sábado, noviembre 23, 2024

El deporte durante el peronismo

Por Thomas Somoza

Un país vale por la calidad de los hombres que lo pueblan y lo sirven. El deporte está dirigido a eso, a formar, por sobre todas las cosas, una buena persona.

Juan Domingo Perón

Antes de convertirse en presidente de la Nación, Juan Domingo Perón se había inscripto a los 15 años en el Colegio Militar, el 1 de marzo de 1911. Allí practicó —gracias a José Luchetti, su instructor en el Ejército, quien lo introdujo— esgrima, el deporte en el que mejor desempeño tenía, tanto que fue campeón militar y nacional por 10 años —también había experimentado el yachting, el remo y el boxeo—. El periodista Osvalo Jara señala en su libro Peronismo y deporte la historia completa que cultivó esa disciplina “como un hábito esencial e imprescindible para su formación”. Sus actuaciones eran tan destacadas que pudo haber participado de los Juegos Olímpicos de París en 1924, pero una versión sostiene que el ministro de Guerra Agustín Pedro Justo —durante la presidencia de Marcelo Torcuato de Alvear— se lo impidió porque alegaba que ya había muchos militares estudiando en Europa. “La actividad deportiva fue esencial para Perón, que la consideraba parte fundamental en la constitución de un individuo equilibrado en cuerpo, alma y mente”, indica Jara.

Foto: Universidad Nacional de La Plata

Así fue como pensó a la práctica deportiva, como una política de Estado luego de ganar las elecciones el 24 de febrero de 1946 —con María Eva Duarte como compañera— e implementó medidas para favorecer su crecimiento y el de los y las deportistas. En el libro El deporte en el primer peronismo, los historiadores Raanan Rein y Claudio Panella desarrollan: “Sucedió que por primera vez en la historia un Gobierno, el presidido por Perón, llevó adelante una gestión estatal cuyas políticas activas condujeron a la promoción y el desarrollo del deporte tanto profesional como amateur y comunitario”. Y justifican: “Se construyó infraestructura deportiva, se organizaron competencias y se apoyó económicamente a los deportistas, además de crearse organismos estatales que serían los encargados de hacer efectivas estas medidas”.

Una de las intervenciones del peronismo en esta materia fue la creación del Campeonato de Fútbol Infantil Doña María Eva Duarte de Perón (los Juegos Nacionales Evita) a mediados de 1948. El objetivo de este era promover la inclusión social de niños provenientes de sectores postergados que no eran alcanzados por otros planes sociales y, al mismo tiempo, realizar un control sanitario de la población infantil. El Dr. Ramón Carrillo —encargado de la Secretaría de Salud Pública, el organismo que nucleaba estos campeonatos— impulsó, mediante el Decreto 32912/48 del 23 de octubre de 1948, el examen médico predeportivo y obligatorio que permitía un reconocimiento completo de los participantes de cualquier torneo deportivo, y en el mismo afirmaba: “El objeto del deporte es perfeccionar la salud y no formar campeones”. Algunos de esos niños que luego se transformaron en grandes futbolistas fueron: Enrique Omar Sívori, José Sanfilippo, José Yudica, Alberto Rendo y, en 1973, Diego Maradona con Los Cebollitas. Rendo recordó en el lanzamiento de los Juegos en 1991: “Yo jugaba en el equipo ‘Tata Perón’ y nunca mientras viva me voy a olvidar que gracias a estos Campeonatos tuve la indumentaria deportiva completa y pisé el césped de la cancha de Boca Juniors por primera vez”. El lema de este certamen era: “Los únicos privilegiados son los niños”.

