Por Agustín Paratcha
Cada puesto en el fútbol conlleva una responsabilidad. El delantero se encarga de asistir y anotar goles. El 5, de interceptar pelotas, además de estar bien posicionado. Un defensor impide y rechaza los balones rivales para transmitir calma al equipo. Julio Soler, convocado por Lionel Scaloni a la selección mayor por primera vez a sus 19 años, es un lateral izquierdo que no solo se destaca por sus transiciones tanto defensivas como ofensivas, sino por su habilidad y frialdad en los penales: repiqueteo, salto y remate.
Soler, nacido en Asunción, capital de Paraguay, aunque nacionalizado argentino por decisión propia, llegó a Lanús a los 12 años proveniente de Argentinos Juniors, que aún mantiene el 40% de su ficha, y vivió gran parte de su carrera futbolística en la pensión del Granate. Se encontró con Rodrigo Acosta, hoy entrenador de la reserva del granate y Gastón Martínez, ayudante de campo de Acosta, quienes lo observaron desde infantiles hasta Reserva. Lo describen como un jugador valiente y con mucha personalidad. No cualquiera patea un penal en novena con 15 años y menos ante Banfield, el clásico rival.
El joven, categoría 2005, ya practicaba el tiro de penal con el salto previo tanto en infantiles como en inferiores y Reserva, usado como técnica de engaño. El chico, fiel a su estilo, jamás desobedeció los consejos de Rodrigo Acosta, quien pedía patear de cualquier manera, menos picándola: “Sirve solo para el ego de cada uno y para tratar de burlarse del arquero. Siempre se lo dejé en claro a Julio. Le decía que elija un palo y patee fuerte”.
Acosta sabía que Soler, subido a la reserva de Lanús a los 15 años, era uno de los designados para patear penales. Sin embargo, el joven siempre respetó las edades. El técnico le recordó una anécdota a El Equipo: cuando le negaron ejecutar un penal en Reserva: “Una vez se peleó con Lucas Varaldo, actual jugador de Central Córdoba y categoría 2002, por querer hacerse cargo de la ejecución, pero por suerte no tuve que intervenir”. Además, lo describe a Soler como un buen pibe, competitivo, leal, noble y, sobre todo, con liderazgo.
Acosta, actual entrenador de la reserva, había dicho en el canal oficial de YouTube de Lanús, que “era un loco de patear penales”. Amplió su afirmación a El Equipo sobre su carácter y el deseo de gol de Soler: “Siempre quería figurar y convertir un gol. Se desempeñaba incluso de central por izquierda. Un chico muy vanidoso. Quería sobresalir. Le gustaba mucho llegar al gol, como hoy en la Primera de Lanús, y busca la manera de estar cerca. Su arma letal es el penal”.
Su exitoso tiro al arco desde el punto penal se debe a la personalidad que mostraba delante de sus compañeros. “Él siempre se acercaba entre dos o tres jugadores para patear. Tenía una manera fría de rematar y mostraba ser un jugador callado, de poco hablar y con mucho temperamento”, expresa Gastón Martínez, actual ayudante de Acosta en la reserva de Lanús.
Martínez había quedado sorprendido la primera vez que lo vio patear de manera peculiar, por su eficacia y buena técnica: “Solía contar con bastante
tiempo libre y lo invertía en ir a la cancha, practicar y hacer jueguitos. Era un chico de pensión. Hacía un estímulo diario que por ahí otros jugadores no lo tenían. Un espacio que aprovechaba para la competitividad en los penales”.
El liderazgo y la confianza de Soler para hacerse cargo del punto penal se debe al grupo que formó en la reserva, junto con Valentín Carboni (En Olympique de Marsella, a préstamo desde Inter de Milán) y Lucas Kmet, hoy en Lanús. Hacían la competencia sana. Probaban distintas alternativas en los penales y tiros libres. Incluso definían quién era el capitán en cada partido de Reserva. Ellos tres lideraban la categoría 2005.
Los referentes no podían faltar. Lo miraba mucho, cuando llegó a Primera en 2022, a José Sand. Fue al primero en analizarlo, porque nunca erraba. También observaba atento a Alejandro Silva, futbolista uruguayo que anotó de penal el 4-2 ante River, con el salto incluido antes de impactar la pelota, en las semifinales de la Copa Libertadores 2016, el que le dio la clasificación a Lanús a la final. Soler se inspiró en figuras granates. Su manera de ejecutar nació viéndolos, y por su valentía para pedirlas todas ante situaciones de definición.