Por Guillermo Rojas
“Dios te dará el mejor de los regalos, que es Dios mismo”, cierra su Biblia y sube en su auto. Las cámaras lo enfocan, está con el ceño fruncido, conmovido, con la mirada hacia abajo, tras eso una mueca de no convencimiento, estos gestos no son normales en él, algo va mal. Luego de esa ceremonia cierra sus ojos y se encomienda a Dios. Ese domingo primero de mayo de 1994, en Imola todos tienen un mal presentimiento, incluso él.
La noche anterior Ayrton Senna habló por teléfono con su novia, Adriane Galisteu, y le confesó que no quería correr al día siguiente. El accidente del viernes de su compatriota Rubens Barrichello y la muerte del austríaco Roland Ratzenberger el sábado por la mañana lo hacen dudar. El médico y amigo suyo, Sid Watkins, le dijo tras la muerte de Ratzenberger: “Ayrton, déjalo, no corras mañana, hay muchas otras cosas en la vida. Has ganado tres mundiales, eres el mejor piloto del mundo. No tienes necesidad de arriesgar ahora. Vámonos de aquí, vamos a pescar”. No le hizo caso, él necesitaba continuar.
Senna, en sus 10 años de trayectoria, había dudado una vez sola, en 1988, en el circuito de Mónaco. El allí sobresalía por sobre el resto, gracias a su agresividad y técnica, el mismo describe ese circuito como su territorio. El ingeniero automotor Sergio Rinland dijo en una nota al Gráfico: “Senna era superior en Mónaco, en ese circuito marcaba más diferencia por su concentración, planificación y destreza”. Pero en la clasificación de ese Gran Premio sintió que su McLaren fue más allá de los límites: “Eso era demasiado y tuve que levantar el pie”.
Al día siguiente, en la carrera, sufrió un accidente, como si lo ocurrido hacía 24 horas hubiera sido una señal. Tras chocar en la entrada del túnel de Montecarlo declaró: “Tenía un camino hacia Dios y uno hacia el diablo. El accidente solo fue una señal de que Dios estaba allí, esperando allí para darme una mano”. Senna era muy religioso y sentía que Dios estaba siempre de su lado. Algo que para su eterno rival, Alain Prost, era un problema. La antítesis de Ayrton lo criticó: “Su problema es que se siente protegido por una estela divina y lo ve todo posible”.
Adrián Campos, ex piloto español, contó en una entrevista que una vez le preguntó a Senna porque siempre llevaba con él una Biblia, el brasileño se dio vuelta y serio le contestó: “Yo ahí siempre encuentro respuestas”, la pregunta no le gustó nada. Giorgio Terruzzi, autor de La última noche de Senna cuenta en su libro: “Le regalaron una Biblia y empezó a leer pasajes. Rápidamente aprendió a compartir con Dios sus desilusiones, aspiraciones y éxitos”. El escritor italiano estuvo muy cerca de Ayrton en Imola 1994. Rafa Payá, periodista del diario As de España, confesó que a pesar de sus fervorosas creencias, Ayrton era muy mujeriego, cambiaba siempre de novia. Seguramente por eso cuidaba tanto su aspecto personal, algo que afirma su ex compañero Gerhard Berger, es que sí, Senna tenía cara de estrella de cine.
En 1993, Ayrton visitó por un día Argentina, en esas 24 horas compartió una charla con Juan Manuel Fangio, su referente, y también le dio una nota a la revista El Gráfico. En esa entrevista Senna dejó aún más en claro su posición religiosa diciendo: “Yo creo en Dios, pero no sólo cuando conduzco un coche de carrera, sino todos los días. Él es parte de nuestra vida”. Luego, ante una pregunta acerca de los riesgos de ser piloto contestó: “La muerte forma parte de mi vida. Eso me preocupa, ciertamente… aprender a vivir con el peligro de una forma más íntima, más natural. Ser consciente del peligro de salirme de pista, de lastimarme, de matarme, hace que establezca limitaciones, límites que procuro no superar.”
Para muchos expertos Ayrton tenía un brillo especial, sentían que una aureola lo iluminaba, como si se tratara de un dios. Además, coinciden en que jamás un piloto tuvo esa filosofía, inteligencia, que tenga tanto sentido de la mortalidad, nunca existió un piloto tan elocuente. En esta frase dicha por Senna queda demostrado: “en el momento que eres visto como el mejor, el más rápido y como alguien que no se puede tocar, eres enormemente frágil”.
Él iba siempre todo, así pensaba, todo o nada, el mismo decía: “Si hay espacio para una maniobra y no vas por él, no eres piloto”. También acostumbraba a dejar todo en el asfalto, como en Brasil 1991, cuando tras cruzar la línea de meta, primero, bajó de su auto exhausto tras pilotar el final de la carrera en una sola marcha. Carlos Tanil grababa documentales de cine sobre la F1, él cuenta sobre Ayrton: “El tipo dibujaba el mismo radio de giro durante toda la carrera, en todas las curvas, muy preciso”. También agrega: “Era muy agresivo, siempre corría al límite, pero muy seguro era. No importaba el auto que tenía, él como piloto sobresalía igual, generalmente los pilotos dependen del auto, él dependía de sí mismo.”
Era un líder carismático, a su estilo, pero carismático en fin. “Su calidez y su encanto personal, su profunda inteligencia y sensibilidad, sus revelaciones sobre la religión y su incomparable estilo al volante añaden dimensiones extras a su mística”, eso le dijo Gerald Donaldson a diario El Mundo de España.
El Gran Premio de Imola 1994 se corrió a pesar de la muerte de Ratzenberger. Entrada la vuelta 7 Senna lidera, curva de Tamburello, Ayrton sigue de largo y choca contra el muro. Su cabeza hace un movimiento, parece estar vivo, los comentaristas de Rede O Globo tienen esperanza, los de Cadena 5 de España no, ellos dicen frases como: “tenemos miedo”, y “estamos viendo como el mejor piloto se debate entre la vida y la muerte”. Aparece en escena Sid Watkins, practica maniobras de reanimación sobre Senna, no es suficiente. El doctor no es religioso, pero en su libro cuenta que sintió como el alma de Senna ascendía tras su último suspiro.
Finalmente a las 13.40 de Brasil, Roberto Cabrini, periodista de Rede O Globo anuncia: “En este momento la doctora María Teresa Fiandri comunica a todos los periodistas de aquí, del Hospital Maggiore de Bologna que Ayrton Senna Da Silva- hace una breve pausa- está muerto, murió Ayrton Senna Da Silva, una noticia -otra pausa- que nunca nos gustaría dar, murió Ayrton Senna Da Silva”. El silencio de 6 segundos tras el anuncio dice todo, la aureola del genio dejó de brillar.