo. Hay un circuito paralelo al del tenis, que es difícil de costear. Y para mantener un buen ranking, hay que competir mucho. Pasan esas cosas, hay que ir buscando recursos porque es la realidad de nuestro país. A medida que vas creciendo, más caro se hace: cambiás más seguido la paleta y se hace más costoso. Y si no hay sponsors, empresas o marcas que te apoyen, que no hay por ahora, se hace difícil. El esfuerzo de los padres, que es muy grande… Y bueno, como en todos los deportes.

En Tokio 2020, Gastón Alto disputó sus primeros y últimos Juegos Olímpicos como jugador. Si bien se despidió ante el español Álvaro Robles por 4-1 en la primera ronda, le hizo justicia a sus tres intentos previos de llegar a la mayor competición, en los que compartió delegaciones con jugadores de su edad y hasta más jóvenes. Entre ellos, Horacio Cifuentes, que tenía 23 años cuando acompañó al mendocino a Japón, y Santiago Lorenzo, que conoció los cinco anillos en París 2024 y la faceta de entrenador de Alto.

-A dos meses de París, ¿cómo analizás el rendimiento de Lorenzo? 

-Fue muy positiva. Para nosotros, que haya clasificado es el premio. Por todo el esfuerzo, porque es muy complicado entrar a los cuatro clasificados del continente. Es muy difícil y de todos esos jugadores, hay veinte con el mismo nivel. Que haya quedado ya entre esos cuatro; ese es el gran premio para el proceso, que fue muy bueno.

El -también- mendocino Lorenzo cayó contra el francés Alexis Lebrun, que terminó siendo bronce en la disciplina. “Es el número 15 del mundo y fue uno de los únicos que le ha ganado al número uno (Wang Chuqin)”, destacó Alto, poniendo en perspectiva el rendimiento de su excompañero. “Y Santiago empezó muy bien el partido, tácticamente. Hubo algunas fallas, había que tomar ciertos riesgos. Si salían bien y comenzábamos ganando el primer set, por ahí el resultado podía ser otro, metiendo un poquito más de presión. Una vez, con el resultado a favor, el francés se sintió con más confianza. Es un buen jugador y no había que dársela, pero Santiago estuvo a la altura totalmente. Jugó un buen partido y el otro jugó mejor. La verdad estoy orgulloso de él”

-Fue oro sudamericano y bronce panamericano con 23 años de edad. ¿Su carrera va cuesta arriba? 

-Es joven y está teniendo un gran presente. Pero bueno, esto es el deporte y todos los jugadores se preparan de la misma manera. Van teniendo momentos en los que la grandeza está en poder mantenerlo, poder aceptar una derrota y seguir adelante, en intentar progresar. Ahora, los resultados se le están dando y ojalá se le den siempre, pero es una posibilidad del deporte que tengas un mal día o una mala competencia. Poder bancar eso y seguir estando en el nivel, creo que eso, a la larga, lo va a hacer mejorar. Y por ahora, viene espectacular. 

-Mirando a Los Ángeles 2028: para Lorenzo, Cifuentes o cualquier otro tenimesista, ¿ves una preparación como la de París? ¿O van a cambiar la ecuación?

-En octubre es el Panamericano, que es el comienzo del ciclo olímpico. Vamos paso a paso, año a año. La idea es seguir en Europa. Los chicos compiten en liga: Horacio juega en la primera liga de Francia, Santiago en la segunda, Betancor y Sanchi juegan en España. Italia, Portugal y en otras ligas. La idea es seguir preparándonos acá, buscando ese tercer y cuarto jugador, que va a ser entre Martín (Bentancor) y Sanchi, para hacer un equipo nuevo ya sin mi presencia. Y consolidar ese equipo. La primera prueba la tenemos el mes que viene, así que esperamos comenzar bien. Y a partir de ahí, ver cómo vamos haciendo.

-¿Por qué le ponés fichas a Francisco Sanchi y a Martín Bentancor? ¿Por qué entran en tu consideración por sobre lo demás?

-Creo que están un escalón arriba del resto. Han tenido participaciones con el equipo mayor, no de forma constante, y son jóvenes; Betancor tiene la edad de Santiago y Sanchi la de Horacio. Es un equipo muy joven, con futuro y tienen que trabajar mucho para consolidarse en el equipo. Para este Panamericano, apuesto en ellos y espero que disfruten del torneo.

-Hace unos días, el COA confirmó que se van a disputar los primeros Juegos Argentinos de Alto Rendimiento en 2025, en Rosario. ¿Va a ser importante para los jugadores? ¿O va a ser una parte más del calendario? A los que compitan ahí, ¿les va a servir como ventana para ir al Exterior? 

-No sabría decirte. Que haya una competencia más en Argentina, que le dé importancia a todos los deportes, me parece una buena oportunidad para que las provincias apoyen a los deportistas. Seguramente sea positivo, esperemos que sea así. 

-Vos sos mendocino, Lorenzo es mendocino, Archúa es mendocino… ¿Es casualidad o hay una movida muy fuerte? 

-Tomás Saavedra, que está por Europa, también es mendocino. Buenos Aires y Mendoza son potencias, por lo menos, desde que yo tengo noción de ver tenis de mesa. Ha progresado el deporte en el país, hoy en día se juega en todas las provincias y pueden competir todas en un campeonato nacional. Mendoza siempre ha tenido jugadores en la Selección Argentina. 

-Antes de París y de la renuncia de Gustavo Levisman, dijiste que ibas a intentar jugar durante el ciclo olímpico siguiente. ¿Qué es lo que te hizo cambiar de opinión?

-Me pareció una buena oportunidad. Yo quería dirigir en algún momento la selección argentina y si bien yo quería seguir jugando, me pareció un buen momento para dejar el espacio, para retirarme en un buen nivel de la selección y tratar de aportar la experiencia de mi vida. Seguir aportando, devolviéndole al deporte todo lo que me ha dado. Me pareció un buen momento y tomé la decisión. 

-Ahora que llevás casi medio año, ¿adquiriste otra perspectiva del deporte como entrenador? 

-Bueno, voy aprendiendo día a día. Normalmente yo he trabajado de profesor en algún club. Desde chico me apasiona el deporte y he trabajado en clubes o en mi provincia con el tenis de mesa, nunca con una Selección. Por ahí hubo alguna ventaja de haber sido jugador y de tener los conocimientos frescos en lo que es el deporte hoy en día. Eso me puede dar una ventaja, pero por el otro lado es un mundo nuevo donde tengo que ir aprendiendo cosas y ojalá el camino sea largo, pero creo que tengo que aprender todo. Soy un novato como entrenador, hoy en día. 

-¿Y sentís el cariño, el respeto de los jugadores y de la gente cuando vas a los clubes? Veo mucho que visitás para darles clases y que siempre estás alrededor de los chicos.

-Sí, y el cariño es mutuo. Creo que es por la pasión al deporte, que es lo que hace mi familia: mi hermano (Matías) es entrenador, jugador, fue entrenador de la Selección, también hoy es coordinador de todos los entrenadores de la Argentina. Tengo sobrinos (Luciano, Valentino y Julián) que juegan, mi hijo (Lucas) también; estamos todos involucrados. A ellos les gusta y lo hacen por placer. Entonces yo, al apasionarme del deporte, quiero poder transmitir un poco lo vivido y devolverle lo que tanto me ha dado al deporte. 

-En 2021, Lucas Bayona, que jugó en las selecciones nacionales, volvió a la Argentina para enseñar en un club. Si otros jugadores volvieran al país como lo hizo él, ¿el nivel local puede llegar a subir o cambiar? 

-Con Lucas hemos sido compañeros, él también compitió en el circuito de Europa. Bueno, son dos cosas diferentes: una es el desarrollo del deporte y otra son los jugadores en la Selección, que necesitan competir y estar en el circuito. Lo más posible es estando en Europa, porque no se puede viajar a cada competencia, todos los meses desde Argentina hasta Europa. Entonces es más fácil instalarse. El presupuesto no da. Claro que Lucas, siendo entrenador, ha aportado de su conocimiento para elevar el nivel de los chicos, así como tantos entrenadores que hay en el país.

-¿Las redes sociales ayudan a que el deporte sea más conocido?

-Bueno, hoy en día sí. Yo creo que es el medio más cercano y el mejor que tiene el deportista y la Federación para hacer conocer su deporte y la selección de la Argentina de cada deporte. No las sé manejar muy bien, pero creo que lo son.

Alto cree que los clubes de fútbol que incorporaron el tenis de mesa -como San Lorenzo y River Plate- también le aportaron popularidad al deporte. Al igual que sus familiares, representó al Club Mendoza de Regatas desde chico. Su dirigido, Santiago Lorenzo, se desempeñó en Ferro Carril Oeste y fue campeón de la Superliga de equipos de FETEMBA 2022, antes de partir a Europa. Y si bien esta y otras disciplinas se ven amenazadas por la reglamentación de las Sociedades Anónimas Deportivas, el mendocino esquivó el tema: “Es un terreno donde no me quiero meter, pero la verdad no tendría idea de si serviría o no. No te sabría decir”.

