Por Franco Yaquemet
Desde sus inicios, en Roma 1960, hasta Río de Janeiro 2016, Argentina participó en la totalidad de las ediciones de los Juegos Paralímpicos de verano y fue el único país latinoamericano que dio el presente en las primeras dos. En cuanto a los Juegos Paralímpicos de invierno, la delegación argentina debutó en Vancouver 2010 y ya no faltó a la cita a partir de allí. El país se encuentra en el puesto número 30 del medallero histórico con 156 medallas, de las cuales 31 son de oro, 61 de plata y 64 de bronce, todas adquiridas en Juegos de verano.
El protagonismo argentino en los Paralímpicos viró en una escala de mayor a menor en cuanto a obtención de medallas y participaciones, así como la presencia de la rama femenina disminuyó con el paso del tiempo. A pesar de eso, y de que se sumaron nuevas disciplinas en el conjunto nacional, las mujeres tienen un dominio notable en cuanto a desempeños individuales. Entre ellas se destacan Silvia Cochetti, máxima medallista paralímpica de la historia argentina, Susana Olarte, Dina Galíndez, Marcela Rizzotto, y Betiana Basualdo; y por el lado de los hombres, resaltan Jorge Diz y Juan Sznitowski.
Silvia Cochetti se caracteriza por ser la máxima ganadora de medallas de la historia paralímpica argentina, siendo una de las mujeres más importantes del atletismo y la natación adaptados a nivel mundial. La deportista porteña fue ganadora de trece medallas, obtenidas en diferentes disciplinas, incluyendo el básquetbol adaptado y el lanzamiento de bala, en donde consiguió récord mundial. Tokio 1964 y Tel Aviv 1968 fueron los Juegos donde Silvia comenzó a meterse en la historia al obtener cinco medallas doradas. En 2010, la atleta fue reconocida como personalidad destacada de la Ciudad de Buenos Aires y nombrada como maestra del deporte.
Compañera de equipo de Cochetti en los Juegos de 1964 y 1968, Susana Olarte se alzó con nueve medallas. La rosarina, también galardonada con el mote de “Maestra del deporte”, se subió al podio en atletismo y básquetbol en sillas de rueda, y logró tres récords mundiales en lanzamiento de disco, bala y clava. A diferencia de Silvia, Olarte ha participado en los Paralímpicos de Buenos Aires 1962, donde se quedó con el oro en lanzamiento de bala.
El primer deportista argentino que participó de un juego paralímpico fue Juan Sznitowski, quien lo hizo en Roma 1960, siendo el único en la delegación de aquel momento. Basquetbol, atletismo y natación son los deportes en los que Juan dio el presente en Italia. Allí inauguró el medallero paralímpico, consiguiendo una medalla dorada y otra de plata en natación adaptada. Tras cuatro años de espera, el atleta que hoy tiene 80 años viajó a Tokio con una nueva ilusión y trajo consigo tres preseas más colgadas en su cuello. En esa edición, otra vez repitió la dorada dentro del agua, logrando un tiempo distinguido para la época y obteniendo además una medalla de bronce en atletismo así como otra plateada en básquetbol en silla de ruedas.
El legado lo continuó Jorge Diz, un deportista cinco años mayor que Sznitowski, que participó a partir de Tokio 1964 y obtuvo siete medallas: cinco de plata ganadas en natación y dos de bronce en atletismo. Nacido en Navarro, provincia de Buenos Aires, fue la última figura masculina en conquistar una numerosa cantidad de premios. Su última actuación fue en Tel Aviv 1968, donde coronó su gran desempeño ganando cuatro podios en atletismo, tres terceros puestos y un segundo lugar.
Tel Aviv 1968 fue el Paralímpico en el que la rama femenina argentina brindó su mejor presentación, al ubicarse en el segundo lugar del medallero de mujeres. Al igual que Cochetti, aparece Dina Galíndez, otra atleta ganadora de seis medallas -dos de oro, tres de plata y una de bronce-. Galíndez se especializaba en atletismo adaptado y básquetbol sobre sillas de rueda, siendo récord mundial en ambas actividades. La cordobesa fue muy importante en el desarrollo del deporte paralímpico. Cuando falleció, en su memoria, la liga de básquetbol en sillas de ruedas de su provincia pasó a llamarse “Dina Galíndez”.
Años más tarde, apareció una atleta que marcaría la historia del deporte Paralímpico: Marcela Rizzotto, baloncestista y nadadora que consiguió 7 medallas en los Juegos de Toronto 1976 y Arnhem 1980. La rosarina, quien es bioquímica e investigadora del CONICET, fue formada en su juventud en el Departamento de Lisiados del parque Independencia de Rosario, previo a lograr sus hazañas: las dos medallas doradas en 1980, en 50m libre y 50m pecho en natación. Ante el reconocimiento de su cuidad natal, Rizzotto recibió una placa con su nombre, la cual está colocada en el paseo de los Olímpicos.
Entre los deportistas más ganadores de la historia paralímpica argentina, cierra la lista la nadadora Betiana Basualdo, quien participó en Atlanta 1996, Sídney 2000 y Atenas 2004, siendo una de las de pocas atletas que repitió tres veces la presencia en un Juego. Betiana obtuvo cuatro medallas, entre ellas una dorada en 100m libres en natación. “La consagración en el momento la sentí como un objetivo cumplido, nada de otro mundo, quizá ahora la veo como una apertura para el camino de otras personas”, expresó la marplatense, quien confirmó que, en el momento de quedarse con la medalla más importante, no sintió la misma gratificación que siente ahora.
Basualdo, luego de su carrera de atleta, se recibió de psicóloga especializada en deportes y además se encarga de coordinar los deportes Paralímpicos en la ciudad de Mar del Plata, generando diferentes proyectos con los deportistas becados. A diferencia de antes, considera que en la actualidad hay muchos entrenadores y dirigentes que convencen a los atletas para hacer deporte, con el simple fin de tener una beca. “No solo les importa lo deportivo, sino que el interés está en algo secundario”, manifestó.
“Deben mejorar la difusión en los medios, no solo del deporte paralímpico sino también de otras disciplinas que no son tan tenidas en cuenta”, opinó Betiana, quien estudió la carrera de periodismo deportivo en Deportea de Mar de Plata, la cual no terminó. “Soy de la idea de que la política deportiva tiene que cambiar y que hay que promocionar el deporte, fuera de lo que es el fútbol”, concluyó.
Estos deportistas comenzaron a transitar un camino que hizo crecer al deporte paralímpico en distintos aspectos, desde lo social, lo institucional y lo deportivo. Por eso, como dijo Basualdo, resulta prioritario que se sepa más sobre la historia de los juegos paralímpicos, los protagonistas que lo hicieron crecer así como de todo el trabajo y el esfuerzo que está detrás y, muchas veces, no se ayuda a mostrar.