Por Candelaria Terré
Una superficie de color azulado. Una red tensada que atraviesa de lado a lado el centro del rectángulo, que separa territorios distintos. El ruido de la pequeña pelota que se eleva, pica y rebota contra la paleta y contra el piso, una y otra vez, hasta sentir el festejo a puño cerrado. El silencio se esconde por el grito de victoria de uno de los lados. El Lasaigues Pádel Canning es el complejo más grande y tecnológico de pádel de Sudamérica.
Parecía que nada iba a poder sacarle el puesto de número uno al tenis en pelota y raqueta. Sin embargo, en la década de 1990 comenzó a instaurarse un nuevo deporte emergente: el pádel.
Visto inicialmente como una moda pasajera, el pádel llegó a convertirse en un fenómeno que se extendió por todo el país. Pero no pudo sostener sus épocas de gloria y cayó en picada desde lo más alto. Pasó de tener casi tres millones de jugadores en Argentina en los 90, a contar con unos 500.000.
Las malas condiciones de las canchas colaboraron a que el pádel tenga una fuerte recaída. Dos décadas más tarde, volvió a resurgir en una segunda etapa, y se consolidó como una de las maravillas de los últimos años. Argentina es cuna de decenas de deportistas talentosos que llegaron a posicionarse como los mejores jugadores del mundo en el pádel. Cada vez, se demuestra más su importancia en el ámbito del deporte profesional. Sin ir más lejos, Argentina es el que más títulos consiguió en mundiales, con 12 del lado masculino y 8 en el femenino. Le sigue España, con 4 títulos masculinos y 9 femeninos. Son las naciones con mayor número de jugadores de pádel, con 3,7 y 2,1 millones, según la Federación Internacional de Pádel (FIP).
Durante la presidencia de Carlos Saúl Menem en los 90, se sitúa el impulso inicial que tuvo el pádel para llegar a su momento de apogeo. Menem revitalizó la reglamentación de la Ley del Deporte al comienzo de su gestión. Consideraba que el deporte era una herramienta fundamental para la inclusión social, además de un motor para la actividad física y el entretenimiento. La situación económica de Argentina provocó una gran cantidad de despidos en las grandes empresas, por lo que mucha gente se volcó a la construcción de canchas de pádel gracias a las indemnizaciones obtenidas.
El origen del pádel se sitúa en Acapulco, México, en 1969. Cuando el empresario Enrique Corcuera modificó un terreno en su finca para instalar una pequeña pista con paredes a los lados, para jugar al “Paddle Tenis” con palas de madera y una pelota. Sin embargo, seis años más tarde, logró captar la atención del pueblo argentino y llegó a convertirse, según referentes del pádel, en el segundo deporte más practicado en el país después del fútbol. El pádel, con sus reglas simples y su accesibilidad deportiva y económica, se convirtió en una opción llamativa para quienes estaban en búsqueda de una alternativa a los deportes populares.
En los 90 muchos barrios de toda Argentina contaban con una cancha propia. A su vez la participación de los argentinos en Premier Padel, el Campeonato del Mundo y A1 Padel, las competencias internacionales más importantes, era cada vez más frecuente. Comenzaron a emerger figuras destacadas a nivel mundial, como Fernando Belasteguín y Juan Martín Díaz, quienes dominaron la escena internacional a lo largo de la década de los 2000. La cantidad de jugadores de pádel aumentó, alcanzó los tres millones y llegó a ser un fenómeno masivo. Cuando en un principio solo parecía ser un deporte de nicho creado para la población elitista.
A partir de la masividad, se desprendió un factor clave: la televisación. Los medios de comunicación se adentraron con la transmisión de partidos y la puesta en el podio de las figuras más importantes del momento. Hoy a eso se le sumó el streaming, que se posicionó como uno de los canales más fuertes. “Las transmisiones por televisión variaron, ya que antes había dos cámaras que emitían a la cancha en general y no reflejaban todo lo que pasaba, lo que hacía que fuera vistoso solo en persona. Pero con la tecnología todo cambió. Hubo un gran avance gracias a las mejoras y la tenencia de mayor cantidad de cámaras a lo largo del campo, sumado a la publicación de contenido en redes sociales, que agrandan en mayor medida el reconocimiento del deporte”, reconoce Juan Martín Díaz.
Sin embargo, hacia finales de los 2000 y principios de 2010, el auge inicial del pádel cayó debido a la crisis económica que afectó a la explotación de la actividad. Se dejó de invertir en nuevas instalaciones y el apoyo económico para el desarrollo de los torneos fue en declive. El pádel sufrió una desaceleración en el crecimiento y el interés ya no era el mismo que antes. En definitiva, algunos complejos y canchas de pádel se reconvirtieron en canchas de fútbol 5 y 7, o incluso peor, desaparecieron.