Caídas las 22:30 en el país ibérico, Gastón Alto no se fue a dormir. La reunión de los martes con la FATM lo esperaba y su cabeza, como la de los tenimesistas más prolíficos de Argentina, esperaba el Panamericano ITTF de octubre en San Juan, Puerto Rico.

Kelly Collard-Bovy: de sangre belga y corazón criollo

Por Laureano Vergara

La amazona relató su camino a la élite de la equitación, los motivos que la condujeron a elegir a la Argentina como país a representar en el plano internacional, la experiencia en su primera Copa de Naciones y su lucha por conseguir caballos del más alto nivel.

Fusionar la cultura europea con la latinoamericana puede dar como resultado a Kelly Collard-Bovy, destacada amazona belga-argentina que decidió representar a su segunda nacionalidad en el terreno deportivo. Ella es capaz de entrenar 24/7 junto a sus caballos en busca de la perfección profesional, siguiendo el camino lógico de la educación del Viejo Continente. Lejos de tener una personalidad fría y seca, su forma de ser la conduce a compartir y transmitir. Cuando responde no deja espacio al silencio porque el entusiasmo la conduce a hablar: “Creo que tengo lo mejor de los dos mundos”, dice orgullosa de sí.

A finales de junio tuvo lugar en Praga, República Checa, la Copa de Naciones de Salto, donde Argentina se enfrentó a las 15 mejores naciones del mundo de este deporte. El equipo estuvo integrado por José María Larocca, Matías Larocca, Damián Ancic y Mariano Ossa. La sorpresa fue el puesto de reserva, ocupado por Collard-Bovy. La caballista de 38 años nació en Bélgica, pero a los 6 meses ya había cruzado el Océano Atlántico y se mantuvo del otro lado hasta los 4 años. Gracias a su familia y al deporte, formó un vínculo inquebrantable con el país, relación que hoy está en su cenit. 

 

 

—¿Por qué preferiste representar a la Argentina?

—Porque me siento argentina. Tengo la cultura del trabajo europeo, pero mi mentalidad es latina. Aprendí a caminar y a hablar allí. Creo que eso quedó siempre en alguna parte de mí. A los 17 le dije a mi mamá “me vuelvo” y así lo hice. Si no fuera por mi marido seguiría en Argentina —responde convencida—.

Lionel Collard-Bovy es el responsable de que su hija tenga la posibilidad de elegir entre dos alternativas. En 1981, Collard-Bovy padre —campeón Junior Europeo— ganó el reconocido Derby General San Martín, por lo que el General Carlos Delía Larocca —abanderado en los Juegos Olímpicos de Munich 1972— decidió otorgarle la nacionalidad argentina para que represente al país.

—¿Cómo se dieron tus comienzos en la equitación?

—Mi mamá tenía terror de que yo no montara porque su pasión eran los caballos. Ella era amazona amateur y trabajó 14 años en la Federación Ecuestre de Bélgica. Antes de caminar ya tenía un pony y me subía arriba de él todos los días. Mi carrera ecuestre la empecé en Europa, pasando por las categorías Pony, Children, Junior, Young Riders y Senior. A los 17 volví a la Argentina y estuve trabajando en Zangersheide —Haras de alto rendimiento deportivo— con Ricardo Kierkegaard —jinete olímpico en Atlanta 1996— y mi papá. En mi vida hice muchos deportes: gimnasia artística, tenis, maratones; pero la conexión con el animal me hizo poner a este delante del resto.

La competencia, otro pilar fundamental. Sin ella, su pasión flaquearía, la motivación se vería disminuida y dudaría de si seguir montando. Medirse y crecer junto a sus caballos, desde los más jóvenes hasta los de Grandes Premios, es el combustible que necesita para poner en marcha su cuerpo; lo único indispensable para estar en concursos de lunes a lunes. 

Desde un primer momento, se la nota preocupada por su aspecto en cámara. Se consuela al saber que su imagen momentánea no será revelada en esta entrevista. A pesar de que falten un par de horas para la medianoche en tierras belgas, Collard-Bovy hace apenas instantes que bajó del último caballo. 

—¿Qué significó para vos estar por primera vez en la Copa de Naciones?

—Fue increíble. Una noticia de último momento porque la reserva era Ignacio Maurín, pero sus caballos no llegaban de México y cuando me dijeron: “Sos la quinta”, no tuve ni tiempo de emocionarme. Había que hacer los test de sangre, de anemia, organizar el transporte, los papeles de salud. Obviamente me tocó ser la suplente, pero pude hacer las pruebas paralelas, vivirlo de adentro, compartir desayunos y cenas con el equipo. Uno siempre quiere que a su país le vaya bien, sea Argentina en mi caso o Bélgica, porque el corazón tira de los dos lados, pero cuando estás dentro es otra adrenalina.

—¿Cómo es el trabajo en conjunto en medio de la competencia?

—Esta vez nos tocó estar sin Vitor —Alves Teixeira, entrenador nacional—. Nos comunicábamos con él por un grupo de WhatsApp, donde se mandaban planos, distancias y, aunque es difícil al no caminar la cancha, trataba de darnos sus opiniones. A mí nadie me lo pidió, pero filmé las pasadas para aportar algo al segundo recorrido, ya que eran idénticos. Entre los jinetes también nos dábamos tips, después cada uno elige; todos los binomios tienen una personalización distinta.

El ambiente que envuelve esta competencia es distinto al resto y solo se asemeja al clima de los Grandes Premios. Tribunas colmadas sumadas a un público más entusiasmado de lo normal aportan a crear una atmósfera de entretenimiento puro. Los espectadores se sumergen en un espectáculo que los teletransporta a tradiciones medievales, recordando a caballeros armados, carrozas y corceles. 

La presencia de Collard-Bovy pareció traer buena fortuna al equipo argentino, que finalizó en el quinto puesto del concurso, empatado en faltas con Francia, pero un segundo más empleado en el recorrido lo relegó a dicha posición. El podio fue completado por Holanda, Irlanda y Emiratos Árabes, respectivamente.

 

—¿Cómo está conformado tu equipo de trabajo en Bélgica?

—Hacemos casi todo con mi marido —Pablo Leiton—. Hay un herrero que trabaja con nosotros desde que estamos acá. También varios veterinarios porque tenemos caballos que son nuestros, pero también algunos en sociedad o de otros propietarios. Mi esposo es el podólogo de los equinos descalzos. Entrenador fijo no tengo; hago clínicas privadas con algunos, ya que en este nivel lo que suma son los detalles. Tuve la suerte de estar con Ricardo Kierkegaard, con mi papá y, después, un año y medio en México con eminencias mundiales. Creo que podés aprender de cualquier persona, un amateur incluso. La equitación cambia y crece todo el tiempo —dice en un español perfecto, aunque con un acento delator que le hace resaltar las eses al pronunciarlas—. 

Lo que nunca hizo Collard-Bovy es entrenar junto a otra amazona. Hace tiempo que lo desea y está tratando de hacerlo realidad. Ansía saber qué cosas puede aportarle. La equitación es uno de los pocos deportes donde hombres y mujeres compiten en igualdad de condiciones, pero ella está convencida de que la forma de montar de ambos no es la misma.

Desde hace tres años, Kelly Collard-Bovy junto a Pablo Leiton reciben a work students —estudiantes de trabajo—, provenientes en su mayoría de Argentina, aunque también de Paraguay, Italia o Francia. “Los chicos vienen a ayudar, aprender, crecer y vivir la experiencia en la cuna de la equitación. Tenemos una buena organización: ellos hacen desayunar a los caballos y los ponen en el caminador, mientras con Pablo hacemos las camas en las caballerizas. A las 10 arrancamos a montar, tratando siempre de que salgan afuera tres veces por día”.

—¿Entrenás toda la semana?

—Sí, siete sobre siete. Solo descansamos los domingos a la tarde cuando no hay concursos. Empezamos a las 7:30 de la mañana, pero no tenemos horario fijo para terminar. Es sin reloj, con pasión y trabajo. Al gimnasio no voy —aunque muchos jinetes sí lo hacen— justamente por la vida que tengo. Creo que con armar las camas, las pistas y demás cosas, ya me hace tener un estado físico increíble. 

—¿Le dedicás un tiempo al bienestar psicológico?

—Tengo la suerte de tener una frialdad mental impresionante; nervios de acero. Mi marido y mis amigos son mis psicólogos. 

El salto de calidad para Collard-Bovy llegó este año, con una oportunidad caída del cielo. Luego de los Juegos Panamericanos de Chile, el jinete uruguayo Martín Rodríguez le envió tres de sus caballos que habían participado en dicha competencia. La tarea de la amazona consistía en sacar a relucir la performance de estos equinos en los distintos concursos para una mejor comercialización. Esto le permitió participar en pruebas de 3 y 4 estrellas —el máximo es 5— e ir a la Copa de Naciones con uno de ellos —Lanciano SP—. 

