miércoles, noviembre 26, 2025
Home Blog

Jugar futsal, un acto de militancia, pasión e identidad

Por Lucas Grunblatt

Una toalla cuelga de un caño oxidado. El olor a humedad se mezcla con el del mate tibio y el aerosol para calentar los músculos. El gimnasio del club Sunderland de Villa Urquiza en Lugones 3161, parece detenido en el tiempo: piso encerado, paredes agrietadas, red floja. Una pelota rueda sola hasta chocar contra un banco de suplentes.

¡Dale, que arrancamos! —grita el entrenador del Sunderland, Gabriel Sardi,  desde el otro lado del alambrado.

No hay kinesiólogo, no hay cobertura. Pero hay ganas. Siempre hay ganas.

A seis cuadras, en el club Pinocho, en Manuela Pedraza 5139, el contraste es evidente. Las luces LED rebotan sobre un piso impecable; la ropa está bordada, hay pelotas nuevas y planificación semanal. Sin embargo, ni ahí todos cobran. Matías Bazán, arquero titular de Pinocho, se seca la frente con la manga y sonríe antes de empezar el entrenamiento.

Recién desde el año pasado tengo contrato —dice—. Los que vienen de inferiores arrancan con viáticos.

Tiene 22 años y cursa Comunicación Social. Habla con una serenidad que contrasta con el bullicio del gimnasio de Pinocho. “Cuando llegué a Primera y empecé a elegir el gimnasio en lugar de una salida, sentí el cambio —agrega—. No cobrás mucho, pero lo vivís distinto. Ahí entendí que me lo estaba tomando como un trabajo, aunque lo haga con pasión”.

En Pinocho, cuenta Bazán, el acompañamiento marca la diferencia: Tenemos kinesiólogo, médico, sala de videoanálisis, gimnasio. Eso no pasa en todos los clubes, ni siquiera en Primera A.

Hace una pausa, respira hondo.

Es más que un viático, pero no me sobra nada.

Sobre el futuro del futsal, Bazán no duda: “El crecimiento está. Los jugadores se lo toman en serio. Pero los clubes grandes tienen que invertir de verdad: no solo en contratos, también en estructura. Si no, los de barrio no pueden competir”.

La diferencia con otras ligas, dice, es notoria. “La dinámica de AFA es otra: en el juego, en las canchas, en todo. No creo que haya una oposición a la profesionalización, pero AFA debería hacer más, sobre todo en dar visibilidad. Hasta principios de abril esto era un problema, porque solo se televisaban pocos partidos por DeporTV; después TNT Sports empezó a sumar transmisiones y, más recientemente, la liga también llegó a TyC Sports. Nadie está en contra, pero muchos no hacen nada.

Futsal: ensayo formal entre la Sub 17 y el Club Pinocho | Sitio Oficial de la Asociación del Fútbol Argentino

Andrés Lobos, representante de Atlanta en la Comisión de Futsal de la AFA, acomoda los papeles sobre una mesa de plástico en el hall del club en Villa Crespo, antes de hablar.La profesionalización avanza, pero lento —dice—. No es solo firmar contratos, es garantizar que el jugador pueda vivir del deporte sin descuidar su formación o trabajo fuera de la cancha.

Evita hablar de cifras. “Los datos oficiales todavía no están actualizados —aclara—, pero la mayoría tiene que combinar el futsal con otro empleo o estudio. Hay clubes que intentan dar viáticos y mejorar la estructura, pero no alcanza. Los jugadores no buscan privilegios, buscan condiciones mínimas para crecer. Y enseguida Lobos remarca: “No hay oposición formal, pero sí mucha inacción. El problema es la falta de visibilidad y apoyo institucional. Eso frena todo”.

El capitán de Sunderland, Agustín Ricardi, llega apurado desde el Hospital Pirovano. Acaba de terminar una guardia como estudiante de Medicina. No hay plata, pero lo jugamos como si fueran todas finales —dice, mientras se cambia rápido, todavía con los cordones desatados. De día estudia, de tarde trabaja en una oficina que distribuye materiales eléctricos, y de noche entrena. Nunca pensó en dejar el futsal.Además de competir, se formó un grupo humano hermoso. Abandonar nunca fue una opción”.

Ricardi dice que el esfuerzo no choca con la universidad. “Al contrario —explica—, la complementa. Queremos dejarles un mensaje a los más chicos: los colores por sobre todas las cosas”. Enfrentar rivales que sí cobran no lo desanima. Es una motivación —sonríe—. Salimos a jugar con la misma intensidad, o más”.

Ricardi mira el techo del gimnasio del Sunderland, donde cuelgan viejos trofeos oxidados. “Hace falta infraestructura, no solo plata —reflexiona—. Y sentido de pertenencia para que nadie abandone”.

En Argentina, el futsal masculino federado bajo la AFA cuenta con 85 clubes en la Ciudad y el Gran Buenos Aires: 18 en Primera A, 18 en la B, 18 en la C y 31 en la D. Además, existen ligas paralelas como FUTSALA, BAFI y ARGENLIGA, que funcionan como caminos previos o alternativos. En el interior, entre 1.500 y 1.600 equipos juegan en torneos formales, sin conexión directa con el sistema de ascenso de la AFA.

El calor en la tribuna del complejo GB Sports, en San Martín, se mezcla con el vapor del café del buffet. Chacarita enfrenta a El Talar por la división C. Un pibe de 17 años tira un caño y una señora grita desde arriba; “¡Ese es mi nieto, eh!”. En El Talar, apenas dos jugadores reciben viáticos; en Chaca, ninguno. Pero nadie deja de correr.

Thiago Prieto Acosta, jugador de Deportivo Merlo, acomoda los auriculares de la radio Deporte Total Camioneros antes de empezar a hablar. Entreno, juego, laburo, estudio. A toda potencia —dice con tono sereno—.Todavía no se puede vivir solo del futsal, pero hay que construir ese camino. Además de futbolista, Prieto Acosta es periodista deportivo y embajador de Doma, una marca de botines. Su agenda es una carrera de obstáculos, pero sonríe: “El que ama esto no se rinde”.

En los clubes chicos, la pelea es otra. En el 22 de Tablada, donde juega El Tanque FC, las pecheras se reparten entre cinco categorías. Si falta uno, otro usa su remera. Los turnos son rotativos: a veces se entrenan de 23 a 0:30.

Futsal AFA: Se definieron los clasificados a las semifinales de la Copa de Oro | Nota al Pie | Noticias en contexto

Sardi, técnico de Sunderland, acomoda conos en la línea de fondo. Tiene 60 años y es preparador físico, título que obtuvo tras recibirse en la pandemia por Zoom. No es solo correr y patear —dice, mientras ordena las vallas—. Si no los acompañás, no rinden. Se detiene un momento. Falta espacio, horarios, materiales. Querés trabajar en serio y no tenés tiempo para planificar”. Sardi levanta una pelota y la hace rebotar dos veces. “Si buscás rendimiento, tenés que darles herramientas. Si no, lo que hacés es remar en dulce de leche —sonríe cansado—. Acá tengo lo justo para laburar, pero en otros lados ni eso.

En las divisiones más bajas, la situación se agrava: hay equipos donde los jugadores no solo no cobran, sino que deben poner plata propia:  la falta de recursos se vuelve todavía más evidente. Debe poner para la indumentaria, para los viajes o incluso para alquilar la cancha donde entrenan. A veces los vestuarios no tienen agua caliente. A veces ni siquiera hay vestuarios.

El compromiso con quienes practican el futsal se vuelve militancia: entrenar es casi un acto de fe. Se juega con frío, con sueño, con deudas. El deseo de mejorar no se apaga, aunque conviva con el cansancio. La profesionalización no es un lujo: es una necesidad para que el futsal argentino deje de ser una carga que muchos sostienen con sacrificios invisibles.

Mientras en los clubes del conurbano se pelea por un viático o un kinesiólogo, la Selección Argentina escribe otra historia. Una historia que parece de otro planeta. En 2016, levantó la Copa del Mundo en Colombia, en la final frente a Rusia. Desde entonces, nunca bajó del podio. Subcampeona en 2021 en Lituania tras perder con Portugal, otra vez subcampeona en 2024 en Uzbekistán frente a Brasil. En Sudamérica, campeón de la Copa América en 2003, 2015 y 2022. Finalista en San Juan 2017. Siempre arriba.

La Selección Argentina en el Mundial de futsal de Lituania: grupo, rivales y horarios. - TyC Sports

Argentina es, junto a Brasil y a España, una de las tres potencias más grandes del futsal mundial. Pero lo increíble —o lo injusto— es que buena parte de esos jugadores que hoy levantan copas se formaron en canchas con humedad, con paredes agrietadas y entrenamientos nocturnos. La gloria afuera no siempre se traduce en mejores condiciones adentro. La distancia entre la selección campeona y los pibes del barrio sigue siendo abismal.

Los números también hablan. Según estimaciones periodísticas, apenas entre 50 y 100 jugadores en todo el país logran vivir exclusivamente del futsal. El resto —la enorme mayoría— combina la actividad con otros trabajos o estudios. En clubes con estructura, como Boca, el presupuesto del primer equipo ronda los $200.000 mensuales. Los sueldos van de $15.000 a $25.000 por jugador. En Pinocho o Kimberley, históricos del futsal argentino, el plantel recibe entre $120.000 y $140.000.

El tope salarial para una figura del campeonato metropolitano ronda los $70.000. Pero muchos cobran $30.000 y, a menudo, en negro. Solo casos excepcionales alcanzan entre los $80.000 y los $150.000, también de manera irregular. En la B y en la C casi no hay pagos oficiales. Las ayudas son esporádicas; los viáticos, informales. En inferiores, muchas veces no hay compensación alguna.

FUTSAL AFA: SE LARGÓ LA COPA ARGENTINA | FUTBOL 78

Un sábado de julio de 2025, Platense y Atlanta se enfrentan en Villa Crespo. En medio del partido, un corte de luz interrumpe el juego. Oscuridad total. Silencio. Y de repente, una voz se alza desde la cancha: “¡Sin luz también jugamos, árbitro!”. Las gradas ríen. Se encienden las luces de emergencia y el parquet brilla, apenas. El aire huele a transpiración. En las paredes, los murales recuerdan glorias pasadas: viejas fotos, escudos, frases que nadie borró. Durante la semana, en el gimnasio entrenan más de cinco categorías. Todo convive: la Primera, los pibes, las chicas, los veteranos. Aunque las luces se apaguen, el juego nunca se detiene.

Lo que se vive en esas canchas no se mide solo en goles o resultados. Se respira una cultura de esfuerzo, de pertenencia. Jugadores como Matías Bazán o Agustín Ricardi pasaron por clubes humildes, entrenando en horarios imposibles y con recursos mínimos, antes de llegar a las altas categorías. Otros que hoy brillan también salieron de esos gimnasios de barrio donde se aprende más que futsal: se aprende constancia, compañerismo y amor por el juego.

Esa historia silenciosa de sacrificio conecta a cada jugador con su comunidad. Explica por qué, incluso sin contratos ni viáticos, nadie abandona. El futsal es pasión, sí. Pero también es identidad.

