Nahuel Gala (@NahueGala)
Tiempos difíciles atravesaba La Canarinha luego de aquel 7 a 1 que Alemania sentenció en Belo Horizonte el 8 de julio del 2014. Las calles estaban repletas de hinchas desilusionados y miles de futbolistas que veían a su seleccionado caer en casa ante el futuro campeón del mundo. Lo que no sabían era que, al año siguiente, un arquero formado en las inferiores del Internacional de Porto Alegre haría su debut en la mayor de la verdeamarelha y que, gracias a su hermano, hoy defiende los colores de su nación en una Copa del Mundo. El joven guardameta que era denominado como “pequeñito” y que en la escala métrica de jugadores de las juveniles brasileñas estaba en la segunda etapa cuando el resto de sus compañeros lo hacían en la quinta, que creció de 170 a 187 centímetros en un año cuando tenía apenas 16, defenderá su arco y lo hará con énfasis a todo lo que atravesó junto a su hermano a lo largo de su infancia y adolescencia.
Muriel Becker, hermano de Alisson, es cinco años más grande que el actual portero de la selección mayor de fútbol masculino. Los Becker son una familia que le rinden fiel homenaje a esta posición en el fútbol: su madre era arquera en el equipo de handball cuando asistía a la escuela secundaria, su bisabuelo lo fue en un club de fútbol amateur en Novo Hamburgo, su ciudad natal, y su padre lo fue para el equipo de su compañía. Alisson retrata el fiel y salvaje estilo que su papá tenía cuando, junto con Muriel, lo iban a ver en los partidos y entrenamientos. Pero lo más importante es saber quién es el menor de los Becker y por qué se perfiló para defender el puesto que toda su familia tenía asignado: cuando jugaba con su hermano mayor lo hacían ir al arco porque era el más bajo de todos y, por defecto, debía ser el arquero porque esas eran las reglas. Desde ese entonces, nunca salió de los tres palos. Una mañana del 2002, Brasil era campeón por quinta ocasión en su historia y Alisson, muy conmovido y entusiasmado expresó ante Muriel: “Esto es lo que voy a hacer: voy a jugar para Brasil, voy a ir a la Copa del Mundo y la voy a ganar”.
Cuando se desempeñaba como juvenil en las inferiores del Inter de Brasil, se esforzó a flor de piel, pero no lograba la titularidad. Su hermano era compañero y contrincante del puesto que estaba en juego. Siempre venía un arquero más alto y mucho más fuerte que él y acababa con sus ilusiones en un instante. A los 14 años recordaba cuando Muriel jugaba en competencias como la Copa Nike y cuando salió mejor portero del torneo.“Yo también quiero uno”, sostuvo un joven Alisson que ni siquiera había debutado en primera división. Su técnica se pulió con el correr de las temporadas y cada vez era más largo y más hábil en el mano a mano y en la volada. Creció madurativamente y eso se vio reflejado en sus actuaciones hasta que a los 16 años fue citado a la Sub-17 de La Canarinha. Su tío y su abuelo lo habían llamado por teléfono para comunicarle la noticia, pero él no les creía y tenía que verlo con sus propios ojos. “Corrí por 30 minutos desde la playa hasta mi casa para poder ir a la computadora y consultar el sitio web oficial de CBF. Entré a la página y ahí estaba: Alisson Becker. Realmente me habían llamado”, le confesó a The Players Tribune.
Cuando cumplió 20, debutó oficialmente con el Internacional y, a los 22, para Brasil. Pero Alisson sabe bien que todo se lo debe a su hermano mayor. El esfuerzo empeñado por ambos fue fundamental para que crecieran futbolísticamente y, a pesar de que eran súper competitivos los dos, siempre se alentaban el uno para el otro. “Cuando estaba cansado, él me decía: ‘¡Vamos hermano, vamos a hacer algo más!’, y lo hacía”, contó el actual portero de la Roma. En cambio, cuando Muriel era quien se cansaba de entrenar, era el turno de Alisson para motivarlo: “¡Movete, viejo! Mirame, soy solo un niño y todavía te estoy golpeando”. Dos hermanos, dos arqueros, dos compañeros de vida. Desde que Taffarel atajó el último penal en la definición por la pena máxima en Francia 1998 contra Holanda en semifinales, ambos quisieron ser como él y como su padre. Hoy, Alisson es arquero de la verdeamarelha y defiende los colores de su país como nadie. Además de atajar los remates de sus rivales, lo hace pensando en su hermano como motivación.
A pesar de haberlo tenido como rival en el puesto en su momento, nunca dejó de alentarlo, y eso lo marcó para siempre. Cada atajada que haga en Rusia 2018 también será de Muriel.“Mi éxito es tu éxito, porque somos parte de la misma historia. Y, por eso, siempre estaré agradecido” firmó el arquero que supo consagrarse campeón en el Mundial Sub-17 disputado en Chile en el 2009, un año antes de que Brasil fuera eliminada en cuartos de final ante la subcampeona Holanda por 2 a 1 en la Copa del Mundo de Sudáfrica. Casi nueve años más tarde, y con todo un recorrido que presenció crecimiento físico, mental, y que tuvo influencias familiares y una motivación fundamental por parte de su hermano mayor, Alisson es el flamante arquero titular de la selección brasileña de fútbol y está entre los ocho mejores del actual Campeonato del Mundo.