Collard-Bovy admite haberse convertido en una discípula de Martín Rodríguez, quien le brindó la chance de explorar un mundo desconocido hasta el momento: “Las competencias tienen mayor exigencia, las pistas son más chicas, los tiempos son cortos y los armados delicados. Hay varias cosas a las que uno no está acostumbrado si monta caballos nuevos o de comercio. No hay tanta fineza en los detalles y estrategias. Todo eso lo hemos aprendido de la mano de Martín, a quien estamos eternamente agradecidos”

Kelly Collard-Bovy junto a Pablo Leiton tienen una caballeriza que se dedica a desarrollar equinos. Por ello resulta destacable el amplio progreso realizado en tan solo 5 años desde que están radicados en Bélgica. “Todavía no he llegado a un nivel muy alto. Los jinetes con los que compito desde enero trabajaron años para estar ahí. Siempre tratamos de aguantar un caballo para seguir creciendo. Para mí no es fácil pensar de acá a tres o cuatro años; los caballos me duran 1, 3, 5 meses. Por ejemplo, uno de los que trajo Martín se vendió a principios de febrero luego de una gira en España, donde quedé segunda en mi primer ranking con 110 caballistas de los mejores del mundo”, rememora con alegría.

—¿Cómo trabajan el tema de la comercialización del animal?

—Tratamos de pensar siempre en una buena carrera para venderlo y de conseguir la mejor casa para ellos. No somos dealers; queremos buscar los destinos adecuados y también los jinetes. No es comprar o vender cualquier cosa. Realmente deseamos lo óptimo para nosotros, los animales, nuestros alumnos y clientes. 

—¿Creés que las amazonas tienen un feeling distinto con los caballos que los jinetes?

—Sin duda. Nosotras somos de hablar, dar caricias; somos más mujer. Y después no tenemos ni la fuerza ni el estado de los hombres por cuestiones físicas. Son dos equitaciones distintas. Nunca me tocó montar con una mujer y hace meses que le digo a Pablo que me gustaría. Tengo dos en mi cabeza; por lo menos hacer una clínica de un día, aunque es difícil porque están en un nivel 5 estrellas y se la pasan en concursos. Por ahí salgo decepcionada, pero quiero probarlo.

En Europa, al contrario de lo que ocurre en Argentina, alrededor del 80% de los grooms —persona encargada del cuidado de los caballos— son mujeres. Collard-Bovy destaca el trabajo realizado por ellas: “Es impresionante; mueven camiones, alzan cajas pesadísimas y van de un concurso a otro. Sin duda están más en los detalles. Yo sigo muchas grooms y los equinos son casi sus hijos; no paran. Al fin y al cabo son atletas; la atención que requiere hoy el caballo es increíble: tiene masajista, fisioterapeuta, acupuntura. Hace 20 o 30 años esto no pasaba”, asegura con admiración en la voz. 

—¿Qué diferencias encontrás entre ambas culturas con las que conviviste?

—En Europa todo ronda alrededor del trabajo; te enseñan a que cuides al caballo. No importa el estatus social que tengas. Los padres te inculcan desde niño a ocuparte de tus ponys; no te ponen un groom, uno mismo tiene que hacerlo. La base de la formación es la responsabilidad. Mi papá siempre decía que en Argentina era “el cafecito, la medialuna y la bota lustrada”. Acá es todo profesional y allá es una equitación más social —se escucha decir a Pablo Leiton de fondo, una voz ilocalizable, pero que recuerda y hace repetir a Collard-Bovy para completar su idea—.

Ella no necesita tomar aire para continuar, por lo que enseguida reanuda: “En Argentina, al tener más facilidades, empleada doméstica y caballerizo, piensan en ir a montar, pero solo hacen eso. Al caballo lo tiene el petisero para la hora que precisan y se suben en el momento que quieren. Cuando estaba allá, en los últimos años, tenía varias alumnas y les enseñaba a preparar sus bolsos, limpiar sus equipos y ayudar. Al llegar en 2003 creo que shockeó que yo era la única mujer en realizar todas las tareas”. 

El dominio del deporte por parte de los países europeos va de la mano al profesionalismo inculcado en los jóvenes jinetes y amazonas; no existe otro secreto. Varias de las mejores razas de caballos de salto tienen como origen en común al Viejo Continente, pero en territorio nacional también se crían los Silla Argentino —raza equina—, capaces de competir en el más alto nivel. Es la pasión y el trabajo lo que expande los límites de la disciplina, cuestión poco arraigada aún en la cultura criolla. 

—¿Qué objetivos tenés a corto plazo?

—Lamentablemente, los caballos de Gran Premio están a la venta, así que nunca sé cuánto tiempo los voy a tener. Sí te puedo decir que voy a competir en un concurso de élite en Francia que se llama Dinard. Desafortunadamente, para entrar hay que pagar, y si bien me regalaron el pase, la prueba de tres estrellas tenía un costo muy alto, por eso voy a ir a la de una estrella. No me animé a pedir tanto. Es un sueño tener esa experiencia. 

El pasado 21 de julio, el anhelo tan esperado se cumplió y con creces. Junto a uno de sus compañeros de andanzas, Lanciano SP, Collard-Bovy finalizó en la sexta posición de la prueba principal, que tuvo un total de 28 participantes. 

Cercana la medianoche belga, sigue despierta, pero su estado de ensoñación no hace más que agigantarse. Proyecta en forma de deseos nuevas oportunidades a través de sponsors que le brinden la posibilidad de demostrar al público su capacidad con caballos de primer nivel, para agrandar así su carrera deportiva y, sobre todo, seguir representando a la Argentina en el plano internacional. 

Adiós, Nadal: Rafael ya no regresará 

En esta imagen de archivo, el tenista español Rafael Nadal saluda tras el partido de dobles de cuartos de final del torneo olímpico, en el estadio Roland Garros, en París, el 31 de julio de 2024. (AP Foto/Manu Fernandez, archivo)

Por Matías Besana

Cuando Rafael Nadal era un niño, su tío Antonio lo engañaba. Alumno y profesor miraban partidos retransmitidos en la televisión y Toni siempre anticipaba el desenlace: un hechicero que, en los torneos, podría orquestar una lluvia fugaz si preveía una derrota. No había de qué temer: con su maestro presente, él era invencible. El tiempo, las madrugadas castigando las pelotas hasta escuchar sus súplicas, transformaron a Rafael en el mago: un diestro que empuña su raqueta con la zurda. Un ilusionista que despierta ilusiones. Sin embargo, “toda historia tiene un principio y un final”, comprobó, con dolor, el mallorquín, quien escribirá su epílogo en las Finales de la Copa Davis, a partir del 19 de noviembre en Málaga. 

Jamás rompió una raqueta Rafael Nadal. Nunca se excedió de un amague esporádico en sus 1080 victorias. Tampoco, en sus 227 derrotas: felicitó al rival en sus ocho finales perdidas de Grand Slam (cuatro en el Abierto de Australia, tres en Wimbledon y la restante en el US Open). “Mi idea era fácil de trasladar, lo difícil era aplicarla”, explicó su tío y formador, Toni Nadal. El mensaje a su sobrino era conciso. El trabajo duro marca la diferencia y las excusas no son válidas:  “Cuando te pregunten: ¿Por qué has perdido?, la razón es muy simple ´Porque el otro es mejor´”. Un ejemplo práctico. El manacorí ganó el campeonato Alevín de España (Sub 12). En la cena familiar, de festejo, Antonio le presentó a su pupilo la lista de los últimos 25 ganadores del torneo: solo seis llegaron a ser profesionales. “Quería relativizar el éxito”, argumentó, porque “un buen principio no garantiza nada”. 

Carlos Moyá, campeón del Abierto de Francia, número uno del mundo en 1999 y compañero de Nadal a partir de 2017,  conoció a “La Fiera”. ¿Firmarías terminar tu carrera con mis logros?, preguntó el mallorquín. “No”. “Yo no firmo nada”, aseveró el hoy ganador de 22 Grandes. Hasta entonces, no había jugado ni uno. Tenía 15 años. Fue un acierto: con 19, en la edición 2005, debutó en Roland Garros y levantó la primera de sus catorce Copa de Mosqueteros. Meses más tarde, en Shanghai, ya escolta de Roger Federer en el ranking masculino, se encaminó al restaurante del hotel de bermudas, largas, anchas, sus favoritas. Su jefe de prensa le advirtió que “hay que ir con pantalones largos al comedor” y añadió, “aunque a ti te lo permitirán”. Toni reprobó: “Sube y cámbiate”. Luego, lo llamaría un principio de autoridad: “Si a un muchacho, por triunfar, le das carta blanca a los 17, lo normal es que a los 24 sea un imbécil”. Su sobrino cumplió. 