Porque lo que se juega en cada cancha no es solo un resultado: es la posibilidad de pertenecer, de crecer, de tener un lugar. Cada pase, cada viático que no alcanza, cada entrenamiento bajo la lluvia, es una forma de resistencia. No se trata de pedir milagros, sino de reconocer que el amor al juego también debería tener un salario digno.

Copa Argentina o cuando el más chico le gana al más grande

Por Nahuel Strack

Hay algo que no se puede comparar con nada: ¡La gloria!

La arenga de Pablo Javier Ocampo, delantero de Centro Español, le dio
ambiente a todo el vestuario que ocupó con sus compañeros en el Nuevo
Francisco Urbano de Morón. Era la previa de un partido que sería eterno: la
histórica victoria ante Tigre por la primera ronda de la Copa Argentina 2023.
Sí, un equipo de la D -última categoría del fútbol argentino- había derrotado a
uno de la Primera División por tercera vez en trece ediciones de la
competencia nacional (1969-1970 y 2011-actualidad).

La Copa Argentina es distinta a cualquier otro torneo: las jerarquías pueden
no existir y el esfuerzo de los futbolistas, cuerpos técnicos e hinchas pesa más
que la categoría. Un ejemplo es la edición 2025: fue campeón el reciente
ascendido a Primera Independiente de Rivadavia de Mendoza, Central
Córdoba de Rosario (Primera C) sorprendió a Sarmiento de Junín, Excursionistas y Deportivo Armenio (ambos Primera B Metropolitana) dieronel golpe ante Godoy Cruz de Mendoza y Talleres de Córdoba, respectivamente.

En cada edición se ven batacazos así, pero la particularidad radica cuando un
club de la última división derrota a uno de Primera. Ocurrió cinco veces: en
2018 fue General Lamadrid a Banfield (3-2 en penales tras empatar 1-1),
todavía siendo un equipo de la Primera D pese a ascender ese año; en 2019 fue
Real Pilar a Vélez y Belgrano de Córdoba (ambos 1-0); Centro Español a Tigre
(5-4 en penales después de un 1-1) en 2023; y último fue del Porvenir a Lanús
(1-0) en 2024.

El Porvenir dio el batacazo ante Lanús e hizo historia en la Copa Argentina - Copa Argentina / Web oficial de la Copa Argentina

La superioridad de la máxima categoría existe desde las primeras ediciones en
1969 y 1970, cuando clasificaban 13 cuadros del Ascenso y 19 de Primera, algo
que se mantiene desde el regreso de la competición en 2011. En la edición
2025 formaron parte todos los equipos de Liga Profesional 2024 y solo los
cuatro punteros de la tabla anual de la Primera C (si se segmentan estas dos
categorías y no el resto), que es el escalón más bajo desde que se fusionó con la
D en 2024.

Además, muchos jugadores del Ascenso no viven solo de la pelotita. La
mayoría tiene que laburar para subsistir. Y, al no poder entregarle el tiempo
necesario al fútbol, la diferencia de nivel se hace más evidente. De hecho,
todos los encuentros fueron ganados por penales o por la mínima. Las
desigualdades económicas, estructurales y deportivas son las que destacan a
estas victorias por encima de otros batacazos.

Los encuentros de Lamadrid, Real Pilar, Centro Español y el Porvenir quedan
marcados en aquellos hinchas que pudieron presenciarlos y en los que lo
conocen por el boca en boca. Porque un abuelo puede contarle a su nieto que
los 32avos del 2018 entre Lamadrid y Banfield (foto) fueron “noventa minutos de
sufrimiento, pero los jugadores dejaron el alma. Y en los penales fue hermoso.
Para los carceleros fue un privilegio y para mí es una alegría enorme poder
transmitírselo a mi nieto”, tal como lo cuenta Gastón Canale, hincha de
“Lama” de 69 años, sentado sobre las tribunas blanquiazules con la palabra
“Devoto” en el Enrique VI, tras el duelo frente a Luján por la fecha 19 de la
Primera C 2025.

Otro golpe en la Copa Argentina: General Lamadrid eliminó a Banfield

Otros, más jóvenes, recuerdan el 7 de marzo de 2019, cuando Real Pilar venció
en la Copa Argentina a Vélez. “Pilar fue una fiesta, como si hubiéramos ganado
el torneo de ese año. Estos triunfos demuestran que cualquiera puede ganarle
a cualquiera, incluso nosotros que estamos más abajo en condiciones que un
club de Primera”, dice Tobías Martínez, hincha del “Monarca”, de 21 años, en
la salida del Carlos Barraza tras el triunfo ante Brown de Adrogué por la
séptima jornada de la actual B Metropolitana.

Una noche nublada de 2018, gente vestida mitad de verde y mitad de azul y
blanco inundó el Julio Humberto Grondona de Sarandí. Con más convocantes
de Banfield que de General Lamadrid, el árbitro dio el pitazo inicial sin saber
que marcaría un antes y un después en la Copa Argentina. Apenas comenzó el
encuentro, Darío Cvitanich asistió a Michael López para el 1-0 de Banfield y el
“Carcelero” sintió de primera mano la jerarquía de la Primera División.

Sin embargo, la sorpresa llegó cuando la pelota que Iván Regules centró al área del
“Taladro” fue interceptada por Jorge Rodríguez, quien metió un gol en
contra que puso la igualdad. El complemento finalizó y se fueron a los 12
pasos. Allí, el arquero de Lamadrid, Néstor Acosta, brilló entre la oscura
neblina cuando contuvo el primer penal al mismo Rodríguez y convirtió el
definitorio tras el fallo de Renato Civelli. De esta manera, se marcó un antes y
un después en la historia del Ascenso y de la Copa Argentina, un equipo de la
última división había vencido a uno de la máxima categoría por primera vez
tras casi 50 años de competencia.

Otro hito lo tuvo Real Pilar en 2019. Los dirigidos entonces por Tomás Arrotea
sabían el desafío que sería su debut por la copa cuando vieron que el rival era
Vélez, por la diferencia de categoría. Sin embargo, jugadores como el volante
Nahuel Ríos, autor del gol, piensan distinto.

El fútbol es muy parejo. Los del Ascenso hacen sufrir a los de Primera. Antes
se destacaban por lo físico o la dinámica de juego y eso se equiparó bastante.

El “Monarca” apareció en la Copa Argentina con dos años de edad. Real Pilar
fue afiliado a la AFA en 2017 tras 40 años desde que Julio Grondona (su
presidente en 1977) prohibió profesionalizar más clubes al fútbol argentino.
Los últimos habían sido Defensa y Justicia, Argentino de Merlo, Laferrere, San
Miguel y Claypole. Por eso Ríos, actual delantero del club pilarense, cree que,
en este tipo de partidos, “uno sabe que tiene una linda oportunidad; vivís algo
que ellos viven cada fin de semana. Esas ganas te dan un plus para querer
ganarlo”.

Aquella noche de lluvia de marzo de 2019 en el estadio de Temperley, la
derecha de Ríos dejó sin chances a Vélez a pesar de su dominio. Su disparo
desde fuera del área en los primeros 35 minutos se clavó en el segundo palo y
bastó para sentenciar el encuentro. El joven Real Pilar hizo historia y avanzó
de ronda tras el complemento. Pablo Gonzalo, tesorero del club, explica:
Aquella victoria nos puso en boca de todos; al otro día llamaron al presidente
de una radio de España y la primera pregunta fue ¿Qué se siente ganarle a un
campeón del mundo? El tema tuvo repercusión mundial porque era Vélez”.

Cuatro meses después, enfrentaron a Belgrano de Córdoba en el Alvaro Pedro
Ducás de Cutral Có (Neuquén) por los 16avos en otro encuentro en el que la
posesión también fue del Pirata. Aún así, el delantero paraguayo Wilson
Chimeli puso el 1-0. Casi al final del partido fueron expulsados Pablo Vegetti y
Ángel Rojas, uno por club. Sin embargo, el “Monarca” avanzó a octavos de
final y se convirtió en el único equipo de la última categoría en vencer a dos de
la Primera por Copa Argentina. El tesorero del club pilarense, Pablo Gonzalo,dice: “Cada vez son menos las diferencias. Abajo hay jugadores de mucha categoría pero que no han tenido la suerte de estar en el lugar indicado. En estos partidos los chicos salen con un alma especial, es como jugar la Copa Libertadores”.

El segundo triunfo del Ascenso llegó el 8 de febrero de 2023. En Morón, tras la
arenga sobre la gloria de Ocampo, el debutante Centro Español saltó a la
cancha frente a Tigre. En la previa, “sabíamos el rival que teníamos enfrente.
Tigre venía jugando tres torneos (Sudamericana, Liga Profesional y Copa
Argentina) y quizás el de menor importancia era este. Inconscientemente, fue
una desventaja para ellos, porque la Copa Argentina era nuestra única
competencia”, dice Ocampo, actual jugador del Porvenir.

Comienza a verse un patrón: el gol del equipo “más poderoso” fue al principio,
del delantero Tomás Badaloni. A los 10 minutos del complemento apareció el
otro nueve -Felipe Senn- para poner el empate. “Cuando hice el gol pensé en
todos los momentos que pasé. Todos sueñan con convertir con la tribuna llena
y cantando… y ver venir a mis compañeros a abrazarme me dio mucha
felicidad”, dice Senn, hoy delantero de Acassuso. El partido se fue nuevamente
a los penales. Esa noche, el arquero Tabaré Benítez tuvo un debut soñado en el
blanquiazul tras contener el primer penal a Mateo Retegui. Lautaro Montoya
la mandó a guardar en el último disparo y ocurrió otra vez el milagro. Diego
Herrero, entonces DT de Centro Español, comenta que esta hazaña “fue un
antes y un después para el cuerpo técnico, ya que la repercusión fue terrible”.

En 2024 ocurrió el último antecedente entre equipos del escalón más bajo y de
la máxima categoría: El Porvenir sorprendió a Lanús en la cancha de Defensa
y Justicia. En el Norberto “Tito” Tomaghello, Ricardo Zielinski, entonces DT
“Granate”, puso una formación alternativa pero aún de cuidado para el
“Porve”. A pesar de esto, el cabezazo de Julián Quinteros en los primeros 17
minutos inclinó la balanza para los de Gerli. Lanús insistió en empatar pero
fue imposible por la voluntad y esfuerzo de los chicos del Porvenir.

En este contexto, Diego Herrero, DT sin club en la actualidad, dijo que para
ganarle a un equipo de Primera era muy importante hacer un análisis
excelente del rival, contar con una preparación y rendimientos casi perfectos,
un alto compromiso de los jugadores, y disponer de mucha suerte. Esta
mentalidad de exigencia y profesionalismo de los entrenadores es
fundamental. Se debe rozar la perfección para derrotar a un equipo de la A y
esa es otra razón por la que el mérito es más grande para ellos.

Estos triunfos siguen presentes en cada club del Ascenso. La Copa Argentina
nos hace dar cuenta de que la desigualdad puede quebrarse y cualquiera puede
ganarle a cualquiera. Al final, para algunos lo más importante no es el título de
campeón, sino las hazañas que con el pasar del tiempo serán gloriosas y
quedarán en la mente de cada jugador e hincha. Y en la historia del fútbol
argentino.

