sábado, noviembre 23, 2024

George Eyser, aquel gimnasta alemán

Por Matías Zuñez y Lucas Gentile

Una persona resiliente es aquella que supera la adversidad que se le presenta, un evento traumático que le ocurre y que en vez de frenarlo, no le genera un cambio en su forma de ser. Un claro ejemplo de resiliencia y de auto superación fue George Eyser, un gimnasta alemán que fue el segundo atleta en el podio de medallas obtenidas en los Juegos Olímpicos de San Luis 1904, pero que tenía una particularidad, participó durante toda la competencia con una prótesis de madera en su pierna izquierda.

Nació el 31 de agosto de 1871 en Kiel, Alemania. Ciudad ubicada en el estado de Schleswig-Holstein que en ese entonces formaba parte del imperio alemán. A los 14 años se mudó junto a su familia por problemas económicos que sufría el país a Estados Unidos, en primera instancia a Denver y luego a San Luis. Una vez en el país norteamericano, se nacionalizó estadounidense en 1894. Allí, consiguió su primer empleo en una empresa de construcción y al mismo tiempo se sumó al club Concordia Turnverein, fundado por inmigrantes alemanes, donde pudo practicar gimnasia, deporte que ejercía desde chico en su país natal.

Friedrich Ludwig Jahn, pedagogo alemán, fue el creador de Turnverein, un movimiento deportivo basado en la gimnasia que tenía el fin de mejorar las capacidades físicas de los jóvenes alemanes y de inculcar en ellos dos valores que consideraría fundamentales en un atleta: la disciplina y el esfuerzo. El éxito de este movimiento fue tal que rápidamente se extendió por todos los lugares del mundo donde los alemanes emigraron.

George sufrió un accidente de tren que le provocó la amputación de su pierna izquierda y la colocación de una prótesis de madera en ella. Luego de esa tragedia, se dedicó a entrenar el tren superior de su cuerpo, para equilibrar las carencias que generó la extremidad perdida, con un motivo muy claro: Una vez que el presidente de los Estados Unidos, Theodore Roosevelt, designó a San Luis como sede de los Juegos Olímpicos de verano de 1904, él tenía como único objetivo participar de aquel torneo que se celebraba en su ciudad.

A sus 32 años, logró formar parte del certamen intercontinental. En primera instancia participó de un triatlón, pese a las ventajas que daba por su condición física, que integró salto en largo, lanzamiento de bala, y carrera de 100 yardas. Su desempeño no fue bueno, quedando en el último puesto entre 118 atletas. Cuatro meses después, (ya que esta competición olímpica tuvo la singularidad de durar cuatro meses y 22 días) sin desmotivarse por su primera actuación, obtuvo un total de seis medallas en un solo día: Tres de oro (en las disciplinas salto de caballo, subida a la cuerda y paralelas), dos de plata (caballo con arcos y combinada de cuatro pruebas) y una de bronce (barra fija). Del mismo modo, quedó en el puesto cuatro con su grupo Concordia Turnverein en el Concurso completo por equipos.

Tras esta participación, George Eyser se convirtió en el primer atleta con una discapacidad física en competir en un torneo olímpico. 104 años después, Natalie du Toit se convirtió en Pekín 2008, en la primera nadadora amputada en competir en unos Juegos. Cuatro años más tarde en Londres 2012, Oscar Pistorius (femicida, condenado a 15 años de prisión por asesinar a Reeva Steenkamp, el 14 de febrero de 2013) fue el primer atleta en con una doble amputación en competir en una cita olímpica.

Posteriormente, George siguió compitiendo con su equipo en un torneo internacional que ganó en Alemania en 1908, y otro en Ohio en 1909. A partir de acá, se conocen pocos registros de cómo siguió su historia. Sí, se sabe, falleció el 6 de marzo de 1919 a sus 47 años.

George Eyser es lo que llaman como Kintsugi los japoneses, el arte de reparar lo dañado y exaltar los defectos. En el país oriental, si se rompe un jarrón no lo descartan, sino que lo unen y pintan de oro las quebraduras para resaltar las imperfecciones. Perder la pierna izquierda no le impidió destacarse en la gimnasia, él tomó fuerzas en uno de los momentos más difíciles de su vida, se entrenó como ninguno y quedó en la historia de los Juegos Olímpicos y del atletismo mundial.

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