Toda su vida, Rafael patinó sobre polvo de ladrillo. Desde los cuatro años, manchó sus medias de naranja: derrapó por Montecarlo (11 campeonatos), conquistó Madrid (4) e imperó durante un decenio en Roma, más inviernos que el soberano Tito, deificado en épocas de antaño. En la arcilla, el balear registró 63 títulos y 51 derrotas. Triunfó en catorce ediciones de Roland Garros: París lo acogió. Sonrió con su sonrisa; premió su sacrificio, cada corrida de lado a lado de la cancha; valoro sus gotas de sudor; se deleitó con su drive de pelota alta, pesada, a mil revoluciones: el golpe que detestó Federer, su amigo, su gran rival. El método con el que  repitió 112 veces la melodía: Jeu, set et match, Nadal (Juego, set y partido). Perdió cuatro duelos en la cancha: dos ante Novak Djokovic, el serbio de físico prodigio que ganó 24 Majors y le arrebató muchos de sus récords, contra el sueco Robin Soderling en 2009 y frente a Alexander Zverev en 2024, su última función: su Waterloo. 

Las paredes de la Philippe Chatrier, el escenario principal del predio Roland Garros, enseñan:  “La victoria pertenece al más obstinado”. Explican la supremacía del español: su tenacidad también le permitió traspasar las fronteras del tenis, romper el mito de las superficies. Cumplir su sueño. En la final de las finales: Wimbledon 2008. “A mi me gusta jugar más en pista cubierta o en hierba que en la tierra”, tenía 16 años, era octubre de 2002. No obstante, Federer dominaba en el césped, el tenis: era la imagen del deporte. Estilizado, de derecha incontenible y revés irresistible, el suizo era el rey a destronar. La tercera fue la vencida: tras dos definiciones perdidas, el líder de las canchas lentas asaltó el Court Central del All England Lawn Tennis and Cricket Club, de Londres. El gladiador evolucionó sus armas: ajustó su juego, se volvió agresivo, ganó por 6-4, 6-4, 6-7, 6-7 y 9-7. Alcanzó la cima del ranking mundial. “Él deseo más el triunfo”, se lamentó Federer posteriormente. 

En el transcurso de su vida, se amigó con los golpes, convivió con las magulladuras, para seguir jugando al tenis. Padeció 18 lesiones de la temporada 2009 hasta que sus músculos se rindieron. Tendinitis en ambas rodillas, problemas en sus muñecas, dolores crónicos en el pubis, el abdomen, el codo y los tobillos, fastidiaron su cotidianidad en el circuito. Cuando el dolor menguaba, brillaba: ganó el Abierto de Australia en 2009 y el US Open al ejercicio siguiente. Con 24 calendarios, completó la carrera de Grand Slam. 

Nadal pagó el peaje: el dolor. Luchó contra los mejores y contra su cuerpo. Batallo a su ego. Cuando no había nadie para superar, Antonio no bajó la exigencia: “¿Sacando, qué número del mundo eres?”, le consultó. “El 50 o por ahí”, contestó Rafael. “¡Qué dices! Hay más de cien que sirven mejor que tú”. Su tío exageraba, creía, que “es preferible cuantificar la crítica que aligerarla”. Ambos separaron sus caminos en 2017, tras dos años sin éxitos rutilantes. 

Profesional a partir de 2001, Nadal jamás traicionó a su filosofía: jugar una pelota más. Intentar hasta lo imposible. Terminó la temporada 2021 fuera de las grandes citas,  luchando contra el síndrome de Müller – Weiss en el pie izquierdo (lesión degenerativa que lo acosaba desde 2005). Su futuro era incierto. La palabra retiro acechaba, pero, él siempre la evadía: Melbourne era un infierno. Pelota a pelota, el ruso Daniil Medvedev explotaba la frescura de más de una década de juventud. Sudoroso, el superhéroe español lucía humano, débil. Estaba al servicio con el marcador 2-6, 6-7, 2-3 y 0-40, el resurgimiento existía solo en su cabeza. Durante cinco horas y 24 minutos, batalló. Derramó lágrimas de bicampeón en Australia. Burló a las casas de apuestas, que le habían asignado un 4% de probabilidad de triunfo, tras la segunda manga. Revivió. 

“Es la mayor hazaña de su carrera”, aseguró Marc Lopéz (juntos ganaron la medalla dorada en dobles en Río de Janeiro 2016). Sin embargo, aún faltaba una noche más. Nadal llegó a París lesionado. Abrazo a Roland Garros por decimocuarta vez. Con el pie anestesiado, dormido: sin sentir. El noruego Casper Ruud, la víctima que cayó por 6-3, 6-3, 6-0, lo describió: “Lo vi al día siguiente y estaba con muletas. No podía caminar”. Fue la última gran noche: la del número 22. 

Al final queda el vacio. “Siempre he deseado que este momento no llegará”, lamentó Federer (retirado en la Laver Cup 2023), pero todos los días llegan: no hay mortal, que frene el tiempo. Aún subsiste Novak Djokovic, su mayor adversario (disputaron 60 partidos y Nole se adueñó de 31). “Tu legado vivirá por siempre. Has inspirado a millones de niños a jugar al tenis”, firmó el serbio. Carlos Alcaraz es uno de esos niños. 

La historia terminó. Otros valientes escribirán nuevas y, quizás, su prólogo se refiera a Rafael Nadal.

De ser un recurso en ataque a un pilar fundamental del juego: la evolución del triple en la NBA

Por Lucas Villanueva

Un día como hoy pero 45 años atrás, en el año 1979, fue un antes y un después en la historia de la National Basketball Association (NBA). Chris Ford, de los Boston Celtics, anotó el primer triple en una victoria a los Houston Rockets por 114 a 106. Esta innovación histórica, con la incorporación del tiro de tres puntos en las reglas oficiales, transformó el básquet profesional. Y lo que inicialmente se consideraba como un recurso, años más tarde se convirtió en una estrategia principal del juego moderno.

La idea del triple nació en el año 1933, cuando el estadounidense Herman Sayger propuso agregar un lanzamiento desde más allá de la línea a 7,62 metros del aro que valiera tres puntos su conversión con el objetivo de permitir a los jugadores de menor altura encontrar ventajas frente a los más altos. Antes de ser implementado por la NBA, tuvo un breve paso por la American Basketball League en 1961 -antes de su desaparición- y por la American Basketball Association (ABA) desde su fundación en 1967. La popularidad en la ABA impulsó a que la NBA considerara su implementación. 

 

La adaptación y los pioneros del triple

Larry Bird en los Boston Celtics -ganador del primer concurso de triples en la historia de la NBA en 1986- y Dale Ellis en sus temporadas en los Seattle SuperSonics fueron algunos de los primeros en adoptar el triple como herramienta ofensiva. Los equipos también tuvieron que adaptarse en defensa y comenzaron a implementar más presiones en el tiro de larga distancia buscando “cerrar” a los lanzadores e intentar evitar los espacios libres.

Larry Bird.

Desde su introducción hasta el 1982 se convirtieron 13.126 triples de 498.508 intentos, lo que  representa un 2,63% de aciertos según Básquet Plus. En esos primeros años, los equipos intentaban por partido un promedio de 2.8 triples y convertían apenas el 0.8% de ellos. Algo que 45 años después es inimaginable. A finales de los 70’ y a principios de los 90’ hubo una mayor media de anotación y ritmo, pero el triple no suponía ni el 8% de los tiros que un equipo realizaba.

 

Segunda era: 1990-2000

Durante la década del 90’, el tiro de tres tomó muchísima más relevancia que en los años previos. La temporada 93-94 mostró el mayor crecimiento en ese entonces, donde se lanzaron un promedio de 15.3 triples y se anotaron 5.5 por partido. Los Houston Rockets se llevaron el anillo gracias a su acierto desde la línea de tres, promediando 21.4 intentos por partido y 7.9 convertidos, datos oficiales de la NBA. Demostrando las grandes posibilidades de obtener el campeonato mediante el tiro de larga distancia. 

Durante tres temporadas, desde 1994 a 1997, la línea de tres se acortó para poder aumentar la cantidad de triples por partidos, pero al no cumplir con su propósito volvió a su lugar inicial. Igualmente, varios jugadores supieron aprovecharla, como Michael Jordan, que tuvo sus mejores resultados desde la larga distancia pese a no ser un jugador “triplero”.

La era del triple

En la década del 2000, el triple se transformó en un componente principal en las tácticas ofensivas, obligando a los equipos ajustar las estrategias defensivas para contrarrestarlo. Con la llegada del nuevo siglo, apareció un jugador que quedó en la historia de la NBA y marcó el punto más alto de aquel entonces: Ray Allen, en su “época dorada” en 2011, se convirtió en el máximo anotador de triples en la historia con 2.973 hasta la llegada de Stephen Curry con 3.680 convertidos que continúa en actividad.

Desde la temporada 2012/13 hasta la 2016/17, el “Chef” Curry -considerado como el mejor triplista de la historia-, con los Golden State Warriors, rompió el récord en el campeonato de 2015/16 con 402 triples anotados. “La época de Curry cambió la mentalidad de todo el mundo respecto al triple”, explicó Diego Brunetti, periodista deportivo y ex jugador de básquet. Los Warriors dominaron por completo el estilo de juego centrado y construido en la eficacia en el tiro de tres, durante esa época, liderado también por Klay Thompson, le permitió a su equipo llegar a cinco finales seguidas entre 2015 y 2019 en las que ganaron tres de ellas quedando en la historia de los mejores equipos y mejores “big three” (grandes tríos) en la NBA junto a Draymond Green. También se convirtieron en el primer equipo en anotar más de 1.000 triples en solo una temporada. Ganaban gracias al triple. 