El basquet formativo crece, pero tiene problemas

Por Martiniano Vicente

En las canchas del Área Metropolitana de Buenos Aires, el básquet formativo vive un presente que dista mucho del espíritu de crecimiento, equidad y competencia. Lo que antes era un espacio pensado para el desarrollo integral de los jóvenes jugadores, hoy atraviesa una crisis silenciosa pero profunda. Cambios sobre la marcha mientras los torneos están en juego y desconexión con las necesidades de clubes, entrenadores y familias durante toda la temporada 2025. Desde hace dos años, una serie de medidas implementadas por la Federación de Básquet del Área Metropolitana de Buenos Aires(FEBAMBA) generó un efecto rebote que golpea tanto el rendimiento deportivo como la motivación de los chicos.

La primera y la que más desagrado trajo es el cambio en el formato de la competencia de inferiores, dejó de ser por mérito deportivo y pasó a ser por las zonas de regionalización. Se dejaron de lado la posición en las que los clubes jugaron el año anterior y se formaron zonas desparejas entre sí de diferente nivel basquetbolístico.

Gracias a la recopilación de datos de los equipos realizada por Diego Brunetti(ex jugador y padre de jugadores que compiten en FEBAMBA), se repasaron todas las zonas con sus equipos y se tomó una de las más desequilibradas en cuanto a cómo habían terminado la temporada pasada.

La zona Sur de Febamba se dividió en siete zonas; la segunda agrupación de equipos, la integraban Boca Juniors A y Lanús A, que jugaron el Top16A (máximo nivel de la competencia), Olimpo de Lanús (nivel 1 en 2024, dos niveles por debajo), Municipalidad de Avellaneda, Sportivo Alsina y Villegas Básquet (nivel 2, tres niveles por debajo) y Talleres de Remedios de Escalada y Social Lanús, dos conjuntos que se unieron en 2025 a la federación y que recién comienzan en la competencia, con muchos chicos que empezaron a participar y practicar el básquet competitivo por primera vez.

Comunicaciones clasificó a la final de La Liga Federal Formativa U15 - FEBAMBA

Los resultados fueron muy desequilibrados entre el Xeneize y el Granate con los demás; si bien siempre hay equipos que sacan mucha diferencia, no a niveles escandalosos. El equipo U15 de Boca terminó la primera fase 14-0, ganando todos sus partidos. Pero contra los equipos de menor nivel sacó diferencias abismales todos los partidos. Contra Olimpo ganó 121-12 el primer juego y el segundo 124-40, una diferencia de puntos total de 193 contra un equipo que hace un año estaba jugando dos niveles por debajo de Boca. Contra los demás equipos se repite la estadística; con Municipalidad Avellaneda tiene un +218 en tantos, con Sportivo Alsina +135 y con Villegas +212.

Por último, se incluyó a los dos clubes que comenzaron a competir en FEBAMBA este año: Talleres y Social, fueron los dos conjuntos peor ubicados en su zona. Los de Escalada últimos con 0-14 y los de Lanús con récord de 2-12. La diferencia de Boca con ambos fue de 287 y 280 puntos, respectivamente. El único que no “sufrió” esta disparidad fue Lanús A, que entre los dos partidos le sacó una distancia de +82. Boca terminó 14-0, con 1.407 puntos a favor y 498 en contra, promediando 100.5 puntos por partido y recibiendo solo 35.5.

A raíz de estos resultados como los de Boca, se fueron dando en las diferentes zonas de FEBAMBA, el público mostró su disgusto, Brunetti opino: “Ya en los torneos de la federación, aún cuando había niveles, el hecho de separar por conferencias hace que los clubes de niveles parecidos se distribuyan demasiado y no compitan entre sí. Y eso es malo. Si partimos de la base, León Najnudel(exjugador y entrenador, el principal impulsor para la creación de la Liga Nacional en 1985) decía que los mejores tienen que enfrentarse contra los mejores para mejorar; acá hicieron todo lo contrario, los repartieron. Y si a eso le sumamos que este año no hubo niveles, se dieron resultados de diferencias excesivas, partidos de 100 puntos, diferencias 120, 200, que no le sirve a nadie; el que gana es el que pierde. Y lo peor es que no es que intentaron algo que no se sabía que iba a pasar”

Calendario confirmado para la Liga Federal Formativa - FEBAMBA

Javier Ramírez, secretario de FEBAMBA, habla sobre las distintas quejas y da su punto de vista sobre el formato y los cambios: “Las zonas se cambiaron por regionalización; se consensuó con los clubes, se hizo una asamblea y se les preguntó el proyecto. Muy simple: fuimos creciendo. De 2013 a 2025 se triplicó la cantidad de clubes y también lo hicimos para cuidar la economía de cada entidad y familia, dándole oportunidad a todos de competir desde cero y, a mitad de año, nivelar dependiendo de cómo hayan quedado”.

El intercambio de horarios en las categorías es otra situación que se dio esta temporada. La razón por la que decidieron poner a los U17 a las 10:00 y así sucesivamente hasta las 16 con los U9 fue para que los de 15, 16 y 17 años no salgan los viernes y beban alcohol. Los dirigentes de FEBAMBA aseguran que gracias a esta medida bajaron los casos de alcoholismo adolescente. Si bien tiene una justificación, no es del todo válida. Los médicos que se especializan en estudiar el sueño confirman que los adolescentes viven de noche. Entonces ¿Por qué un chico de 16, 17 años, que juega a las 10 de la mañana, tiene que estar a las 9 entrando en calor para su partido cuando antes lo hacían a las 16? Es lógico preocuparse por su salud o seguridad; es común a esta edad(15,16 y 17 años) la vida nocturna de los jugadores. También sufren los más pequeños al querer ponerlos en un horario “central”; las familias tienen actividades, y los chiquitos dependen de los padres.

El cambio de edad en las categorías de FEBAMBA también va de la mano con la modificación de los horarios. Siempre se jugó con la categoría U19, división que juntaba chicos de 18 y 19 años, pero para 2024 decidieron implementar la categoría U21, que reúne a basquetbolistas de 18, 19, 20 y 21 años. La federación justifica el relevo de las categorías porque, según ellos, en el resto del mundo el U19 no existe, solamente en Argentina se jugaba con este formato, catalogándolo como un “invento chino” propio.

Sin embargo, si se busca solo en algunas ligas europeas, nos encontramos con que sigue existiendo en Croacia, el Cibona Zagreb tiene un equipo de U19 que juega la Liga Adriática, en la que todos los equipos son hasta los 19 años. En Italia, con el equipo donde Luis Scola(ganador de la medalla de oro con Argentina en Atenas 2004) es socio mayoritario y CEO, Pallacanestro Varese tiene su equipo y compite con otros de ese rango etario. Los Mundiales de la Federación Internacional de Baloncesto(FIBA) son U19 y no U21, dejando en claro que no solo la Argentina juega de esta forma.

El Talar se consagró bicampeón de la Liga Metropolitana de FeBAMBA | CAB

Mateo Obradovich, jugador de U21 de Defensores de Hurlingham, al vivirlo en carne propia, comenta: “Los de primer año de U21 corren con una desventaja muy grande: la diferencia física, ya que muchos en esta categoría están dando sus primeros pasos en el profesionalismo y se enfrentan con los que no se terminan de desarrollar, algunos con muy poca experiencia; es una categoría en la que el roce es bastante fuerte y muchas veces lo físico puede determinar un partido y un torneo también”.

La categoría Flex es una competencia aparte, en la que los clubes que recién empiezan juegan entre ellos para formarse y, en algún futuro, integrar en los torneos convencionales de formativas. El problema de la categoría flex radica en cada fecha, cuando unos días antes mandan un mail a cada entidad participante donde le aclaran en una oración que los árbitros no irán más a los partidos, que jueguen con “idóneos”, es decir personas que sepan un mínimo de básquet y se postulen para arbitrar sin tener el curso de árbitros que da FEBAMBA. Esto cayó mal en los entrenadores, ya que sentían que la federación les estaba quitando seriedad a los partidos al ser el último bastión en cuanto a nivel.

Ramírez, secretario de FEBAMBA, aclara sobre la falta de árbitros: “Estamos dando 1.050 partidos semanales; en 2013 solo se daban 270. Creció la competencia mucho más rápido que las vocaciones arbitrales y por eso no alcanzamos a mandar árbitros capacitados al Flex”. ¿Por qué, si no hay árbitros, organizan tantas competencias? Nadia Corbalan, entrenadora de las categorías U15, U17 y U19 del Flex de Institución Sarmiento de Santos Lugares comentó que la decisión de no designar árbitros para el Flex genera una desvalorización de la competencia muy grande, sacando seriedad y poniendo en un lugar incómodo a los idóneos, ya que no tienen una capacitación previa, dejándolos a la deriva con situaciones con padres, jugadores y entrenadores por quejas del que cobrar durante el partido en un deporte donde hay contacto frecuentemente.

El crecimiento de la FEBAMBA es innegable, pero crecer no siempre significa mejorar. El desafío, quizás, sea volver a escuchar a quienes están todos los fines de semana en las canchas, sosteniendo el básquet desde abajo: los pibes, los padres y los clubes de barrio. Porque si ellos dejan de sentir que el básquet les pertenece, lo que se perderá no es solo un torneo mal armado, sino una generación entera que podría haber encontrado en el deporte una forma de vida.

El adiós a las canchas: la pelota no se mancha 

Por María Azul Ramos Cardozo

El 10 de noviembre de 2001, la Bombonera vibraba como si se estuviera jugando una final, aunque el resultado fuera lo de menos. Era la despedida de Diego Armando Maradona, el hombre que había convertido cada pelota en un acto de fe. Desde temprano, el estadio respiraba un aire espeso, cargado de emoción, nostalgia y una devoción que solo él podía generar. Los cantos no paraban, los papelitos volaban y las banderas se extendían. Era una fiesta llena de emociones, desde felicidad hasta tristeza por la gran despedida.

El partido homenaje se movía al ritmo que Diego podía y quería. No importaba quién jugaba, ni cómo. El público sabía que estaba viendo a un mito despidiéndose de su templo, algo irrepetible. El cielo estaba despejado, casi sin nubes, pero el partido estaba lleno de estrellas: Roberto Ayala, Juan Pablo Sorín, Walter Samuel, Pablo Aimar, Matías Almeyda, Javier Zanetti, Juan Sebastián Veron, “Kily” Gonzalez, Claudio López, Juan Román Riquelme, Enzo Francescoli, el “Pibe” Valderrama, Davor Suker, Hristo Stoichkov, Álvaro Recoba y Eric Cantona.

Zanetti definió como “un privilegio” poder estar presente en aquella despedida, aunque pertenecieron a generaciones distintas, compartieron entrenamientos, amistosos y momentos dentro del ámbito de la Selección, donde Maradona siempre reconoció en la leyenda de Inter a un profesional ejemplar, disciplinado y humilde.

El partido pasó a un segundo plano cuando Diego, con la camiseta de Boca Juniors, subió a un pequeño escenario en el centro del campo. Parado frente a un micrófono, con su mano izquierda en la cintura hizo que el silencio sea absoluto, casi reverencial. Mirando las tribunas rebalsadas, con los ojos húmedos y la voz quebrada dijo: “Esto es increíble”. Entre aplausos que parecían golpearle el pecho, agregó: “La pasión que gracias a Dios tienen por un número 10, que alguna vez les arrancó una sonrisa, yo, la verdad, que no sé con qué pagarles.”

