Por Mateo Herrera
A sus 68 años, Marcelo Bielsa dirige a Uruguay en esta Copa América 2024. Y como en todos los equipos en los que estuvo al mando, hay una lógica que se relaciona con la institución. Y la “Celeste” la tiene: el fair play.
Si bien a Uruguay no se lo reconoce mundialmente por la solidaridad deportiva ni el juego limpio, sino por la famosa garra charrúa, es el único seleccionado en haber ganado en dos ocasiones (2011 y 2021) el Premio Fair Play que entrega esta Copa. Curiosamente el conjunto con más expulsiones en la historia del certamen con 37.
Pero todo tiene su explicación. Y es que es casi predecible que un futbolista uruguayo reciba una roja. La cultura del machismo y la hombría en el fútbol uruguayo exige que los jugadores reciban una roja que demuestren “los guerreros” que son.
“Uruguay creyó que había que pegar una patada antes de los cinco minutos, o pegar después, de guapos, cuando ya no podíamos ganar. La de veces que hemos hecho eso, porque creíamos que había que jugar así. El uruguayo ya no iba a jugar al fútbol: iba a soñar con la hazaña”, dijo Oscar Tabárez.
Y es que claro, Uruguay fue el primer rey del juego a nivel global. No perdieron un partido hasta la semifinal en el Mundial de 1954 contra Hungría. Pero a medida que el fútbol se popularizaba en el mundo se volvió imposible para una nación tan chica, de 3.3 millones de habitantes, mantener su predominio ante las demás selecciones.
Entonces, perder se sentía como una desgracia nacional y la humillación debía evitarse por todos los medios. Esa voluntad de ganar llevaba al juego sucio y a la trampa, algo que se convirtió en la parte futbolera de este país.
Pero últimamente ese comportamiento se ve rara vez en la selección uruguaya. Y se debe a Oscar Washington Tabárez, ex director técnico de la Celeste durante 15 años, en los que se dedicó a educar jóvenes del plantel con valores humanos y futbolísticos. Muchas veces mostrándose en contra de la cultura futbolística antes mencionada de este país.
“En nuestro caso, a los uruguayos nos hicieron creer que habíamos ganado porque éramos más hombres. Que ellos, los jugadores de Brasil, se habían asustado. Schiaffino me ha dicho: `¿Pero cómo van a pensar que les ganamos porque éramos guapos? Nosotros éramos tan buenos como ellos. Antes del Mundial, de hecho, ya les habíamos ganado en Brasil”, decía el “Maestro” en una nota con Olé en 2011 sobre “El Maracanazo” en el Mundial de 1950.
Y sigue: “Desde entonces, Uruguay creyó que había que pegar una patada antes de los cinco minutos, o pegar después, de guapos, cuando ya no podíamos ganar. La de veces que hemos hecho eso, porque creíamos que había que jugar así. El uruguayo ya no iba a jugar al fútbol: iba a soñar con la hazaña. Y cuidado si no la conseguía, porque sería traicionar a la patria. ¿Qué dijo la prensa uruguaya de mi equipo de Italia 90? Que era un equipo de señoritas”.
Y así fue como desarrolló su proyecto en la Selección. Los premios Fair Play obtenidos por sus jugadores a lo largo del proceso no fueron casualidades sino que causalidades. De hecho esto se ilustra con la presencia que tenía él en la vida de los jugadores.
A Maxi Gomez, previo al Mundial de Rusia 2018, en aquel entonces delantero de 21 años del Celta de Vigo de España, Tabárez le hizo un llamado para felicitarlo por su buena racha goleadora y le advirtió que “estaba acumulando muchas tarjetas amarillas”. Todo seguía una misma línea impuesta por el “Maestro”, y sobre todo hacia los jóvenes.
Una gran parte del proyecto tiene que ver con las selecciones juveniles. Por primera vez en Uruguay hubo “una línea común” entre la selección mayor y las juveniles. Muchos de los más chicos pudieron ser un “aporte” real a la selección mayor. Tabarez se decia que “ya estamos pensando en que va a pasar con la selección cuando no estemos nosotros”.
Y ahora la selección uruguaya sigue por un rumbo muy similar. Su actual técnico, Marcelo Bielsa, es reconocido mundialmente por conservar valores perdidos en un fútbol lleno de intereses y traiciones: el respeto de lo moral, ético y el fair play.
No por nada fue ganador del premio Fair Play que otorga la FIFA en 2019, en aquel momento técnico del Leeds United de Inglaterra. Fue en el partido frente al Aston Villa, en el que su equipo necesitaba ganar para pelear por el ascenso a la Premier League y se dejó hacer un gol por pedido especial de su técnico, luego de que el primero convirtiera con un jugador del contrincante tirado en el piso.
“No se les regaló un gol, se lo devolvimos”, decía Bielsa después de aquel partido. Pocos gestos de juego limpio se vieron como este. Deja un mensaje superior con actitudes como esta, en el que no todo es ventajear y ganar como sea.
En la primera conferencia de Bielsa como técnico de Uruguay, no tardaba en revelar que “no tuvieron que convencerme, casi que diría que todo lo contrario. Mi deseo de pertenecer a este proyecto tiene dos extremos muy convincentes. Uno son los jugadores que tiene Uruguay y otro la dimensión de generosidad y respeto que tiene el ciudadano, que finalmente es el destinatario de lo que hacen los jugadores”.
También lo fue por el entusiasmo del “Loco” de seguir un legado como el que dejó Tabárez: “Siempre he sentido respeto por sus procesos y por lo que construyó en el fútbol uruguayo y luego la estructura traducida en resultados”. Ahora es cuestión de tiempo para que se vea reflejado el legado de Bielsa.
Es la única selección que tiene una sola tarjeta en lo que va del certamen. La tarjeta amarilla a Darwin Núñez antes de finalizar el primer tiempo frente a Estados Unidos. Las demás, todas por encima de tres tarjetas acumuladas.
Solo lleva apenas un año al mando de la Celeste pero ya se ve reflejado algo de lo que quiere el “Loco” para su Selección. Fútbol intenso, presión alta y velocidad extrema. No por nada pudo ganarle 2 a 0 al Campeón del Mundo, Argentina, en condición de visitante, su primera derrota luego de la obtención del título, y luego hacer lo mismo de local frente a Brasil por la misma diferencia.
Y no solo por los resultados, sino también por sus locuras. Para los amistosos previos a la Copa América, Bielsa convocó a Walter Domínguez, un jugador amateur de 24 años que juega en Juventud Soriano. Goleador que no cuenta con partidos profesionales y juega con un mínimo de ocho encuentros mensuales para tener un dinero extra. Locuras que solo Bielsa puede hacer.
Y esta Copa América, a pesar de la intensidad de su equipo para jugar todos los partidos, luego de disputar los tres encuentros de la fase de grupos, es la única selección que tiene una sola tarjeta en lo que va del certamen. La tarjeta amarilla a Darwin Núñez antes de finalizar el primer tiempo frente a Estados Unidos. En la última fecha de esta etapa. Las demás selecciones, todas por encima de tres tarjetas acumuladas. Canadá, con ocho, el que más tiene.
Ya lo preveía Alvaro Pereira, histórico jugador de la selección uruguaya, antes del arranque de la competencia: “Lo veo con buen futuro a Bielsa. Es un técnico ideal para seguir el proceso que empezó el “Maestro”. Su mano se va a empezar a ver más nítida en la Copa América”. Y asi se ve. El equipo con más goles a favor (9) hasta ahora y con puntaje perfecto. Al respetar historia y locuras. Garra charrua y fair play.