Actualidad

El impacto del tiro de tres puntos también se ve reflejado en el Draft de la NBA. En los últimos años, la mayoría de los jugadores disponibles en los “picks”, saben tirar de tres y son los primeros en ser elegidos por los equipos. Ya no solo son evaluados por sus habilidades atléticas y defensivas, sino también en su eficacia a la hora del triple. “Los tiradores siempre se buscaron, se busca que todos los jugadores tengan esa capacidad, es una herramienta que es un factor importante a la hora de elegir en la actualidad”, afirmó Brunetti. 

El rol tradicional del pívot -juego cercano y de espaldas al aro- también se vio afectado en la transformación del juego. Muchos de ellos, como Nikola Jokić, Al Horford o Karl-Anthony Towns, funcionan como una ayuda extra y un atacante más a la hora de buscar espacios.

La manera de defender dichos tiros también evolucionó con el tiempo. Según el reconocido entrenador argentino Julio Lamas para El Equipo: “La defensa de hombre a hombre es la que más se utiliza para poder obstaculizar los tiros de tres”. 

A diferencia de otros técnicos como Gregg Popovich, entrenador de los San Antonio Spurs, que afirmó en una entrevista su odio hacia el triple y opinó que “el juego interior está muerto”, Lamas tiene una perspectiva distinta. Él cree que “mientras el tiro sea de calidad y provenga de una acción colectiva bien ejecutada para generar ventaja, no empeora el juego”. Además, agregó que “ayuda a liberar la pintura”, lo que permite penetraciones y cortes al aro.

Pese a que el futuro del ataque de la NBA sea incierto, su impacto seguirá moldeando las tácticas ofensivas. 

 

Brasil vs Argentina: violencia nao tem fin

Por Martina Casabianca

Confirmadas las fechas en las que Racing, River y Lanús visitarán Brasil por sus respectivos cruces en Copa Libertadores y Sudamericana, los clubes argentinos no temen por lo deportivo, pero sí por la seguridad de sus hinchas debido al largo historial de represión policial hacia los simpatizantes argentinos. Inclusive, la selección argentina fue reprimida cuando se enfrentó con la selección brasileña por las eliminatorias sudamericanas en el Maracaná en noviembre del 2023.

En los últimos 20 años se registraron al menos siete incidentes que merecen destacarse. En 2005 River enfrentó a San Pablo por Copa Libertadores y el micro que trasladaba a los jugadores al Morumbí fue apedreado por los hinchas rivales durante tres kilómetros. Más tarde, fanáticos del Millonario intentaron colgar una bandera que resultó provocativa a la seguridad del estadio, lo que desencadenó que fueran reprimidos por parte de la policía con vallas, palos y golpes.

La última vez de River con San Pablo en el Morumbí fue una noche de terror

La final de la Sudamericana en 2012, disputada entre San Pablo y Tigre, también registró hechos de violencia. En la vuelta, que se disputó en el Morumbí, el Matador se fue al descanso 2 a 0 abajo y en el entretiempo la seguridad y la policía brasileña ingresaron al vestuario para agredir a los jugadores del equipo argentino: Damián Albil, por ejemplo, contó que le apoyaron un arma en el pecho. Luego de esto, Tigre decidió no salir al segundo tiempo y por este motivo le dieron la copa a San Pablo.

Gravísimos incidentes en una final que no terminó: la historia de la "rivalidad" entre Tigre y San Pablo - TyC Sports

En la fase de grupos de la Copa Libertadores 2013, Arsenal visitó a Atlético Mineiro en Belo Horizonte, rival que enfrentará River el 22 de este mes. Una vez terminado el encuentro en el que el equipo argentino perdió en la tanda de penales, los jugadores del Arse fueron a buscar al árbitro paraguayo Enrique Cáceres,de polémica tarea, y resultaron heridos por la policía, que los apuntó con sus armas. Finalmente, nueve futbolistas terminaron detenidos y el club debió pagar una fianza de 15 mil dólares para que los liberaran.

Antecedentes de equipos argentinos en escándalos en Brasil

El último caso cercano fue el cruce de Boca con Fluminense por la final de la Copa Libertadores 2023, en el que se produjeron múltiples incidentes en los que se vio involucrada la policía de Río de Janeiro: uno de ellos fue previo al partido, cuando reprimieron con gas pimienta y lacrimógenos a varios hincha xeneizes en las playas de Copacabana.

VIDEO| Se arma campal entre hinchas de Boca y Fluminense en Copacabana

Para evitar alargar la lista de estos hechos, Lanús, que visitará a Cruzeiro por la semifinal de la Copa Sudamericana de este año, realizará un operativo para que todos los hinchas que viajarán el 23 de octubre a Belo Horizonte no tengan inconvenientes, como habían sufrido en la final de la Libertadores 2017 contra Gremio. El club vende un paquete en el que incluye la entrada con el traslado de los simpatizantes desde el aeropuerto hasta el estadio antes y después del partido, con el fin de agruparlos para un mayor control.

En el último partido de la selección argentina con Brasil mencionado previamente, hinchas de ambos conjuntos fueron ubicados en las mismas tribunas, lo que desencadenó conflictos en los que la policía tuvo que reprimir hacia los argentinos. Si esto sucede cuando juega la Selección campeona del mundo frente a los ojos de todos, ¿qué se puede esperar en los próximos cruces por copas internacionales en los que participen clubes argentinos?

Las impactantes imágenes de la policía de Brasil golpeando a la hinchada de Argentina y la demora en el inicio - EL PAÍS Uruguay

 

Crónica de una tarde de ascenso en la cancha de Los Andes

Por Pablo Mena

Mariano Boedo fue alguna vez un distinguido abogado argentino que estuvo presente durante el Congreso de Tucuman en 1816 como representante de Salta y participó en la decisión del pueblo argentino de separarse de una vez por todas de la corona española. Hoy en día, más de 205 años luego de su fallecimiento, la calle Mariano Boedo funciona como una vena principal hacia el corazón de Lomas: El estadio Eduardo Gallardón, hogar del Club Atlético Los Andes.

Llegó el día del partido, el rival era Acassuso, y era como si todo en la localidad hubiese pasado a un plano secundario. Las calles fueron cortadas por la policía para evitar el tránsito y permitir que la marea rojiblanca comienzara la ceremonial caminata hacia la cancha. Padres con sus hijos, jóvenes con sus parejas, incluso ancianos de no menos de 75 años obedecían el llamado de su amado “Milrayitas”.

El equipo lomense fue el ganador del Torneo Apertura de la B Metropolitana, lo que dió esperanzas a todos los hinchas del tan ansiado regreso a la segunda división. Pero en el camino aparecieron trabas que más que felicidad, sembraban duda. Los Andes en el actual torneo viene 17º de la tabla, a tan solo dos puntos del último. No solo eso, sino que en el medio hubo un cambio de técnico luego de una seguidilla de cuatro partidos perdidos. El elegido para continuar con la tarea fue Leonardo Lemos, quien debutó justamente en este partido.

A medida que se acercaba la hora del partido, Boedo se empezaba a notar más poblada. La periferia de la cancha de Los Andes generalmente está rodeada de hinchas, más que nada porque es un club de barrio, por lo que se podían ver a las personas salir de sus casas con toda la equipación del equipo dispuestos a sumarse a la murga.

Los hinchas de Los Andes, impacientes: ¿se juega con público ante San Miguel? :: Noticias de Lomas de Zamora | Diario La Unión

Cuanto más cerca del estadio me encontraba, podía distinguir aromas distintivos de una multitud de hinchas, algunos no muy placenteros, pero que de igual manera le dan un sello de autentificación al ascenso argentino. Las parrillas ambulantes no daban abasto y el aroma a carne casi ocultaba el olor a tabaco y pirotecnia que atentaba contra la salud del público ahí presente. En los cordones, los tetrabrik de vino se acumulaban de manera peligrosa. Aunque el alcohol es un folklore, no siempre termina de una buena manera en el ascenso.

Finalmente, la multitud llegó a la calle Estrada, donde se realiza el ingreso al estadio. Había una alarmante cantidad de oficiales en la zona, desde policías que iban a pie con escudos, hasta la famosa policía montada, la cual sirve solo para crear una falsa imagen de autoridad mediante el uso de un animal que tiene un conocimiento totalmente nulo de lo que es un partido de fútbol y no comprende porque lo arrastran lejos de un hábitat más adecuado para su felicidad.

Entrar en el Gallardón es una experiencia única en el ascenso. La hinchada de Los Andes es una de las más destacadas y lo hace saber con su música y sus letras. En la previa se mantuvieron a un costado de la entrada cantando junto con los que estaban habilitados para entrar, sin embargo al comenzar el encuentro se movieron a la zona céntrica de la popular, junto con todos los hinchas. Es acá donde comenzó la verdadera fiesta, aunque más fuera del campo que dentro.