El fútbol le dio a Diego mucho más que una profesión: le dio una identidad, un propósito y un lugar en el mundo. Desde su infancia en Villa Fiorito, la pelota fue para él el camino para escapar de la pobreza y la herramienta que le permitió cumplir el sueño de ayudar a su familia. Aunque él se sintió en falta y por eso declaró: “El fútbol es el deporte más lindo y más sano del mundo que eso no les quepa la menor duda a nadie, porque se equivoque uno no tiene que pagar el fútbol”. 

En ese instante, el estadio se estremeció. Millones entendieron lo que Diego estaba por decir, sin necesidad de explicación. Hablaba de sí mismo, de sus excesos, de sus sombras, de todo lo que se había dicho y todo lo que se diría. Pero al mismo tiempo hablaba del juego, del fútbol como un territorio sagrado que sobrevivía incluso a los errores de sus ídolos. La pelota, pura e inmutable, seguía rodando más allá de cualquier caída humana. Y de algún modo, Maradona volvía a acercarse a ese lugar que sentía tan suyo confesando, entre tartamudeos: “Yo me equivoqué y pagué, pero la pelota no se mancha”. Diego suspiro y parpadeo profundamente, se volteó y con las dos manos tiró un beso a la tribuna. 

“Cuando dijo lo de la pelota, sentí una mezcla de emoción y respeto. Fue como si, por un momento, Diego dejará de ser el ídolo intocable para mostrarse humano, con sus errores y cicatrices. Esa frase nos hizo llorar a todos los que estábamos ahí, porque entendimos que, pese a todo, la pelota y el romance que tenía con ella, seguiría siendo intocable”,  contó Fabián Cuesta, un hincha que fue a ver la despedida de su ídolo y que lo recuerda como uno de los mejores días de su vida. 

El cántico al compás de “Diego, Diego” bajó por las tribunas como un coro celestial y la Bombonera se convirtió en un escenario bíblico. No había crítica posible ni distancia histórica. 

Mientras sus brazos envolvían su silueta, una lágrima recorría su cachete derecho y sus hijas, Dalma y Gianina, lo rodeaban cual guardaespaldas, Diego le agradeció a Dios por crear La Bombonera y por hacerlo hincha de Boca. El astro del fútbol se dejó llevar, sonrió y acompañó a los hinchas con la canción: “Dale bo y dale bo y dale Boca, dale bo”. Mientras agitaba su mano derecha transmitiendo emoción y adrenalina a los jóvenes, tanto que hasta un niño de 7 años, parado en el tope de la reja de la tribuna, lo imitaba. 

El partido de despedida terminó, pero el eco de aquella frase sigue sonando como una sentencia eterna. Porque si algo quedó claro ese día, en ese estadio que explotaba de amor, es que Diego podía equivocarse, pero la pelota, esa compañera eterna que lo hizo inmortal, nunca se manchará. Y en ese reconocimiento se encierra la verdad más profunda de su despedida.

La fotografía en el fútbol argentino: del Ascenso a la Primera División

Por Francisco Dell Inmagine

La foto del debut siempre se guarda. No importa si es en una cancha de barrio, en el Ascenso o en Primera División. Para muchos jugadores, esa imagen es más que un recuerdo: es el comienzo de su camino en el fútbol profesional.

Rodrigo Insúa lo sabe. El día que jugó por primera vez con la camiseta de Barracas Central, el 16 de abril de 2023, fue titular con la número seis en un 0-0 en la cancha de Vélez por Liga Profesional de Fútbol Argentino.

Un fotógrafo retrató ese momento especial. En la foto se lo ve nervioso, con la mirada fija y la camiseta llena de transpiración. Hoy la guarda como un tesoro: representa el inicio de su carrera y la prueba de que había cumplido el sueño de su infancia.

Insúa también conserva una foto junto a su padre, Rubén Darío Insúa, cuando se enfrentaron en un partido oficial, el 28 de mayo de 2023, que fue victoria para Barracas por 1 a 0. Esa imagen lo acompaña más allá de lo deportivo: condensa una historia familiar. “No es solo un recuerdo de la cancha, es un pedazo de mi vida”, el lateral izquierdo de Barracas Central, cuenta sobre el partido contra San Lorenzo.

La fotografía en el fútbol argentino no es solo un registro visual. Es memoria, identidad y sentimiento. Es la forma en que jugadores e hinchas reviven momentos únicos.

Emiliano Viveros, mediocampista de Argentinos Juniors, también guarda con cariño la foto de su debut en Primera. Fue el 6 de noviembre de 2021 contra Independiente, en el Libertadores de América. Tenía 19 años y jugó veinticuatro minutos, pero alguien captó el instante justo cuando entraba a la cancha con sus ojos fijos en la pelota. Esa imagen se transformó en un hito inolvidable para él y su familia.

“Todas mis fotos son importantes, pero la del debut es especial. Ese día todo era nuevo: la cancha, los rivales, la presión. Cada vez que miro la imagen siento lo mismo que ese día”, cuenta Viveros. Muchas terminan en los celulares de su familia o en sus redes. No son solo fotos: son recuerdos que lo hacen revivir momentos importantes.

Además de las fotos oficiales del club, suele comprar otras a Matías Vázquez, un fotógrafo que lo sigue en sus partidos, porque trabaja de manera independiente visitando diferentes canchas del fútbol argentino. La conversación con Vázquez transcurre en su casa de Villa Luro, en una calle tan tranquila que por momentos parece que la ciudad queda lejos. A la vuelta pasa una avenida, pero el ruido no llega; cada tarde, en cambio, se escucha el sonido de los alumnos del colegio de la esquina cuando el barrio se llena por un minuto de voces y mochilas.

Nehuén Paz, zaguero de Huracán, también entiende lo que significan las imágenes en el fútbol. A lo largo de su carrera reunió fotos de todos los equipos en los que jugó; All Boys, Newells Old Boys, Bologna, Lanús, Lecce, Kayserispor, Crotone, Universidad Católica, Estudiantes de la Plata, Independiente Rivadavia, Tigre y Huracán. Una de sus fotos más icónicas es la que lo muestra peleando una pelota con Cristiano Ronaldo,  el 26 de septiembre de 2018, en la jornada 6 de la Serie A. Paz jugó los 90 minutos frente a uno de los mejores del mundo. “Me gusta tener fotos de los partidos y siempre las guardo. Algunas las uso en mis redes, y otras las guarda mi mamá en una carpeta con fotos de toda mi carrera”, dice Paz. Luego de su debut el 22 de septiembre de 2013, en All Boys, ante River Plate, compraba las fotos impresas. Hoy, aunque todo es digital, sigue valorando cada imagen como un recuerdo único.

El trabajo de los fotógrafos empieza mucho antes de que la pelota comience a rodar. Llegan con mochilas llenas de cuerpos de cámaras, lentes y baterías de repuesto. Caminan por los pasillos internos del estadio mientras escuchan el eco de los parlantes probando sonido, el murmullo de la gente entrando, el silbido de un vendedor de gaseosas. En la zona de prensa revisan tarjetas, limpian lentes y estudian la luz de la tarde o de los focos preparados para la noche.

Cuando salen a la cancha, sienten el olor a pasto recién cortado y los primeros gritos de la popular; se escuchan los bombos y los cánticos de la hinchada. También calientan: disparan las primeras fotos; en este caso no hay improvisación, hay rutina.

Detrás de esas fotos están ellos, los que cuentan la historia sin hablar. Gonzalo Díaz, fotógrafo de Platense, lo resume: “El momento más especial es el festejo de un gol. Dura segundos y hay que estar listo para atraparlo. La foto tiene que mostrar cómo se vive de verdad ese partido”. Para Díaz, lo esencial es que quien mire la imagen, sienta ese instante como si estuviera ahí. Vázquez coincide con Díaz, pero agrega: “No alcanza con una jugada. El fotógrafo aspira a ir más allá de retratar un partido”. Busca imágenes de abrazos, bronca, alegría, tribunas saltando. Esa mirada lo lleva a hacer fotos distintas a las que publican los clubes, mostrando la emoción verdadera del fútbol.

Martín Kessler, fotógrafo del Club Atlético San Miguel, dice que el trabajo cambia según la categoría. En el Ascenso hay más cercanía y menos reglas: “Podés estar al lado de la línea de cal, hablar con los futbolistas, moverte con libertad para buscar la mejor foto”.

En los partidos de Primera División detrás de los arcos hay zonas marcadas donde solo pueden estar los fotógrafos. Cada uno tiene su lugar asignado y no se puede mover libremente por toda la cancha, salvo cuando hay un gol, para la foto del festejo. Esa distancia hace que sea más difícil tener contacto con los jugadores o captar momentos espontáneos. También influye mucho en las chances de sacar la foto que se persigue, porque a veces la jugada pasa en el campo contrario y solo queda observar.

El fotógrafo trabaja en silencio, pero vive dentro del partido. Escucha puteadas, indicaciones, ruido del travesaño, el estallido de la tribuna, decisiones del técnico, pedidos de pelota de los jugadores. Moverse rápido sin molestar. Elegir bien el ángulo. Decidir en décimas de segundo. Ello no es solo sacar fotos: es contar un partido completo desde el visor.

Cuando termina el partido, algunos fotógrafos se quedan editando allí mismo, recortando, ajustando luz y color para que el club suba el contenido en minutos. Otros emprenden la vuelta a casa, con la cámara aún caliente. En 90 minutos pueden haber tomado más de mil fotos: abrazos, discusiones, atajadas, miradas y detalles que nadie ve desde la tribuna. “El trabajo no termina con el pitazo final”, suelen decir. Son ellos quienes congelan abrazos y lágrimas en imágenes que perduran.

Cada estadio tiene su mística: no es lo mismo capturar un festejo en el pasto húmedo del Ascenso que en un gran estadio. El Cilindro, el Monumental o el Kempes no solo son escenarios, también son parte del contexto. Una foto en ellos suma un simbolismo que el hincha reconoce.

Gracias a su trabajo, hoy existen fotos que forman parte de la historia del fútbol argentino. La más antigua conocida es la del Lomas Athletic Club de 1893. También hay del primer Superclásico, en 1913, cuando River le ganó 2-1 a Boca en Avellaneda. No son simples imágenes viejas: son recuerdos que muestran la esencia del fútbol de entonces. Las cámaras eran grandes y lentas, pero esas fotos abrieron una puerta: la del fútbol visto a través de la lente. Podemos ver cómo fueron los inicios y el crecimiento del fútbol. Muestran cómo eran los jugadores, la ropa, los zapatos y los estadios, muy distintos a los actuales.

Reflejan un fútbol simple, sin tecnología ni luces, solo pasión. Mirarlas es viajar en el tiempo y sentir lo que vivían futbolistas e hinchas de épocas pasadas.

Lo mismo pasa hoy. Cuando Platense ganó la final del Torneo Apertura 2025 de la Liga Profesional de Fútbol de Argentina contra Huracán en Santiago del Estero el 1° de junio de 2025, Gonzalo Díaz, fotógrafo del Calamar estuvo ahí. La foto del festejo con la copa ya forma parte de la historia de Platense. Para hinchas y jugadores esa imagen vale tanto como el trofeo. Es un momento que revive cada vez que se la mira.

