sábado, noviembre 23, 2024

El fútbol para los futbolistas

Nahuel Gala @NahueGala

“Futbolistas pertenecientes a diversos clubes de la región parisina hemos decidido ocupar la sede de la Federación Francesa de Fútbol, así como los obreros ocupan sus fábricas y los estudiantes sus facultades, para devolverle a los 600.000 futbolistas y sus millones de amigos aquello que les pertenece, el fútbol, el cual les fue expropiado por los pontífices de la federación para servir a sus intereses egoístas de aprovechadores del deporte”. Así decía la carta firmada por jugadores parisinos, en su mayoría amateurs, que, el 22 de mayo de 1968, junaron fuerzas en medio del corriente Mayo Francés en una zona cercana al Arco del Triunfo. Eligieron hacerlo durante cuatro días, a modo de protesta contra los dirigentes. En aquel entonces, la sociedad estaba en crisis. Durante los meses de mayo y junio de aquel año tuvo lugar la mayor revolución estudiantil y la mayor huelga general de la historia de Francia, y, posiblemente, de Europa Occidental, que fue apoyada por más de nueve millones de trabajadores.

En plena hegemonía del Saint-Étienne, club que conquistó la Ligue 1 en siete ocasiones alrededor de diez temporadas (entre 1967 y 1976), los futbolistas de la primera división francesa tenían que firmar contrato hasta los 35 años con el club que formaran parte y existía una sola forma de romperlo: pagando la rescisión. Si después optaban por ir a otro club solo podían hacerlo con la licencia de la segunda categoría, es decir, que solo podían jugar en la clase inferior, la B. Nunca lograrían estar en equipos de primera si rescindían con uno de ellos. Durante aquel 22 de mayo entraron juntos y armaron la protesta colgando pancartas que decían: el fútbol para los futbolistas. Lograron empoderarse y bajar a los que manejaban el deporte en París, enviando un mensaje inspiracional a toda Francia. Encerraron a Pierre Delaunay, secretario general de la UEFA en aquel momento, y a Georges Boulogne, quien era instructor nacional del fútbol galo y que se convirtió en seleccionador nacional a partir del año entrante. El asalto se realizó sin ninguna agresión física a ningún individuo y con un itinerario que seguir para evitar incidentes. Empleados fueron retenidos durante varias horas y solamente estos dos hombres fueron los únicos a los que se les encerró en una habitación del edificio.

Raymond Kopa, exdelantero francés del Real Madrid y Balón de Oro en 1958, fue uno de los que liberó la tensión acumulada durante varios años y fue uno de los líderes de la protesta: “Los jugadores somos los esclavos del fútbol. Hoy, en pleno siglo XX, el futbolista profesional es el único ser humano que puede ser vendido y comprado sin contar con su opinión”. Los protestantes llevaron a cabo un documento que constituía lo siguiente: limitar la temporada a ocho meses, mejoras de las canchas e instalaciones, anular la llamada licencia B por favorecer solo a los grandes clubes y perjudicar a los jugadores y a los equipos pequeños, denunciar el trato ofensivo del entrenador del seleccionado de Francia (Louis Dugauguez, quien apoyó a sus superiores para que todos los días a las seis de la madrugada despertaran a los futbolistas con el motivo de que eran obreros y debían cumplir con los servicios que demandaba su empresa) para con los integrantes del equipo y del fútbol de este país, y denunciar la situación de esclavitud que acusó Kopa y una gestión de la Federación.

Just Fontaine, atacante marroquí nacionalizado francés que brilló en la década del 50 y principios de los 60, también se postuló a favor de esta rebelión. Fontaine es recordado y respetado, además, por haber anotado 13 goles en la Copa del Mundo de Suecia 1958 (en la cual Francia cayó en semifinales ante Brasil por 5 a 2, que luego se encarriló para obtener el primer campeonato en su historia, con un Pelé de 17 años como figura), la mayor cantidad de anotaciones en una misma edición del torneo en toda la historia. En aquella ocasión, el conjunto galo finalizó en la tercera posición ganándole a Alemania Federal el partido por el tercer y cuarto puesto con un resultado tenístico: 6 a 3. Paradójicamente, ese mismo año, Roland Garros (también conocido como Abierto de Francia y disputado en París) se convertiría en el primer Grand Slam profesional de la historia.

Cuando Boulogne fue liberado comenzó una operación en contra de quienes lo habían encerrado durante un día entero. Los principales medios de comunicación se mostraron a favor de este instructor nacional colgando títulos en sus diarios como “ocupación política de jugadores, totalmente antidemocrático”. De todos modos, los protestantes obtuvieron algunas de sus recompensas: la licencia B fue anulada por denigrante y se dio inicio a un proceso de democratización de las infraestructuras del fútbol francés. Afortunadamente, argentinos que brillaron en la primera división de este país como Delio Onnis (máximo goleador en la historia de la Ligue 1 con 299 tantos) y Carlos Bianchi (noveno artillero en esa tabla con 179 gritos) no sufrieron los pésimos contratos que se firmaban antes del Mayo Francés ya que se destacaron en este sector del Viejo Continente entre 1971 y 1986. Previo a la conclusión del 68, el presidente de la FFF, Antoine Chiarisoli, dejó su cargo al igual que Delaunay. Este movimiento dejó marca histórica, ya que tan contundente fue el mensaje que cuando Michel Platini asumió como presidente de la UEFA en 2007, su primer discurso como tal contuvo el eslogan de aquella dramática e inolvidable mañana del 22 de mayo: “El fútbol para los futbolistas”.

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