LOS ANDES 1-1 ACASSUSO | Club Atlético LOS ANDES

El partido comenzó y todo era fiesta, la racha perdedora no parecía afectar en absoluto al público rojiblanco, que se mantenía con aires de grandeza a pesar del mal momento. Sin embargo la fiesta parecía ser solamente externa, porque a pesar de que la localía parecía pesar en los jugadores de Acassuso y que Los Andes había tenido muchas jugadas claras de gol, en el minuto 35 del primer tiempo Felipe Senn decretaría, de cabeza, el 1-0 mediante una falla de marca de la defensa de Los Andes. El tanto del conjunto de San Isidro pesó en el público, que pasó de los cantos alegres al murmullo y al insulto. Transcurridos unos minutos y con el partido reanudado, nuevamente comenzaron los cantos, aunque ahora con un incremento notorio del volumen.

Las banderas se agitaban con furia, este partido era importante para el hincha, y se lo hacía notar al equipo, que estaba igual de golpeado que el público por la racha negativa y parecía querer empatar el partido por la cantidad de ocasiones que generaba, pero la pelota no quería entrar.

Comenzó el segundo tiempo y el resultado aún estaba en un 1-0 tibio que dejaba mucho que desear. El público comenzaba a impacientarse y le pedía a sus jugadores “huevo”. Finalmente en el minuto 26 Axel Paez, jugador de 21 años surgido de las inferiores de Los Andes, capturó un rebote de uno de sus compañeros cerca de la medialuna y tras un amague inteligente en el que se logró sacar a dos contrarios de encima, sacó un remate furibundo que penetró el arco quemero y decretó el 1-1, resultado que se mantuvo hasta el final.

Luego del fin del partido, se notaban diferentes reacciones entre los hinchas, algunos aliviados de que por fin se rompió la racha de derrotas, otros fastidiosos de no haber podido ganar el partido cuando tuvieron la oportunidad y una minoría estaba neutral, como si el empate fuera suficiente para el equipo, a pesar de que hace unos meses se consagraban campeones con un torneo brillante.

El camino de vuelta demostró ser la antítesis de la ida, ya no había más cantos, y la muchedumbre se desarmaba conforme llegaban a sus casas, las cuales en su mayoría quedaban en las cuadras cercanas a la cancha. El sol de la tarde aún quemaba con intensidad, un destello de primavera reciente, un llamado a que el día no había terminado con el partido, un mensaje de que Lomas aún tiene más para dar.

 

 

Apostar es jugar con fuego y quemarse

Por Valentín Tami Todaro

25 de junio de 2024. La selección argentina enfrentó a la selección chilena por la segunda fecha del Grupo A en la Copa América disputada en Miami. Nicolás no vio mejor oportunidad para festejar su cumpleaños número 20 y organizó un asado con sus amigos. Eligió no invitar a la familia y hacerlo solo con sus amigos de la facultad, con quienes estudia contabilidad en la Universidad Católica Argentina y los de su club, Lamadrid. Aunque eran distintos tipos de amistades las que tenía con cada grupo, él sabía que el partido rompería el hielo, ya que todos los que iban a estar presentes eran futboleros. La noche llegó y comenzaron a aparecer los invitados. Faltaba una hora para que arrancara el partido y ya se comenzaban a armar los grupos. Por un lado los amigos de la facultad y por el otro los del club. Nicolás iba de grupo en grupo y charlaba un rato con cada uno.

En cuanto empezaron a salir las achuras, todos se sentaron en la mesa. Juan, padre del cumpleañero y encargado de la parrilla, acercó la tabla y sirvió plato por plato. Ya había empezado la previa del partido. Se comenzó a hablar de lo que podía pasar. Estaba feliz porque estaban todos los amigos de su hijo presentes. Aunque su sonrisa comenzaba a desdibujarse. Empezaba a escuchar el tema de conversación. Ya en la mesa, no se hablaba acerca de la rivalidad entre ambos países, ni de cómo llegaba cada equipo. Tampoco de los jugadores ni del partido en sí. Todos abordaban el mismo tema. Cuántas amarillas iban a haber en el partido, cuántos córners, o si iba a haber un gol antes del primer tiempo.

Nicolás, quien todavía no trabaja y no tiene ingresos, comentaba que “le había puesto diez lucas a una combinada”. Según él, era muy probable y solo se tenían que dar cuatro situaciones durante el partido: una victoria de Argentina, más de diez tiros de esquina, un gol de Lautaro Martínez y más de cuatro amarillas. Si todo eso pasaba, ganaba 60 mil pesos. Los demás opinaban y contaban lo que ellos habían apostado. No había uno en la mesa que no hubiera puesto dinero en juego. Juan, con 52 años, estaba asombrado porque nunca había visto algo igual. Todos apuestan plata en el partido de la noche. Creían que por ver cinco partidos por día sabían lo que podía llegar a pasar.

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En una encuesta a más de 4 mil jóvenes de entre 15 y 29 años realizada por Apostar No Es Un Juego, un proyecto sin fines de lucro, se conoció que ocho de cada diez adolescentes aseguraron tener un conocido, amigo o familiar que apuesta o apostó online alguna vez.

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Apuestas deportivas en Argentina: pasión, innovación y responsabilidad – Al Toque Deportes

Durante los 90 minutos, todos estuvieron más preocupados por su apuesta que por el partido. Los córners se gritaron como goles. Las amarillas también. Por el contrario, Lucas, amigo de Nicolás y quien había apostado que iba a haber menos de siete corners, le pegó un golpe a la mesa y comenzó a los insultos cuando por octava vez la selección tuvo un tiro de esquina. Por la reacción de Lucas pareció que Chile había metido el 5 a 0. Perdió toda su plata por más de que las otras tres apuestas que había hecho estaban bien encaminadas. A partir de ese momento, Lucas no emitió una palabra más y, durante todo el partido, estuvo mirando el celular con cara de nada.

Otro dato que dio a conocer Apostar No Es Un Juego es que el 40% de los adolescentes que realizan apuestas deportivas lo hacen por sus “conocimientos deportivos”. El concejal de Chivilcoy por Unión por la Patria y quien forma parte de este proyecto, Fernando Cabani, confesó que este tipo de apuestas deportivas pueden ser más peligrosas que las de un casino, como la ruleta o la maquinita traga monedas, ya que quienes las realizan creen que no están dejando su dinero al azar.

Juan, que sufrió de ludopatía pero logró salir a tiempo, era consciente de lo peligroso que era lo que estaba viendo, tanto para Lucas como para su hijo, ya que por más que haya ganado su apuesta esa noche, sabe cómo terminará este tema a la larga, con una pérdida de dinero muy grande, deudas, adición, y muchos problemas. En su juventud, Juan solía destinar gran parte de su sueldo en las ruletas del casino, pero al entender que estaba perdiendo todo su dinero por regalarselo al azar le puso el punto final al casino en el momento justo.

Al finalizar el partido entre Argentina y Chile, Juan evitó hablar con Nicolás ya que no quiso arruinarle su cumpleaños. Se fue a dormir preocupado y eligió postergar la situación. Al otro día en la facultad, Nicolás apostó los 50 mil pesos que había ganado la noche anterior en otra combinada, esta vez de cinco apuestas. Era a todo o nada. Si ganaba se llevaba 500 mil pesos. Estaba convencido de que se le iba a dar. Lucas, quien había perdido todo la noche anterior, le contó a sus amigos que tuvo que sacarles “unos pesos” a sus padres sin que se enteraran, pero que cuando ganara la apuesta que estaba por hacer, iba a devolverla. Horas más tarde, tanto Nicolás como Lucas perdieron sus apuestas. Uno perdió todo lo que había ganado la noche anterior. El otro, plata que no era de él.

Por qué es divertido hacer apuestas deportivas del futbol argentino? | Torneodefutbol.com.ar

Nicolás, con una ira que nunca había sentido en su cuerpo, miró a su costado, donde estaba Lucas. No estaba enojado, sino llorando. Asustado. Se acercó a él y le preguntó qué había pasado. “No es para tanto”, le dijo Nicolás. Lucas lo miró y le respondió: “¿No es para tanto? Le saqué 800 dólares a mis viejos, plata que era para mi abuela”. Nicolás se quedó mudo. Sabía que nadie podía enterarse. Lo levantó del suelo, lo consoló con un abrazo y le dijo que todo iba a estar bien. Pasaron las horas que les quedaban en la facultad sin hablar y se fueron a sus casas. 

Lucas sabía que no podía volver sin esos 800 dólares. También sabía que su vecina no iba a estar en su casa hasta dentro de cinco horas. No quería hacerlo, pero en la desesperación rompió el vidrio de la ventana del patio y se metió rápido. Empezó a buscar plata pero sin hacer mucho ruido, hasta que abrió la puerta de un placard. Bingo: 1500 dólares dentro de una lata. Su subconsciente lo atormentó. “¿Agarro los 800 que necesito o todo?”. En el nerviosismo agarró todo. Supo que los 700 dólares restantes le iban a servir para jugarlos en otro momento. Se fue rápido, volvió a su casa y dejó los 800 dólares justo donde los había agarrado. Durante toda la tarde se quedó en su cuarto mirando el techo. Se comió la cabeza esperando que su vecina llegara y viera que alguien estuvo en su casa. Era cuestión de tiempo. De lo que nunca se percató fue de que su vecina tenía cámaras en la casa y lo vería a él entrando a robar.