Insúa, Viveros, Paz y tantos otros futbolistas saben que sin esas fotos parte de sus carreras se perdería. Los fotógrafos también lo saben: detrás de cada disparo hay emoción y un gesto que pasa en segundos. En cada partido, entre miles de imágenes, siempre hay una que termina siendo la más valiosa, ya sea para un futbolista, para el club o para los medios de comunicación.

La fotografía en el fútbol argentino no se trata solo de capturar la jugada perfecta. También preserva momentos, como por ejemplo resulta el caso de la madre de Paz, Olga, con su carpeta de fotos de cada club en que jugó su hijo. Guarda emociones para el protagonista: la primera foto, un gol en un clásico o el último partido.

Algunas imágenes se vuelven eternas. El abrazo del alma en 1978 es una de ellas: Fillol y Tarantini arrodillados en el pasto después de la final y a su lado Víctor Dell’Aquila, el hincha que se suma al festejo con sus mangas vacías moviéndose en el aire. No tenía brazos, pero igual formó parte de ese abrazo que quedó para siempre en la historia.  Fue tomada por el fotógrafo Ricardo Alfieri. Otra foto se reconoce al instante: la Mano de Dios en México 86 tomada por Eduardo Longoni. Una más actual corresponde a Messi con la Copa del Mundo en 2022, tomada por el britanico Shaun Botterill de la Agencia Getty Images.

La tecnología transformó por completo el trabajo de los fotógrafos. Antes llevaban cámaras con rollos y cada disparo era una decisión: si la jugada era dudosa, muchos preferían no gastar una foto porque después no podían ver el resultado hasta el revelado. Más de una vez terminaba un partido sin saber si la imagen del gol había quedado nítida o perdida entre el movimiento.

Hoy el cambio se nota en la misma cancha: sacan la foto, miran la pantalla al instante, hacen un recorte rápido y  ahí mismo la envían por WhatsApp o por algún sistema del club. A veces la imagen ya está publicada mientras los jugadores siguen festejando. Ese salto de esperar horas a resolver todo en segundos, muestra cómo la tecnología desarrolló el oficio.

En esencia, la fotografía en el fútbol argentino es una pequeña pero muy importante parte de ese gran deporte que no es simplemente uno más; es reconocida y valorada, es utilizada por todas las otras partes, de formas muy variadas, es recuerdo, es emoción. Y tal como se refleja según las historias aquí expuestas, forma parte de la vida de todos los involucrados.

Bases vacías: la infraestructura como obstáculo del béisbol y el sóftbol en Argentina

Por Facundo Mariño

El béisbol se posiciona, con un aproximado de 65 millones de personas, entre uno de los 12 deportes más practicados del mundo. No así en Argentina, la tierra donde el fútbol, el tenis y el rugby predominan. Con una comunidad que en la última década creció de forma exponencial, el béisbol escaló puestos en la consideración dentro del deporte argentino. Esto podría atribuirse, en su mayoría, al incremento de la migración venezolana en los últimos diez años. Según un estudio del Registro Nacional de las Personas (RENAPER), la población venezolana en Argentina, que constituía el 0,7% en 2012, experimentó un importante aumento, alcanzando el 39,3% en 2020.

Sergio España, beisbolista amateur nacido en Venezuela y radicado en Argentina, resalta las diferencias infraestructurales entre su país, una de las selecciones potencia del deporte masculino (ocupa el sexto puesto en el ranking mundial de selecciones), y Argentina. España comenzó a practicar a los tres años el deporte de manera recreativa en su país natal. Unos años después ingresó a la Escuela de Béisbol Menor Ingenieritos, en Puerto Ordaz, estado de Bolívar. Ya con 26 años, viajó a Argentina y comenzó a practicar el deporte en el Club Comunicaciones, para, en 2024, pasar a formar parte del Club Dirección Autárquica de Obras Municipales (DAOM). Habiendo jugado en Comunicaciones y DAOM, remarca una diferencia importante de instalaciones. DAOM posee una cancha de césped sintético destinada a la práctica del béisbol, no así Comunicaciones, que tiene una cancha de fútbol utilizada principalmente por las divisiones inferiores del club, que cuando no está en uso, los arcos son removidos y las bases del béisbol son colocadas en sus lugares.

La Escuela de Béisbol Menor Ingenieritos, en comparación a los clubes argentinos, presenta diferencias. En Venezuela, la mayoría de lugares donde se practica y entrena béisbol suelen ser escuelas designadas exclusivamente al béisbol, a diferencia de Argentina, donde suelen ser clubes polideportivos.

A pesar de las carencias infraestructurales, Argentina cuenta con ligas y competiciones regidas por una asociación nacional. En el presente, la entidad que organiza el béisbol en el país es la Federación Argentina de Béisbol (FAB). En cuanto al masculino, la FAB se encarga de organizar algunas ligas: Liga Argentina de Béisbol (LAB), nacida en 2017, es en la actualidad la principal competencia federal y reúne a los siete equipos de las tres provincias donde más béisbol se practica: Buenos Aires, Córdoba y Salta. Estos clubes son DAOM, el último campeón; Vélez y Patriots (Buenos Aires). Hawkers y Dolphins (Córdoba); y Cachorros y Popeye Béisbol Club (Salta), el club que más veces ha campeonado.

Agustín Tissera, integrante de la selección mayor de béisbol y jugador del Club Dolphins de Córdoba, cuenta cómo comenzó en el deporte y su actualidad en la Liga Argentina y en el seleccionado: “Empecé a jugar a los nueve años con amigos en la plaza por ver el deporte en la TV; después nos enteramos de que había un club de barrio donde se podía practicar béisbol y estaba federado. Por eso comenzamos ahí”. Se trata de Alas Argentinas de Córdoba, un club social y deportivo donde el fútbol, tenis, hockey, básquet y béisbol se practican. Respecto a las instalaciones de Alas Argentinas en ese momento, Tissera las define como “precarias” y agrega: “No había una cancha de béisbol en sí, solamente un rectángulo de tierra y un cage (jaula de bateo) para batear”. Con el paso de los años, el nacido en Córdoba fue mejorando beisbolísticamente y pasó al Dolphins, uno de los equipos más importantes de la LAB. Allí, las mejoras en la infraestructura fueron notables: el club posee un campo exclusivo para el deporte y con medidas casi reglamentarias.

Por su parte Facundo Fraiman, actual jugador de Ferro y ex entrenador de Comunicaciones, habla sobre su camino en el deporte, denotando cómo cambió el béisbol a lo largo de los años. A los seis años comenzó jugando en el club Alas Argentinas (AFALP), en Ciudad Jardín, Palomar. Allí, Fraiman cuenta que los recursos eran muy precarios: “Cero importancia de nada, el que tenía algo era porque se lo traía de afuera. Si no, el club tenía dos bates por categoría de material aluminio y muy gastados”. Respecto a las pelotas, el ex entrenador de Comunicaciones cuenta que cuando se gastaban, le sacaban el cuero y las encintaban para poder seguir utilizándolas. No existió un gimnasio destinado a los deportes amateurs hasta varios años después. En comparación a AFALP, los clubes donde luego Fraiman estuvo, contaban con algunas mejoras de instalaciones. En Júpiter, donde jugó cuatro años, no tenía que compartir el campo con otras disciplinas porque el club contaba, y aún cuenta, con una cancha destinada exclusivamente al béisbol.

El béisbol femenino fue ganando reconocimiento, muchas veces de la mano del sóftbol, su deporte hermano. Durante décadas, el sóftbol fue la principal opción para las mujeres interesadas en deportes de lanzamiento de pelota, ya que el béisbol estaba reservado casi exclusivamente para los hombres. No obstante, el béisbol femenino ganó popularidad en el país en los últimos cinco años. Un ejemplo de este crecimiento es la selección mayor, integrada por mujeres nacidas de 2005 en adelante. Sin embargo, la falta de recursos económicos se hace notar. Mediante su cuenta de Instagram, la selección femenina buscaba recaudar fondos para poder viajar, y es que desde el 19 de septiembre al 27 representarían al país en los Juegos Panamericanos de Venezuela. Finalmente, los resultados deportivos fueron negativos, terminando en la última posición tras perder sus 4 partidos disputados.

Julieta Rodríguez, jugadora de Escuelas Cordobesas de Béisbol y Softbol (ECByS), comenta que en 2022 comenzó a practicarlo allí y recuerda: “Empezamos siendo cinco locas enamoradas del deporte y ahora somos un equipo completo. Se fueron agregando de a poco todas, y se contagian…”.

Hay un deporte que se suele relacionar con el béisbol por sus similitudes. Se trata del softbol, una práctica que surgió en Estados Unidos a fines del siglo XIX como derivación. Al igual que el deporte original, el sóftbol se compone de dos equipos de nueve jugadores que tienen como objetivo anotar la mayor cantidad de puntos tras batear la pelota y pasar por cuatro bases hasta llegar al “home”. Las principales diferencias son la pelota y la técnica de lanzamiento. En el béisbol, la pelota suele pesar entre 142 y 149 gramos, mientras que en su derivado, el peso varía entre 177 y 198 gramos y, además, suele ser de un color amarillo o verde claro. En cuanto a la técnica, el lanzador tira la bola por debajo del hombro y no por encima, como en el béisbol.

En Argentina, el deporte se afincó en la provincia de Entre Ríos, donde se fundó la Federación Argentina de Sóftbol, que rige al Campeonato Nacional de Clubes de Sóftbol Argentino, principal torneo de equipos en el país. Reúne a los principales equipos y está compuesto por cuatro zonas: Zona Campeonato, Ascenso, Promoción y Estímulo, clasificadas por jerarquía.

El seleccionado masculino del país es considerado potencia mundial y ocupa el tercer puesto en el ranking mundial de la World Baseball Softball Confederation (WBSC), detrás de Venezuela y Japón, respectivamente. En su palmarés destacan dos medallas de oro, dos de plata y dos de bronce en el Campeonato Panamericano; una de oro y dos de bronce en los Juegos Panamericanos; y una medalla de oro en el máximo torneo de selecciones, el Campeonato Mundial de Softbol disputado en República Checa, en 2019.

Mariano Montero, campeón del mundo en 2019 y actual coach del seleccionado mayor, habla sobre su paso por la selección: “En 2007 fui citado por primera vez y un año después ya estuve en mi primera gira internacional (Estados Unidos y Canadá)”. Montero disputó un total de cinco mundiales. Luego, cuenta cómo eran las condiciones de entrenamiento en el Club Patronato, institución que lo vio nacer: “No teníamos cancha, entrenábamos detrás de la tribuna de la cancha de fútbol. Buscábamos algún campito o descampado para entrenar”. También se expresa respecto a la actualidad del deporte en el país: “Estoy convencido de que para que el sóftbol crezca tiene que darse en las escuelas, debe llegar a la base de los niños”. El ex jugador de Patronato contrasta la realidad del sóftbol masculino y femenino, y señala que, si bien a nivel mundial el sóftbol femenino tiene mayor relevancia, en el país ocurre lo contrario. “No existen los mismos recursos para los hombres y las mujeres”, concluye Montero.

