Por Juan Pablo Manera
Como cada año en la ciudad de Lleida, ubicada en la comunidad autónoma de Cataluña, cientos de trabajadores temporeros arriban a la localidad para la recogida anual de frutas. No solo provienen de distintos sectores de España, sino también de diferentes partes del mundo. En el contexto pandémico que azota a la humanidad, dichos obreros, en su mayoría jóvenes que buscan obtener sus primeros ingresos, continúan con la masiva colecta con jornadas laborales de hasta doce horas. Alrededor de 200 de ellos hoy no tienen un techo para dormir, por lo que la calle es su única opción rentable. Si bien el bajo salario es un obstáculo, la tez morena también lo es, porque la gran mayoría proviene de Senegal, África, y se les niega el alquiler de una vivienda a causa de su color de piel. En cada país, en cada provincia, en cada estado, el racismo marca territorio y el ruido de la discriminación ensordece.
¿Qué tiene que ver el fútbol con ésta lamentable historia? Poco. Y mucho al mismo tiempo. Aquí es donde entra en acción un nombre quizá no tan reconocido en el ámbito sudamericano, pero que lleva una importante trayectoria en Europa con apenas 25 años. Nació en Gerona, municipio catalán, y sus padres son senegaleses, por lo que defiende los colores de la Selección del país africano, porque así es él, protege a sus raíces. Surgió de las divisiones inferiores del Barcelona, La Masía. Antes de debutar con el primer equipo, emigró para sumar minutos en nuevos horizontes. Lazio, Mónaco e Inter de Milán fueron sus destinos hasta el momento; hoy su pase pertenece al club francés. El personaje en cuestión se llama Keita Baldé Diao y aprovecha el lado visible que le da el fútbol para sensibilizar a la sociedad sobre el tema. Aunque él prefería llevar a cabo el acto bajo el anonimato, la noticia trascendió y se vio obligado a aclarar la situación a través de un video que compartió en sus redes sociales.
Ni bien se percató de la situación, el futbolista hispano-senegalés se comunicó con Nogay Ndiaye, profesora de secundaria, activista antirracista e integrante de la corporación Fruita amb Justícia Social (Fruta con Justicia Social), que exige el cumplimiento de los derechos laborales de las personas temporeras e inmigrantes. Baldé le ofreció cubrir los gastos de los trabajadores, lo que incluye casa, ropa y comida para todos durante los meses que restan de la colecta – que finaliza en septiembre-. Sin embargo, el deseo demoró en cumplirse a pesar de la buena voluntad. Ndiaye explicó: “Le dije que iba a ser difícil. Aquí cuesta muchísimo conseguir un piso para una persona no blanca, incluso cumpliendo requisitos. A mí, cumpliendo con todo, me los han negado. Yo iba con mis hermanas o amigas blancas para llevar conmigo algo de ‘blanquitud’ y demostrar confianza. Cuando veían que era para mí, excusas y excusas. Si cuesta así, intentá alojar a 200”.
El detonante para que Keita actuara fue la emotiva y triste declaración de su compatriota Serigne Mamadou en un medio de comunicación español. En el video cuenta la crueldad con la que se trata a los obreros, los bajos salarios y la indiferencia de las autoridades. “Trabajás mientras ellos fumigan el campo. Lo respirás. Si no querés, te largan. Si no querés hacer 12 horas, te largan. Si no querés 30 euros diarios, te largan”, afirma.
Pensar en que una persona carezca de agua caliente, comida y una cama para dormir es impactante. Pero que se le niegue a causa de sus orígenes, es inadmisible. No reclaman beneficios, no exigen regalos, no demandan alojamiento gratuito. Ellos quieren pagarlo. No los dejan.
Afortunadamente, el futbolista declaró en una transmisión en vivo de Instagram, como es usual en estos tiempos, que logró un arreglo para hospedar a 90 de los 200 temporeros en un edificio de 3 plantas y está en camino a pactar otro espacio: “No busco una guerra moral, social, de raza ni colores. Busco soluciones para ayudarlos. Estoy a su disposición para que tengan comida, hogar y algo de ropa. Vivimos en una sociedad complicada, pero nadie merece esa indiferencia en su propia vida. Es algo muy feo. Quería ayudar anónimamente, pero vista la situación que se está produciendo, he tenido que salir a la luz para conseguir encontrar un sitio donde meterlos”. A su vez, confirmó las complicaciones que hubo y pidió que se faciliten las cosas. “No les va a faltar nada”, manifestó.
Una persona admirable. Sobre todo, humilde. En cada segundo del video se transparenta su noble alma. “No quiero conseguir nada con esto. Lo hago con voluntad propia, con el corazón”, expresa Keita, quien respeta a todos los países y razas, lo cual es lo más importante para él. No se siente español o senegalés, por eso se autodefine así: “Un chaval del mundo”.