Llegó la noche. Lucas se sentó a cenar con su familia pero no le pegó ni un mordisco al bife que había preparado su padre. Su madre sabía que algo no andaba bien. Toc toc. Alguien golpeó la puerta y la cara de Lucas lo delató. Sabía que estaba en graves problemas. Su padre fue a abrir la puerta. Lucas, por su parte, corrió al baño y se encerró. “¡Lucas!”, se escuchó desde la puerta. Era el padre llamándolo. No sabía qué hacer. Se miró en el espejo y fue. Veía que su destino era la cárcel. Estaba pálido. Antes de acercarse a la puerta, observó por la ventana. No había ningún patrullero. Le volvió el color a su cara. Quien tocó la puerta fue su vecina. Pidió hablar con Lucas y sus padres. Se sentaron los cuatro en la mesa del comedor. Sin decir nada mostró la grabación de su casa cuando su hijo había entrado a sacarle plata. No lo podían creer. Lucas rompió en llanto y lo único que salió de su boca era la palabra “perdón”. Una y otra vez: “Perdón, perdón, perdón”. Los padres, con una cara de desilusión hacia su hijo, lo miraron y le preguntaron: “¿Por qué?“.

“El problema con las apuestas online es que están a tu disposición las 24 horas y en cualquier momento. Además, como se puede ingresar dinero con billeteras virtuales, muchas veces los padres nunca se enteran de que sus hijos apuestan. Por lo que la gran mayoría de veces se enteran cuando el tema explota en la casa”, señala Fernando, el Concejal de Chivilcoy.

El arte de las apuestas de fútbol: la importancia de las predicciones confiables

Lucas contó la situación y confesó que lo había hecho por miedo. La vecina, mirándolo con pena, le pidió que le devolviera la plata y le confesó que no había llamado a la policía porque lo conocía. A él y a su familia. Sabía que Lucas no era un ladrón y qué estaba pasando por un problema. Los padres le agradecieron profundamente a su vecina, le devolvieron lo que le pertenecía y obligaron a Lucas a visitar a un psicólogo para lograr superar el problema antes de que se agrandara más aún.

“Lo recomendable es que, apenas se sepa que existe un problema con las apuestas, se acuda a un experto para tratarlo. La gran mayoría de las personas que apuestan, si no lo cortan a tiempo, van a terminar con problemas en su vida personal”, comenta la psicóloga María Basile.

Nicolás, por su parte, apenas llegó a su casa le confesó a su padre que las apuestas se le estaban yendo de las manos. Había perdido todo lo que había ganado la noche anterior y, peor aún, había visto a su amigo asustado por un grave error que había cometido. No quería apostar más. Juan, que supo pasar por ese miedo, le recomendó que vuelva a entrenar. Que vuelva a jugar a la pelota, que volviera a hacer lo que más le gustaba y lo que en su momento había dejado por perder las ganas. Casualmente, poco después de arrancar a apostar.

“Muchas veces la persona que comienza a apostar lo hace por frustraciones en su vida, busca ciertos estímulos que las casas de apuestas te dan constantemente y con mucha facilidad. Es estímulo tras estímulo. Entonces cuando no apostás, perdés eso y sentís un vacío que solo lo podés llenar apostando otra vez. Como primer paso, es importante entender que es una adicción más. Por lo que hay que tratarla como tal y reconocerla desde el primer momento”, confiesa la psicóloga Basile.

Tanto Nicolás como Lucas, con el paso del tiempo, perdieron esa necesidad que tenían de apostar. Lucas, con ayuda de un psicólogo que lo guió y el apoyo de su familia. Nicolás, encontró esa felicidad genuina en el deporte. Ambos se alejaron de las apuestas enfocándose en hábitos saludables. Pero principalmente reconocieron sus problemas para poder afrontarlos.

5 de septiembre del 2024. La selección argentina vuelve a enfrentar a Chile. Esta vez, por la séptima fecha de las Eliminatorias sudamericanas. A pocos meses de aquel partido de Copa América, Nicolás esta vez lo vio solo con su padre. Lucas, también. Pero algo en ellos había cambiado: habían vuelto a disfrutar del deporte sin tener que apostar y compartiéndolo con su familia. Recordaban a ese Nicolás y a ese Lucas de un año atrás y se les dibujaba una sonrisa en su cara.

Los equipos de trabajo que dominaron el Challenger de Buenos Aires

Por Matías Morales

En el partido entre Francisco Comesaña y Federico Coria para ver quien se llevaba el trofeo, los entrenadores de cada uno fueron Sebastián Gutiérrez, del lado del marplatense y campeón del torneo, y Andrés Schneiter, en el banco del dos veces finalista. Estos coaches también trabajan con los semifinalistas que quedaron en el camino: Bautista Torres (Guti) y Hugo Dellien (Gringo). En la conferencia de prensa tras el título, el Tiburón habló sobre la importancia del apoyo que recibió por parte de su box y declaró: “Cuando perdí 6-1 el primero, me decía que estaba muy orgulloso de mi. Estuvo ahí empujándome siempre. Yo creo mucho en él y en todo lo que me dice”. 

En primera ronda, Coria debutó ante Álvaro Guillen Meza, un ecuatoriano de 21 años. Más allá de la gran cantidad de gente que había para ser un lunes al mediodía, lo que llamaba la atención era que la esquina del argentino estaban dos amigos de él que entrenan a Luciano Ambrogi, un compatriota de 20 años. En el turno anterior, Schneiter y Charly Berlocq habían estado acompañando a Juan “el Topo” Londero, que perdió ante Enzo Couacaud, pero se ausentaron durante el encuentro de Federico. Después de ganar en tres sets, el protagonista explicó lo que pasó: “Con Alvarito compartimos equipo de trabajo, y no me pareció ético que estén de ninguno de los dos lados. Aunque yo sea el de mejor ranking, la decisión la tomamos en conjunto y nos pusimos de acuerdo en que era lo más lógico”. Además, agregó: “Cuando entienda algunas cosas, él seguramente alcance el top 100. Con este grupo de entrenadores le va a ir muy bien”. 

Y es que “la Mojarra” tiene motivos para decirlo, ya que con ellos llegó a ser el tenista número 49 del mundo. En varias entrevistas contó que a sus 27 años empezó a asentarse, y a partir de ahí comenzó a ser algo más frecuente estar en los Grand Slam. Con este logro, aparte de competir al máximo nivel, también consiguió un equilibrio económico que le permite organizar el calendario de mejor forma, por lo que también los gastos están más controlados. 

Durante el partido definitorio contra Comesaña, en un momento en el que Coria estaba siendo superado, la indicación del Gringo fue clara: “Acá ganamos o ganamos. Si no nos alcanza con el tenis, nos lo llevamos con el físico, o con lo que sea”. Como dijo durante una conferencia de prensa, quizás no sea el más talentoso, pero tanto él como su equipo de trabajo comparten una virtud: luchar hasta el final.

El éxito de Sebastián Gutiérrez como coach se puede ver principalmente en los resultados que consiguió su tocayo y pupilo: Sebastián Báez. A mitad de año, el 24 de junio, alcanzó el mejor ranking de su carrera cuando se posicionó en el puesto 18. También tiene en su academia a Thiago Seyboth Wild, el brasileño de 24 años que está número 80 del mundo. Y aunque Torres, a sus cortos 22 años, esté más lejos en el ranking (286), el nivel tenístico indica que pronto escalará posiciones. Lo particular de este cuarteto de tenistas masculinos (contando a Comesaña) es que ninguno llega a los 25, y todos alcanzaron su mejor nivel con Guti. 

En la rama femenina también tienen una joven de 20 años que promete: Solana Sierra. En el último mes, también le dio una alegría a todos sus compañeros tras ganar el W50 de San Miguel de Tucumán y el de Pilar de forma consecutiva. Con los dos títulos en su país, llegó al puesto 141, su mejor posición en el ranking de la WTA.

Un club, un deporte y un barrio, unidos por una misma parada: Estación Ping-Pong, el corazón de Villa General Mitre

Por Martina Coria y Matías Policastro

Ping-pong

Ping-pong

Ping-pong

Un brillo atrapante. Veinte tubos de luz led irradian una sala que brinda vida deportiva al barrio de Villa General Mitre. Seis mesas azules –de 76 centímetros de alto, 2.74 metros de largo y 1.52,5 metros de ancho– decoran un galpón que supo ser una fábrica textil. Los jugadores, concentrados. El sonido de la variedad de paletas golpeando las bolas blancas y naranjas de 40 milímetros de diámetro interrumpe las conversaciones. Zumban los oídos. Los celulares, guardados. Una adicción que se apacigua, otra que abre sus brazos.