Al contrario del seleccionado masculino de sóftbol, el femenino atraviesa otra realidad, que si bien está lejos de ser negativa, no parece ser del todo positiva. En la actualidad el equipo femenino se encuentra ubicado en la 30° posición del ranking de la WBSC. Fue campeona en los Campeonatos Sudamericanos de 2022 y 2024, y obtuvo medallas doradas en los Juegos Sudamericanos de 2019 y 2024. En su versión femenina y a diferencia de la masculina, el sóftbol es uno de los deportes incluidos en los Juegos Olímpicos y el seleccionado nunca llegó a tener su participación en el mayor evento polideportivo a nivel mundial.

A pesar de las limitaciones en infraestructura e instalaciones, tanto el béisbol como el sóftbol atraviesan un crecimiento “a pura garra”, impulsado por sus deportistas y la comunidad migrante venezolana. Esto se debe en gran parte al accionar de organizaciones como el Ente Nacional de Alto Rendimiento Deportivo (ENARD), que brinda apoyo al deporte solo cuando se obtienen resultados positivos.

Baby fútbol en la ciudad y el conurbano de Buenos Aires: entre la ilusión de los chicos y la presión por ganar

Por Lucía Seery

En Argentina, donde la pasión por el fútbol late tan fuerte, el baby fútbol se vive con la misma intensidad que un superclásico. El epicentro, en la ciudad y el conurbano de Buenos Aires, concentra decenas de ligas desde las que salieron campeones del mundo en Qatar 2022. Esta versión reducida y vibrante del fútbol convoca a más de 40 mil chicos de entre 6 y 13 años que corren, gambetean y celebran goles como si fueran finales del mundo en Villa Lugano, en Avellaneda, en Lanús, en Lomas de Zamora o en Haedo.

La Federación de Escuelas de Fútbol Infantil, conocida como FEFI, despliega en 2025 su campeonato anual con más de 420 equipos en siete categorías —2018, 2017, 2016, 2015, 2014, 2013 y 2012— y con más de 25.000 jugadores. FEFI, cuya sede está ubicada en Arregui 3995 en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, empezó con apenas diez clubes y 400 chicos y ahora llena los sábados de color y fútbol, entre mates y bizcochos en las tribunas familiares. A pocas cuadras, la Fundación de Baby Fútbol (FAFI) organiza su Torneo Oficial y la Copa de Campeones con unos 100 clubes y más de 6.000 chicos.

En la zona sur, la Federación Infantil de Clubes de Barrio (FICBA) está sumando instituciones desde su fundación en 2021. El torneo que arrancó con 30 clubes en la Copa Maradona hoy reúne más de 26, con finales que se juegan en el microestadio Antonio Rotoli de Lanús. Al oeste del conurbano, en Haedo, el Encuentro Deportivo de Fútbol Infantil (EDEFI) está incorporando a clubes como Vélez, con su legendaria cantera. Y en Almirante Brown, la Asociación Deportiva Infanto Juvenil Almirante Brown (ADIAB) celebrará un nuevo aniversario, número 36 desde su fundación, de su trabajo con las divisiones menores el próximo 3 de enero.

Pero detrás de esa masividad también aparecen tensiones y desafíos. Sebastián Silvagni, técnico en años anteriores en San Martín de Burzaco y Olimpia, de varios jugadores que después llegaron al profesionalismo, como Leandro Brey, arquero de Boca, advierte que, si bien la gran mayoría de los futbolistas de Buenos Aires pasaron por esas canchas reducidas, hay mucho por mejorar: la capacitación de los entrenadores, muchos de ellos padres que dirigen sin preparación pedagógica, la frecuencia de entrenamientos y los recursos materiales: “Vi infinidad de casos de técnicos que no conocen el juego, que no saben planificar un entrenamiento y hasta les hablan mal a los pibes. Eso está mal”. Según Silvagni, lo ideal sería que los chicos tengan al menos tres prácticas semanales y que cada entrenamiento disponga de las pelotas suficientes: “Un estímulo semanal no es nada, y no podés entrenar 15 chicos con dos pelotas”.

Al caminar por las canchas de clubes como Defensores de Glew, Club Olimpia o Deportivo Mármol, todos de zona sur, la desigualdad de recursos se hace evidente. Algunos cuentan con entrenadores formados y pelotas para cada jugador, mientras que en otros, como Santa Ana de Monte Chingolo, apenas con dos pelotas alcanzan para 15 chicos y los entrenamientos quedan en manos de padres que hacen lo que pueden. Esto no solo condiciona el aprendizaje técnico y futbolístico, sino también el entusiasmo de los pibes, que muchas veces sienten que el juego deja de ser un espacio de disfrute para convertirse en una lucha por un lugar en la cancha.

En cada uno de estos rectángulos reducidos, pintados probablemente a mano por los socios, los chicos aprenden mucho más que a patear: control de pelota en espacios chicos, pases cortos y rápidos, cambios de dirección, lectura táctica y toma de decisiones en segundos. Sus piernas se fortalecen, su coordinación se afina y, sobre todo, incorporan valores: respeto, trabajo en equipo, disciplina y el manejo de la presión. Algunos se enfrentan por primera vez a la derrota y aprenden a controlar la frustración.

“En nuestro club, que tiene más de 80 años en el barrio, vimos pasar cientos de chicos. Algunos llegaron lejos, otros no, pero todos se llevaron algo: amigos, recuerdos, valores. Y eso, para mí, vale tanto como cualquier campeonato”, comenta Pablo Filone, presidente del Club Atlético Olimpia, de Lomas de Zamora. Hay clubes de barrio que traspasan generaciones, y los padres y abuelos recuerdan sus propios partidos y celebran cada gol como si fueran de ellos.

Todo se transforma en elecciones de vida, invisibles en los resultados de la tabla, pero fundamentales para la formación. “Que años más tarde, los chicos que ya se retiraron pasen los sábados de jornada por el club, dice mucho del sentido de pertenencia que crearon”, agrega Filone.

La escena se repite: camisetas transpiradas, zapatillas con polvo de cancha, abrazos después de un gol. Los padres se acomodan en la tribuna improvisada, las banderas flamean. El baby fútbol, lejos de ser solo un juego, es la escuela donde el fútbol argentino de la ciudad y el conurbano de Buenos Aires aprende a ser eterno.

Más allá de los resultados y de la tabla de posiciones, el baby sostiene una estructura social. En los clubes de barrio, los chicos no solo aprenden a dominar la pelota, sino que aprenden a esperar su turno, a compartir la merienda después de los entrenamientos, a crecer acompañados. Para muchas familias, el club es una segunda casa, que se transforma en un refugio durante los tiempos difíciles y un espacio donde los hijos encuentran contención, amigos y referentes.

“Acá no solo vienen a jugar: vienen a aprender lo que significa estar en equipo, a respetar reglas y a disfrutar del deporte sin dejar de lado, por ejemplo, la escuela”, explica un delegado histórico del club Olimpia de Lomas de Zamora. Esa doble dimensión, deportiva y educativa, es lo que hace del baby un fenómeno único: un semillero de futbolistas, pero también un semillero de personas.

Los que pisan un club con frecuencia saben que es entrar y ver las banderas colgadas en las paredes con los equipos de los años anteriores, algunas deshilachadas por el paso del tiempo, otras recién colgadas, todas testigos silenciosas de goles, victorias y derrotas. Entre ellas, se leen frases como “Siempre hablo de vos”, bandera de la categoría 2016 del Olimpia situado en Saavedra 612 Lomas de Zamora, un guiño al amor incondicional por los colores de la camiseta que representa mucho más que un club: es la segunda casa.

Sin embargo, en otros clubes, como en el Atlético Llavallol del sur del conurbano, algunas familias optan por cambiar a sus hijos de club porque pasan más tiempo mirando desde el banco de suplentes que corriendo en los partidos de su categoría. La línea fina entre la competencia y la ambición por ganar un campeonato, descuidando otros aspectos de la enseñanza de los niños, y la preservación de los valores de cada chico que pasa por el club y busca llevarse algo más que minutos en la cancha para el resto de su vida.

Una madre, del Atlético Llavallol, que acompaña cada fin de semana cuenta, con bronca contenida: “Mi nene ama jugar acá, pero muchas veces vuelve triste porque no entra. Entiendo que todos quieren ganar, pero a los siete años lo que más importa es que se diviertan y que tengan su lugar”. La tensión entre la competencia y la formación atraviesa a varios clubes barriales, donde el deseo de levantar una copa a veces desplaza el objetivo de enseñar.

En ese límite difuso, los clubes se convierten en una especie de termómetro social: algunos refuerzan la contención y el sentido de pertenencia, mientras que otros caen en la lógica de “ganar a cualquier precio”. Y es ahí donde los sueños infantiles, que empiezan entre banderas y zapatillas gastadas, pueden transformarse en decepción demasiado pronto.

Con más de 40 mil chicos participando en distintas ligas en la ciudad y el conurbano de Buenos Aires, el baby fútbol conforma hoy una red deportiva que reúne más de 200 clubes, desde instituciones históricas de barrio como La Floresta, fundado en 1897, hasta organizaciones surgidas en los últimos años. FEFI, FAFI, FICBA, ADIAB o EDEFI sostienen torneos anuales con distintos formatos; como la competencia regular durante el año que culmina con la famosa Copa de Campeones que la disputan los mejores equipos de cada zona, con sedes distribuidas en Buenos Aires, Lanús, Lomas de Zamora, Avellaneda y el oeste bonaerense, depende la liga.

Y a pesar de las diferencias en infraestructura como muestran diversos clubes, la actividad continúa en expansión y cada vez más instituciones suman entrenadores, horarios de práctica y categorías debido a la cantidad de niños que eligen jugar al fútbol desde chicos, así lo demuestran los clubes desbordados de chicos.

Langenauer, denunció los abusos en Independiente y fundó una ONG para acompañar a otros varones 

Por Faustino Licursi

“El 21 de marzo de 2018 cambió mi vida para siempre”, recuerda Fernando Langenauer al hablar del día en que denunció los abusos sexuales cometidos contra algunos futbolistas de la pensión de Independiente, de la que era el coordinador en ese entonces. Aquel repugnante momento marcó un antes y un después en su vida profesional y personal.

Langenauer tiene 44 años, dos hijas y es licenciado en Educación, profesión a la que se dedica desde hace mucho tiempo. Actualmente trabaja en el Club Macabi y hace casi un año fundó Validando, una organización que acompaña a otros varones víctimas de abusos.

Pero la historia del protagonista comenzó mucho antes, en 2012. “En los momentos de crisis aparecen oportunidades”, señala. Aquel año atravesaba una etapa difícil en su vida y gracias a su profesor de teatro consiguió incorporarse a la institución. Durante los dos años que trabajó allí, impulsó propuestas educativas con los chicos de la pensión: dio clases de teatro para ayudarlos a expresar emociones, creó un espacio de charlas que llamó Fútbol, Educación y Cultura, y desarrolló un proyecto de articulación pedagógica del fútbol amateur para actuar como nexo entre las distintas áreas. “Es el mejor trabajo que he hecho en mi vida. Lo disfruté un montón”, confiesa.

Esa experiencia en Vélez fue clave para que lo convocaran desde el club de sus amores, Independiente de Avellaneda, dos años más tarde. Allí ejerció seis años como coordinador de la pensión, donde replicó lo realizado en su etapa anterior: talleres, espacios de diálogo y un acompañamiento más cercano a los chicos. Cuando asumió el cargo, el índice de repitencia escolar era del 95%, y al año siguiente, solo uno de los 74 jugadores repitió.

