viernes, octubre 11, 2024

Evita, los Juegos y el fútbol como herramienta de inclusión

Por Thomas Somoza

Corría el año 1945 cuando María Eva Duarte, una actriz nacida el 7 de mayo de 1919 (se cumplen 101 años) en la ciudad bonaerense de Junín y que todavía no era Evita, se casó con el General Juan Domingo Perón. Al año siguiente, ambos se embarcaron en la campaña para conseguir la presidencia de la Nación argentina. Perón ganó las elecciones y Eva se convirtió en primera dama. En ese rol, impulsó a mediados de 1948 —mediante la Fundación de Ayuda Social María Eva Duarte de Perón— el Campeonato de Fútbol Infantil Doña María Eva Duarte de Perón (los Juegos Nacionales Evita), lo que significó la primera intervención del Estado en la historia argentina en materia deportiva con la intención de promover la inclusión social de niños de sectores postergados que no eran alcanzados por otros planes sociales y, al mismo tiempo, realizar un control sanitario de la población infantil.

Esta iniciativa, que integraba a clubes de barrio y también equipos del fútbol profesional —como el conjunto Pedro Ochoa, que pertenecía a las divisiones inferiores de Racing— estuvo bajo el control de la Secretaría de Salud Pública con el Dr. Ramón Carrillo como encargado (luego Ministro cuando el área se transformó en Ministerio en 1949). Los objetivos de los Campeonatos no solo eran la democratización del deporte (solo fútbol en un principio, luego se le agregaron otras disciplinas), sino también vincularlos e integrar a los niños con la salud. A los inscriptos, que tenían el límite de 14 años para participar, se les confeccionaba una ficha médica para que el Estado tenga información y pueda realizar un seguimiento de la población infantil.

Carrillo desarrolló su idea y estableció las políticas sanitarias a seguir en el país en el Plan Analítico de Salud Pública que él mismo escribió en 1947: “Nuestro objetivo principal está orientado hacia un perfeccionamiento físico y espiritual del niño y del joven por los deportes y la gimnasia científicamente controlada”. Esta misión se vio reflejada en los Campeonatos Evita.

Mediante el Decreto 32912/48 del 23 de octubre de 1948, el Dr. Carrillo impulsó también el examen médico pre deportivo y obligatorio que permitía hacer un reconocimiento completo de los participantes de cualquier torneo deportivo, y en el mismo afirmaba: “El objeto del deporte es perfeccionar la salud y no formar campeones”. Incluso se exigía a las instituciones que organizaran competencias que no podrían autorizar la participación de personas que no contaran con la libreta sanitaria actualizada.

Estas facultades fueron implementadas por la Secretaría de Salud en los Campeonatos Evita. En el primero que se organizó —finalizó en febrero/marzo de 1949— participaron solo niños de la Provincia de Buenos Aires y la Capital Federal. Fueron, en total, 15.205 jóvenes que disfrutaron del deporte como instrumento para integrar a diversos sectores, edades y de distintos puntos de la provincia en un principio y del país más tarde. Se desarrolló el concepto de solidaridad y la conciencia de grupo sin importar las diferencias culturales, religiosas o de clase. El espíritu de los juegos se ve reflejado en una marcha que expresaba: “…Si ganamos o perdemos no ofendemos al rival, si ganamos o perdemos mantenemos la moral”.

Según Mario Martín Lucero, profesor de la Universidad Nacional de Tres de Febrero, San Lorenzo, Argentinos Juniors, Dock Sud, Independiente y Huracán presentaron equipos conformados por futbolistas de sus divisiones inferiores. Todos los barrios de la provincia armaron los suyos también. Se jugó en distintas canchas, como las del Cuervo, el Bicho, River, Boca y Dock Sud. La final de Provincia fue disputada entre Pedro Ochoa (terminó cuarto) y Pueblo Unido (finalizó en tercera posición). La de Capital enfrentó al equipo juvenil del Ciclón, que poseía futbolistas del Hogar General San Martín (a la postre campeones), y Arsenal (obtuvieron el segundo lugar).