Un silencio que inquieta. Una cuadra vacía. Un día gris. Los peatones no abundan. Acertar a la puerta doble hoja de madera es un planteo casi como de búsqueda del tesoro. Amurado en el frente, un cartel redondo y blanco de 30 centímetros, ilustrado con un tren negro en el medio, que funciona como pista principal del hallazgo. Con un crujido digno de película de terror, el portal se abre hacia la inmensidad del Club Estación Ping Pong. 

Las enredaderas verdes anuncian la pronta llegada de la primavera y le proporcionan colores seductores al sobrio patio de ingreso, repleto de sillas plegables hechas de hierro y madera que conviven con una plaga de cajones de cerveza vacíos. Elementos que le quitan elegancia a la calidez. La información visual se acrecienta a medida que el recorrido avanza por el extenso e interminable pasillo. Se asemeja a un laberinto y le da suspenso a la inminente llegada. La invitación a pasar es sin prisa, pero sin pausa. 

Una puerta de vidrio –que tiene los días contados– choca contra un pasador en forma de ‘L’ y produce un estruendo al abrirla. Las rachas de viento no frenan, son su motor. Los cuerpos vibran, se estremecen las almas que habitan la Estación. Finaliza con la entrada al bar, al hall de espera previo a disputar cada partido, y se entremezcla con un lugar colmado de libros. Un espacio de lectura.

Sobreviene a las fosas nasales un tibio olor a humedad. En una esquina, la biblioteca expone dos muebles gigantes que desbordan de libros. Las colecciones están casi completas. A su derecha, estanterías que presentan discos y CD ‘s donde figuran las sinfonías de Ludwig van Beethoven. Junto con ellos, dos radios y un DVD, que atraen a la calma. De fondo, por los parlantes, el oído se agudiza con una fina música clásica.

El espacio techado carece de ventanas y el revoque en las paredes es casi nulo. El oxígeno también escasea y las telas de araña proliferan en las vigas. El humo del cigarrillo es el aromatizante de las pausas. Los jugadores y espectadores transitan el interior en los tiempos muertos. Observan mientras advierten el reloj y el horario. Inhalan y exhalan. Similar a un laboratorio, se cultiva el dióxido de carbono.   

Una parada segura en una estación infalible. Las firmas de los protagonistas en el vidrio que apunta a los encuentros, imperdibles, junto con el grafiti al fondo que es una marca registrada. El tren, impecable. El ping-pong es la terminal. El barrio les agradece a Iván y a Liliana, la pareja que impulsó un proyecto de ida y vuelta, así como van y vuelven las pelotas blancas y naranjas por sobre las mesas azules. 

 

Iván Eidelson: “La diferencia de nivel con Europa y Asia es muy grande”

Por Thiago Corvalán y Pedro Finat

Iván Matías Eidelson es, junto a Liliana Cucut, uno de los dueños de Estación Ping Pong, un espacio ubicado en Villa del Parque y dedicado al disfrute y aprendizaje del tenis de mesa. El club está inscrito tanto en la Federación Nacional de Tenis de Mesa como en el Circuito TMT (Tenis de Mesa para Todos), creado para los más de 2000 jugadores amateurs que compiten en la Ciudad de Buenos Aires y el Conurbano. 

Hace algunos años Iván se dedicaba a la producción audiovisual, más específicamente a la fotografía. Y si bien ha dejado de ser su profesión, aún lo mantiene como hobbie, ya que lo apasiona como el primer día. De hecho, todos los retratos que pueden verse al visitar la Estación son de su autoría. Además, dedicó una parte de su vida a entrenarse y a participar en competencias de Tenis de Mesa, aun cuando en ese momento era visto como un juego y no como un deporte.

Cuando todavía se dedicaba a sacar fotos de manera independiente, comenzó a entrenarse en el Club AG de Villa Martelli, luego en el TopMINC de Caballito y finalmente en el Club Alvear de Parque Avellaneda, uno de los más reconocidos del país en cuanto a resultados. Sin embargo, su trayectoria como jugador empezó más tarde de lo recomendado (se cree que para poder dedicarse al tenis de mesa lo ideal es iniciar alrededor de los ocho años), y no logró tener un desempeño destacado.

De esta manera es que profundizó en la disciplina pero desde otro lado, pensando proyectos más cercanos a un costado dirigencial o de gestor. Así es que surge la Estación Ping Pong, que si bien no rechaza a quienes llegan en búsqueda del alto rendimiento, está enfocada en la iniciación deportiva y en los principiantes. Debido a su transformación y haber demostrado capacidades para el rol, es convocado por la Federación de Tenis de Mesa para dirigir el Circuito TMT, organizarlo y ocuparse de su administración.

-¿Cuál es el enfoque del club y qué busca de cara a un futuro?

-Somos un club federado, así que todos los jugadores que nos representan acceden a todo el calendario de competencias oficiales, de modo que desde acá podrían llegar, por ejemplo, a un Juego Olímpico o a una Copa del Mundo. Sin embargo, el enfoque está en que la gente que le gusta jugar tome contacto y lo logre visualizar y experimentar como una actividad deportiva más que como un juego. Aquellos que tienen un poco de nivel, pueden competir desde séptima a segunda división.

-¿Cómo funciona el sistema en cuanto a los horarios de las canchas y los entrenamientos?

-Acá damos clases y entrenamientos para todos los niveles y edades, entonces cada uno tiene la posibilidad de elegir si prefiere participar de los horarios grupales o individuales. También existe la posibilidad de asignar un profesor para que se dedique exclusivamente a un jugador. Además contamos con momentos de juego recreativo, se puede alquilar una mesa o participar de la modalidad de juego libre, en la que participa gente que no se conoce y entre todos integran un grupo.

-¿Qué es lo más lejos que llegó un jugador representando al club?

-Acá hemos tenido jugadores de División de Honor, mayoritariamente veteranos. Son jugadores que ya vinieron formados, algunos llegaron a la máxima categoría del circuito federado, que arranca en séptima. La División de Honor la suelen jugar los 25 o 30 mejores jugadores argentinos de Capital Federal y Gran Buenos Aires, o sea que estarán entre los 50 o 100 mejores del país. Y tal vez ese ranking hoy está un poco debilitado porque hay muchos jugadores que no están activos o están, por suerte, jugando afuera y haciendo experiencias en el exterior.

-Si un jugador formado acá compite contra los mejores del mundo, ¿qué pasaría?

-Existe mucha diferencia. Para que te hagas una idea, el representante argentino en los Juegos Olímpicos compitió contra el quince del mundo y perdió por bastante. Es difícil porque los chicos que entrenan en el seleccionado practican entre sí, tal vez con algún entrenador experimentado, pero no tienen el nivel de sparrings acorde a lo que necesitan para ponerse a tono internacionalmente. Por eso es que a los 16 o 17 años quienes muestran condiciones ya intentan emigrar a Europa.

-La Estación abre en 2019 y comenzando el 2020 se decreta la pandemia por covid-19, ¿Qué medidas tomaron?

-Nuestro club cerró y cumplió a rajatabla lo que indicaba el gobierno independientemente de que estemos de acuerdo o no. Era entendible que la gente no podía venir a practicar, nosotros somos un caso especial porque abarcamos únicamente una disciplina, la actividad del club se basa en un solo deporte. Cumplimos y nos aferramos a la ley, pero a la vez desde un principio sabíamos que teníamos que volver cuanto antes, porque era una necesidad tanto para nosotros como para la gente que venía a entrenarse.

-¿Cómo se prepararon para volver a abrir el lugar?

-Nos teníamos que preparar para hacerlo bien, entonces organizamos una mesa de trabajo. Inventamos protocolos y la burbuja cuando todavía no estaba normalizada, aunque seguro en el paralelo ya estaba inventada. Entonces del techo se bajaron 4 cortinas de plástico que generaban 5 perímetros distintos de juego. Durante un mes los deportistas se reunían a practicar siempre con la misma persona, las cortinas estaban separadas cada dos metros, por lo que en teoría se reducían los contactos estrechos únicamente a tu compañero de entrenamiento.

-¿Qué protocolos tomaron?

-Organizamos una mesa de trabajo con otros clubes, otros entrenadores, pero sobre todo profesionales de la salud, psicólogos, deportólogos, epidemiólogos, infectólogos y construimos uno de los primeros protocolos deportivos que hubo acá. Estaba bastante desarrollado, no solamente con el comportamiento y la circulación de la gente sino con las normas de limpieza y los procedimientos. Un documento casi científico, incluso tuvo el aval de los profesionales que participaron y en el club se practicó con cierta normalidad.

-Por último, ¿las firmas en la ventana y los trofeos en la repisa de qué son?

-Están acá porque los jugadores sienten al espacio como una casa, ellos traen las copas y las donan para que queden acá. Las firmas son de los torneos que organizamos nosotros, es parte de la ceremonia de premiación, se entregan trofeos, medallas y culmina con las firmas de la ventana. Es algo que los jugadores vienen a buscar, un sello distintivo del circuito de tenis de mesa para todos, algo icónico y deseado.