¿A qué se debe el actual resurgimiento del pádel luego del declive que tuvo tras los 90? Una de las claves fue la nueva ola de inversión que tuvo a nivel de infraestructura. Las canchas ya no solo eran de cemento, sino que se empezaron a instalar canchas de blindex y césped, que hacen el juego más rápido y, a su vez, reducen las lesiones de los deportistas. La tendinitis, los esguinces de rodilla y la fascitis plantar eran de las más frecuentes. Además, se impulsó la creación de ligas profesionales locales como el Argentina Pádel Tour, surgido en 2024. Las instalaciones aumentaron y las mejoras de las canchas se hicieron fuertes durante el período de renovación en la pandemia. Así, tanto en las grandes ciudades como en las zonas rurales se empezó a jugar pádel.
Esteban Biasi, presidente de la Federación de Pádel de la Provincia de Córdoba, afirmó en una nota para el diario La Voz que nunca vio tanto crecimiento en el deporte como en la última década, y que en Capital Federal hay más prevalencia de lugares para practicar, pero que en el interior se desarrolla cada vez más. Córdoba es una de las provincias que cuenta con mayor cantidad de canchas en sus pueblos y ciudades, con más de 2000. No solo funcionan como canchas para practicar un único deporte, sino que son, más bien, complejos deportivos comerciales que ofrecen muchos más deportes, como fútbol. Pero eso no es todo. También buscan el crecimiento paralelo del negocio de la venta de paletas, calzado y accesorios.
El nuevo auge en el pádel, hace que los profesionales puedan vivir de jugar a la paleta. Pero son contados con los dedos de la mano aquellos privilegiados que consiguen hacerlo. Maximiliano Arce Simo, jugador de pádel A1, afirma que si bien se puede vivir económicamente de ello, todavía son pocos los jugadores que pueden hacerlo y que deberían ser más, dado a la importancia que está teniendo el deporte en el último tiempo. Muchos de ellos son argentinos que emigraron al continente europeo para dedicar su vida en un 100% al deporte. Y el primer destino al que muchos llegan es España, donde se disputan torneos de primer nivel como el Open, los torneos Masters y el Circuito Nacional.
En 2024, el pádel es uno de los deportes más populares y de mayor nivel en Argentina, y queda evidenciado en la cantidad de jugadores profesionales que se consolidan dentro del top 10 en los últimos años en el ránking de la Federación Internacional de Pádel. Cinco de esos diez jugadores son argentinos, con nombres reconocidos como Agustín Tapia, Martín Di Nenno, Federico Chingotto, Franco Stupaczuk y Fernando Belasteguín. Los argentinos tienen una pasión innata por el deporte en general, y eso se hace notar constantemente porque más allá de las dificultades que se les presentan por la inestabilidad económica que atraviesa el país, siempre se escuchará nombrar a Argentina en lo más alto de las competencias de pádel. Porque son aguerridos. Porque llevan el talento en la sangre.
“Lo que noto es que estamos curtidos y aceptamos cualquier desafío o reto que tengamos, ya sea viajar mucho o el desarraigo mismo. Todas esas cuestiones, sumadas al talento natural, hacen que a la hora de entrar a una cancha a competir seamos fieras”, expresa Maximiliano Arce Simo. No todos hallaron su gusto por el pádel desde chicos. Hubo un fenómeno mundial que desató la pasión de miles de personas: la pandemia. Arce Simo, dejó en claro que fue el principal motivo por el que el pádel hoy evolucionó tanto en la Argentina. En su momento, el gobierno de Alberto Fernández permitió que el pádel fuera de los primeros deportes en volver a practicarse, por su evidente distanciamiento. Ello hizo que gente que practicaba otros deportes se volcase en el pádel, e incluso aquellos que no hacían ningún deporte.
Daniel Peralta es uno de los tantos jugadores que comenzó a jugar de joven, a sus 25 años. Luego volvió a disputar torneos en su ciudad natal, San Pedro, en la época del coronavirus, con ya 40 años. Cachete Peralta admite que fue abismal la cantidad de gente que se empezó a interesar por practicarlo, porque no precisaban tener un buen estado físico. Además, destaca que en la actualidad se puede vivir del pádel porque hay academias por todas partes, y muchos jugadores amateurs optan por introducirse en el mercado y dar clases en diferentes clubes. Aproximadamente, hay tres canchas de pádel por club en el país.
Argentina tiene el cuarto mayor número de canchas de pádel del mundo con aproximadamente 4.900, según evidenció una encuesta de la Asociación Argentina de Pádel (APA). Le preceden España, Italia y Suecia.
Desde los comienzos en la década de 1990 hasta su posicionamiento actual como uno de los deportes más practicados en Argentina, el pádel promete un cambio favorable para los jugadores profesionales, para que pueda llegar a convertirse en un deporte de los más reconocidos de cara al futuro. Buscará tener más visibilidad y reconocimiento por parte de sponsors e inversores, y que así los jugadores tengan una motivación por la que elegir dedicar su vida al deporte. A este deporte. El pádel.