Por Ignacio Toso
Si bien la pandemia por coronavirus puso en 2020 un freno a la información relacionada con el vóley argentino –solo se destaca el pasaje a los Juegos Olímpicos de Tokio logrado por Las Panteras en enero-, hubo sí mucho ruido en el mercado de pases de la Liga Nacional, que fue dada por concluida debido a la crisis sanitaria.
El éxodo de jugadores al exterior, con Europa como destino principal, fue protagonizado por más de 30 jugadores y jugadoras y dejó mucha tela para cortar. Emigrar a países-potencia en el plano deportivo significa un paso importante en la carrera para cualquier deportista, ya que no es ningún misterio que allí se encuentran las mejores instalaciones, los salarios más elevados y el nivel más alto de juego.
España, Francia y, un escalón más abajo, Alemania, son los destinos elegidos por los jugadores que han decidido partir en busca de nuevos y mejores horizontes. El vóley español, por ejemplo, tendrá a 17 argentinos y a ocho más en los staff de sus equipos, entre entrenadores, asistentes, managers, preparadores físicos y médicos.
En los últimos años, la Liga argentina mantuvo un buen nivel deportivo, al calor de la presencia de jugadores que integran la Selección mayor y el fogueo paulatino de los más jóvenes, aunque en el aspecto económico y administrativo no todo fuera color de rosa.
“Antes de los Juegos Panamericanos de Lima no teníamos cobertura médica y menos vamos a tener después de esta situación sanitaria”, admitió Facundo Imhoff, jugador de Bolívar y del seleccionado argentino. Además comentó que el apoyo económico de parte del Gobierno hacia el vóley es cada vez más reducido.
Aún así, el futuro no parece tan catastrófico: la Selección masculina u-19 terminó tercera en el Mundial disputado en 2019 en Túnez, en 2017 la u-23 de hombres fue campeona del mundo y, hoy por hoy, el seleccionado femenino mayor está, quizá, en el mejor momento de su historia, tras haber logrado su segunda clasificación consecutiva a unos Juegos Olímpicos con un plantel integrado por muchas jóvenes de no más de 22 años.
El de esta temporada es un mercado de pases más que inusual y esta situación se puede referenciar con solo un ejemplo: Joaquín Gallego, Gaspar Bitar y Felipe Benavídez, tres jugadores de Obras de San Juan, fueron transferidos, el mismo día, al Boiro de la SuperLiga española.
La coyuntura no parece dejar exentos a los jugadores que habían tenido un gran desempeño en la Liga local, quienes tampoco se pierden la oportunidad de emigrar a Europa con todo lo que eso conlleva. Por ello, el armador titular de la Selección argentina, Luciano De Cecco -que desde el 2011 juega de forma ininterrumpida en Italia-, ha declarado que “el torneo local quedará ‘pelado’ de referentes” y que no está en sus planes retirarse en el país. “La Liga no es sustentable económicamente para muchos equipos que se armaron con jugadores increíbles y firmaron contratos muy difíciles de pagar”, agregó el exjugador del Perugia, quien seguirá su carrera en el Lube Civitanova, de la Liga A italiana.
Aunque se trata de buenas noticias para los jugadores, este tipo de partidas en masa de deportistas con proyección afecta a los entrenadores locales. Pablo Rico, que dirige al seleccionado u-19, aseguró a El Equipo que prefiere que se haga un esfuerzo y se mantengan a los buenos voleibolistas en sus equipos. De esto también se lamentó, y con razón, Fabián Armoa, técnico de UPCN. “Nos financian con el verso de desarrollar y después incitan a los jugadores jóvenes a irse a jugar afuera”, manifestó quien supo ser el técnico del equipo nacional mayor masculino desde 2003 a 2005.
El futuro se observa incierto: el torneo más importante del país se quedará sin sus principales figuras, aunque la luz al final del túnel la encienden los buenos valores de las categorías formativas, que atraviesan un gran momento y constituyen el pilar para que Argentina, con seriedad y apoyo económico, pueda convertirse algún día en una potencia del vóley mundial. El camino está iniciado. Ahora vendrá la parte más sinuosa.