Foto: Archivo General de la Nación

Juan Manuel Fangio fue uno de los mejores pilotos en la historia del automovilismo. Ganó en cinco oportunidades (1951, 1954, 1955, 1956, 1957) el Gran Premio de Fórmula 1 y se ubica en la tercera posición de máximos ganadores por detrás de Lewis Hamilton (6) y Michael Schumacher (7). Nació en Balcarce el 24 de junio de 1911 y desde chico colaboró con la economía familiar. Comenzó a los 11 años a trabajar en un taller y poco a poco logró victorias a nivel nacional. Para llegar a las grandes carreras de Europa, el Gobierno presidido por Perón le brindó ayudas. El periodista Gastón Luppi cita al sociólogo Pablo Alabarces: “Todo el mundo se empeña en disimularlo, pero Fangio fue un campeón peronista. Perón le arma la campaña en el exterior. No hubiera existido Fangio sin peronismo”. “Efectivamente —continúa Luppi—, el peronismo le compró dos autos para correr y le pagó un sueldo como agregado en la Embajada argentina en Roma hasta 1950”. Pero no fue el único piloto beneficiado, ya que Froilán González —uno de los únicos tres que ganaron una carrera de Fórmula 1 junto a Fangio y Carlos Reutemann— también se vio favorecido para llegar a Europa. Era tanto el apoyo al deporte que Perón ordenó la creación del Autódromo de la Ciudad de Buenos Aires —antes Autódromo 17 de octubre, por el Día de la Lealtad Peronista, y desde 2008 Autódromo Oscar y Juan Gálvez—, que fue inaugurado en 1952. Anteriormente se había disputado en 1948 el Gran Premio de América del Sur: la “Buenos Aires-Caracas” que organizó el Automóvil Club Argentino y en 1953 se corrió por primera vez en el país un Gran Premio de Fórmula 1.

Durante el peronismo, Argentina tuvo un gran desempeño en los Juegos Olímpicos de Londres en 1948, donde se consiguieron tres medallas de oro —Delfo Cabrera en atletismo y Pascual Pérez y Rafael Iglesias en boxeo—, tres de plata —Noemí Simonetto en atletismo, Carlos Díaz Sáenz Valiente en tiro y el equipo de vela— y una de bronce —Mauro Cía—. Esas siete medallas igualaron las logradas en Ámsterdam 1928 y Berlín 1936 y nunca se volvió a repetir esa cantidad —las seis de Atenas 2004 y Pekín 2008 fueron las más cercanas—. Los y las 242 deportistas llevados a suelo británico fue la mayor cantidad en la historia del país. Con estos resultados, Argentina postuló a Buenos Aires para ser sede los Juegos de 1956, pero perdió ante Melbourne en la votación que realizó el Comité Olímpico Internacional por 21 votos a 20. Sin embargo, en 1951 se recibieron los primeros Juegos Panamericanos y las 154 medallas obtenidas significaron el primer puesto por encima de las 98 cosechadas por Estados Unidos. Además, se albergaron certámenes de distintas disciplinas, como el Mundial de tiro en 1949 y el primer Campeonato Mundial de básquet —en el que Argentina se consagró campeona— en 1950.

Luego del golpe de Estado que derrocó a Perón en 1955, la autodenominada Revolución Libertadora que encabezaba Eduardo Lonardi instauró una dictadura cívico-militar y uno de los objetivos era “desperonizar” al país en todos sus ámbitos. El deporte no se salvó e instituciones y construcciones que tenían nombres relacionados al peronismo fueron cambiados —como el Club Cultural y Deportivo 17 de Agosto de Villa Pueyrredón, que antes poseía el nombre Club Barrio 17 de Octubre o, como se mencionó anteriormente, el Autódromo de la Ciudad de Buenos Aires—. A los campeones del primer Mundial de básquet se les prohibió volver a jugar por estar vinculados al peronismo y a los que no se consideraban así también. Se le negó disputar partidos en el país a Mary Terán de Weiss, la primera tenista argentina en entrar en el top 10 del ranking, por expresarse abiertamente en concordancia con el Gobierno derrumbado.

“El fenómeno deportivo —escribe Jara— fue ni más ni menos que un acontecimiento cultural. Por primera vez, el deporte se había transformado en un ámbito accesible para todos. Hasta la llegada del peronismo, no existieron políticas deportivas destinadas a lograr su masificación. Al democratizar este ámbito se democratizaba la sociedad”. Rein y Panella desarrollan de manera similar: “Durante la década peronista el deporte argentino obtuvo una cantidad notable de triunfos a nivel internacional como nunca antes había sucedido y no sucedería después. Esto fue obra de la propia capacidad de los deportistas, claro está, pero en alguna medida también del apoyo gubernativo hacia estos y sus respectivas disciplinas”. El antropólogo y sociólogo Eduardo Archetti sostiene en su ensayo El deporte en argentina (1914-1983): “Esos diez años fueron, de algún modo, ejemplares y no hubo, posteriormente, otros intentos sistemáticos de vincular al deporte con la nación a través de políticas estatales claras y articuladas. Se podría decir que a partir de 1955 la relación entre deporte y nación se da cada vez más fuera del Estado”.

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