Por Emilse Torres
El arte en las culturas deportivas se extiende a la creación de símbolos, monumentos y manifestaciones culturales que encapsulan la esencia de una comunidad. Esta combinación actúa como un espejo que refleja las raíces históricas y los logros colectivos, utilizando el deporte como guión y el arte como narrativa.
Son vehículos poderosos para explorar y expresar la identidad de un pueblo que se encuentra inmerso en un momento de introspección colectiva, donde se reflexiona y evalúa su pasado y su patrimonio común.
Soledad Manrique Goldsack es una artista cuya trayectoria está marcada por la búsqueda de transformación y la devolución a la comunidad a través de su arte y su compromiso con el deporte. Con estudios en Diseño Gráfico y Artes Visuales en la Facultad de Artes y Diseño, su camino la llevó a explorar el poder del boxeo como herramienta de cambio y expresión.
Su participación en proyectos como “Boxeo Popular” en Isla Maciel (Barracas, Buenos Aires) dentro del programa “La Cultura del Barrio” y “Boxeo sin Cadenas”, donde brindaba clases en unidades penitenciarias de la Ciudad, marcan hitos en su carrera. En estos espacios encontró la oportunidad de transformar realidades y transmitir mediante el arte su mensaje de amor.
Soledad trabaja con un cuerpo de obra fotográfica que utiliza de forma estética. Sus obras suelen presentarse como afiches, los cuales, luego por el paso del tiempo se muestran viejos, corroídos, gastados y manchados. Esto se debe a que el boxeo está muy asociado a lugares donde predomina la clase baja. Sobre esta particular técnica sostiene: “Esa cultura tenía que estar representada de alguna manera y que sea también algo identificatorio para quien lo está viendo”
-¿Cómo comenzó la idea de vincular el arte urbano con el deporte?
-El boxeo es un deporte que tiene un contexto social, cultural y económico específico, por eso no puedo dejar de tenerlo en cuenta al pensarlo como algo que devuelve a la comunidad de alguna forma. La manera que me parecía más accesible, y además, la que permite que más gente lo vea, es llevarlo al espacio público. Me parecía la mejor forma de realizar ese deseo de que sea popular. Luego pasé a la instancia de ponerlo en clubes porque también era mi manera de devolverles a los boxeadores una linda y buena imagen de su propio trabajo en forma de retratos.
“Me permití devolverles también mi criterio sobre la violencia, y un poco sobre el amor, sobre cómo en un espacio que supuestamente es violento se puede encontrar ternura y amor, y que la violencia está en otro lado o en otras decisiones”, argumenta Soledad, cuya experiencia personal durante una situación de violencia familiar la impulsó a buscar estos espacios como lugares de sanación y reconstrucción.
-¿Qué técnicas utilizas para capturar la energía y la emoción de distintos eventos deportivos en tus fotografías?
-Suelo trabajar en blanco y negro porque elimina el elemento simbólico que podría ser la sangre o los colores de un rincón a otro. Me enfoco más en los gestos; tengo la premisa de trabajar con todo lo que no sea el golpe directo. Por lo tanto, mis búsquedas se relacionan con esos momentos que no se limitan a la imagen fotoperiodística donde se describe el evento, sino que pueden ser más atemporales y simbólicos. En general, busco gestos de conexión, cariño, ternura o incluso de caída o tristeza, todo lo que no esté centrado en el golpe físico. Suelo tomar pocos disparos, es más similar a la caza porque debo esperar mucho más de lo que hago.
“Los proyectos que siempre realizo son participativos. Está presente la comunidad, el barrio, la institución o el pueblo. Cada uno puede dar una pincelada”, comenta Gastón Liberti, quien comenzó a vincular el arte urbano con el deporte cuando trabajaba en Barcelona. El muralista tenía una galería de arte y empezó a colaborar con unos artistas franceses que no solo compartían su pasión por el arte, sino también por la comunidad y el deporte.
Luego, al volver a Argentina, Gastón Liberti vivió unos años en Reducción, un pueblo ubicado en la provincia de Córdoba. Durante este tiempo, trabajó como Secretario de Cultura y se sumergió en el desarrollo de proyectos que buscaban fusionar el arte, el deporte y la comunidad. Esta experiencia le permitió conectar aún más con las personas y comprender la importancia de la cultura y el deporte como elementos unificadores y transformadores.
Uno de los momentos más emocionantes de su carrera fue la realización del primer mural de Pablo Aimar en Argentina, en la ciudad de Río Cuarto. En este mural, retrató a Aimar como uno de los campeones del mundo, capturando la esencia y la pasión del fútbol argentino. La presencia del ex jugador, ahora parte del cuerpo técnico de la Selección Argentina, en la inauguración llenó de emoción a los presentes. Además, la participación activa de varios colegios, escuelas de fútbol y centros de jubilados en este proyecto comunitario fue un testimonio del impacto positivo que el arte y el deporte tienen en la sociedad.
-¿Qué impacto creés que tienen tus murales en la comunidad local y en la percepción del espacio urbano?
– El impacto siempre es de comunicación, de compartir. Por ejemplo, el mural que hice de USA 94 en Miami, lo hice con un artista apodado “Chuave”, que es cordobés, él me propuso el espacio. Al momento de hacer el mural, también participaron artistas de Cuba, gente del barrio y de otros países que algunos no conocen la figura de Maradona o les suena, pero no saben toda la historia. Entonces, realizar el mural con la participación de la gente, rememora y da un espacio para la charla, para comentar, para recordar, para poner en valor todos esos momentos. Sin juicios, solamente recordando momentos que fueron históricos del siglo XX y principios del siglo XXI.
“Una obra en la calle tiene un alcance casi infinito”, asegura Enrique Burone Risso, un pintor urbano y buscador de los íconos de las ciudades. En su arte, refleja las arquitecturas de los diferentes estadios y también utiliza la representación de la figura del ídolo deportivo.
El trabajo de Burone Risso no solo embellece los espacios urbanos, sino que también les otorga significado cultural y emocional. Sus murales capturan la esencia de los estadios, lugares de encuentro y pasión para los aficionados, y resaltan la importancia de los ídolos deportivos en la identidad de una comunidad.
-¿Cómo integrás los elementos simbólicos o representaciones icónicas de deportistas en tus murales?
– Los llevo o los encamino a mi lenguaje expresivo, que puede estar cerca del cómic o la caricatura. Generalmente, no salgo de esas dos maneras de trabajar. Soy pintor desde hace tiempo, hago mi trabajo sobre bastidores con óleo, después me pase a las paredes.
“El impacto que tienen los murales es muy grande, mucha gente sabe que yo los pinto. Me paran en la calle y me felicitan”, comenta el artista emocionado. Al plasmar sus pinturas en lugares públicos, Burone Risso contribuye a la creación de un legado artístico y deportivo que perdura en el tiempo. Sus obras no solo son piezas estéticas, sino también testimonios de la historia y el fervor que rodea al deporte en las ciudades.