Sin embargo, en 2018 se encontró con una realidad que cambiaría su vida. Ariel Ruiz, uno de los tres psicólogos que trabajaban con los juveniles del Rojo, le comunicó que varios chicos habían sido abusados sexualmente a cambio de dinero. “Denuncié porque era lo que correspondía”, expresa.

Tras la denuncia, Langenauer acompañó a cada una de las víctimas, algunas menores de edad, se comunicó con sus madres y estuvo presente durante todo el proceso judicial. Aunque ya no formaba parte del club, del que se alejó en marzo de 2021 para poder estar más presente en su familia y no perderse el crecimiento de sus hijas, siguió involucrado en cada instancia del caso hasta que, finalmente, en diciembre de 2023 se dictó la sentencia para cuatro de los seis imputados (otro fue condenado más tarde y hay uno sin fecha de juicio). “Me pregunté si la pena era sanadora para alguien. ¿A quién le reparó? Ni a los chicos ni a mí”, reflexiona.

En 2023 colaboraba en una ONG que acompañaba a mujeres y su tutora le hizo notar que existían espacios de ayuda para ellas, pero ninguno para hombres. A partir de esto, Langenauer impulsó su propio proyecto y, tras planificarlo y consultar con profesionales y personas cercanas, el 19 de noviembre de 2024 fundó Validando, la primera organización de Latinoamérica dedicada exclusivamente a dar contención a varones que sufrieron abuso. “Me animé a hacerlo porque siento que cuando uno encuentra el propósito de lo que quiere hacer, la magia aparece. Y con mucha ayuda, apareció”, afirma.

Desde su fundación, el equipo de Validando construyó un espacio de escucha donde cada historia es validada y encuentra un camino posible hacia la sanación, ya que sostienen que la justicia legal, aunque necesaria, no alcanza para reparar las heridas que deja el abuso. “Mi propósito de vida es poder ayudar, asistir y hacer que otros se sientan mejor. Me dan ganas de poner energía ahí y, junto con mi equipo de trabajo, acompañar los procesos de sanación de personas que pasaron un momento difícil”, explica Langenauer.

Validando nació del compromiso de ofrecer acompañamiento integral a quienes atravesaron situaciones de abuso. Su misión es brindar a cada hombre un espacio seguro y empático, donde pueda hablar y ser escuchado, para comenzar su proceso de sanación sin temor al juicio o al rechazo.

A falta de poco más de dos semanas para su primer aniversario, la organización continúa creciendo con un objetivo claro: construir un mundo donde el dolor y el abuso no queden en la sombra, que cada hombre tenga un lugar para sanar y se promueva una sociedad consciente, empática y justa. “Cuando empecé, pensé que nadie me iba a llamar. Hoy trabajamos con 16 víctimas varones y también acompañamos a dos mujeres”, cuenta su fundador. 

Su historia se transformó en un propósito de vida que trascendió lo personal y que encuentra sentido en el acompañamiento a otros.

 

 

Fútbol inclusivo en Avellaneda: la pelota abre caminos

Por Matías Rissi

En la tarde soleada y ventosa del sábado 25 de mayo de 2024, el polideportivo José María Gatica, de Villa Domínico, Avellaneda, dio el puntapié inicial en el fútbol inclusivo, para personas con diferentes discapacidades (sensoriales, motrices, intelectuales), de diferentes edades, géneros y culturas. Se jugó la tercera fecha de la Liga Nacional de Fútbol Inclusivo organizada por la Federación Argentina de Deportes para personas con Discapacidad Intelectual (FADDIM)y la Asociación Civil Andar.

No era un partido más sino la confirmación de que en Avellaneda el fútbol también es un puente, un lugar de encuentro sin barreras. Durante esa jornada el Seleccionado Municipal de Avellaneda jugó partidos amistosos contra Independiente, Racing Club y Argentinos Juniors. Entre cada pase, cada gol y cada abrazo, quedaba claro que lo que estaba en juego era mucho más que un resultado deportivo.

El evento contó con la presencia del intendente de la ciudad de Avellaneda, Jorge Ferraresi, y la jefa de Gabinete, Magdalena Sierra, quienes desde las tribunas acompañaron con aplausos, junto a representantes de la Federación Argentina de Deportes para Personas con Discapacidad. Este partido marcó un hito en el desarrollo del fútbol inclusivo en la ciudad y consolidó al Gatica como un espacio clave para la integración deportiva. El programa ya estaba en funcionamiento desde 2022 y cobró mayor visibilidad con la participación de Avellaneda como sede de la Liga Nacional de Fútbol Inclusivo.

La idea de la propuesta fue impulsada, a finales de 2016, por la gran demanda de madres y padres con hijos con autismo y profesores de Educación Física, quienes en conjunto comenzaron a planificar actividades recreativas en los diferentes polideportivos y con total apoyo de la Municipalidad de Avellaneda, que buscó garantizar el derecho al deporte para todas las personas, sin barreras físicas, cognitivas ni sociales.

El fin es fomentar la integración social, mejorar la calidad de vida de los participantes y generar comunidad a través del fútbol. “El deporte es un derecho, y nuestra obligación es generar las condiciones para que sea accesible para todos”, declaró Ferraresi en una de las jornadas realizadas en el Gatica.

https://www.facebook.com/watch/?v=334398289766671

El objetivo actual de los propulsores del plan de inclusión es poder afiliarse a FADDIN, para poder participar oficialmente en la Liga de Futsal Inclusivo. “Empecé a practicar fútbol en un club de Lanús, pero cuando llegué a este poli enseguida me hicieron sentir parte del equipo. El José María Gatica me cambió la vida”, comenta Gerardo Serrizuela, de 26 años, defensa del equipo luego de su entrenamiento.

Hoy, las prácticas en El Gatica se organizan dos veces por semana bajo la coordinación de profesionales capacitados los lunes y jueves a las 16. El impulso inicial vino de la mano de Martín Batista, coordinador e iniciador del proyecto. Junto a él estuvieron codo a codo las profesoras de Educación Física Eugenia Pérez y Micaela Lagos. Batista charló en el Gatica luego del entrenamiento acerca de sus emociones.

-¿Qué deportes o actividades se comenzaron a realizar?

-La primera actividad planificada junto con las coordinadoras Eugenia Pérez y Micaela Lagos fue en el Polideportivo Proyecto Nacional ubicado en el barrio Azul, Wilde. Se trató de pileta adaptada; previamente se capacitó a los profesores, guardavidas y personal administrativo para que todo saliera bien. Dada la alta demanda y el gran número de inscriptos se desarrolló una actividad de campo y se creó la Escuela Deportiva para personas con discapacidad.

-¿Cómo fue el crecimiento del Polideportivo José María Gatica?

-Fue uno de los primeros polideportivos, el más emblemático del distrito de Avellaneda por la zona estratégica de su ubicación. Había quedado un poco desactualizado sobre las demandas de la actualidad de los vecinos y vecinas de Avellaneda. Fue reparado, reformado. Se generaron más espacios deportivos, más infraestructura. Se construyó la pileta semiolímpica con una mirada al alto rendimiento, oficina para el personal, medicina de deportes, una pista de atletismo oficial, tres canchas de futsal, una de once sintética, cancha de básquet, de lanzamiento de bala y también se funciona el predio DAR, Domínico Alto Rendimiento, y el edificio del Profesorado 101, donde se forman los futuros profesores de Educación Física. Es todo un polideportivo integrado.

-¿Qué desafíos encontraron al comienzo?

-En cuanto a la infraestructura deportiva estábamos tranquilos porque la Municipalidad tenía el mismo objetivo. Un desafío importante era la formación y capacitación de todas las personas que intervenimos en el proyecto. Y todo fue muy satisfactorio, ver que las personas que asisten mejoraban su calidad de vida.

-¿Cambió tu forma de ver la inclusión desde que comenzaste a trabajar acá?

-Uno siempre va aprendiendo a través de la experiencia. Siempre me gustó trabajar con personas con discapacidad en el contexto deportivo. Se puede trabajar niveles como deporte terapéutico, deporte social y deporte de alto rendimiento para personas con discapacidad. Me gusta y planifico para llevar a cabo actividades para que el deporte llegue a todos los vecinos de Avellaneda.

María José Montes de Oca, profesora de Educación Física, integrante del proyecto inclusivo, agregó: “El impacto de este proyecto fue muy positivo porque al sumarse más oportunidades para personas con discapacidad las familias están súper contentas y nos lo hacen saber día a día”. Si hablamos de actividades para personas con discapacidad visual, motriz, intelectual y neurodiversidad, Avellaneda se consolida como un ejemplo de política deportiva inclusiva en la provincia de Buenos Aires, con clubes y polideportivos municipales que trabajan en el tema.

Racing no se quedó quieto y se convirtió en el primer club grande en lanzar un equipo de Powerchair Football, fútbol en silla de ruedas eléctrica, en marzo de 2025. Es una disciplina mixta, jugada por personas con discapacidades motrices severas, en la que se utiliza un balón más grande. El equipo del club Racing Integrado participó de la Liga Nacional de Fútbol Inclusivo de Clubes de AFA (Asociación del Fútbol Argentina), organizada por FADDIM y por el Comité Paralímpico Argentino, con 13 clubes y casi 900 jugadores. El Powerchair Football es un deporte muy popular en países como Francia, Estados Unidos y Brasil.

Además, la Academia cuenta con un programa muy completo de fútbol adaptado a través de su área Racing integrado/Departamento de Discapacidad. Tiene iniciación y deporte recreativo multisport, donde se combinan fútbol, básquet, handball, netball y natación. En el Futsal inclusivo no se quedó atrás y fue el primer club afiliado a AFA que recibió una fecha de la Liga de Futsal Inclusivo organizada por FADDIM.

El Club Atlético Independiente se focaliza más en tenis adaptado (con silla de ruedas) y boccia con coordinación paralímpica y cuenta desde 2024 con iniciativas de fútbol adaptado en modalidades recreativas e inclusivas. El equipo disputó campeonatos y obtuvo al menos diez títulos en ligas de fútbol adaptado, bajo la coordinación técnica de Fabián Grasso. El estadio Libertadores de América cuenta con 358 plateas accesibles y un palco sensorial adaptado para personas dentro del espectro autista, inaugurado en 2025.

En el Polideportivo Delfo Cabrera, en Sarandí, se inauguró en septiembre de 2023 la cancha municipal para Fútbol de Ciegos. Tiene dimensiones reglamentarias, mide 42 x 20 metros, es de césped sintético con veredas táctiles, señalización en braille, parapelotas y banco de suplentes especialmente adaptada para fútbol para ciegos. Allí entrena el equipo mixto de Fútbol 5 Las Pirañas.

Las Pirañas debutaron en 2022 en la Liga Nacional de Fútbol para Ciegos en la cancha de La Quemita del club Huracán, y luego jugó amistosos en el Delfo Cabrera contra equipos como Estudiantes de La Plata. Desde 2023 las fechas de la Liga Nacional se realizaron también en la cancha de Avellaneda, donde “Las Pirañas” son locales. Comparten fechas con otros equipos destacados como “Las Guerreras” de Córdoba y “Las Romanas” de San Isidro. Sus figuras emblemáticas son Florencia Massenzana y Micaela Segovia, integrantes también de la selección argentina femenina, Las Murcielagas, campeonas del mundo en 2023 y en 2025, consagrándose bicampeonas.

https://www.el1digital.com.ar/deportes/internacional/las-murcielagas-se-consagraron-bicampeonas-en-india/

Segovia, arquera y voz de Las Pirañas y compañera de Massenzana en la selección argentina de ciegas, tiene su propia historia de transformación.