Con el tiempo, los Campeonatos Evita fueron agregando distintos deportes. Luis Rivera, docente de la Universidad Nacional de La Plata, señala que los juegos tuvieron tanta eficacia que la dictadura que en 1955 derrocó a Perón los dejó sin efecto. “Los pibes eran rescatados para las escuelas y hacían educación física, que en algunas instituciones ni siquiera tenían esa materia y otras la llamaban ‘clases de gimnasia’. Se invirtieron muchos recursos, como involucrar al Ministerio de Salud. Se utilizaron para emparentar la cuestión deportiva con la sanitaria”, explica Rivera sobre los objetivos y beneficios de los torneos. Y finaliza: “Fue el primer gran proyecto inclusivo de la República Argentina”.

 

Era tanto el compromiso de Evita con los juegos que en 1951 —un año antes de morir por un cáncer— asistió a la finalización a pesar de que le habían recomendado que no saliera por su enfermedad.

En 1973, con el tercer mandato de Perón, volvieron a disputarse y Diego Armando Maradona participó con el equipo Los Cebollitas, que era dirigido por Francis Cornejo y pertenecía a Argentinos Juniors. El periodista Marcos Villalobo escribió en la revista El Gráfico que llegaron a semifinales y, en la ciudad cordobesa Embalse, perdieron por penales contra Club Social Pinto de Santiago del Estero, que era conducido por Elías Ganem.

Al año siguiente, Maradona obtuvo su primer título en el fútbol con Los Cebollitas. Hay numerosos testimonios —incluso de Pelusa, quien luego sería campeón del mundo con Argentina en 1986— que se prestan a la confusión. Pero, como afirma Rivera, no había un registro oficial de los Campeonatos, ya que tenían un sentido de inclusión social que iban más allá de una medalla. Los ganadores eran llevados a la localidad marplatense de Chapadmalal y ahí conocían por primera vez el mar. “Evita pidió, antes de morir, que ese complejo y el de Embalse quedaran para los chicos”, destaca Rivera.

En 1976 se volvieron a interrumpir por el golpe de Estado que la Junta Militar integrada por Jorge Videla, Emilio Massera y Orlando Agosti derrocó al Gobierno de Isabel Martínez de Perón.

El historiador Víctor Lupo remarca —en el capítulo 30 de su libro Historia política del deporte argentino (1610-2002)— que una gran cantidad de futbolistas que luego tomaron trascendencia nacional e internacional salieron de estos Campeonatos Evita: Enrique Omar Sívori, José Sanfilippo, José Yudica y Alberto Rendo, quien en el lanzamiento de los juegos en 1991 recordó: “Yo jugaba en el equipo ‘Tata Perón’ y nunca mientras viva me voy a olvidar que gracias a estos Campeonatos tuve la indumentaria deportiva completa y pisé el césped de la cancha de Boca Juniors por primera vez”.

En 2003 volvieron a estar presente por el decreto del presidente Néstor Kirchner y también los convirtió en política de Estado. En la edición de 2010 participaron más de un millón de niñas, niños, jóvenes y adultos mayores de todo el país. En 2008, Cristina Fernández de Kirchner los transformó en la Ley 26.462.

Actualmente, en los Juegos Nacionales Evita están integrados 42 deportes, incluidos seis adaptados y cuatro para adultos mayores. Cuentan también con actividades culturales. Fueron y son una herramienta de acceso a la salud y al deporte social para personas que nunca tuvieron posibilidades de contar con estos beneficios porque, como reza en la página 110 de la Memoria y Balance de la Fundación Eva Perón, los únicos privilegiados son los niños.

 

Fotos: Goles Magazine, Universidad de La Matanza y El Gráfico.

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