-¿Cómo fue que decidiste formar parte del equipo de fútbol para ciegas?

-En realidad, jugaba al hockey sobre césped, pero cuando una amiga me invitó a probar el arco en fútbol para ciegas, no lo dudé. Me quedé para siempre en el equipo.

-¿Es complicado tu rol como arquera al ser la única vidente del equipo?

-El rol de arquera no sólo es atajar. Es ser la voz del equipo. Cuando agarro la pelota y grito “chau”, las chicas ya saben que tienen que salir hacia adelante. Es algo que fuimos construyendo entrenando juntas.

El fútbol adaptado en Avellaneda crece, se multiplica y construye comunidad, autoestima y visibilidad. Los equipos no sólo entrenan cuerpos: también derriban prejuicios y rompen barreras.

Hockey, fútbol y futsal: un país que se construye corriendo detrás de una pelota

Por Candelaria Cavagna

En la esquina de una de las canchas de “Futbol Palaá”, en Avellaneda, provincia de Buenos Aires, a escasos pasos de la de Racing, un chico de 11 años patea una pelota gastada contra un paredón grafiteado. Es el domingo 13 de julio de 2025 por la mañana y la bruma sube como una neblina casi tenebrosa pero al mismo tiempo relajante. En el Club Ciudad de Buenos Aires en Avenida del Libertador, una chica de 22 años camina apurada a las 20:30 mientras esquiva a la gente del camino para alcanzar la cancha de hockey y no tener que correr una vuelta extra por llegar tarde al entrenamiento. Entre esos dos extremos, el potrero y el club de élite, se despliega el mapa de un país que, a pesar de sus crisis, su inflación y sus grietas, encuentra en el deporte un refugio y una herramienta.

En las calles, plazas y clubes de Argentina, el fútbol, el futsal y el hockey no son solo deportes; son parte del latido cotidiano de millones de personas. Desde los barrios más humildes hasta las grandes ciudades, estos deportes se convierten en espacios donde niños, adolescentes y adultos encuentran salud, aprendizaje y comunidad. Pero más allá de la pasión y la identidad cultural, tienen un impacto profundo en el desarrollo integral de las personas y en la construcción de una sociedad.

En Argentina, el deporte no es solo un entretenimiento: es un medio social que articula comunidades y modela la identidad colectiva. Según la Encuesta Nacional de Actividad Física 2023 de la Secretaría de Deportes de la Nación, dato más reciente debido a que se hace cada dos años y la del 2025 todavía no se publicó, más del 58% de la población practica alguna actividad física al menos una vez por semana. Pero solo el 38% lo hace en instituciones deportivas formales, mientras que el resto se las arregla en canchas improvisadas, plazas o playones municipales. La estadística no alcanza para describir el fenómeno. En Argentina, los clubes de barrio, en muchos casos, funcionan como verdaderos pulmones sociales; ahí los chicos comen, estudian, disfrutan del tiempo libre, se cuidan unos a otros. Incluso para muchos chicos el club es la única alternativa para escapar del encierro y de la tentación de la droga.

El deporte es fundamental en mi vida. Tuve que dejar de hacer muchas cosas por el futsal pero yo creo que vale la pena siempre y cuando sea lo que uno quierereflexiona Ramiro Martin, jugador de fútbol de salón en Club Social y Deportivo Pacífico. También afirma que no todo siempre es alegría y felicidad ya que las lesiones y los obstáculos, como persistir pese a no obtener los resultados que uno quiere, tienden a ser frecuentes en la vida del deportista, pero que mientras el objetivo sea claro y la persona siga disfrutándolo la recompensa siempre llega.  

Fue en la década de 1940, con el primer peronismo, que el Estado argentino entendió el poder del deporte como herramienta de política social. El presidente Juan Domingo Perón impulsó una masificación sin precedentes. Se construyeron canchas, polideportivos y se crearon los Juegos Nacionales Evita, que convocaban a miles de niños y jóvenes de todo el país, y no solo buscaban talentos; su propósito fundamental en un comienzo era la integración social ligada a una política de salud pública y asistencia a la niñez al garantizar el acceso al deporte y a la sanidad a los niños y niñas de las clases populares, que históricamente habían estado excluidos de los clubes deportivos y de los chequeos médicos regulares. La actividad deportiva se convirtió en un derecho y en un medio para promover la salud y la disciplina. Los clubes de barrio, con apoyo estatal, florecieron y se volvieron verdaderos centros de vida social y cultural. 

Pero esa misma herramienta, tan poderosa para unir, también podía ser usada de manera negativa. La dictadura militar rompió el tejido social de los clubes y del deporte principalmente al reprimir a militantes y deportistas, utilizar el deporte para fines de propaganda y desviar la atención de la realidad política, además de impulsar un modelo que, a largo plazo, debilitó la estructura de base de las instituciones. Se persiguió a quienes manifestaron resistencia dentro de los clubes, mientras que el régimen promovió eventos deportivos para proyectar una imagen de normalidad y éxito que contrarrestara la violencia de estado y el silencio de la sociedad. 

A pesar de los vaivenes políticos, en cada club de barrio la herencia de las políticas de fomento perduró. Canchas de futsal, de fútbol, de hockey. Los sábados, en la cancha de clubes de barrio como Pinocho, Atlanta o Arquitectura, entrenan o juegan más de 100 chicos y chicas, mientras que en instituciones con más renombre, como San Lorenzo, River o Boca, la cifra escala aún más.

El bullicio es constante en clubes como Atlanta o Parque. Los silbatos resuenan cada 30 segundos, un sonido clásico en las mañanas de Sunderland o entre las dos canchas de hockey en Ciudad de Buenos Aires. Poco a poco, clubes como Pinocho o Arquitectura cobran vida. El eco de una pelota contra el piso se mezcla con el murmullo de los padres y madres que llevan a sus hijos a que practiquen una actividad deportiva y, mientras, toman mate y comen bizcochos con otros padres y se ponen al tanto de las novedades y chismes.

Los niños suelen llegar entre las ocho y las nueve de la mañana a clubes como Pinocho o Ciudad de Buenos Aires y se quedan hasta después del mediodía. Entre el partido de los más chicos antes del mediodía partido y el de la primera división, los chicos almuerzan una vianda preparada por madres y padres que, además de pagar la cuota social, a veces se quedan a ver los partidos y entrenamientos, cocinan y organizan rifas para juntar fondos. La cancha es un segundo hogar. El club es un refugio de la cotidianidad donde el tiempo parece pasar un poco más lento.

Pese a crecer en una cancha de fútbol, a la hora de plantearse si su sueño es llegar a jugar en Primera, los deportistas que quieren dedicarse de manera profesional deben tenerlo en claro lo antes posible ya que conlleva sacrificios. Gonzalo Desaunet, jugador de Racing de Teodelina de Santa Fe, confiesa que desde chico no tenía bien en claro sus objetivos pero al ir creciendo se dio cuenta de que quería ser jugador profesional. “No solo es correr atrás de una pelota como muchos dicen, es un estilo de vida que hay que saber llevar. No muchos tienen la predisposición para afrontar todo el esfuerzo y dedicación” explica el defensor de 23 años con pasado en Defensores de Cambaceres. Además, reconoce que el deporte le enseñó responsabilidad y respeto que lo ayudaron a saber manejarse en la vida.

Sentada en la silla de la mesa de la esquina del bar al costado de las canchas de hockey del Club Ciudad de Buenos Aires, en la que todos los sábados Morena Fernández Gándola, jugadora de hockey de Muni, se sienta a almorzar un plato espaguetis con salsa rosa luego de arbitrar a las niñas de octava división que entrena, explica lo fundamental del deporte en su vida: “Practicar hockey me hizo entender mis emociones, qué es lo que me enoja, además de crear una conexión con tus compañeras que, en mi caso, no conseguí con nadie más”. Con una sonrisa en la cara, Fernández Gándola, destaca el significado que tiene la vida de club. Cuenta que pasa no solo los fines de semana sino también hasta nueve horas semanales debido a los entrenamientos, y que nunca deja de sentirlo placentero.

Según la Encuesta Nacional de Factores de Riesgo (ENAFyD) 2023, sólo el 30% de los argentinos cumple con la recomendación de realizar al menos 150 minutos semanales de actividad física de moderada a intensa. El sedentarismo está vinculado a enfermedades crónicas que afectan la calidad y expectativa de vida. En este contexto, el fútbol, futsal y hockey se presentan como herramientas clave. Al fútbol lo practican más del 60% de los niños y jóvenes que realizan actividad física, mientras que el futsal creció un 25% en los últimos cinco años. El hockey experimentó un aumento del 40% en la inscripción de jugadoras en la última década, y se consolidó como una actividad que promueve la igualdad y la inclusión.

El Estado, sigue siendo un jugador imprescindible. Desde 2014 existe la Ley 27.098 de Régimen de Promoción de los Clubes de Barrio y de Pueblo, que otorga subsidios y tarifas sociales para servicios públicos. Sin embargo, según la Confederación Argentina de Clubes solo el 40% de los clubes logra acceder de manera regular a los beneficios, porque la burocracia y la falta de información actúan como obstáculos. En muchos casos, sobreviven gracias a rifas, bingos y festivales.

Las disciplinas de alto rendimiento también alimentan un sueño colectivo. Cada medalla olímpica o mundial funciona como espejo para miles de chicos y chicas. En Tokio 2020, la delegación argentina estuvo integrada por 189 deportistas: muchos de ellos surgieron de clubes barriales y apenas podían costearse los pasajes para competir.

Aún agitada y con gotas de transpiración cayendo por la frente, Chiara Ambrosini, jugadora de Las Leonas y de Ferro Carril Oeste, trata de recuperar el aire luego de terminar un nuevo entrenamiento en el Centro de Alto Rendimiento Deportivo (CENARD) con el seleccionado mayor de hockey. “Más allá del aspecto social que me dio el deporte gracias a los diferentes equipos y personas con las que compartí, el hockey me ayudó mucho a ganar autoconfianza. Siempre me sentí muy acompañada tanto por mis compañeras como por mi familia e incluso yo misma”, revela.

El legado de ídolos como Luciana Aymar, Lionel Messi o Diego Armando Maradona no se mide solo en trofeos. Es inspiración pura para una sociedad que, a menudo, encuentra en la actividad deportiva una forma de sentirse parte de algo más grande. Y ese niño, que patea una pelota gastada contra un paredón cerca del Estadio Presidente Perón o esa chica que camina apurada para no llegar tarde a su entrenamiento, más allá de cualquier situación difícil que tengan en su vida cotidiana, eligen ese momento. La sensación de que no exista nada más alrededor, solamente alcanzar el objetivo, ya sea que pase el tiempo para que aparezcan sus amigos o no llegar tarde al entrenamiento, a sabiendas de que no será la última vez que tenga que esquivar a las personas para arribar a tiempo, pero siempre con la certeza de que las próximas horas serán una pausa en sus vidas para disfrutar de lo que más les gusta: hacer deporte.